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TEMA 4. LITERATURA. ANTONIO MACHADO Y JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.

4.1. ANTONIO MACHADO.


Es uno de los poetas españoles más importantes del siglo XX, capaz de emocionar
incluso a los poco familiarizados con la poesía.
Hijo del folclorista Antonio Machado, el poeta pasó su infancia en Sevilla, donde había
nacido en 1875, pero pronto se trasladó con su familia a Madrid y estudió, junto con su
hermano Manuel, en la Institución Libre de Enseñanza. En 1899 viajó con su hermano a París,
donde trabajó como traductor y frecuentó los ambientes literarios de la época. En 1902, en su
segundo viaje a la capital francesa, trabó amistad con Rubén Darío, y a su vuelta, con los
escritores modernistas. En 1907 obtuvo la cátedra de francés en el instituto de Soria, donde
conoció a Leonor Izquierdo, con quien se casaría en 1909. Tres años más tarde la muerte de su
mujer lo sumió en una profunda tristeza que se reflejará en su obra poética: Señor, ya me
arrancaste lo que yo más quería. / Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar. / Tu voluntad se
hizo, Señor, contra la mía. / Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar. (“Campos de
Castilla”). Se trasladó a Baeza, donde permaneció desde 1912 hasta 1919, año en que regresó
a Castilla.
En 1927 fue elegido miembro de la Real Academia Española y conoció a Pilar
Valderrama, la famosa Guiomar de sus poemas amorosos. Defensor de la República, cuando
estalló la Guerra Civil permanece en nuestro país y posteriormente se exilió a Francia en
enero de 1939, acompañado de su madre. Murió en Colliure en febrero de ese mismo año.

Su poesía:
Varias obsesiones se repiten en su obra: el paso del tiempo y la nostalgia por la niñez
y la juventud perdidas, la falta de amor, y la correspondencia emocional entre los elementos
del paisaje y su estado de ánimo. La tendencia introspectiva se manifiesta en una
preocupación filosófica existencial que le conduce a la contemplación simbólica de la realidad
(las fuentes, los ríos, el paso de la mañana a la tarde simbolizan el paso del tiempo). En cuanto
a la religiosidad, se entiende en Machado como una preocupación constante y profunda por
el origen, destino y paradero final del ser humano, y por el problema de Dios (“siempre
buscando a Dios entre la niebla”), si bien su peregrinar espiritual fluctuó entre escepticismo e
inconcreta creencia, entre desesperanza y esperanza.
Versificación, estilo y evolución:

Empleó con mucha frecuencia la rima asonante, las formas de la lírica popular:
romances, coplas y cantares de la lírica culta, el soneto, la silva…
Su poesía es el resultado de la conjunción de una extremada sobriedad y sencillez
formal con la emoción sincera y humana; elimina toda retórica excesiva, metáforas brillantes,
vocabulario rebuscado, quedando reducido al más puro y auténtico lirismo.
El mundo poético de Machado fue siempre coherente y unitario pero se puede
observar una evolución que, manteniendo esa línea fundamental, comienza con una poesía
modernista, dentro de un tono intimista muy sobrio y personal, para abrirse después a las
preocupaciones propias del 98: España, los demás, el nuevo sentimiento ante el paisaje…Su
trayectoria termina en una poesía de contenido ideológico, filosófico, de carácter sentencioso.
Se pueden distinguir tres etapas:
a) Su obra se inicia con un libro modernista de tendencia simbolista como es Soledades
(1903, cuarenta y dos poemas): la melancolía por el paso del tiempo, la soledad, la
evocación de su infancia, la búsqueda de las ilusiones perdidas en contraste con la
decadencia de su presente. Para ello, se vale de símbolos, es decir, elementos de la
realidad que son capaces de evocar estados de ánimo: el camino, el espejo, el
laberinto, la fuente, los crepúsculos, los parques solitarios, el agua o el otoño como
símbolos de su tristeza o soledad.
En la segunda edición de 1907 se refunde con el título de Soledades, galerías y otros
poemas, donde elimina los aspectos más superficiales del simbolismo; en él bucea en
su intimidad personal (las galerías del alma) para expresar su “honda palpitación del
espíritu”: el recuerdo, la memoria, evocan constantemente un pasado perdido. Se
incorporan nuevos símbolos como el de las galerías con el que Machado pretende dar
cuenta del interior de la conciencia. Es notable una sensación general de angustia
tanto por el fluir incontenible del tiempo como por la premonición de la muerte. Dios
aparece también en algunos poemas entrevisto en un sentido parecido al de
Unamuno: racionalmente inexistente pero vitalmente deseable.
b) La segunda etapa (1907-1919), de madurez, representada por Campos de Castilla
(1912, versión definitiva de 1917). Sus cincuenta y seis poemas son muy heterogéneos
y prestan una mayor atención al paisaje y a los temas político-sociales, por eso es la
obra en la que más se acerca a las preocupaciones noventayochistas: Castilla se
convierte en símbolo de España, y Machado expresa su profunda preocupación
patriótica. Los poemas son evocaciones del paisaje real castellano; las descripciones se
convierten en meditaciones en las que se contrapone el esplendor del pasado
castellano con su presente monótono y gris. Además, Machado proyecta sus
sentimientos sobre aquellas tierras y acentúa lo que sugiere soledad, fugacidad o
muerte. Su amor a Castilla no excluye una actitud crítica frente a la realidad histórica
del país al que ve empobrecido, despoblado, sin cultura, en la línea ideológica del
regeneracionismo.
Incluye una serie de elogios dedicados a hombres a los que admira, poemas de paisaje
(como “A orillas del Duero”), evocaciones de Soria o de la esposa muerta, descriptivos,
como “El tren” o “A un olmo seco”. También hay que mencionar los “Proverbios y
cantares”, serie de poemas brevísimos, que son chispazos líricos o filosóficos,
inspirados en formas populares, y el extenso romance “La tierra de Alvargonzález”,
leyenda en verso sobre el tema de la envidia (el cainismo) en una tierra miserable.
c) La tercera (1919-1939), más reflexiva aún en su libro Nuevas Canciones (1924), una
obra breve y variada donde aprieta su pensamiento hasta llegar a un tono sentencioso.
Predomina la preocupación filosófica y los poemas se inspiran en coplas populares. Lo
más característico de este ciclo es el centenar de “Proverbios y cantares” nuevos.
Consisten en sentencias o pensamientos, frecuentemente paradójicos, que parecen
encerrar intuiciones profundas.
Sus últimas producciones líricas son: Canciones a Guiomar, De un cancionero apócrifo
y Poesías de Guerra (que incluyen una elegía a García Lorca).
Características:
- Empleo de símbolos, elemento fundamental de su visión lírica de hombre y paisaje: la tarde,
el camino, los sueños, el agua, el huerto, el jardín, las galerías; la colmena, las abejas y la miel,
el sol, los árboles, el río y el mar… En general, suelen relacionarse con la temporalidad, el
recuerdo, la melancolía y el ansia de trascendencia.
-Técnica impresionista: Machado, que toma como referente al Jorge Manrique de las
“Coplas”, nos ofrece una mirada intuitiva, la mirada del poeta que capta impresiones,
momentos fugaces, como en un mosaico.
-Antirretoricismo: que le llevó a ser parco en el empleo de la metáfora. Utiliza el símil, la
personificación y las enumeraciones.
-Métrica y recursos expresivos: presenta variedad de metros y estrofas. En su primera obra se
inclinó por la asonancia en los versos pares, en forma de romance o silva arromanzada. La
rima consonante (en cuartetas, liras, silvas, etc.) aparece ya en Campos de Castilla.
4.2. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.
Nació en Moguer (Huelva) en 1881. En su adolescencia partió hacia Sevilla para estudiar
Derecho. La carrera iniciada por imposición paterna, quedó sin acabar. Se traslada a Madrid
en 1900 y se deja atrapar por la poesía de Rubén Darío. Este mismo año aparecen sus dos
primeros libros: Ninfeas y Almas de violeta. Vuelve a Moguer afectado por una neurosis
depresiva que arrastrará toda su vida. En 1905 pergeña Platero y yo y sigue escribiendo
poemas amorosos influidos por el simbolismo francés. De nuevo en Madrid, se instala en la
Residencia de estudiantes en 1913. Conoce a la joven catalana Zenobia Camprubí, de quien se
enamora profundamente, se casará con ella en 1916 en Nueva York.
Del viaje por mar a América junto a su futura mujer surge el libro Diario de un poeta
recién casado. Aquí redescubre el mar, que pasará a ser uno de los símbolos poéticos más
importantes hasta el punto de que cambiará el título de la obra que pasará a ser Diario de
poeta y mar.
Al estallar la Guerra civil, se trasladan a América, viaja por distintas ciudades hasta que se
instalan en Puerto Rico. En 1956 le conceden el premio Nobel de literatura y tres días después
muere su mujer, hecho del que no se recuperará. En 1958, fallece. Sus restos y los de su mujer
fueron trasladados al cementerio de Moguer.
Conocido como el “andaluz universal” vivía su mundo “en soledad”, según sus propias
palabras. Le aísla su aguda hiperestesia (excesiva sensibilidad). Por ello, es el prototipo del
poeta consagrado por entero a su Obra, como a él le gustaba escribir. Cada vez se sintió más
despegado de la vida pública. Es la figura del poeta encastillado en su “torre de marfil”. Decía:
”Yo tengo escondida en mi casa, por su gusto y el mío, a la Poesía. Y nuestra relación es la de
los enamorados”. En consecuencia, su poesía es un caso de poesía minoritaria, de dificultad y
hermetismo crecientes.
Su idea de la poesía está presidida por una triple sed: sed de belleza, sed de
conocimiento, sed de eternidad. Ante todo Poesía es Belleza, expresión de un goce exaltado
de lo bello, un goce entreverado de melancolía. Pero también es un modo de Conocimiento,
de “inteligencia” agudísima, de penetración en la esencia de las cosas. Y su poesía es, en fin,
expresión de un ansia de Eternidad, concebida precisamente como posesión inacabable de la
Belleza y de la Verdad. De ahí su preocupación angustiosa por la fugacidad de las cosas; de ahí
también su especial idea de Dios, a quien identifica con la Naturaleza o con la Belleza absoluta
o con la propia conciencia creadora.
En su trayectoria, se habla de tres fases:
1ª) La etapa sensitiva, que llega hasta 1915, está inspirada por el Modernismo. La suave
musicalidad en metros breves y la ambientación en paisajes crepusculares son las notas
dominantes de Arias tristes (1903) o Jardines lejanos (1904). En ellos, es perceptible la huella
del Romanticismo y del Simbolismo. Hacia 1908, el verso se expande y lo sensorial aumenta.
Es el momento más modernista: Soledad sonora (1908).
2ª) Época intelectual. Se inicia con el Diario de un poeta recién casado, 1916, que supone la
ruptura total con el Modernismo, hasta que abandona España, en 1936. Es el inicio de una
“poesía desnuda”, en la que elimina lo anecdótico para dejar paso a la concentración
conceptual y emotiva. Por eso predominan los poemas breves, densos, en versos escuetos y
libres, sin rima o con leves asonancias. De esta etapa son también Eternidades (1918) Piedra
y cielo (1919), Belleza (1923), obras de creciente interiorización. La definición de lo que
entiende como lenguaje poético es esta: “Sencillo. –Lo conseguido con menos elementos; es
decir, lo neto, lo apuntado, lo sintético, lo justo. Por lo tanto, una poesía puedes ser sencilla y
complicada a un tiempo…”. Y añade: “No creo en ningún caso, en un arte para la mayoría”.
Apunta ahora más allá de la realidad sensible, a la realidad profunda o escondida de las cosas,
a sus “esencias”. Llevado por su “sed de conocimiento”, su palabra quiere ser el instrumento
para penetrar en la realidad, en busca de una nueva “inteligencia”, de ahí que denominara a
esta etapa como intelectual. De esta etapa es también La estación total, cuyo título alude a lo
que es su obsesión: el anhelo de abolir el tiempo y de llegar a una posesión “total” de la
belleza, de la realidad y del propio ser, es decir, el ansia de eternidad. Hay unos versos
definitorios:”¡Inteligencia, dame/ el nombre exacto de las cosas!/….Que mi palabra sea/la
cosa misma,/creada por mi alma nuevamente…..”
3ª) Época “suficiente” o “verdadera”, desde 1936 hasta su muerte. Son los años de su exilio
en Hispanoamérica. Prosigue su indagación poética, cada vez más encerrado en sí mismo y en
su Obra. De estos años son Animal de fondo, En el otro costado, obra en la que sin tema
preciso, ensarta recuerdos e introspecciones con la técnica de la “asociación libre”, y Dios
deseado y deseante, obra de un extraño misticismo: la sed de eternidad le ha llevado al
contacto o a la posesión de un dios que se identifica con la Naturaleza, con la Belleza o con la
propia conciencia creadora. Su lenguaje es profundo, de un hermetismo sustancial, que fluye
a través del verso libre.
En conclusión, en la poesía del siglo XX, es la máxima encarnación de la poesía entendida
como búsqueda de la Belleza y Absoluto; sirvió de inspiración para los poetas del 27. Los
poetas de la posguerra se distanciaron de él atraídos por las preocupaciones sociales, pero
posteriormente, los poetas “novísimos” orientan de nuevo la creación hacia la renovación del
lenguaje poético, por lo tanto Juan Ramón Jiménez recobra la altísima estimación que le
corresponde.
IDEOLOGÍA POÉTICA
Para entender su poesía hay que tener en cuenta dos aspectos:
 la influencia Krausista
 el concepto de” popular” y” aristocrático”

1. La primera es una herencia a la que no renunció nunca. Su influjo fue decisivo y


contribuyó a la configuración de su pensamiento. En sus crisis espirituales y religiosas
en las que buscaba respuestas a sus inquietudes más íntimas se sintió profundamente
atraído por las ideas krausistas que se tradujeron al principio en un rechazo afectivo de
las formas religiosas convencionales y después (y es lo más esencial) en la identificación
de su propia experiencia poética con la propia experiencia religiosa.

Para él, la religión se convertirá en un proceso íntimo de perfeccionamiento poético,


identificando a Dios con ese esfuerzo personal diario que le suponía un gran trabajo de
autosuperación de tal manera que para Juan Ramón Jiménez Dios no era origen sino que era
el final de un proceso de creación artística que aspiraba a la PERFECCIÓN (de ahí las continuas
revisiones a las que sometía a sus obras)
2. La poesía de Juan Ramón Jiménez es un caso de poesía minoritaria, se hizo famosa su
dedicatoria:”A la minoría, siempre”. No se entiende fácilmente el significado exacto de
estos términos porque siempre se interpretan desde una perspectiva sociológica y
clasista; sin embargo, por el contrario, señalan una trayectoria en la que lo popular es el
punto de partida, lo natural, lo instintivo y lo aristocrático es el punto de llegada que
debe seguir siendo sencillo pero una sencillez cultivada (como en Bécquer)

“Vino, primero, pura,


Vestida de inocencia.
Y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
De no sé qué ropajes.
Y la fui odiando, sin saberlo.
Llegó a ser reina,
fastuosa de tesoros…
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!
…Mas se fue desnudando.
Y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
Y apareció desnuda toda….
¡Oh pasión de mi vida, poesía
Desnuda, mía para siempre!

Bibliografía:
 BLASCO PASCUAL, Francisco. La poética de Juan Ramón Jiménez. Desarrollo, contexto y
sistema. Prólogo de Víctor García de la Concha. Salamanca, Universidad, 1981
 PREDMORE, Michael. La obra en prosa de Juan Ramón Jiménez. Madrid, Gredos, 1975

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