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MATRICULA: SC-18-20419
Son muchos los aspectos, de forma y de fondo, de la rutina procesal civil dominicana
que sorprenden al abogado extranjero. Por ejemplo, en cuestiones de organización,
les asombra que el juez de lo civil fije decenas de audiencias para un mismo día,
todas para la misma hora (9 a.m.) sin tomar en cuenta la pérdida de tiempo y de
oportunidad que esto representa para las partes, sus abogados, los testigos, peritos,
etc. También le resulta extraño, para no decir insólito, que el juez suba a estrados
sin conocer el asunto que se propone juzgar, dándose con frecuencia escenas
vergonzosas –por lo menos para nosotros ante nuestro colega foráneo– del juez
sentado en estrados ante el público, hojeando nerviosamente el expediente para
tener una idea de qué les preguntará a los testigos o a las partes en el informativo
o en la comparecencia personal que se avecina. Como es de esperar, semejante
proceder destruye de inmediato toda confianza del cliente y de su asesor extranjero
en la capacidad del tribunal de juzgar a profundidad su asunto. El desconcierto se
acentúa una vez iniciada la medida de instrucción con el espectáculo de una pobre
secretaria tratando de transcribir en una máquina de escribir o computadora las
declaraciones de los comparecientes. Los resultados son siempre los mismos:
omisiones y errores a granel. La República Dominicana es capaz de construir un
Metro, pero no de preparar taquígrafos o de instalar un sistema de grabación que
permita tomar con precisión las declaraciones en justicia al mismo ritmo en que
éstas se producen.
Sin embargo, en el ACPC objeto de este estudio, se modifica esta forma, puesto
que, a pena de nulidad, la apelación será interpuesta mediante acto de alguacil
notificado a la parte apelada, el cual estará encabezado con una copia certificada
de la sentencia recurrida. Una apelación hecha en desconocimiento de esta
disposición será considerada sin efectos.
En los cinco días hábiles que siguieren a la fecha de la notificación del recurso, éste
será denunciado a la secretaría del tribunal que haya dictado la sentencia, a fin de
que el expediente sea enviado, conjuntamente con las piezas que lo componen, al
tribunal apoderado del recurso, en los diez días siguientes a la fecha de la denuncia.
Al expediente enviado al tribunal de apelación será anexada una copia certificada
de la sentencia recurrida.
Una vez presentado el recurso, las demás partes tienen 10 días para realizar
alegaciones y, a continuación, se elevan los autos al Tribunal superior que deba
resolver tras celebrar una vista (o puede que no se realice la misma). La sentencia
debe dictarse en 5 días o 10 según si no hay vista o por el contrario sí la hay.
Resulta interesante este mecanismo, puesto que por un lado la interposición del
recurso corresponderá a la parte interesada, pero la impulsión estará a cargo de la
administración de justicia. Esto es así, en razón de que el secretario del tribunal
donde se dictó la sentencia objeto del recurso deberá remitir el expediente al
secretario del
tribunal de alzada, con observancia de los plazos que a esos fines serán
establecidos.