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NOMBRE: Carlos

APELLIDO: Rosario Emeterio

MAESTRA/O: BIENVENIDA VOLQUE

MATRICULA: SC-18-20419

TEMA: Derechos Procesar Civil


Contenido
Derecho Procesal Civil en República Dominicana. .............................................................................. 3
CONCLUSION ....................................................................................................................................... 5
Derecho Procesal Civil en República Dominicana.

Son muchos los aspectos, de forma y de fondo, de la rutina procesal civil dominicana
que sorprenden al abogado extranjero. Por ejemplo, en cuestiones de organización,
les asombra que el juez de lo civil fije decenas de audiencias para un mismo día,
todas para la misma hora (9 a.m.) sin tomar en cuenta la pérdida de tiempo y de
oportunidad que esto representa para las partes, sus abogados, los testigos, peritos,
etc. También le resulta extraño, para no decir insólito, que el juez suba a estrados
sin conocer el asunto que se propone juzgar, dándose con frecuencia escenas
vergonzosas –por lo menos para nosotros ante nuestro colega foráneo– del juez
sentado en estrados ante el público, hojeando nerviosamente el expediente para
tener una idea de qué les preguntará a los testigos o a las partes en el informativo
o en la comparecencia personal que se avecina. Como es de esperar, semejante
proceder destruye de inmediato toda confianza del cliente y de su asesor extranjero
en la capacidad del tribunal de juzgar a profundidad su asunto. El desconcierto se
acentúa una vez iniciada la medida de instrucción con el espectáculo de una pobre
secretaria tratando de transcribir en una máquina de escribir o computadora las
declaraciones de los comparecientes. Los resultados son siempre los mismos:
omisiones y errores a granel. La República Dominicana es capaz de construir un
Metro, pero no de preparar taquígrafos o de instalar un sistema de grabación que
permita tomar con precisión las declaraciones en justicia al mismo ritmo en que
éstas se producen.

De más trascendencia son las críticas de fondo. La principal queja de nuestros


colegas extranjeros, especialmente los norteamericanos, es que en su rutina los
jueces no le dan la importancia debida a la colección de la prueba, sino que la
festinan y la subestiman. Cabe señalar que en los Estados Unidos las partes en
pleito tienen el derecho de solicitar a su contraparte antes del juicio, a través del
procedimiento de “discovery”, todos los documentos o pruebas que estén en manos
de ésta o de terceros. También tienen las partes el derecho de interrogar, antes del
juicio y fuera del tribunal, en las llamadas “depositions”, a todas las personas –
partes, testigos, expertos, etc.– involucradas en el litigio. De esta manera, al
iniciarse el juicio, ya todos disponen de un cúmulo de pruebas que permite efectuar
un debate completo y leal del asunto.

En la República Dominicana, ya hemos comentado en un artículo anterior1 la mala


práctica de la concesión del plazo único de comunicación de documentos. Otra falla
es que no obstante establecer la Ley 834 de 1978, en sus artículos 55 al 59, el
derecho de las partes de forzar la producción de documentos en manos de su
contraparte y de terceros, la rutina procesal no ha aprovechado esa innovación por
razones que analizaremos en futuras entregas. Una tercera deficiencia tiene su
origen en la actitud de los jueces. Debido al mismo sistema de múltiples audiencias
diarias y a la presión que sobre ellos ejerce la Suprema Corte de Justicia para fallar,
las medidas de instrucción no son más que simulacros: los jueces están más atentos
al reloj que a los interrogatorios; muchas veces, por desconocer el asunto, no toleran
el desarrollo lógico y completo de los informativos y comparecías; aparte de que las
notas de audiencia, como ya hemos apuntado, no reflejan casi nunca las
declaraciones expuestas.

Estas deficiencias nos hacen lucir mal y “subdesarrollado” ante el abogado


extranjero. Lo ideal sería que el sistema judicial dominicano tome conciencia de que
su objetivo esencial es brindar un servicio a la sociedad, no a los jueces ni a los
abogados ni a los demás actores que lo conforman. Los pleitos privados deben
decidirse conforme al Derecho de una manera no tan solo rápido sino justa y basada
en una discusión plena de los hechos y sus pruebas. Coartar la producción de las
pruebas por el único motivo de apresurar los fallos tiene como consecuencia funesta
la pérdida de confianza de parte del público, nacional y extranjero, en el sistema.

En las próximas entregas, abordaremos el tema de la producción de documentos:


su historia y su importancia en el Derecho procesal.
CONCLUSION

En la actualidad, el recurso de apelación se interpone mediante acto que contendrá


emplazamiento en los términos de la ley a la persona intimada, y deberá notificarse
a dicha persona en su domicilio, bajo pena de nulidad. Estableciéndose que el
término para apelar es de un mes tanto en materia civil como en material
comercial. En el régimen actual el recurso se interpone mediante acto de
emplazamiento que automáticamente apodera al tribunal de alzada.

Sin embargo, en el ACPC objeto de este estudio, se modifica esta forma, puesto
que, a pena de nulidad, la apelación será interpuesta mediante acto de alguacil
notificado a la parte apelada, el cual estará encabezado con una copia certificada
de la sentencia recurrida. Una apelación hecha en desconocimiento de esta
disposición será considerada sin efectos.

En los cinco días hábiles que siguieren a la fecha de la notificación del recurso, éste
será denunciado a la secretaría del tribunal que haya dictado la sentencia, a fin de
que el expediente sea enviado, conjuntamente con las piezas que lo componen, al
tribunal apoderado del recurso, en los diez días siguientes a la fecha de la denuncia.
Al expediente enviado al tribunal de apelación será anexada una copia certificada
de la sentencia recurrida.

Cuando se plantea un recurso de apelación contra una sentencia, se inicia un


segundo nivel de decisión jurisdiccional que puede considerarse como una segunda
instancia, aunque no plena sino limitada (es posible una revisión de la prueba
practicada y de la decisión de fondo, pero no se pueden introducir, como regla
general, nuevas pruebas o nuevos argumentos jurídicos distintos a los de la
instancia).

Por el contrario, cuando se plantea un recurso de apelación contra una resolución


interlocutoria (que no ponen fin a la instancia), como por ejemplo un auto
expresamente declarado apelable por a ley, no abriría una segunda instancia, sino
que el Tribunal de apelación se limitaría a decidir de nuevo sobre la cuestión
impugnada.

El recurso de apelación se interpondrá ante el mismo Tribunal que hubiere dictado


el auto (o la sentencia) recurrido, pero será competente para conocer y decidir, el
Tribunal superior jerárquicamente; el mencionado recurso deberá presentarse con
la firma del letrado de la parte interesada en recurrir.
Interpuesto el recurso de apelación, el juez lo admitirá o no según sea procedente
de acuerdo a las previsiones legales. En esencia, el procedimiento de apelación
criminal y civil son muy parecidos.

Una vez presentado el recurso, las demás partes tienen 10 días para realizar
alegaciones y, a continuación, se elevan los autos al Tribunal superior que deba
resolver tras celebrar una vista (o puede que no se realice la misma). La sentencia
debe dictarse en 5 días o 10 según si no hay vista o por el contrario sí la hay.

El recurso de apelación en la jurisdicción penal contra sentencias se encuentra


regulado en los artículos 790 y siguientes de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y en
el Título I del Libro V del mismo cuerpo legal.

Es fundamental señalar que la tramitación de recursos de apelación contra


sentencias sí produce efectos suspensivos.

Resulta interesante este mecanismo, puesto que por un lado la interposición del
recurso corresponderá a la parte interesada, pero la impulsión estará a cargo de la
administración de justicia. Esto es así, en razón de que el secretario del tribunal
donde se dictó la sentencia objeto del recurso deberá remitir el expediente al
secretario del
tribunal de alzada, con observancia de los plazos que a esos fines serán
establecidos.

Este recurso suspende la ejecución de la sentencia recurrida, al igual que el plazo


para interponerlo, salvo que se haya ordenado su
ejecución provisional. Este aspecto los proyectistas lo mantienen intacto, debido a
la naturaleza de la apelación. En lo referente al plazo el proyecto se mantiene igual,
puesto que se establece: “Salvo que se haya dispuesto expresamente un plazo
distinto, el plazo para apelar es de un mes. No será admisible la apelación
promovida después de vencido dicho plazo.

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