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Dos caras de la moneda

Angelys Muñoz
Para analizar el contexto de la moneda en Venezuela, si lo miramos desde el ángulo del
Plan de la Patria 2019-2025; que ya tiene 4 años de su lanzamiento y que fue idealizado por el
chavismo-madurismo no como un plan de gestión, “sino como una hoja de ruta para liberar un
pueblo”, lo que se encuentra es una línea discursiva que no ha rendido frutos. Solo hay que leer el
punto 1.3.11.1 y sus derivados, para encontrar palabras como agresión al bolívar, perturbación de
la economía, agresión a la moneda y guerra económica, usados como los argumentos ante la
hecatombe en la que está sumergido; lo que para todos es un indicador de la estabilidad: el
salario mínimo, que ya no aguanta un remiendo más, llámese bonos de la patria, cesta ticket y
cualquier invento que se les ocurra para lavarse la cara, porque no tienen una estructura solida ni
mucho menos unas verdaderas directrices que enrumben al país, a los primeros pasos de una
recuperación económica. Ni hablar del bolívar “fuerte”, “soberano” o “digital”. ¡Su logro es
repetir como loros el mismo discurso por casi 5 años!

Si nos vamos a la otra cara; más nobel pero concreta es la que ofrece la recién proclamada
candidata de la oposición a las presidenciales 2024, María Corina Machado en su Plan
“Venezuela de Gracia”, donde como inicio reestablecerá la tan necesaria interdependencia
institucional en el tema, devolviendo sus capacidades técnicas al Banco Central, con un programa
con metas especificas de inflación en rangos limitados. De la mano del aumento sostenido de las
reservas internacionales, logrado esto porque el país se reinsertaría en el sistema financiero
internacional; lográndose el libre cambio y circulación de monedas internacionales. ¡Ya basta de
regalar a las causas comunistas del mundo nuestros recursos! Empezar a reconstruir desde los
cimientos, ajustando gradualmente las tasas de interés, siempre y cuando se reduzca la inflación.

La cara de la moneda que nos muestra Machado está construida desde unas estrategias
estudiadas por especialistas en el área, que lograrían iniciar las reparaciones a los grandes
desajustes económicos que son la base de la crisis social en la que viven la mayoría de los
venezolanos. Las cifras no mienten y así lo expresa en el preámbulo de su programa de gobierno:
“La inflación acumulada entre el año 2015 y 2022 fue la absurda cifra de 8,5 millones de
millones por ciento, con un pico de 65.447 % en 2018. El valor del bolívar se depreció frente al
dólar en 223.200 millones por ciento.” Las opciones están claras. Asumiendo el control del
presente, trabajando por el futuro y sin achacar responsabilidades en el “maligno imperio”.

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