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UNIVERSIDAD TÉCNICA DE MANABÍ

FACULTAD DE CIENCIAS ADMINISTRATIVAS


Y ECONÓMICAS

ESCUELA DE ECONOMÍA

CARRERA DE ECONOMÍA

TEMA:

ANALISIS DE LAS CARTAS DE INTENCION DEL ECUADOR AL


FONDO MONETARIO INTERNACIONAL (FMI).

ASIGNATURA:
PROYECCIÓN ECONOMÉTRICA.

NIVEL/PARALELO:

5TO “C”

DOCENTE:

Ing. JANETH PACHECO

ESTUDIANTE:

CORNEJO VEGA AIRAM YESSENIA

PERÍODO ACADEMICO:

OCTUBRE DEL 2019 – FEBRERO DEL 2020


ANÁLISIS DE LAS CARTAS DE INTENCIÓN FIRMADAS POR ECUADOR Y
EL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL (FMI).

Carta de Intención con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para acceder a una línea

de crédito. El documento contiene los compromisos que el Gobierno debe cumplir hasta

2021 para que se entreguen los recursos. El acuerdo entre el Gobierno Ecuatoriano y el

FMI tiene tres años plazo (2019-2021), con un monto de $ 10 200 millones, de los

cuales $ 4200 millones provienen directamente del FMI por concepto de libre

disponibilidad de fondos para programas de asistencia social.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) es la principal institución financiera a nivel

mundial. Fue creado en 1945 durante la conferencia de Bretton Woods después de la

Segunda Guerra Mundial. Los asistentes a la conferencia   para contribuir al buen

funcionamiento de la economía mundial. Actualmente, está compuesta por 184 países

miembros.

Sus principales funciones son evitar las crisis en el sistema financiero mundial, alentar a

los países a adoptar políticas económicas adecuadas. También actúa como un fondo

para países que necesiten financiamiento temporal para superar problemas de balanza de

pagos.

Las políticas económicas implantadas por los gobiernos de Rodrigo Borja Cevallos y

Sixto Durán Ballén, han sido ya analizadas: sus logros económicos y su impacto social

en el país son conocidos, sin embargo, lo que no se ha hecho es un análisis comparativo

entre los dos gobiernos, para poder determinar en qué gobierno, (los dos de tendencias

formalmente distintas: uno social demócrata y el otro de carácter neoliberal), la

población ecuatoriana se vio más seriamente afectada y, sobre todo, en qué período se
afirmó más la subordinación nacional a los dictámenes del FMI, consolidándose

consiguientemente las fuentes generadoras de pobreza, desempleo y atraso que hoy vive

la sociedad ecuatoriana.

El Ecuador, al salir de más de una década de dictaduras y empezar a vivir una “débil

democracia”, no podía quedar fuera de estos condicionamientos, así a partir de 1982,

con el gobierno de Hurtado, se dio paso a la ejecución de medidas que perseguían su

adaptación al 11 nuevo orden imperante en casi toda la región, un orden aperturista,

privatizante, fomentador de las exportaciones y seductor del capital extranjero, los

gobiernos que le siguieron: León Febres Cordero, Rodrigo Borja Cevallos y Sixto

Durán Ballén, continuaron y profundizaron la misma línea, erigieron sus programas de

gobierno bajo la “tutela” del Fondo Monetario Internacional, so pena de verse

imposibilitados de conseguir nuevos créditos externos.

La década de 1980 representó un retroceso económico en América Latina, “Venezuela y

Ecuador se vieron en serias dificultades cuando en 1986 los precios del petróleo cayeron

drásticamente, como consecuencia de la decisión adoptada por los países centrales de

reducir la demanda energética y buscar otras fuentes alternativas para suplir el apreciado

recurso.

Ecuador fue uno de las 44 naciones que sancionaron los acuerdos de Bretton Woods y

uno de los que, en su momento, ratificaron las enmiendas al Convenio Constitutivo, sin

embargo, debemos reconocer que su relación, con este Organismo Financiero

Internacional, empieza a tener notoriedad, recién en 1958, luego de que el FMI volviera

su mirada al “patio trasero de Estados Unidos”.


En marzo de 1983, como premio a la buena acción del Gobierno por salvar el sistema

financiero nacional y a los agentes económicos privados, se firma la primera Carta de

Intención con el FMI, los puntos a cumplir fueron: reformar el sistema cambiario;

reducir el déficit del sector público; limitar el empleo y regular la estructura salarial

pública; incrementar los precios de la gasolina; crear nuevos impuestos; establecer un

sistema de minidevaluaciones; eliminar las prohibiciones de importaciones

implementadas a fines de 1982.

En agosto de 1986 y en enero de 1988 se firman 2 cartas de intención con el FMI, en la

primera se sientan las bases para liberalizar al mercado, y en la segunda, aunque parezca

extraño, se suspende la flotación del dólar y se establece una política cambiaria flexible;

los aumentos salariales se restringen al máximo; se incrementan las tarifas eléctricas, de

agua potable y teléfonos; se aumenta el encaje bancario y se establecen parámetros para

la renegociación de la deuda.

Al finalizar este periodo, la economía ecuatoriana en lugar de mejorar había decrecido

enormemente: el PIB cayó en un 6%, el déficit de cuenta corriente se ubicaba en 555

millones de dólares, alrededor de un 5% del PIB; la RMI era negativa en 320 millones

de dólares; la disponibilidad de divisas del Banco Central al 11 de agosto de 1988 era de

apenas 9 millones de dólares, cifra insuficiente para cubrir tan sólo un día de

operaciones de la entidad; el desempleo superaba el 13% de la PEA y el subempleo

significaba cerca del 55% de la población económicamente activa.

Pocos meses antes de entregar el poder, el 19 de noviembre de 1991 el Gobierno

Nacional suscribió una tercera Carta de Intención. En ella se proponían una serie de

metas para ser alcanzadas durante 1992: reducir la inflación al 30%, en junio y, al 25%

a finales de año, disminuir el déficit de la cuenta corriente a un promedio del 3,7% del
PIB, obteniendo de esta manera incrementos en la Reserva Monetaria Internacional y

alcanzar una tasa de crecimiento real del PIB de cerca del 3 por ciento en 1992.

El cumplimiento de estas metas fue parcial: la inflación a fines de 1992 alcanzó la cifra

de 60,2%, es decir el doble de lo programado; las Reservas Monetarias Internacionales

sólo aumentaron 22 millones de dólares respecto de 1991; y el PIB creció en un

3,6%189. Los acontecimientos ocurridos durante 1992 serán analizados posteriormente.

El miércoles 20 de febrero de 2019, el presidente del Ecuador, Lenín Moreno, anunció

la  firma del convenio con el FMI por 10 mil 200 millones de dólares: 4 mil 200

millones vendrán directamente del FMI y 6 mil millones serán de bancos multilaterales.

Este monto se otorga a 30 años plazo, con cuatro meses de gracia y una tasa de interés

del 5%, pero compromete al Gobierno a tomar medidas económicas, entre estas, las

citadas reformas legales. Ecuador ha suscrito con el FMI y que han marcado la historia.

Para Anna Ivanova, jefa de la misión del FMI para Ecuador, el plan del gobierno busca

una economía dinámica y sostenible a través de cuatro principios. Entre estos está

“impulsar la competitividad y la creación de empleo; proteger a los pobres y más

vulnerables; fortalecer la sustentabilidad fiscal y los cimientos institucionales de la

dolarización del Ecuador; así como mejorar la transparencia y fortalecer la lucha contra

la corrupción”, dijo Ivanova.

El dinero será invertido, según el presidente Lenín Moreno, en oportunidades de trabajo,

casa para todos, ayudas técnicas para personas con discapacidad y más escuelas.  Se

estableció que pidió el apoyo de la ONU para “monitorear que los recursos del Estado

se destinen, prioritariamente, a la inversión social”. En cuanto a las reformas tributarias,

el alza del Impuesto al Valor Agregado (IVA) se ejecutará sin importar el rechazo de la
ciudadanía, sin embargo, el país ya no necesita más impuestos. Los desembolsos se

harán en tres años. En 2019, 4 mil 600 millones de dólares; en 2020, 3 mil 150 millones

y en 2021, 2 mil 500 millones.

Andrés Albuja, economista analítico; resaltó que el rol de la Economía es buscar un

equilibrio. Se refirió a la época de crecimiento en cadena que vivió el país durante diez

años (2007-2017) y que pasa factura en la actualidad. Dijo que lo que se está haciendo

es “patear el balón para sacar adelante la deuda poderosa que tenemos y los grandes

valores que se han perdido por la corrupción”.

En su experiencia subir los impuestos tampoco constituye una salida viable para

resolver los problemas económicos que aquejan actualmente al país, sino que considera

que se debería establecer convenios internacionales que fortalezcan el comercio. 

Dentro de las condiciones a las que nos vemos sometidos, están también los ajustes

fiscales, los mismos que son planteados de forma excesivamente severa, esto es, de

recorte en los gastos del Estado, que se centran en sectores de corte social; lo que en

consecuencia, tiene un impacto restrictivo no solo en la actividad económica, sino

también el crecimiento futuro de éstas economías. La condicionalidad trae implícita las

consultas, por las que el país debe dar toda la información y estadísticas necesarias al

grupo de expertos del FMI que están negociando la Carta de Intención; también

comprende la facultad de supervisar, vigilar y verificar periódicamente el cumplimiento

de los criterios de ejecución acordados.

Con el propósito de salvaguardar la calidad de crédito de nuestro país, se comprometen

a no acordar nuevos empréstitos internacionales para el Gobierno Central que se basen

en acuerdos de recompra o que den en prenda activos del Banco Central.


El Gobierno reconoce que el proceso de ajuste que vivirá en los próximos años el país

para lograr equilibrar la economía tendrá dos soportes importantes: “la racionalización

de las operaciones del Gobierno, pero también requerirá de un esfuerzo de la

ciudadanía”.

En particular, durante la vigencia del acuerdo se tomarán medidas adicionales,

incluyendo el sector fiscal, si no se materializa la reducción prevista de la tasa de

inflación, si el déficit de la balanza en cuenta corriente aumenta a un nivel superior al

previsto en el programa (a menos que refleje un volumen adicional de inversión

extranjera directa), o si peligra el cumplimiento del programa fiscal.

El programa del FMI se basa en reformas del lado de la oferta para aumentar aún más el

tipo de cambio real de Ecuador internacionalmente competitivo, y por lo tanto para

mejorar su saldo en cuenta corriente. Esto se conoce como una estrategia de

"devaluación interna". En otras palabras, desde que Ecuador adoptó el dólar

estadounidense y, por lo tanto, no puede reducir el valor nominal de su moneda, el

programa del FMI introduce medidas que se afirma que reducen su valor real

internacionalmente mientras mantienen el mismo valor nominal, en orden para hacer

que las exportaciones del país y las industrias que compiten con las importaciones sean

más competitivas y, por lo tanto, mejorar el saldo de la cuenta corriente.

El programa afirma que las medidas del lado de la oferta, principalmente la

desregulación laboral, la privatización y la liberalización del comercio contribuirá al

aumento de la productividad laboral y, por lo tanto, a la devaluación interna, si los

salarios reales se mantienen muy por debajo de los aumentos de productividad.

El eje central de la estrategia del programa del FMI está la restauración de la confianza

de los inversores en la economía. Sin embargo, el primer obstáculo para tal aumento de
la confianza es la política macroeconómica del programa. en sí, lo más importante, el

gran ajuste fiscal que conlleva. Esto equivale a aproximadamente 6.0 por ciento del PIB

en los próximos tres años, incluido un superávit fiscal muy grande del 3,8 por ciento del

PIB en 2020 eso es poco probable que ocurra. El ambiente negativo al bajo crecimiento

que esta consolidación fiscal haría se espera que induzca probablemente tendría un

impacto negativo en la confianza de la economía.

De hecho, el programa en sí mismo proyecta una recesión, con una contracción del PIB

real del 0,5 por ciento. Además, hay un aumento proyectado en el desempleo para cada

uno de los primeros tres años del programa.

Sin embargo, incluso estos pronósticos parecen ser demasiado optimistas por varias

razones. Primero, la proyección del programa de un retorno al crecimiento en 2020 no

es creíble. Se basa en un pronóstico de la inversión extranjera del sector privado que es

difícil de imaginar y sin una economía plausible. El FMI predice -0.3 por ciento del PIB

(- $ 0.3 mil millones) del sector privado extranjero neto financiado en 2019 (negativo

implica fuga de capital), pero esto de alguna manera se convierte en un positivo

acumulativo “Vientos en contra del crecimiento”: el programa del FMI en Ecuador 4.9

por ciento del PIB ($ 5.4 mil millones) entre 2019 y 2022 (positivo significa entrada de

capital). Esta contrasta fuertemente con el -1.9 por ciento del PIB (- $ 2.0 mil millones)

de financiamiento neto del sector privado extranjero en 2018 y un acumulado -17 por

ciento del PIB (- $ 16.5 mil millones) entre 2015 y 2018.

En un escenario razonablemente optimista, pero no tan notable como las proyecciones

del FMI, esperamos Las reservas internacionales de Ecuador alcanzarán solo $ 3.7 mil

millones para fines de año 2019 y disminuirán a $ 1.9 mil millones para finales de 2022.

Para el modelo del FMI, los flujos financieros transfronterizos del sector privado,

principalmente desembolsos de deuda externa privada y repatriación de activos


mantenidos en el exterior, no extranjeros directos Inversión (IED): son los

determinantes más importantes de la acumulación de reservas para el sector externo

sostenibilidad y, aparentemente, para el crecimiento económico. Sin este deseo de

financiación, proyectamos -1.1 Porcentaje de crecimiento del PIB en 2019 y recesión

continua hasta 2021.


ANÁLISIS.

Estimo que la economía ecuatoriana respecto a las cartas firmadas por el FMI presenta

bajos impactos en su crecimiento. Confían en un multiplicador fiscal poco realista,

entradas de capital extranjero increíblemente grandes y ausencia de petróleo, choques en

la economía vulnerable y rígidamente dolarizada de Ecuador no puede ser resistente a

los shocks fiscales. Al mismo tiempo, Ecuador no es una opción atractiva para el sector

privado internacional. El ajuste fiscal y las medidas de desregulación laboral tener un

impacto negativo significativo en el nivel de vida cotidiano de las familias ecuatorianas,

incluyendo aumentos en el desempleo, empleo inadecuado y, muy probablemente,

pobreza.

El Fondo ha impuesto una economía que mediante las Bolsas de Valores, los agentes

intermediarios y la instantaneidad de las comunicaciones, privilegia el crecimiento

dispar del capital financiero, básicamente especulador, que no tiene un sustento efectivo

en la actividad real de la producción de bienes, en el comercio e inversión, sino en la

ejecución de intensas, incontroladas y virtuales transacciones de activos financieros de

gran contenido desestabilizador, con regresivos efectos para nuestras economías y para

la durabilidad del modelo,

Frente a esta realidad innegable, lo dicho nos propone por sí solo la tendencia futurista

que deberían asumir nuestros gobiernos, cuyo objetivo debería consistir en restaurar la

legitimidad de la política nacional y abandonar la errónea creencia de que el FMI y el

Banco Mundial deban manejar en detalle los procesos de reforma económica adaptados

a nuestra propia realidad.

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