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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL PARA EL TRANSPORTE

DEPARTAMENTO DE CONSTRUCCIONES CIVILES – SECCIÓN B

SAN ANTONIO-ESTADO BOLIVARIANO DE MIRANDA

ENSAYO:

EL PLAN DE LA PATRIA

2019-2025

DOCENTE BACHILLER;
NATASHA CLEMENTE VÁSQUEZ SEBASTIÁN
C.I 30.915.619

UNIDAD CURRICULAR PIU. Proyecto Universitario y su impacto Socio Comunitario


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Para comenzar, hago la aclaratoria de que la República Bolivariana de Venezuela es un estado


nación, enclavado en el norte del continente suramericano, cuyo sistema de gobierno es
democrático y federal, además de que es un destacable exportador de materia prima, y también
de un recurso no renovable bastante codiciado cómo lo es el oro negro, conocido regularmente
cómo el petróleo.
Este país a nivel interno, en sus más de doscientos años de vida independiente, ha llegado a
experimentar un sinfín de cambios en diferentes aspectos, aunque sobre todo, los que se han
visto son los estructurales, tanto a nivel político, a nivel social, laboral, entre otros.
A decir verdad, estos tópicos les daremos su respectivo enfoque y trataremos de plantearlos
de manera precisa el día de hoy. Aunque verdadero protagónico del presente texto se supone
que es uno de los tipos de estructuras más importantes que se puede hallar dentro una nación,
así es, estamos hablando del sistema/estructura educacional. La ya bastante conocida
herramienta que tiene como propósito impulsar y regular la formación de los ciudadanos de la
República desde una muy temprana edad.
Para darle un contexto a lo que se expondrá, pongamos cómo ejemplo el sistema educacional
venezolano, que en su ya larga existencia ha pasado por toda clase de altibajos, desde haber
llegado a tocar el cielo de lo que es el reconocimiento de excelencia pedagógica a nivel
continental e internacional, hasta tener que tocar el infierno de lo que es la infamia e irrespeto
por parte de individuos de otras naciones que vienen a analizar la coyuntura interna de
Venezuela, críticas que también se dan por parte de los propios ciudadanos del país.
A pesar de la negatividad y escepticismo que se ha visto en el último tiempo encima de lo que
es el sistema educativo venezolano en general, la persona promedio con un mínimo grado
conciencia situacional, puede llegar a la rápida conclusión de que este ni siquiera llega a ser tan
malo después de todo. Porque obviamente, hay que reconocer diversos factores a la hora de
analizar esta estructura, cómo las complejas situaciones económicas y sociopolíticas que se
presentan a nivel nacional, que han afectado a lo que significa el formar al futuro del país, tanto
en desempeño cómo ideológico.
Bajo este manto contextual de falencias, el gobierno, tras observar las necesidades que se
tenían que solventar, tomo la decisión de poner sobre la mesa, el planteamiento que podría
significar el relanzamiento de la nación, así es cómo nace lo que en la actualidad se conoce
cómo el “Plan de la Patria”, un esquema para el desarrollo de la nación al cual se le pautó cómo
fecha de inicio el año 2019 y que tiene estimado cómo fecha de conclusión el año 2025.
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Este plan tiene un origen basado en las estrategias del ya viejo “Plan de Desarrollo” que fue
elaborado para tener un plazo de desarrollo entre los años 2013 y 2019, además de un proceso
de consulta nacional a grupos de la sociedad civil organizada que ayudaron a modelar un marco
rebosado, tamizado de las grandes metas históricas planteadas por él los ideales que gobiernan
el estado venezolano desde hace poco más de dos décadas.
Estas grandes metas “rebosadas” planteadas son la defensa, expansión, consolidación de la
independencia y autonomía nacional; la construcción del modelo humanista/socialista
bolivariano; la contribución a la preservación y cuidado del medioambiente; y por supuesto, el
desarrollo de políticas para un mundo multicéntrico y pluripolar y así llegar a consolidar
a Venezuela como una nación potencia.
En esta situación de novedosas percepciones tanto sociales como económicas en el territorio
nacional, se ha resaltado la visión y anhelo de la “Venezuela Potencia” en bases a las metas
gubernamentales planteadas con anterioridad, y la gran proyección de un modelo democrático
profundo que consiste en socializar los modelos e ideas humanistas en una globalidad
mayormente capitalista.
El “Plan de la Patria” de 2019-2025, recoge, según informaciones oficiales del IEN (Instituto de
Estadística Nacional), más de 34 mil propuestas de tendencia popular organizadas en asambleas
del todo territorio nacional, tienen cómo principio fundamental el contribuir de manera
favorable a las necesidades de la población venezolana con la intención de catapultar el
desarrollo de la nación de cara este sexenio.
En este sentido, la “Venezuela potencia” se hace eco dentro de un proceso revolucionario cuyo
principal objetivo, fue el combate al imperialismo desde dos elementos que otorgan una
condición particular. Por una parte, la conjunción de los métodos históricos de agresión
imperial, con nuevos ensayos y formas de guerra, cómo la violencia paramilitar, la guerra
económica y agresión a la moneda, el uso psicológico de redes sociales, además del uso
intensivo del andamiaje internacional de los consensos de la derecha; y, por otra parte, la
revolución bolivariana, juega un rol fundamental en el actual proceso del continente
latinoamericano.
En Venezuela y sus planes, se destaca la postura de un país contra las maliciosas intenciones
de un imperio de dar supuestas lecciones a los pueblos américo-caribeños que sean expresión
de una posición opuesta a los intereses de los determinados grupos del poder económico que
persiguen y llegan a velar la confiscación de los recursos naturales, en perjuicio del estado
nación.
Esta percepción de la futura Venezuela potencia, tiene de cometido el responderle de manera
fortuita al objetivo imperial de aniquilar el ideal bolivariano de la República con particulares
métodos desestabilizadores y así impulsar lo que se ha llegado a entender como la supuesta
“reconfiguración imperial del mundo” en el siglo XXI.
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Esta situación, sumamente contraproducente, ha orillado a un Estado pacifico como lo es el


venezolano, a tener que configurarse cómo un Estado en constante resistencia social, política y
económica, en profunda contradicción y rechazo a los valores impuestos por los diferentes
poderosos de la economía mundial.
Es por eso que el “Plan de la Patria” tiene en su fundamentación como política pública
moderna, la intencionalidad de promover el despegue económico de la nación en un primer
ciclo, dado entre 2018 y 2020. Generando así las condiciones bases de un despegue que tiene
como meta la paz política, lleno por la vía del impulso del poder originario a través de una
Asamblea Nacional que permita el andamiaje legal constitucional para la paz económica; se crea
un blindaje del sistema de protección social del pueblo, por la vía de incentivos organizativos
como el movimiento “Somos Venezuela”, el beneficio directo del carnet de la patria, la seguridad
y cuadrantes de paz, entre otras cosas.
Otro aspecto que destaca el Plan de la Patria, es el derecho a la ciudad, a través del urbanismo
y la ya establecida “Misión vivienda Venezuela”, como dinamizadores de una nueva lógica
urbana que ve más allá de la vivienda, esta se erige en razón del criterio de hábitat, epicentro
natural y humano de la vida. El hábitat como concepto urbanístico, es crear condiciones de
servicios e infraestructura para la dignidad del hombre, afianzando así el poder popular,
diseñando y construyendo ciudades con corredores de barrio tricolor y él acá entra en
vinculación esta realidad con el “Plan de la patria comunal”, que ya está incluido en la agenda
económica bolivariana, pero que requiere ser creado y articulado bajo un nuevo sistema
logístico de distribución, precios e insumos, en sustitución de las importaciones a las cuales
éramos mayormente dependientes; además de impulsar el desarrollo tecnológico práctico
productivo, que promueve verdaderos alcances de la transformación del Estado.
El Plan de la Patria 2019-2025, cómo ya se ha dejado claro, es un planteamiento que busca dar
un salto cualitativo en la construcción de un nuevo tiempo histórico en la transición al
socialismo, queriendo dar un salto cómo sociedad. En el ámbito que me relaciona este plan
cómo persona, ósea el educativo, el ya conocido Plan de la Patria, a través de una serie de
lineamientos que, acompañados de la Constitución y la Ley Orgánica de Educación, le dan
prioridad a la educación como proceso fundamental. Ya que el Estado venezolano no ha parado
en su lucha contra la deserción escolar a través de la eliminación del cobro de matrícula en los
planteles oficiales y la consiguiente disminución de trabas para el acceso a la educación
obligatoria.
La educación venezolana, a mi parecer, en niveles generales ha experimentado una mejoría
gracias a los objetivos propuestos; en el ámbito universitario al cual ingrese recientemente he
observado que se han hechos esfuerzos para reorganizar los programas de estudios
universitarios y de educación técnica superior en función de la especialización productiva del
país, sobre todo haciendo especial énfasis en los nudos críticos del sistema económico nacional.
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Uno de las mayores ventajas que se tienen ahora es el impulso de un sistema de ingreso y
soporte del estudiante universitario y técnico superior, así como el acompañamiento productivo,
en función de las nuevas ofertas priorizadas del país, para así engranar el sistema de formación
con las prácticas y unidades productivas, que tiene cómo efecto el generar arraigo en los
estudiantes con la nueva arquitectura económica que se tiene para el país.

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