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Lo que el cine de terror nos dejó este año

Las películas de género son las grandes responsables de que las salas de cine continúen
respirando. A diferencia de las producciones románticas o dramáticas, el terror promete una
experiencia solo apta para sentirse a flor de piel si se está frente a una pantalla grande. Es por
eso que, este año, tanto grandes productoras como pequeños sellos independientes se
esforzaron al máximo para brindarle experiencias aterradoras al público contemporáneo,
inmune a los monstruos que hace unas décadas suscitaban gritos y pesadillas.
No fue una tarea simple. De hecho, muchos de los grandes eventos cinematográficos de terror
estrenados en los meses anteriores fueron un fracaso. Para sorpresa de pocos, las películas
que sufrieron las peores críticas fueron las comerciales. Aquellas que continúan extendiendo
franquicias hace tiempo agotadas. El mensaje es claro: el público quiere ver algo diferente del
terror prototípico. Una de las mejores pruebas de ello se encuentra en una producción de
principio de año que no dejó a nadie indiferente.
Un soplo de aire fresco para el género
Por muy innovadora, fragmentaria y experimental que parezca, Skinamarink no se ideó en
base a un conjunto aleatorio de ideas. Esta película, que comenzó su recorrido el año pasado
en el Fantasia International Film Festival, se construyo paulatinamente con los conceptos de
los videos creados por Kyle Edward Ball en el canal de Youtube Bitesized Nightmares.
Durante mucho tiempo, el director se entretuvo pidiéndoles a sus suscriptores descripciones
de sus peores pesadillas, que luego recreaba a través de grabaciones profundamente
inquietantes. Entre la gran variedad de tramas que irrumpían el buen dormir de los
seguidores, había una que solía repetirse. Quien tiene la pesadilla observa con ojos de niño
que sus padres desaparecieron de la casa. Al buscarlos habitación por habitación, se da cuenta
de la presencia de un monstruo.
De esta pesadilla común, Skinamarink adopta casi toda su fuerza argumental, pero le agrega
algo más: la súbita ausencia de las puertas y ventanas del hogar. Con la suma de todas las
partes, Kyle Edward Ball consigue generar una película asfixiante cuyo objetivo es vulnerar
los miedos de la infancia. Su otro punto fuerte es el lenguaje cinematográfico empleado para
contar la historia. A través de encuadres irregulares, un montaje errático, el silencio constante
de los personajes opacado por una voz tenebrosa que dice lo justo y necesario, la creación de
Ball atraviesa la cuarta pared e interpela al espectador directamente. En otras palabras, evita a
toda costa el adorno excesivo que las películas de este tipo suelen interponer entre ellas y el
sujeto a aterrorizar. El público supo apreciar esta construcción cruda del terror y, más allá de
los comentarios positivos o negativos, reconoció en Skinamarink las bases para el futuro del
cine de género.
Cabe volver a la noción de adorno recién expresada para hacer una aclaración. La
continuidad de los tropos típicos del cine de terror lo hacen menos efectivo en su misión de
generar miedo real. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya fanáticos de dichos clichés.
Si no existiesen los amantes del susto anticuado, la sangre predecible y los arquetipos de
inamovible desarrollo a través del tiempo, Scream 6 y Halloween Ends (la decimotercera
entrega dentro de la franquicia) jamás habrían visto la pantalla grande. Gran parte del público
del terror siempre estará compuesto por los apasionados del producto versionado y
reversionado hasta el hartazgo. Pero ninguno de ellos podrá negar que es una grata sorpresa
verlo experimentar cambios que marcan una diferencia y a la vez respetan sus bases. De otra
manera, Evil Dead Rise no hubiese tenido el éxito descomunal que celebró desde su primer
día en la cartelera.
La vuelta de un clásico

En octubre del 2019, Sam Raimi anunció la producción de la nueva entrega de Evil Dead, una
de las franquicias más icónicas del terror. Inmediatamente, agregó que el director sería el
irlandés Lee Cronin, y que Bruce Campbell solo oficiaría como productor ejecutivo. No
pocos reaccionaron negativamente. Aunque el universo de Evil Dead ya había experimentado
un cambio de director con la aclamada película de 2013 dirigida por Federico Alvarez, los
fanáticos preferían que la historia se siguiese desarrollando con su creador original. De todas
formas, aquel no era el mayor de los problemas. La verdadera ausencia era la de Bruce
Campbell en el rol de Ash Williams, inamovible protagonista de la saga y legendario final
boy. Haciendo oídos sordos a las polémicas, Sam Raimi continuo firme en su decisión de
legar el futuro de Evil Dead a Lee Cronin. Observando el presente de la película, en el que la
mayoría de los adeptos al cine de género la califica como lo mejor del 2023, puede decirse
que tomó la decisión correcta.
Evil Dead Rise presenta no pocas modificaciones con respecto a sus predecesoras. Para
empezar, está protagonizada por dos mujeres con personalidades y roles complejos, a
diferencia de las simil scream queens descartables que Sam Raimi ideó para las primeras tres
entregas de la franquicia. El segundo cambio significativo es el del lugar donde se desarrolla
la historia, que ya no es la típica casa en el medio del bosque, sino un edificio a punto de
venirse abajo. Por último, la transformación más radical, y la que representa el punto fuerte
de la película, es la alteración del eje temático, antes centrado en la mera aniquilación y ahora
enfocado en la maternidad y la importancia de la familia.
La película no solo fue aclamada por los amantes de Evil Dead, sino también por los
fanáticos del terror en general. Ello demuestra que el público no desea romper de manera
definitiva con los universos del terror que datan de varias décadas atrás y se siguen
expandiendo al día de hoy. De todas formas, exigen la renovación constante de estas
franquicias a través de modificaciones que aporten aire fresco sin alterar su esencia original.
Ello es lo que asegura la continuidad y permanencia de las grandes historias del cine a través
del tiempo. En el caso contrario, basta con mirar las nuevas incursiones de los universos
caducos de El Conjuro y Saw, eternamente negados a modificar el más mínimo aspecto de su
construcción y, consecuentemente, destinados a perder cada vez más público. En el cine, la
novedad siempre vence. Por eso, no es de extrañar que el 2023 cierre con una película
absolutamente inédita en todos los sentidos de la palabra.
Terror desde el fin del mundo
Cuando el director argentino Demian Rugna recibió el llamado de Guillermo del Toro a raíz
del éxito de Aterrados en 2017, poco se esperaba las enormes repercusiones futuras. A
escasos meses de la primera proyección, su historia sobre un barrio del Oeste de Buenos
Aires que sufría encuentros paranormales había fascinado al mundo entero. Desde Europa
hasta América, Rugna era concebido por espectadores comunes y expertos como el próximo
gran exponente del cine de terror latinoamericano. Una leyenda con sólo una producción de
renombre internacional bajo su ala. Es complejo, entonces, definir su estatus ahora, si hace
apenas algunos meses atrás sostenía el premio mayor de Sitges y recibía los halagos de Scott
Derrickson, James Wan, y otras grandes figuras de la escena por su nueva película.
De la misma forma, es difícil sintetizar las razones detrás del éxito de Cuando acecha la
maldad. Puede estar relacionado con su localización en el campo argentino, espacio
geográfico poco visto en el cine de género. O tendrá que ver con el protagonismo del folclore
nacional y sus leyendas terroríficas. Más allá de cualquier análisis interno, es innegable que la
trama es llamativa desde su sinopsis: dos hermanos que habitan un campo acechado por un
mal putrefacto luchan por detener su peligrosa y rápida expansión.
Como ya se mencionó, este año estuvo plagado por retornos de las franquicias de siempre,
que volvieron a la pantalla grande solo para generar un rédito monetario. El público estaba
sediento de algo rupturista, y Demian Rugna les sirvió oro. Su nueva película no solo expone
los miedos de una parte del mundo con poco protagonismo en el circuito comercial, sino que
además respeta enormemente al espectador. En lugar de acolchonar sus miedos y prometerle
sustos de bajo calibre, Cuando acecha la maldad lo hace desear no haber ido al cine en
primer lugar. Empleando una crudeza admirable, expone al público a situaciones que lo dejan
con el estómago revuelto y el deseo de apartar la mirada, vencido al instante por la curiosidad
innata de seguir presenciando el horror. En pocas palabras, es la película de terror que los
grandes directores ya no se atreven a hacer.
Con todo lo bueno y lo malo, el 2023 fue un gran año para el cine de género. Desde Cobweb
hasta La mesita del comedor, pasando por Talk To Me y Knock at the Cabin, cada historia
que pasó por la pantalla grande expuso tramas, personajes e historias de vida más crudas que
cualquier tipo de monstruo trivial. Por primera vez en la historia del cine contemporáneo, la
industria del séptimo arte abre los ojos a nivel generalizado y renueva de manera radical o
sutil los miedos que nos acompañan desde el principio de los tiempos.

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