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Aunque Peter Jackson fue quien compro los derechos sobre la obra de Philip Reeve, no
fue él quien dirigió la cinta; sino que Christian Rivers debutó como tal. En el guion, Jackson
trabajó junto a Fran Walsh y Philippa Boyens. Todos ellos, los mismos realizadores detrás de la
saga El Señor de los Anillos, El Hobbit e incluso King Kong (2005); por lo que tienen la ventaja
de llevar más de una década trabajando juntos. La película no posee actores muy conocidos,
el único rostro familiar es el de Hugo Weaving, el famoso Agente Smith de Matrix y,
coincidentemente, también un importante Señor elfo en el universo de Tolkien.
Las distopías siempre resultan interesantes, ya que por naturaleza contienen una
crítica política a nuestra sociedad y presentan un futuro en el que nosotros hemos fallado. En
este caso, una catástrofe bélica habría provocado una nueva forma de sociedad, donde un
consumo voraz y fuera de control dejaría obsoletas todas las leyes de soberanía y el diálogo
entre naciones. El libre comercio ha sido reducido y desplazado por el darwinismo municipal;
una forma de imperialismo económico brutal donde la riqueza se genera por medio de la
aniquilación del más débil.
Algunos tenían la expectativa de que esta sería una nueva saga en el mundo de la
fantasía y la ciencia ficción, pero resultó ser un total fracaso de taquilla. Con un presupuesto
de 100 millones de dólares, -sin considerar los gastos en publicidad-, la película sólo ha
recaudado 80 millones a nivel mundial, generando posibles pérdidas de 100 a 120 millones de
dólares. La película fue estrenada este fin de semana en China, logrando recaudar en su debut
poco más de 4 millones. Con estas tristes cifras, difícilmente la película lograra obtener una
recaudación total sobre los 90 millones de dólares.
Una segunda crítica es que la historia comienza a desarrollarse sin explicar lo suficiente
el por qué terminaron las ciudades sobre ruedas persiguiéndose unas a otras. Esto explicado
en el libro, la guerra de los 60 minutos produjo deshielo de glaciares y una gran cantidad de
terremotos; por lo que las ciudades debieron construirse sobre firmes plataformas que no
dependieran de la solidez de la tierra y que además pudieran movilizarse a lugares más
seguros. Pero la película lo pasa por alto, favoreciendo el mostrar la historia que el explicarla.
Otro detalle es que las deidades preservadas en el museo no eran dos minions,
originalmente eran Pluto y Mickey. Hay más cambios en la adaptación del libro a película,
algunos que pudieron decepcionar a más de un fan; pero la película aún logra ser una gran
adaptación audiovisual que quizás no merecía una recepción tan dura. Para la audiencia que
vio esta película, les recomendaría leer el libro, el que les aseguro disfrutaran mucho más. Para
los fans de la saga de Philipe Reeve, creo que deberán conformarse con esta única adaptación
cinematográfica, ya que con este desastre de taquilla, no es probable que haya una secuela de
Máquinas Mortales.