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Carmen Gallego Domínguez
Máster en Psicopedagogía.
Asesoramiento y Desarrollo Profesional
La formación inicial del maestro es el primer punto de acceso al desarrollo profesional continuo de
este (Vaillant, 2007). Por otro lado, según Montero (2002), si el desarrollo profesional es visto como la
meta de la formación, la formación inicial del profesorado es la “irrenunciable puerta de entrada” para
el desarrollo profesional. La frecuente identificación de la formación del profesorado en ejercicio con
el desarrollo profesional ha inducido a marginar el papel a desempeñar por la formación inicial en el
proceso continuo de consecución del mismo.
A pesar de ello, en la formación inicial del profesorado ha faltado una visión compartida de para qué
se quiere la formación, así como cuáles son los fines que la deben guiar. También hace falta que los
diseños curriculares consideren el desarrollo de la identidad profesional del docente que apoye su
compromiso y dedicación para que se desempeñen eficazmente en el aula (Imbernón y Canto, 2013).
Este aspecto lo estudiamos en el primer tema de esta asignatura y comprobamos la importancia del
hecho así como su implicación en el desarrollo de la identidad docente.
La formación del profesorado es una de las asignaturas pendientes de la democracia española, por
ello que resulta urgente una reforma profunda que aplique, de modo sistémico, un modelo global de
formación docente, que contemple que competencias deben ser objeto de aprendizaje en la
formación inicial y cuales se aprenden a través de la práctica de enseñar. En este sentido debe existir
coherencia entre lo que los docentes aprenden y cómo lo aprenden, y lo que se les pide en las aulas.
La formación docente no puede ser academicista sino que tiene que centrarse en la adquisición de
saberes y competencias básicos, pero la política de formación inicial del profesorado tiene que
vincular la teoría con la práctica. Es importante promover la cooperación entre los centros de
formación y los centros de enseñanza (Ruiz y Oñorbe, 2019).
Por otro lado, la formación inicial permite construir la base de lo que el profesor ha de conocer antes
de empezar su carrera docente. Es importante que la formación inicial contemple no solo los
contenidos curriculares, sino también que prepare al profesor para las nuevas funciones que debe
asumir (Alvira, Arrimadas y Lund, 2019).
Derivada de la laguna de los dos mundos sigue constatándose una enorme distancia y falta de
diálogo y compromiso compartido entre los principales formadores que influyen en los profesores en
formación: los formadores universitarios y los profesores de aula (supervisores, colaboradores,
tutores o mentores). En este sentido, si queremos mejorar la formación inicial del profesorado
debemos hacer que haya una mayor coincidencia entre los modelos y prácticas docentes que se les
presentan a los profesores en formación, tal y como Marcelo (2007) ha demostrado en sus estudios e
investigaciones.
Vaillant y Manso (2012) han propuesto algunas iniciativas de programas de formación inicial que
pueden ser inspiradoras para nuevas propuestas formativas. Existen hoy día experiencias a nivel
internacional que evidencian que es posible transformar la formación inicial de docentes. Los casos
de Australia, Estados Unidos, Finlandia, Holanda, Reino Unido y Suecia son ejemplo de ello. Estos
programas adoptan diversos caminos que pasan por la determinación de estándares que permiten
retroalimentar las propuestas de formación que, a su vez, se basan en explícitas evidencias sobre: el
aprendizaje; la enseñanza y la investigación.
Además, se establecen también como elementos importantes la articulación con las escuelas, las
titulaciones alternativas y la evaluación externa. Las experiencias analizadas en Vaillant y Manso
(2012) parecen remitir a tópicos que, de una u otra forma, responden a las necesidades educativas
propias de las transformaciones que experimentan las sociedades contemporáneas. En este sentido,
las experiencias analizadas ponen de manifiesto la centralidad de las escuelas y de los estudiantes
como condición crítica de la efectividad de las iniciativas. Es el centro educativo el telón de fondo de
la formación y el eje articulador en torno al cual se construyen las diversas actividades de preparación
para un adecuado desempeño de los futuros docentes.
1.2. La inducción
El periodo de inducción es una vía para reforzar el desarrollo eficaz de las funciones del profesor,
permitiendo la inmersión sucesiva en distintas responsabilidades y la adquisición progresiva de
competencias docentes (Alvira, Arrimadas y Lund, 2019).
En este sentido, los programas de inserción profesional para los profesores principiantes están
representado una verdadera alternativa a lo que en otro trabajo hemos denominado como “aterriza
como puedas”. Hay que aclarar que los programas de inserción han de entenderse como una
propuesta específica para una etapa que es distinta tanto de la formación inicial como a la formación
en servicio (Marcelo, 2006). Un elemento crucial de los actuales programas de inserción son los
profesores mentores, tutores, orientadores, etc. La mayoría de programas de inserción que hemos
revisado, en las invetsigaciones citadas anteriormente, incluyen la participación de un profesor
mentor.
En sentido amplio, por mentoría se entiende la relación establecida entre una persona con mayor
experiencia en un ámbito (mentor) y otra con menor o ninguna experiencia (mentorizado) con el
3. Desarrollar procesos eficaces de aprendizaje para la adquisición de competencias que puedan ser
transferidas a los distintos ámbitos del desarrollo (personal, social y profesional).
7. Desarrollar una mayor implicación, compromiso y colaboración entre los miembros de una
institución u organización.
A pesar del gran potencial de la formación continua, parece haber un descontento general entre los
docentes: se dice que está demasiado fragmentado, carece de intensidad y no está relacionado con
las prácticas de enseñanza. En más de la mitad de los países de la OCDE, los docentes no tienen la
obligación de participar en la formación continua. El requisito mínimo más común para el resto de los
países es de aproximadamente cinco días por año, según nos muestra Musset (2010) en su
investigación.
En este sentido, la formación en la que hoy día se participa propicia más ciertos aprendizajes
conceptuales y actitudes y en menor grado la adquisición y capacidad flexible de aplicación de
nuevas metodologías y recursos didácticos (Escudero, Cutanda y Trillo, 2017). Por ello que se
precisa vincular la formación del profesorado con las necesidades de los centros docentes y con los
proyectos de mejora de las escuelas. Y es que los planes de formación deben adaptarse a los
tiempos y a las necesidades actuales, vinculando la formación al centro en que se enseña así como
incular la formación del profesorado con las necesidades del alumnado y de los proyectos de mejora
Cada centro identifica y es consciente de sus propias necesidades en función de la visión que tiene y
del perfil competencial del profesorado necesario para alcanzarla. De esta manera, puede diseñar
planes formativos que permitan progresar en su tarea educativa y profundizar en lo específico de su
carácter propio (Alvira, Arrimadas y Lund, 2019).
Por su parte, Nieto y Alfageme (2017), destacan la multiplicidad de modalidades en la formación que
está presente en todas las Comunidades Autónomas. Sus datos reflejan un predominio de las
actividades de entrenamiento de carácter técnico-individual y más concretamente de las modalidades
de transferencia y de autoaprendizaje (por encima de las actividades de desarrollo colegiado). La
formación en línea va ganando terreno en todas las Comunidades Autónomas. A continuación
mostramos mediante una tabla los enfoques de formación continuada de profesores, con sus
elementos estructurales y de contexto (Nieto y Alfageme, 2017, p. 68).
En definitiva, la formación continua debe ser percibida como un elemento integral de las
responsabilidades profesionales de los docentes. Este no es generalmente lo que ocurre, ya que
tradicionalmente, la formación del profesorado se ha centrado principalmente en la formación inicial
del profesorado. Por lo tanto, la formación continua debe articularse estrechamente con la formación
inicial del profesorado, -muchas veces, los programas de formación continua se llevan a cabo con
poca coherencia con la educación inicial recibida por los profesores-. Estos programas de
capacitación continua son efectivos cuando tienen una cierta duración, se basan en las necesidades
de la escuela y permiten la interacción entre maestros (entre pares, tutoría) Musset (2010).
El término desarrollo profesional continuo se utiliza cada vez con mayor frecuencia en
lugar del de formación continua para describir de una forma más amplia el abanico de
oportunidades profesionales, reparando en la continuidad y coherencia entre las etapas de
una carrera profesional. De acuerdo con este concepto, la formación inicial, la fase final de
cualificación y la formación continua constituyen etapas vinculadas que forman parte del
desarrollo profesional continuo (Eurydice, 2004, p. 19).
Lieberman (1996) clasificó el desarrollo profesional continuo en tres tipos, tal y como mostramos en la
siguiente figura:
Por su parte, Kennedy (2005) identifica una gama de modelos de desarrollo profesional continuo que
a continuación describimos.
• El modelo de entrenamiento:
Generalmente es "entregado" al maestro por un "experto", con la agenda determinada por el experto
y el participante tiene un rol pasivo. Si bien la capacitación puede llevarse a cabo dentro de la
institución en la que trabaja el participante, se realiza con mayor frecuencia fuera del lugar de trabajo
y, a menudo, está sujeta a críticas por su falta de conexión con el contexto actual del aula en el que
trabajan los participantes. Es compatible, aunque no siempre relacionado con una visión del
El modelo admite un alto grado de control central, a menudo velado como garantía de calidad, donde
el foco está firmemente en la coherencia y la estandarización. Es poderoso para mantener una visión
estrecha de la enseñanza y la educación, por lo que la estandarización de las oportunidades de
capacitación eclipsa la necesidad de que los maestros sean proactivos para identificar y satisfacer
sus propias necesidades de desarrollo.
• El modelo galardonado:
• El modelo de déficit:
• El modelo en cascada:
Este modelo basado en estándares menosprecia la noción de enseñanza como un esfuerzo político y
moral complejo y específico del contexto; más bien representa un deseo de crear un sistema de
Esta base "científica" en la que se basa el movimiento de estándares limita las oportunidades de
considerar formas alternativas de formación continua. También se basa en gran medida en una
perspectiva conductista del aprendizaje, centrándose en la competencia de los maestros individuales
y las recompensas resultantes a expensas del aprendizaje colaborativo.
El modelo de coaching o mentoría cubre una variedad de prácticas que se basan en una variedad de
premisas filosóficas. Sin embargo, la característica definitoria de este modelo es la importancia de la
relación uno a uno, generalmente entre dos maestros, que está diseñada para apoyar el programa de
desarrollo profesional continuo.
Tanto el coaching como la mentoría comparten esta característica, aunque la mayoría de los intentos
de distinguir entre los dos sugieren que el coaching se basa más en las habilidades y la mentoría
involucra un elemento de "asesoramiento y amistad profesional". Sin embargo, la clave general del
modelo es la noción de que el aprendizaje profesional puede llevarse a cabo dentro del contexto
escolar y puede mejorarse al compartir el diálogo con colegas.
Independientemente del propósito fundamental del modelo como apoyo mutuo y desafiante o
jerárquico y basado en la evaluación, la calidad de las relaciones interpersonales es crucial. Para que
el modelo de entrenamiento o tutoría sea exitoso, los participantes deben tener las habilidades de
comunicación interpersonal bien desarrolladas.
Existe una relación clara entre las comunidades de práctica y la forma desafiante y de apoyo mutuo
del modelo de coaching y mentoría descrito anteriormente. La diferencia esencial entre los dos es que
una comunidad de práctica generalmente involucra a más de dos personas y no necesariamente
dependerá de la confidencialidad. También pueden actuar como lugares poderosos de
transformación, donde la suma total de conocimiento y experiencia individual se mejora
significativamente a través de esfuerzo colectivo.
Se basa en el estudio de una situación social involucrando a los propios participantes como
investigadores, con miras a mejorar la calidad de la acción dentro de ella. La "calidad de acción" se
puede percibir como la comprensión de los participantes de la situación, así como su práctica dentro
de la determinada situación. La investigación de acción como modelo ha sido reconocida como
exitosa al permitir que los maestros hagan preguntas críticas sobre su práctica. Un modelo de
investigación de acción claramente tiene una capacidad significativa para la práctica transformadora y
de autonomía profesional.
• Los cursos:
La investigación educativa en las últimas décadas ha mostrado que el aprendizaje profesional eficaz
no se limita a las oportunidades de desarrollo y eventos intencionales, tales como cursos de
formación (Bolivar, 2015).
La formación de este tipo se distingue del resto de metodologías formativas, como por ejemplo las
ponencias, los cursos o los talleres, dado que permite el máximo grado de autonomía de los
participantes para abordar los aprendizajes que deciden desarrollar, en consenso, en vistas a la
mejora de su actuación profesional.
Los grupos de trabajo como modalidad formativa también se justifican en los principios del
aprendizaje cooperativo como garantía de éxito de la formación, entiendiendo este tipo de
aprendizaje como una estrategia que anima a los participantes a trabajar juntos y que favorece la
motivación para aprender. Los miembros del grupo de trabajo presentan un mayor compromiso con el
centro educativo que se distingue de otras modalidades formativas por dirigirse éste a hacer frente a
Por otro lado, en los grupos de trabajo se pretenden conseguir objetivos mucho más definidos y
concretos que en otras actividades formativas y se cuenta con plena autonomía para organizarse y
establecer acciones para su consecución. Cabe destacar que el apoyo de los compañeros y
compañeras que se genera en los grupos de trabajo es genuino y permite, asimismo, formarse y
trabajar con seguridad en base a aprendizajes compartidos (Moreno, Quesada y Pineda, 2010).
• El coaching:
Atendiendo al tipo de procesos formativos en los que impacta, podemos diferenciar entre:
b) Educational Coaching: cuando la capacitación del profesorado está más orientada a la instrucción.
La diferencia entre éstos tipos de Educational Coaching radica en las distintas áreas de desarrollo
profesional del docente (Jiménez, 2012).
Por su parte, Gardiner y Weisling (2016), describen cómo la tutoría "interna" ocurre cuando los
maestros trabajan con los alumnos (por ejemplo, enseñanza conjunta y de demostración), mientras
que la tutoría "externa" ocurre antes o después de la instrucción (por ejemplo, sesiones de
planificación conjunta y sesiones informativas). Las prácticas "internas/externas" son
complementarias, sin embargo, la mayoría de las tutorías ocurren "fuera" de la acción de la
enseñanza, lo que sugiere una gama de prácticas infrautilizadas.
En esta línea, los entrenadores emplearon prácticas "internas" para proporcionar modelos concretos
en el contexto determinado. Si bien los coaches declararon que las prácticas "internas" pueden
acelerar el desarrollo de los nuevos docentes, también afirmaron que eran reticentes a implementar
prácticas "internas", en particular la enseñanza conjunta y la enseñanza de demostración.
• La supervisión clínica:
La supervisión clínica es una estrategia de formación compuesta por una serie de fases establecidas,
que deberían seguirse de manera más o menos rigurosa. El principal aspecto que destaca del
Llegados a este punto, cabe recapitular el concepto de desarrollo profesional como conjunto de
actividades que buscan mejorar y extender el conocimiento, las habilidades y las concepciones de los
profesores de forma que puedan asumir cambios en su forma de pensar y en su conducta.
Por su parte, Jones y Dexter (2014) diferenciaron las actividades de desarrollo profesional formal, de
las actividades informales (por ejemplo, las conversaciones entre profesores con otros docentes de
diferentes escuelas o con los directivos o líderes) y de las actividades independientes (por ejemplo,
usando internet y buscando leeciones y recursos en línea).
Kyndt et al., (2016) fueron capaces de distinguir nueve tipos de actividades de aprendizaje informal
que los docentes realizan en su práctica diaria. Estos son:
1) Colaboración
3) Compartir
4) Actividades extracurriculares
5) Aprender haciendo
6) Experimentar
8) Reflexiones
Meirink et al., (2009) ya se habían preocupado por cómo los maestros aprenden en el lugar de
trabajo, en la escuela. Las categorías que manejaron estos autores fueron: pedir consejos a colegas,
reflexión individual crítica, confiar en las propias intuiciones y sentimientos, recopilar información de
Internet, libros, etc. y probar cosas diferentes y ver cómo funcionan. Así mismo, Meirink et al.,
determinaron las experiencias de aprendizaje de los docentes consistentes en secuencias de
actividades de aprendizaje en lugar de actividades individuales.
Por último, Evers, Kreijns y Van der Heijden (2016) describen cómo desde la perspectiva de los
propios maestros, el desarrollo profesional a menudo se equipara a la participación en actividades de
capacitación. La encuesta que calidaron y utilizaron en su investigación sirve como herramienta para
ayudar a los maestros a tomar conciencia de las actividades esenciales de desarrollo profesional en
su labor de enseñar.
(2) Experimentar.
(4) Colaborar con colegas con el objetivo de mejorar las lecciones curriculares.
(5) Colaborar con colegas con el objetivo de mejorar el desarrollo escolar en general.
Sin embargo, solo una categoría "mantenerse actualizado" consta a su vez de dos subcategorías:
"capacitación relacionada con el trabajo" y "lectura".
ü clase.
ü mi lección curricular.
5. Conclusiones
En este tema hemos podido estudiar aspectos básicos en el desarrollo profesional de los docentes.
Apartados como la formación inicial, el proceso de mentoría, así como la formación continua del
profesorado han constituido el eje vertebrador de este tema de contedos. Así mismo, hemos
trabajado los diferentes modelos de desarrollo profesional continuo, las diversas estrategias y las
actividades de aprendizaje informal de los profesionales que se dedican a enseñar y que están
aprendiendo a enseñar.
A modo de conclusiones, destacar como la formación inicial del docente es el punto partida a su
desarrollo profesional, que posteriormente tendrá un carácter de continuo tal y como apunta Vaillant
(2007) en sus investigaciones. Y es que la formación inicial del profesorado ha superado muchas
limitaciones, obstáculos y desafíos. Por ejemplo, la falta de una visión compartida de para qué se
quiere la formación, así como cuáles son los fines que la deben guiar. También hace falta que los
diseños curriculares consideren el desarrollo de la identidad profesional del docente que apoye su
compromiso y dedicación para que se desempeñen en el aula (Imbernón y Canto, 2013).
Vaillant y Manso (2012) han propuesto algunas iniciativas de programas de formación inicial que
pueden ser inspiradoras para nuevas propuestas formativas y que hemos desrito de manera breve en
el tema. Estos programas deben adoptar diversos caminos que pasan por la determinación de
estándares que permiten retroalimentar las propuestas de formación que, a su vez, se basan en
explícitas evidencias sobre el aprendizaje, la enseñanza y la investigación.
Gardiner, W. & Weisling, N. (2016). Mentoring ‘inside’ the action of teaching: induction
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Hoekstra, A., Beijaard, D., Brekelmans, M. & Korthagen, F. (2007). Experienced teachers’
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practice, 13(2), 191-208. DOI: 10.1080/13540600601152546
Evers, A. T., Kreijns, K. & Van der Heijden, B. I.J.M. (2016). The design and validation of an
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Continuing Education, 38(2), 162-178. DOI: 10.1080/0158037X.2015.1055465
Lecat, A., Raemdonck, I., Beausaert, S. y März, V. (2019). The what and why of primary and
secondary school teachers’ informal learning activities. International Journal of
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Alvira, J. M., Arrimadas, I. y Lund, E. (2019). El profesor, la pieza clave de la escuela que
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Una acción educativa comprometida con el desarrollo humano. Madrid: ANELE-
REDE.
Marcelo, C. (2011). La profesión docente en momentos de cambios. ¿Qué nos dicen los
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