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RESUMEN ARTÍCULO 1

CLASE: FRACTURAS DE PELVIS


Generalidades

Las fracturas pélvicas ocurren con mayor frecuencia en pacientes con traumatismos
múltiples causados por lesiones por impacto, como accidentes automovilísticos o caídas.
Su incidencia es mayor en pacientes jóvenes y se asocian a otras lesiones
musculoesqueléticas o de otros sistemas.
La fractura de pelvis tiene una mortalidad asociada de un 10 a 20% y aproximadamente el
50% tiene lesiones potencialmente graves en otros sistemas. La exposición de la fractura,
es decir la cominicación del foco de fractura con el ambiente o una cavidad contaminada,
se observa en aproximadamente el 5% de los casos, aumentando la mortalidad entre un
10 a 50%. La posibilidad de que una espícula de la fractura perfore una víscera hueca
intrapélvica contaminada, como la vagina o recto, determina la exposición de la fractura.
Por lo tanto, la presencia de hemorragia en el introito vaginal o anorectal es altamente
sospechosa de lesión de dichas mucosas y obliga a una exploración digital de ambas
cavidades.

La anestesia regional puede


lograrse por bloqueo a nivel
del neuroeje, de plexos
nerviosos, de nervios
periféricos o de terminaciones
nerviosas.
La anestesia del neuroeje
puede ser raquídea, epidural o
caudal. Con relación a los
bloqueos de plexos nerviosos,
el más utilizado
en la práctica clínica es el
bloqueo braquial, porque en el
cuello y en la axila va unido y
es factible bloquearlo con una
sola
infiltración.
La anestesia regional no
produce sedación ni hipnosis
y por ello a los pacientes con
frecuencia se les administra
midazolam. El
bloqueo de nervios
periféricos, como el mediano,
intercostales o el tibial
produce anestesia y relajación
muscular en la zona
correspondiente del cuerpo.
La anestesia de las
terminaciones nerviosas puede
ser local o de mucosas, y no
involucra relajación
muscular. La anestesia
regional intravenosa es otro
tipo de anestesia regional,
muy utilizada en la práctica
clínica.
Anatomía y biomecánica del anillo pélvico

El anillo pelviano es una resistente estructura ósea y ligamentosa, relacionada


íntimamente con estructuras neurovasculares y vísceras como la uretra, vejiga, recto y
órganos genitales intrapélvicos, que pueden resultar dañados por el propio traumatismo o
por la fractura en si. Este anillo pélvico está conformado por los dos huesos ilíacos, el
sacro, isquion y hueso púbico. Es rígido, con escasa movilidad a nivel de ambas
articulaciones sacroiliacas y el pubis. Cuando esta pequeña tolerancia al movimiento es
superada por fuerzas extrínsecas se produce su quiebre. De todas las estructuras que
conforman el anillo pélvico, los ligamentos y estructuras de la región posterior son las más
importantes a la hora de definir si una fractura de pelvis es estable, parcialmente inestable
o inestable.
El complejo sacroilíaco está
conformado por los
ligamentos sacroilíacos
posteriores, anteriores e
iliolumbares. Estos le dan una
conformación a la pelvis
posterior que se comporta
como un puente colgante, con
fuerzas que se distribuyen uniformemente dentro de la cavidad.
Dentro de las estructuras contenidas en la cavidad pélvica, es importante la presencia de
la red arteriovenosa que se ubica en la región posterior, retroperitoneal. Estos vasos,
especialmente los que conforman el plexo venoso, son susceptibles de lesionarse en un
traumatismo de pelvis y capaces de generar grandes hematomas retroperitoneales, que
son responsables de comprometer la hemodinamia, desde el shock hipovolémico hasta la
muerte, si no se toman medidas oportunas para controlarla.

Clasificación

Tile et al. clasificó en 3 los distintos tipos de fractura dependiendo, del grado de
estabilidad. Las fracturas tipo A son estables, las tipo B rotacionalmente inestables (sin
compromiso de la región más posterior del anillo, ligamentos sacroilíacos posteriores y
por lo tanto estables verticalmente). Y las tipo C, en las cuales existe inestabilidad
rotacional y vertical asociada.

Tipo A: estable o mínimamente desplazado

 Tipo A1: fractura del borde pélvico (avulsión o ala pélvica)


 Tipo A2: fractura del anillo pélvico anterior
 Tipo A3: fractura sacra transversal del sacro / cóccix
Tipo B: fracturas del anillo pélvico que son rotacionalmente inestables y verticalmente
estables (anillo pélvico anterior y posterior afectado)

 Tipo B1: diástasis sinfísica (lesión en "libro abierto"; rotación externa)


 Tipo B2: lesión por compresión lateral (rotación interna)
 Tipo B3: fracturas bilaterales
Tipo C: lesión del anillo pélvico con inestabilidad rotacional y vertical (el anillo pélvico
posterior es completamente inestable)

 Tipo C1: fractura unilateral del hueso ilíaco (C1-1), luxación sacroilíaca (C1-2) o
fractura sacra (C1-3)
 Llene C2: bilateral fractura con un lado tipo B fractura y un lado tipo C fractura
 Tipo C3: bilateral fractura con bilateral de tipo C fracturas

Características clínicas
Dolor pélvico causado por el movimiento, el soporte de peso y la compresión de
las crestas ilíacas.
Pelvis inclinada y longitud desigual de las piernas con rango de movimiento
reducido en la articulación de la cadera
Inestabilidad pélvica
Hematomas labiales, escrotales, de flanco e inguinal
Pueden ocurrir lesiones concomitantes
o Lesión uretral: sangre en el meato uretral, próstata alta o no palpable,
hinchazón perineal
o Lesión de la vejiga: hematuria franca
o Laceraciones rectales, vaginales y perineales sugieren una fractura abierta
o Abdomen agudo en traumatismo abdominal (perforación intestinal, bazo ,
ruptura del hígado)
o Lesión neurovascular: disminución del tono rectal, parestesia perianal,
compromiso de miembros inferiores
o Lesiones axiales y de huesos largos

Evaluación clínica

Al evaluar un paciente con un probable traumatismo pélvico debemos observar la


presencia de asimetría pélvica, heridas asociadas, tanto anteriores, región perineal y
posteriores, uretrorragia, sangre en introito vaginal y hematomas subcutáneos masivos.
En el examen físico de un paciente politraumatizado debe evaluarse la presencia de
inestabilidad pélvica con maniobras dirigidas a ello (compresión lateral a la altura de
ambas alas ilíacas, compresión anteroposterior a nivel de ambas espinas ilíacas
anterosuperiores y la compresión anteroposterior a nivel de la sínfisis del pubis).
La exploración inicial debe ir orientada al estado general del paciente, siguiendo las pautas
ABC del soporte vital avanzado. Una vez evaluado el conjunto, con el paciente en situación
estable, y aplicadas las primeras medidas se puede afrontar el examen físico de la pelvis:

Examen de piel y Erosiones, equimosis, lesiones por arrollamiento o heridas en


partes blandas periné o genitales. En flancos puede notarse acúmulo de un
hematoma retroperitoneal. Descartar solución de continuidad
en la piel/mucosas que nos orienten a pensar en una fractura
abierta.
Prueba de Se palpan las espinas iliacas anterosuperiores, observando
estabilidad primero la posible discrepancia en altura; luego se realiza una
compresión suave de ambas palas iliacas para evaluar
inestabilidad en rotación interna; finalmente se empujan ambas
espinas para evaluar la inestabilidad en rotación externa. Esta
exploración debe realizarse con especial precaución y sólo una
vez, ya que puede inestabilizar el hematoma y aumentar la
pérdida sanguínea provocada por la fractura.
Tacto rectal y Es fundamental para identificar fracturas abiertas de pelvis e
vaginal imperativa cuando existe sangrado franco rectal o vaginal. Si se
palpan lesiones están indicadas la exploración mediante un
espéculo vaginal y la sigmoidoscopia. En hombres se debe palpar
la próstata.
Examen uretral y Es posible la presencia de rotura uretral o vesical. Si existe
vesical sangrado uretral franco se realizará una uretrografía retrógrada
para evaluar la rotura y, tras el sondaje, una cistografía.

Artículo: Pinedo V. Miguel. (2006). Fractura de pélvis: Traumatismo de alta energía. Rev.
Med. Clin. Condes; 17(3): 106 - 10.

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