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Siete síntomas que nos ayudan a

reconocer la procrastinación

Por

Rodolfo de Juana

Publicado

16 septiembre, 2011


En alguna ocasión hemos comentado en MuyPymes cómo la procrastinación es el enemigo número uno de la
productividad y os hemos mostrado algunas claves para ayudaros a vencerla. Sin embargo aunque casi todos
sabemos reconocer fácilmente cuándo estamos procrastinando, no siempre en sencillo reconocer los síntomas que
nos convierten en una persona procrastinadora o que procrastina con excesiva facilidad. Veamos a continuación que
síntomas deberían disparar todas las alarmas.

Falta de visión
No tener una visión clara de futuro, lo que queremos conseguir y cómo queremos conseguirlo es una de las grandes
razones que nos pueden llevar a procrastinar de forma habitual Si no vemos claro cuáles son los beneficios de llevar
a cabo un trabajo determinado, ¿Por qué nos íbamos a molestar si quiera en empezarlo?

Falta de tiempo
La supuesta falta de tiempo que todos parecemos sufrir es la principal excusa que esgrime el trabajador moderno.
Sin embargo si analizamos bien la tarea que tenemos enfrente, son poquísimas las ocasiones en las que realmente
podemos decir sinceramente que no tenemos tiempo para llevarla a cabo, que no hay un hueco en nuestro día a día
para seguir progresando.

Estar «permanentemente ocupado» no es necesariamente sinónimo de ser eficiente o productivo, y normalmente lo


que revela esa supuesta falta de tiempo es incapacidad para organizarse bien, delegar o falta de las competencias
necesarias en una área clave.

Falta de organización
La falta de organización sí que es en cambio, una de las principales causas que nos pueden llevar a procrastinar.
Básicamente porque si somos desorganizados probablemente no sepamos qué es lo que tenemos que hacer en
cada momento, o cuáles son nuestras prioridades, lo cual nos puede conducir a no saber por dónde empezar.

Cansancio
El cansancio suele ser otro de los motivos más recurrentes a la hora de posponer una tarea o un proyecto. Siempre
parecemos sentirnos demasiado cansados como para empezar, dar ese primer paso que inevitablemente lleva a un
segundo y un tercero hasta que terminamos la tarea pendiente.

El único remedio en este caso es determinar con precisión dónde se encuentra la causa de nuestro cansancio,
sobre todo cuando no es un hecho puntual, sino una situación que se repite una y otra vez. ¿Estamos comiendo de
forma adecuada? ¿Dormimos las horas que necesitamos? ¿Hacemos ejercicio?

Miedo
El miedo a no ser capaces de conseguir nuestro objetivo puede llegar a paralizarnos y no dejarnos empezar. El
miedo al fracaso, a no ser lo suficientemente buenos, o incluso el miedo al éxito (y por tanto tener que asumir más
responsabilidades) suelen conducirnos a un estado de inacción y apatía del que es difícil salir si no visualizamos
claramente cuáles serán las consecuencias de no afrontar ese proyecto.

Nos distraemos con facilidad


En un mundo cada vez «tecnológico», en el que vivimos rodeado por redes sociales, e-mails, mensajes de
Whatsapp, feeds RSS, etc. cada vez es más sencillo distraerse. Las fuentes de distracción de multiplican y se nos
muestran a un click de distancia.

En MuyPymes hemos escrito buenos artículos sobre cómo podemos vencer todas esas distracciones que
nos asaltan a diario.

Nos sentimos sobrepasados


La complejidad de algunas tareas o proyectos pueden hacer que nos sintamos desbordados, incapaces de empezar.
Tenemos tanto que hacer que no sabemos qué es realmente lo que tenemos que hacer, cómo empezar, cuál es
nuestra prioridad…Aprender a gestionar nuestras tareas (con ayuda de una aplicación o simplemente en un
cuaderno), puede ayudarnos a dimensionar nuestro proyecto y saber cuáles son los pasos que tenemos que dar.

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