Está en la página 1de 6

Actividad 2

Realizar la siguiente lectura individualmente

La guerra chichimeca y la paz comprada1

La "guerra chichimeca" fue un círculo vicioso de violencia que duró casi medio siglo en
partes del Norte de México. Ni siquiera los españoles consideraron apropiado llamar
"conquista" a ese proceso estéril, que llego a su fin cuando el virrey marqués de
Villamanrique decidió pactar una "paz comprada” a partir de 1589.

La conquista española tuvo un doble carácter militar y político en tierras


mesoamericanas. La etapa militar terminó pronto en el centro de México (hacia 1525),
aunque fue más tardía y prolongada en Yucatán. Luego se inició un largo periodo de
paz, apenas roto por disturbios locales. Ciertamente hubo rupturas con respecto al
mundo prehispánico sobre todo en el terreno religioso, pero también continuidades,
porque el sistema colonial de dominación se basó en la supervivencia de las
organizaciones políticas básicas y los sistemas tributarios de los años precedentes. Fue
un arreglo conveniente para ambas partes, o al menos para sus elites los arreglos
políticos rara vez han sido convenientes para la gente común).

Por ello es por lo que la Nueva España del siglo XVI estaba aún inserta en el
tiempo mesoamericano, con sus altépetl, sus linajes nobles, sus sistemas de trabajo,
sus flujos de mercancías y excedentes, sus linderos de tierras, su agricultura, sus cultos
locales, sus lenguas y sus valores culturales (o buena parte de ellos), incluso con su
aceptación de la posición dominante que la ciudad de México había tenido y siguió
teniendo. Muchas de esas continuidades tienen presencia todavía en la historia y la
geografía de nuestros días.

LOS ESPACIOS DEL NORTE Y SUS HABITANTES

Pero fuera de Mesoamérica, en los espacios que algunos han definido como
Oasisamérica y Aridoamérica, los sucesos fueron diferentes. En algunas partes se
intentó adecuar a las condiciones locales la experiencia de las áreas medulares de
Nueva España, cosa que se logró con relativo éxito a través del sistema de misiones.
1
Fuente: García Martínez, B. (2001). La guerra chichimeca y la paz comprada. Arqueología Mexicana 51, 58-63.

1
Pero en otras la llegada de los españoles se conjugó en una ruptura mucho más
radical, en la casi total ausencia de continuidades, y en el exterminio de la población
precedente. Esto ocurrió sobre todo en las zonas centrales y orientales del altiplano a
partir de lo que se habría de llamar Bajío. Eran áreas habitadas por grupos tribales de
diversas lenguas que no practicaban la agricultura y vivían en la mayor simplicidad
cultural, sin asentamientos fijos. Los nahuas los denominaban, despectivamente,
"chichimecas", y no tenían mayor interés en relacionarse con ellos.

Los españoles tampoco. No podían beneficiarse de grupos seminómadas que no


poseían estructuras políticas ni un sistema tributario que permitiera apropiar
excedentes. Ninguna eventual alianza sería estable y, sin lugar fijo para una iglesia, la
evangelización estaba fuera de lugar. Los chichimecas tampoco tenían nada que sacar
de un acomodo con los españoles. La dimensión política de la conquista estaba, por
tanto, cerrada. Sólo quedaba la militar. El escenario dispuesto prometía violencia: pocos
recursos para la subsistencia (por la escasez de agua y el predominio de zonas áridas),
tribus muy aguerridas y españoles ambiciosos.

El descubrimiento en 1548 de las vetas de plata de Zacatecas -nombre sacado


del de una tribu local- magnificó la economía novohispana y fue el detonante de un
proceso de expansión que habría de durar más de dos siglos. Zacatecas y otros centros
mineros atrajeron gran número de españoles y mestizos. Esas nuevas poblaciones
fueron puntos nuevos en una geografía nueva, unidos por caminos nuevos y sostenidos
por áreas destinadas a actividades nuevas en la zona: agricultura y ganadería. Nada de
eso tenía relación con los chichimecas; es más, no era compatible con esos hombres
insumisos de arco y flecha, cazadores natos.

Los inevitables choques se presentaron bajo la forma de ataques sorpresivos a


viajeros y convoyes; después se hizo frecuente el robo de ganado. Cuando los
españoles lograban alcanzar a alguna de esas tribus actuaban con saña. Bajo esas
condiciones, además, su legislación les permitía algo que estaba vedado en tierras
mesoamericanas: tomar a los indios por esclavos. Sangre, venganza y botín son tres
términos expresivos para resumir la situación de las tribus del Norte de México.

SISTEMAS DEFENSIVOS DE LOS ESPAÑOLES: LOS PRESIDIOS

2
El círculo de violencia impregnó el "Gran Tunal" y zonas adyacentes, es decir, el área
ocupada por zacatecos, salineros, tecuexes, guachichiles, irritilas, guamares, mecos,
guaxabanas, copuces, pames, nombres imprecisos que en su mayor parte parecen
haber surgido de la mera percepción sin ser congruentes con las distinciones étnicas o
tribales, distinciones que, por lo demás, nadie se preocupó por definir. No en balde se
trataba, según se decía entonces con tanto desprecio como terror, de "naciones"
salvajes de indios gentiles apóstatas sanguinarios. La respuesta española fue la
construcción de puestos militares a lo largo de los caminos los llamados presidios (del
nombre romano de las fortalezas que presidían los avances de conquista). Se les
estableció a partir de 1570 en Celaya, San Felipe, Ojuelos, Aguascalientes y muchos
otros lugares. Nacieron como terregosos patios cercados de muros de adobe y con
unas milpitas alrededor.

Con los presidios se creó un sistema defensivo de apariencia militar. El gobierno


central inyectó bastante dinero para mantener a sus tropas, las llamadas presídiales, en
cuya ayuda, además, se formaron contingentes de auxiliares otomíes y tarascos. Su
cometido formal era custodiar a los viajeros y repeler los ataques de los chichimecas.
Pero en la práctica los presidios se convirtieron en refugio de delincuentes salidos de
todas partes que quedaban casi sueltos para obrar a su antojo. Los capitanes, que
podían dar rienda suelta a su prepotencia, sacaban dinero vendiendo protección a los
viajeros o poniéndoles multas por cualquier motivo.

No les venía mal que las cosas siguieran así. Esa fue la "guerra chichimeca": un
círculo vicioso de violencia y arbitrariedad que duró casi medio siglo. Ni siquiera los
españoles consideraron apropiado llamar "conquista" a este proceso estéril. Sus rasgos
no deben extrañarnos: se trataba de una frontera de guerra donde no valían ni la ley ni
la vida, como sería después la frontera apache y, luego, el Oeste norteamericano. Por
otra parte, se trataba de una especie de guerrilla sustentada en aras de la
supervivencia de numerosas colectividades. No había otra opción para ellas. Ninguno
de los pueblos de Mesoamérica enfrentó una amenaza similar para su subsistencia.

LA PAZ COMPRADA

3
Hacia 1589 el virrey marqués de Villamanrique ponderó inteligentemente la situación y
decidió afrontarla de manera distinta. Los chichimecas, por su parte, se habían
aficionado al consumo de carne de res y no desdeñaban ciertos objetos que adquirían
en sus ataques. Así, Villamanrique y su sucesor, Luis de Velasco el Mozo, buscaron
contactos con los chichimecas y les propusieron paz a cambio de ropa, comida y
pequeños utensilios, a sabiendas de que tal arreglo debía mantenerse operando de
manera constante. Pero, aunque costoso, este sistema de "paz comprada" tenía menos
inconvenientes que el desenfreno ocasionado por las tropas presídiales, una amenaza
potencialmente mayor que los propios chichimecas.

El proyecto se reforzó con esquemas de colonización armados con población


sedentaria de Tlaxcala y Michoacán llevada a ocupar de manera estable tierras en
Charcas, Saltillo y otros lugares. El sistema funcionó bien y la paz fue un hecho
consumado alrededor de 1600. Los presidios subsistieron, pero bajo mayor control, y se
convirtieron en poblaciones como muchas otras del Bajo y el Norte. La política de paz
comprada se mantuvo vigente en éstos y otros lugares hasta el siglo XVIII, aunque para
entonces ya no en relación con los chichimecas sino con apaches, comanches y otros.
La política de extermino iniciada hacia 1790 habría de poner fin a esa peculiar relación.

Las tribus chichimecas no pudieron afrontar la paz comprada. La aculturación los


absorbió como un remolino. Eran grupos muy pequeños, debilitados por la constante
guerra, y una vez cooptados (más bien, domesticados) se vieron despojados de su
sistema de vida. Su reproducción social resultó casi imposible, y los individuos se
integraron a las flexibles colectividades mineras o se mezclaron con los inmigrantes
tlaxcaltecas. Los que no entraron en el aro fueron diezmados poco a poco, o
alimentaron el sistema esclavista establecido, muy convenientemente, en Nuevo León.

Fueron contados los que se reorganizaron según el modelo mesoamericano,


consolidando pueblos o agregándose en torno a misiones, como ocurrió con los pames
de la Sierra Gorda. Salvo por estas excepciones, al poco tiempo no quedó nada de ese
abigarrado conjunto de "naciones" chichimecas. Ni siquiera ha sido posible reconstruir
sus lenguas o su identidad cultural. Por su parte, el entramado regional que cobró forma

4
en estas partes del Norte durante el periodo colonial tuvo poco o nada que ver con las
variedades regionales, o tribales, de su pasado prehispánico.

La guerra chichimeca ocupa un lugar difuso en la historia novohispana. Fue un


episodio marginal en la construcción del país; al mismo tiempo fue uno de los más
trágicos. Se trata de un acontecimiento que, visto desde la actualidad, parece muy
lejano y ajeno, y esto no tanto por el tiempo transcurrido sino porque no corresponde al
paradigma comúnmente aceptado de la experiencia colonial. Como se advirtió en las
páginas anteriores, es una historia que contrasta totalmente con la del mundo
mesoamericano, tanto antes como después de la conquista. No en balde se ha dicho,
con razón, que México no ha tenido una historia sino muchas.

Guía de Lectura
La guerra chichimeca y la paz comprada

Instrucciones: Al finalizar la lectura del texto “La guerra chichimeca y la paz comprada”,
con la información de este documento responde las preguntas que se te ofrecen. El propósito es
que entiendas que la Guerra Chichimeca fue un movimiento de oposición y resistencia
indígena frente al sistema colonial novohispano que tuvo lugar en el norte de México, en el
cual los llamados pueblos chichimecas defendieron sus formas de vida e identidades
culturales.

1. ¿Cuáles eran los intereses económicos de los españoles que los motivó a expandirse en el
territorio del Norte de México?

2. Explica con tus propias palabras qué fue la Guerra Chichimeca

5
6

También podría gustarte