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ANEXO 1

CRECIMIENTO ECONÓMICO
DURANTE EL PORFIRIATO

Gobierno de Porfirio Díaz1

Panorama general del porfiriato


El 19 de julio de 1872 murió el presidente Juárez y una elección presidencial
especial celebrada en octubre resultó ser una competencia de dos hombres en la
que Sebastián Lerdo de Tejada derrotó a Porfirio Diaz. en 1876. Lerdo decidió
buscar la reelección, pero los liberales sufrieron divisiones internas dando a los
militares una oportunidad de afirmar su influencia. Proclamando el lema de no
reelección y atrayendo a los oficiales disidentes Díaz tomó el poder en noviembre
de 1876. Después de que Estados Unidos lograra ciertas concesiones por parte
de México reconoció al nuevo gobierno de Díaz, como consecuencia el libre
comercio se extendió a lo largo de los más de 3000 km de frontera México-
estadounidense. Díaz garantizó también a Estados Unidos el permiso para que
sus tropas atravesaran la frontera persiguiendo a indios hostiles como los
apaches.
Antes de dejar su cargo para permitir el ascenso a la presidencia del secretario de
guerra Manuel González (1880-1884), Díaz persuadió al congreso mexicano para
que autorizase contratos lucrativos excepcionales para que compañías
estadounidenses construyeron las principales líneas férreas desde México hasta
las ciudades fronterizas de Ciudad Juárez y Nuevo Laredo. González incapaz de
hacer frente a los retos fiscales que amenazaban al Estado aun gravemente
endeudado, interrumpió los pagos de salarios de muchos burócratas
gubernamentales; los gritos pidiendo su caída se volvieron ensordecedores. Díaz
ganó fácilmente las elecciones de 1884, y reformó la Constitución para permitir su
reelección en 1888.
De inmediato Díaz se dedicó a curar las viejas heridas de las élites nacionales
concediendo favores estatales a los grandes terratenientes, comerciantes e
industriales (en su vida personal había iniciado este proceso en 1881 al casarse
con la hija de un prominente político del gobierno de Lerdo). Esto sentó las bases
para el comienzo de una constante acumulación de capital en gran escala posible,
en gran parte, por una estabilidad política sin precedentes, el aumento de la
población en tiempos de paz y el estímulo dado por un estado oligárquico
dictatorial a los capitales locales y extranjeros.
1
Cockcroft, James D. (2001) La esperanza de México. Un encuentro con la política y la historia.
México. Siglo XXI.
En un esquema que en cierta forma se repetiría un siglo más tarde en nombre del
“neoliberalismo”, la dictadura de Díaz institucionalizó un aparato represivo y un
sistema ideológico que destacaba la estabilidad política, la ciencia, la tecnología y
el progreso material como alternativa a los años precedentes de “caos e
idealismo”. Los lemas de este gobierno: “Poca política y mucha administración”, y
“Orden y progreso”, expresaban la nueva ideología. El objetivo era modernizar a
México.
Un grupo de hombres de negocios y tecnócratas conocidos como los “científicos”
se convirtió en el cerebro de Díaz. Estaban enamorados de las supuestas virtudes
del capital y la cultura extranjeras. Desalentaban o excluían a aquellos
intelectuales y profesionales que no aceptaban su modo de pensar.

Medidas económicas
La administración de Díaz facilitó préstamos y utilizó aranceles proteccionistas
para ayudar a la producción nacional en áreas como los textiles, el cemento, el
acero, la cerveza, y los artículos de piel. La burguesía mexicana celebró el fuerte
apoyo que le otorgaba el estado, aunque algunos individuos resintieron
ocasionalmente los favoritismos de Díaz.
Un par de docenas de familias comerciantes, muchas de ellas de ascendencia
extranjera, llegaron a dominar la industria del país.
El gobierno de Díaz introdujo un conjunto de medidas económicas, primero
renegoció la deuda externa, luego introdujo un nuevo código comercial (1884) que
empezó por eliminar los aranceles proteccionistas y expandir el sistema bancario.
Entre 1887y 1892 introdujo nuevos códigos de minería que otorgaban al capital
privado derecho sobre el subsuelo, eliminación de las tasas de mercados locales
(alcabalas) que habían favorecido a las oligarquías regionales, facilitó el
crecimiento y unificación del mercado doméstico, así como la centralización del
poder económico y político en la Ciudad de México. Los caciques permanecieron,
pero ahora en una mayor coordinación con el gobierno federal. Para1894, México
logró su primer presupuesto equilibrado.

Crecimiento económico
Los mayores avances en la producción y el comercio se dieron en los decenios de
1890 y 1900. Para los inversionistas, la producción para la exportación era más
redituable que invertir en el mercado doméstico. Durante algún tiempo, intereses
de las clases privilegiadas y grandes terratenientes prosperaron: comerciantes,
nuevos banqueros e industriales, propietarios de minas, políticos militares y civiles
liberales, hacendados que empleaban mano de obra asalariada o endeudada,
antiguos “conservadores” opositores de la Reforma, e incluso la Iglesia católica,
que restableció gran parte de su influencia económica y social.
Sobre la base de las mejoras en los transportes, de la maquinaria moderna
importada y de la mano de obra barata, la producción industrial de México casi se
triplicó durante el porfiriato, mientras que la producción agrícola y ganadera casi
se duplicó. La industria textil y la de bebidas se modernizaron. Nuevas industrias
como la del hierro y el acero empezaron a desarrollarse. En las minas la
electricidad sustituyó al vapor; se introdujeron las perforadoras de aire comprimido
y los procesos a base de cianuro y electrólisis, y el manganeso reemplazó casi
totalmente al mercurio como agente transformador para la plata. Grandes
cantidades de mineral podían procesarse en un solo día. Gran parte de la fuerza
de trabajo pudo ser eliminada, en particular de entre el 40% empleado como
cargadores y el 25% empleado como picapedreros: obviamente un gran ahorro de
salarios, pero del otro lado una cantidad de gente desempleada.
En cuanto al desarrollo de la banca, muchos de los “científicos” tenían vínculos
con el capital francés que, de todo el capital extranjero, era el más comprometido
en el desarrollo del mercado interno. Los capitalistas franceses ayudaron a
establecer un banco emisor, el Banco Nacional de México, que a su vez ayudó a
iniciar los grupos bancarios privados de Puebla y Monterrey.

Inversión extranjera
En términos de producción total, los inversionistas extranjeros encabezados por
los intereses estadounidenses tomaron el control de la mayor parte de la
economía. Para 1911 los extranjeros poseían la mayor parte de los ochenta
mayores establecimientos comerciales e industriales. De estos ochenta, veintiuno
eran estadounidenses y veintitrés británicos, solo seis eran mexicanos. El resto
eran franceses, alemanes, españoles canadienses o una combinación (incluyendo
dieciséis con participación mexicana).
Ya desde 1890, un antiguo ministro de hacienda expresó su satisfacción a la
Cámara de Diputados “al ver a los extranjeros como dueños de las altas finanzas,
de instituciones de crédito, de las plantas de energía eléctrica, del telégrafo, de los
ferrocarriles y de todo aquello que significa cultura y progreso de México”. Un
ejemplo de esto se puede observar en el siguiente cuadro.
DISTRIBUCION POR CAMPOS DE COLOCACION
DE LAS INVERSIONES EXTRANJERAS EN MEXICO. AÑO DE 1911
Fuente: Romero Gil, J.M. (1989) El Boleo Santa Rosalía Baja California. Un pueblo que se negó a morir. El porfiriato:
inversión extranjera y minería. México. Centro de estudios mexicanos y centroamericanos. En la Web
https://books.openedition.org/cemca/388?lang=es [fecha de consulta 2 de julio de 2018, hora: 23:00 hrs]

Predominaba el capital de Estados Unidos. Para 1897, las inversiones


estadounidenses de México totalizaban más de 200 millones de dólares, excediendo
las inversiones que tenían en el resto de América Latina, Canadá, Europa o Asia.
Durante los catorce años siguientes esta cifra se quintuplicó, y para 1911 se estimaba
que las inversiones estadounidenses eran mayores que las de la burguesía mexicana
y el doble de las de todos los demás inversionistas

INVERSIONES NORTEAMERICANAS EN MEXICO


(En millones de dólares)

Fuente: Romero Gil, J.M. (1989) El Boleo Santa Rosalía Baja California. Un pueblo que se negó a morir. El porfiriato:
inversión extranjera y minería. México. Centro de estudios mexicanos y centroamericanos. En la Web
https://books.openedition.org/cemca/388?lang=es [fecha de consulta 2 de julio de 2018, hora: 23:00 hrs.]

Hacia 1911, el 90% de las inversiones estadounidenses estaba concentrado en


ferrocarriles y minas. Crearon la Mexican Petroleum Company que más adelante fue
absorbida por Estándar Oil Rockefeller. En el año de 1911 Estados Unidos estaba
recibiendo el 74% de todas las exportaciones mexicanas. Los intereses británicos
ocupaban el segundo lugar respecto de Estados Unidos en minería y metalurgia.
En cuanto a empresas que ofrecían servicios públicos la inversión predominante era
la de Gran Bretaña con el 89% del total, como lo muestra el siguiente cuadro:

INVERSIONES EN EMPRESAS DE SERVICIOS PÚBLICOS


(Teléfono, Telégrafos, Agua, Luz y Fuerza)

Fuente: Romero Gil, J.M. (1989) El Boleo Santa Rosalía Baja California. Un pueblo que se negó a morir. El porfiriato:
inversión extranjera y minería. México. Centro de estudios mexicanos y centroamericanos. En la Web
https://books.openedition.org/cemca/388?lang=es [fecha de consulta 2 de julio de 2018, hora: 23:00 hrs]

La construcción de unos 19,000 km de vías férreas redujo el costo de transporte en


más de 15 veces para 1900. La red ferroviaria conectó los mercados regionales y
ayudó a consolidar un mercado doméstico nacional construido mediante el trabajo
indígena asalariado y poseído por el capital extranjero que vinculaba las ricas áreas
mineras del norte y centro de México con los importantes puertos del Golfo, las
ciudades costeras de Texas y centros industriales como Chicago y Pittsburgh. Esto
facilitó la exportación de materias primas y de fuerza laboral en la forma de
trabajadores mexicanos emigrantes, cuyos envíos de dólares, entonces como ahora,
mantuvieron con vida las frágiles economías de muchos pueblos y familias.
INVERSIONES EXTRANJERAS EN FERROCARRILES
Fuente: Romero Gil, J.M. (1989) El Boleo Santa Rosalía Baja California. Un pueblo que se negó a morir. El
porfiriato: inversión extranjera y minería. México. Centro de estudios mexicanos y centroamericanos. En la
Web https://books.openedition.org/cemca/388?lang=es [fecha de consulta 2 de julio de 2018, hora: 23:00 hrs]

Minería

Más de un 95% de toda la inversión en minas era extranjera y aproximadamente el


80% de Estados Unidos

EMPRESAS MINERAS ESTADOUNIDENSES


(1884-1911)

Fuente: Romero Gil, J.M. (1989) El Boleo Santa Rosalía Baja California. Un pueblo que se negó a morir. El
porfiriato: inversión extranjera y minería. México. Centro de estudios mexicanos y centroamericanos. En la
Web https://books.openedition.org/cemca/388?lang=es [fecha de consulta 2 de julio de 2018, hora: 23:00 hrs]

En cuanto a las ganancias, estas se dispararon hasta 200% entre 1876 y 1911. La
producción minera y metalúrgica aumentó diez veces. México se convirtió en el
segundo mayor productor de plata en el mundo. La plata mexicana siguió siendo el
principal valor de cambio con Asia incluso después de la introducción del patrón oro
en 1905. Otras producciones minerales en México también aumentaron y para 1910 el
cobre, el hierro y el cinc habían remplazado a la plata en tonelaje producido.
Exportaciones
Durante todo el porfiriato el valor de todas las exportaciones aumentó en promedio 6%
al año, y la porción de valor exportador de la minería fue disminuyendo
progresivamente desde 2/3 en 1889 hasta menos de la mitad para 1911. La
consecuencia de esta caída en la producción minera se derivaba de la caída del
precio de la plata causada por el cambio, en 1905, al patrón oro; esto repercutió en el
valor de las exportaciones e importaciones por dicho cambio al patrón oro lo que
condujo a una crisis económica en vísperas de la Revolución mexicana de 1910.

Productos agrícolas y situación del campo


Durante el porfiriato, las bombas hidráulicas, motores eléctricos, segadoras, tractores
y cosechadoras fueron salpicando los campos de México. La producción de algodón
aumentó para cubrir las necesidades de la industria textil en expansión. En azúcar,
nuevos motores eléctricos y molinos de metal (ya no de madera) y las obras de
irrigación mejoradas cuadruplicaron la producción. La fuerza laboral se pagaba con
salarios en dinero, o algunas veces con cupones que aceptaban los trabajadores para
comprar en la tienda de la compañía. Morelos en particular –el estado natal de
Zapata- se convirtió en una vasta red monopolizada por ingenios azucareros rurales y,
después de Hawái y Puerto Rico, en la región más productiva del mundo. Para 1908,
los 17 propietarios de los 24 modernos ingenios azucareros y 36 haciendas
productoras de caña de azúcar poseían más del 25% de las tierras de ese Estado.
Los intereses trigueros estadounidenses, que necesitaban cuerdas para engavillar, y
los fabricantes de maquinaria agrícola como International Harvester convirtieron a
Yucatán en una economía basada en la producción de sisal, o henequén, una fibra de
agave. Firmas comerciales como la Olegario Molina Company firmaron contratos a
largo plazo con International Harvester estabilizando los precios del henequén y
asegurando el acceso mutuo al mercado. El auge de la economía en Yucatán en esa
época se llamó “esclavitud por deudas”, porque los indios, peones de hacienda y
pequeños campesinos eran alojados o alquilados por las haciendas-plantaciones y
estaban atados a una tienda de raya. El peonaje endeudado o “esclavitud por deudas”
existía también en muchas partes de México (como en el Valle Nacional de Oaxaca),
pero en la mayoría de las zonas prevalecía el “trabajo asalariado libre”. Los aldeanos
y campesinos, forzados a abandonar sus tierras por los intereses intrusos de las
haciendas y las agroindustrias, tenían que vender su fuerza de trabajo sobre una base
temporal o estacional. Muchos campesinos desplazados se mudaban a las ciudades
en donde se convertían en miembros del nuevo proletariado industrial.
Durante todo el siglo XIX nuevas cosechas comerciales como las de chile, café,
chicle, maguey, tomate y garbanzo habían sido introducidas, convirtiendo a muchas
economías locales en áreas agroexportadoras y a la mano de obra en trabajo
asalariado. Según el censo de 1910 el 80% de la población dependía de los salarios
agrícolas y trabajaba para 20,000 terratenientes.
Durante el porfiriato la agricultura se concibió como un negocio muy redituable gracias
a que los productos se vendían a precios altos y la mano de obra constituía un muy
bajo costo de producción (por ser tan mal pagada) lo cual permitía una ganancia
extraordinaria.
Recursos naturales en manos privadas
Los hacendados y los especuladores de tierras se beneficiaban de las políticas
estatales. Por ejemplo, entre 1881 y 1906, como resultado de la legislación sobre
baldíos, cerca de ¼ de la nación fue sometida a operaciones de deslinde por
empresas privadas, que recibieron como pago cerca de 1/3 de la tierra deslindada; a
menudo se beneficiaban vendiéndola a los hacendados. Además, un acta de aguas
federales aumentó el número de vías de agua clasificadas como propiedad del
Estado, y éste entonces alquilaba o vendía los “derechos de uso” a los hacendados -
despojando todavía más a los campesinos e indígenas, a quienes también se negaba
el acceso al agua o a las tierras de pastoreo para sus animales.
Condiciones laborales y repercusiones sociales
En el norte de México, grandes inversiones estadounidenses en minería, hierro, acero
y agricultura estimulaban la inflación salarios -precios y la migración masiva desde el
interior de México hacia puestos de trabajo mejor pagados más al Norte y en Estados
Unidos. Masas de campesinos en busca de mejores salarios empezaron a moverse
de cosecha en cosecha y de granja a fábrica por grandes extensiones de territorio. En
Estados Unidos sustituyeron cada vez más a los migrantes chinos (excluidos en 1882)
y japoneses (excluidos en 1907), y se convirtieron en la principal fuerza de trabajo en
la minería, los ferrocarriles, partes de la industria y, sobre todo, en la agricultura. El
número de mexicanos residentes en el país del norte se triplicó entre 1880 y 1910. En
el que quizá fue el mayor movimiento de un pueblo jamás registrado en la historia,
aproximadamente una octava parte de la población mexicana acabaría por trasladarse
permanentemente a Estados Unidos entre 1880 y 1933, la mayor parte de ésta fue
reclutada por empleadores estadounidenses y sus agentes mexicanos.
Las empresas que estaban en crecimiento fueron más capaces de monopolizar los
mercados, controlar el empleo y las condiciones salariales y asegurar una rápida
expansión económica; muy pronto pusieron a los pequeños productores, artesanos
individuales, comerciantes, al campesinado y el proletariado en una posición precaria.
No obstante, el impresionante crecimiento económico durante el porfiriato, los salarios
reales cayeron de 42 a 36 centavos por día, una ración de hambre; continuó la mala
alimentación; el promedio de esperanza de vida estaba en unos 30 años. En el caso
de la mano de obra femenina ésta era más barata que la masculina (recibían la mitad
del pago con respecto de los hombres), pero la necesidad de ayudar a sus familias las
empujaba a entrar al mercado laboral empleándose en la producción artesanal, el
comercio y las plantaciones donde eran consideradas más baratas que los molinos de
bajo precio para la molienda del maíz.
En el sector industrial los salarios mejoraron ligeramente, las clases intermedias
crecieron y hubo un aumento en la producción para el mercado doméstico. Aun así,
los bajos salarios de la mayoría de los mexicanos les impedía convertirse en
consumidores masivos del mercado.
Las estimaciones sobre el tamaño del proletariado industrial (incluyendo a los
mineros) para 1900 iban del 8% al 15% de la fuerza laboral adulta. Usando
estadísticas del gobierno de Díaz, algunos historiadores han calculado que había
107,000 trabajadores en las minas y 624,000 en las manufacturas. El nuevo siglo
comenzó en México, por lo tanto, con la mano de obra asalariada firmemente
establecida en gran escala para los objetivos de la acumulación de capital, un capital
que benefició ampliamente a las potencias emergentes y sometió a México, como lo
hizo con el resto de los países de América Latina, a la explotación económica y a la
dominación política.
Durante el gobierno porfirista los sectores empresariales extranjeros se fueron
apoderando de los procesos de industrialización y controlando los mercados internos
ocasionando un proceso gradual de desnacionalización de empresas. Al respecto, el
periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano señala, en su libro titulado Las venas
abiertas de América Latina, que a fines del siglo XIX los países latinoamericanos,
entre los que se encuentra México, debieron mantener una política proteccionista para
asegurar un camino exitoso dentro del “libre comercio” internacional, pero esta medida
fue rápidamente sofocada por el capital imperialista, nacido del sistema
agroexportador, y por la crisis del comercio exterior. Las grandes empresas
comenzaron la invasión y conquista de los territorios latinoamericanos: la mano de
obra barata y los productos primarios son, hasta la actualidad, los principales objetivos
de esta temible campaña del capital imperialista:
Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta
nuestros días, todo se ha transmutado siempre en capital europeo o, más tarde,
norteamericano […] la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los
hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos
humanos. […] América Latina continúa exportando su desocupación y su miseria: las
materias primas que el mercado mundial necesita y de cuya venta depende la economía
de la región y ciertos productos industriales elaborados, con mano de obra barata, por
filiales de las corporaciones multinacionales. El intercambio desigual funciona como
siempre: los salarios de hambre de América Latina contribuyen a financiar los altos
salarios de Estados Unidos y Europa (GALEANO, Eduardo. 1973. Las venas abiertas de
América Latina. México: Siglo XXI).

GUÍA DE LECTURA

CRECIMIENTO ECONÓMICO DURANTE EL PORFIRIATO

Actividad 1
Después de realizar la lectura individual del texto titulado: Crecimiento económico durante
el porfiriato respondan en los espacios correspondientes los aspectos que se solicitan. Al
final con la síntesis que realizan den respuesta a la pregunta que se encuentra después
del cuadro.

Aspectos relevantes durante el porfiriato (1877-1910)

Medidas económicas

Inversión Extranjera

Minería

Exportaciones
Situación del campo

Recursos naturales en

manos privadas

Condiciones laborales

y sus repercusiones

sociales

Actividad 2
Responder a la siguiente cuestión una vez realizado el cuadro de datos: ¿México se
insertó en el capitalismo como una nación independiente o dependiente en términos
económicos?, ¿qué implicaciones tiene? Argumenta tu respuesta.

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