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Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene
costo alguno.
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SINOPSIS _____________________ 4 21 __________________________ 123
PRÓLOGO ____________________ 5 22__________________________ 132
1 _____________________________ 7 23 _________________________ 139
2 ____________________________ 13 24 _________________________ 140
3 ____________________________ 22 25__________________________ 149
4 ____________________________ 24 26 _________________________ 155
5 ____________________________ 32 27 __________________________ 160
6 ____________________________ 36 28 _________________________ 168
7 ____________________________ 44 29 _________________________ 169
8 ____________________________ 45 30 _________________________ 175
9 ____________________________ 53 31 ___________________________177
10 ___________________________ 60 32 _________________________ 184
11 ___________________________ 62 33 _________________________ 185
12 ___________________________ 70 34 __________________________ 191
13 ___________________________ 78 35 _________________________ 197
14 ___________________________ 84 36 _________________________ 198
15 ___________________________ 95 37__________________________ 203 3
16 ___________________________ 98 EPÍLOGO ___________________ 209
17 __________________________ 100 OTRO EPÍLOGO _____________ 212
18 __________________________ 109 JOY RIDE ___________________ 214
19 ___________________________116 SOBRE LA AUTORA __________ 215
20___________________________119 NOTA DE LA AUTORA ________ 215
Me han dicho que tengo un gran don.
Oye, no me refiero solo a mis pantalones. También tengo un gran cerebro y
un gran corazón de oro.
Soy disciplinado, soy centrado y mantengo mis manos quietas, incluso en los
apenas cincuenta y cinco metros cuadrados que compartimos. Hasta la única noche 4
que insiste en deslizarse bajo las sábanas conmigo.
Big Rock #4
Digamos, por el bien de la discusión, que estás considerando vivir con una
mujer a la que te quieres tirar.
Esto solo puede traer problemas. No firmes ese arrendamiento. Camina en la otra
dirección.
Pero ella es solo una amiga, lo juro. Y, oye, esta es la ciudad de Nueva York.
El alquiler es muy caro. Siempre es mejor compartirlo, ¿cierto? Vamos. Dividirías las
utilidades incluso si eso significara que te registrabas para convertirte en el confidente
designado de todas sus aventuras de citas en línea.
Por favor. Puedo hacer eso con los ojos cerrados. Aconsejarla sobre la
abundancia de peces en el mar es simple. Solo señalo la foto de perfil y digo: es un
idiota, es un estúpido, es un imbécil…
Firmarías ese contrato incluso si tuvieras que soportar la dulce tortura de ver 5
a esa belleza caminar por el pasillo todas las mañanas, recién salida de la ducha, con
una toalla diminuta ceñida alrededor de sus tetas.
Pan comido.
De acuerdo, tal vez gemí un poco cuando ella hizo el pedido. Y admitiré que
la situación fue un poco dura, dura a niveles de acero, cuando la toalla se deslizó y
pude vislumbrar su carne perfecta antes de que la levantara.
Es por eso que cuando una de mis mejores amigas vino a mí con una solución
que resolvería un gran problema para los dos, simplemente no vi cómo algo podría
salir mal.
Todo lo que tengo que hacer es mantener mis manos lejos de ella, mis
pensamientos sucios encerrados y mis ojos mirando para otro lado la próxima vez
que se desvista.
Ni siquiera convivir dentro de los cincuenta y cinco metros cuadrados con una
mujer que has deseado durante años.
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Hasta la noche en que me desperté y la encontré acurrucada a mi lado debajo
de las mantas…
Tengo la teoría de que el cerebro humano necesita al menos tres intentos para
procesar completamente algo cuando es lo opuesto a lo que quieres escuchar.
—Pero esta es la quinta vez que un lugar queda en la nada —digo, haciendo
todo lo posible para mantener mi tono estable.
No tengo mal genio. No me enojo. Pero si tuviera que hacerlo, esta podría ser
la razón. Porque Dante estaba equivocado. Encontrar un apartamento en la ciudad
de Nueva York es el décimo círculo del infierno. También es el undécimo, el
duodécimo y el decimotercero.
Se ríe.
1
Sugar boy: Son aquellos que disfrutan de los beneficios de tener un sugar daddy/mommy y llegan a
experimentar un estilo de vida lujoso y satisfacen a gente rica regularmente.
Side? ¿O cuando el tipo novato con un puesto básico en una revista consigue un piso
de soltero elegante en Tribeca?
Mienten.
A esta altura, daría mi bazo solo por un armario debajo de una escalera.
Espera, lo retiro. Me gusta mi bazo. Tendría que ser un armario en el primer piso
para que yo entregara un órgano, incluso uno sin el que técnicamente pueda vivir.
Frunzo el ceño.
Me lanza una sonrisa triste al tiempo que mira su atuendo. El traje de poliéster
está rasgado por el brazo derecho y a lo largo del muslo.
—Parece una mañana divertida —digo, mirando el fragmento de cristal en su
piel—. Déjame adivinar. ¿Tu frente se familiarizó íntimamente con un candelabro?
Asiente con culpa, la expresión en sus ojos me dice que no estaba tratando de
volar.
—¿Puedes sacarlo?
—Hombre inteligente. Los metros cuadrados en esta ciudad son como una
joya preciosa —digo mientras termino de trabajar en las puntadas.
—Un recuerdo de la visita de hoy a Urgencias —le digo al tipo y toma la bolsa.
Inclina la cabeza.
Asiento hacia la fila de sillas en la sala de espera al final del pasillo. Una mujer
de cabello oscuro con un traje verde esmeralda tetona se muerde el labio y mira su
reloj. Cuando levanta la cara, sus ojos se iluminan cuando aterrizan en Aquaman.
—Sí —dice Aquaman con una sonrisa tonta mientras mira a su mujer.
a
Más tarde, cuando termina mi turno, me pongo mi ropa de calle en el
vestuario, me abrocho los jeans y me pongo una camiseta. Me paso los dedos por mi
cabello, agarro mis gafas de sol y dejo atrás la jornada laboral. En el segundo en que 11
se cierran las puertas del Mercy Hospital, apago la parte médica de mi cerebro,
conecto mis auriculares y pongo el audiolibro que he estado escuchando
últimamente. Se basa en la teoría del caos y me hace compañía mientras me dirijo a
Greenwich Village para encontrarme con un amigo.
Porque tengo otra teoría: hombres y mujeres pueden ser amigos. Buenos
amigos. Incluso si la mujer resulta ser la dueña del par de senos más fantástico que
este hombre haya visto jamás. Un cuerpo es un cuerpo. Puedo apreciar su figura
empíricamente, en todas sus curvas y suavidad, y no significa que quiera colgarme
de los candelabros con ella, o incluso follarla en una mesa.
Cuando me ve, me saluda con la mano y me llama para que entre a la tienda
de dulces.
Voy y se me hace la boca agua solo porque me gustan las cosas dulces.
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Josie balancea un pez rojo frente a mí.
—Lo atrapé hoy —dice con un gesto jactancioso ante la pequeña golosina en
su mano—. Recién salido de los estantes de la tienda de dulces.
—¿Se resistió?
—¿Estás listo?
Abro mi boca.
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—Mételo, nena.
—Nunca miento sobre las golosinas. Como este caso. ¿Recuerdas la vez que
hiciste esas galletas con chispas de chocolate que contenían el peor alimento del
mundo?
Libero mi agarre de su boca y ella pone los ojos en blanco y luego gesticula
pasas.
Me encojo.
—De todos modos, estos rollos de sushi son lo contrario. Son perfectos. Pero,
¿por qué necesitas tomar una clase? ¿Por qué no seguir una receta?
Su respuesta es simple.
—Me gusta tomar clases y quiero que estos postres sean los mejores. Además,
la mujer que dirige esa tienda de dulces tiene los mejores dulces. Esos no son
Pescados Suecos normales que se pueden comprar en una tienda de comestibles.
Están hechos a mano con la receta de su familia. Por eso quería que te encontraras
conmigo en cuanto terminara la clase. Para probarlos frescos.
Ella asiente con entusiasmo y extiende sus manos, el anillo plateado en forma
de corazón en su dedo índice brillando bajo el sol de la tarde.
Articulo un gracias.
—Ah, pero nunca has probado mi macaron de pomelo. Lo haré para ti luego.
Es delicioso. Lo prometo —dice, luego estira la mano para apretar su cola de caballo.
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Su cabello castaño oscuro está veteado de rosa cerca de las puntas. Normalmente,
los tonos de colores brillantes en los bucles no me provocan nada, pero en Josie,
simplemente funciona. Se adapta a su personalidad. Ella es brillante y extrovertida.
Amistosa y feliz. Es exactamente el tipo de persona que puede lucir el cabello con
mechas rosadas y vender pasteles, galletas y barras de siete capas en una alegre
panadería en el Upper West Side, además de dulces de sushi.
Ella tiene toda la apariencia: las curvas suaves, la sonrisa acogedora, los ojos
cálidos, el cabello divertido y la actitud animada. Como si fuera una sorpresa, esta
mujer se convirtió en una de mis amigas más cercanas después de que la conocí hace
unos diez años. Es imposible no gustarte Josie.
Ella me da dos golosinas más para probar y ninguna de las dos hace flotar mi
bote. Le digo eso cada vez y ella simplemente asiente y dice gracias. Metiendo la
mano en la bolsa, agarra lo que parece un rollo de sushi Twinkie envuelto en
caramelo para representar las algas.
—Prueba este —dice, entregándome una rebanada mientras la brisa de verano
agita las ramas de un árbol cercano.
Me guiña un ojo.
—¿No lo sabes? Todo lo que sabe bien es malo para ti. Además, no es un
Twinkie Twinkie —agrega, señalando el postre de sushi.
—¿Qué es? ¿El primo bastardo de un Twinkie? ¿Un Winkie Twinkie? ¿Un
Twinkie pervertido?
—Me alegra que te guste —dice Josie con una sonrisa—. Y ahora has acabado
tu debida diligencia como mi probador de sabores favorito. ¿Tienes idea de lo terrible
que fue para mí cuando estabas en África?
—Fue duro, Chase —dice, con un aspecto serio mientras se burla de mí—.
Solo tuve que tomarlo con calma para pasarlo.
Josie me lanza una mirada que me dice que es la idea más loca.
—Pero eso ni siquiera se compara con la señora que quería saber si el edificio
permitía serpientes.
Ella se estremece.
—Me hincharía.
—Apenas.
Extiende una mano y me palmea el vientre. Es plano como una tabla. Hago
mucho ejercicio. Además, camino o voy en bicicleta por toda la ciudad. Me gusta
mantenerme ocupado. Mi mamá dijo que cuando era niño, era una máquina de
movimiento perpetuo. También me llamó enérgico, siempre encendido y
exasperante. Y no necesariamente en ese orden. Pero es por eso que la medicina me
queda tan bien, y por eso también elegí la sala de urgencias para mi práctica. Me
mantiene alerta, me mantiene ocupado, me mantiene en movimiento. Es un desafío
físico y mental.
—Si tan solo fueras una chica. —Josie suspira abatida—. Serías el compañero
de piso perfecto.
—Si tan solo fuera una chica, jugaría con mis tetas todo el día.
—No lo harías.
—Lo haría.
Ella me golpea. 18
—Eres ridículo. —Inclina la cabeza cuando un pájaro canta en un árbol
cercano—. Pero ya basta de mí. Debes tener buenas noticias en el frente de
apartamento a estas alturas. ¿Conseguiste el lugar en Chelsea que estabas esperando?
Su mandíbula cae.
—¿De verdad?
Asiento.
—Sí, de verdad. Estoy seguro de que fue una oferta genuina, ya que ella me
dijo que también hace un ceviche excelente. ¿Por qué más mencionarías el ceviche?
Claramente, lo estaba usando como señuelo.
Josie frunce el ceño.
—Tú ganas. Eso es más loco que la dama del toque de queda, la dama
serpiente o la dama de nada de hornear.
Esta podría ser la respuesta. Santa mierda. Esta podría ser la maldita
respuesta, y no tendré que renunciar a un bazo, un riñón o mi amor por el sexo uno
a uno a cambio de poliamor.
Asiento vigorosamente.
—Quiero decir, ¿ha habido alguna vez un chico y una amiga que se lleven tan
bien como nosotros?
—Lo otro mejor es que todos tendremos nuestro espacio. Como trabajo
temprano, no estaríamos uno encima del otro cada segundo.
—Solo estaríamos uno encima del otro unos segundos al día —le respondo,
porque eso era demasiado bueno para resistirlo. Luego, para venderme más, porque
este es el boleto dorado para los dos, agrego—: También soy increíblemente bueno
para alcanzar objetos en estantes altos, abrir botellas de champán, sacar la basura y
cualquier otra tarea masculina que quieras lanzar en mi dirección. Por no hablar de
coser heridas y reiniciar corazones.
Se lleva un dedo a los labios.
—Las tareas masculinas pueden ser útiles. Además, tengo al menos dos
docenas de botellas de champán sin abrir clamando por tu atención.
Levanto un puño.
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De las páginas del recetario de Josie
Ingredientes:
1 cucharada de mantequilla
12 malvaviscos (Pero, por favor, usa del tipo que es sin gelatina, porque
gelatina = asqueroso. Y como dice mi amigo Spencer, los dulces de carne
no son una cosa).
4 rollitos de frutas
Instrucciones: 22
1. Derrite la mantequilla en una cacerola mediana a fuego lento y agrega
los malvaviscos. Revuelve los malvaviscos hasta que se derritan por
completo.
3. Estira los rollitos de frutas. Coloca 1/4 del cereal recubierto en cada
rollo de fruta y extiéndelo.
2
Pescado sueco se refiere a unos pescaditos dulces como de gelatina.
4. Coloca una línea de pescado sobre el cereal recubierto.
Paso opcional: Date una palmadita en la espalda por tener la idea más
excelente de compartir un apartamento con un buen amigo que te hace reír y ayuda
con tu negocio. Encajamos tan bien.
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Josie y yo caminamos por la ciudad como dos generales conquistadores que
unieron fuerzas en el campo de batalla de las propiedades inmobiliarias de Nueva
York. Ahora dejamos atrás la matanza mientras establecemos la ley de nuestro nuevo
futuro.
—No tengo muchas reglas, pero seré franca. No me gustan los calcetines
sucios, así que, por favor, no seas un cerdo —me dice Josie mientras sus sandalias
hacen clic en la acera camino a su casa en Murray Hill. Su minifalda muestra sus
piernas desnudas, tonificadas por la liga de recreación de fútbol en la que juega.
Aunque no estoy fijándome en sus piernas. Sus piernas fuertes y bien formadas.
Frunzo el ceño.
Me mira de reojo.
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—¿Y eres hetero?
—No perturbaré tu sueño con heavy metal, o con mis audiolibros sonando
fuerte —digo cuando llegamos al paso de peatones y esperamos que el hombrecito
en el letrero se ponga verde—. Además, me encantan los auriculares. Mi relación con
mis auriculares es posiblemente la más larga que he tenido.
Eso supera al de un año con mi ex, una compañera médica llamada Adele, e
incluso eso duró unos once meses más de lo que debería. Una nube oscura se cierne
al borde de mis pensamientos; no me gusta pensar en la chica que alguna vez fue mi
mejor amiga. Básicamente trato de nunca pensar en Adele, si puedo evitarlo.
—Mi boca es muy talentosa. ¿Y sabías que mi lengua tiene una resistencia
increíble?
Nos conocemos desde hace años, y Josie y yo nos llevamos bien desde el
primer día. Cuando visité la casa de sus padres en la ciudad de Nueva York con
Wyatt durante mi tercer año de universidad, hicimos clic al instante. La primera vez
que entré por la puerta de la casa de piedra rojiza de la familia en el Upper West Side,
ni siquiera dudó en abrazarme y darme la bienvenida a la casa. Después de ese
abrazo, empujó un plato de mini panquecitos hacia mí y el resto fue historia.
Ella estaba en su casa de la universidad al mismo tiempo que yo, y una de las 26
razones por las que nos llevamos tan bien es que tenemos prácticamente la misma
edad. Me salté dos grados cuando era niño, así que terminé comenzando la
universidad a los dieciséis. Wyatt y yo estábamos en la misma clase de graduación
en la escuela, pero él es dos años mayor. De todos modos, pasé muchos fines de
semana en la casa de Wyatt, ya que mis padres viven fuera de Seattle y yo asistía a
la escuela cerca de Manhattan. Junto con Nick, el hermano gemelo de Wyatt, todos
pasábamos el rato juntos esos fines de semana largos, viendo películas y paseando
por la ciudad, escuchando bandas y visitando, irónicamente, por supuesto, trampas
para turistas como el museo de cera en Times Square para colarnos en tantas fotos
como sea posible.
En los clubes, Nick y Wyatt nos hicieron pasar un mal rato a Josie y a mí
porque no teníamos edad suficiente para beber. A nuestro favor, sin embargo,
descubrimos que formamos un poderoso equipo de Scrabble y aplastamos a los
gemelos Hammer en nuestros juegos. Conocía las palabras científicas asesinas como
“disnea” y “zigocidad”, y Josie, la licenciada en letras, los mataba con su amor por
las palabras, incluido su dominio del Scrabble de dos letras. Destruimos a esos
cabrones una noche en un juego de nueve letras con un puñetazo de “diplococos” y
“Qi”.
¿El premio?
Tuvieron que salir a comprarnos cerveza. La victoria nunca había sabido tan
bien.
Además, he estado allí y aprendí de la manera más difícil que entablar una
relación con una mujer de la que eres amigo solo puede terminar en un desamor.
Gracias, Adele, por esa pequeña lección. No volveré a ir allí. Jamás.
—Pero hay una cosa que quiero preguntar de mi lista de preguntas sobre
compañeros de piso.
—¿Cuál es tu situación romántica? Eso es algo que es bueno saber para dos
personas a punto de vivir juntas, ¿no crees?
Sus ojos se encuentran con los míos. La pregunta me parece extraña. ¿No
conoce mi situación romántica? 27
—No quería asumir nada. Es posible que hayas conocido a una jovencita
anoche —dice a la ligera.
Me rio.
—Nop. Anoche recorrí cuarenta kilómetros con Max después del trabajo.
Preparándome para la carrera que vamos a hacer al final del verano. —Levanto la
barbilla hacia ella, luego algo se me pega en la garganta mientras lo fuerzo a salir—.
¿Y tú? ¿Estás involucrada románticamente con alguien?
¿Por qué suena como si estuviera gruñendo? ¿Y por qué estoy apretando los
puños, esperando que me diga que no?
Niega con la cabeza mientras cruzamos la avenida y nos dirigimos hacia su
apartamento. No he visto su vivienda antes, pero sé dónde vive en la ciudad. Se mudó
cuando yo estaba en África.
—Nop.
—¿Por qué no? Así es como se conoce la gente en estos días. —Ella me hace
un gesto—. ¿Dónde conoces mujeres?
La mayoría de las mujeres con las que he estado involucrado en mis veintes
han sido doctoras o enfermeras, para ser honesto, o chicas que conocí en un bar y me
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follé. Oye, pasa. Sin embargo, no le digo todo eso a Josie.
Se ríe.
En cierto modo, lo hizo. A decir verdad, no le había dado vueltas a esta parte
de la ecuación del compañero de piso. Aunque no pensé que ninguno de los dos sería
monje y practicaría el celibato, tampoco había tenido en cuenta el impacto de la vida
amorosa de otra persona. Mierda, ahora tengo que pensar en los matices de que traiga
tipos a casa. Como encontrar un calcetín en el pomo de la puerta cuando salgo para
el trabajo. Esa imagen no me sienta bien.
Casi tropiezo con una grieta en la acera. Ella se vería bien en tanga negra. Se
vería bien en una rosa. Una blanca. Cualquier color. Oh, maldición, y pronto incluso
ella podría caminar por el apartamento en solo…
—No creo que ninguno de los dos quiera que nos pillen con los pantalones
abajo. Seamos honestos. Estaba buscando una compañera de piso porque es más fácil
para una mujer vivir con una mujer. La misma razón por la que buscabas tu propio
lugar. Pero ninguno de los dos tuvo suerte. Ahora, solo tenemos que ser reflexivos y
considerados con el hecho de que somos un hombre y una mujer que somos buenos
amigos que viven juntos, y tendremos que adaptarnos a cosas como que la otra
persona esté saliendo y yo posiblemente trayendo a casa un chico o tú potencialmente
trayendo a casa a una chica, ¿verdad?
—Exactamente.
—¿Como oricteropo? Siempre pensé que oricteropo sería una palabra clave
increíble porque es completamente obvio que es una palabra clave.
—No lo sé. Como si tal vez si te estás duchando cuando llegue a casa, ¿cómo
sabré que no tengo que ir al baño?
Frunzo el ceño.
Ohhhhhh.
Ahora lo entiendo.
Finjo susurrar.
—Es broma, Josie —digo y la rodeo con un brazo—. Las cosas nunca serán
incómodas entre nosotros. Pero si alguna vez se ponen así, simplemente di “Pescado
sueco”. Esa será nuestra palabra segura.
Toco mi barbilla.
Mis cejas se disparan hacia la línea del cabello. Es del tamaño de… bueno, de
un colchón. La cama está pegada a la pared, y si la otra habitación es del mismo
tamaño que esta, eso significa que mi cama estará al lado de la suya.
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La risa de mi hermano resuena por todo Battery Park mientras engrasa la
cadena de su bicicleta. Una farola ilumina su trabajo. La mañana se insinúa en el
horizonte, pero el cielo sigue siendo azul oscuro antes del amanecer. Son las cinco y
media de un viernes y nos estamos preparando para montar.
—Síp. Eso. Y pensé que eras el genio de la familia. Pero debes haber olvidado
tomar una dosis de sentido común el otro día —dice mientras hace girar la cadena.
Max construye autos personalizados para ganarse la vida, por lo que este tipo
de preparación previa al paseo es parte de su libro de reglas. Además, el
entrenamiento de hoy requiere cuarenta y ocho kilómetros, y queremos asegurarnos 32
de que los vehículos de dos ruedas puedan manejar eso. Con este paseo de los ciento
cincuenta kilómetros acercándose, tenemos que estar preparados. De ahí el
comenzar a la madrugada. Estamos en un equipo que está recaudando dinero para
una mejor atención médica para los veteranos.
—Esta elección es cien por ciento de sentido común. Hemos sido amigos
desde siempre y ambos necesitamos un lugar para vivir. Además, me echaste.
Max también se pone de pie, irguiéndose en toda su altura. Soy un tipo alto,
pero es más alto que mi metro ochenta y dos y más ancho. Básicamente, es la
definición de intimidación, especialmente cuando agregas los músculos grandes y los
ojos oscuros. Pero es todo un osito de peluche para mí y siempre lo ha sido, por lo
que el aspecto descomunal no funciona.
Señala mi pecho.
—No te eché. Te dije que eras bienvenido a quedarte en el regazo del lujo de
tu hermano mayor todo el tiempo que quisieras —dice, señalando detrás de él al
edificio de gran altura dulce como el pecado en el que vive. Ya recorrí algunos
kilómetros en el centro para encontrarlo aquí.
—Nah. Demasiado lejos de Mercy. Josie está más cerca. Solo me toma diez
minutos llegar al trabajo desde su casa, en lugar de treinta desde aquí.
—No creo que los veinte minutos extra ida y vuelta valgan la pena que te
juntes con una chica que te atrae, hombre. Es una locura.
Frunzo el ceño.
Me sujeta con una mirada férrea. Bien, no es todo un oso de peluche. A veces
es un imbécil, como cuando intenta mirarme con ojos serios.
—Creo que es sexy. —Él sonríe, pero levanto un dedo para corregirlo—.
Sobre una base puramente científica y empírica.
—¿Por qué crees que no puedo esperar para vivir con ella? Me agrada. Ella es
asombrosa.
Niega con la cabeza a medida que cobramos velocidad, ahora yendo lado a
lado en el camino.
—No. Porque ahora estás subiendo un nivel y hay algo que sucede cuando le
echas gasolina a algo y luego enciendes un fósforo.
—Oh, ¿sí? —Adopto un tono simplón—. ¿Qué es eso que pasa? Acaso… No
lo sé… ¿se incendia?
Resopla.
Nuestras ruedas giran más rápido a medida que navegamos por el camino de
concreto liso, virando con cuidado alrededor de corredores y gente haciendo
caminatas rápidas.
Paso los siguientes cuarenta y ocho kilómetros manteniendo un ritmo que está
un par de longitudes de bicicleta por delante de mi hermano mayor. Cuando 34
terminamos, mi corazón late rápido y el sudor se desliza por mi frente. Desmonto
donde empezamos, en Battery Park y él hace lo mismo.
Miro mi reloj.
Tengo una hora hasta que sea mi turno en el Mercy. Los viernes suelen ser
días ocupados en la sala de urgencias. La acción se calienta, especialmente un viernes
por la tarde. Esta podría ser mi única comida hoy.
—Vamos a hacerlo.
—Ah, y por cierto, así es exactamente como me las arreglaré viviendo con
Josie, como lo hice estando delante de ti todo el viaje. Me adelantaré a las posibles
complicaciones —digo mientras nos dirigimos a nuestro restaurante favorito al otro
lado de la calle.
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Señalo el soporte de madera curvo con un gancho en la parte superior.
—Puedo leer. No necesito saber qué. Necesito saber por qué. —Empujo el
objeto en el estante de Bed Bath & Beyond, también conocido como el Nexo de las
Cosas Innecesarias. Estoy bastante seguro de que hay algún tipo de vórtice o campo
de fuerza justo en el medio de esta tienda que atrae todos los artículos para el hogar
raros, extraños e insólitos—. ¿Por qué no pueden ponerse en la encimera de la cocina?
O, ¿qué tal en un cuenco?
—¿Quizás a las bananas les gusta colgar? —sugiere—. ¿Colgar libres y todo
eso?
Es la una de la tarde y me acabo de mudar esta mañana. Eso tomó dos horas.
Pasar mis veintes en la escuela de medicina y como residente me dio muy poco
tiempo para adquirir cosas, por lo que la mayoría de mis posesiones caben en una
bolsa de lona. Tengo muy poco. Ni siquiera sábanas para una cama tamaño
matrimonial. Ergo, voy a pasar el sábado en Bed Bath & Beyond, que es un poco como
leer una publicación de Buzzfeed titulada “Diez cosas que nunca usaré”.
Más como quinientas. Espera. Que sean quinientas uno, porque acabo de ver
el nuevo elemento número uno en la lista.
Asiento vigorosamente.
—Y luego dejarás que los invitados se turnen para golpearme en la cara por
ser todo un idiota por tener un soplete para crème brûlée.
—Si alguna vez tengo un soplete de crème brûlée, tienes carta blanca para
golpearme, Josie. Realmente deberías. —Dejo el soplete en el estante y tomo su
mano, apretándola con fuerza en la mía—. Prométemelo. De hoy en adelante.
Prométeme que me darás un puñetazo si alguna vez tengo un soplete de crème
brûlée, un corbatero giratorio o más de un tipo de rallador de queso. Esto es parte de
nuestro pacto de compañero de piso.
Ella aprieta mi mano con más fuerza, sus ojos verdes brillando con absoluta
seriedad.
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—Juro solemnemente golpearte bajo todas las circunstancias antes
mencionadas. Como prueba de nuestra amistad y solidaridad con los compañeros de
piso.
—Eres una santa —le digo, luego envuelvo una mano alrededor de su cabeza
y la acerco para darle un beso rápido en la frente.
Y hola, dulce y sexy aroma de Josie. ¿Qué es este delicioso olor? Es… oh,
maldición. Cerezas. Dios mío, huele a cerezas. Como la fruta perfecta de verano.
Como la fruta más traviesa. Y me pregunto si ese aroma a cereza es su loción facial,
su champú o su gel de baño.
Gel de baño.
Despiértate, Summers.
—Debo tenerlo.
—Sí. Pero necesito más. —Se da la vuelta y su mano se lanza en busca de otra
cosa—. Es un alisador de glaseado. Necesito uno nuevo. Gah, este pasillo es como
pornografía de panadería.
Sonríe alegremente.
La miro con los ojos entrecerrados, luego golpeo mi mano libre como si
estuviera tocando un timbre en un programa de juegos.
—Ganas esta ronda del Programa Nuevo Compañero de Piso. Porque, ¿quién
quiere comprar una monstruosidad para la encimera de la cocina para hacer wafles
una vez al año y luego no tener lugar para ponerla en nuestro diminuto apartamento
de Nueva York?
—Y no esta chica.
Maldita sea, somos los mejores en vivir juntos.
—Josie, aquí hay literalmente quinientos tipos de sábanas —digo, con tono
pesado.
—La elección es buena —dice, tocando su barbilla con el dedo mientras revisa
las opciones.
Contemplo las filas y filas de sábanas de color azul marino, negro, blanco,
punteado y otros estampados varoniles e inmediatamente me siento abrumado. ¿Por
qué es tan complicado comprar sábanas? Juro que reiniciar un corazón es más fácil
que averiguar el número de hilos adecuado.
—Pero cada uno dice que es mejor que el anterior. ¿Qué pasa si obtengo los
trescientos suaves? ¿Me preguntaré si el quinientos era el más suave después de todo?
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¿Y cuanto más grande mejor? ¿Necesito los ochocientos? ¿Cómo decido?
Niego con la cabeza. Por supuesto que ella tiene la cantidad justa de suavidad.
Debería ser suave. Las mujeres suelen ser suaves, eso es solo un simple hecho.
—¿Para qué?
Agarra un cojín azul rey con lentejuelas en los bordes y lo aprieta contra su
pecho.
—¿Eres un cojindófila?
—¡Mira!
—Los cojines son maravillosos. Podemos tomar una siesta con ellos,
abrazarlos, poner nuestros pies sobre ellos. Además —dice, meneando un dedo para
que me acerque más y bajando la voz a un susurro—, son amigos de las tetas.
Josie menea las cejas y retrocede hacia el pasillo junto a los cojines.
La sigo.
Gimo.
De modo audible.
—Érase una vez, tuve un cocodrilo de peluche. Era una criatura pequeña y
verde que vivía en mi cama, un regalo de cuando era más joven y estaba enamorada
de los libros de Lyle, Lyle, Crocodile. Lo hacía hablar y lo nombré Lyle Lyle también.
—Inteligente.
Ella asiente y abraza el cojín verde con más fuerza entre sus pechos.
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—¿Por qué dormías con él? —pregunto porque la respuesta se me escapa.
—Porque cuando duermes de lado, las chicas se caen una encima de la otra y
se aplastan entre sí. Puede ser un poco incómodo.
Levanto mi antebrazo.
Ella me golpea.
—Verde.
—Y están aquí.
—¿Te he dicho alguna vez que doy regalos increíbles? Es un talento especial
mío.
Pone los ojos en blanco, pero cuando nos vamos, deja ir las burlas y deposita
un suave beso en mi mejilla.
—Gracias por los increíbles regalos. Eso fue muy dulce de tu parte.
Más tarde, mientras pasamos nuestra primera noche juntos como compañeros
de piso, estoy extrañamente celoso de un cojín.
Pero una semana después de eso, no son de los cojines de los que estoy celoso.
43
De las páginas del recetario de Josie
Ingredientes:
Instrucciones:
2. Ponle la tapa.
Instrucciones especiales: Resiste colocar los pies sobre las piernas de Chase.
Abstente de acurrucarte junto a él. Mantén tus manos fuera de ese cabello. Ese
cabello castaño dorado, ligeramente ondulado, se ve tan jodidamente suave. Son
amigos y te gusta pasar el rato con él. Es así de simple, y no presumas que la amistad
significa que tienes la oportunidad de tocar su cabello. A pesar de que realmente,
realmente, realmente quieres tocar su cabello.
Seis cosas que he aprendido sobre las mujeres viviendo con una…
Uno
—Hay medio rollo —digo, porque eso es bueno para tres días, ¿verdad?
No.
Me equivoco.
Lo usa para quitarse el maquillaje. Lo usa para limpiar el agua del lavabo del
baño. Lo usa para quitar el polvo. Sí, dobla un trozo de papel higiénico y limpia los
estantes con él. Ella lo desenvuelve con sus patitas felinas. Lo usa cuando se suena
la nariz, lo cual, dicho sea de paso, es algo adorable ya que hace un pequeño chillido.
Dos
Cabello.
—Pavorreal —murmuró.
—Es muy difícil sonar como si me estuvieras insultando cuando dices esa
palabra.
—Ding dong.
Me encogí de hombros.
Fruncí el ceño.
—Estás tratando de insultarme. Estoy tan triste —dije, luego metí la mano en
el frasco y me comí un pepinillo.
—¿Embarazado?
Me estremecí.
—Horrores.
Cuatro
Pero las hace. Estas palomitas de maíz son deliciosas y las masticamos
durante todo el camino a través de un festival compulsivo de Ballers, Vice Principals y
Veep en HBO. Cuando llegamos al final, hago sonar el cuenco y luego finjo buscar
más, olfateando el interior.
—Eres como un perro —dice—. El perro que lame su plato de comida cuando
termina por si acaso se le escapa una miga.
—Voy a interrumpirte
Pone los pies sobre la mesa de café. Luego se mueve un poco y los coloca
sobre mí.
Miro sus pies. Sus uñas de los pies están pintadas de azul zafiro. Sus pies son
47
pequeños y delgados. Mis ojos se posan en la parte superior de su pie y casi salen de
mi cabeza cuando veo la recompensa.
—¿Qué?
Ella parpadea.
—¿Eres un vampiro?
—No. Solo soy un aficionado a todos los sistemas del cuerpo. Podrías donar
sangre de tu puto pie.
Tiro de este hacia mi boca.
—Estás loco.
—¿Qué otras gloriosas venas vivificantes estás escondiendo? Déjame ver tus
brazos.
—Bien.
—Esto —le digo, tocando una vena en su antebrazo—. Podrías salvar países
con esta extremidad.
—¿Hablas en serio?
48
—Sí. Esta es una vena de clase mundial, Josie. Esto es como una mina de
diamantes. Hombre, si no pensara que eras el ombligo del mundo, solo ver tus venas
sellaría el trato. Por favor, dime que eres donante de sangre.
Ella asiente.
—No me excites.
—Eres lo peor.
—Lo sé.
Se sienta y pregunta:
Ella sonríe.
—Por supuesto —dice, su tono serio—. Eso debe haber sido muy difícil.
—Lo fue. Pero a un nivel más personal, ya que creo que eso es lo que estás
preguntando, yo diría que extrañaba a los amigos —digo con un suspiro—.
Extrañaba a Max, aunque sea un dolor, y a Wyatt también. Extrañaba hablar con
amigos que no estaban en medicina. Simplemente charlar sobre algo que no sea el
trabajo o cosas de médico.
Asiento.
—¿De verdad?
Asiento.
—Sí. Fue una experiencia increíble estar allí, pero extrañaba mi hogar, y
recibir tus notas era como recibir un pedacito de Nueva York cada vez que escribías.
Como la vez que me hablaste de la mujer que pidió un pastel por sus perros. Cuando
lo recogió, dijo: “Mis perros me pidieron un pastel”.
Josie se ríe.
—¿Enfermeras?
Una tirantez atraviesa su voz. No había escuchado ese tono antes. Por una
fracción de segundo suena casi como celos. Pero eso es ridículo. Hemos sido amigos
durante demasiado tiempo para que las cosas cambien entre nosotros.
—Sí. Ella era un desmadre. Siempre contando historias divertidas sobre los
chicos en casa. Y un médico de Inglaterra, George. Y otro doctor de Nueva Zelanda.
Su nombre era Dominic y tenía el perfecto sentido del humor inexpresivo. Ese era
nuestro equipo.
Aparto la mirada de su brazo y encuentro sus ojos verdes. Hay algo diferente
en ellos. Algo que no he visto antes. No sé qué es. No puedo nombrarlo.
No estoy del todo seguro de por qué estoy confesando en este momento, pero
aquí, con esos ojos muy abiertos mirando fijamente a los míos, no puedo evitarlo.
Su boca se alza.
—Lo sé.
—¿No te importa?
Se inclina hacia adelante y pasa una mano por mi cabello. ¿Esa extraña
sensación? Se duplica. Se triplica. Se multiplica exponencialmente.
—No. Pero creo que algún día te verás bien con el cabello rosado.
Cinco
Los olores.
La otra cosa de vivir con una mujer es que todo huele bien. El baño es como
un fumadero de opio de delicias femeninas. La mayoría de los días, Josie se despierta 51
antes que yo y se va justo cuando yo me levanto. Cuando entro al baño, es como
entrar en la guarida de la feminidad.
Me detengo e inhalo.
¿Qué? ¿Me culpas? Me despierto duro y estoy solo bajo una lluvia caliente.
Por supuesto que hago algunos trabajos manuales por la mañana.
Seis
Esa es otra cosa de vivir con una mujer con la que un hombre tiene que luchar.
Algo que no puede evitar.
Erección mañanera.
Porque…
—Buenos días, Josie —digo con voz ronca por la hora y la vista.
Me encojo de hombros.
52
—Quiero decir, es una muy buena mañana, ciertamente.
Josie sonríe y no puedo evitar notar que me mira un poco más de lo que cabría
esperar. No puedo decir que eso me moleste.
Pero esa noche no es tan buena cuando me entero de lo que más apesta de
tener una compañera de cuarto como Josie.
—¡Oye!
—¿Sí?
—Por favor, no me digas que vas a salir con alguien que crees que te va a
desmembrar.
—No es gracioso.
—¿Y si pone un lazo encima? ¿Como un regalo? —Se acerca y adopta el estilo
de narrador de Vincent Price—. Me va a cortar en pedazos pequeños y me va a dar de
comer a los guepardos.
Coloca las manos en sus caderas. Lleva una blusa blanca de cuello redondo y
un par de jeans ajustados. Su cita no la merece. No sé quién es, qué hace ni nada
sobre él, pero no es necesario. Él no se merece a esta mujer increíble productora de
humor, de gran corazón, glorioso pecho y talentosa en la cocina.
—Lo siento.
—Pero en serio. Tengo que pedir un favor. —No hay broma en su tono.
Y lo haré.
—¿Cómo qué?
Cuando lo dice así, ¿cómo puedo albergar una bola de frustración por sus
citas? Podría pensar que es una bebé, pero ante todo es mi amiga. Una de mis mejores
amigas. Atravieso el piso de madera, la rodeo con un brazo y la acerco para
tranquilizarla.
Por otra parte, solo estoy siendo territorial, me digo. Soy un león que protege
mi manada.
¿Nena?
—Gracias —dice cuando nos separamos—. Es todo esto de las citas en línea…
—Respira hondo—. Está plagado de desafíos. Salí con alguien hace unos meses y,
bueno, digamos que no funcionó.
—Apóyate en mí.
Empuja su hombro contra el mío y mi corazón late más rápido. Como, mucho
más rápido que la frecuencia cardíaca normal en reposo. Eso es extraño. Pero me
digo a mí mismo que el ritmo acelerado proviene de un lugar más simple: del deseo
humano de ser necesitado. La mejor chica que conozco me necesita para ser su chico
confiable y estable. Eso es lo que seré para ella. No seré el tipo que piensa en su
pecho, sus piernas o su cabello embriagador. Demonios, ya sé que llevar una amistad
a algo más puede arruinar todo tipo de cosas.
Incluido el corazón.
La señalo.
—Para ti, hago visitas a domicilio. El médico siempre está dispuesto.
Tomo la botella.
Hago una pausa por un segundo, sin saber si debería decir lo que está
haciendo.
—Salió.
—Síp. Al igual que mi hermana no tenía citas —dice, dándole una mirada
aguda de “te atrapé” ya que Nick se comprometió con la hermana de Spencer,
Harper.
—Bien, bien.
—¿Quién es el afortunado esta noche y cuándo tenemos que darle una paliza?
Me encojo de hombros.
—No lo sé.
Me mira fijamente.
—¿No lo sabes?
—En serio, hombre. Cuida a Josie. Salió con un chico la primavera pasada
que realmente la lastimó.
—¿Quién es este idiota? ¿El tipo con el que sale esta noche? ¿Henry?
—No Henry. No tengo todos los detalles. Ella le contó a Natalie, pero
básicamente este chico que conoció en línea la cortejó por completo, y cuando se
conocieron en persona, quedó claro que lo único que quería era…
—Sí, yo también.
—¿Qué pasó?
—Clásico —coincide Wyatt—. Juro que si ella me hubiera dicho quién era 58
probablemente lo habría matado, y ni siquiera es como si hubiera cometido el peor
pecado de la vida. Pero lastimó a mi hermana. Ergo…
¿Este rol ahora? Eso es lo que importa. Es una jungla allá afuera, y si hay algo
que pueda hacer para ayudar a Josie Hammer a navegar a través de ella, lo haré.
Puedo olfatear a un idiota. Puedo protegerla de los cabrones del mundo.
Cuando me llama un poco más tarde, tengo mi primera tarea.
—Mi cita. Henry. Se está ahogando y apenas puede hablar, y tiene un inyector
de epinefrina en la mano, pero está luchando por usarlo. ¿Lo apuñalo en su muslo?
—Sí —digo, muy seriamente al tiempo que salgo del ruidoso salón de billar.
Le enviaré un mensaje de texto a Wyatt más tarde y le haré saber a dónde fui—. Es
fácil. Clávalo en su muslo, haz clic y estaré allí en cinco minutos.
—Absolutamente.
Una vez dentro, rápidamente encuentro a Josie con un tipo hípster barbudo y
59
me hago cargo en lugar de ella. Lo ayudo a salir del bar y lo llevamos a la sala de
emergencias más cercana.
Dos horas después, dejamos a Henry sano y salvo con los médicos y
enfermeras. Ellos se ocuparán de él ahora y se asegurarán de que esté bien.
Ingredientes:
2 huevos
2 tazas de harina
1½ taza de leche
Instrucciones:
61
En la calle, Josie suelta un gran suspiro de alivio, luego coloca sus manos
sobre mis hombros.
Aprieta mis hombros con más fuerza, sus ojos clavados en mí.
No fue todo, ni siquiera cerca, pero no puedo negar que mi corazón se acelera
por el cumplido. Ojalá no me hubiera gustado tanto.
62
Ella inclina su cabeza.
—Y llevo el título con orgullo —digo, haciendo todo lo posible por pensar en
los wafles, no comiéndomelos de Josie. Aunque apuesto a que es la mejor manera de
comer wafles.
—No. Obviamente no me agradan todos. Pero no tengo un tipo físico per se.
Claro, guapo está bien, pero no es un requisito previo que tenga tatuajes o no, o barba
63
o no, o músculos fornidos o no, o cabello rojo o no, como ejemplos.
Paso una mano por mi cabello, incapaz de resistirme a coquetear con ella,
incluso ahora.
—Sí, y cálidos ojos color avellana, y una bonita mandíbula cuadrada, brazos
fuertes y un vientre plano —dice, dejándose ir, y mis ojos se agrandan ante la letanía
de cumplidos mientras mi cuerpo disfruta de la idea de un momento donde ella meta
mano.
Se ríe.
—Bueno, ahora que mencionaste las características adicionales…
Me señalo a mí mismo.
—Además, debería ser capaz de aguantar los cacahuetes, ¿verdad? Por cierto,
resulta que los amo.
Se ríe.
—Es estúpido.
—No es estúpido.
Siempre.
—Sí.
—Y este tipo, Damien, era así. Lo conocí en un sitio en línea y realmente nos
llevamos bien. Conectamos en todo. Mismo sentido del humor, mismo amor por los
libros. Incluso le gustaba el Scrabble.
—La pasamos muy bien charlando en línea. Charlábamos hasta altas horas
de la madrugada sobre cualquier tema. Cambió su estado a explorando una nueva
relación. Y salimos un par de veces. Fueron todas estas citas idílicas y aparentemente
perfectas —dice y ya odio a Damien con un odio profundo—. Fuimos a un piano
bar, e incluso cuando me escuchó cantar en voz baja, no se burló de mí. —Muestra
una sonrisa cansada—. Y sabes lo terrible que soy.
Su sonrisa se agranda.
—Él no sabe nada de eso. Eres el único que conoce esa historia de terror.
—Cuéntame.
65
—Cada estudiante tenía que cantar “Scotland’s Burning” frente al grupo, y
cuando fue mi turno, entré en el medio del círculo, abrí la boca y canté, “Escocia está
ardiendo, Escocia está ardiendo, cuidado, cuidado”. Y estaba segura de que sonaba
bien. Hasta que la maestra se tapó los oídos.
—Auch.
—El verdadero auch fue cuando la maestra de música dijo: “Solo articula las
palabras, criatura. Solo articula las palabras”.
Ella imitó aplastar un insecto con la mano y luego cantó una línea de la
canción. Estaba penosamente desafinada, y yo me uní, cometiendo delitos musicales
iguales con mi terrible voz.
Mi odio por él se intensifica. Josie adora con locura ese libro. Y acabo de saber
que de alguna manera este idiota usó esa información para aprovecharse de ella.
—Me lo contaste todo el año pasado. Cuán destrozada estabas por el final.
Cómo te hizo pensar en tantas cosas.
—Lo hizo. No estoy diciendo que esté de acuerdo con las decisiones tomadas,
pero ese libro simplemente me conmovió —dice, palmeándose el corazón. Luego se
lleva la mano a la cabeza y se golpea la sien—. Y me hizo pensar.
Y aunque sabía que iba a venir, no puedo controlar al monstruo de ojos verdes
que se agita en mi vientre, luchando por liberarse.
—Fue bueno —dice, con total naturalidad, y la criatura sacude los barrotes,
pateando y gritando. Pero no cedo.
Asiente.
Sonríe.
Agarro el pimentero.
67
—Alinearía una docena de pimenteros fuera de la puerta, y acecharía en la
esquina hasta que tropezara con ellos, rompiéndose el cráneo en el proceso.
—Si realmente queremos torturarlo, lo haríamos a dúo —dice, sus ojos verdes
brillan con la perspectiva de una broma épica.
Levanto la mano para chocar los cinco. Ella golpea mi palma y luego
entrelaza sus dedos con los míos. Los aprieto, luego deslizo suavemente mis dedos
sobre la suave piel de su mano. Sus ojos parpadean con algo más ahora, un tipo
diferente de emoción, una que no le había visto antes, pero que descubro que quiero
ver más.
—Wafles para dos —dice con su fuerte acento de Long Island, reventando su
goma de mascar mientras sirve los platos.
Sonríe.
—Es verdad.
Se ríe.
68
—Estoy aprendiendo a leer las señales. Claramente, tengo un camino por
recorrer. Pero ahora estás aquí y tengo un traductor interno.
—¿Qué se necesita para tener una segunda cita con la inimitable Josie
Hammer? —pregunto mientras corto otro trozo de wafle—. Dime. ¿Qué es lo que
buscas en un hombre?
Ella ladea la cabeza. Me mira directamente a los ojos. Se lame los labios.
69
Cuando regresamos al apartamento, agarro su elegante computadora portátil
plateada de la mesa de café de madera. Es última hora de la tarde del sábado, pero
no me importa.
Agarra una cinta para el cabello de la mesa y se ata sus mechones de color
marrón claro en un nudo en la cabeza. Algunos mechones caen alrededor de su
rostro, enmarcando sus mejillas con mechones rosas. Sus labios están brillantes y se
me ocurre que debe haberse vuelto a aplicar el lápiz labial en algún momento. Quizás
cuando hice una parada de servicio en el baño de hombres en el restaurante. Estoy
seguro de que me habría dado cuenta de que se estaba poniendo un poco. Me habría
gustado la forma en que se veía cuando sus labios formaron una O. Me detengo
demasiado en esa letra y todas sus deliciosas posibilidades. Cómo se vería cuando su
boca se abriera de placer cuando gritara mi…
Despiértate, amigo. 70
—Demonios, sí.
No puedo dejar que vuelva a ser Damienzada. Garantizo que habría sido
capaz de notar que él era el tipo de idiota que haría esa mierda. Sin faltarle el respeto
a Josie, pero las chicas no siempre pueden notarlo. Hablo idioma hombre
perfectamente, y voy a traducirle para asegurarme de que obtenga lo que quiere y
merece en la vida.
Abre la pantalla, cambia a su sitio de citas y hace clic en una foto de perfil. El
tipo parece tener unos cuarenta años y sonríe como un agente inmobiliario.
—Este es Bob. Al parecer, me envió un mensaje esta noche.
La miro, me llevo las manos a las axilas y balanceo los hombros hacia
adelante y hacia atrás como un mono.
—Permíteme hacer los honores. —Paso mi dedo para cerrarlo por ella—.
¿Qué más tenemos?
—¿Es eso peor que lo que dices, “el médico está dispuesto”?
—Uno, no estoy en un sitio de citas en línea, así que no diría eso. Y dos, no.
Por eso, si alguna vez digo eso en un sitio de citas en línea, deberías golpearme en la
garganta.
Me encojo de hombros.
—Mira, no puedes borrar completamente la imbecilidad. Es como una
cucaracha. Sobrevivirá a una explosión nuclear. Es una cualidad muy tenaz en un
hombre. Encuentro que es mejor aceptar que hay niveles de imbecilidad con los que
uno puede vivir, que generalmente se manifiesta como arrogancia, confianza o
bravuconería. —Entrecierro los ojos—. ¿Estarás bien con esa dura realidad?
—Te voy a hacer una serie de preguntas. Aquí está la primera. ¿Saldrías
alguna vez con un chico al que le gusta usar tus bragas?
Se ríe.
—Esto es ridículo —me burlo. Estoy tan cerca de deslizarlo cuando una idea
malvada aterriza en mi cerebro—. ¿Puedo responder?
—¿Confías en mí?
—Sí. Pero…
—Nada que no te divertirá. —Coloco mis dedos sobre las teclas y luego
escribo, diciendo las palabras en voz alta—: Claro, pero solo si usa mis bragas en su
cabeza. Para trabajar.
Se tapa la boca con la mano, riendo. Lo tomo como una señal para seguir con
esta mierda.
Rayos si no estoy ansioso por saber qué la excita, pero ese no es el punto. Le
escribo al tipo del traje:
Asiento bruscamente.
—Estás en lo correcto.
—¿Por qué estás tan en contra de las citas en línea? ¿Es por Adele? ¿Qué pasó
con ella exactamente? Nunca supe por qué terminó.
Suspiro. Adele. Las cosas con ella terminaron hace dos años. Antes de África.
—Pensó que una de las enfermeras, una morena llamada Simone, era bastante
sexy y me preguntó si consideraría un trío. Honestamente, eso no era lo mío. Soy el
tipo de hombre de una sola mujer.
—¿No lo hiciste?
Me encojo de hombros.
—Por supuesto.
—Lo que me molestó fue que Adele, mi mejor amiga en ese momento, pasó
los siguientes meses teniendo una aventura sentimental con Simone.
—No sé si fue más o menos devastador que si ella también hubiera estado 75
engañándome físicamente. Todo lo que sé es que cuando rompió conmigo, me dijo
que estaba enamorada de Simone y que había estado involucrada emocionalmente con
ella desde el trío.
—Eso es duro.
Gran impacto.
Así es como aprendí de la manera difícil que llevar las amistades a otro nivel
solo resulta en dolor.
Mis músculos se tensan con ese nuevo recordatorio de mantener todos los
pensamientos sobre Josie en este nivel, el de la amistad.
—Estás tan tenso —dice en voz baja, luego mueve su cuerpo, moviéndose
detrás de mí, empujándome lejos del respaldo del sofá. Y antes de que me dé cuenta,
ella está frotando mis hombros.
Cariño. Nena.
Los dos hemos usado términos de cariño el uno por el otro esta noche. ¿Qué
diablos es eso?
Pero cuando sus pulgares se clavan en mis músculos, ya no pienso. Apago mi
mente y me rindo a la extraordinaria sensación de sus manos sobre mí. Gimo y
murmuro:
Puedo sentirla moviéndose detrás de mí. Acercando su rostro. Sus labios están
cerca de mi cabello.
Ella me hace sentir mucho mejor, aunque realmente no me sentía mal. Pero
me siento espectacular mientras trabaja mis hombros. Es mejor que bueno. Es bueno
en todas partes, incluso debajo de la línea Mason-Dixon, donde hay una estatua
enorme que indica lo mucho mejor que bueno que es esto.
Es excitante.
Es caliente.
La única cosa.
Y follándola.
Aunque solo soy su amigo, aunque lo mantengo a nivel, todas las señales en
mi cabeza y cuerpo apuntan a una agenda diferente.
Gracias de nuevo por venir al rescate este fin de semana pasado. ¿Qué haría yo sin
un amante de los frutos secos como tú?
a
Las próximas semanas en el hospital transcurren en un borrón de heridas de
bala, dolor de pecho, caídas de ducha, sobredosis de drogas, agua hirviendo y una
manzana donde no brilla el sol.
—Me gusta tenerlas cerca, de fácil acceso. Las manzanas son buenas para uno
—dijo, mientras explicaba su… predicamento.
—Parece que he adquirido una astilla —había dicho, del trozo de madera de
quince centímetros de largo en sus costillas.
Auch.
—Luego empezó a pujar y cuando salió el bebé, sus primeras palabras fueron:
“No es mío. Necesita volver con su mamá. Envíenlo de vuelta a su verdadera
mamá”.
Asiento.
—Sí.
Inclina la cabeza.
—Va a estar bien. El bebé está sano —digo, ya que eso es todo lo que sé.
—No lo sé del todo, pero confío en que las personas adecuadas los ayudarán a
ambos.
Miro su espalda.
—Ambos, supongo.
Asiento.
—No lo entiendo. ¿Cómo puedes separar todo tan fácilmente? ¿Cómo puedes
decir que estará bien cuando en realidad no lo sabes? 80
—Oye —le digo con calma, poniendo una mano en su brazo—. Tenemos
gente en el hospital que puede ayudar. Tenemos una gran trabajadora social.
Haremos todo lo que podamos. La única forma en que podía ayudarla médicamente
era concentrarme en lo físico. Ahora hay otros que la ayudarán, ¿de acuerdo?
—Maldición —murmuro.
Y espero. Y espero. Y espero.
Cuando suena el temporizador del horno, casi me imagino que el reloj interno
de panadera de Josie sonará y la convocará del baño. Pero después de sesenta
segundos, sigue sin aparecer, así que agarro una agarradera, saco la lasaña y la coloco
en una rejilla para enfriar. Mirándola durante un minuto, decido un plan de juego.
No sé por qué Josie está molesta, pero solo puedo arreglar lo que puedo.
El resto de la cena.
Mientras pongo los platos en la mesa junto con los tenedores, ella da la vuelta
a la esquina con un fajo de pañuelos en sus manos.
—Lo siento mucho —dice, su voz un hilillo por las lágrimas. Su expresión es
suave ahora y de disculpa—. No quise presionar tanto por un paciente tuyo.
Me acerco a ella.
—No eres tú. Yo solo… —Se limpia las mejillas con los pañuelos—. Acabo
de tener un largo día y se nos acabaron las barras de siete capas antes de lo que
81
habíamos anunciado para el especial del martes, y esta clienta entró y se enfureció
por completo, y dijo que iba a… —Se detiene para adoptar una voz maliciosa—,
“destrozarnos en Yelp”. Y sé que es algo pequeño en el esquema de todas las cosas
grandes, pero he trabajado tan duro para construir un buen negocio después de que
asumí el cargo de mi madre, y a veces todo lo que se necesita es una mala crítica para
destrozarte. Así que he estado esperando todo el día a que cayera el otro zapato, y
además de eso, el novio de mi amiga Lily está actuando como todo un idiota, y me
siento mal por ella porque todavía le gusta, pero él no merece su tiempo y quiero que
se dé cuenta. Y entonces estaba haciendo lasaña para tratar de dejar de pensar en eso.
—Sus palabras se derraman como si estuviera en un confesionario—. Y luego llegas
a casa y eres tan bueno separando todo, y no puedo hacer eso. Soy terrible en eso. —
Otra lágrima se desliza por su mejilla.
—No tienes que lidiar con las cosas de la forma en que yo las trato. Eres tú y
debes lidiar con ellas como necesites.
—Oh, para.
—Idiota —dice.
La miro a los ojos y, por un segundo, me siento tentado a pasar mi mano por
su cabello, rozar mis labios con los de ella, besarla suavemente para asegurarle que
estamos bien.
Luego me despierto.
Aun así, desearía poder decirle la verdad. Que cada vez me resulta más difícil
lograr este truco. Que ella desafía mi capacidad de compartimentar como nadie y
nada lo ha hecho. Todos mis instintos me dicen que la bese, que la toque, que la lleve
a la cama.
Oh, esa es otra cosa sobre vivir con una mujer. Se apoderan de todos los
espacios de baño disponibles. Mi hermana Mia también era así, así que de
adolescente aprendí a sobrevivir con muy poco espacio. Aquí, con Josie, me las
arreglé para reclamar los derechos de okupa sobre un rincón del botiquín donde viven
mi desodorante y mi crema de afeitar. ¿El resto? Ella ha invadido todo eso.
—Entra —dice, y cuando abro la puerta del todo, no estoy listo para tomar
esta prueba. De ninguna puta manera puedo pasarla.
—¿Necesitabas una toalla para combinar con el paño de cocina que estás
usando? —pregunto, porque la producción de humor es la única forma en que puedo
lidiar con el hecho de que ella tiene la toalla más pequeña del mundo ceñida a sus
tetas.
—Oh —dice, mirando hacia abajo mientras tira hacia arriba la tela—. Día de
lavado. La única toalla que quedaba era esta. Creo que podría ser una toalla de mano.
—Seguro —digo, mientras trata de ajustar el material azul que cubre sus
preciadas posesiones y se golpea la parte superior del muslo en el otro extremo.
Cuando lo hace, mata todo mi buen trabajo de los últimos días porque termina
revelando aún más de esa carne perfecta y cremosa. La turgencia de sus pechos queda
expuesta. Se me hace agua la boca. Babeo. Suelto espuma. Caigo al suelo en un
montón de nada más que hormonas y testosterona desatadas. Los científicos durante
años me estudiarán como un ejemplo de muerte por sobreexposición al calor.
Se ríe.
Sin embargo, la llamada con ella hace el truco y mantiene mi mente fuera del
cuerpo de Josie.
El viernes por la noche, Josie pasea por la sala de estar, sus tacones
repiqueteando en el suelo. Levanto la mirada del libro que estoy leyendo en mi
teléfono.
Esta noche lleva un vestido. Uno color rosa oscuro que se ve… Guau. Solo
guau. Solo totalmente caliente. Abraza sus caderas, acomoda sus pechos y muestra
sus piernas fuertes y tonificadas por el fútbol soccer.
—Tengo una cita con Paul esta noche. Es el gerente de proyectos de software
que seleccioné del sitio. El único que pensaste que sonaba normal, ¿recuerdas?
Por dentro, estoy pensando que ella podría vestirse así para mí, como cuando
vamos a Bed, Bath & Beyond, o a hacer las compras, o incluso para recoger papel
higiénico. Quizás eso sea egoísta, pero así es.
—No puedo cerrar este broche. ¿Me puedes ayudar? Todavía tengo los dedos
resbaladizos por ponerme loción.
Me pongo de pie, paso mis manos por mis jeans y me acerco a ella. Recoge
su cabello, levantándolo contra la parte posterior de su cabeza, exponiendo su cuello.
Mi garganta se seca. Mi piel hormiguea de deseo. Su cuello largo y hermoso se ve
espectacular. Excelente propiedad para besar.
Pero no puedo ir allí, así que agarro los extremos del collar, y aunque jugueteo
con la idea de que me tome más tiempo del necesario, opto por ser un caballero.
Cierro el ojo de la cerradura rápidamente. Por mucho que quiera quedarme aquí toda
la noche, no puedo delatarme.
—Listo —digo, y mientras se baja el cabello, espero que no sea Paul quien
desabroche el cierre esta noche. En cuanto esa horrible idea aterriza, aprieto mis
manos en puños y trato de mantener a raya estos celos.
Espero que deteste al sujeto. Porque no hay forma de que ningún hombre
pueda estar con ella esta noche y hacer otra cosa que enamorarse perdidamente.
Me voy poco después de que ella lo haga. Para no quedarme en casa como un
idiota sin citas un viernes por la noche, le pedí salir a una radióloga rubia llamada
Trish a quien le gusta jugar béisbol de fantasía. Yo mismo soy un gran fanático de
los Yankees, así que eso nos brinda una gran conversación más allá de la charla de
trabajo. En un bar deportivo cercano, tomamos cervezas y vemos un juego en la
pantalla grande, debatiendo sobre los mejores lanzadores de la historia del béisbol.
Está bien en lo que respecta a citas, pero cuando llega ese inevitable momento de si
lo haremos o no, no lo siento, así que me despido de ella.
Cuando abro la puerta, me saluda el aroma de las barras de siete capas. Eso
debe significar que su cita también terminó temprano. Lo que significa que soy un
campista feliz.
Entro a la cocina. Saca una bandeja del horno y sonríe. Ella todavía usa el
atuendo de la cita, pero los tacones se han ido. Está adorable con su vestido de gala
y sus pies descalzos.
Asiente.
—¿Eso no te atrae?
—Supongo que eso explica por qué Trish tampoco me invitó a casa. Probé la
línea de hámster con ella.
—Eso no dolió. Y deberías saber que no debes robar mi postre antes de que
esté listo.
Con una rapidez que no veo venir, me golpea de nuevo con su utensilio. Esta
vez en la otra mano.
—Esperando.
Asiento con entusiasmo. Estoy jugando con fuego, pero no puedo resistir. El
deseo de saber supera a todo lo demás.
Le doy una y ella lo toma. Luego levanto mi copa y lo bebo hasta el fondo 89
con un ardor. Ella sigue mi ejemplo, tragándolo rápidamente y luego deja el vaso en
la mesa. Yo hago lo mismo.
Sirvo dos tragos más y luego deslizo su vaso hacia ella. Una vez más, los
bebemos.
Respira hondo.
—Ya que preguntaste… Tengo algunos juguetes. Una pequeña bala de plata.
Un delfín más grande. Y tengo un vibrador de dedo resistente al agua.
—Dado que no tenemos bañera, sí, tendría que ser para la ducha.
Ella asiente mientras desliza las barras sobre una rejilla para enfriar. En ese
momento recuerdo que me prometió barras de siete capas cuando se volvió
emocional la otra noche. Y cumplió. Demonios, creo que podría ser perfecta, con sus
postres y su afición a la ducha.
—¿Por qué preguntas? —interroga con una voz híper-inocente. Luego se tapa
la boca con los dedos—. ¿Estás ocupado azotando al mono en tu cama mientras yo
duermo?
La sigo, como el perro que soy. Lengua colgando y jadeando, esperando a que
caiga una miga.
Llevando el vaso a sus labios, lo bebe hasta el fondo. Imito su trago, y el licor
debe estar aflojando las lenguas de ambos. Siempre hemos sido bastante abiertos,
pero esta conversación se está deslizando bastante en una dirección completamente
nueva.
Ella se encoge de hombros con picardía, con una pequeña mirada de “tengo
un secreto” en sus ojos.
Solo que, fue inapropiado por su parte. Para mí, la pregunta es completamente
aceptable, ya que todo es en nombre de la investigación científica.
—Por supuesto que quiero saber qué hace flotar el bote de Josie en el sofá de 91
polvos. —Me arroja un cojín. Lo agarro—. Bien. Guarida del placer. ¿Podemos
llamarlo tu Guarida del Placer de Deleites Personales?
—¿Te gusta?
—Sí, me gusta —dice ella asintiendo con la cabeza—. ¿Te molesta? Pareces
sorprendido.
La respuesta es sencilla.
—¿Sí?
El tequila está ayudando a que sea honesto esta noche. O tal vez simplemente
vivir cerca de ella lo hace. Por alguna razón, no tengo ganas de contenerme esta
noche.
—Porque… Hay algo en la imagen de una mujer sola, tan excitada que
necesita hacerse cargo del asunto ella misma. Nadie más tiene que hacer nada por
ella. Ella está salvajemente excitada en su mente, su imaginación. Cierra los ojos. Su
mano se desliza hacia abajo. Crea una fantasía en su cabeza.
Estiro mi brazo sobre el respaldo del sofá y pinto con más palabras, amando
esta nueva dirección de la conversación de esta noche.
—Me encanta ver lo húmeda que se pone. Antes incluso de quitarse las
bragas. Eso realmente me excita.
La miro a los ojos y los irises verdes brillan con un deseo inconfundible. Yo
tampoco estoy escondiendo el mío. No sé si nos estamos deseando
momentáneamente, o simplemente excitándonos con la conversación, no lo sé. A mí
tampoco me importa. No puedo separar nada ahora mismo. Estoy duro y apuesto a
que ella está mojada.
—Es divertido estar mojada —dice con un tono ronco y ahumado que se filtra
en mis huesos como una inyección de lujuria pura y líquida—. Puedo ver por qué te
gustaría ver eso.
—Y luego me excita ver a una mujer hermosa abrir las piernas, tocarse y luego
correrse.
Parpadea, luego exhala una larga corriente de aire y agita la mano frente a su
cara.
—Guau. Esas barras de siete capas horneadas en el horno. Hace calor aquí.
—Me gusta lo que hace a los hombres, hombres y ver a dos de ellos juntos me
excita aún más. Mira, soy totalmente hetero. Pero por eso me gusta —dice y extiende
una mano hacia mi cabello—. Me gusta todo lo que hace que un hombre sea hombre.
El cabello.
Arrastra su mano a través del mío y mis ojos se cierran de a poco. Saboreo su
toque y la forma en que el deseo se dispara a través de mi cuerpo por ese simple acto 93
de ella tocando mi cabello.
Abro los ojos y trago saliva con dificultad. No digo una palabra. No tengo que
hacerlo. Está elaborando un soliloquio a la forma masculina y yo soy su musa en este
momento.
Su mano se lanza a mi vientre. Sus ojos brillan con picardía. Baja su voz a un
susurro sexy.
—¿Qué deseas?
Alza un hombro.
—También tú.
Esta vez sé que no se retira. No está llorando. No está triste. Está excitada.
Un minuto más tarde, el agua se pone en marcha y el chorro de la ducha
golpea las baldosas. Cierro los ojos, mi respiración entrecortada y la imagino
desnuda. En mi fantasía, me quedo ahí, mirándola. Sus manos se deslizan sobre sus
senos henchidos y luego se deslizan entre sus piernas. Ni siquiera necesita su juguete
en este momento, está muy excitada.
Al diablo.
No puedo soportar más esto. Tengo que hacer algo sobre esta situación de
compañero de piso. Ella está a salvo en la ducha y yo a salvo en la sala de estar. Bajo
la cremallera de mis jeans, deslizo mi mano dentro de mi bóxer y tomo mi miembro
en mi puño.
A pocos metros de mí, la mujer de mis sueños sucios está desnuda y jugando
consigo misma. Esa es mi mayor fantasía. Josie está tan excitada en este momento
que tuvo que ocuparse del asunto. Dios me ayude. No tengo otra opción.
Agarro más fuerte, deslizando una gota de líquido sobre la cabeza de mi pene
y luego por el eje. Facilita mi vuelo en solitario. No hay tiempo para hacerlo
gradualmente. No hay tiempo para dejar que esto dure. Tengo una misión y estoy en
una vía rápida, camino a un alivio muy necesario.
Probablemente ella misma esté casi allí, apoyada contra la pared de la ducha
debajo del chorro, esa maldita agua afortunada deslizándose por todo su cuerpo.
Siseo un suspiro. Apuesto a que oleadas de placer están rodando por su cuerpo
mientras su cabello se humedece, mientras su piel se calienta, mientras frota ese
dispositivo mágico sobre su clítoris dolorido.
Como estoy a punto de hacerlo. Santo cielo. Estoy a punto de correrme tan
jodidamente duro porque quiero eso. Quiero ser quien la vuelva loca de placer.
Quiero ser el hombre que ella quiere con fiereza. Me muero por ser quien le dé
orgasmos.
—Esas barras de siete capas deberían estar listas para comer ahora —dice,
toda dulce e inocente.
Pronto, nos sentamos con nuestros vasos de leche y sus golosinas, como un
buen chico y una chica.
97
De las páginas del recetario de Josie
Ingredientes:
Instrucciones:
99
La línea roja se aplana. La angustia inunda mis huesos. El dolor ahoga mi
sangre.
El paciente ha muerto.
David, otro médico de urgencias que también trabajó para salvarlo, me da una
palmada en la espalda. 100
—Sí.
Pero soy humano y no soy tan de acero como pretendo ser. Este me golpea
fuerte. Blake era joven y saludable. Escuché a uno de sus compañeros de trabajo decir
que había ido a correr con él la otra mañana.
Sin embargo, no hay tiempo para sentarse con estas emociones agitadas.
Cuando la enfermera a cargo me informa que están entrando varias heridas de bala,
tengo que fingir que soy de teflón.
Y la muerte apesta.
Levanto la cara.
—Vamos.
Josie cierra tarde los miércoles, así que tomo el metro y salgo en la Setenta y
dos. Cuando camino a lo largo de la cuadra donde trabaja, las multitudes de las
primeras horas de la tarde haciéndose más densas a mi alrededor, juro que puedo
sentir que las nubes se levantan y mi corazón comienza a aligerarse con solo saber
que la veré. Josie es mi luz en este día empapado de lluvia.
Mientras la voz suave e inteligente del narrador del audiolibro en mis oídos
profundiza en la física del movimiento perpetuo, paso por una floristería y veo un
ramo de margaritas. Durante el más breve de los segundos, una idea se afianza. Pero
la aplasto, burlándome de mí mismo. Solo voy a saludarla. Llevarle flores sería algo
que haría una de sus citas cursis. No salgo con ella. No tengo que preocuparme si
ella estará en mi vida mañana, o al día siguiente, o el próximo año. Ella está en mi
vida porque es mi amiga, y por eso soy yo quien va a verla, quien pasa por su trabajo,
quien pasa el rato con ella. El resto de imbéciles no son lo suficientemente buenos
como para pasar de una primera cita.
—Las flores son hermosas. Que tengas una gran noche —digo, ya que lo 102
mínimo que puedo hacer es ser un cliente considerado.
Salgo de la tienda.
—Estoy muy feliz de escuchar eso. Te mereces una porción hoy —dice, luego
le dice la cantidad.
No solemos abrazarnos cuando nos vemos, pero tal vez sus brazos me rodean
porque no paso por su trabajo tan a menudo. O tal vez siente que lo necesito.
Hoy ella es pastel. Ella es glaseado. Ella es azúcar y todo lo bueno del mundo,
y todas esas sensaciones extrañas descienden sobre mí una vez más mientras mi
corazón late extrañamente más rápido.
—Lo sé.
—Las voy a llevar a casa. Para hacer que nuestro lugar se vea alegre —dice
mientras se dirige a la puerta, la cierra con llave y gira el letrero para decir “Cerrado”.
—Supongo que eso significa un día realmente malo, no un mal día malo como
si alguien-en-el-hospital-se-comió-tu-sándwich-de-atún-en-el-refrigerador-de-la-sala
de descanso.
Y cuando termino, me siento mucho mejor, más ligero y más feliz que después
de tomar unas copas con David. Sin faltarle el respeto al sujeto. Es un tipo genial.
Sobre todo, porque es una gran oyente y tiene acceso a medicinas mucho
mejores que yo algunos días. El panquecito de fresa que como mientras caminamos
a casa puede curar casi cualquier tristeza.
a
Más tarde, me acuesto despierto en la cama.
Así que ya no estoy pensando en los pacientes, que Blake y el tipo del disparo
también descansen en paz.
Aprieto los ojos con fuerza, imaginando que un paciente presenta los mismos
síntomas que yo. ¿Qué concluiría?
Los enumero en mi cabeza: el corazón late más rápido de forma inesperada,
los nervios aparecen inconvenientemente, el deseo de ver a la mujer después de un
día de mierda.
—Hola.
—¿Estás despierto?
—Pensé que eras la reina durmiente. ¿Cuál es la historia ahí? ¿El insomnio te
visita?
—¿Sí?
Asiente.
—Quieres… ¿hablar?
—No quiero mantenerte despierto.
Luego un paso adelante. Sus pies descalzos recorren mi suelo. Cada momento
es una oportunidad para dar marcha atrás. Pero a cada momento ella se acerca.
Y se cerca más.
Estoy entusiasmado.
106
Estoy jodidamente borracho con la posibilidad. Nos hemos abrazado, nos
hemos tocado, hemos sido como dos estudiantes de secundaria tocándose hombros
y haciéndose cosquillas en la cintura.
—Cierto. Lo sé. Quiero decir, creo que no lo haré. No como muchas golosinas
—dice con un brillo en los ojos. Su mano viaja hacia su vientre y lo acaricia—. Quiero
decir, tal vez algunos más de los que debería.
—Sí.
—Si perdieras dos kilos, no serías tú. Eres panadera. Nadie quiere una
panadera flaca. Y créeme, dondequiera que estén esos dos o cinco kilos que quieres
perder, no quiero que desaparezcan.
Ella sonríe.
Me rio. Josie apenas está en línea. Ella es social, pero es social en la vida real.
Líneas. Amistad. Tenerla en mi vida. Vivir con ella. Esas razones deberían ser
suficientes para permanecer en este lado de la división de besar/no besar.
—¿Sí?
—¿Lo harías?
Asiente.
—Me gustaría. Intento hacer las cosas que me importan para no arrepentirme.
¿Tienes algún arrepentimiento?
—He hecho las cosas que quiero hacer hasta ahora. Las cosas que son
importantes para mí. Entonces, honestamente, aparte de ti usando mi mano como
Lyle Lyle, realmente no puedo pensar en nada de lo que me arrepienta de no haber
hecho —digo, inexpresivo hasta el final.
Una sonrisa se extiende lentamente por su bonito rostro. Sus ojos verdes
brillan con picardía y sus labios suaves y dulces se alzan en una sonrisa sexy.
Ella suspira, el tipo de suspiro de satisfacción de una mujer que está viviendo
una vida sin remordimientos. Me gustaría pensar que yo también lo estoy. Pero
cuando se queda dormida un minuto después en mis brazos, me arrepiento de algo.
108
Me arrepiento total y absolutamente de ser incapaz de resistir a mi mejor
amiga.
De ningún modo.
Ella me está acariciando. Me está tocando. Pasa sus dedos desde mi cadera,
bajando por la parte exterior de mi pierna.
Ohhhh.
—Mmm —murmura.
Las sábanas crujen y luego estamos cara a cara. Levanto la mano, ahueco su
mejilla y le paso el pulgar por la mandíbula. Luego la beso, y jodido infierno. Estoy
en llamas en segundos. Estoy encendido por todas partes. Las chispas, el deseo y la
lujuria… todos simplemente arden en el momento en que nuestros labios se tocan.
Estoy tan jodidamente duro y ella ya está ridículamente mojada. Puedo sentir
sus bragas húmedas a través de esos frágiles pantalones cortos que quiero arrancarle.
Pero no quiero romper el contacto, solo quiero follar a Josie así.
—¿Estás de acuerdo con todo esto? —pregunto, mi voz tensa. Tengo que
saber. Necesito asegurarme de que está bien con lo que está pasando.
Suspiro, y estoy tan lleno de jodida gratitud que ella esté en la misma página.
La miro a los ojos y le digo lo que deseaba decirle.
—Dios, hueles tan bien —gruño—. ¿Tienes idea de lo que es tenerte como
compañera de piso cuando andas oliendo así?
—Como a cerezas, sexo, pastel, y todo lo que tengo que hacer es darte una
bocanada y estoy duro como una piedra —digo, empujando contra ella para probar
mi punto.
—Estás duro como una roca y me encanta. Y me encanta que estés excitado,
porque a mí me pasa lo mismo contigo. —Agarra mi rostro, sosteniéndome mientras
se presiona contra mi miembro—. Olí tu crema de afeitar el otro día.
—¿Lo hiciste?
—¿Estabas excitada?
Jadea.
—Oh, Dios, por favor. Creo que voy a correrme con esto —dice, y ese es un
grito de batalla si alguna vez he escuchado uno. Lo ansío. La follo con la ropa puesta.
Ella gime, jadea y grita. De alguna manera abre más sus piernas, y luego simplemente
se mece contra mí, encontrando un ritmo perfecto contra el contorno de mi polla.
Clava sus uñas en mi trasero y se mece contra mí. Me encanta que haya
encontrado lo que necesita. Que mi miembro, incluso a través de la ropa, sea
suficiente fricción para llevarla ahí.
—Me voy a correr, oh, Dios, me voy a correr, oh, Dios mío, me voy a correr.
Qué boca ardiente y maravillosamente sucia tiene. Sus labios forman una O y
sus ojos se cierran con fuerza. Placer y tormento se mezclan exquisitamente en su
hermoso rostro. Ya ni siquiera trato de separar nada. Estoy tan jodidamente perdido
en ella. No pretendo. No quiero. No puedo hacer nada más que mirar con asombro
la gloria que es Josie corriéndose debajo de mí en mi cama.
—Oh, Dios, oh, Dios, oh, Dios —dice, jadeando y gimiendo mientras
comienza a bajar. Exhala con fuerza y cada exhalación suena como pura
satisfacción.
Luego se ríe. Una risita al principio. Cuando se convierte en una risa, arqueo
una ceja.
112
—¿Algo gracioso?
Niega con la cabeza y abre los ojos. Están relucientes de lujuria y rebosantes
de satisfacción.
—¿Sí?
Y luego su pequeña mano ocupada se lanza entre nosotros, bajando hacia mis
calzoncillos. Toma mi polla y ni siquiera estoy seguro de poder volver a hablar. Las
palabras me fallan. No hay nada tan bueno como Josie tocándome cuando ya estoy
al límite.
Baja su rostro cerca del mío, su cabello cae como una cortina, enmarcándome
con más de su maravilloso aroma. Dios, ¿cuándo me volví tan adicto a la forma en
que alguien olía? No tengo ni idea, pero pasó con ella.
Mi garganta se seca.
Empujo contra sus muñecas. Tengo tantas ganas de tocarla, pero puedo decir
que quiere manejar este barco.
—Me muero por saber —digo con voz ronca, mi voz como una cáscara seca
en un caluroso día de verano.
Luego, la arpía se pasa la lengua por los dientes, lleva la boca al lóbulo de mi
oreja y susurra:
Estoy asado. Estoy frito. Estoy más que hervido. Empujo contra sus manos,
me siento, ahueco sus mejillas y la miro a los ojos.
Envuelve su mano con más fuerza y acaricia una vez, y se siente bien como
fuera de este mundo. Me estremezco. Se inclina más abajo y lame.
Envuelve sus labios bien apretados y unos centímetros más abajo, tomando
más. El placer en mí se dispara a la atmósfera, navega por encima de la estratósfera.
Lo toma todo, me chupa hasta la base y luego lame su camino hacia arriba. 114
Me vuelve loco.
—Jodido Jesucristo —digo, y cuando miro hacia abajo, ella está sonriendo,
está jodidamente sonriendo, y sus ojos se encuentran con los míos. Están llenos de
travesuras y placer sensual absoluto.
Gruño y agarro su cabeza, mis manos se aprietan con más fuerza cuando me
corro en su boca, y mi mundo entero se vuelve eléctrico de éxtasis.
En algún momento el orgasmo retrocede, pero sigo flotando porque ese era el
tipo de orgasmo que se podría medir en la escala de Richter. Es del tipo que es una
noticia. Eso provoca réplicas épicas. Tiemblo cuando otra ola me recorre.
Con un pop fuerte y húmedo, suelta mi polla, se pasa la mano por la boca y
trepa por mi cuerpo.
Ahueco su mejilla.
—Quiero dormir contigo, Josie. Quiero estar dentro de ti. Dios, te deseo tanto
que no hay suficientes peces suecos para explicarlo.
Y no sé qué significa eso, excepto lo obvio: esto no es algo de una sola vez.
115
Ella se levantó y se fue antes de que me despertara.
Probablemente es lo mejor.
Más bien, todo lo que quiero es verla, pero no sé qué se supone que debemos
decir o hacer, o cómo se supone que debemos actuar después de anoche.
¿Me tropiezo con ella de camino al baño para cepillarme los dientes y digo
“hola”, todo indiferente? ¿O nos despertamos y nos salpicamos las mejillas con besos
matutinos el uno al otro?
Me detengo.
Y miro.
Y sonrío.
Demonios, tal vez esto entre nosotros comenzó antes de que me diera cuenta.
En cambio, la dejo en la mesa de café y busco una hoja de papel para escribirle
una nota cuando veo algo más de ella.
Mi corazón late más fuerte de lo que debería con un regalo de dulces. Pero no
son solo dulces. Es el reconocimiento perfecto para la mañana-después. Es todo lo
que quería decir anoche, pero no pude. Es ella sabiendo cómo demonios manejar
esto.
Pero ahora mismo, se siente tan jodidamente bien, como navegar, como volar,
como remontar.
a
Chase: No. Puedo. Dejar. De. Pensar. En. Ti.
Josie: Auch. ¡Pero quizás hayas descubierto un nuevo subidón natural para
un médico!
Chase: Ja, tal vez lo haya hecho. Además, sobre todo, me encanta la nota.
Mucho. Sin embargo, tengo curiosidad. ¿Simplemente tenías dulces a mano?
Josie: Quizás los tenía. Quizás los tenía a mano solo para esta ocasión.
Pero aquí en el trabajo tengo que mantener ordenados los cajones, así que
apago mi teléfono. Estoy todo modo trabajo durante las dos horas hasta el descanso.
a
Chase: Tuve que quitar una canica de una nariz, y me tomó toda mi
capacidad intelectual no pensar en el triste hecho de que no pude ver tus senos en
persona anoche. Tu foto no ayudó. Espera. Borra eso. Envía más.
MUÉSTRAMELAS TODAS.
Chase: Debería hacerte saber que soy un bastardo pervertido, y que tienes los
pechos más gloriosos del mundo que he visto, solo que todavía no los he visto. Por
lo tanto, estoy triste.
Chase: A ti.
Max baja el capó de un hermoso azul eléctrico, gentilmente cerrándolo. Sus
ojos están enfocados en el metal encontrándose con el metal todo el tiempo, hasta
que susurra bajo en el lote. Luego se gira, limpiando sus manos en un pañuelo rojo,
y asiente como un saludo.
—¿Qué fortuna me saldría ese bebé zafiro? —Alzo la barbilla hacia el brillante
vehículo que brilla tanto que se refleja en los rascacielos cerca de la tienda de autos
personalizados de Max, localizada en Midtown West.
Hincha su pecho, los intricados tatuajes Celtas en sus pectorales y las bandas
tribales en sus brazos en completa exhibición.
Mierda, olvidé lo fuerte que es. Sus musculosos bíceps se aprietan alrededor
mío, y hunde sus nudillos en mi cabeza, recordándome cómo es el maestro de las
llaves.
—Nunca —gruño.
—¿Estás seguro? —Sus nudillos podrían, sólo podrían, estar penetrando mi
cráneo ahora. Está sudado, también. Maldición. Tengo que rendirme.
—Y a tu estúpido pecho—murmuro.
Su agarre en mí pasa a ser un agarre de tenaza, pero su piel está sudada por el
trabajo, y con un rápido giro me libero, luego salgo rápidamente de su agarre.
Empujando ambas manos al aire, me pavoneo al otro lado del asfalto.
Max solo sacude la cabeza hacia mí y da zancadas hacia adentro del garaje y
agarra su camiseta negra de su escritorio desordenado, esparcido con papeles y
herramientas.
Silbo.
120
—Maldición. ¿Qué has Frankensteniado aquí?
—Es un Lambo modificado, y mira esto… —Sus ojos marrones brillan con
entusiasmo—. Recibí una llamada más temprano hoy acerca de un equipamiento
personalizando de un auto para la cadena RBC para un nuevo programa en donde el
héroe es como un Magnum P.I.3 moderno.
—Será una explosión y les hará maravillas a los negocios —dice y hace
mímicas de explosiones con sus manos. El negocio de Max ya está en auge, y tiene
varias celebridades como clientes, así como también bastantes grandes
despilfarradores desapercibidos—. Pero este tipo de negocio podría ser grande para
la publicidad.
3
Serie de televisión de policías
—Eres una estrella de rock —digo, sin bromear, sin tomarle el pelo esta vez—
. ¿Estás listo para el viaje?
Pero más que eso, por a donde quiero estar justo ahora.
Suelto el micrófono.
Eso es.
121
Todo está claro.
Ella es con la que quiero pasar el resto de mi día. Es con la que quiero hablar
acerca de mis días buenos y mis días malos. Es más que mi compañera de piso. Es
más que una de mis mejores amigas. Es la que quiero todos los días. No tengo idea
de lo que vaya a suceder después de esta noche, pero para empezar, pero necesito
que esta noche empiece jodidamente ahora mismo.
—Tenías razón.
—Lo hiciste. Y tengo que ir a ver a Josie. Espera. No. Corrección. Quiero ir a
ver a Josie.
Estoy cayendo bastante mal por esta chica. Tengo una condición de libro de
texto de una enfermedad clásica. Estoy sufriendo de un jodido caso de
enamoramiento.
122
Es una escena directamente sacada de una fantasía que nunca supe que tenía.
Pero es tan increíblemente tentadora que la visión en frente de mí ha subido en todos
los rankings.
Aún.
Señor, ayúdame.
Esto.
—Lo siento —digo, dejando caer mis llaves en la mesa cerca de la puerta.
Estrello su boca con la mía antes de que ella pueda decir “pizza”. Un sexy ohh
se escapa de sus labios, y luego me da todo lo que quiero.
A ella.
—Es bueno verte también —dice, luego me atrae hacia ella, nuestros labios
chocan una vez más. Mis manos se sumergen en su cabello y arranco el palillo,
dejando que esos suaves mechones marrones se derramen sobre mis dedos mientras
el palillo de madera cae al suelo.
Todo de ella.
Cuando rompo el beso, está jadeando. Su cabello es un desastre salvaje. Sus 124
labios están hinchados y enrojecidos, casi magullados. Sus ojos verdes brillan de
deseo. Ella nunca se ha visto más sexy que ahora. Mis ojos recorren su cuerpo. Su
delantal es azul claro, con un estampado de cerezas. Lleva una falda debajo y el
material rojo oscuro aterriza justo por encima de sus rodillas.
Debajo del delantal hay una especie de camiseta blanca sin mangas con
tirantes. Pasando mis manos por sus brazos, la veo temblar.
—¿Sí?
—¿Qué es?
—Ábrelos.
Falda, tacones altos y un delantal. Sus pechos están apenas cubiertos, y para
125
un hombre obsesionado con los pechos, pensarías que estaría desenvolviéndolos
justo ahora. Pero tampoco tengo doce años. Quiero saborear la vista. Quiero admirar
a mi chica. Quiero experimentar cada jodido glorioso segundo de esta noche,
grabarla completamente en mi cerebro, alimentar cada célula de memoria que tengo.
—No, estoy bien. Solo muy, muy bien —dice, alzando su barbilla. Sus ojos se
encuentran con los míos y en un destello veo mucha vulnerabilidad, mucho anhelo
en ellos, que casi me tumban sobre mis rodillas. Casi me hacen querer derramar mi
corazón completo a ella, decirle lo que me di cuenta en el taller de Max. Pero si hay
una receta para matar una amistad, es esa, justo ahí. Cuando agregas amor a la
mezcla, cuando abiertamente lo declaras, podrías muy bien decirle adiós a la
amistad. Podemos ser amigos y podemos tener beneficios, pero algo más es jugar con
fuego. Lo sé, y con seguridad ella también.
Querido Dios, es hermosa. Sus pechos son tan magníficos como los imaginé.
Suaves, cremosos, preciosamente redondos con pezones rosados, alzados. Me
inclino a su pecho, y atraigo un delicioso pico a mi boca, y chupo.
Justo cuando creo que el momento no puede ser más perfecto, me prueba que
estoy equivocado.
Acuno su otro seno con mi mano izquierda, aprieto, luego pellizco su pezón
mientras chupo. Un gutural gemido se encuentra con mis oídos, luego un angustiado
“por favor” seguido por un “Dios, eso es bueno” sin aliento.
Aquí.
—Jesucristo, Josie —le digo, solo asombrado por ella. Todo. Cómo me mira.
Cómo sus labios se abren. Cómo sus ojos son inocentes. La forma en que se acerca a
mí.
—Estoy enamorado… —Me detengo antes de arruinar las cosas con ella—.
De tus tetas. Son jodidamente perfectas. Espero que no te importe mi adoración por
ellas. —Le muestro una sonrisa torcida.
Se ríe.
—No me importa, y te daré libre acceso a ellas si haces algo por mí.
—Pídelo.
—Estoy muriendo por que me des sexo oral, pero quiero más que me folles.
Gimo.
—¿Eso es un sí?
Y eso es todo.
Acabado.
Listo.
Se ríe.
Mis ojos vagan sobre sus piernas, a esa tierra decadente en el ápice de sus
muslos. Está empapada. Sus bragas están tan mojadas, que es casi criminal. Y soy
bastardo arrogante porque orgullo surge de mí. Yo provoqué esto, la excité así. Me
encanta que esté tan encendida por la forma en que nos besamos, tocamos y
acariciamos que ella está empapada. Paso un dedo por el panel húmedo y ella se
estremece contra mí.
—Maldición, mujer.
—Créeme, cariño. Me vas a tener. Y lo haré tan jodidamente bueno para ti.
Pero primero necesitamos esto. —Me llevo la mano al bolsillo trasero, agarro la
billetera y saco un condón—. Espero que no creas que soy un tacaño, pero lo
conseguí en el trabajo.
Se ríe.
Sus manos bajan y empujan mis jeans sobre mi trasero, liberando mi pene.
—Oh, Dios, sí, lo quiero —dice, jadeando con fuerza—. Tengo tantas ganas
de tocarte.
No estoy seguro de cómo supe que ella estaría dispuesta a envolverme, pero
lo hice. La estoy aprendiendo rápidamente. Desentrañando. Abro el envoltorio del
condón y se lo entrego.
Me mira con salvaje abandono. Ya estoy pensando en todas las cosas que
quiero hacer con ella, todas las formas en que quiero follarla. Todo el placer que
quiero darle.
Se muerde la comisura del labio mientras saca el condón, luego envuelve una
mano alrededor de mi polla y se une. Esa desesperación en sus ojos es reemplazada
por excitación, por algún tipo de emoción mientras sostiene mi pene y yo lo suelto.
Agarro sus caderas, la empujo hacia el borde del mostrador y froto la punta
contra su dulce y resbaladizo coño.
Gime mi nombre. Suena como una palabra sucia de sus labios. Lo dice como
si tuviera cinco sílabas y quisiera ser follada una vez por cada una. 129
Empujo.
Y más que eso, también estoy haciendo el amor con la mujer de la que me
estoy enamorando. 130
—Lo haré, nena, lo haré —digo, luego enredo mis dedos en su cabello y llevo
mi boca a su oído mientras la follo duro y profundo. Engancha sus piernas alrededor
de mi culo y me tira más fuerte. Me entierro en ella, follando y embistiendo hasta
que grita tan fuerte que sé que está en la cúspide.
Entonces ella me lo dice. Porque eso es lo que hace. Ella es una locutora.
Sigue follando.
Así.
Pero no quiero decir eso en voz alta todavía, ni nunca. Si lo hago, podría
perderla, y ese es un riesgo que simplemente no tomaré.
131
Doblo una rebanada y doy otro bocado. Después de masticar, ruedo los ojos
en absoluta apreciación de los talentos de Josie.
—Estaba equivocado todas las otras veces. Esta es ahora la mejor cosa que
has hecho nunca.
Se ríe.
—¿Sabes que no hay manera que un pastel suene como nada más que sucio?
—Sé eso —dijo, luego se estira a través del sofá para revolver mi cabello.
132
El gesto calienta mi corazón y me hace pensar. Josie siempre ha sido una
tocadora, así que no está fuera de lugar. Pero se siente tan… de pareja. Tan novio-
novia. Hay una parte de mí que desesperadamente quiere eso con ella. Que quiere
simplemente dejar mi corazón expuesto y decirle cómo me siento.
Porque por dentro, estoy en el séptimo cielo. Soy un feliz hijo de puta,
simplemente relajándome, comiendo pizza con la mejor chica que conozco. Nuestra
conexión física es asombrosamente buena. Nos llevamos bien como dos guisantes en
una vaina. Ella ha sido mi amiga desde siempre. Demonios, estamos a punto de jugar
una partida de Scrabble antes de ir por la segunda ronda.
Porque todo esto de flotar en las nubes de completa y absoluta felicidad sucia,
sexy y fantástica es solo humo y espejos. Es un impecable truco diseñado por el
4
Término de doble sentido que se refiere a una vagina.
cuerpo humano. ¿Por qué, oh jodidamente, por qué, enamorarse de alguien tiene que
ser tan de prisa? ¿Tan alto?
Pero sé la respuesta.
Hay una razón para la liberación de esas endorfinas. Los químicos están en
nuestro sistema así que enamorarse nos hará procrear. Este desenfreno contenido
arremolinándose dentro de mí es todo acerca de mierda básica de supervivencia de
la especie. Es una ilusión de la química del cerebro.
—Entonces…
Aunque Josie y yo podemos charlar acerca de todo, lo que sea que venga 133
después del “entonces” es la única cosa para lo que no estoy listo para discutir.
Porque lo que está sucediendo con nosotros está lleno de demasiadas
complicaciones. Follar con tu compañera de piso es como operar un riñón, solo que
no lo puedes hacer sin lastimar una arteria principal. Demasiados sistemas están
enlazados juntos: la casa, la amistad, el sexo, la renta. Incluso los servicios son parte
de nuestra vida sexual.
5
Se refiere a la palabra en inglés “So”, que en español sería entonces.
6
Confusión de palabras en inglés entre Sow de coser, y So de entonces. Ambas tienen una
pronunciación parecida.
—¿Sí?
—De acuerdo.
Oh, cierto. Porque la última mujer por la que me sentí de esta manera tuvo
una aventura mientras estábamos juntos. Es decir, las relaciones y yo no nos llevamos
bien. Abro mi corazón, y es pisoteado. Añade el pequeño, pequeñito, y minúsculo
hecho de que enamorarte de tu amiga significa que es probable que pierdas a esa
amiga cuando la relación se vaya al garete, y todo lo que quiera es imitar a un monje.
Por el más mínimo segundo, imagino que nos vamos a saltar la parte dura.
Ella dirá que se está enamorando de mí también, y vamos solo a vivir así por siempre
y para siempre sin ninguna cosa yendo mal.
Se ríe ligeramente.
—Sí me gustan los batidos, Chase —dice y baja su dedo por mi pecho—. Pero
no los puedes tener en cada comida.
—La dieta de los batidos está completa y físicamente aprobada —digo
inexpresivo.
Pero ella no está de humor para bromas, o para comer dulces todo el día,
evidentemente.
Y es por eso que mantengo mi boca cerrada en primer lugar, y el por qué la
cremallera en ella permanecerá cerrada. Sus palabras solo consolidan la necesidad de
compartimentar incluso si ella no puede. De mantener el amor en un lado y el sexo
en el otro.
—Sí. ¿No piensas que es la mejor manera para que nos mantengamos en la
vida del otro?
Asiento, porque por supuesto tengo que asegurarme de que ella sepa que no
voy a arruinar esto. Necesito que sepa que puedo hacer lo que pidió.
—¿Y tú me necesitas para ayudarte a mantener el hecho de que puedo hacerte 135
venir ridículamente duro en un cajón, y que pago la mitad de la renta en el otro?
—Es por eso que necesito que tú seas el duro. Necesitas ser el doctor que
arranque la bandita eventualmente —dice con una sonrisa triste.
—No quiero ser Adele. No quiero irme de tu vida. —Su voz se rompe, y esta
chica, Dios, lleva sus emociones a la vista. Las deja salir para que las vea. Es audaz
e intrépida, no solo en la cama, sino justo aquí mientras pone su corazón en riesgo.
No hay que andar de puntillas en este tema. Ningún timbre de puerta sonando
a la mitad de una conversación dura, truncándola. Nop. No estamos evadiendo el
problema, estamos sumergiéndonos profundo mientras Josie me abre su corazón
incluso más.
—Es por eso que pienso que es la única manera de hacer esto—añade.
—No puedo soportar la idea de no ser tu amigo. No podemos dejar que eso
suceda.
—Tampoco quiero que eso suceda —dice, su tono tan serio que se clava justo
en mi pecho—. Pero también no quiero ser engañada de nuevo como lo fui con
Damien.
—No soy Damien. Ese tipo superó los niveles aceptables de imbecilidad por 136
un porcentaje del millón.
—Lo sé, pero aún duele. Aprendí mi lección con él, y quiero que nosotros
seamos completamente claros desde el principio de lo que esto puede o no ser.
Tenemos que trazar líneas. Necesitamos prometer que lo que sea esta cosa del sexo,
volveremos a ser amigos una vez que termine.
—Solo tenemos que aceptar que tenemos una química loca por vivir juntos,
¿correcto?
Se ríe.
—Estoy tan feliz de que te sientas de la misma forma. Estaría muy triste si
estuvieras fuera de mi vida.
—No voy a ninguna parte. Nunca haría nada para arriesgar perderte. No solo
eres mi amiga. Odio desilusionar a Wyatt, pero eres mi mejor amiga.
Cuando hemos terminado de masacrar la canción, saco un puño para que los
choquemos, manteniendo todo claro.
Solo que, no puedo parar. Necesito vender esto al juez y al jurado. Necesito
ser completamente convincente así ella no sabe lo cerca que estoy se derramar mis
entrañas.
No tiene para nada sentido. Ni siquiera cuando follamos de nuevo esa noche
en el sofá. Ni siquiera cuando ella envuelve sus brazos a mi alrededor y susurra mi
nombre. Ni siquiera cuando me dice lo bueno que es.
Para nada.
Ni en lo más mínimo.
Soy de acero.
Ingredientes
¼ taza de leche
¡La leche es buena para ti! ¡La leche ayuda a tener huesos sanos! Esta
receta es claramente un alimento saludable.
Algo de hielo
Eso es todo lo que puedes hacer para proteger tu corazón. Esa es la única
forma de tenerlo. Algo más y podrías perder al mejor amigo que hayas
tenido.
Unos días más tarde, después de tratar con un corredor que colapsó de
deshidratación durante su corrida matutina en Central Park, la enfermera a cargo
marchó hacia mí, con un portapapeles en mano.
Soy su soldado.
—¿Qué tenemos?
Mis orejas se animan. Mi polla salta con atención. Mi corazón salta. Josie ha
pasado. Tal vez me trajo el almuerzo. Mi estómago gruñe. Órgano pavloviano.
Ahora que lo pienso, mi polla, también lo es, a juzgar por la velocidad de su respuesta
a las palabras “morena bonita”.
Sin embargo, no es ninguna sorpresa, ya que las últimas noches con Josie han 140
sido alucinantes, y no es solo mi mente la que ha estado alucinada. Pero no solo he
estado en el lado receptivo del placer. Como Josie, soy un receptor y también un
dador. He repartido múltiples orgasmos, y orgasmos exponentes también,
administrados en toda clase de formas.
Pero eso también significa que es fácil ver que Josie no está aquí. Me desinflo.
Sí, todas las partes se desinflan.
—Aquaman.
—Lo sé —dice con una amplia sonrisa—. Apenas puedes notar que está ahí.
Cassidy me pasa un sobre del tamaño de una tarjeta. Deslizo mi pulgar bajo
la solapa y lo abro. Adentro hay una tarjeta de negocios, junto con un certificado de
regalo para una clase de cocina. Tentadores Aperitivos y Atractivos Postres.
Arrugo mi ceño.
—¿Qué es?
Pero cuando las sirenas resuenan, y la señal del indicador de una ambulancia
entrando chilla fuera, digo:
—Lo siento, pero ese es mi llamado para ir.
—¿Sí, doctor?
—Asegúrate de que el niño sea visto lo más rápido que puedas, ¿de acuerdo?
Ella asiente.
a
Después de una noche sin descanso a la vista, termino mi turno y encuentro
un mensaje de Wyatt.
—¿Sí? ¿Y qué sucede después? ¿El cantinero les sirve una cerveza y un remate?
—Sí. Porque, ¿quieres saber qué sucede cuando cruzas un cirujano con un
carpintero?
—No lo sé… pero odiaría decir lo que hicieron con una sierra —dice, luego
golpea su palma contra la barra para puntualizar la broma.
Gimo.
—¿En serio?
—Pensé que la había clavado. —Luego se gira hacia mí—. Pero no tan bien
como Chase lo habría… matado.
—Oh ja, ja, ja. Intento limitar mis habilidades —digo, levantando mi vaso
para tomar un trago.
Mi chica.
Froto una mano sobre mi mandíbula. Ella no es mía. No puedo pensar en ella
de esa forma. Levanto mi vaso.
—Bien. Sabía que podía contar contigo para cuidar a mi segunda persona
favorita en el universo. —Luego tímidamente, en una voz bien baja, añade—: Es raro
que ya no pueda llamar a Josie mi persona favorita. Lo fue por tanto tiempo. Por la
mayor parte de mi vida. Pero ahora ese lugar va para la nueva Sra. Hammer.
—Es bueno tenerte a ti para asegurar que Josie esté en buenas manos.
Porque Josie está en mis buenas manos, y espero que sea exactamente donde
vaya a estar en cerca de una hora.
a 145
Luego, mientras subo los escalones de la estación, su último mensaje fue una
explosión de emoción que me recorre porque la veré pronto.
Josie: ¿Quieres hacer algo loco y, no sé, caminar las últimas cuadras juntos?
Se lo devuelvo.
—Hola, Doctor McBombonazo —dice en una suave pero, aun así, sexy voz.
Se alza de puntillas y me da un beso en la mejilla, y mi corazón se acelera. Órgano
tonto. Necesito recordar que el propósito del corazón es de bombear sangre, un fluido
corporal que transporta nutrientes y oxígeno a las células. Su propósito no es hacerme
sentir exaltado y aturdido cerca de ella.
Aun así, agarro su mandíbula en mi mano, y la beso con fuerza en los labios.
Si va soltar un pequeño susurro de beso en mi cara en público, voy a reclamar su 146
boca traviesa con la mía.
—No. Fui a cenar con Lily. A una pequeña tienda de sándwiches en East Side
—dice, mientras caminamos a través de la noche de Nueva York hacia nuestro
edificio.
—¿Cómo está?
Josie sonríe.
—Finalmente está echando a Rob. Odio decirlo, pero estoy tan feliz. Él no
era bueno para ella. —Engancha su brazo a través del mío, y estampo una sonrisa
porque en este momento parecemos mucho más que dos compañeros de piso
dirigiéndonos a nuestra casa juntos.
Mi voz suena seca cuando hago la pregunta, como si nunca le hubiera pedido
a una chica salir antes. Mientras espero, el palpitar en mi pecho tiene la audacia de
aparecer. Espero que diga que sí.
Pestañeo.
—¿Eso es lo que es? Pensé que solo era una clase divertida de postres y sé que
te gusta probar esos.
Asiente.
Asiente ansiosamente.
—Me encantaría.
Supongo que eso significa que tengo una cita con Josie ahora.
Cuando las puertas del ascensor se cierran estoy listo para abalanzarme sobre
ella. Enjaularla en mis brazos. Besar el infierno de ella. Pero una mujer desaliñada
con rayas plateadas en su cabello nos sigue adentro, su esposo detrás de ella.
Josie interviene.
La mujer ríe.
Una mirada coqueta es su respuesta cuando sale y me deja con esta orden
tentadora:
148
Una especie de anticipación lujuriosa acampa en mi cuerpo. Esto es el
equivalente a un adulto esperando por Santa Claus. Y yo era un tremendo fanático
del hombre alegre en rojo. Pero ahora mismo, mientras tomo un vaso de escocés en
la cocina y veo la hora, estoy confiado que lo que sea que me está esperando debajo
del árbol, que está en la habitación de Josie, será mejor que cualquier bicicleta,
juguete de Star Wars, o juego de Operando que alguna vez recibí.
Y amé Operando.
Déjame enmendar eso. Amo el sexo con Josie mucho más que cualquier
regalo. Más que casi cualquier cosa.
El sonido de una lenta canción sexy recorre nuestro apartamento. Cierro los
ojos, escuchando. Es lenta y seductora, y no puedo entender las palabras desde aquí,
pero lo reconozco como una invitación cuando escucho una.
¿La otra? Querido Dios en los cielos. La otra mano juega entre sus piernas.
Sus dedos ocupados trazando el panel húmedo en sus bragas.
Mi cinta sucia ha cobrado vida. Ella encuentra mis ojos y el destello en ellos
me llama.
Trago seco. Mi garganta está seca, y agarro la cola de mi camisa, la tiro sobre
mi cabeza, luego desabrocho mi pantalón en un instante. Pongo un nuevo récord en
desvestirme cuando mis calzoncillos salen un nanosegundo más tarde.
—Tú —digo con voz ronca, mientras llego a la cama a sus pies—. Eres tan
jodidamente sexy que vamos a necesitar una nueva palabra para ello.
Pongo mis manos en sus rodillas, abriendo sus piernas más mientras miro a
la preciosa, hermosa vista frente a mí. Mi chica de rosa, sus bragas mojadas,
tocándose porque no puede evitarlo.
—Esa era la imagen que tenía antes que entraras. —Sus dedos se mueven más
rápido. No puedo dejar de mirarla. No es que quisiera. No estoy loco. Estoy, no
obstante, locamente excitado porque ella está jodidamente mojada. Se ha convertido
en mi más grande fantasía—. Tú masturbándote frente a mí —dice.
Jesucristo.
Estaba equivocado.
Esto es mucho mejor que mi más caliente fantasía.
—Sácate estas ahora. —Estirando la mano por sus bragas, las tiro por debajo
de sus caderas, a lo largo de sus exquisitos muslos, y sobre sus tobillos. Los dedos de
ella de inmediato regresan a su coño, pero niego con la cabeza.
Mi pene está tan duro ahora, que está doliendo por jodida atención, pero esto,
su coño desnudo es el sueño más sucio hecho realidad. Está resbaladiza, mojada, y
tan salvajemente excitada por pensamientos sobre mí.
Ahora que sus gloriosas tetas están liberadas y que está tan desnuda como yo,
inclino la barbilla en la dirección de su coño.
—Ahora continúa haciendo la cosa más jodidamente sexy que jamás he visto.
—Cada vez. Todo el tiempo. Me follaste tantas veces. —Su ritmo se acelera
y su respiración se vuelve errática.
Necesito ver cada segundo del video de categoría X más caliente que alguna
vez he visto. No me perderé una toma.
Y se folla a sí misma.
Con abandono.
Con intensidad.
No me importa si lo hago.
Ella pestañea al abrir los ojos y parece registrar dónde estoy. Junta sus senos
y eso es todo lo que necesito saber.
Se siente magnífico.
Y acciona el interruptor.
—Me voy a venir —gruño, y con un grito alto, disparo sobre su pecho. Me
estremezco, mis hombros sacudiéndose mientras mi clímax truena a través de mí—.
Santa jodida mierda —murmuro. Porque fue tan jodidamente bueno.
Por ella.
Cuando bajo de mis alturas, estiro la mano hacia la mesita de noche y agarro
unas toallas de papel.
Me pongo de pie y lanzo la toalla en un tacho de basura, luego me giro hacia 153
ella, atrayéndola a mis brazos.
—¿Te gusta?
—Es mi cosa favorita, hacerte venir —dice suavemente, luego pasa un dedo
por mi pecho. Su toque es eléctrico, y a pesar de que acabo de venirme, me estoy
poniendo duro de nuevo—. Me gusta cuando te vienes dentro de mí. —Sus uñas
hacen un sendero por mis pectorales—. Y en mi boca. —Luego por mis
abdominales—. Y en mi cuerpo. —Sobre mi cadera—. Simplemente amo cuando se
siente bien para ti.
Estoy tan encendido por la pura sensualidad de sus palabras y por la preciosa
honestidad en ellas que apenas me doy cuenta de lo que dice. En su lugar, bajo mi
boca a la suya y la beso suavemente, luego incluso con más fuerza, porque su sabor
me enciende, y calla mi boca.
De esa manera, no me equivocaré ni diré palabras que ella no quiere escuchar.
Palabras que obstruyen mi garganta y luchan por salir. Palabras que tengo que
aguantar porque revelarían demasiado.
Apenas entiendo cómo me puede decir algo tan crudo y sexual, y no solo
excitarme más allá de cualquier razón, sino también engancharse en mi corazón y
hacerme enamorar más fuerte de ella.
Bajo por su cuerpo, besando sus hermosos senos, su suave cintura, la curva
de sus caderas, luego entierro mi cara entre sus piernas, lamiendo hasta que se viene
de nuevo. Mi nombre en sus labios con cada estremecimiento, cada temblor, cada
grito.
Y me mata.
Y más tarde, cuando la pongo en sus manos y rodillas y la follo hasta que
gime, gimo, y la cama chirría, reviso mi sentimiento anterior acerca de su pecho
siendo mi lugar favorito.
Y estoy ridículamente feliz de tener una cita con ella, a pesar de que dudo que
sea la primera de muchas, como quiero.
154
El reloj avanza en esta cosa entre nosotros. Cuantas más noches pasemos en
la cama, más difícil será seguir llevando esto de solo amigos cuando termine.
Si pensé que a Josie le gustó poner música ambiental la otra noche, no es nada
en comparación con Ivory.
Hay una pareja mayor aquí, quizás en sus sesenta. El hombre tiene sus garras
sobre su mujer. No me opongo a las demostraciones públicas de afecto en teoría,
pero no estoy tan interesado en verlo manosear su trasero incesantemente. Pero es
bueno que se interesen entre sí. Una pareja más joven está aquí y la mujer está
embarazada. Esta noche podrían estar tratando de quedar embarazados estando
embarazados, si tal cosa fuera posible, a juzgar por la cantidad de veces que la besa
mientras cortan verduras. También hay dos hombres aquí, y también son bastante
manoseadores entre sí. 155
Y mira, estoy a favor de hacerlo con Josie tanto como sea posible.
Simplemente no en una clase. Esta noche, lleva un vestido veraniego junto con su
delantal con estampado de cerezas, y sorpresa, sorpresa, me hace pensar en la
primera vez que hicimos…
Las ostras vinieron después, e Ivory nos observó, animando a Josie a que me
las diera de comer. Las rechacé.
Arrugó la nariz.
—Yo tampoco puedo, así que esa fue la respuesta correcta en la prueba de
compatibilidad de compañeros de piso.
Sí, tal vez seamos tontos. Quizás seamos irreverentes. Quizás esta clase no
sea exactamente para nosotros. Es un poco demasiado seria, pero nos estamos
divirtiendo a nuestra manera.
—Dicen eso. Pero, ¿por qué? ¿Por qué el chocolate te hace sentir como si
estuvieras enamorado?
Josie me echa un vistazo y, por un segundo, creo que es por el tema. Que
puede leerlo en mis ojos, o que está comprobando si puedo sentirme así. Los nervios
suben por mi garganta, pero cuando Josie me da un codazo, está claro que solo se
está divirtiendo.
—Sé que el científico que hay en ti se muere por responder —dice en voz baja.
—Un corazón fuerte late cien mil veces al día y bombea alrededor de dos mil
galones de sangre a través del sistema circulatorio para mantener la vida. Cuando el
corazón es fuerte, puedes hacer todo mejor, más rápido y por más tiempo. —Ivory
me mira con los ojos muy abiertos—. Eso también significa que un corazón fuerte
mejora la resistencia. —Cuadro mis hombros—. Incluso entre las sábanas.
Por el rabillo del ojo, noto que los labios de Josie se contraen. Su mano cubre
su boca. Luego, una pequeña risa se desliza entre sus dedos.
Josie agarra mi brazo y clava sus uñas en él, sin duda para no reírse.
—Abre bien.
—Siento que estamos en una clase de Lamaze y somos los únicos que no
estamos totalmente interesados.
Se ríe.
—Lo mismo pienso. Además, ya sabía todo esto sobre la comida. Algo así
como tú y el corazón —dice, tocando el mío.
No aquí.
—¿Quieres huir?
158
Me lanzo como si estuviera a punto de despegar en una carrera. Josie niega
con la cabeza, luego mete la mano en su bolso, juguetea con algo y pronto mi teléfono
suena fuerte en mi bolsillo.
—Qué clase más extraña —dice Josie mientras nos dirigimos al metro—. Es
curioso, porque escuché muchos elogios al respecto.
—Entiendo por qué es divertida, pero tal vez no lo sea para nosotros. A cada
uno lo suyo, supongo. El tipo que la recomendó le gustaba colgar de candelabros.
—Toda la idea de afrodisíacos o comida sensual es genial, pero tal vez no sea
la comida lo que es sensual. —Encuentra mis ojos—. Tal vez sea la persona. Tal vez
se trate solo de con quién estás, y no de la luz de las velas, la música o la forma en
que alimentas a alguien.
Mi respiración se atasca mientras ella aprieta mis dedos. Es todo lo que toma.
Que ella sostenga mi mano. Dejo que mi cabeza se recargue hacia atrás, golpeando
la ventana detrás de nosotros.
—Estoy perfecto.
Al menos, no en público.
—Subiremos por las escaleras —le dice Josie con una sonrisa—. Tenemos un
corazón fuerte y buena resistencia.
Nos dirigimos a las escaleras y abro la puerta, dejándola ir delante de mí. 161
Mientras camina, disfruto de la vista de sus piernas, su trasero, su falda. En el
primer rellano, agarro su mano y tiro de ella hacia atrás, su pecho presionado contra
mí.
—Tú también.
Sus labios se abren, y Dios mío, ¿qué diablos se supone que debo hacer?
Y abrazarla.
Y tenerla.
Y quererla.
Es un beso lento y sensual al principio. Una provocación. El principio de algo.
Y cuando murmura contra mi boca, la suerte está echada. Pongo mi brazo alrededor
de su cintura y la acerco, sellando su cuerpo al mío.
—Arriba —gruño—. Tan rápido como puedas. Quítate ese vestido y luego
súbete sobre mí.
—Sí, señor.
Me estremezco.
—Bien —murmuro.
Ella gana la batalla y camina conmigo el resto del camino por las escaleras
mientras trato de no cojear.
Lo hago, dejándome caer sobre los suaves cojines. Estoy agradecido de estar
rodeado de todos estos cojines. Levanto mi tobillo derecho sobre la mesa de café
mientras Josie pone sus manos sobre mis hombros.
Asiento.
163
—Hielo e ibuprofeno también. Y elevación. Pero me ocupé de esa parte.
Frunzo el ceño.
—Trato de nunca ser un paciente.
—Pero esta vez, tienes una enfermera que ofrece una marca especial de amor
y cuidado.
Y mi pie ya no está frio. De hecho, apenas si duele cuando Josie apoya el hielo
en mi pie, se acurruca junto a mí, y me besa.
Diez minutos después, mi pie está congelado, pero todo lo demás está en
llamas.
—Viviré —digo haciendo un puchero. Hay una cosa buena con los tobillos
torcidos, el tiempo de recuperación es corto. Aunque, tengo un problema mayor, en
mis pantalones. Dirijo mi mirada a mi dureza—. ¿Pero puedes hacer algo con este
nuevo problema que creaste?
—¿Harías eso?
—Por supuesto —digo, deseando poder añadir toda la verdad. Haría cualquier
cosa por ti.
—Jesús, Josie.
Se levanta de mi polla, y luego baja.
—Lo sé, ¿cierto? Es tan bueno. —Su voz suena como si se estuviera
rompiendo.
—Eres tan jodidamente buena conmigo —digo y luego aplasta sus labios con
los míos.
Su cara cae junto a la mía, mejilla con mejilla, su boca cerca de mi oído.
165
—No sé cómo parar.
a
Más tarde, cuando estamos en la cama, y le estoy asegurando por décima vez
que su medicina funcionó y mi tobillo está bien, coloca su mano en mi hombro.
Esa última palabra hace que mi aliento se corte. Su voz suena nerviosa, como
si de verdad estuviera esperando que dijera que sí.
Asiento.
—Incluso con eso.
—Chase —dice lentamente, con su voz triste—. ¿Qué pasa cuando esto
termine?
166
Me duele el pecho y me escuece el corazón.
—No quiero que esto se detenga —dice, y quiero agarrarla, sostenerla, decirle
que no tiene hacerlo—. Pero tiene que hacerlo, ¿cierto?
«Necesito que tú seas el duro. Necesitas ser el médico que eventualmente arranque la
bandita».
Miro dentro de sus ojos. Está esperando mi respuesta. Necesita que sea fuerte.
Maldita sea. No quiero jugar ese rol con ella.
—Correcto.
—Seremos como un pastel que se hornea por demasiado tiempo. Tienes que
saber cuándo sacarlo del horno o se quemará.
Ingredientes
2. Cómela.
3. Espera a que funcione, incluso si hay una parte de ti que no quiere que
funcione en lo absoluto. Ni un poquito. Para nada de nada.
168
7
Es un refrán que dice: “Una manzana al día, mantiene al médico en la lejanía”
Está profundamente dormida, la sábana se ha deslizado hasta su cintura. Sus
facciones son suaves a la luz azul oscuro de primera hora de la mañana. Su cabello
castaño se derrama sobre la almohada y su respiración es lenta y uniforme.
El reloj marca las 5:30 y no es solo una advertencia de que es hora de que me
vaya. Es un recordatorio de que estamos un momento más cerca del final. Es posible
que Josie y yo no tengamos una fecha de vencimiento oficial, pero estamos
prácticamente fritos.
Quizás una noche más. Quizás una vez más. Anoche, dejó en claro que el
temporizador sonará en cualquier momento.
Pero esto, tenerla en todos los sentidos, es el tipo de procedimiento que apesta
a mala praxis. Está plagado de demasiados riesgos conocidos que pueden conducir a
un resultado negativo, incluidas lesiones o la muerte.
La única otra opción es tan loca, tan ridícula que ni siquiera puedo tomarla
en serio. Es en la que le digo cómo me siento y, milagrosamente, ella quiere lo
mismo. Saltamos alegremente calle abajo hacia el mundo de fantasía felices-
jodidamente-para-siempre.
Cuando llego al edificio de Max y luego a la puerta del vestíbulo, una pesadez
desciende sobre mis huesos. Solo hay un procedimiento que realizar. Josie y yo
tendremos que volver a ser como éramos, como habíamos planeado. Seguiremos
siendo los mejores amigos, y estas últimas semanas serán simplemente un pequeño
y divertido incidente. Recordaremos este momento y nos reiremos de los días en que
fuimos compañeros de piso con beneficios.
—Hola.
—Hola.
—¿Listo? 170
—Estoy listo.
Seguimos nuestra ruta habitual a medida que sale el sol. Pero estoy fuera de
mi juego. Esa pesadez se ha extendido por mi cuerpo. Me pesa. Me ralentiza. Soy
más lento que nunca.
Desde varios tramos de bicicleta más adelante, Max mira hacia atrás y grita:
No puedo hacerlo.
—¿Qué sucede?
Llego junto a él en el camino.
—Nada.
—Algo sucede.
Dejo caer mi cabeza entre mis manos. No puedo aguantar esto ni un segundo
más.
Por el momento más breve, mi cuerpo se siente ligero. Lo dije en voz alta. Se
lo dije a otra persona.
Cuando levanto la cara, casi espero que mi hermano se ría de mí. Pero lo sé
mejor. Ese no es el estilo de Max.
—El amor apesta. —Exhala pesadamente y me mira a los ojos—. ¿Ella siente
lo mismo?
Me encojo de hombros.
—Chase —dice con un suspiro que contiene toda la sabiduría del hermano
mayor del mundo.
—Lo sé.
—¿Qué? —Lo escuché, simplemente me niego a creer que Josie haría eso.
—No es lo mismo.
—Lo sé, pero mierda. —Se pasa una mano por el cabello y deja escapar un
suspiro—. Odio verte tan alterado por una mujer.
—Lo entiendo. —Me mira fijamente. Sus ojos oscuros siempre se han sentido
como rayos láser—. Ella es tu compañera de piso, tu mejor amiga y tu amante, y
quieres que sea tu novia. —Pasa un segundo y niega con la cabeza como si estuviera
frustrado con la situación—. Pero ella te dijo que eso no puede suceder y te estás
preparando para un mundo de dolor.
Él tiene razón. Demonios, sé que tiene razón. Y el terror que inunda cada
rincón de mi cuerpo es la prueba de lo acertado que está. Pero, aun así, una débil
esperanza me fastidia.
—¿Estás seguro?
—Mira, probablemente haya algún tipo de pensamiento que te diga que seas
hombre y le digas cómo te sientes. Y oye, tal vez deberías. Dios sabe que no tengo el
historial de ser un experto en relaciones. —Se frota la mandíbula con una mano—.
Pero, Chase… ¿esto? Esto es un castillo de naipes precario. —Hace un movimiento
rápido con el dedo, derribando la estructura imaginaria—. No veo cómo se puede
hacer esto sin que todo se derrumbe. Ella no es una enfermera que te gusta y que 172
trabaja en el mismo turno. Ella no es una chica que conociste en línea, o una chica
con la que te enganchaste en una exhibición de autos.
—¿Todos?
—Amigo, es evidentemente obvio. Coqueteas con ella constantemente. Tu
rostro se ilumina cuando entra en la habitación. Sonríes como un idiota cuando
hablas de ella.
Me burlo.
—Cállate. No lo hago.
—Sí, lo haces.
—Es por eso que no veo cómo siquiera puedes lograr esto —dice—. Si alguien
puede manejar actos de equilibrio y proezas de fuerza, ese es mi hermano menor.
Pero esto no es solo empujar a tu cuerpo a terminar una carrera, o manejar un turno
de treinta y seis horas sin bostezar. Esto ni siquiera es saltarse dos grados en la
escuela, sabelotodo. Esto es mucho más difícil.
Suspira profundamente.
—No puedo decirte que hagas eso. Todo lo que puedo decir es que estés
preparado para una tormenta del tamaño de un huracán si llega el momento.
—No lo haces.
—¿Qué?
Asiente.
—No pretendo tener ninguna respuesta, pero te amo, hombre. No quiero verte
herido, y ahora mismo, puedo decir que lo estás.
—Lo hago.
—¿Como a un hermano?
Se ríe.
—Como a un hermano.
174
De las páginas del recetario de Josie
Ingredientes
1 cucharadita de sal
2 huevos
Instrucciones
176
Tengo una visera mental, y no tengo miedo de usarla.
A pesar de que he sido mordido por el bicho del amor, todavía puedo
depender de mi habilidad especial: separar emociones de acciones como si fueran
blanco y negro en la lavandería.
Es cierto que el olor agudo y químico del tinte para el cabello ayuda. Diablos,
tal vez encontré la única cosa acerca de ella que no me excita. Esta cosa apesta.
Josie está sentada en la tapa cerrada del retrete en el baño, engalanada con
leggins y un sostén, con una toalla cubriendo sus hombros. Estoy de pie detrás de
ella, pintando de rosa las puntas de su cabello.
—Si fuera tú, señorita Josie, no me burlaría del tipo que sostiene una brocha
llena de tinte para el cabello. 177
—Sí, lo sé. Solo te estoy molestando —le digo, ya que eso es lo que tengo que
hacer para superar esto, bromear, jugar, reír. Llevarnos de vuelta a donde estábamos.
—Aprecio que estés haciendo esto —dice, inclinando su cara hacia arriba
mirándome.
Maldición. Esos ojos verdes. Esos hermosos labios. Ella hace muy difícil que
la moleste cuando lo único que quiero es besarla.
—No hago esto porque tenga aspiraciones de peluquero. Lo hago por ti.
Mueve los brazos detrás de ella y los envuelve alrededor de mis muslos.
—Gracias.
Incluso aunque todos mis instintos me dicen que la bese, o susurre algo dulce
en sus oídos, no los escucho. Los ignoro completamente y termino su cabello.
—Debo dejarlo por veinte minutos. ¿Quieres ver otro episodio de Bored to
Death?
Empezamos a ver este programa de HBO hace unos días. La primera vez que
vimos un episodio fue el martes en la noche, después de una sesión muy caliente bajo
las sábanas durante la cual aprendimos que somos una de esas parejas que no sólo
ama, sino que es realmente buena en el sesenta y nueve.
Maldición.
Pero, cielos, somos increíbles en esa posición. Ninguno de los dos perdió el
ritmo. Devoré su dulce coño mientras ella se fue de lleno por mi polla. Y llegamos al
clímax por unos sesenta segundos cada uno.
Mmm.
—Claro.
No tiene que decirlo. Pero puedo jurar que escucho las palabras en sus labios.
Una última vez.
—Las damas primero —digo y abro la puerta de la ducha para ella. Se para
bajo el chorro de agua, y me uno a ella en el calor mientras deja que el agua enjuague
el color. Cascadas rosas bajan por su cuerpo, sobre sus senos, bajan por sus piernas.
El tinte salpica el suelo de baldosas en un luminoso charco fucsia.
Pasa su dedo por mi labio superior mientras el agua caliente nos golpea.
—Lo sabía.
Jesucristo.
Es extraordinario.
Entonces la follo.
180
En mi cabeza, digo esta palabra una y otra vez.
a
Poco después, estoy seco y vestido. Cierro mi mochila que contiene unos
cambios de ropa. Pasos suenan detrás de mí y luego una pregunta.
—¿Qué haces?
Su mandíbula cae.
—¿Qué?
Asiento.
—¿Te vas?
No iré primero.
Asiente.
—Y dijiste que esto tenía que terminar. Josie, es muy difícil para mí estar aquí
justo ahora. Tienes que entender.
Una lágrima baja por su mejilla. Luego una cae tras la otra. Siguen cayendo,
como una lluvia de verano. Se limpia las mejillas, pero está peleando una batalla 182
cuesta arriba.
—Josie —digo y ella da una fuerte inhalación—. ¿Qué fue esto para ti?
Separa sus labios, pero no hay respuesta porque un fuerte golpe de nudillos
reverbera a través del apartamento.
—El portero llamó hace unos minutos. Tenía que encargarse de algo en
nuestro piso, así que se ofreció a traer el paquete.
Continúa golpeando.
—Ah, tu rodillo.
—Probablemente. —Su voz es vacía.
Ella mira a través de la mirilla y asiente hacia mí. Destraba y abre la puerta.
Un hombre bajo y robusto en un blazer verde se encuentra en el umbral. El portero
de día.
—¿Qué es esto?
—¿Qué dijo?
Ingredientes
Lechuga
Tomates
Zanahorias
Lo que sea
Una noche después del trabajo, Wyatt me envía un mensaje de texto para
reunirme con él y Nick, diciéndome que es temporada de softbol y que tengo que
185
llevar mi culo a Central Park.
Voy, y estoy agradecido y muy deprimido de que Josie no juegue este año.
Nick conecta un jonrón; eso es normal para él. Consigo un pequeño grado de
satisfacción cuando derribo a dos corredores durante mi turno al bate.
Cuando Max llega a casa con comida china para llevar y cerveza, apago la
parte de Josie de mi cerebro y enciendo el lóbulo del hambre. Eso funciona, y
encuentro un pequeño grado de placer al saber que estoy volviendo a los viejos
hábitos. No he perdido por completo mi confiable talento para la
compartimentación. Es como una especie de renacimiento, ya que me he convertido
en el chico que no está loco por una chica.
Síp. Conozco a este tipo. Puedo ser este tipo. Mientras pongo los pies en la
mesa de café de Max, estiro los brazos, mi antiguo yo regresa.
Patea mi pie.
—No, no es eso.
Atrapado.
—Deberías enviarle un mensaje de texto. Verla. Se supone que eres amigo 186
suyo. Sé jodidamente amigo suyo.
—Hola, tú.
—Antes de que ordenemos, tengo esto para ti. —Mete la mano en su bolso y
agarra una golosina.
—Y tuvieron bebés.
Se ríe.
—Shhh.
Esto es una noticia para mí, y estoy cavando en que está compartiendo partes
de sí misma, igual que antes.
—Sí, yo también. —Porque algo de Josie es mejor que nada de Josie—. Oye,
¿alguna vez has hecho un brownie de mantequilla de maní?
Toco mi nariz.
—Sí.
—¿Ya tienes un nuevo lugar? Estoy celoso de que tu mojo inmobiliario sea
tan bueno.
—No es la gran cosa. Fue bastante fácil. Y ahora me quedaré con Lily hasta
que resuelva las cosas. Desde que echó a Rob, tiene espacio para mí.
Lily y Josie. Dos hermosas mujeres solteras que viven juntas. Mi radar suena.
—¿En serio?
Asiente.
—Estaba reconociendo que solíamos hablar sobre las citas —dice, claramente 189
ofendida por mis preguntas—. ¿Qué pasa contigo? ¿Estás saliendo?
—Entonces, ¿por qué lo estaría yo? —pregunta, extendiendo las manos en una
pregunta.
—¿Chase?
—Te extraño.
—Absolutamente.
Eso también significa que es la primera vez que Josie y yo salimos con todo
el grupo de amigos desde el final de nuestro corto tramo como compañeros de piso y
un período incluso más breve como amantes. Pero nadie más sabe sobre esto último
excepto Max.
—¿Te refieres a que sientes algo grande por Josie Hammer? —susurra.
—Entendido. Porque nadie más podría notarlo jamás. —Abre la puerta del 191
bar, y entramos, uniéndonos a la pandilla en el salón de Ping-Pong.
De inmediato, mis ojos la encuentran. Josie apoya sus caderas contra la mesa
verde de Ping-Pong. Está usando una falda roja, y botines pequeños que se verían
geniales apoyados en mis hombros. Envueltos alrededor de mi cuello. Enganchados
en mi cintura.
Arrastro una mano a través de mi cabello y fijo una sonrisa amistosa, al menos
nadie se da cuenta de que anduve repasando mis posiciones favoritas.
Josie sostiene una copa de champaña mientras charla con Natalie. Las dos
observan a Harper mientras rebota en un extremo de la mesa, con una raqueta en la
mano. En el otro extremo, Nick hace un saque con la pelota de plástico blanca, y los
dos intercambian golpes por el próximo minuto. Nick está ferozmente concentrado,
golpeando la pelota hacia ella cada vez, pero luego Harper ofrece un golpe de castigo
a la esquina derecha, y cuando Nick se estira para alcanzarla, la pelota cae al piso.
Una nueva pareja entra a través de las puertas a la sala de Ping-Pong, ella es
una pequeña rubia, con ondulado cabello miel, y el chico junto a ella, un tipo alto y
ancho. La chica grita:
—Mejor suerte la próxima vez —dice el chico nuevo con una sonrisa.
Mientras me muevo alrededor, no veo otra cosa que parejas. Natalie y Wyatt,
Spencer y Charlotte, Nick y Harper, Simon y Abby. Solo son los hermanos Summer
los que están solteros, y Josie. La cosa es, Max es feliz con su condición, por lo que
puedo decir. En principio, no me opongo a la mía. Nunca me molestó ser un hombre
solo. Hasta que me enamoré de Josie.
Ahora, ver a todos estos amigos emparejados me recuerda que soy yo el que
no obtuvo a la mujer que quería. 192
Arquea una ceja, como si no fuera posible que hable en serio. Pero lo hago,
porque los juegos de bar y yo somos una combinación ganadora. Esta noche, el juego
tiene un efecto secundario. Vencer el trasero de Wyatt me impide mirar el de su
hermana toda la noche.
Pero antes de que pueda hablar con Wyatt de su segunda derrota, la voz de
Spencer suena desde el otro lado de la habitación.
—¿Qué están haciendo ustedes dos acerca de los arreglos de vivienda ahora
que el propietario los echó?
Charlotte se ríe.
—Apuesto a que perdiste el toque femenino que trajo Josie mientras vivieron
juntos.
—Fue lo mejor.
Eso irrita a Spencer, que agarra la raqueta de Nick. Mientras juegan, Max
vuelve a entrar, con la mandíbula tensa y los ojos ardiendo.
—Tuve que aceptar una llamada telefónica. —Se pasa una mano por su
mandíbula—. Jodida Henley Rose.
—Esa misma.
Me deja sorprendido.
—¿Sería más fácil si te recordara que pensabas que era increíblemente sexy, y
tu mayor logro cada día era no estarla mirando a cada segundo que estaba bajo un
motor o inclinada sobre un capó?
Golpea mi espalda.
—Entonces, espero con ansias ese momento —digo, ya que no puedo esperar
para saber más sobre la mujer que volvió loco a mi hermano por un tiempo.
—Nah.
Pero el Scrabble es difícil de resistir para mí, estoy seguro de que Harper
conoce mi debilidad. Ella me da un empujoncito.
—No puedo esperar para ver eso. —Inclina su barbilla hacia el juego junto a
las sillas—. Muéstranos lo buenos que pueden ser.
Josie se ríe.
Y lo hacemos.
Ganamos con una combinación final de “pesado” y “ex” que construyó Josie
en nuestro turno final.
Cuando todos los demás están ocupados haciendo un par de cosas, ella apoya
una mano en mi brazo.
—Me alegra que podamos hacer esto, Chase. Me alegro de que sigamos
siendo amigos. ¿Tú no?
Pero ella también es algo más. Es una ex, y eso es otra cosa. Estoy
aprendiendo que ser un amigo de una ex no es lo mismo que ser amigo de una mujer.
Una vez que cruzas la línea a amantes, todo cambia. Volver a ser como eras
antes no es fácil.
Es pesado.
196
De las páginas del recetario de Josie
Ingredientes
Café
Canela
Coraje
197
Ese domingo, Max y yo terminamos la carrera. Nuestro equipo queda en
tercer lugar, y recaudamos unos pocos miles de dólares para los veteranos. Nada mal
para dos tipos que no son ciclistas profesionales.
Todo se siente tan normal como puede ser. Es increíble, como puedes pensar
que no puedes sobrevivir a un corazón roto, pero la experiencia me ha enseñado que
puedes. Solo debes seguir adelante. La vida continúa, y durante mi descanso de
almuerzo con David, agarro un sándwich de pavo de la cafetería y me paro en la fila
para pagar. Por el rabillo de mi ojo, veo a un cirujano ortopédico que conozco abrir
una bolsa marrón y sacar un sándwich de atún. Mi primer instinto es enviar un
mensaje de texto a Josie diciéndole que he atrapado a alguien en la naturaleza
comiendo nuestra comida menos favorita.
Pero entonces es mi turno para pagar. Abro mi billetera para sacar algunos 198
billetes y se me cae una tarjeta de negocio. La agarro del mostrador al lado del cajero
y la volteo. La tarjeta de Kevin. Cierto. La incluyó cuando me dio el certificado de
las clases de cocina.
Oh, cielos.
—Doctor Summers, ¿cómo diablos está? ¿Espero que no llames para decirme
que encontraste algo raro en una vieja radiografía de mi frente?
—No y llámame Chase. De todas maneras, quería darte las gracias por la
clase. Fue muy amable de tu parte. Nos la pasamos genial.
—Increíble. ¿Te comprometiste?
—Sí y te lo debemos. Es una de las razones por la que queríamos darte las
gracias cuando vinimos hace unas semanas. Tu sugerencia de tomar la clase de
cocina fue exactamente lo que necesitaba. Algo hizo clic para mí esa noche en
Tentadores Aperitivos. Sabía que Cassidy era la indicada para mí. Y la noche
siguiente me propuse.
—Huh —digo, mientras tomo las noticias de Kevin—. ¿Así que todo te quedó
claro?
—Como el cristal.
Y estuvo claro.
Y estuvo claro.
Una parte de mí lo sabía. Una parte de mí estaba segura de que ella se sentía
de la misma manera salvaje y loca que yo. Y no dije lo suficiente para aferrarme a
ella en ese momento. No me arriesgué.
Eso es lo que quería hacer hace unas semanas cuando me mudé. Mi corazón,
por ella, no ha cambiado.
Pero lo que está claro ahora es que perderla como amiga no es el mayor riesgo.
El mayor riesgo es perder a la mujer que estoy jodidamente seguro es el amor de mi
vida.
—Considéralo hecho.
Chase: ¡Hola! ¿Hay alguna posibilidad de que pase por la panadería cuando
termine mi turno? Tengo algo para ti.
a 200
Hay alguien más con quien debo hablar primero. Le envío un mensaje de
texto a Wyatt y me da la dirección en donde está trabajando hoy.
—¿Qué sucede? Dijiste que era una misión crítica —dice, con un martillo en
su mano y otro en su cinturón.
—Sí, es crítico. —Voy al grano—. Necesito que sepas que estoy enamorado
de tu hermana.
Mi mandíbula cae.
—Amigo, todo el mundo lo sabe. La pregunta ahora es: ¿Por fin vas a hacer
algo al respecto?
—Sí, voy a hacer algo al respecto. ¿Estás bien con eso? Si no lo estás, lo siento,
pero no lo siento. De todos modos, se lo voy a decir. Aun así, quería decirte antes de
hacerlo.
Se ríe.
—Aprecio el aviso. Y cuando te pedí que cuidaras de ella, era para protegerla
de los idiotas. Estoy seguro que no eres uno de ellos. También estoy bastante seguro
de que esta no es el tipo de historia en la que el hecho de que estés enamorado de la
hermana de tu amigo te frene. El obstáculo siempre ha sido lo mucho que ustedes
dos se preocupan el uno por el otro —dice y aprieta mi hombro—. Además, te
apruebo tanto que es ridículo. Ahora, deja de hablar conmigo y ve a ver a mi
hermana. Ve si puedes convertirte en su persona favorita en el universo.
202
El aviso de cerrado descansa contra la puerta, pero golpeo dos veces. Mirando
hacia arriba desde su puesto en el mostrador, Josie me sonríe, se limpia las manos en
su delantal y se dirige a la puerta. Desbloqueándola, me deja entrar. Su cabello está
recogido en una cola de caballo y sus labios tienen brillo.
No pierdo el tiempo.
—¿Sí qué?
—Cada vez que estuvimos juntos, sentí que hacíamos el amor. Cada vez.
Todo el tiempo. Cada noche —digo, y sus ojos verdes brillan al instante, como si
hubieran sido iluminados con mis palabras—. Eso es porque estaba enamorado de ti
incluso desde antes de que durmiéramos juntos.
—¿Lo estabas? —pregunta, su voz suave como una pluma y llena de asombro.
Reconozco el sonido porque es como me siento cuando la miro.
—Estoy loco por ti. Quiero pescado sueco contigo todo el tiempo. No quiero
estar al otro lado de la pared en un apartamento contigo. —Muevo la mano hacia el
centro, donde vive Max—. Y definitivamente no quiero estar al otro lado de la
ciudad. En este momento, se siente como si un millón de millas nos separaran, y no
203
puedo soportarlo.
Encuentro su mirada. Sus ojos verdes son los únicos en los que quiero
perderme.
—Quiero ser el único con el que vengas a casa y despiertes. Quiero comprar
papel higiénico para ti, e ir a Bed, Bath & Beyond para comprar sábanas para la cama
que compartamos. —Sus labios tiemblan, y sus hombros se sacuden a medida que
continúo—. Quiero volver a casa para encontrarte en un delantal que te haga aún
más imposible de resistir y quiero no volver a resistirme a ti.
Ella asiente una y otra vez, lágrimas bajando por sus mejillas. Y todo está bien
en el mundo de nuevo. Todo es milagroso. Todo está bien una vez más porque lo
que pensé que estaba sintiendo en la clase de cocina es verdad. Es evidente. Es real.
Ella.
—La cosa es, creo que he estado enamorado de ti por mucho tiempo, Josie.
Creo que estaba enamorado de ti desde antes de irme del país. Ahora que estoy de
vuelta, tanto mi hermano como tu hermano se rieron de mí cuando les dije que te
amaba, como si fuera la cosa más obvia del mundo.
—He estado loca por ti durante mucho tiempo, y creo que se necesitó que
204
viviéramos juntos para que mí corazón golpeara al cerebro en mi cabeza y me hiciera
darme cuenta plenamente.
Envuelve sus brazos alrededor de mi cuello, sus dedos juegan con las puntas
de mi cabello, como lo hizo esa noche en el tren.
—Anoche estaba mirando a través de mis recetas, las que he escrito en los
últimos meses. Escribí un montón sobre ti, y era un poco obvio cuando las leía, que
he sentido algo grande por ti durante un tiempo.
—Siento algo grande por ti —digo y ella se ríe. Entonces añado más
seriamente—: Me encantaría verlas algún día. Tus recetas.
—Me encantaría mostrártelas. Esta mañana, escribí una receta de café con
canela.
Un nuevo tipo de felicidad fluye a través de mi pecho porque sé que a esta
chica le gusta la canela. Me gusta estar al tanto de todas las peculiaridades de Josie.
Desde atún hasta canela, desde compartir su corazón hasta compartir su casa, desde
el sesenta y nueve hasta el amor propio.
Asiente.
Me rio ligeramente.
—No, creo que ambos nos amábamos demasiado como amigos como para
arriesgarnos a perder a la otra persona. Por otra parte, creo que estar separada de ti
fue un tipo de pérdida en sí. Por eso te dije que tenía algo para ti. Algo nuevo que
hice.
Me da una bolsa de panadería, del tipo que siempre me ha dado, y esta mujer
me sorprende una vez más. Josie siempre me da regalos y no puedo mentir, me hace
escandalosamente feliz ser el destinatario.
Ingredientes
1 taza de mantequilla
3 huevos, batidos.
2 cucharaditas de polvo para hornear.
¼ de cucharadita de sal.
Instrucciones
Ella es mía.
—¿Cuál es la primera?
—Tú.
Luego la beso, y ella es todo lo que he extrañado, todo lo que quiero y todo
lo que amo.
Me devuelve el beso con una ternura y fiereza que sé que ahora viene desde
su corazón. Josie siempre da todo de sí misma, incluso cuando trató de contenerse.
Una vez pensé que podía tener todo en diferentes cajones, pero tal vez no soy tan
distinto a ella después de todo.
Esta mezcla que tenemos los dos es bastante buena. Me gusta más la vida
cuando estamos juntos.
Ahora mismo, hay algo que me gustaría aún más y eso es toda ella.
Sonríe.
—Vamos a mi oficina.
—Podrías pensar, “No es muy creativo ya que me dio esto antes” pero la
última vez que te di flores, dijiste que harían nuestra casa alegre. Esta vez, te las
compré porque quiero vivir contigo de nuevo. En una nueva casa. Solo nosotros.
Una que puedas volver alegre con estas flores. —Sus ojos parecen brillar mientras
espera a que yo diga más—. ¿Te gustaría vivir conmigo de nuevo? ¿Cómo mi novia?
Ella toma mi mano.
208
Cinco meses después
La búsqueda de apartamentos no duró mucho esta vez.
Nada estuvo maldito. Nadie estuvo loco. Tampoco tuve que vender un bazo
o un riñón.
Resulta que todo lo que tuve que hacer fue quitar un trozo de candelabro de
la frente de un chico y luego coserlo sin dejar rastro.
Kevin me puso en contacto. Quién iba a imaginar que algún día Aquaman
entraría a mi sala de emergencias con un fragmento de vidrio de seis centímetros en
la frente y se formaría un vínculo hermoso. Le arreglaría el rostro y lo enviaría al
camino de las escapadas sexuales más seguras. Terminaría comprometido y me
devolvería el favor al ponerme en contacto con algunos de sus contactos
inmobiliarios. Uno de sus agentes inmobiliarios nos encontró un apartamento de una
habitación en Chelsea que cuesta un brazo y una pierna. Pero de alguna manera
estamos haciendo que todo funcione, haciendo nuestro mejor esfuerzo todos los días.
Yo lo haré.
—Mmm —dice con un ronroneo sexy—. Huele bien. Alguien tendrá suerte
esta noche.
Cada noche. A veces también todas las mañanas, aunque rara vez nos
levantamos de la cama a la misma hora. Pero eso no obstaculiza la búsqueda de
orgasmos, ya que las alarmas sincronizadas no son necesarias para el sexo matutino
con sueño, y ese es un hábito que ambos disfrutamos.
Después de que deja su bolso y se lava las manos, comemos la cena que hice.
Cuando terminamos, me aclaro la garganta.
—¿Sí?
Me estremezco.
Jadea y señala la mesa, con la boca abierta. Ella mira boquiabierta el tablero
de Scrabble. Las palabras en él no se conectan entre sí como en un crucigrama. Pero
no es necesario. No estoy tratando de ganar una puntuación de palabra doble. Quiero
ganarme su corazón para siempre, y es por eso que escribí tres palabras, y solo tres
palabras. Las digo en voz alta.
—Te amo con locura, Josie Hammer. ¿Serías más que mi compañera de piso,
más que mi novia? Ya eres mi mejor amiga. ¿Serías mi esposa?
—Creo que soy yo la que tuvo suerte esta noche —dice con una sonrisa de
alegría en el rostro.
Lujuria y sentimientos.
Podría decir que ella es el paquete completo, y eso está muy bien.
Pero lo que ella realmente es… es un regalo.
FIN
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Seamos sinceros, señoritas.
Un buen hombre se parece mucho al
auto perfecto. Quieres un cuerpo caliente, un
motor que ronronee, y un rendimiento
superior bajo el capó… para el mejor paseo de
tu vida.
Nota de la autora
Si leíste Well Hung y te preguntas cómo encaja la historia de Chase en el marco
temporal general, Full Package sucede entre el primer y el segundo epílogo de Well
Hung. Sabes a lo que me refiero :)
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