Está en la página 1de 81

1

Esta traducción fue hecha de fans para fans, sin ningún tipo de
ganancia. Hecho para promover la buena lectura y darle la
posibilidad de leer el libro a aquellas personas que no leen en
inglés. Puedes apoyar a la autora comprando sus libros y
siguiéndola en sus redes sociales.

2
INDICE
Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6
3
Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12
SINOPSIS
Decidida a calificar para el riguroso examen físico del departamento de bomberos,
la ex marine Jessie Sullivan nunca se da por vencida, a pesar de los clavos en su
pierna. Lo último que necesita es un alto, increíblemente caliente estrella del cine de
acción compartiendo su gimnasio... y quién hace que quiera negociar su rutina por
alguna sexy actividad física. Del tipo desnudo.

Blake Johnston es algo más que una maquina sexual de la pantalla grande, y está
dispuesto a demostrarlo. Especialmente a una ex marine vivaz y sexy como Jessie.
Pero cuando un inofensivo desafío los lleva a chisporrotear fuegos artificiales, el
entrenamiento de Jessie y Blake termina generando un poco de calor entre las
sábanas. Y es más de lo que Jessie podría haber imaginado. Mucho, mucho más.
4
Pero las aventuras no duran para siempre. Y en dos semanas, Jessie tendrá que
despedirse de su candente fantasía de Navidad.
1
Traducido por Ivy & MaJo MadHatter
Corregido por Valevilchez

Antes del amanecer, temprano en la mañana, la veterana de guerra Jessie


Sullivan deslizó su llave en la cerradura del gimnasio del complejo Sweetbriar
Springs. Dio un paso dentro de la habitación, agradecida por la soledad y la falta de
iluminación, necesitando la paz del complejo de su familia para destruir sus
demonios personales. Hace tan solo cuatro horas llamó a su compañero de equipo,
el sargento de artillería Nick Constanza, quien luchaba para recuperarse de sus
múltiples lesiones del campo de batalla. Le aseguró que él vencería la pérdida de su
extremidad, aprendería a vivir con un ojo, y recuperaría su audición. Ahora sus 5
palabras de consuelo sonaban huecas en su cerebro.
Después de todo, todavía no podía recordar todo lo que pasó el día en el que
1
el IED explotó. El jodido trauma, incandescente, tan real hoy como en el momento
exacto. Pero los eventos eran tan enredados como un lío de cables eléctricos. No
podía desenredar los nudos y recordar los detalles.
Ignorando la punzada de dolor apuñalando su muslo derecho, se acercó a la
fila de pesas apiladas desde pequeñas de un kilo y medio hasta llegar a las pesas de
macho alfa de dos cifras. Que se jodan las pequeñas. Apretó el velcro de sus
guantes de levantamiento, luego elevó dos pesas de 14 kilos, frente al espejo que
llegaba desde el piso hasta el techo, y se centró en mantener la apropiada
alineación de su cuerpo.
Su última práctica de entrenamiento en el departamento de bomberos no fue
bien. Si no podía pasar las ocho pruebas específicas del empleo, no entraría en la
academia de bomberos. Y los infantes de marina no renunciaban.
Ni siquiera si eran marginados por las honestas altas médicas.
Su estómago se endureció en una bola de arcilla y saboreó grava. Quería

1
Siglas para Improvised explosive device: Dispositivo explosivo improvisado.
servir a mi país, pero ayudar a los ciudadanos de Sweetbriar es un cercano segundo
lugar. Al menos recuperaría cierta sensación de normalidad, un equipo y una vida.
¿No era eso lo que le prometió a Constanza? Si solo pudiera prometerle que sentiría
todo de nuevo, pero Jessie no podía mentir. No cuando no encontró la manera de
volver a ser la persona que fue antes del accidente.
Una sombra fuera del pasillo de la habitación se reflejaba en el espejo,
capturando su atención. —Mamá, maldita sea —llamó, curvando las pesas a su
pecho y descendiéndolas—. Por favor, encuentra algún otro de tus hijos para vigilar.
Todo lo que quería eran dos benditas horas a solas. A los veinticuatro años,
no necesitaba a su madre comprobándola constantemente con ojos de águila,
evaluándola con más habilidades que un médico experimentado, y pidiéndole con
palabras no dichas, si la verdadera Jessie Sullivan volvería a reaparecer.
A pesar de que deseaba un panorama diferente, Jessie no podía sacar a
relucir la voluntad de fingir que todo iba bien. La chica que fue toda su vida se había
ido hace un largo tiempo. Y dudaba que alguna vez fuese tan feliz, entusiasta o
inocente de nuevo.
Había cambiado. Nada, ni siquiera los pernos y tornillos que la unieron de
nuevo, podrían reparar la masacre interna en su alma. Infiernos, médicamente la
evacuaron fuera del campo. Pudo también ser dada de baja por lo que se refería.
6
Ninguna de las medallas que recibió después podría superar el estigma de la
humillación.
Jessie realizó otra repetición, escuchó la puerta abrirse. —Mamá, ¿qué parte
de déjame malditamente sola es lo que no entiendes? —preguntó, volviéndose hacia
su madre.
Su corazón tartamudeó para detenerse un momento. El héroe de acción, la
increíble estrella de cine, Blake Johnston levantó su bolsa de deportes por encima de
su hombro. La boda de su hermana Maisey con la temática de Maravillas de Invierno
en el Sweetbriar Springs, tomó meses en organizarse: un evento privado el sábado
antes de Navidad significaba reservar todo el complejo para los Johnstons para
vigilar que los entrometidos paparazzi no arruinaran el día.
—¿Siempre te encuentras de mal humor por compartir las instalaciones? —
preguntó Blake—. Porque tu madre me aseguró que usar el gimnasio del complejo
antes de que abra oficialmente no sería un problema.
Que su madre y la de ella fueran juntas al instituto llegó como una sorpresa
para toda la familia. Mientras Jessie se recuperaba de sus heridas en Alemania,
Maisey Johnston se contactó con los Sullivan en un esfuerzo por encontrar una
conexión con su pasado. Y la madre de Jessie nunca rechazaba a un alma perdida.
Un año más tarde, Maisey era prácticamente parte de la familia. Cuando Blake llegó
a Sweetbriar Springs para las dos semanas adicionales de la celebración de bodas,
Shannon Sullivan lo tomó también bajo su protección, tratándolo como a uno de los
suyos.
Todo el mundo en Sweetbriar Springs admiraba a Blake, pero Jessie no se
sometía ante ningún hombre. No cuando creía que los verdaderos héroes eran los
hombres y mujeres que protegían a su país todos los días.
Por desgracia, sus hormonas hacían una reverencia como loca para Blake
Johnston.
Jessie respiró hondo y esperó a su corazón para reanudar las funciones
normales. —Mamá pensó mal —dijo. No solo eso, no quería que nadie viera la
magnitud de los daños de su pierna. Sin embargo, allí se encontraba el hombre más
sexy de Hollywood, un pedazo de magnificencia de primera categoría, caminando
hacia ella hasta que quedaron a pocos centímetros de distancia. Y a pesar de que
no se tocaron, su piel se estremeció como si la hubiera rozado contra la suya.
Le dedicó una de sus características dignas-de-babear y arrogantes sonrisas.
—Esperaba tener el lugar para mí, pero me encuentro bien con compartir.
Su estómago se agitó, y peligrosas cargas eléctricas comprimían todas sus
partes de mujer. El gimnasio parecía encogerse debido a la gran magnitud del 7
hombre. No solo eso, ¿por qué tenía que oler tan condenadamente bien? ¿Todo
picante, delicioso y comestible?
Una mujer normal de sangre caliente mataría por estar en los zapatos de
Jessie. Pero no ella. No importaba lo mucho que sus zonas erógenas chocaran los
cinco entre sí ante la vista de la estrella.
—Prefiero trabajar sola. —Regresó sus pesas al estante—. Vuelve dentro de
una hora, y me iré temprano. —Significaría perder valioso tiempo de entrenamiento,
pero lo compensaría con una carrera a través de los senderos del bosque del
complejo.
—No puedo. —Dejó caer su bolso sobre el suelo junto a otro banco, se
arrodilló, abrió la cremallera, y tiró de sus guantes—. La siguiente película de Quinn
Sawyer empieza a filmarse en tres semanas. Tengo que tonificar los músculos.
Desde donde se encontraba, esos densamente marcados brazos y sus anchos
hombros no necesitaban más definición. Y el paquete de seis en sus abdominales
que se acentuaba en su camiseta no tenía un gramo de grasa en ellos. Blake
Johnston podría no ser un auténtico infante de marina, pero su impresionante físico no
era el resultado de la magia del cine.
Jessie se volvió ligeramente hacia la derecha cuando se paró frente a ella. —Y
yo entreno para un examen físico del departamento de bomberos. Aunque necesito
cada minuto que pueda cronometrar en este gimnasio, al menos me encuentro
dispuesta a ceder.
La miró con unos penetrantes ojos verdes, su cautivante mirada viajando
desde la cima de su puntiagudo cabello negro corto hasta llegar a sus zapatillas. —
Desde mi punto de vista, puedes permitirte ceder. Te encuentras en buena forma.
Su ritmo cardíaco se aceleró, y una ráfaga de sonido venció los volúmenes de
sangre en sus oídos. Quinn Sawyer... no, Blake Johnston... ¿pensaba que tenía una
buena figura?
—Tal vez para un coqueteo. No para cuatro horas de rigurosa prueba de
fuerza para entrar en la academia de bomberos —dijo, mirando a otro lado.
Su pierna se reflejaba en el espejo del gimnasio, e hizo una mueca. Todos
estos meses después de que estuvo atendida en Estados Unidos, todavía no podía
soportar la vista de la arruinada cicatriz en el lado derecho de su muslo. Aunque era
un constante recordatorio visual de todo lo que perdió en cuestión de segundos, su
extenuante rutina de ejercicios la obligó a vestirse con pantalones cortos para
mantenerse fresca.
Él sostuvo sus ojos en el espejo, su rostro una mezcla de inteligencia y
comprensión, antes de que concentrara su mirada en su tensa piel irregular. Un ligero 8
tic saltó en su mandíbula.
—Ya veo —dijo—. Pero eso no cambia el hecho de que tu madre me aseguró
que podía usar el gimnasio antes de que abra.
El rostro de Jessie quemaba, sus orejas ardían. Avergonzada, mortificada más
allá de lo creíble. Después de las múltiples cirugías para salvar a su destrozado
muslo, inspeccionó sola el daño. Solo entonces se vino abajo, metabolizó el duelo
por la pérdida de la simetría de sus anteriormente fuertes, delgadas piernas. Sin
embargo, no buscaba la simpatía de Blake.
Luchó para recuperar su típica jodida actitud para contrarrestar la pena en su
voz. —Mi madre se equivocó. —Jessie contuvo un largo suspiro, hielo mental
dispuesto a fluir por sus venas.
Se cruzó de brazos. —Necesitas comprobar el contrato que tu padre firmó
cuando reservé el complejo. Lo que quiero, lo consigo.
Aunque dudaba seriamente que actuara en su amenaza, Jessie no quería
arriesgarse a molestar a su padre. Lentamente, muy lentamente, soltó el aire en sus
pulmones. Con cada largo segundo que pasaba, sus mejillas se enfriaron y su pulso
volvió a la normalidad. —Guau, no tenía ni idea que el héroe de acción Quinn
Sawyer era un tipo de diva. —Jessie enganchó su cadera derecha y metió su puño en
el pliegue. Dolor corrió a través de sus músculos, desgarrando sus nervios, tirando a
través de sus ligamentos. Lo ignoró—. Tal vez debería alertar a tus devotas
admiradoras.
Relajó su postura, aflojando sus músculos con la gracia de una pantera
acercándose sigilosamente a su presa. —Eso definitivamente violaría los términos. —
Blake apretó sus guantes de levantamiento con una suave secuencia de cremalleras
de velcro—. No puedo permitir que eso suceda. Odiaría perder la credibilidad de
héroe.
Contuvo el aliento en su garganta. ¿Por qué sonaba como si bromeara en
lugar de estar hablando en serio? Se negó a jugar su juego. En lugar de eso, optó
por ponerlo en su lugar y obligarlo a salir de su espacio. —Pretender ser un héroe no
te convierte en uno —dijo.
Cerró los pocos centímetros entre ellos y niveló sus ojos en los suyos. —Para ti,
¿qué hace a una persona ser un héroe? —preguntó, su voz oscura y peligrosamente
tentadora.
—Esquivar balas reales, no falsas.
Rompió brevemente el contacto visual, y luego aclaró su garganta. —Puede
que no esquive balas de verdad, Jessica Sullivan —dijo Blake—. Pero sé lo que se
necesita para construir un héroe de adentro hacia afuera. 9
El aire entre ellos se encontraba cargado, electrificado. Una tormenta de
necesidad, algo largamente olvidado y enterrado debajo de la culpa, la angustia y
la desolación subió a la superficie. Era como si pudiera ver más allá de su sarcástica
bravuconería a las profundidades de su alma. No cedas. Mantente fuerte. Y niégate
a ser seducida.
—¿Cómo? —Jessie se enderezó en toda su estatura—. ¿Con el método de la
actuación?
Sus carnosos y oh-tan-sensuales labios se curvaron en una alarmantemente
seductora sonrisa. —Con ponerte a través de un infierno de programa de
entrenamiento, garantizándote una oportunidad de pasar tu examen físico.

Jessie alzó sus cejas. —Bromeas, ¿cierto? —preguntó—. ¿No quieres tu


privacidad?
Blake escudriñó las placas de identificación que frotaba entre su dedo y su
pulgar, los nervios haciendo el movimiento agitado, luego regresó hacia los ojos azul
claros de Jessie. —La privacidad está sobrevalorada —dijo.
—Eso no es lo que Maisey dijo cuando reservó el complejo turístico —dijo
Jessie—. Creo que sus palabras exactas fueron Blake tiene a toda esta mierda de los
paparazzi acosándolo solo para atraparlo en su ropa interior.
Él ahogó una risa. Dura como el acero, fue la descripción de su madre, pero
después de que Shannon Sullivan compartió historias sobre su propia madre,
manifestó su preocupación por Jessie. Así que se ofreció para romper el exilio
autoimpuesto de Jessie, porque Jessica Sullivan era un héroe en más formas que
Quinn Sawyer, el protagonista de la franquicia de su película.
—Eso no quiere decir que quiero estar solo todo el tiempo —dijo Blake—. Soy
igual de humano que el tipo de al lado. Tu familia ha sido demasiado buena con la
mía, y necesitas un compañero de entrenamiento. Así que, ¿qué tal? ¿No crees que
me encuentre calificado para el trabajo?
Quería deslizarse bajo la superficie de su enojada actitud y compensar la
generosidad de su madre. Además, pasar tiempo con Jessie podría añadir un toque
de realidad a su guion sobre un guerrero herido adaptándose a su nueva vida en
Estados Unidos. Por un lado, Blake esperaba probar que era más que una cara
bonita con un cuerpo caliente.
—¿De verdad crees que te encuentras más calificado que un Marine? —
preguntó—. Entonces te equivocas.
10
—Mis entrenamientos fueron organizados por un antiguo Marine de la Fuerza
de Reconocimiento. Además, no veo a otro Marine en esta habitación —dijo—. ¿Te
encuentras preparada para el desafío?
Vaciló, pero Blake no insistió. Recorrió bastantes hospitales de veteranos, vio
la devastación de la guerra después los hechos, y escuchó las historias. Las cicatrices
en su muslo iban más allá de su piel, y había soportado meses de rehabilitación.
Pero el viaje para regresar y luchar fue reemplazado por la dura realidad de sus
heridas.
Aquí se alzaba un ejemplo clásico de un antiguo veterano de combate con
más que sus limitaciones físicas sosteniendo su espalda. Si pudiera romper su
caparazón, podría encontrar el corazón de su historia, lo que significaba hacer una
diferencia con la franquicia de su película y no solo se centraría en la línea de fondo
del estudio.
La mayoría de las personas solo lo veían como un cuerpo y un rostro, y nunca
como un hombre con el cerebro necesario para escribir un guion. Planeaba
demostrarles que se equivocaban. Por una vez en su vida, sería aceptado porque se
ganó el respeto de los demás. Y eso lo mantendría ganando un ingreso por mucho
más tiempo del que dependería por su apariencia.
Blake presionó por una respuesta. —Marine, ¿cuál es el problema? —
preguntó—. ¿Tienes miedo?
Acero se deslizó en su mirada. —Nunca retrocedo ante un desafío, pero yo no
necesito tu ayuda. —Soltó sus placas.
Sostuvo sus manos detrás de su espalda, su estómago tenso. Haz como si
nada o perderás esta oportunidad. Se había ofrecido a ayudar, aunque con un leve
motivo oculto. Enterró la culpa que tiraba de su conciencia. Quería redirigir el curso
de su futuro, y esta oportunidad era ganar-ganar en la medida en lo que le
concernía.
Blake cargó las pesas en una barra. Sintió que quería preguntar algo, pero su
orgullo y una fuerte vena testaruda mantuvo su boca cerrada con pinzas.
Suavemente, pero con la suficiente fuerza detrás de su voz hizo que fijara su mirada
en la suya y dijo—: ¿Por qué no? Tengo un programa patea traseros. Y estamos aquí.
—Podrías solo irte.
Blake añadió luchadora y obstinada a la lista de adjetivos que describían a
Jessie Sullivan.
Y sensual. Definitivamente fulminante, sensual como el infierno. Jessie de pie
era tan alta como una modelo de pasarela, por lo menos un metro ochenta, añade o
quita un centímetro. Músculos esculpidos grababan todos sus brazos, sus piernas y su 11
torso. Pero era toda una mujer con atractivas curvas femeninas. Curvas acentuadas
por el pantalón corto negro de lycra abrazando su perfecto y redondeado trasero. Y
la blusa de lycra a juego destacaba la sinuosidad de sus pechos.
De repente encantado por haber optado por un pantalón corto holgado,
Blake fijó sus pesas en su lugar, luego se posicionó debajo de la barra sobre el
banquillo. —No va a suceder. —Entonces sonrió con su mejor sonrisa de cartel de
Quinn Sawyer encanta tus pantalones—. Jessie, tienes una opción. Comprometerte y
quedarte, o irte y perderte de una oportunidad de vencer los obstáculos.
Entrecerró sus ojos almendrados. Sus cejas grabaron una fila de furia sobre su
frente. —Retuerces mis palabras para adaptarlas a las tuyas.
Demasiado para su supuesto carisma de Hollywood deslumbrándola. —¿Qué
puedo decir? Soy un rápido estudiante. —Se preparó para levantar—. ¿Y bien? ¿Solo
vas a quedarte ahí y mirar?
Jessie miró hacia otro lado, y luego hacia él. Reconoció el deseo de largarse
de la sala en conflicto contra su código de honor interno que siguió como un Marine.
Tiró hacia abajo su pantalón corto un poco para cubrir más de su cicatriz.
—Bien. Te ayudaré. —Jessie se acercó para pararse detrás de él, agarró la
barra a cada lado de sus manos, tocándolas—. Con una condición.
Olía bien, dulce y agrio como un chorrito de limonada en un fresco día de
verano. Se preguntó cómo sería probar su piel, deslizar su lengua a lo largo de la
extensa línea de su cuello. El pulso en el hueco de su garganta se agitó, pero ella
mantuvo su posición. Eso ganó su respeto. La llevaría a su nivel mínimo de concesión
y trabajaría para su ventaja durante las próximas dos horas.
—Típica Marine. —Tocó sus manos enguantadas, luego se preparó para
levantar—. Ni pensar en rendirse sin luchar. Di tus condiciones.
—Tengo un amigo que mataría por estar en un set de película —dijo Jessie—.
¿Estás dispuesto a darle a un antiguo Marine con una sola pierna y un solo ojo, un
papel transitable en la próxima película de Quinn Sawyer?
Podría hacer que eso sucediera incluso si se salía de la franquicia y no
dirigiera la siguiente película. —¿Puede actuar? —preguntó. Que no pidiera nada
para ella misma lo decía todo.
—Constanza es natural.
—Entonces haré que suceda. —Una vez que terminara el guion y convenciera
a la franquicia de aceptar sus términos de permanecer en el set, se aseguraría de
que el hombre, si tenía talento, consiguiera más que un papel transitable.
—Genial. Entonces empecemos. 12
Empujó la barra fuera de la base y levantó el peso. —Ayúdame, después
pararemos. Lo mejor es recuperar tu aliento mientras puedas, porque este ejercicio
viene con una etiqueta de advertencia. —Solo hay una manera de conquistarla. Le
demostraría que no todo el mundo era intimidado por una insolente actitud de
espíritu de fuego alimentada por miedos internos que no podía comprender.
Una hora y media después, el sudor brillaba en su piel clara y peinaba su
cabello en punta en su frente, al tiempo que Jessie terminaba su tercera ronda de
sentadillas. —¿Qué sigue? —Sacó un pañuelo de color rosa de su pretina y la ató
alrededor de su cabeza.
—Flexiones —dijo, aunque quería terminar el entrenamiento para detenerla de
hacerse daño.
Dolor se agrupó en su boca, y había una leve cojera en su paso mientras se
movía por la habitación hacia el puesto de peso. Una sensación extraña se congregó
alrededor de sus pulmones. Dios, era fuerte, dispuesta a no rendirse. Justo como el
personaje que escribió hace dos meses con la esperanza de que el estudio tomara un
riesgo con una película emotiva de Quinn Sawyer. Alguien con intensidad. Alguien
con una necesidad de superar las heridas del pasado. Alguien que aprendería a
confiar de nuevo.
Alguien como Jessie.
—Rotaremos en el entrenamiento de mañana —dijo.
—¿Cuál es el problema? ¿Tienes miedo de que pueda patear tu trasero de
héroe de acción?
—No. —Agarró una toalla, pasándosela sobre su cabello—. Tengo que
encontrarme con mi hermana y la familia de su prometido para desayunar. Después
recuperaré el tiempo perdido. —Solo. Cuando aumentara sus repeticiones y corriera
ocho kilómetros del sendero del complejo turístico.
Se frotó la parte de atrás de su cuello, apretando sus músculos encordando
sus hombros. —¿Necesitas mucho tiempo para arreglarte antes de presentarte?
El sutil movimiento apretó la tela empapada que abrazaba sus pechos,
delineando sus pequeños pezones. Lujuria ardía en su ingle. Blake movió la toalla
hacia la parte delantera de su pantalón corto. —Sí, tengo previsto un baño de
pétalos de rosas, seguido de un tratamiento de cutículas —dijo.
Se rió, volviéndose para recoger sus pesas. —Sabelotodo.
Más lujuria azotó abajo. El único trasero2 en el que se interesaba era en el
sensual y apretado en su parte inferior, inclinado sobre las pesas. Mierda. Haz de
eso un doble mierda. Esto no era lo que esperaba que sucediera cuando esta
mañana entró en el gimnasio. 13
Miró de nuevo hacia abajo. Sí. Era una muy buena retaguardia. Y siempre se
metió con las piernas y el trasero. Mierda. Esta era la hija herida de Shannon Sullivan
y se encontraba evaluándola. Jessie se hallaba completamente fuera de sus límites.
Desear a esta sensual mujer era totalmente incorrecto.
Sin mencionar que no quería complicar su vida después de tomar la decisión
de llevar su carrera al siguiente nivel. Su agente no quería que cambiara de
dirección, pero su hermana lo había animado. Si a sus productores no les gustaba su
guion, Blake planeaba salirse de la franquicia y empezar de nuevo. Era un riesgo
calculado donde el resultado podría establecer el escenario para la segunda mitad
de su carrera. Y eso era en donde necesitaba concentrar su atención.
A pesar de la decisión de su cerebro, la necesidad todavía palpitaba en su
ingle. Esta mañana tendría que optar por una ducha fría.
Tragando, agarró una botella que colgaba de un gancho sobre la pared. —
¿Te veo mañana? —preguntó, rociando el banquillo detrás de ella con un fino paño.
Jessie lo miró por encima del hombro, y levantó la vista para evitar ser
atrapado comiéndose con los ojos su lindo trasero. Reconocimiento brilló en sus ojos

2
Juego de palabras, Jessie dice sabelotodo en inglés, SMARTASS y Blake toma la última sílaba ASS
para referirse a su trasero.
y el rosa manchó sus altos pómulos. —Solo si planeas presentarte una hora más
temprano que hoy —dijo.
Interiormente gimió. Tanto para dormir. —Esta noche hay una fiesta de cóctel
para los huéspedes. Podría terminar tarde. Además, tenemos un trato. ¿Recuerdas?
Jessie sonrió. —Si piensas que voy a hacer este sistema de compañeros fácil
para ti solo porque has acordado darle a Constanza un papel transitable en tu
próxima película, entonces pensaste mal.
—Estaré allí —dijo. A pesar de que iba a necesitar un batido de proteínas
seguido de un trago doble de café para lograrlo—. Y traeré pesas rusas.
—Asegúrate de una maldita vez de traer tus bolas3 —dijo.
Ahogó una risa mientras salía del gimnasio. Nadie le había hablado de esa
forma en años. Y el descaro era un cambio refrescante en comparación con las
insulsas aduladoras con las que salía. Sin embargo, no actuaría en esta atracción.
No cuando anoche compartió una taza de chocolate con su preocupada madre y
escuchó la historia sobre su hija bondadosa convirtiéndose en una mujer amargada.
Incluso ahora, Blake identificó el dolor que sentía, y no quería ser la siguiente
persona en añadirse a la pila de mierda de cartas con la que trataba.
No. 14
Nada4.
Nyet.
En dos semanas, estaría en Burbank en el set de filmación para la siguiente
película de Quinn Sawyer si los que mandan aceptaban sus condiciones. Seducir a
esta feroz y hermosa mujer no podría suceder sin importar cuánto lo excitara.
Además, le prometió a Jessie que ayudaría a su amigo. Eso significaba concentrar su
energía en hacer que todo lo que puso en movimiento encajara en su lugar, o
perdería más que su carrera en el cine.
No sería capaz de mirarse en el espejo si no cumplía.
Aun así, mantener las cosas platónicas entre ellos sería un infierno mucho más
difícil ahora que sus alborotadas hormonas fueron activadas.

3
Juego de palabras, Blake dice pesas rusas en inglés kettle balls, y Jessie usa la última sílaba BALLS
para referirse a sus bolas/testículos.
4
Español en el original.
2
Traducido por Elizabeth Scarhood & Yoda & Lune

Corregido por Erienne

―Anoche hablé con mi madre. ―Balanceó una pesa entre sus piernas, luego
la levantó a la altura del hombro―. Cree que eres un joven adorable. Me ordenó
que deje de presionarte para seguir mi agenda, especialmente después de que
prometiste a Constanza entretenerle cuando salga de rehabilitación. ―Aunque
nunca se lo admitiría, se alegró de que su madre deje de lado su trato de guante de
seda, y lo reemplace por el de una madre normal.
15
Blake manipuló su pesa rusa. ―Bien. Entonces mañana volvemos a nuestros
habituales trotes de madrugada.

Continuó balanceando sus pesas rusas, distrayéndose de las puñaladas


agonizantes atacando el dorso de su muslo por observar a Blake e igualar cada una
de sus repeticiones. Su cuerpo, pura perfección masculina en pantalones cortos
negros de gimnasio de talle bajo y una camiseta húmeda de sudor que se aferraba a
sus pectorales, moviéndose con una fluidez que se burlaba de sus intentos de
mantener el ritmo.

―O podríamos mantener esta agenda y probar la gran resistencia de Quinn


Sawyer. ―Había tomado Juramento de Honor, pero incitar a Blake era lo más
divertido que tenía desde que la bomba explotó.

―¿Alguna vez duermes? ―preguntó él, terminando sus repeticiones.

―Solía dormir profundamente en una fosa de tierra. Últimamente… ―Se


detuvo a sí misma antes de que dejara salir la verdad. Pesadillas, un sólido caso de
estrés post-traumático, recuerdos distorsionados de la explosión y el horror de las
secuelas que se arrastraban en su cabeza por las noches. Pero incapaz de unir las
piezas de todo lo que había sucedido.
―Últimamente prefieres torturar a las estrellas de cine ―dijo.

En sus palabras percibí un atisbo de comprensión. Era como si se hubiera


dado cuenta de que se rompería si le ofrecía otro breve apoyo.

Había tenido suficiente mierda del lado positivo de las personas. La verdad
era, que las nubes ennegreciendo su alma estaban bien instaladas. Todos se habían
apresurado a hacerla sentir mejor en vez de dejarla sufrir. No podía cambiar el
hecho de que sobrevivió a una explosión que afectó mucho más a otros miembros de
su equipo. No podía dejar de culparse a pesar de las medallas que había recibido.
Y no podía fingir que no cambió, tenía la evidencia que dejó un feo recordatorio en
su pierna.

Un genuino respeto creció dentro de Jessie por el hombre detrás de la estrella


de cine, porque reconoció su necesidad de simplemente ser.

―Sí, algo así ―dijo―. Qué diablos, lo tomaré con calma. No quiero enfadar
a mi madre.

―Odiaría estar en su lado malo. Hace una formidable taza de chocolate


caliente.

Sonrío, y maldición si su distintivo, único hoyuelo no hacía que su estómago


16
caiga y ruede en un vertiginoso salto mortal. Caramba. Sus hormonas mejor que
dieran una larga mirada en el espejo porque estaba muy lejos de su liga.

―¿Así es como te sobornó para que hagas ejercicio conmigo? ―pregunto.

Un músculo se contrajo en su mejilla, para su satisfacción. ―Tuvimos una


conversación, eso es todo. ―Le tendió su mano―. Dame la pesa.

―¿Qué dirían tus fanáticas incondicionales si supieran que tienes una grave
adicción al chocolate caliente?―La soltó, pero no antes de que sus dedos se rocen.
Una chispa de electricidad, encendió otro fuerte anhelo bajo su piel.

Su mirada era firme, clavándola en el suelo. ―Le pone malvaviscos. De los


pequeños.

Exhaló una larga respiración.―¿Y tienes debilidad por los malvaviscos


pequeños?

―Entre otras cosas ―dijo levantando una ceja.

Su interior enloqueció de nuevo. No había duda de la intención en su voz.


Pero no podía desearla. Un instinto rebelde perdido hace mucho tiempo luchó
asomándose y respondió, cerrando los centímetros que los separaban.

―¿Cómo qué? ―preguntó.

Como tú. Blake quería atraerla en sus brazos, moldear sus labios a los de
ella, y oírla gemir su nombre cuando la penetre. Sus ojos azul ahumado le hacían
desear romper su voto personal de mantener sus manos fuera y demostrarle lo mucho
que lo excitaba. Pero, ¿a qué costo?

Trató de aplastar su deseo con una imagen de su madre removiendo su


chocolate caliente. Como pseudo padre durante los últimos diez años, sabía lo
enojado que estaría si alguien sacaba provecho de su hermanita.

Su cuerpo se negó a obedecer sus directas órdenes de hielo, y el calor se


precipitó a su ingle, poniéndole incómodamente duro. Maldita sea y maldita sea de 17
nuevo. No podía, no lo haría, y absolutamente no debería cruzar el límite entre ellos.
―Crema batida. ―Retrocedió un paso y puso la pesa rusa en el suelo.

Jessie era especial. Se merecía a alguien que no la dejara atrás. Todo lo que
le podía ofrecer era una aventura temporal. Y se negaba a participar en un asunto
superficial en estas fiestas, no importa lo mucho que sus hormonas le decían que
apriete el gatillo y vaya por ello.

Ella levanto una esquina de su boca. ―Ya veo. ¿Y tendría que ser con o sin el
requisito previo de helado con chocolate?

―Con.

―Entonces el gran Blake Johnston tiene el gusto de un niño pequeño por lo


dulce. ―Ladeó su cabeza hacia la derecha, tocándose la barbilla con su dedo
índice―. ¿Alguna vez consideraste otras alternativas para dichos dulces?

Infiernos sí. Quería besarla, cambiar esa cara sarcástica con una llena de
encanto. Fracasando estrepitosamente, se imaginó lamiendo crema batida y
chocolate fundido de su piel, saboreando su dulzura y sumergiéndose en ella.

Icebergs. Piensa en glaciares y el Polo Norte. No funciona. Cero efecto en mis


endurecidas partes. Blake buscó una estrategia de salida, una razón para dejarla
antes de que vea la evidencia de su excitación.

Se movió detrás de la maquina abdominal, luego ajustó la posición del


asiento. ―¿Qué te parece?―preguntó.

―Creo que eres un bromista, Blake Johnston. ―Su boca exuberante se redujo
en una línea afilada capaz de cortar a través de granito. Un largo silencio, tenso se
sentía en el aire cuando hablé de nuevo―: Pero entonces se supone que debes ser
toda una máquina americana de sexo hollywoodense, así que supongo que no
puedes controlar tu natural magnetismo animal. Sin preocupaciones. Soy inmune.

Los pulmones de Blake se exprimieron, vacíos de aire. Quería creerle.


Infiernos, debería creerle. No podía permitirse el lujo de no creerle. Pero olió la
mentira en su afirmación. La vacilación en las recriminaciones que brillaba en sus ojos
parpadeantes.

Intentando respirar, llamó a cada gramo de su capacidad de actuar para


ignorar la imperiosa necesidad de cruzar la habitación y besarla hasta dejarla sin
sentido. ―Excelente ―dijo―. Eso nos hace dos.

18

Poco después, Jessie repitió sus ejercicios, contando las razones por las que el
jefe de bomberos estamparía su aprobación en su solicitud. Luego repasó muchas
veces por qué quería patear el lo siento de Blake Johnston desde allí hasta Middle
East, donde podría tener una seria lección en preparación militar.

Casi esperaba no verlo en el gimnasio. Pero allí se encontraba, y sus


hormonas hacían un baile feliz cada vez que flexionaba sus espectaculares músculos
durante su sesión. Caray. Concéntrate en algo de provecho, no en sus pectorales.

—¿Le conseguiste a Constanza un papel? —preguntó. Aunque no podía traer a


Rodríguez de la tumba, seguro que podía ayudar a su amigo.

Blake se colocó detrás de ella y vio sus dos últimas repeticiones, tocando sus
hombros para ayudarla a mantener su técnica. —Llamé al director anoche. Está
hecho —dijo—. ¿Quieres contarle tú las buenas noticias o una llamada de Quinn
Sawyer sería mejor?

Hormigueos eléctricos relampaguearon por su piel, haciendo que su libido se


atolondrara. Solo el más leve de los toques y su mente saldría del edificio.
No. Está. Sucediendo. —Hagamos una llamada conjunta en Skype esta tarde.

—Buen plan —dijo Blake, apartándose.

A pesar de que su cuerpo decía que se rindiera, Jessie seguía mandándole


miradas furtivas al más que espléndido cuerpo. —No puedo esperar para ver la
expresión de su rostro cuando le cuentes las noticias —dijo, con su voz tranquila
aunque sus nervios saltaban. Todo dentro de ella que estuvo sexualmente inactivo
esperaba por órdenes.

—Yo también —dijo Blake, inclinándose para levantar una pesa.

Su boca se hizo agua, se encontraba allí para ponerse en forma, no para


babear por él, conocido también como Quinn Sawyer, el super galán. ¿Quién no se
sentiría atraído? Era el hombre perfecto, la fantasía de toda mujer de sangre
caliente. Alto, fornido, sexy. Y más allá de guapo con esa pícara sonrisa, dando a
su americano rostro un toque de perversión en el dormitorio, con una pegatina de
garantizado-a-complacer en un costado.

Hombre, si los muchachos de su unidad pudieran oír sus pensamientos se


burlarían de ella sin piedad. Un dolor se alojó en su garganta, y la miseria quemaba
detrás de sus ojos. Los extrañaba. Extrañaba las bromas, la paz por ser parte de un 19
equipo en el que siempre se cuidaban las espaldas.

Jessie curvó su pesa, comprobando su posición en el espejo. La sesión de


Skype de esa tarde ayudaría a aliviar un poco esa tristeza. Y esperaba recuperar
otro tipo de camaradería entrando al departamento de bomberos de Sweetbriar
Springs. Aunque el entusiasmo y la emoción no sería la misma que las ganas de estar
en un grupo de elite en ultramar, al menos estaría haciendo algo que valga la pena
con gente buena. Como ayudar a su comunidad, siendo otra vez parte de la
estructura de su vida familiar, sería suficiente. Derribó la vieja herida con una
profunda respiración, después terminó sus repeticiones, obligándose a igualar el
ritmo de Blake. A pesar de que nunca lo admitiría, trabajar con él restauró una parte
de esa pertenencia. El baile feliz de hormonas era una complicación que frenaría. Lo
suficientemente fácil considerando que Blake había dejado claro que no se
interesaba en ella de ese modo.

Para él, era uno de los chicos. Un familiar rol que tuvo toda la vida. —Diez
minutos más y me largo —dijo—. ¿Desesperado por un baño de pétalos de rosa?

—Nah, me abstendré de frotarme como un marica —levantó su última serie de


repeticiones—. Antes tengo que correr.

Devolvió sus pesas al soporte en la esquina. —¿Cuántos kilómetros? —¿Y por


qué no había insistido en que fuera con él? Sabía que el protocolo de la Marina para
acondicionamiento requería entrenamiento en resistencia. Pasó su mano por su
pierna derecha, apretó el músculo debajo de la cicatriz que fruncía su pierna.

—Dieciséis.

—Genial —agarró su sudadera con capucha del banco y se la puso—. Voy


contigo.

—¿Segura de que deberías?

Odiaba la preocupación que escuchó en su voz. —Nada me detendrá para


demostrar que estoy lista para servir, incluso si es en mi país. —Y nada iba a
detenerla para conseguir apartar a su pesimista entrometida familia que no la quería
ver en peligro.

—Trabajas demasiado duro.

—Si alguna vez te llamaron a la verdadera acción, sabrás por qué. —Nació
para servir. Y maldita sea, se presionaría para recuperar parte de lo que perdió ese
día en el campo de batalla cuando fue demolido todo lo que le dio sentido a su vida.

—Deja tu actitud —dijo Blake—. No todas las llamadas a servir son para 20
proteger a nuestro país. —Cambió sus pesas, dándole una excelente vista de su sexy,
esculpido trasero.

Uno que aún quería golpear.

Jessie se quitó sus guantes protectores y los metió en el bolsillo de su chaqueta


de lana. —¿Tienes una definición mejor? —Tenía muchas ganas de pelear contra
algo, alguien, donde sea. Y él le proporcionaba las tres opciones en cantidades
estelares.

Giró su cabeza para darle una dura mirada. —Intenta Crianza sin manual.
Mejor aún, trata de explicarle a tu hermana pequeña que te encargarás de ella
porque los doctores no pudieron salvar a tus padres. Trata de hacerlo, sin nadie que
te ayude a descifrar cómo demonios explicártelo a ti mismo.

Vergüenza se disparó por sus mejillas. Siempre contó con el apoyo de su


familia sin condiciones. De repente, su negativa a aceptar su amor y preocupación
parecía insignificante comparado con la revelación de Blake.

—Lo siento —dijo—. Sabía que habías criado a Maisey, pero… —Ningún
periódico sensacionalista podría retratar adecuadamente lo difícil que fue su vida
luego de la muerte de sus padres. No podía imaginar su pérdida, el impacto de la
responsabilidad que había sido arrojado sobre sus hombros a tan corta edad.

No era de extrañar el por qué su madre lo tomó bajo su ala protectora.


Aunque solo fuera para proporcionarle alguna conexión con la mujer que le dio la
vida.

Se acercó a ella. —No todos consiguen una Condecoración de Honor o


menciones escritas por hacer lo correcto.

Jessie se llevó el puño a su boca, se tragó las palabras que amenazaban con
salir de su boca. No cuando no creía merecer alguna de las medallas que los
Estados Unidos de América le entregó en una ceremonia en el Centro Principal de
Rehabilitación, en la administración de veteranos de Asheville.

—No tienes un asiento de primera fila en el departamento de La Vida Apesta.


Si eres el Marine que dices ser, superarás tu actitud de mierda. —Los oh-tan-verdes
ojos de Blake, brillaban con manchas de esmeralda, atravesándole hasta la
médula—. Y comenzarás a practicar el arte de ser amable en la proverbial fosa de
tierra.

En ese instante, algo se movió dentro de Jessie, haciendo que viera al


verdadero héroe que estaba frente a ella, una similitud, negándose a dar marcha 21
atrás a pesar de todas las pelotas de ira que arrojó en su dirección. Y sabiendo que
Blake Johnston era más que un acartonado icono de cine, una campana de
advertencia sonaba en su cabeza.

Blake Johnston, el hombre con integridad y honor, deletreó peligro de una


manera que asustaba e intrigaba a Jessie.
3
Traducido por Athena09 & Yvy
Corregido por Valevilchez

Los pulmones de Jessie gritaban por aire, pero se rehusó a reducir la


velocidad luego de convencer a Blake de comprometer sus dieciséis kilómetros para
correr su camino de ocho kilómetros con ella. Accedió después de que aceptara usar
la loción de masaje de su hermana Hannah en su pierna.
22
—¿Todavía crees que las cosas de tu hermana son para cobardes? —llamó
Blake sobre su hombro.
Hannah le dio a Blake una canasta de muestras cuando corrían la noche
anterior. Algunas veces tener a toda su familia viviendo y trabajando en la
propiedad podía ser un verdadero dolor en el trasero.
Olía un toque de lavanda en la esencia penetrante del ungüento, lo cual le
evocaba un sexy recuerdo del suave, pero firme, toque de Blake en su piel. Un
recuerdo que hacía a sus entrañas saltar con regocijo.
El choque inicial del frío cuando comenzaron la carrera fue remplazado por la
sangre bombeando en sus venas, calentándola de adentro hacia afuera. Una
calidez que tenía que ver más con el hombre que corría a su lado que con el
ejercicio. —Infiernos, si la loción es lo suficientemente buena para ti, me imagino que
debe de tener algo a su favor. —Tomó una profunda respiración de aire helado y
miró a su extremadamente asombroso trasero.
Le disparó una mirada sobre el hombro. —Esa crema podría venderse en spas
de salud por todo el mundo. Los terapistas de masajes la amarían.
Oh, amaría un diferente tipo de masaje con Blake Johnston. Todo tipo de
fantasías sexys reventaron en su cerebro mientras corría a través de los árboles que
bordeaban el camino. El viento crujió y la nieve cayó de sus ramas, aterrizando en su
nariz, pestañas y mejillas. Se la sacudió y deseó poder hacer lo mismo por sus
decadentes pensamientos. Porque Blake no era el adecuado para ella y se
encontraba a diez millones de millas fuera de su liga. Pero no se había estremecido
cuando deslizó sus manos a través de las cicatrices de su pierna.
Retírate. Deja de mirar. Cambia de tema. —Así que además de charlas a
media noche con mi mamá, conocida como la maestra de la manipulación, ¿por
qué quieres trabajar conmigo? —preguntó.
—Ha sido un largo tiempo desde que tuve una charla padre e hijo. Tomaré un
sustituto como tu madre cada día de la semana.
—Ya veo —dijo. Por supuesto, Blake fue atraído a su madre acogedora, con
los pies en la tierra y lista para aceptar. Jessie se preguntaba cuánto tiempo pasó
desde que él había experimentado eso, o si alguna vez conoció la simplicidad de la
completa atención de un padre dada la forma ansiosa en que tomó la de su familia.
Blake redujo su ritmo, dejándola alcanzarlo. —Mereces entrar en la academia
de bomberos. Aunque eres más espinosa que un puercoespín enfrentando un camión
que se dirige por la autopista I-40.
Escuchó el respeto en su voz, así como la pizca de humor subrayando sus
palabras. La aceptaba como era hoy, y no tenía expectativas de que volviera a ser 23
quien fue antes de unirse a los Infantes de Marina.
Un loco regocijo se arremolinó a través de ella, haciéndola marear. Jessie
esperó un momento hasta que recuperó su equilibrio interno. —Te daré un respiro —
dijo. Y dejaría de gruñir a su familia. Quizás luego encontraría una forma de
perdonarse verdaderamente.
—No te ablandes demasiado conmigo. Extrañaría el combate.
Por alguna razón inexplicable, quería creerle. —Es bueno saberlo —resopló
antes de adelantarse—. Te gano a llegar a la casa de campo.
Corrió tras ella. Los primeros rayos de sol se reflejaron en el suelo, mientras le
daban vuelta a la curva final, y llegaban a la entrada de la casa de campo con el
césped totalmente cubierto de nieve.
—Infierno de imagen. —Blake trotó en el lugar, su aliento empañando el aire—.
Sería una gran locación para una película.
Ni siquiera se veía como si hubiera sudado. El hombre era una máquina física,
y tan bien parecido que podría descongelar la tierra. Sus entrañas tararearon con
conciencia, pero no lo suficientemente alto para enmascarar el dolor apuñalando su
pierna. ¿Sería alguna vez libre del constante recordatorio de que no se encontraba a
la altura? —Dudo que la siguiente misión de Quinn Sawyer pueda involucrar una
casa de campo rústica en las montañas de Carolina del Norte. —Miró a la distancia,
trotó para evitar agravar el tejido cicatrizado—. A menos de que vaya a pelear con
la población de ardillas.
Le dio una mirada enigmática y pasó su mano a través de su cabello. —
Estarías sorprendida de dónde Quinn Sawyer podría aparecer la próxima vez.
—Considerando que entreno con uno de los rompecorazones más codiciados
de Hollywood, he tenido suficientes sorpresas por una semana.
—No soy el más codiciado, solo el menos accesible.
—Ja. ¿Qué sobre la última estrella principiante con la que saliste?
Aminoró su paso a una caminata. —Arreglada por el estudio.
Jessie caminó a su lado hacia la casa. —Por favor no me digas que eres gay.
Aunque estoy bien con eso si lo eres —bromeó.
—Recto como una flecha5—dijo—. Solo no he tenido tiempo para el amor, el
matrimonio y los hijos.
—Yo tampoco —dijo ella. Y dudaba que alguien la quisiera ahora que se
encontraba dañada.
Más adelante vio al asistente de gerente del complejo Zach Tanner recostado
contra una columna y hablando con su amiga. —Kennedy debería tener cuidado. Ese 24
chico es problemas con P mayúscula y un signo de exclamación.
—¿Quién?
—El último vagabundo de mi hermano. —Pateó una roca, la miró pasar
rozando a través del suelo—. Michael trajo a Zach a casa el verano pasado. Ahora
es como el segundo hijo que mi madre nunca tuvo, como si no estuviéramos siempre
llenos hasta la bandera con niños, mascotas y huéspedes.
—Tu madre tiene un don para encontrar vagabundos. Uno que aprecio. Y nos
ha dado a Maisey y a mí una manera de conectar con nuestra madre. El anuario
escolar, las viejas fotografías e historias que ha compartido, dándonos una nueva
forma de recordar a nuestra madre.
—Punto hecho. —Jessie no podía culpar a su madre por extender la mano y
atraer gente a su rebaño. No cuando el vagabundo más reciente de Shannon
Sullivan resultó ser el hombre a su lado. —Pero estoy preocupada por Kennedy.
—La veo cuando trabaja en el turno de desayuno con Zach —dijo Blake—.
Estoy seguro que puede manejar cualquier cosa que él tenga en mente.
Lo que ahora era un beso. Un largo, persistente, bloqueo de boca a boca que

5
Juego de palabras, straight aunque significa recto, también se traduce como heterosexual
las fusionaba en una sola. La tensión se anudaba en la parte posterior de su cuello. —
Romperá su corazón. —Pateó otra piedra.
—Sobrevivirá.
—Sí, y no tendrá ningún problema en encontrar otro hombre para
reemplazar a Zach. Es hermosa, divertida e inteligente. —Jessie golpeó la piedra de
nuevo—. Todo el mundo ama a Kennedy. —A diferencia de ella.
—¿Muy celosa? —preguntó Blake.
—Es todo lo que no soy. Al menos ya no —dijo—. No soy fuerte. Nunca fui
hermosa. Y ahora ni siquiera estoy completa.
Blake la detuvo. —Eres un héroe. Una condecorada de guerra de la Marina.
Desde donde me encuentro, veo a una hermosa, ligeramente sarcástica,
malditamente increíble mujer. Nunca pienses menos de ti por las cicatrices
en tú pierna. Cuentan una historia. Te respeto y admiro por tú servicio, tú sacrificio.
La realidad de ese terrible día tronó a través de sus oídos, se estrelló
contra sus sienes, y amenazó con esparcir su espalda a los cuatro rincones del
mundo. No podía cruzar el puente para llenar los vacíos en su
mente. Esas lagunas tenían el poder de las metrallas para triturar las pocas piezas
restantes de la normalidad que se las había arreglado para juntar de nuevo. 25
Preocupación arrugaba las líneas de su frente. —¿Qué está mal?
Cada latido de su corazón golpeaba un horrible tímpano en sus oídos. —La
triste verdad es que no me merezco las medallas, ni siquiera el Corazón
Púrpura. Mereces llevarlo más que yo. —No pudo reprimir la sensación de malestar
en su estómago revuelto.
—Infiernos no. —Negó—. Solo soy un producto comercial quien interpreta a un
héroe militar. ¿Pero tú? Eres auténtica.
Apretó la mano de Blake, necesitando un ancla. Buscó en su rostro la fuerza
para arrastrar su fealdad a la superficie, interpretar el apoyo inquebrantable como
un comienzo para revelar su secreto. —No soy un héroe —susurró—. Solo soy una
perra de la Marina que no puede olvidar que la única razón por la que me encuentro
aquí es porque mi líder de equipo salvó mi trasero.

Blake rodó sobre sus talones. Su intestino se apretó mientras digería las
palabras de Jessie. Nunca la había escuchado hablar de esta manera. ¿Irritable?
Comprobado. ¿Atrevida? Vuelve a comprobar. ¿Sarcástica? Compruébalo tres
veces. Pero ¿derrotada? Ese tono de voz no tenía lugar en su escala de Richter de
comunicación.
—¿Qué pasó? —preguntó. Los calientes rayos de sol sobre su cuello expuesto
eran un contraste cálido al frío arrastrándose por su columna.
—El dispositivo no debería haber explotado —dijo—. Todos pensábamos
que era un desarme de rutina. Solo tu trampa para tontos cotidiana con un casquillo
de voladura, caucho y algunos cables saliendo. Nada malo tenía que suceder.
Sonaba pequeña, asustada, fría. —Pero lo hizo —dijo.
Sus hombros caídos. —Los chicos se burlaban del líder de mi equipo,
Rodriguez, sobre dejar que una mujer haga todo el trabajo pesado. Les
dijo que cortaran la mierda. —Sonrió un poco ante el recuerdo—. El casquillo se
tambaleaba. Lo tenía bajo control, pero algo se encontraba mal. Antes de que
pudiera averiguarlo, Rodríguez gritó. Me volteé para verlo correr hacia mí. Chocó
contra mí, y luego explotó. Él salió volando. Atrapé la última parte de la explosión.
Sangre por todas partes. Constanza gritando. Woodall limpiando el
desorden, comunicándose por radio con los médicos, y nos llevó uno por uno a la
camioneta JERRV6 para protegernos del potencial fuego enemigo.
26
Sus pulmones se apretaban contra su esternón. Solo experimentó este tipo de
caos actuando. El antecedente personal de Jessie por ese tipo de carnicería lo
sacudió. —¿Dónde está Rodriguez?
—No donde pertenece. No en casa. Y no con su familia —susurró, su voz
aferrando el borde de una punta afilada—. Quiero recordar lo que salió mal, pero
me aterra enfrentarlo. ¿Qué pasa si arruiné algo? ¿Qué pasa si Rodríguez se
encuentra muerto debido a mí, y soy la que debería estar diez metros bajo tierra?
¿Qué pasa si mi mamá es el padre que debería tener una bandera americana
doblada en una caja de recuerdos? No la esposa de Rodríguez. No sus
dos pequeñas niñas. —Sus ojos ahumados se llenaron de lágrimas, pero no
dejó que rompieran a través de la presa.
El corazón de Blake se apretó. El peso que llevaba era una carga demasiado
pesada, la culpa injustamente en sus hombros. —Jessie. —Le acarició la mejilla. —
Necesitas hablar con alguien. Hay médicos...
—Estoy cansada de médicos, hospitales y bienintencionadas, palabras de
aliento. No quiero ser tratada como un espécimen en un laboratorio. Ya no
quiero que la gente hurgue, interrogue y me pinche. Quiero... —Cerró sus ojos y dos

6
Joint Engineering Rapid Response Vehicle, Vehículo de ingeniería conjunta de respuesta rápida.
lágrimas rebeldes viajaron por su mejilla, humedeciendo sus dedos.
El susurro de los árboles, el calor del sol en su espalda, y las montañas en la
distancia se evaporaron. Había solo esta vez. Este espacio. Y esta mujer de pie
delante de él con la fuerza de un guerrero, pero con su corazón vulnerable,
expuesto y prevenido.
—¿Qué quieres? —preguntó.
Abrió sus hermosos ojos azules grisáceos y las lágrimas brillaron en sus
pestañas negras-como-la-noche. —Quiero a alguien que me abrace —dijo—
. No porque estoy herida. No porque estoy viva. Sino porque soy yo.
Algo cambió en el interior de Blake. Un fuerte deseo de proteger a Jessie,
para ofrecerle más que la comodidad de sus brazos, lo recorrió. Luchó para suprimir
la fuerza de su atracción y contener las prohibidas, emociones emergentes.
Esta mujer orgullosa, obstinada y ardiente merecía un hombre digno.
No era él.
Con su vida en una encrucijada, no le podía ofrecer más que un breve
escape. Pero maldita sea todo al infierno, no podía negarle, o a si mismo, por más
tiempo. No cuando ella desolló su alma.
Su corazón le dio un puñetazo en el pecho. Lo llamó un héroe. A pesar de que
27
se encontraba mal por ella, y que no debía actuar sobre su atracción, Blake quería
ser el hombre que se hallaba a la altura de sus expectativas. Al menos por ahora.
La atrajo hacia sí, puso sus brazos alrededor de sus hombros. —Jessie, te
tengo. —Blake besó la parte superior de su cabeza, inhaló su aroma único, sintió el
espasmo de tristeza viajando a través de su esbelta figura.
Sus brazos se enroscaron alrededor de su cintura. —No me dejes ir.
El sonido de su suave lamento, la desesperación de su control sobre él, lo
deshizo. —No lo haré. —Inclinó su cara hacia arriba y arrastró las lágrimas de sus
mejillas. Su barbilla temblaba, y su aliento empañó el aire entre ellos.
El tiempo se detuvo. Escuchó cada áspero latido de su corazón, sentía
el fuego edificándose en su ingle, y el deseo que cubría rugió a la vida. —No podría
detenerme, aunque lo intentara. —Bajó sus labios a los suyos y probó la sal de
su tristeza.
4
Traducido por MaJo MadHatter
Corregido por Elizabeth Scarhood

―No puedes posiblemente quererme ―protestó Jessie, pero la tensión


anudando sus hombros se desenrolló cuando los labios de Blake se movieron sobre
los suyos.
Por más de seis meses, después de salir de su centro de rehabilitación en
Estados Unidos y de regresar a Sweetbriar Springs, Jessie se sintió prisionera de sus
miedos internos sobre lo que sucedió ese día cuando la bomba explotó. Ha sido
incapaz de avanzar, y sin embargo se encontraba desesperada por recuperar algún
grado de quien fue antes de sus graves heridas. Presentarse para la Academia de
28
Bomberos hace tres meses fue el primer paso tentativo hacia esa meta. Pero este
beso, el toque suave de los labios de Blake contra los suyos, desató la misma esencia
que perdió. Y por primera vez en lo que parecían décadas, Jessie se sintió viva.
Verdaderamente, maravillosamente, fantásticamente viva.
La lengua de Blake se deslizó a lo largo de la unión de sus labios,
separándolos. Jessie suspiró, solamente deseando su posesión. Queriendo que su
poderoso cuerpo se fundiera con el suyo. Sus manos fuertes recorrieron su espalda
de arriba hacia abajo, acercándola más. Todo en su interior dio un salto mortal
hacia una necesidad salvaje por más. Más de él. Más de la promesa de su beso
sensual.
Blake era tan delicioso y decadente como había esperado. Su increíble
control la embriagaba. Se abrió a sí misma para él, saboreando la menta y al
hombre. Hambrienta. Insaciable. Muerta de hambre por su posesión.
El mundo se inclinó sobre su eje bajo sus pies. Se aferró, creyendo en el
hechizo sofocante que Blake le echó. Se besaron una y otra vez, la intensidad se
profundizaba con cada roce de su lengua contra la suya. Jessie perdió la habilidad
de pensar, su mente se hizo un lío por el movimiento excitante de sus caderas contra
las suyas. El reborde de su erección presionaba contra su pelvis. Y su sexo dolía
exquisitamente, como si hubiera estado hecha para contestar a su masculino llamado
a la acción.
Se apoyó en él, queriendo aliviar el dolor construyéndose. Dolor se deslizó a
través de su pierna, un poco en su muslo con sus dientes afiladísimos. Ignóralo.
Pretende que no existe. Permanece en el sueño. Desafortunadamente, los cuentos de
hadas eran para niños, y la burbuja de Jessie, la fantasía de ser suficiente mujer para
un hombree como Blake Johnston, estalló tan pronto cuando hizo una mueca.
Rompió su conexión física, pasando sus dedos a través de su cabello rubio
despeinado. ―Mierda. Soy un idiota. Tienes que entrar, masajear esa pierna.
El único masaje que quería era uno que lo involucrara a Blake. Por la forma en
la que dio marcha atrás, pensó que se había dado cuenta del error colosal de jugar
al hockey de amígdalas con ella. No era su tipo habitual. Su tipo era glamurosa,
ostentosa y dorada.
Se encontraba mutilada, tenía heridas de batalla, y se encontraba
soberanamente hecha un lío. ―Esto no debería haber ocurrido. ―Jessie empujó las
palabras a través de la bola de emociones estrechando su garganta―. Solo estabas
siendo amigable. Lo aprecio, pero no necesito más besos de misericordia. ―Lo
mejor era que se retirara primero en lugar de volver a ser rechazada.
29
Se dio la vuelta para irse, pero atrapó su brazo. ―El besarte no fue acerca de
mí siendo agradable. ¿Cuándo vas a entender en esa dura cabeza que te quiero?
―Entonces ¿por qué me tratas como fibra de vidrio?
―Porque actuar en esta atracción entre nosotros no es bueno para ti.
―¿Quién eres tú para decirme lo que es bueno para mí? ―Se zafó de su
agarre―. La explosión pudo haber sacudido mi cerebro, pero mis neuronas no
estallaron hacia el espacio exterior. Sé lo que quiero, lo que necesito.
―Jessie mereces más que una aventura. Mereces un hombre que pueda darte
un futuro. No puedo ser ese hombre ―dijo.
―De nuevo. Memorándum para el cerebro masculino que actualmente no se
encuentra trabajando con propiedad. No estoy interesada en una relación
permanente. Tengo un examen físico que pasar y una vida que poner en marcha.
―Metió sus manos en sus bolsillos―. ¿Por qué esto no puede ser acerca de
divertirse?
Blake arrugó su frente. ―¿Quieres divertirte? ―preguntó―. ¿Sin ataduras?
―¿Por qué no? Te deseo. ―Miró hacia abajo, y luego de regreso a su
rostro―. Y parece que la otra mitad de tu cerebro también quiere tener un poco de
diversión.
Cubrió su erección. ―Jessie me gustas ―dijo Blake―. A pesar de que seas
obstinada, terca e intratable.
―Caramba, gracias por el cumplido.
Blake inclinó su cabeza, mirándola. ―También eres dura, motivada, y más
fuerte que cualquiera a la que haya conocido. Pero he escuchado afirmar a mujeres
que no quieren un futuro, y a continuación cambian de opinión. No quiero lastimarte.
―Blake soy una chica grande. No quiero un por siempre ―dijo Jessie―. No
voy a ir cojeando detrás de ti cuando vuelvas a Hollyraro7 en el año nuevo.
Esperó un segundo, luego otro, mientras Blake la mantenía clavada con sus
brillantes ojos verdes. Cuando no contestó, cruzó sus dedos dentro de sus bolsillos.
Le dijo que la deseaba, pero se retractó porque tenía miedo de romper su corazón.
Su corazón no se encontraba en peligro. Era el ferviente deseo de ser querida,
de ser vista como algo más que un problema para ser resuelto, ser el objeto de la
atención de Blake. Y estando con él, dejándose ser tocada y tomada por un hombre
espléndido, podría ayudarla a encontrar su camino de regreso hacia sí misma. De
regreso a la mujer que fue y tal vez restauraría la fuerza que necesitaría para
adoptar una vida nueva, un futuro diferente de lo que planeó, aquí en Sweetbriar
Springs. 30
El lugar del que una vez quiso escapar. Pero eso la llevó al borde del
desastre. Física, mental y emocionalmente. Estar con Blake le ofrecía una salida,
aunque una temporal, y quería sentirse de nuevo como una mujer de valor.

Blake miraba el juego de emociones en el rostro de Jessie. La dura postura


que tomó cuando apretó sus puños en sus bolsillos de su chaqueta de lana no lo
engañó. Ni. Un. Poco. Captó el ligero movimiento de sus dedos cruzándose y
escuchó el apuntalamiento de miedo en su voz. El aguijón de su palpitante pánico
interno, la tormenta reuniéndose en sus expresivos ojos azules grisáceos, le
desquiciaba.
Se encontraba aterrorizada de ser rechazada. Y sin embargo, sabía con cada
latido de su corazón que si actuaba por la atracción llamándolo hacia ella, se
arriesgaría a infringir daños colaterales.

7
Texto original Hollyweird, juego de palabras para referirse a Hollywood.
Daños que quería evitar. Daños que quería minimizar. Daños que quería
impedir.
Porque la Marine luchadora de pie en frente suyo, de actitud descarada y
perversamente seductora en sus pantalones negros de lycra ceñidos al cuerpo, lo
provocaban de maneras que lo inestabilizaban. Y que enviaban una señal peligrosa
a su cerebro. Las consecuencias de esta supuesta aventura de feriado que Jessie
proponía, podría dañarlo también a él.
Pero cuando Jessie inclinó sus ojos fuertes como el acero sugerentemente,
lamió sus deliciosos labios, y ladeó su cadera en un ángulo sensual, supo qué hacer.
La deseaba. Y si le mostraba lo hermosa que era para él, tal vez se daría
cuenta que merecía mucho más de un hombre diferente. Porque su vida podría
hacerse añicos en menos de un mes, su franquicia podría negarse a dejarle que
cambiara la dirección de su carrera.
Su mente luchaba con el deseo palpitante entre ellos. La fuerza dulce y
tentadora de la atracción ganó. Podría no ser el chico digno de alguien como Jessie,
pero podría ser el chico que la liberara para descubrir al indicado.
―¿Quieres divertirte? ―preguntó―. Digo que empecemos con una cita que
no involucre pantalones cortos de gimnasia y pesas. 31
―¿De qué estás hablando?
―Me escuchaste. ―Le enmarcó el rostro con sus palmas―. Pues resulta que
el soltero más codiciado de Hollyraro no tiene una cita para la boda de su hermana.
¿Te apuntas?
Parpadeó y su boca se abrió de golpe, luego la cerró rápidamente y le dio a
su cabeza una pequeña sacudida.
―¿Qué? ¿Me estás rechazando?
―No tengo nada para ponerme ―murmuró.
―No es un problema. ―Quería mordisquear su labio, besarla de nuevo. Pero
ahora que se hizo cargo, se aseguraría de que fuera cien por ciento cortejada antes
de pasar a lo de tener diversión―. Resulta que tengo una gran cantidad de recursos
a mi disposición.
Su pulso se agitaba en su garganta. Miró hacia la izquierda, a la derecha, y
de nuevo hacia la izquierda. ―¿Mi asistencia a la recepción no estropeará los
preparativos de la boda de tu hermana?
Su pulso tamborileaba en sus oídos. Era tan adorable cuando se hallaba
nerviosa. ―Estoy pagando por ello. ―Blake se negaba a recibir un “no” por
respuesta―. No debería ser un problema el agregar tu plato a la cuenta.
―Esa noche estoy de servicio en la cocina.
―Jessie estoy seguro de que tu mamá te dejará salir a jugar.
―Supongo.
Un indicio de esperanzadora expectativa bailaba junto a su vacilación.
¿Alguna vez creería que la única cosa que veía delante era un fuerte, sensual como
el infierno y magnífico paquete?
Hay una forma para que se enterara de cuánto quería desenvolverla, capa
sensual por capa sensual.
Presionó sus labios contra su delicada oreja. ―Mañana por la mañana nos
saltaremos nuestro entrenamiento. Necesitarás tiempo para alistarte, porque será
una noche larga.
Vio a los bellos de su nuca erizarse. Escuchó su repentina bocanada de aire.
―¿Cuán larga? ―susurró.
―Tan larga como quieras que sea ―respondió.
―¿Y después de eso?
―Estoy seguro de que pensaremos en maneras de llenar el tiempo. ―Blake
mordió el lóbulo de su oreja―. Debemos aprovechar cada minuto al máximo.
32
5
Traducido por Lune & Fany Barrow
Corregido por Gasper Black

—Te queda perfecto —la madre de Jessie terminó de enganchar el ojal en la


espalda sin tirantes, un vestido azul medianoche con un corsé de corpiño, cada
piedra de un azul diferente—. Luces hermosa.
Jessie alisó sus manos por la brillante falda. No reconocía a la mujer en el
espejo, ni el brillo luminoso que parecía venir de algún lugar profundo dentro de ella.
—Cuando Blake prometió que se haría cargo de todo, no bromeaba —Miró todas las
cajas y bolsas que fueron entregadas al amanecer en la residencia de su familia. 33
Su mamá sostenía una caja de zapatos. —¿Estás lista para ponerte estos?
Jessie revisó el contenido de nuevo. Sandalias que cualquier mujer vigorosa
desearía encontrar dentro del papel protector. Levantó una, y el tacón tenía la altura
suficiente para acentuar la curva de sus pantorrillas. Acariciando el largo del satén,
jugando con la artesanía del tobillo, suspiró. —Las amo.
—Apúrate, Cenicienta. —Su hermana Hannah apareció en la habitación de
Jessie—. Tu cita se está poniendo inquieta. Después de todo, está entregando a la
novia.
Todo el día había sido como un extraño cuento de hadas contado en avance
rápido, sin tiempo para presionar pausa. Desde el minuto en que aceptó acompañar
a Blake a la boda, él fue catapultado por completo a la acción. Primero llamaron por
Skype a Constanza y le contaron las noticias sobre su papel en la nueva película de
Quinn Sawyer. Luego Blake llamó a sus estilistas y arregló un completo cambio de
imagen para Jessie.
Aunque esta cita era solo parte de una aventura casual, no se atrevió a negar
la fantasía. No a su madre. No a su hermana. Y no a sí misma.
Por meses fue una sombra de sí misma, sus heridas haciéndola sentir como un
monstruo unido por puntadas, pernos, vendas, cicatrices. Pero con su corto cabello
estilizado profesionalmente en un recogido corto y elegante sobre su frente, su rostro
refinado por la hábil técnica de un maquillista, y el largo corte abierto en su vestido
de diseñador revelando su pierna izquierda a la perfección, seguía queriendo
pellizcarse a sí misma para estar segura de que no era un sueño. Blake le dio alas de
mariposa y suficiente polvo de hadas para volar.
La realidad no tenía un espacio en esta habitación. Ni siquiera si se
avecinaba en un futuro próximo.
Abrió sus brazos, giró, entonces se movió en las sexys sandalias de diseñador.
—Y encajan como un sueño —dijo Jessie, sonriendo a su hermana y su mamá.
Ellas sonrieron de regreso. Algo se aflojó dentro del pecho de Jessie, se desvió
de su corazón, y brotó detrás de sus ojos. —Lamento haber sido una molestia. —Su
voz flaqueó.
—No llores, o arruinarás tu maquillaje —dijo su mamá con un brillo de emoción
en su mirada.
—Solo no te conviertas en una ruda calabaza. —Hannah cruzó la habitación
para rociar un poco de spray corporal casero en los hombros de Jessie.
El aroma de sol y prados de la fragancia de su hermana hizo cosquillas en su
nariz. —No lo haré —prometió Jessie—. Y gracias de nuevo por la loción de masaje. 34
Está ayudando.
—Me alegra. —Hannah movió su largo cabello rubio detrás de su hombro—.
Vete de aquí. Tu príncipe te está esperando en el árbol de Navidad abajo. Y yo
conseguí una cita caliente.
Jessie abrazó a Hannah. —Pásalo bomba.
Por primera vez, la palabra no llevaba la etiqueta de dolor detrás de ella.
Luego su mamá pasó sus brazos a su alrededor. —Te quiero, mamá —susurró,
inhalando el reconfortante aroma a galletas de chispas de chocolate.
—También te quiero. —Su mamá la sostuvo largamente, y le dio una última
mirada de aprobación—. Creo que le daré a ese hombre tuyo malvaviscos extras la
próxima vez que lo vea.
—Te tomo la palabra.
Jessie se dio la vuelta. Blake se hallaba inclinado contra el marco de la puerta
todo sexy en un esmoquin negro que abrazaba sus anchos hombros a la perfección.
Un coro instantáneo de hormonales aleluyas cantó a través de ella. Incapaz de
encontrar su lengua, mareada, Jessie permaneció silenciosa.
Mientras tenía un montón de exposición de su testosterona en los
entrenamientos, Blake Johnston en un esmoquin era devastadoramente hermoso. Él
radiaba atractivo sexual en mayúsculas seguido por súper seductor con múltiples
signos de exclamación.
Las secuencias de video y fotos de Blake no capturaban su puro magnetismo
animal, el carisma abrumador, o la intensidad de sus penetrantes ojos verdes. Ojos
que parecían beberla como si fuera un alto vaso de té dulce en una sofocante noche
de verano del sur.
La atmósfera se cargó entre ellos. Tan rápidas como el rayo, su madre y su
hermana salieron corriendo de la habitación, dejándola, y a sus sensualmente
disparados nervios, sola con Blake.
Se acercó a ella con un fácil y seguro paso, hasta que estuvieron a escasos
centímetros de distancia. —Si hubiera sabido que comprarle a una mujer hermosa un
bonito vestido y unos sexys zapatos me garantizarían más de los donativos de
malvaviscos de tu madre, te hubiera engalanado antes. —Sus dientes brillaron
blancos y en sus mejillas aparecieron hoyuelos, el humor alcanzó sus ojos, arrugando
las esquinas—. Luces lo suficientemente bien como para comerte.
La lengua de Jesse parecía haberse enredado como un pretzel. Querido Dios,
el hombre estaba riquísimo y la deseaba. Hombre, oh hombre, alguna vez deseó ser
el plato principal. —Gracias —dijo cuando desapareció el nudo—. ¿Pero no se
supone que estés con tu hermana?
35
—Quería llevarte a la ceremonia y luego buscar a Maisey y asegurarme que
Andrew no la deje plantada.
—Como si lo fuera a hacer. —Llegó a conocer al prometido de Maisey
durante estos últimos días. La hermana de Blake definitivamente encontró al hombre
correcto—. Él la adora.
—Me alegra que se hayan encontrado. —Blake rozó su hombro, acarició su
brazo y deslizó su mano en la de ella—. Son una pareja perfecta.
A diferencia de ellos. Aunque el vestido, los zapatos y el maquillaje le dieron
un poco más de confianza, nunca sería considerada una bomba. Sin embargo, Blake
la miró como si quisiera darse un festín con ella. Pequeños zumbidos de placer se
estremecieron a través de su piel y en todas sus partes femeninas, lo que
compensaba el hecho de que solo lo tendría temporalmente. Aún así, estar con él
era como dar una primera probada de algodón de azúcar con su lengua. Una
lamida nunca sería suficiente, pero tenía tiempo para saborear cada sexy segundo.
Blake continuó contemplando su figura en ese vestido pegado de alta costura,
dándole una secreta emoción. Por alguna razón inexplicable, Blake Johnson no veía
una guerrera herida, veía una caliente y sensual mujer. Y aunque nunca fue del tipo
de acostarse con cualquier persona, tener a Blake deseándola de esa manera era
intoxicante.
Oh, no necesitaba su vivieron felices para siempre. Solo lo necesitaba a él.

Blake sabía que Jesse tenía una figura impresionante, pero hasta la noche de
hoy solo la había visto en su habitual ropa de gimnasio. Sus pantalones de lycra y
tops ajustados acentuaban su musculoso, pero femenino cuerpo, no obstante, ella
nunca se había molestado en maquilarse —no que el pensara que lo necesitara.
Prefería su belleza natural a las de las plásticas modelos maquilladas con las salió.
Además, levantar pesas y empujarse a sí misma para tener éxito había dominado su
tiempo juntos.
¿Pero ahora?
Ahora el calor corría a través de sus venas, tronando en sus oídos. Dulce
madre de Dios, ella estaba guapísima. Desató a una mujer atrevida con la habilidad
de dejarlo sin palabras. Él bebió el vestido de alta costura, que acariciaba la
delgada cintura y las caderas de Jessie a la perfección, abriéndose en un lado para
revelar una fantástica y larga pierna. Sus ojos de color azul pizarra, ahumados y
seductivos, lo hipnotizaban. Y esos deliciosos regordetes labios pintados de rosa 36
rogaban por sus besos.
Demonios, si no tuviera que entregar a su hermana en una hora, actuaría en el
latido actual pronto.
—Me encanta el vestido —dijo Jessie, girando su pie izquierdo ligeramente.
Parecía tímida y el sutil movimiento expuso un toque de vulnerabilidad. Este
era un lado de Jessie que nunca había llegado a ver. Dulce. Comedido. Tentativo. Y
al diablo con todo. Le gustaba aún más por eso.
La Jessie fuerte era un reto. Pero esta mujer, toda suave y delicada y
pecaminosamente hermosa, clavando sus dedos de los pies pintados de rosa en la
alfombra, le hizo sentir cosas que no esperaba en absoluto. Sentimientos precarios,
un sentimiento de pertenencia que no tenía ningún problema entrando en su cerebro
hambriento de sexo.
Blake cerró sus emociones, con la habilidad que tiene su imagen pública
nacida por los años desfilando su trasero de un millón de dólares en las alfombras
rojas. —El resultado valió la pena —dijo.
—Me divertí mucho. —Ella salió de su cuarto con él—. Todo eso —la ropa, el
cabello y el maquillaje. No creo que me haya sentido así de mimada antes.
—Una de las muchas ventajas que viene con mi trabajo —dijo. Una que nunca
esperó cuando era un niño desamparado en el lado equivocado de la ciudad.
Cuando era un adolescente, fue lo suficientemente bueno para andar perdiendo el
tiempo, pero seguro como el infierno no podía llevar a chicas o tener amigos en su
casa destartalada.
Después de que un agente de talentos lo encontrara, todo cambió. Entonces
Blake salió de la pobreza vendiendo su apariencia, obteniendo fortuna y fama.
Entraron al vestíbulo principal. —Eres la mujer más hermosa en este complejo.
—Y la más valiente.
Lo que significaba que ninguno de todos los éxitos que había logrado
borraría la certeza de que nunca sería el hombre adecuado para Jessie.
—Dudoso, ya que hay súper modelos y actrices aquí, quienes no tienen ni una
sola arruga, espinilla o cicatriz. —Jessie estrechó su mano con fuerza cuando las
luces del salón de baile brillaron a la vista—. Tal vez debería esperar hasta la
recepción. No conozco a nadie allí más que a tu hermana y su prometido.
—No es cierto.
—¿Uh?
—Tu hermano Michael se encuentra allí con una invitada. Parece que es todo
37
un éxito con las mujeres solteras. No pueden dejar de pedirles que les enseñe su
medalla de oro de las Olimpiadas del 2004 —dijo Blake—. Te reservé un asiento en
frente con ellos.
—Genial. Justo lo que necesito, mi hermano observando cada uno de mis
movimientos esta noche.
Calor irradió en su pecho. A pesar de que hablaba de algo grande, Blake
escuchó el alivio en su voz. Le importaba a su familia, y ella los estaba dejando
entrar de a pocos de nuevo dentro de su corazón. —Dicho con la misma pasión que
mi hermana pequeña. —Guió a Jessie a su asiento. Al menos le dio un empujón en la
dirección correcta, incluso cuando no era material para una relación permanente.
Ella saludó a su hermano junto al resto de la fila de invitados.
—Relájate y disfruta de la noche —dijo Blake, después que ella tomara su silla.
Él no quería irse, pero después de que su hermana se casara, tenía toda la intención
de seducir a su sexy Marine.
6
Traducido por Athena09

Corregido por Erienne

—No puedo creer que haya atrapado el ramo. —Acunó las rosas blancas—. Y
bailé. La última vez que lo hice fue con la Macarena en mi baile de graduación.

Blake se quitó su chaqueta de esmoquin, aflojó su cuello y colocó el abrigo en


un respaldo situado al lado del escritorio en su suite. —Encajas bien con mi grupo.
Ya te dije que no mordían.

Desató sus zapatos y se los quitó. —Eran agradables… no me lo esperaba. —


Las luces se atenuaron. Velas parpadeaban en las esquinas y la luz de la luna 38
iluminó la habitación. Le dio un vistazo a su portátil abierto—. ¿En qué trabajas? —
preguntó.

Un músculo saltó en su mandíbula. —Solo revisando mi próximo contrato. —


Cerró rápidamente, luego envolvió sus brazos alrededor de ella, acariciando la
longitud de su espalda—. ¿Más champán?

—Preferiría tenerte.

Sonrió. —Y lo harás.

Su pulso se aceleró. Una etiqueta de advertencia debería venir con la sonrisa


de cien vatios de Blake Johnston. Se encontraba más nerviosa de lo que quería
admitir. —Champán estaría bien. —Un poco de valor líquido extra para lo que estaba
por venir.

Sacó la botella de la cubeta plateada, quitó el corcho, luego llenó dos copas.
—Por los nuevos comienzos. —Le pasó Blake una copa.

Ella tintineó contra la suya y luego tomó un trago. Las burbujas hicieron
cosquillas en su nariz. Y su presencia electrizante hizo cosquillas en otras partes. —
Porque tu hermana encuentre su complemento perfecto. —Aunque no se hacía
ninguna ilusión sobre lo mismo para Blake y ella.
—Amén. —Le rodeó la muñeca con su dedo índice y el pulgar, acariciando su
fuerte pulso—. Ahora puedo concentrarme en ti.

Jessie bebió su champán, saboreando la efervescencia. Y disfrutando su


toque. Le preocupaba que el manual de Sexo 101 se hubiera borrado de su memoria.
Pero estar con él esta noche, bailando y coqueteando, restauró en cierta medida su
confianza.

Terminó su champán y colocó las copas en el aparador. Blake trazó su


clavícula, haciendo círculos hasta que tomó la parte posterior de su cuello, posesivo.
Una deliciosa emoción viajó a través de ella, golpeando todas sus zonas erógenas.

Deslizó sus dedos hacia su musculoso pecho, inhalando su aroma limpio, tan
singularmente masculino. Y oh-tan-tentadoramente delicioso. Quería presionar su
boca contra su piel desnuda, probarlo. Lentamente, desabrochó tres botones,
deslizó su mano por debajo de la crujiente camiseta.

Él se estremeció. Su libido aumentó, su cuerpo zumbaba con deseo. Oh sí,


esto era lo que necesitaba. Sexo bueno, divertido, increíble, que hiciera girar su
mundo. No tiene que haber amor para que lo desee, desear a este magnífico
hombre con un hambre como nunca antes había sentido.
39
Y aunque no podría ser parte de su futuro, cada fibra de su ser sabía que
Blake Johnston sería un amante apasionado, increíble.

Él acariciaba su nuca, inclinándose para rozar sus labios con un ligero beso. —
He estado esperando toda la noche para hacer esto —dijo.

Sus respiraciones se mezclaban, aceleradas. Ella escuchó sus latidos


golpeando al mismo ritmo que los suyos. —Entonces no esperemos más. —Encerró su
boca en la suya con salvajes pensamientos recorriendo su cerebro.

Poseer.

Coger.

Ser tomada.

Su deslizamiento dominante dentro de su boca hizo que sus rodillas se


debilitaran. Jessie enroscó sus manos alrededor de su cuello, su lengua se enredó
con la suya en una danza antigua e íntima.

Besarle era deliciosamente decadente. Pecaminosamente seductor.


Peligrosamente adictivo.
Alcanzó su trasero, curvándose a su alrededor antes de acercarla más. La
razón se fue, se dispersó. Solamente percibía la magnífica sensación de él
acariciándole la espalda, la electrizante construcción de la anticipación cuando
quitó su vestido. Cualquier temor pasado de no ser suficiente fueron aplastados por
el sonido de su cremallera bajando, el aire frío golpeando su piel desnuda seguido
por la sensación ardiente de sus palmas amplias ahuecando sus pechos.

Ella se desbordó también en su posesión. Haciendo saltar el resto de los


botones de su camisa, empujando la tela de sus hombros, deleitándose con la
perfección pura de sus abdominales.

Él gimió. —Dios, eres increíble.

Y en este instante, quería creer en él.

Blake empujó el vestido sobre sus caderas, rastrillando los dedos a través de
sus pechos, sintiéndola responder mientras se endurecían. 40
Lujuria se estrelló contra su ingle. —Te deseo. —Y con una intensidad que le
sorprendió.

Jessie movió las caderas contra su pelvis. —Por favor. —Arqueó su espalda,
dándole acceso más fácil a sus pechos expuestos.

Su erección tensa por liberarse mientras movía la boca hacia abajo, lamiendo
su camino a sus rosados pezones erectos, recreándose en uno.

Ella suspiró, raspó sus uñas contra su espalda. —Oh Dios. Dios. Blake.

Aún besando su pecho, saboreando el dulce sabor de su piel, empujó el


vestido sobre sus caderas, enganchó la correa fina de sus bragas y las destrozó.

Las pupilas de Jessie se dilataron y rosa tiñó sus mejillas. Su pecho se levantó y
cayó. Oyó el sonido de su corazón tronando al unísono con el suyo. Acarició su
melosa excitación a lo largo de su tenso manojo de nervios.

Dividió sus pliegues y sumergió un dedo en su interior. Suave líquido y


terciopelo se apretó a su alrededor. —Tan lista. Dime. ¿Me quieres?

Sus caderas subieron, acercándose a él. —Sí —sollozó.


Con un autocontrol que no creía poseer, agarró un condón de su bolsillo
mientras hurgaba en su cremallera, llegando dentro para acariciar su erección.

—Me estás volviendo loco —dijo.

Rasgó el envoltorio metálico y se enfundó a sí mismo, luego la levantó,


presionándola contra la pared. Su boca se fundió con la de él, encerrándolos en un
beso feroz.

Sabía como el pecado. Valiente, fuerte y deliciosa.

Se deslizó en su acogedora calidez. Sus piernas se apretaron alrededor de su


cintura, y escuchó como retenía la respiración. Arrancó su boca de Jessie. —¿Estás
bien? —Su voz atrapada en algún lugar entre sus pulmones y su garganta.

Sus humeantes ojos se oscurecieron. —Mejor que bien —dijo—. ¿Y tú?

—Excelente —dijo—. Te sientes increíble. Y tan asombrosamente apretada.

—Tú también. —Sus labios se curvaron seductoramente cuando se meneó para


darle el mayor acceso—. Sorprendente.

La levantó más alto, conduciéndose profundamente dentro de ella. El aroma 41


de su perfume se mezcló con el olor almizcleño de su sexo. La sostuvo fija a la pared,
sintiéndola estirarse para alojarle. Toda razón huyó de su cerebro. Solo estaba el
sonido de sus eróticos gritos cuando se movió más rápido, la suave, resbaladiza
sensación de su sexo atrayéndole más profundo, llevándole a casa.

Sostuvo su redondo, perfecto trasero, aumentando su ritmo. Sus ondas de


placer se intensificaron con cada embestida. Murmurando eróticas promesas, su
respiración desigual, se sumergió repetidas veces hasta que se rompió, y luego la
siguió por el borde.

Más tarde, después de terminar su champán y participaran en otra maratón


de sexo, se enroscó en el cuerpo de Blake y durmió. Cuando despertó, se permitió el
lujo de mirarlo mientras dormía.

Los rayos del sol de la mañana iluminaron sus asombrosos músculos


esculpidos, y un indicio de luz acarició sus magníficos rasgos. Sus pestañas barrieron
los planos de sus pómulos y ni una línea estropeaba la perfección de su frente.
Aquí se encontraba un glorioso y hermoso hombre, que manejaba el Imperio
del cine, pero en el sueño ella podría ver más allá de la estrella en la que solía
guardar sus emociones.

No era solo un icono de Hollywood. No para ella. Era mucho más. Ah,
cuántas ganas tenía de alargar este momento, estirarlo a través de la eternidad,
para mantenerlo en su vida. Era de lo que estaban hechos los cuentos de hadas, y
Jessie era una realista.

Se acurrucó más cerca y él envolvió sus brazos alrededor de los suyos.


Acarició con sus dedos a través de su rostro, besó sus labios, y él se movió.

Abriendo sus ojos, dijo—: Hola.

—Hola para ti también. —Rozó la longitud de su amplia espalda,


enorgulleciéndose del acero bajo su suave piel—. ¿Quieres pedir servicio a la
habitación?

—Ya me ocupé. Debería estar en treinta minutos.

—Eres un monstruo del control, casi como Maisey —bromeó—. ¿O te aseguras


de no perder una comida? 42
—Aprendimos a aceptar cortésmente lo que nos fue dado —confesó—. Y nos
gusta el orden en nuestro mundo. No hay nada malo en ello.

Frunció el ceño y ella acarició sus líneas. Una cosa que notó de Blake era
que nunca decía no a la comida. —¡No!, no hay nada malo. —Dentro de este
hombre gigantón había un pequeño muchacho. Después de todo lo que hizo y la
mágica tarde que habían compartido, quiso saber más—. Woodall es igual en ese
aspecto. Había dicho que el día que entró en la oficina de reclutamiento, salió de
una vida llena de caos. Adivino que es lo mismo que les pasó a Maisey y a ti después
de que su familia fuera asesinada. ¿Cómo superaron el perderlos?

Un músculo saltó en su mandíbula. —Nunca lo he hecho realmente.

Una parte de ella quería retirarse, pero quiso darle algo más que su cuerpo.
Quería que confiara en ella como un amigo. —¿Por qué no? —preguntó.

—Jessie, no teníamos la vida todo-americano pastel de manzana que tú tuviste


al crecer. —Su agarre se apretó—. Se hallaban ocupados. Escapando de cobradores
de deudas, incapaces de tener empleos estables. Mientras guardaban lo poco que
tenían para irse, cuidé de Maisey.

Algo tiró en su corazón, haciéndole doler. —Significa que cuidaste de ti mismo


—dijo Jessie. No podía imaginar la soledad que acompañó el abandono paternal.
Con qué facilidad había dado por sentado a sus propios padres. Y esto iba a
cambiar lo antes posible.

—Lo manejé.

—Cierto. Ahora eres rico y famoso. La gente por todo el mundo te adora.

—Son admiradores, no amigos. —Se encogió de hombros y levantó una ceja—.


Pero pagan las cuentas.

Había levantado la guardia con ese movimiento sutil, y comprendió la


necesidad de protegerse de un mayor escrutinio. —Soy una fan. —Rozó sus labios—.
Y soy tu amiga.

—Una amiga muy sexy.

Su excitación se apretó contra ella, haciéndola zumbar con anticipación.


Antes de que actuara con el impulso de correr a otra sensual sexcapada, se
aseguraría de que Blake creyera que podía confiar en otra persona. —Apuesto a que
nunca has tenido la Navidad con todos los adornos, ¿verdad?

—No. —Movió su muslo entre sus piernas—. ¿Estás pensando en darme un 43


regalo?

Sus pezones se endurecieron como guijarros y el deseo serpenteó a través de


ella. Oh, querido Señor, la hacía querer lamerlo de arriba a abajo y hacia arriba de
nuevo. —Sí. No. Quiero decir... si quieres tener una probada de una verdadera
Navidad esta semana...

Acarició su espalda, dando vueltas a la pequeña curva justo encima de su


trasero. —¿Estás invitándome para la cena de Navidad?

Su sexo palpitó. —A menos que tengas algo mejor que hacer —dijo, su voz
chirriante.

—No hay lugar en el que prefiera estar para Navidad que no sea contigo y tu
familia.

—Imponente —dijo—. Y por supuesto, considera esto un regalo adelantando.


—Jessie enrolló sus brazos alrededor de su cuello y atrajo sus labios a los suyos.
7
Traducido por Ivy & Athena09 & SOS Majo MadHatter

Corregido por Erienne

El día después de Navidad, Jessie bajó la mirada hacia el hermoso rostro de


Blake, con ganas de permanecer conectada a él, pero también consciente de la
pantalla LED en el reloj alarma al lado de su cama. Afuera, el rayo de luz de la luna
se reflejaba en la nieve que cubría los extensos jardines del complejo.

—Eres fantástica —dijo Blake.

Ella acarició su mandíbula, sintió la áspera barba incipiente de la mañana, y


recordó la sensación decadente de ésta contra su piel mientras hace unos momentos, 44
la había llevado a las cumbres del éxtasis. Cuán rápido se había convertido en algo
más que una fantasía y en una parte tan integral de su vida. Sus seis días y noches
juntos se habían marcado en su mente, y si era completamente honesta consigo
misma, un poco en su corazón.

Que ayer se hubiera juntado con su familia para la cena de Navidad, lo había
hecho mucho más real, no como el icono de cine, del que alguna vez había sido
fanática. Pero esto era casual. —Y tú anotaste un diez sobre diez en el departamento
del sexo. —A regañadientes se soltó de él.

Blake agarró su cintura, le dio la vuelta, inmovilizándola. — ¿Qué tal si


hacemos una ronda más de sexo impresionante?

—En serio, Blake, el sexo salvaje no es un reemplazo para ejercitarse. —Se


movió a medias en un intento por escapar de él—. Con la cena de ayer mamá se
superó a sí misma. Siento como si hubiera ganado cinco kilos durante la velada.
Tengo que ir al gimnasio. —Y realmente tenía que olvidarse de lo adorable que había
lucido cuando lavó la asadera de su madre.

Mordió su labio inferior, sus ojos verdes llenos de humor. —Sabes que quieres
hacerlo —dijo.
Un estremecimiento vibró a través de sus venas. ¿Cómo podría alguien
resistirse a ese hoyuelo? ¿O a la luz burlona en sus ojos? Con razón tenía cientos de
miles de fanáticas que lo adoraban. Pero había visto otras facetas, facetas que
revelaban más sobre su carácter. Facetas que le hicieron desear más.

La encarceló con su cuerpo, su piel sobre la suya, rozando sus pechos


sensibles. Todo dentro de ella vibró por la anticipación, anhelando mantenerlo allí.

—Lo hago —admitió Jessie con una sonrisa, y luego cedió a la posesión de su
cuerpo, uno que había desarrollado a un nivel increíble en seis días. Era como si
pudiera leer las respuestas innatas de su cuerpo.

Y después de que hubiera leído su cuerpo dos veces más, se metió en la


ducha sintiéndose sensual, satisfecha, y extremadamente saciable. Una hora y media
más tarde, conseguía otra capa de sudor con Blake guiándola a través de su
rigurosa sesión de entrenamiento.

— ¿Cómo lo está soportando tu pierna? —preguntó.

Su muslo dolía, pero ya no se asustaba por la preocupación de Blake. —Está


un poco adolorida —admitió.

Agarró una botella de loción casera de su hermana. —El sauna y un masaje


45
deberían aflojar la tensión.

Una vez más, sintió el tirón para algo más que sexo jalando en lo profundo.
Blake había arreglado que los invitados a la boda recibieran muestras gratis de los
productos de Hannah a su costa. Era un hombre honorable. Y sin embargo, le había
dicho que no era digno de ella.

Quería saber por qué se sentía de esa manera. Pero por mucho que quería
hacer mella en la armadura que guardaba a su corazón, no se atrevía a cruzar esa
frontera. — ¿Te ofreces? —preguntó, manteniendo su voz suave. Ella había
contratado un servicio temporal, no un detalle permanente.

—Puedes apostarlo. —Ladeó su cabeza hasta la habitación de tablones de


cedro mientras terminaba de colocar sus pesas—. Vámonos.

Levantó dos toallas de la estantería al lado de la puerta de vidrio y minutos


más tarde, se entregó a su toque.

Masajeó los nudos en su pierna. — ¿Cómo se siente eso? —preguntó.

—Mejor.
Había estado tan asustada de que Blake perdiera interés por sus cicatrices,
pero no había vacilado cuando había visto la línea irregular después de hacer el
amor desenfrenadamente la primera noche que estuvieron juntos. Ni fue rechazada
por las cicatrices en su piel, la cruda evidencia de los esfuerzos que realizaron los
médicos para darle una pierna funcional.

Solo había calor en sus ojos esmeralda mientras le aliviaba los calambres
punzando en su muslo. La pasión quemaba entre ellos, mientras yacía desnuda sobre
una gran toalla de baño, la hacía sentir como la mujer más bella del mundo.

Una extraña sensación de vacío se alojó en su pecho. Navidad había ido y


venido. La Víspera de Año Nuevo se acercaba. Poco después de eso, Blake
regresaría a California. No quería pensar en su partida. Pero con su aventura a
punto de finalizar, se preguntó cómo encontraría alguna vez a un hombre como él.

Le había dado la clave para integrarse en su familia más rápido que


cualquiera de los intentos de los psiquiatras para reintegrarla. De alguna manera, al
estar con él, de nuevo pertenecía a su gente. Sufría por él y por el joven al que se le
había dado tanta responsabilidad a una edad tan temprana. Él había deseado cada
una de las cosas de las que ella había tratado de huir, padres comprensivos.

Blake era mucho más de lo que mostraba al mundo. Las películas Quinn
46
Sawyer revelaban solo una pizca de su fortaleza. Fortaleza a la que se había
acostumbrado a depender.

Y eso era peligroso.

Jessie pisoteó la confusión desordenando sus pensamientos, la enterró debajo


de su hambre por la simplicidad de puro sexo sin las conflictivas ataduras
emocionales. Ninguno de los dos necesitaba complicaciones. —Mi pierna se siente
mucho mejor, pero tengo una punzada en otro lugar —dijo.

La esquina de su boca se levantó. —Muéstrame dónde le duele. —Acarició la


curva de sus caderas—. Voy a hacer mi mejor esfuerzo para cuidar de ti.

Se tocó el firme pezón con su dedo índice. —Aquí.

Acarició el brote. —Sin duda necesita ayuda. —Bajó su cabeza para atraerlo a
su boca caliente.

—Lo que sea que estés haciendo, no te detengas. —Retorció sus dedos en su
cabello, montando la cresta de exquisitos espasmos con cada movimiento creado
por su lengua.

Blake tomó su otro pecho, burlando la sensible punta, llevándola más cerca
del borde. Un dolor húmedo y exquisito se estableció entre sus muslos. Jessie levantó
sus caderas, sintió su miembro contra su pelvis. Deseaba sentirlo sumergirse
profundamente dentro de ella otra vez, para llevarla al abismo.

Él le dirigió una mirada, salvaje y malditamente sensual, mientras acariciaba


la longitud de su torso, dando vueltas cerca de su sensibilizado núcleo. Abrió sus
piernas y las levantó para encontrarse con su toque. Sollozó con alivio cuando
exploró sus pliegues resbaladizos y frotó su hinchada protuberancia de nervios.

—Quiero que te vengas para mí —dijo, deslizando su dedo dentro de ella,


rozando a la vez su clítoris con la yema de su pulgar.

Convulsionó, elevando más alto sus caderas. Ondas de puro placer pulsaron
a través de su centro. Ningún hombre había tenido este dominio estimulante sobre
ella, y le encantaba estar a su merced. —Blake —exclamó.

—Es todo para ti, Jessie —le prometió, luego lamió la parte inferior de sus
pechos, mordisqueando todavía más y más.

Siguió su movimiento, sus manos en su cabello, hasta que su boca sustituyó sus
dedos. —No puedes.

Le dio otro sexy vistazo. —Oh, sí puedo.


47
Su cuerpo palpitó. Cada célula que poseía se cargó, cada aliento un desafío.
El sonido de trueno del latido de su corazón fue tan intenso, que lo oyó rugiendo en
sus oídos.

Magia.

Lo que le hacía sentir era intoxicante. Una y otra vez se dio un banquete sobre
ella con su boca, su dedo que imitando rítmicamente su posesión íntima. Y se perdió
en las ondas que se formaban profundamente en su interior hasta que las estrellas
estallaron detrás de sus ojos.

Blake ardió por Jessie, deseándola de modos que jamás había deseado a
otra mujer. Horas después de su sobrecargado encuentro sexual en el sauna, siguió
pensando en su dulce rendición.

Ahora revisaba su hermoso trasero mientras se agachaba para recoger el


control remoto. — ¿Seguro que estás bien si me quedo mientras trabajas? —
preguntó—. Porque no te llegas a hacer mucho cuando me encuentro en la
habitación.

Un tono ligero subrayaba su voz, como si esperara que le dijera que se fuera.
La mujer herida detrás de la máscara sensual lo hizo vacilar. Vertió hielo mental en la
presión que se formaba en su ingle. —Cierto, pero estoy en racha —dijo.

Los días y las noches que había pasado con Jessie le dieron una mayor
percepción sobre el impacto emocional que un soldado sufría después de que las
heridas físicas se hubieran curado. Al escuchar su historia, conociendo la culpa y
pena que la perseguían cada día, infundió a su guión con profundidad. Hizo que las
interacciones fueran más personales y verdaderas.

Encendió la pantalla plana. —Entonces apártate.

Una película para chicas empezó mientras daba los toques finales a su guión
antes de que presionara el botón de enviar al email de su agente, al director de la
franquicia, y a los productores del estudio

Esta mañana había estado peligrosamente cerca de contarle a Jessie acerca


de su historia. Pero ella había mantenido una distancia emocional utilizando su
cuerpo tentador y sensual como una distracción para alejarlo.

Aunque el sexo había sido caliente, pensó que había leído más que lujuria en
48
sus ojos cuando le había seducido con su cuerpo. Pero ahora sabía que no estaba
interesada en tener más que una aventura con él. Y eso sacó a flote recuerdos que
no quería volver a visitar.

Cerró su ordenador portátil. Le diría sobre el proyecto si el estudio le daba el


visto bueno. —Terminé. ¿Quieres que te traiga una bebida?

Le dio una mirada descarada. —Estoy bien, pero amaría algo de compañía.

Su teléfono celular sonó. —Estaré allí en unos minutos.

—Dile a esos tipos de Hollywood que dejen de interrumpirnos. —Estiró sus


largas piernas, dándole una vista perfecta de sus deliciosos muslos.

—Esto es importante.

—Puedo esperar.

Revisó el mensaje de texto de Constanza. Se le había preguntado sobre el día


en que la bomba explotó, esperando que el sargento de artillería pudiera
proporcionar información que aliviara la culpa de Jessie por sobrevivir. Después de
leer la respuesta de Constanza, Blake respondió con un: gracias. Este dato, junto con
los recuerdos de su sargento, demostraría que Jessie no era responsable de la
explosión.

Otro mensaje sonó. Comprobó el mensaje de texto de su director. Leerían el


libreto, pero no había garantía de la aprobación del estudio. Apretando su
mandíbula, sintiendo un dolor de cabeza formándose en la base de su cráneo, envió
una respuesta concisa. Un no al libreto sería un no a él para continuar como actor de
la franquicia. Y quería dedicar un tiempo serio como director.

Si querían que su símbolo sexual se pusiera delante de la cámara, tendrían


que modificar su pensamiento.

Se apartó del escritorio, luego caminó hacia su ventana para observar la


puesta del sol, el cielo azul resplandeciente transformándose en naranja, rosado y
tonos rojos.

El tiempo se agotaba.

Blake fue hacia la barra. — ¿Chardonnay o agua con gas? —le preguntó
mientras se servía un cargado whisky de malta.

—Mejor me quedo con el agua. El amanecer viene horriblemente rápido


después de una noche contigo.
49
Se echó a reír. Extrañaría el sarcástico sentido del humor de Jessie junto con su
sensual cuerpo. Un cuerpo que podría haber sido hecho solo para él, era su igual en
muchos aspectos.

—Podrías darme un respiro. —Abrió la botella de agua—. Déjame dormir.

Ella sonrió. —Entonces tendríamos menos tiempo en el sauna. Y das los


mejores masajes.

El calor lo encendió. Demonios, la extrañaría más que demasiado. Cuando


conoció a Jessie por primera vez, ella se había negado obstinadamente a recibir
ayuda y apartaba a todos los que la amaban con una fuerza nacida de la
desesperación. Ahora, chispas encendían sus ojos de color azul pizarra. Y la chica
valiente y americana que Shannon Sullivan había criado se encontraba de vuelta.

Llenó su vaso y llevó ambas bebidas hacia la sala de estar. — ¿Qué tal si te
doy otro masaje? —Se sentó y le pasó su vaso.

—Por favor.

Colocó sus piernas sobre su regazo y le acarició los tensos músculos de sus
piernas. —Tendrá que ser uno rápido.

—Me gustan tus masajes de cualquier manera que quieras darlos.

Más tarde, después de que se habían masajeado de camino a la habitación y


Jessie se había quedado dormida, Blake salió de la cama. La observó, memorizando
la inclinación de su fina nariz y la exuberante extensión de sus pestañas oscuras en
sus mejillas altas. Maldición. Jessie le gustaba. Su familia le gustaba. Inclusive los
amigos de su familia le agradaban. Se preocupó. Le asustaba como la muerte.
Preocuparse demasiado podía conducir a querer algo que ninguno de ellos podría
dar.

¿Por qué la sola idea colocó una sensación de frío en sus pulmones? Blake
resistió la tentación de volver a la cama y abrazarla. En vez de eso, fue hacia la
ventana de la sala de estar. La luz de la luna iluminaba a las montañas con niebla,
dándoles un velo fantasmal. No quería dejarla con un recuerdo superficial.

Quería darle a Jessie algo más tangible a lo que aferrarse cuando se fuera.

Una vez habían hablado sobre el día en que había sido herida. Blake
reflexionó sobre los escenarios que Constanza y Woodall habían recordado. Algo no
encajaba… y luego los puntos se conectaron. Corrió a su escritorio y abrió su portátil 50
para abrir otro programa. Si estaba en lo cierto, le daría a Jessie lo que necesitaba
para tener la vida que merecía.

Aunque fuera sin él.


8
Traducido por Gasper Black

Corregido por MaJo MadHatter

Después de que terminara de entrenar con Blake la mañana del lunes, Jessie
se apresuró a verificar por segunda vez el estado del salón de damas del comedor
principal. Dos de las mujeres que había conocido en la boda de Maisey se sentaban
delante de los espejos charlando hasta que la vieron.
La forma en que prácticamente las modelos perfectas-en-todos-los sentidos la
miraron, hizo que la piel de Jessie se pusiera de gallina. Aun así, habían sido lo
suficientemente agradables durante la boda. —Es bueno verlas de nuevo —dijo—.
Espero que estén disfrutando de las comodidades del complejo. 51
Una, la morena vinculada a algún otro sexy en Hollywood, asintió. —Es un
poco rústico, pero cuando Blake Johnston quiere algo, lo consigue.
La otra mujer sofocó una risa. —Él no quiere nada por mucho tiempo. —Se
aplicó otra capa de lápiz labial brillante.
El corazón de Jessie se golpeó contra su caja torácica. Su desdén había sido
deliberado y cruel. —Espero que el resto de su estadía sea agradable —dijo antes de
ir a los baños para revisar el área de los lavabos.
Jessie enderezó los lujosos dispensadores de toallas de papel e hizo nota de
los suministros que la habitación necesitaba. Nunca encajaría en el mundo de Blake
en base a lo que dijo la aspirante a Hollywood Housewives. No es que hubiera
firmado por más que una aventura casual, pero los comentarios sarcásticos herían.
Escuchó irse a las mujeres y frotó sus palmas en sus pantalones vaqueros,
diciéndose a sí misma que mientras que Blake la quisiera, debía mantener su cabeza
en alto. Nadie tenía el derecho de verter ácido mental en su nuevo sentido de
identidad recién descubierto. Con ese pensamiento en su mente, fue a buscar a su
madre y a su hermana, quienes habían organizado un día de compras para
prepararse para la fiesta de Nochevieja en tres días.
Varias horas después, Jessie entró en el vestíbulo con su madre y con Hannah.
Su equilibrio había sido restablecido, y tenía docenas de artículos nuevos para vestir
que le dieron un mini impulso a su confianza.
Se hizo cargo de los cambios de decoración del complejo. Las guirnaldas de
Navidad del alojamiento y bayas de acebo habían sido reemplazadas por
espumillón, brillo y estrellas de plata. Incluso el árbol de Navidad del complejo
había sido redecorado con bolas a juego, estrellas y luces de cristal.
—Vaya —dijo—. El personal ha convertido a este lugar en un país de las
maravillas invernal.
Jessie colocó sus bolsas de compras detrás del escritorio de la recepción,
entonces enganchó sus brazos con los de su hermana y con los de su madre.
Caminaron hacia el salón de baile donde los copos de nieve de gran tamaño hechos
a medida colgaban del techo en diferentes longitudes. Las cadenas de bombillas
blancas serpenteaban de las altas vigas de pino. Ramas blancas, plateadas y
escarchadas habían sido dispuestas en largos jarrones de cristal, que el personal del
alojamiento colocó en las mesas plateadas cubiertas de lino rodeando a la pista de
baile.
Blake se encontraba de pie en el centro de la habitación, sosteniendo una
escalera mientras Maisey ajustaba la longitud de una cadena invisible.
52
La palabra delicioso no podía empezar a describir la forma en que Blake hizo
que su estómago se agitara. Su camiseta negra moldeada a su torso, definiendo a
sus anchos hombros, a su pecho musculoso y a sus abdominales. Y la manera en que
esos pantalones vaqueros se moldeaban sobre sus muslos atléticos y cincelaban su
parte inferior, hicieron todo tipo de cosas maravillosas a sus partes femeninas.
A su lado, Hannah se rió. —Hermana, estás tan mal.
—¿Hola? Madre en la habitación —advirtió su mamá.
El rostro de Jessie se sonrojó. —Lo siento —dijo—. Él solo es tan...
—Delicioso —dijo su hermana.
—Definitivamente de Categoría A, todo un hombre —estuvo de acuerdo su
madre.
—Mamaaa —se quejaron Jessie y Hannah—. Estás casada.
—Solo porque estoy a dieta no significa que no pueda mirar el menú —dijo su
mamá—. Pero su papá es mi plato número uno.
Maisey bajó de la escalera. —Perfecto.
—¿Segura? Porque esta es la enésima vez que he tenido que estar aquí de pie.
—Blake inclinó su cabeza hacia Jessie—. Andrew se está escondiendo en el bar con
tu hermano y algunos de los invitados, pero Maisey me ató a esto antes de que
pudiera escapar.
Jessie se rió. Habló enérgicamente, pero en el fondo Jessie sabía lo mucho
que Blake adoraba a su hermana. Viéndolo en el salón de baile, parecía como si él
perteneciera a su mundo. Una parte de ella se puso nostálgica. Pero el recuerdo de
las mujeres que le habían faltado el respeto inició un pelotón de hormigas bajo su
piel. ¿Cómo podía culpar a las modelos por cuestionar el gusto de Blake cuando ni
ella misma podía comprenderlo?
—La habitación se ve genial —dijo Jessie, apartando el pensamiento.
—Gracias —dijo Maisey.
Su madre preguntó—: ¿Por qué estás haciendo todo el trabajo? Se supone que
tienes que relajarte.
—Relajarme no está en mi vocabulario —dijo Maisey.
—Maniática del control sí lo está —murmuró Blake.
—Prefiero el término orientada a los detalles. —Metió su cabello largo y
castaño detrás de sus orejas—. Voy a subir para prepararme para la fogata de esta
53
noche. ¿Vendrán?
—Estamos deseando que llegue —dijo su mamá.
—Tenemos otros planes —dijo Blake antes de que Jessie respondiera.
—¿Los tenemos? —preguntó.
—Tengo algo que quiero mostrarte.
Extendió su mano y ella la tomó. —Suena bien —dijo Jessie, pero el tono
misterioso en su voz erizó el vello de su nuca.

Minutos más tarde, se sentaron uno junto al otro en el sofá en la suite de habitaciones
de Blake. —Cuéntame sobre el día del accidente.
Algo se enroscó alrededor de sus pulmones, apretándolos. —Tenía el
detonador bajo control, pero algo estaba apagado. Antes de que pudiera arreglar
la situación, Rodriguez tomó el golpe. Yo viví. Él murió. —Cruzó sus brazos—. Y no sé
si soy yo la que debería estar a metros bajo tierra.
—Vamos a verificar los datos. —Blake se inclinó hacia delante, abrió su
ordenador portátil y dio clic en un icono de vídeo—. En el sitio había cuatro de
ustedes. Tú, Constanza, Woodall, y Rodriguez. ¿Alguna vez los tres se juntaron para
reconstruir los detalles faltantes?
—No hablamos de esa mierda. Queremos olvidar ese maldito día.
—No lo has olvidado. —Blake introdujo un conjunto de comandos y cuatro
personas computarizadas aparecieron en la visualización de pantalla—. Te has dado
a ti misma un caso serio de culpa del sobreviviente. He hablado con Constanza y a
través de Skype con Woodall. Ninguno de ustedes tiene el mismo tipo de información
dando vueltas en sus cerebros. Tienes que darme tu versión y determinar qué sucedió
ese día.
Que Blake se hubiera tomado el tiempo para comunicarse con su equipo, la
agarró con la guardia baja. Y la tocó en lugares que había tratado de proteger. —
¿Hablaste con Constanza? ¿También con Woodall? ¿Y no les importó?
—Son tus compañeros de equipo, y quieren ayudar. Ninguno de ustedes tiene
el mismo tipo de información. Los recuerdos de Constanza tienen agujeros. Woodall
tiene buena memoria hasta después de la explosión. Luego entró en el modo de
servir-y-proteger, centrándose en meter a todos en el JERRV, conteniendo sus
lesiones, y comunicándose por radio para pedir ayuda.
54
La curiosidad combatió con la incertidumbre. —¿Qué te dijeron Constanza y
Woodall sobre el artefacto explosivo?
—Que te habías adentrado en territorio peligroso para desmantelarlo. —Blake
agregó una característica estándar del vehículo militar a la escena computarizada—.
Después de que todo el mundo saliera del JERRV, Rodriguez transportó los materiales
explosivos de vuelta a la camioneta.
—Rodriguez se hallaba a unos tres metros del camión. Constanza y Woodall
eran los encargados de poner el resto de los componentes del dispositivo de regreso
en el camión.
—¿Los viste?
Jessie saboreó metal. —No. Me concentré en neutralizar la cápsula del
artefacto. Se encontraba por encima de los treinta centímetros de ancho y era un
desmantelamiento rutinario. Pero... —No podía recordar lo que había sucedido
después.
—Tómate un respiro —dijo Blake—. Estás centrándote en lo que no podías ver.
Mi director generalmente filma las escenas de Quinn Sawyer desde abajo, dándole
a los espectadores la impresión de que soy el personaje más poderoso y dominante.
No siempre estoy al tanto de las otras personas en la escena o los extras.
—¿Entonces?
Blake se concentró en su homólogo simulado por computadora mientras ella
estabilizaba la cápsula. La atención de Jessie se encontraba fija en el dispositivo. —
Cuando desmantelaste el resto del dispositivo, solo tenías tu punto de vista.
¿Recuerdas dónde estaban tus miembros de equipo mientras terminabas el trabajo?
—Woodall se hallaba al lado del camión, explorando el desierto en busca de
enemigos. —Ella señaló—. Aquí.
Blake reposicionó a la persona digitalizada. —Eso es lo que él dijo. Constanza
estaba caminando hacia ti, burlándose de Rodriguez por dejar que una pequeña
niña hiciera todo el trabajo. Continúa.
A pesar de que odiaba revisitar el recuerdo, algo ató los cabos al tiempo que
Blake recreaba el paisaje de ese día. —Rodriguez había cargado los otros
componentes en el camión, y le escuché gritar que yo podía manejarlo. El
contenedor se inclinó. Lo estabilicé, controlé el detonador, pero debo haber metido
la pata. —Su garganta se cerró en torno al miedo resucitando en su corazón. Había
mantenido la calma en el exterior cuando ese día había trabajado, pero pensar en lo
que había salido mal trajo de regreso la descarga de adrenalina atravesando sus
nervios. Podía sentir el rápido latido de su corazón, los meses transcurridos entre
entonces y ahora evaporándose, transportándola de vuelta a esos momentos de
55
horror.
Quiso que el fuego ardiendo detrás de sus ojos se convirtiera en hielo. —Te
dije que quiero olvidar lo poco que recuerdo.
—No puedes superarlo hasta que conozcas todos los hechos —dijo Blake—.
Mira el ángulo de la cámara que he creado basado en la información de Woodall y
Constanza.
Concentró su visión sobre los personajes de la pantalla. —Constanza está
demasiado cerca de mí. Al igual que Woodall. —Sacudió su cabeza.
—¿Dónde está Rodriguez?
La fuerza del recuerdo empujó a la culpa nublando su mente. —Detrás de mí.
—No. Según Woodall, Rodriguez se hallaba a tu lado en el momento en el
que arreglaste el detonador. —Blake movió la versión digitalizada de su líder de
equipo a su lado—. Se acercó para agarrar el dispositivo, tal vez para ayudarte a
resolver el problema.
—Eso no es...
—Cariño, bloqueaste mucho de lo que sucedió y mezclaste el orden de los
acontecimientos. Eso es normal. Debes saber eso. Constanza lo sabe. Y también
Woodall.
—¿Rodriguez se encontraba a mi lado? —Jessie luchó para traer los peores
momentos de ese día de regreso a la superficie de su cerebro. Se quedó helada en el
momento en que la verdad rompió la barrera protectora de su mente—. Le escuché
gritarles a los otros que era una doble trampa explosiva y me empujó a un lado. La
maldita cosa era una trampa que estallaría después de que arreglara el detonador.
Rodriguez debió haber... Oh Dios.
—Jessie. —La voz de Blake se abrió paso a través de la bruma de la explosión,
la sangre resultante recubriendo su uniforme, los gritos de su equipo reverberando en
su cerebro—. ¿Qué si Tony Rodriguez no te hubiera empujado?
Limpió su frente. —Estaría muerta. Él estaría vivo.
—He recreado la escena sin la interferencia de Tony. Mírala.
Se quedó mirando las imágenes del ordenador. Sus movimientos, la
proximidad de su equipo al dispositivo, y Rodriguez ya no estando en la imagen. La
explosión se dispersó a través de la escena. Y cuatro cuerpos, no uno, yacían
devastados en la arena del desierto. 56
—El Sargento del Estado Mayor, Tony Rodriguez hizo lo que cualquier Marine
haría en esta situación. —Blake cerró la pantalla—. Actuó sin tener en cuenta su
seguridad personal, exponiéndose a sí mismo a la explosión de la bomba. Rodriguez
se sacrificó por el equipo, tomando el estallido para salvarlos a todos.
9
Traducido por Lune & Athena09

Corregido por Elizabeth Scarhood

La visión de Jessie se puso borrosa, la agonía se apuñaló detrás de sus ojos. Meses
de culpa del sobreviviente suprimido, y el dolor se torpedearon directamente a través
de su corazón, aniquilando sus defensas. ―¿No es mi culpa que… que…? ―No
podía hablar por el nudo de emociones incrustado en su garganta.

―No eres responsable de la muerte de Rodriguez. ―Blake enmarcó su rostro, 57


besando sus lágrimas hirvientes―. El enemigo colocó una doble trampa explosiva en
la bomba. La rápida acción de Rodriguez para proteger a su equipo de
desactivación de artefactos explosivos fue lo que lo mató. Apostaría cada centavo
que he hecho como Quinn Sawyer a que él querría que dejaras de condenarte a ti
misma por su pérdida. Estaban en zona de guerra. Territorio peligroso. Los Marines
se cuidan entre sí, habrías hecho lo mismo.

―Lo extraño ―susurró, un sollozo atrapado en su garganta―. Extraño todo de él.


De mi equipo. De mi vida.

―Y no te has dado permiso a ti misma de decir adiós ―dijo.

―No quiero decir adiós. ―La tristeza acordonaba su corazón y presionó un lamento
de angustia de las profundidades de su alma―. Quiero holas y mañanas, y todo lo
que se encuentre en medio. ―Sostuvo su cintura, meciéndose y tragando aire.

―Los tendrás. ―Pasó su brazo alrededor de sus hombros agitados, la tomó en sus
brazos―. Pero tienes que dejar ir el pasado si vas a tener el futuro que mereces.
Juntó sus manos alrededor de su cuello, sollozando, aspirando grandes bocanadas
de aire, incapaz de articular palabra.

―Nena eso es ―murmuró―. No lo retengas, porque te tengo.

Lloró hasta que el pozo de tristeza en su interior se agotó y la estaca de


remordimiento se liberó. A través de todos sus jadeos estremecidos, Jessie se aferró a
Blake hasta que la carga que había pesado sobre ella durante meses se levantó.

Sus sollozos disminuyeron. Blake estaba en lo cierto. Todos los meses de


preocupación sobre lo que podría haber hecho diferente si pudiera volver a ese día y
revivirlo se evaporaron. Nunca había creído que merecía estar viva, y durante
noches había permanecido despierta repitiendo las piezas que podía recordar, con
miedo de que tuviera la culpa.

La única gente a culpar eran las personas que habían fabricado la doble bomba
trampa IED. Lo que había ocurrido era una realidad de la guerra. Una realidad que
odiaba. Y una que significaba que nunca vería a su líder de nuevo, pero ya no tenía
que cargar más con la culpa extrema de estar viva.
58
Era libre, capaz de seguir adelante.

El latido del corazón de Jessie se ralentizó y su respiración se reguló a un ritmo


normal. Siguió ligada a la fortaleza de Blake, escuchando sus calmantes palabras de
apoyo, sintiéndolo acariciando su espalda.

Necesitaba el abrigo que le proveía. El lugar que existía dentro de la dulce rendición
de la intimidad compartida.

Jessie besó la base de su garganta, degustándolo como si fuera la primera vez. Aquí
era a donde pertenecía. Aquí era en dónde necesitaba estar. Y aquí era en donde su
deseo se fundía con el anhelo de permanecer conectada por siempre.

Acarició su barba áspera en la línea de su mandíbula. ―Blake ―susurró―. Te


necesito.

De alguna manera la levantó del sofá, acunándola en sus fuertes brazos. ―Me
tienes ―dijo, fundiendo su boca con la suya.
El calor fundido se arremolinaba, llenando cada grieta. Un dolor exquisito pulsó
entre sus muslos. Gimió contra sus labios, abriéndolos más, besándolo.

Blake la llevó a la habitación y la bajó en la cubierta sueva del edredón, luego estiró
su cuerpo sobre el suyo. Enmarcó su rostro, moviéndose contra ella con movimientos
fluidos y sensuales.

Las corrientes fluían a través de ella, y se arqueó. ―Blake, quiero…

―Tendrás todo de mí ―dijo―. Lo prometo.

Presionó un beso en la base de su cuello. Su pulso saltó, haciéndola sentir más


vulnerable, expuesta. Y adorada.

Blake deslizó sus manos hacia sus caderas; la pasión brilló en sus ojos oscuros color
esmeralda mientras le sacaba su camisa. Con reverencia, sus manos se deslizaron
bajo esta, empujándola sobre su cabeza con un suave movimiento.

―Eres más de lo que yo esperaba ―dijo él.

Su corazón se sumergió en una piscina de esperanza. Esto era más que sexo, más 59
que dar y recibir placer. ―Tú también ―respondió, confiando en él.

Sin hablar, terminaron de desnudarse el uno al otro hasta que estuvieron piel-a-piel-
desnuda, redescubriéndose el uno al otro. Íntima e exquisitamente perdiéndose en la
conexión física.

Sin prisas. Sin frenetismo. Sin desenfreno.

Ella exploró su cuerpo, amando la sensación de su piel, el sabor de su único gusto a


hombre en su lengua. Amando sus tibias manos deslizándose por su torso desnudo,
el calor de su boca probando sus pechos. Y amando el acero cubierto de terciopelo
de su erección presionando contra ella, pulsando con deseo, deseándola.

Jessie quería saborear cada toque, cada matiz, cada momento. Para embotellar
cada sensación y emoción que brotaba en su interior. Para beber del precioso
recuerdo de la demanda de su cuerpo. ―Blake ―susurró, rodeando su excitación y
acercándolo.

Él sacó un condón, se enfundó a sí mismo. ―Te tengo. ―Se deslizó dentro,


llenándola.
―Te creo.

En su rostro se dibujaban líneas feroces mientras se empujaba en ella una y otra vez.
El corazón de Jessie se entreabrió un poco más, dejando que la reclamara. Que la
marcara como suya.

Blake se movió en el interior de Jessie, sus paredes internas envolviéndolo,


rodeándolo con su mojado núcleo de seda. Con cada empuje en sus profundidades,
podía sentir el clímax de ella creciendo, sus espasmos orgásmicos empujándolo más
hacia adentro.

Fijó sus ojos en los suyos, entrando y saliendo de su calidez, acelerando su paso.
―Piérdete conmigo. 60
―Solo para ti ―dijo, levantando su pelvis en perfecta sincronía con la de él.

En esta cama, amando a Jessie con su cuerpo, era a dónde pertenecía.

Blake se enterró a sí mismo hasta el máximo, su pene pulsando y llevándolo al borde


la locura. ―Eres mía. ―Se empujó de nuevo mientras las primeras oleadas del
orgasmo de ella se estremecieron a su alrededor.

―Blake ―gritó.

Voló sobre el precipicio con ella, su liberación golpeando a través de él, su grito
respondiendo al suyo. Y cuando se remontó en el olvido, su corazón lo siguió.

Blake colapsó sobre ella, jadeando, esperando a que su respiración se calmara


antes de rodar hacia un lado, llevándola con él. ―¿Estás bien? ―preguntó.

―Mejor que bien. ¿Y tú?

Por la ventana, la luna brillante y plateada alienaba las oscuras nubes. Podía oír el
viento silbando a través de los árboles, una rama dando golpecitos en el techo. El
frío se estableció en sus pulmones. Les quedaban unos pocos días preciosos, y el
pensamiento de no tener más a esta valiente mujer en su mundo retorció en nudos su
estómago.

Apretó su agarre, alcanzó una manta de los pies de la cama, y la colocó sobre ellos.
―Me paralizaste ―dijo.

Alzó su barbilla, sus ojos azul pizarra en los de él. ―Espero que sea una condición
temporal.

Su miembro se movió. ―Muy temporal. ―Mejor concentrarse en el lado físico de su


relación que en las peligrosas emociones formándose entre ellos.

Minutos después, Blake reemplazó su preservativo y de nuevo se perdió en su calor.

Después de que se hubieran aseado y ordenaran el servicio de habitación, Jessie y


Blake se sentaron en el sofá. Ella le daba vueltas a una papa frita en una porción de
salsa de tomate y le dio un mordisco, observándolo con sus ojos que centelleaban
acero.
61
―¿Qué? ―preguntó.

Tragó saliva. ―Lamento haberte llamado una estrella de cine superficial cuando te
conocí por primera vez ―dijo―. Blake eres un buen hombre.

La calidez llenó su pecho. Toda la admiración de sus fanáticos no se comparaba con


el sello de aprobación de Jessie. Pero si era tan malditamente bueno, ¿por qué su
franquicia de película contrataría un escritorzuelo para leer su propuesta de guión
antes de que estuvieran de acuerdo con sus términos hace cinco horas?

Aunque Jessie dijo todas las cosas correctas, no podía confiar en las palabras
completamente. Quería hacerlo, y eso lo confundió demasiado. ―Era la cosa
correcta para hacer ―dijo, encogiéndose de hombros. Mejor minimizar lo que había
hecho.

―No todos los tipos hacen las cosas correctas ―dijo Jessie―. Pero tú lo haces.

El nudo en su estómago aumentó. Había escondido la verdad sobre el guión que


había enviado al estudio hace unos días. Por supuesto, antes había querido decirle.
Se había contenido porque ella había colocado un parachoques sexual entre ellos.
Su acalorado encuentro en el sauna había sido increíble, pero lo había puesto
cauteloso por su reacción. ―Lo intento ―dijo. Le diría sobre la dirección de la
siguiente película de Quinn Sawyer durante la fiesta de Nochevieja de su hermana.
Ahora mismo no quería estropear este tierno momento, el resplandor después de
hacer el amor, con su actual batalla para vender más que un cuerpo caliente en la
pantalla. No cuando sus humeantes ojos azules brillaban como si no tuviera ninguna
preocupación en el mundo, y felicidad iluminaba su rostro encantador.

―Me alegro de haberte conocido, al verdadero tú. No solo al hombre sobre el que
leí en Internet.

Al escuchar la sinceridad en su voz su resolución interior de contener la verdad se


deshizo, el remordimiento persistente y la tensión se disiparon. ―He considerado
dejar el papel. ―Pasó sus dedos a través de su cabello―. Dirigir mi carrera en una
dirección diferente.

Ella parpadeó. ―No puedes. Todos aman a Quinn Sawyer.

¿Y si no le gustaba su guión? Sí, había conseguido la aprobación del estudio, pero


en el fondo, quería la suya. Y eso lo asustaba profundamente. ―Aman una fantasía.
62
―Acabó con la última porción de su hamburguesa―. Soy un héroe de ensueño que
ni siquiera esquiva balas verdaderas.

―No es justo usar mis palabras contra mí. ―Junto sus labios contra los suyos―. La
gente necesita creer que el bien triunfa sobre el mal. Y una película de Quinn Sawyer
les da un escape.

―Lo que hiciste, ser parte de la Infantería de Marina, fue importante. Lo que estás
preparando para hacer con la academia de bomberos es importante. Me gustaría
hacer también algo que importe. ―Casi dejó que se escapara la verdad. Pero los
recuerdos amargos aparecieron en su cabeza, deteniéndolo antes de que hiciera el
ridículo.

Curvó su brazo alrededor de su cintura. ―Entonces Blake sigue haciendo tus


películas.

―Dudo que la audiencia quiera que interprete a Quinn Sawyer cuando sea viejo y
canoso ―dijo, acariciando su brazo.
―Probablemente no, pero eres un hombre astuto. ―Apretó su agarre―. Basada en
lo tan bien que conoces el otro lado de la cámara, apuesto a que serías un director
fantástico.

―Ya está en la mesa ―dijo―. Entre otras cosas. ―Como escritura de guiones
exitosos para la franquicia. De todos modos, alejó la compulsión de revelar esa
información extra. ¿Por qué arriesgarse a enojar a Jessie cuando todo era tan
malditamente bueno?

―Serás aún más sensual que nunca cuando vuelvas a Hollyweird en el tercero. Las
actrices estarán adulándote por partes en la película ―dijo Jessie.

―Eso no es para tanto ―dijo Blake.

Cada mujer con la que había estado alguna vez solo lo había querido por lo que
podría dar. En primer lugar, las muchachas en la escuela secundaria lo habían usado
para sexo y como una manera de sorprender a sus amigos. No es que le hubiera
importado lo del sexo. Luego, cuando lo hizo en grande en Hollywood, las mujeres
con las que salió querían usarlo para avanzar en sus carreras. O querían una licencia
de matrimonio porque era un pase rápido hacia la buena vida.
63
Y de ninguna manera iba a dejar que ninguna mujer lo usara de esa manera.

―Bueno, me has mostrado cómo tener mi propio final feliz aun si no está en la
pantalla grande. ―Cubrió su mano―. Eso es un regalo.

Sus ojos grises se suavizaron, convirtiéndose en piscinas de azul plateado. Una


sensación extraña lo agitó. Por primera vez desde que había luchado para ganar el
respeto de la película de su franquicia y había superado el papel de Quinn Sawyer,
Blake tuvo muchas ganas de ser digno de sólo una persona. Jessie. Pero había
retenido algo importante. Algo que la podría atraer más cerca o apartarla. No quiso
hacerle daño cuando le había dado lo que más necesitaba: su propio camino a
felicidad.

No lo necesitaba para nada más.

De todos modos, buscó una manera de mantener a Jessie involucrada en su vida. Un


camino que le permitiría zafarse de cualquier juicio que pudiera tener sobre cómo
había tomado pedazos de su vida y los había tejido en su guión.
Además, quería pasar más tiempo con ella. No porque no podía conseguir bastante
de Jessie, sino porque le gustaba. La admiraba. ―Esa posición en el cuerpo de
bomberos no es tu única opción ―dijo después de varios largos latidos de silencio. Si
estaba de acuerdo con su plan, sería una parte integrante de la película que quería
filmar.

Se puso rígida en sus brazos y llevó su cabeza hacia atrás. ―¿Crees que no pasaré
el reconocimiento médico? ―preguntó.

Su respiración se quedó atrapada en su pecho. Una vez había querido el mundo. Le


podría ofrecer eso. ―Pasarás. ―Pasó el pulgar sobre su sien. ―¿Pero no te uniste a
los Marines para experimentar cosas nuevas?

―Sí —dijo―. Y para servir mi país.

―Dijiste que lo que hice fue importante. ―Fusionó su boca en la de ella―. Serías
una gran experta de demoliciones en los sets de filmación de la película de Quinn
Sawyer.

―¿Por qué querrías contratarme? ―preguntó―. No tengo experiencia. 64


―Tiene la experiencia donde cuenta. Además, no me mentirías ―dijo.

―¿Y nosotros? ―preguntó―. ¿Qué hay con eso?

―Lo nuestro está bien. ―Chupó su labio inferior―. Muy bien. ―Una sacudida
eléctrica pasó a través de él. Ah sí, se podría acostumbrar a esta clase de bien.

―¿Y si no estamos bien nunca más?

―Entonces serás parte de un gran equipo ―dijo todavía mordisqueándola―.


Haciendo una diferencia.

―Creía que tenía que demostrar algo siendo aceptada en la academia de


bomberos. ―Resopló―. Quería hacer algo para compensar lo que le pasó a
Rodriguez.

Blake la tomó en sus brazos. ― Ahora estás libre de eso.

―Lo sé ―susurró Jessie―. Lo que me ofreces es tentador, pero…


Cortó su oración, besándola, probando la sal en su lengua y el dulzor de su boca.
Moldeó sus labios a los suyos, uniéndosele tan fácilmente que no podía imaginar
dejarla ir. ―Sin peros ―dijo cuando se detuvieron. Escucharla decir que no, no era
una opción―. Avísame lo que decidas antes de la fiesta de Nochevieja.

Le diría sobre el guión si dijera sí. De lo contrario no habría razón para darle una
idea.

65
10
Traducido por Ivy & Gasper Black
Corregido por Valevilchez

De todas las cosas que Blake pudo pedirle, formar parte de la selecta
franquicia de Quinn Sawyer en Hollywood no cruzó por la mente de Jessie. Ahora,
un día antes de la fiesta de Nochevieja, se sentó en el escritorio de su computadora,
sopesando los pros y contras de aceptar su oferta.
Antes de tomar una decisión, tenía que entender lo que conseguiría en el caso
de que dijera que sí. Con una búsqueda de imágenes de Blake en Google
aparecieron las habituales mujeres altas, elegantes y hermosas en varias ceremonias
de la alfombra roja.
—No lo sé —le dijo Jessie a su madre—. Él es perfecto y bueno yo... ya
66
sabes... no lo soy.
Shannon se inclinó para revisar las imágenes. —Blake es muy atractivo, pero
eres demasiado dura contigo misma.
—Mira su desfile regular de citas —dijo Jessie—. No soy la mujer más bonita en
la habitación. No encajo.
—Fuiste contra lo establecido cuando te convertiste en un Marine. Puedes
encajar en dondequiera que decidas ir. —Su madre acarició el brazo de Jessie—.
Blake te respeta. Quiere contratarte para que hagas un trabajo que es apropiado
para ti. Egoístamente, me gustaría saber que te encuentras fuera de peligro cuando
vuelvas al trabajo.
Jessie colocó su mano izquierda sobre la de su mamá, sosteniéndola en un
familiar medio abrazo. Su madre no había abandonado su lado desde que regresó a
Estados Unidos luego de que estuviera establecida en Alemania. —Lo siento si mis
decisiones te dieron tantas preocupaciones, sin mencionar el mayor susto de todos.
—Te encuentras viva. —La voz de su madre vaciló—. Sé que servir a tú
comunidad es importante para ti.
—Pasé la mayor parte de los últimos dos meses entrenando para una cosa. —
Todo el tiempo rezó para aprobar la extenuante prueba física de la academia de
bomberos que le ayudaría a dejar atrás las cicatrices emocionales que llevó durante
más de un año—. No voy a fallar si tomo la prueba. —Los entrenamientos aprobados
por la Infantería de Marina de Blake la tenían más que preparada.
—¿Tienes miedo de que no lograrás el nivel en Hollywood como una experta
en explosivos?
—Puedo hacer el trabajo. —Jessie abrió otro artículo de la revista en línea—.
No estoy segura de que pueda soportar este tipo de constante escrutinio. Mira lo
que escriben. Dicen que Blake visitó los suburbios con su actual mujer-del-mes. —Su
estómago se apretó firmemente. Nunca sería aceptada en los selectos círculos de
Hollywood más que como la compasiva cita de Blake.
—Ese es simplemente un chisme envidioso —dijo su mamá—. ¿Vas a dejar que
lo que otras personas piensen manipule tú decisión?
Jessie cerró el artículo, apagó su computadora, y se levantó. —Tendría que
irme de Sweetbriar Springs.
Su madre la abrazó con sus largos brazos. —Sweetbriar Springs nunca podría
contenerte. Incluso cuando te encontrabas en la escuela secundaria, siempre te
inscribías para ir en excursiones fuera del estado. Eres mi hija. Me encantaría tenerte
aquí, pero siempre has anhelado más. 67
—Mi partida acabó colocándolos a todos en el infierno.
—Fuiste llamada para servir, y estamos orgullosos que contestaste. —La madre
de Jessie se acercó a la cómoda, abrió la caja de joyería, y levantó las placas de
identificación—. Siempre has sido una adicta a la adrenalina. La academia de
bomberos te ofrece una manera de retribuir. Pero, ¿realmente quieres quedarte en
Sweetbriar Springs?
La luz del techo de la habitación se reflejaba en sus placas. —Por un lado, sí.
—El amor de su familia, su aceptación incondicional siempre sería la fuente de su
brújula interna. Pero, ¿su corazón verdaderamente regresaría?
Jessie se quedó mirando el gran espejo junto a la puerta de su dormitorio. Se
tomó el tiempo para ponerse un poco de maquillaje y prestó atención a su corto
cabello en punta, y no se encontró satisfecha con los resultados. No importaba lo
que dijo algún tonto artículo sobre ella, Blake no la veía como una cita compasiva.
La acción militar se había terminado. Los turnos de servicio ya no existían. La
adrenalina cuando desmantelaba IEDs no se hallaba en su futura pantalla de radar.
Pero, ¿podría la emoción, las prisas y la adrenalina de estar con Blake ser el
increíble próximo capítulo de su vida?
Tomó sus placas y regresó la cadena a su joyero. —La oferta es tentadora.
—¿Así que lo considerarás?
—Voy a hablar al respecto con Blake hoy.
Su madre la abrazó y se acercó a la puerta del dormitorio. —Estaré de
acuerdo con lo que sea que elijas. Sin embargo, espero que actúes en lo que tu
instinto te dice que hacer —dijo y se fue, cerrando la puerta detrás suyo.
Jessie abrió su cómoda, luego sacó la caja que contenía su Corazón Púrpura.
Un familiar dolor pinchó detrás de sus ojos, pero esta vez, el orgullo acompañó la
tristeza. Debido a que Blake se las arregló para descubrir la verdad. Hablando con
Woodall y Constanza. Conociendo los hechos. Luego mostrándole una imagen más
precisa sobre el día que la persiguió durante más de un año. Rompió sus bisagras y
sacó la medalla. Blake también le dio una nueva perspectiva acerca de sí misma.
Claro, algunas sexys modelos la rechazaban cuando él no se encontraba cerca para
detener su estúpido comportamiento, pero solo un hombre que se preocupaba
profundamente iría tan lejos para ayudarla a encontrar la paz.
Mientras que no era el tipo de fantasear sobre anillos y bodas, estaba un
poco enamorada de Blake. Aunque nunca dijo las palabras o prometió más.
Giró la medalla en forma de corazón a su alrededor, recordando su
juramento de Marine. ¿Se hallaba dispuesta a dar un salto desde el acantilado 68
proverbial de dudas para aferrarse a esta diferente oportunidad? La luz se reflejaba
en la medalla. No necesitaba una propuesta cuando el hombre en cuestión le había
dado algo mucho más grande.
A ella.
El calor inundó sus sentidos, lo que la impulsó a actuar. Deslizando la caja en
el generoso bolsillo de su sudadera de lana con capucha, salió del ala residencial de
su familia. Blake dijo que esperara hasta después de la fiesta de fin de año para
darle su respuesta final, pero quería celebrar un nuevo año, y nuevos comienzos, con
él.
Y quería desterrar las persistentes reservas que tenía acerca de que sería o no
lo suficientemente buena para ser parte del mundo de Blake.
Una hora después, Jessie usó la llave extra de Blake para entrar en su suite.
No había ni rastro suyo. Volteándose para irse, vio su laptop abierta. Un
estremecimiento de curiosidad se desplegó en su vientre. Un movimiento del ratón de
la computadora y sería capaz de leer la pantalla. Sacudió su cabeza. No debería
mirar lo que escribió, pero ahora que decidió formar parte de las películas que
hacía, ¿seguramente un poco de reconocimiento no le haría daño?
Jugó con la caja de la medalla en su bolsillo, abriéndola y cerrándola sin verla
hasta que retiró el contenido. Acercándose más, Jessie movió el ratón y la pantalla
destelló a la vida. Sus sentidos se comprimieron en sobre marcha, cada músculo
pinchado con adrenalina. Síp. Sin duda un guion de Quinn Sawyer. Intrigada, movió
el cursor del ratón para desplazarse por la pantalla. Lo poco que leía era borroso
frente a sus ojos.
Había descrito en detalle la confusión interna y externa que soportó como una
guerrera herida.
Angustia, afilada y aguda, se lanzó directamente a través de su esternón.
Todo lo que creyó ser verdad sobre Blake golpeó en la parte posterior de su
garganta. ¿Cómo podía usarla de esta manera? La medalla se deslizó.
—¿Qué haces aquí?
Se dio la vuelta. —Hago un poco de lectura ligera —dijo Jessie después de
que se las arregló para enfriar el fuego ardiendo en su interior.
—No se suponía que vieras eso. —Se acercó, luego cerró la laptop.
—En serio. —Forzó a la piedra alojada en su esófago abajo—. Utilizaste
nuestros entrenamientos para entrar en mi cabeza, y como un bono te metiste en mis
pantalones.
Un músculo se movió en su línea de mandíbula. —Jessie, no fue así.
69
Se negó a mostrarle alguna debilidad. —Usaste mis lesiones como fondo para
tu guion —dijo Jessie—. ¿Cómo te atreviste?
Blake la miró con sus insondables ojos verdes, su escrutinio cortando
directamente en su alma. —Planeaba decirte sobre el guion en la fiesta.
Calor sofocó su pecho y golpeó sus mejillas. —¿En serio? —preguntó—. ¿Y eso
pasaría antes o después de haber tenido más sexo misericordioso conmigo?
—Sabes que eso no es cierto.
—No dejaré que hagas esa película. Te demandaré antes de que hagas de mi
vida una burla.
Él agarró su muñeca. —Escribí la premisa original antes de conocerte —dijo—.
Estar contigo influenció mi historia porque me preocupo por ti. Tu fuerza, los extremos
a los que fuiste mientras luchabas por recuperar tu vida, me dieron una historia con
corazón.
—¿Te preocupas por mí? —Se apartó—. Si lo hacías, me habrías dicho sobre
esta historia, o al menos pedirme permiso para exponer mi vida y cuán repugnante
me siento cada vez que me miro en un espejo.
Se estremeció. —Nunca te he dado una razón para pensar que no te
encuentro atractiva.
Sintió su sangre bombardeando, la escuchó golpeando, sacudiendo,
apaleando dentro de su cabeza. —Por supuesto que no. Usaste mis miedos, el dolor
y la fealdad con la que vivía para impresionar a los peces gordos de tu franquicia. —
Jessie presionó sus palmas sobre sus calientes oídos para ahogar su grito interno.
Esperó a que los terribles tambores latientes de rabia cedieran—. Esto no es sobre el
corazón, se trata de hacer mucho dinero.
—Te equivocas.
Trató de alcanzarla, pero lo alejó. Se rompería en mil pedazos si la tocaba de
nuevo.
—Te juzgaste y condenaste durante meses sin tener todos los hechos —dijo
Blake—. Ahora lo haces conmigo.
Puntos empañaron su visión. Retrocedió un paso, agarró al marco de la
puerta, tratando de recuperar su equilibrio. ¿Cómo se atrevía a utilizar la desolación
y el sufrimiento que soportó, todas las heridas de su pasado?
Todo se cristalizó dentro de ella, y se astilló en mil pedazos. —Confiaba en ti,
pero te negaste a decirme sobre este asunto importante.
—Quería un trato sólido como una roca antes de contarte —dijo Blake—. Si el
guion no conseguía ser aprobado, no volvería a la franquicia. No habría habido un 70
punto en decirte el porqué descarté el guion. No hay daño, no hay falta. Ahora, me
encuentro en la posición de tomar el control de la franquicia de la película, y
tenemos una oportunidad de un futuro juntos.
Algo feroz se rompió en su interior, se azotó contra su pecho. Amada por el
hombre detrás del héroe de acción que actuaba en la película, peleó con el dolor
azotando en su corazón. Por mucho que quería creer que Blake no tuvo la intención
de hacerle daño, Jessie no podía dejar que determinara lo que quería o no compartir
con ella. Se merecía mucho más que eso. Así como él.
Solo tenía una manera de obligarlo a ver que había perdido la única cosa que
podría mantenerlo entero y conectado a la tierra. Astillas pinchaban detrás de sus
ojos. Oh, cómo deseó no tener que hacer esto, pero se armó de valor y encontró la
fuerza para hablar.
11
Traducido por Fany Barrow & MaJo MadHatter (SOS)
Corregido por Sapphire

—Blake, no sé qué es peor. El hecho de que utilizaste mi vida como una


inspiración para tu guion, o que no me incluiste en tus planes hasta que supiste que
habías vendido la historia. No confiaste en mí ni un poquito. Y hasta que no te
encuentres listo para arriesgar a tu corazón, no puedo estar contigo. —Lágrimas se
deslizaron por sus mejillas.
—Estuvimos de acuerdo en que esto era temporal —dijo él—. Se supone que
nuestros corazones nunca estarían involucrados.
—El mío lo estuvo. Y tú no me hubieras pedido venir contigo a Hollywood si no
te importara, pero necesito estar con alguien que sea cien por ciento honesto 71
conmigo y consigo mismo —dijo Jesse, luego salió de la habitación dejándolo solo.
El pulso de Blake rugió en sus oídos. Quería detener a Jesse, pero aprendió
hace tiempo que una vez una mujer decidiera que él no era suficientemente bueno,
era mejor seguir adelante. Él olvidaría que la quería en su vida.
Caminó hasta la puerta y la cerró, presionando su mano sobre la madera
maciza hasta que le estruendo en su cabeza se calmó. Para el lunes él se
encontraría de vuelta en Hollywood, y ésta vez en el asiento del conductor.
Planeaba celebrar su victoria con Jesse en Noche Buena. Seguro de que le diría que
sí a su oferta de trabajo.
Pero Jesse se negó a creer su motivación para escribir esa historia basada en
los pocos párrafos que leyó el día de hoy. Y ella lo desecho como si fuera basura.
Blake fue hasta el bar, se sirvió un whisky, y se bebió la mitad de la botella de
marca. Entonces llevó el resto de la bebida a su mesa y abrió su laptop.
Desplazándose a través del guion, las palabras eran borrosas en la pantalla. Si solo
le hubiera dicho lo que planeaba, pero el momento nunca pareció correcto. Al
menos esa era la excusa que se decía a sí mismo cada vez que tenía la oportunidad
de decirlo.
En verdad, retuvo los hechos porque se encontraba asustado como la mierda
de su reacción. El recuerdo de otra chica burlándose de él cuando les tomaba
confianza y les contaba sus sueños. Ella lo llamó niño bonito y dijo que él no era la
gran cosa. Inclusive sus padres no podían entender sus ambiciones.
Se propuso desmostarle a todos que se equivocaban.
Y terminó convirtiéndose en un héroe de acción de cartón con pocas personas
en las que confiar. Se hallaba solo en una multitud que se preocupaba en que les
podía ofrecer él sobre el hombre que clamaban adorar.
Se puso de pie y se acercó a la ventana. Los últimos rayos resplandecientes
de sol, proyectan sombras entre los árboles de hoja perenne y ramas esqueléticas de
los árboles de roble. Los terrenos del complejo cubiertos de nieve, envolviéndolos.
Ayer se sintió triunfante acerca del estudio cediendo a sus demandas. Ahora un peso
presionaba contra su pecho, sufría por la única persona que había querido
sorprender con esta noticia.
Perdió sentido de lo que era importante, incluso cuando le presentaron el don
de la aceptación incondicional la noche anterior. Jesse le había dicho que era un
hombre honorado, digno de amor. Aun así, se restringió a contarle sobre el guion
porque, en el fondo, él seguía siendo esa gentuza, un niño desamparado con hoyo
en sus zapatos y ropa de tiendas de segunda mano quien nunca llegaría a hacer
nada importante.
72
Jesse fue diferente desde un principio. Ella no lo adulaba o andaba con él solo
porque era un icono de Hollywood. Lo respetaba por el hombre que era.
Solo para malgastar su lealtad con un mentira por omisión.
Terminó su bebida y presionó el vaso a su frente. Sudor corría por su rostro.
Lamiéndose los labios, probó la sal. Puso la manga de su camisa contra su rostro,
borrando la humedad.
Regresó a su mesa, y un destello de luz llamó su atención. Inclinándose,
encontró la fuente. La medalla de Jesse. Blake la tomó y colocó la medalla de oro en
forma de corazón en su palma, observando las cinco estrellas y la cinta púrpura con
borde plata. Ella había arriesgado su vida por su país, y estuvo lista para arriesgar
su corazón. Aunque él no esperó que su romance sin ataduras se transformara en
algo más, había comenzado a querer a Jesse. No quiso decirle adiós en año nuevo,
no podía imaginarse sin ella. Pero en lugar de ofrecerle un compromiso, le ofreció un
“tal vez”. Un trabajo, cuando debería haberle ofrecido su corazón.
Incluso peor, él había retenido algo vital. Había mentido sobre el por qué,
diciéndose a sí mismo que era para protegerla. La verdad lo golpeó detrás de su
plexo solar. Había sido un idiota iluso.
Podría haber triunfado sobre los problemas existentes en el estudio, pero le
había fallado a la única persona que importaba.
Se maldijo a sí mismo por ser todas las clases de estupidez. Jessie le había
desnudado su alma, y él jamás se arriesgó a confiarle lo suyo.
Dio vuelta la medalla. Era fría al toque, la cinta un contrapunto suave para el
acero. Muy parecido a Jessie. Amó las chispas en sus ojos azul pizarra cuando ella
pensó que la había desafiado, la entrega dulce de su cuerpo al suyo en la oscuridad
de la noche. Y le encantó la aceptación firme e incondicional que le había dado tan
fácilmente cuando había confesado su confusión sobre su papel en la película y la
vida que había elegido después de que sus padres hubieran muerto.
Amaba su determinación, su valor y su fuerza.
La desolación se clavó como una fecha directamente a través de su cavidad
torácica y dentro de su corazón. Amaba a Jessie. Y maldita sea, la había perdido. Si
hubiera sido honesto desde el principio y hubiera confiado en ella, podría no estar
organizando una imbécil fiesta personal para uno.
Blake colocó su Corazón Púrpura al lado de su portátil y se quedó mirándolo
mientras consideraba sus opciones. Lo devolvería, pero primero tenía que romper sus
defensas. Porque nada de lo que lograra en el futuro importaría si no tenía a Jessie.
Después de abrir su portátil, envío todo el documento a la impresora de la
oficina de negocios de la logia. Después le envió un mensaje a su hermana y le pidió 73
que gestione la interferencia. Por último hizo una llamada al centro de rehabilitación
y habló con Constanza. Se puso de pie, rezando para que su plan funcionara.

A la mañana siguiente, Jessie se despertó antes del amanecer. Solitaria, con


su corazón adolorido y magullado, se vistió con su ropa de gimnasio de costumbre y
repitió su mantra interno constante como si estuviera manoseando las cuentas del
rosario. Se suponía que esto sería solo temporal. Solo sexo realmente genial. Ahora
se terminó.
Reprodujo el pesar en los ojos de Blake cuando lo había acusado de usarla
para escribir su historia.
Él se preocupaba, pero tenía miedo de romper su propio corazón. Aunque
sentía que había tomado la decisión correcta al salirse del asunto, y del hombre en sí
mismo, apartarse de Blake desgarraba su alma.
Oh, cómo deseaba que Blake hubiera sido honesto con ella desde el inicio.
Porque la vida que le había ofrecido, y el amor que creyó que existía, pudo haberles
dado mucho más a ambos.
Antes de que abriera la puerta, notó un sobre con membrete en relieve sobre
el suelo. Lo alzó, leyó la invitación de Maisey a la gala de Víspera de Año Nuevo.
Jessie había planeado asistir con Blake, pero ¿podría ir ahí, enfrentar el escrutinio de
los ricos y famosos, y verlo por última vez?
La chica que había regresado con cicatrices y maltratada de la guerra le
rehuyó a la idea.
Pero la mujer en la que se había convertido en las últimas semanas quería
demostrar que nada la intimidaba. El asistir se lo debía a sí misma, si tan solo dejara
de ir la idea de Blake y la vida que le había ofrecido.
Minutos después, Jessie abrió la puerta del gimnasio, inhalando el aroma
familiar de la habitación de metal y caucho. El aire frío le puso la piel de gallina en
sus brazos al tiempo que caminaba hacia el estante de las pesas. Se imaginó que
cincuenta flexiones de bíceps y el doble de sentadillas deberían mantener sus
músculos preparados para el equipo de carga y los elementos de manguera de
arrastre de la prueba. Y el sudor resultado de esta mañana calentaría su sangre.
Cuando alcanzó las pesas, rodó sobre sus talones. Una copia impresa del
guion de Blake había sido colocada en la parte superior de las pesas de trece kilos.
Su pulso se aceleró. No lo leas. No. No. Agarró un par de barras de 74
dieciocho kilos, subió a la colchoneta, y enfrentó al espejo para comprobar su
postura antes de levantar las pesas.
Una repetición. Las páginas se le burlaban, y el recuerdo de cómo Blake la
había ayudado a recuperar su flexibilidad pasó ante sus ojos. Dos repeticiones. Las
páginas se le mofaban con el recuerdo de cómo quería que él la sedujera, aunque
solo fuera para sentirse viva. Tres repeticiones. Las páginas la tentaban, al igual en el
que cada momento en el que había estado con ella, había despertado su feminidad.
Su nariz picaba y hormigueaba. Blake nunca la había rechazado por las
cicatrices en su pierna. No había fingido el deseo es sus ojos cuando me movió en su
interior. Bajó las pesas, pasó el acero cerca de su muslo derecho, su garganta dolía.
Jessie devolvió las pesas al estante. Agarrando las páginas sujetas por un clip, leyó
la nota que él había escrito en la parte de adelante.
Si te sientes de la misma forma sobre la próxima película de Quinn Sawyer y
yo después de leer esto, olvidaré que he escrito esta historia. Abandonaré la oferta
de dejarme dirigir y protagonizar esta película en la franquicia de Quinn Sawyer.
Blake.
12
Traducido por Gasper Black & MaJo MadHatter

Corregido por MaJo MadHatter

—¿Estás segura de que va a venir? —le preguntó Blake a Maisey mientras


caminaban hacia el bar—. Porque esta fiesta está a punto de terminar. —Y si Jessie
había leído el guión y lo había odiado, dudaba que se presentara esta noche. ¿Por
qué querría siquiera mirarlo, y mucho menos darle una segunda oportunidad?
La medianoche se encontraba a minutos de distancia. La mitad de los
invitados estaban hasta el cuello en una ruidosa celebración, bailando en el piso de
parqué bajo un dosel de enormes y falsos copos de nieve, y luces parpadeantes.
Su hermana niveló sus ojos verdes con los suyos. —Blake, esta mañana
75
confirmó su asistencia mediante un mensaje de texto—dijo—. Todo está listo para tu
gran escena.
—Excepto por la atracción principal. —Saludó con su mano a Constanza,
quién se había enganchado con los Sullivan en la concurrencia—. Tal vez cambió de
opinión.
—Jessie es demasiado valiente para abandonar un desafío. —Maisey
estrechó su antebrazo—. Y tú eres igual de fuerte. Los dos hacen una buena pareja.
Me imagino que estarán peleando y reconciliándose en los próximos años venideros.
—Si acepta mis disculpas —dijo Blake, metiendo su mano en su bolsillo y
tocando la caja de terciopelo.
—La jodiste —dijo Maisey—. Pero puedes solucionarlo. Solo no te preocupes
por lo que piensen estos raros de Hollywood.
Sus pulmones se expandieron con orgullo fraternal. Maisey se había
convertido de una adolescente asustada y solitaria a una mujer fuerte e
independiente. De alguna manera, había encontrado su propia felicidad y el amor.
Y hombre, seguro como el infierno quería agarrarse a ese anillo de cobre y
sostenerse a él para siempre. Incluso si eso significaba destruir la única oportunidad
que tenía para demostrar que era más que un muchacho de portada para Abs of
Steel.
Pero por Jessie valía la pena correr el riesgo.
—Voy a volver a revisar la lista de la música del DJ. —Maisey besó su mejilla—.
Tu atracción estelar ha llegado.
Miró hacia las puertas que daban a la sala. El aire corrió a través de sus oídos
y el suelo pareció deslizarse bajo sus pies. Jessie se hallaba de pie en la entrada
vestida con un largo y ajustado vestido de noche plateado que él le había dado
antes de su pelea. Aunque había jurado que nunca se pondría en el centro de
atención, cada una de las personas en la fiesta se detuvieron para mirarla entrar en
la habitación.
Su Marine valiente y hermosa mantuvo la cabeza en alto, moviéndose con
gracia y dignidad, negándose a rehuir de la inquebrantable atención del grupo.
Con su corazón desbocado, Blake se abrió paso entre la densa multitud,
acercándosele al tiempo que ella entraba en la muchedumbre y se aproximaba a él.
Pronto estuvieron de pie cara a cara. Los ruidos y los sonidos de la fiesta se
desvanecieron hasta que una burbuja de expectativas los envolvió.
—Jessie —dijo, queriendo tocarla, con miedo a que se evaporaría si lo hacía. 76
—Leí la historia. —Jessie abrió su bolso a juego y retiró la nota que él había
escrito—. ¿Todavía estás dispuesto a mantener tu promesa?
La voz de Jessie se quebró y un ligero brillo chispeó en su mirada, pero el
desafío también destelló allí. Su pecho se oprimió. —Sí. Eliminaré el guión. —Agarró
sus manos, el papel arrugándose—. Fui un tonto de primera clase por ocultarte la
verdad.
—¿Qué pasa con la oferta de la franquicia para dejarte dirigir? —Levantó su
barbilla mientras la gente en la habitación parecían tomar un suspiro colectivo—.
¿No es eso lo que querías, así podrías demostrar que no eres ningún Guaperas de
Hollywood con mierda por cerebro?
Miró alrededor de la habitación. Leyó la conmoción en las cejas levantadas
de su séquito y en las bocas abiertas. Nunca nadie le había hablado así en público,
pero esta noche no le daba importancia a lo que la elite de Hollywood pensara. Lo
único que importaba era Jessie.
Ella no iba a hacerlo fácil. No su Jessie. —Me he pasado toda mi vida
demostrando que era mejor de lo que creía la gente. Años de perfeccionamiento de
una persona que me valió la fama. Pero nunca he pertenecido a ningún lugar hasta
que te conocí.
Sus hermosos ojos ahumados se llenaron, y el papel que sostenía cayó al
suelo. —Sé lo que se siente mentirte a ti mismo sobre lo que quieres.
Blake acortó la distancia que quedaba entre ellos, inhaló su aroma, y sintió
como si hubiera llegado a casa. Acunó su rostro y acarició sus mejillas. —Creía que
estaba ayudándote a superar tu trauma. La verdad es que me tocó la mejor parte. —
Deseaba que viera el amor que fluía por sus venas. Oró por tener por lo menos una
oportunidad más con esta mujer fuerte y sensual—. Me ofreciste tu corazón. No
porque querías algo o por el poder que ejerzo. Sino porque reconociste quien soy y
me amaste lo suficiente como para obligarme a hacerle frente a ese tipo en el
espejo. Nunca te engañaré, o a mí mismo, otra vez.
—¿Crees que siempre podrás ser ese hombre? —preguntó—. Porque necesito
saber si puedes ser honesto conmigo, y con la gente en esta habitación, sobre lo que
realmente quieres hacer con tu guión.

Aunque el salón de baile del complejo turístico vibraba con un ritmo bajo,
todo lo que Jessie escuchaba era el sonido de su sangre corriendo por sus venas.
Oh, cómo amaba al hombre de pie delante de ella, pero tenía que mantenerse 77
firme. Si estar a su lado era a donde Blake pertenecía, entonces él tendría que
confiar completamente en ella.
Sus palmas, tan firmes y a la vez tan suaves, enmarcaban sus mejillas.
Mientras observaba el juego de emociones en su rostro, la incertidumbre acerca de
la respuesta correcta debía estar en conflicto con lo que él esperaba que la uniría
para siempre a su lado.
Lo que parecieron horas pasaron en unos pocos segundos antes de que
respondiera—: Jessie. —La voz de Blake se quebró—. Te deseo. Quiero lo que
podemos tener juntos porque te amo, pero no quiero anular ese guión. No porque
quiera dirigirlo o probar que no soy un cuerpo sin un cerebro, sino porque esta
historia necesita ser contada.
Una sensación de estar flotando pareció levantar sus pies del piso de parqué
del salón de baile. Las emociones mantenidas a raya por largo tiempo difuminaron
su visión. Este hombre audaz y apuesto la unía a él con su toque y su respuesta
valiente y honorable.
Las palabras que luchaba para decir se esforzaron por salir a la superficie. —
Blake Johnston te amo. —Pasó sus dedos a lo largo de su firme mandíbula en su
rostro—. Te amo por ayudarme a superar mis lesiones y la culpa que cargué por
tantos meses. Te amo por hacerme creer que soy la mujer más bella en el mundo. Y
te amo por escribir un hermoso guión que merece ser filmado.
—¿Me amas? —preguntó—. ¿Y el guión?
—Me has dado todo lo que alguna vez podría desear —dijo—. Y quiero ser
parte de esta historia convirtiéndose en película. Estoy aceptando el puesto.
—Debería haberte pedido que vinieras conmigo porque te quería, no solo
ofrecerte un trabajo con la mierda de falta de compromiso de un veamos a dónde
nos lleva esta relación.
—Cierto —dijo Jessie—. Pero soy la que te instigó a una aventura sin ataduras
por vacaciones.
Sonrió, su encantadora marca registrada y su despreocupado hoyuelo
enviando relámpagos eléctricos de placer a todas sus zonas femeninas.
—No voy a llevarte a Hollywood sin añadir una condición importante —dijo.
—Un trabajo es bastante importante —respondió.
—No lo suficientemente importante. —Metió su mano en su bolsillo y sacó una
caja de terciopelo—. Te ofrecí el trabajo porque no quería decir adiós. Lo que en
realidad quería era estar contigo para siempre. 78
Su pulso se aceleró, el aire pasó a través de sus oídos con mucha fuerza. En
sus sueños más locos jamás se había imaginado este escenario. Solo que tendrían la
oportunidad de estar juntos, trabajando y amándose el uno al otro lado a lado. El
matrimonio no había entrado en su mente.
Sus pulmones se comprimieron. La esperanza se disparó a lo largo de su
columna vertebral, alcanzando sus cabellos. El tiempo se detuvo, se evaporó hasta
que su única realidad fue la calidez de Blake, el aroma de su limpia esencia
masculina, y sus relucientes iris verdes.
La amaba. El corazón de Jessie dio un vuelco, felicidad mezclada con la
dulzura de saber que había encontrado al hombre perfecto. Uno que se le entregaría
por completo, su complemento en todos los sentidos.
—¿No es esto demasiado rápido? —preguntó—. Solo hemos estado juntos
durante unas pocas semanas.
—He estado esperando toda mi vida para encontrarte. —Volvió su cabeza
para incluir a la multitud que daba vueltas a su alrededor y abrió la caja—. Jessie
cásate conmigo, y prometo que seré tuyo por siempre.
La sala se silenció como si hubiera tomado una respiración colectiva. Ella
contempló el rostro radiante de su mamá y un ligero asentimiento de parte de su
padre a modo de una silenciosa aprobación. Las miradas expectantes en sus
hermanos y la sonrisa arrogante de Nick Constanza le dieron una fuerza que solo los
lazos de familia podían brindar.
Mirando hacia el interior de la caja, la garganta de Jessie se llenó con
emoción cuando reconoció el contenido ubicado dentro del interior de satén color
crema. Una sortija de platino con un gran diamante corte princesa rodeado de otros
pequeños. Y su medalla se encontraba a lado del anillo. —Mi Corazón Púrpura —
dijo, incapaz de ocultar la emoción en su voz—. No pude encontrar la forma de
pedirla después de que dejé la habitación.
—Siento haberte herido, pero no lamento que hayas dejado la medalla atrás.
—La prendió en su vestido—. Me mostró el camino de vuelta hacia ti.
—Blake —susurró, tocando su pin—. No sé qué decir.
Levantó el anillo de compromiso de plata que había traído de la noche a la
mañana de Nueva York. —Dime que te quedarás conmigo para siempre.
Calor irradiaba de su pecho. Esta no era la magia de una película con un final
fundido en negro. Este hombre. Este momento. Todo era real. No podía resistirse a
los deseos brillando en sus ojos color esmeralda. —Sí. —Tendió su mano izquierda—.
Pero sabes que jamás voy a dejar que te liberes fácilmente. 79
—No bromea —bromeó al margen su hermano Michael.
La madre de Jessie le lanzó una mirada de cierra tu boca que lo hizo
avergonzar encogiéndose de hombros. Junto a él, Kennedy se acercó un poco más a
Zach, sus ojos llenos con sueños que Jessie había creído que jamás descubriría por sí
misma.
Blake deslizó el anillo en su dedo. —Quiero que seas fuerte.
Bajó su cabeza para capturar sus labios. Mientras le daba la bienvenida,
Jessie escuchó aplausos y silbidos de celebración. A su alrededor comenzó una
cuenta hacia atrás mientras todos aplaudían al Año Nuevo que iniciaba. Pero Jessie
no estaba contando hacia atrás, estaba contando hacia adelante. Hacia el futuro
con el hombre que se había adueñado de su corazón, y quien sostenía su alma
entrelazada con la suya.

FIN
STAFF

Ivy

aby_locuaz

Athena09 Ivy

Elizabeth Scarhood Lune

Fany Barrow MaJo MadHatter


80
Gasper Black

Valevilchez Gasper Black

Erienne MaJo MadHatter

Elizabeth Scarhood Sapphire

Gasper Black MaJo MadHatter

Ivy Pau

Ivy
81

También podría gustarte