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La pedagogía critica en tiempos oscuros.

Las fuerzas del neoliberalismo desmantelan los beneficios sociales y a


medida que las mentalidades y moralidades del mercado imponen
restricciones, las instituciones se van reduciendo o desapareciendo y
generan un desgaste de justicia, igualdad, valores publico y bien común. En
las condiciones de la crisis actual, los educadores necesitan un nuevo
lenguaje político y pedagógico para hacer frente a las condiciones y
problemas cambiantes que enfrenta el mundo actual, donde el capital
depende de una variedad de recursos sin precedentes: financieros,
culturales, políticos, económicos, científicos, medios militares y tecnología
para implementar un control fuerte y diverso. La educación es más que un
sistema de evaluación y recompensas de alto riesgo, una obsesión con los
programas de rendición de cuentas, una cultura de auditoría, una política de
tolerancia cero y un lugar para capacitar a los estudiantes para la fuerza
laboral.
La pedagogía crítica se ocupa tanto del conocimiento y las prácticas que los
profesores y los estudiantes pueden realizar juntos, como de los valores, las
relaciones sociales y las posiciones que legitiman esas prácticas. La
pedagogía es una práctica moral y política siempre implícita en las
relaciones de poder, ya que proporciona versiones y visiones específicas de
la vida cívica, la comunidad, el futuro y las formas en que construimos
representaciones de nosotros mismos, de los demás y de nuestros cuerpos.
y entorno social. Cualquier discusión sobre pedagogía debe comenzar con
una discusión sobre la práctica educativa como la forma particular en que se
transmite un sentido de identidad, estatus, valor y, sobre todo, valor a través
de la práctica de organizar el conocimiento y el significado. La pedagogía
crítica enfatiza la reflexión crítica, generando un puente entre aprendizaje y
vida diaria, con el vínculo entre poder y conocimiento difícil a través del uso
de recursos de la historia.
La responsabilidad de los docentes como intelectuales públicos:
El individualismo son control, la cultura mediática, el consumismo ilimitado y
la evasión de responsabilidad son difíciles de reconocer que los
trabajadores conllevan una responsabilidad al revivir la cultura política
democrática. Los docentes y académicos deberían combinar sus roles de
educador crítico y ciudadano activo con relaciones hacia la práctica de la
enseñanza y estar alentar a los estudiantes se vean como agentes críticos
responsables de sus acciones. Los educadores comprometidos en la
pedagogía crítica enseñan el modo para traducir problemas privados en
consideraciones públicas.
Pedagogía crítica como proyecto de democracia insurrecta:
El concepto del proyecto demuestra el reconocimiento de que toda práctica
docente presupone algún concepto de futuro, prioriza ciertas formas de
identificación, defiende patrones selectivos de relaciones sociales y valora
ciertos patrones de conocimiento. Este tipo de pedagogía no ofrece
garantías, aunque reconoce que sus posiciones se basan en patrones de
autoridad, valores y consideraciones morales que deben debatirse
constantemente a través de la apertura y cierre de relaciones, valores e
identidades democráticas. El proyecto debe de ser relacional, contextual
auto reflexivo y riguroso. La pedagogía nunca es inocente, es entendida y
cuestionada como una forma de trabajo científico; los educadores tienen la
oportunidad no solo de cuestionar y documentar su compromiso subjetivo
sobre cómo y qué enseñan, sino también de resistir todos los llamados a la
despolitización pedagógica, llamando a la objetividad científica o al
dogmatismo ideológico.
La Pedagogía crítica y la promesa de una futura democracia:
Esta pedagogía debe ser apoyada en un proyecto que ayude a los alumnos
a pensar acerca de los acuerdos sociales, políticos y económicos para
abordar una democracia radical, que ofrece un lenguaje para desafiar a la
política de ajuste. La pedagogía, entendida como una forma educada de
esperanza, no es un antídoto contra la política, anhelo de nostalgia o las
opciones de futuro de algunas personas; conforman el presente que intenta
encontrar un puente entre la realidad y el futuro que se transforma en las
fuerzas del presente que tienen el potencial de cambiarlo.
La pedagogía crítica y la cuestión de la autoridad:
El educador debe de abrir la posibilidad del dialogo, intercambio y
reconsideración, tomar decisiones y posiciones para reconocer que la
autoridad es la condición propia para el trabajo intelectual y moldea el
espacio de la enseñanza y del aprendizaje. Los estudiantes piensan de
manera crítica sobre el conocimiento adquirido y actúan como parte de un
proyecto de incrementar el alcance de sus libertades como las operaciones
de democracia. La pedagogía crítica debe ser auto reflexiva pero
abiertamente comprometida con una política con ninguna garantía y
también permitir a los alumnos aprender cómo gobernar en vez de ser
gobernados.
Cómo dar sentido a la pedagogía para convertirla en crítica y
transformadora:
Cualquier análisis de la pedagogía crítica debe abordar la emoción y la
importancia que tiene. Las emociones están en la formación de identidades
personales y entidades sociales. La pedagogía no es simplemente una
transferencia de conocimientos recibidos, una inscripción de una identidad
unificada y estática, o una metodología rígida; presupone que los
estudiantes estarán motivados por su entusiasmo y en parte por su
transferencia al proceso de aprendizaje por la motivación emocional. Aquí,
vale la pena señalar que cualquier concepción posible de la pedagogía
crítica debe dar sentido al conocimiento para ser crítica y transformadora.
Conclusión:
Dentro de la lógica en curso del neoliberalismo, la enseñanza y el
aprendizaje se eliminan del discurso de la democracia y la cultura cívica –
definida como un derecho puramente privado más que un bien público. Las
críticas a la educación y los modelos tradicionales de enseñanza se han
producido durante siglos.
La pedagogía como una forma de presenciar el compromiso público, en la
que los estudiantes aprenden a estar atentos y responsables de los
recuerdos, el dolor y las narrativas de los demás, se ha perdido en las
nociones de aprendizaje impulsadas por el mercado. La pedagogía crítica
es peligrosa para muchos educadores y otros porque equipa a los
estudiantes con la capacidad intelectual y la ética para asumir la
responsabilidad del poder,

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