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AUTORÍA
I.- INTRODUCCIÓN
Clase impartida en la cuarta cohorte de la Especialización en Derecho Penal organizada conjuntamente por la
Universidad Nacional de Córdoba y la Universidad Nacional del Litoral, el día viernes 1° de junio de 2018.
1
Varios de los conceptos que se exponen en este trabajo siguen los lineamientos desarrollados con precisión por
JOSÉ DANIEL CESANO, Un esquema de la teoría de la participación criminal, versión anotada de la clase de
postgrado dictada en la Especialización de Derecho Judicial (Universidad Católica de Córdoba), 20/3/2009.
2
Cfr. FERNANDO VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ., Derecho penal. Parte general, 3ª edición, Temis, Bogotá, 1997, p.
606.
2
VII, Libro Primero, del Código Penal. Con esta denominación se pretende abarcar a
quienes son autores, cómplices e instigadores”3.
“Autor es el que realiza el tipo previsto, en principio en la Parte Especial del
Derecho penal, en donde se prevén las lesiones o puestas en peligro que quiere
evitar la ley penal –por lo que el autor es el sujeto de dichos hechos-. Partícipe es el
que induce o coopera a la ejecución del hecho del autor. Ej.: es autor del asesinato
el que envenena a otro, mientras que es partícipe de dicho delito el que induce a
hacerlo”4.
La autoría significa que el verdadero autor de un hecho sería aquél que lo
realiza y del que se puede afirmar que es “suyo” 5. Esta categoría de partícipación
en sentido amplio comprende el autor individual, el autor mediato y el coautor.
b) Desde un punto de vista restringido, con la expresión “participación criminal”
se hace referencia a la concurrencia en el delito de quienes intervienen en una
conducta delictiva ajena, sin ser autores o coautores. En este sentido se comprende
solamente a quienes son cómplices e instigadores6.
Según explica DONNA7 la participación criminal en sentido restringido se
caracteriza por estudiar el problema de aquéllos que, tomando parte en el delito, no
tienen el dominio del hecho. Por lo tanto, la participación alcanza a los cómplices e
instigadores, porque sus acciones contribuyen a la realización del delito por el autor,
pero no son acciones típicas, en sí mismas, en el sentido que no realizan por sí solas
la acción descripta en el tipo: determinar a otro a matar a un tercero no es matar a
otro, sino instigar a hacerlo; prestar cooperación a otro para que robe no es robar
sino ser cómplice en este delito.
3
BALCARCE, FABIÁN, Participación criminal, en LASCANO (H), CARLOS JULIO (Director), Derecho Penal.
Parte General. Libro de Estudio, Advocatus, Córdoba, 2002, p. 523.
4
MIR PUIG, SANTIAGO, Derecho Penal. Parte General, 10ª edición actualizada y revisada con la colaboración
de Víctor Gómez Martín (Catedrático acreditado de Derecho Penal) y Vicente Valiente Ivañez (Becario de
Investigación), B de F, Montevideo-Buenos Aires, 2016, pp. 159 y 160.
5
MIR PUIG,, ob. cit., p. 276 y ss.
6
BALCARCE, FABIÁN, Participación criminal, en LASCANO (H), CARLOS JULIO (Director), Derecho Penal.
Parte General. Libro de Estudio, p. 525.
7
DONNA, EDGARDO A., La autoría y la participación criminal, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1998, pp. 53 y 54.
3
8
ZAFFARONI, EUGENIO RAÚL, Manual de derecho penal. Parte general, Ediar, Buenos Aires, 1998, p. 567.
9
Así, GUILLERMO J. FIERRO, Teoría de la participación criminal, 2ª edición, Ed. Astrea, Buenos Aires., 2001, p.
1.
10
Se trata, en puridad, de hipótesis de participación necesaria –terminología inconveniente desde que puede dar
lugar a equívocos frente a la complicidad primaria– en los que, la acción descripta por el tipo es inconcebible si
no se conjugan las conductas por lo menos de dos autores. Al respecto, cfr. CARLOS CREUS, Derecho penal.
Parte general, Astrea, Buenos Aires., 1988, p. 322. De la misma opinión, SEBASTIÁN SOLER, Derecho penal
argentino, 5ª edición actualizada por Guillermo J. Fierro, Tea, Buenos Aires., 1989, T° II, p. 275.
4
11
Cfr. JORGE DE LA RÚA, Código penal argentino. Parte general, 2ª edición, Depalma, Buenos Aires., 1997, pp.
825 y 827.
12
Cfr. RICARDO C. NUÑEZ, Manual de Derecho Penal. Parte general, 4ª edición actualizada por Roberto E.
Spinka y Félix González, Lerner, Córdoba, 1999, p. 242. Por la imposibilidad de una tentativa de participación,
cfr., Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba, sala penal, 13/03/2000, “Bardagi, César E.”.
Incluimos el respectivo sumario, infra II.
5
13
Cfr. RICARDO C. NÚÑEZ, Las disposiciones generales del Código penal, Lerner, Córdoba, 1988, p. 190.
Respecto de la posibilidad –afirmada por este autor– de participación en la criminalidad imprudente, cfr., infra,
N° 9.
14
Cfr. ENRIQUE BACIGALUPO, Derecho penal. Parte general, Hammurabi, Buenos Aires, 1987, p. 342.
15
Como se verá más adelante, MARCELO SANCINETTI ha cuestionado el concepto de accesoriedad a partir de la
concepción del injusto personal. Al respecto, cfr. Teoría del delito y disvalor de acción, Hammurabi, Buenos
Aires., 1991, p. 731 y ss. Con matices particulares, pero - igualmente - postulando la autonomía del concepto de
participación, Cfr. JULIO CÉSAR CASTRO, “La participación como un tipo autónomo. Hacia un concepto no
accesorio en la participación criminal”, Revista de Derecho penal. Autoría y participación – I, Rubinzal –
Culzoni, Santa Fe, 2005/1, p. 279 y ss.
16
BACIGALUPO, Derecho Penal, op. cit., p. 344.
6
17
BALCARCE, FABIÁN, Participación criminal, en LASCANO (H), CARLOS JULIO (Director), Derecho Penal.
Parte General. Libro de Estudio, pp. 538 a 541.
18
BOCKELMANN, PAUL, Relaciones entre autoría y participación, trad. C. Fontán Balestra y E. Friker, Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 1960, p. 7 y ss.
19
M.E. MAYER, Lehrbuch, 1915, p. 391.
20
BACIGALUPO, ENRIQUE, Manual de Derecho Penal, Temis, Bogotá, 1996, p. 201.
7
la realización de esa misma acción”. Sin embargo, reconoce que con ello se correría
el riesgo de un exagerado adelantamiento de la punición porque se estaría
prohibiendo algo que no está próximo al quebrantamiento de la norma del hecho
final. «Si suprimimos mentalmente la pluralidad de participantes y reunimos en una
sola persona –el autor- los pasos de acción que dan instigador y cómplice antes del
hecho, es decir, si pensamos en el autoconvencimiento del autor que se dice a sí
mismo “tengo que hacerlo” (instigador), o en la adquisición del arma lograda por él
mismo (cómplice), nadie dudaría de que estaríamos allí ante actos impunes (ideación
y preparación de un autor principal). Por qué podría modificarse esta condición de
ámbito libre de prohibiciones y mandatos, cuando son otros los que intervienen en la
ideación y preparación?».
Más adelante SANCINETTI28 se pregunta cuándo comienza el ílícito de la
participación, respondiendo que la norma de la participación se funda en el mismo
valor del bien jurídico en que se funda la norma principal, referida al autor. Pero el
juicio de disvalor sobre la conducta se adelanta a un momento anterior al del
comienzo de ejecución del autor; por un lado, este quebrantamiento de la norma
refleja un menor contenido de disvalor en razón de la lejanía del menoscabo al objeto
del bien jurídico, pero, por otro lado, ese minus se compensa con la circunstancia de
que el aporte del instigador o cómplice queda en manos de otra voluntad ya no
siempre dominable por el partícipe: aquí reside el plus de ilícito de la participación.
Al referirse a las consecuencias prácticas de lo antes apuntado, SANCINETTI29
explica: “El ilícito propio de participar en el hecho conducido por otro aparece cuando
el instigador o cómplice da el paso que, según su representación, podría determinar
un aumento de esfuerzos ulteriores para poder retroceder; es decir, cuando da el
paso tras el cual disminuirá su capacidad de señorío sobre la influencia de su
inducción o de su aporte”. Agrega que “para lograr mayor certeza desde el punto de
vista del principio de legalidad, se podría formular la regla diciendo que el ilícito
inacabado del partícipe comienza cuando él pierde el control absoluto de poder
28
Ob. cit., pp. 73 y 74.
29
Ob. cit., p. 75 a 77.
10
impedir el comienzo de ejecución del autor principal, y que su ilícito está acabado
cuando pierde el control correspondiente para frustrar la consumación. Con
frecuencia, ambos momentos podrían coincidir”.
Con acierto destaca ROBLES PLANAS30 que en la concepción de la participación
como delito autónomo parece de difícil solución «la cuestión –también advertida por
LESCH- de “por qué la fase preparatoria es punible, en tanto injusto, en caso de que
alguien coopere en división de trabajo, y, por el contrario, por qué debería quedar
impune, cuando el todo ha sido planeado y ejecutado por un mismo autor” 31.
SANCINETTI cree encontrar la respuesta en que en el primer caso, “la prestación de
cualquier aporte puede tener ya el significado de un ilícito cuando el partícipe se
desliga del hecho”. Sin embargo, tampoco los esfuerzos de SANCINETTI solucionan el
problema de fondo al que viene condenada la teoría del delito autónomo de
participación: pues sigue sin fundamentar por qué razón debe castigarse a quien
obra causalmente pero sin estar comprendido por el tipo, esto es, por qué quien
dispone una condición causal para el resultado, pero sin realizar una conducta típica,
debe responder si ya existe alguien que obrando típicamente y de forma
autorresponsable ha causado ese mismo resultado».
Creemos que si no es plausible prescindir de la “accesoriedad externa” e
“interna” de la participación, resulta preferible intentar reformular tales conceptos
conforme la propuesta que correctamente plantea ROBLES PLANAS.
El Profesor de la Universidad Pompeu Fabra 32 afirma que lo que
tradicionalmente se ha denominado “accesoriedad cuantitativa”, deja de ser un
requisito específico para castigar al partícipe y pasa a ser un requisito general de la
atribución de responsabilidad de todo interviniente en el delito: si no hay inicio de la
fase ejecutiva, no puede haber responsabilidad para nadie en un Derecho Penal
respetuoso de los principios del hecho y lesividad. Por su parte, la llamada
30
ROBLES PLANAS, RICARDO, La participación en el delito: fundamento y límites, Marcial Pons, Madrid-
Barcelona, 2003, p. 164.
31
LESCH, HAIKO HARTMUT, Intervención delictiva e imputación objetiva, traducción de Javier Sánchez-Vera
Gómez-Trelles, en ADPCP, núm. 48, 1995, p. 56.
32
ROBLES PLANAS, RICARDO, Garantes y cómplices. La intervención por omisión y en los delitos especiales,
Atelier, Barcelona, 2007, p. 29.
11
II.- AUTORÍA
1. Caracterización
JORGE DE LA RÚA y AÍDA TARDITTI34 expresan que la fórmula del art. 45 del
Código Penal argentino alude a “los que tomasen parte en la ejecución del hecho” y
33
BALCARCE, FABIÁN I. – GARCÍA AMUCHÁSTEGUI, SEBASTIÁN, Autoría, participación y tentativa en el Derecho
Penal de tres velocidades, p. 50.
34
Derecho penal. Parte general, t. 2, Hammurabi, Buenos Aires, 2014, p. 300.
12
35
Acerca de la autoría y la participación en el delito, Revista La Ley, Buenos Aires, martes 20 de noviembre de
2012, p. 1 y ss.
13
36
BACIGALUPO, ob. cit., p. 2.
14
unitario de autor- parte de considerar que, son autores todos aquellos intervinientes
que han realizado algún aporte causal al hecho37.
Sin embargo esta postura no parece gozar de aceptación frente a las
diversas objeciones que se le han formulado. En tal sentido, y limitándonos sólo a
uno de los aspectos en que se la critica, no podemos desconocer que, su posible
adopción, entrañaría un notorio apartamiento respecto de la ley positiva; la cual
expresamente distingue entre autor y partícipe, como lo sostienen BALCARCE, DE LA
RÚA y TARDITTI38.
Si estamos de acuerdo con la necesidad de estructurar tesis diferenciadoras,
será necesario ubicar criterios que permitan llevar a cabo dicha tarea. En esa
dirección, las distintas teorías desarrolladas difieren sustancialmente; siendo factible
su sistematización a partir de dos ejes: a) exterioridad – interioridad y b) legalidad -
valoración39. Teniendo en cuenta el primer cartabón, la distinción entre autoría y
participación dependerá de criterios fácticos generales, válidos para todos los casos
(teorías objetivas) o si el distingo se debe practicar teniendo en cuenta la
significación que el propio partícipe le atribuyó a su aporte al hecho (teorías
subjetivas). Desde otra perspectiva, y atendiendo ahora al eje legalidad –
valoración, se busca la diferenciación exclusivamente partiendo de las previsiones
de la ley (teorías formales) o apelando a criterios valorativos basados en la
importancia del aporte realizado al hecho (teorías materiales)40.
37
Esta postura aplica la teoría de la equivalencia de las condiciones, “de manera que todas las condiciones tienen
igual valor y no pueden hacerse ninguna distinción o diferencia entre ellas” (Cfr. FABIÁN I. BALCARCE,
“Participación criminal”, en Carlos J. Lascano (Director), Derecho penal. Parte general. Libro de estudio, Ed.
Advocatus, Córdoba, 2002, p. 527.
38
Así, BALCARCE, “Participación (...)”, op cit., p. 528; DE LA RÚA y TARDITTI, Derecho penal. Parte general, t.
2, p. 300.
39
De acuerdo con estos parámetros, BALCARCE, “Participación (...)”, op. cit., p. 528.
40
Cfr. BALCARCE, “Participación (...)”, op. cit., p. 528.
15
acción típica y quién coopera cuando el delito es obra de varios. Los tipos penales
de la Parte Especial no ofrecen la menor ayuda.
Modernamente, diversas son las censuras ensayadas respecto a esta tesis.
Por una parte – se afirma - no permite resolver los casos de autoría mediata, en
donde el autor no realiza de propia mano el tipo penal, sino que éste es ejecutado
por el instrumento. Además tampoco permite captar ciertos casos de coautoría
funcional, en los que cada individuo efectúa una parte de la acción típica 47. Por fin,
la expresión legal que se utiliza como argumento interpretativo decisivo para
articular dicha teoría con nuestro sistema positivo, resulta insuficiente e inadecuada
para resolver el problema; toda vez que, las palabras de la ley sólo dicen lo que hay
que diferenciar, sin dar un contenido sustancial para saber cómo se llega al distingo.
En efecto: tanto toman parte en la ejecución los autores como los partícipes que
concurren a la misma.
47
De acuerdo con la crítica BALCARCE, “Participación (...)”, op. cit., p. 530 y D’ALESSIO – DIVITO, Código (...),
op. cit., p. 490
48
Cfr. CLAUS ROXIN, Autoría y dominio del hecho en el Derecho penal, 7ª edición, Marcial Pons, Madrid –
Barcelona, 2000, p. 58.
49
Cfr. ROXIN, Autoría (...), op. cit., p. 58.
17
50
Cfr. ROXIN, Autoría (...), op. cit., p. 61 y ss.
51
Así, BACIGALUPO, Derecho penal (...), op. cit., p. 313.
52
Así, ROXIN, Autoría (...), op. cit., pp. 81-85.
53
Cfr. MAXIMILIANO RUSCONI, en David Baigún y Raúl Eugenio Zaffaroni (Directores) – Marco Antonio
Terragni (Coordinador), Código penal y normas complementarias. Análisis doctrinario y jurisprudencial, T° II,
Hammurabi, Buenos Aires., 2002, p. 154.
54
Cfr. D’ALESSIO – DIVITO, Código (…), op. cit., p. 491.
55
Cfr. ROXIN, Autoría (...), op. cit., pp. 90-111.
56
Cfr. ROXIN, Autoría (...), op. cit., p. 130. De la misma opinión, en nuestra doctrina, cfr. GUSTAVO EDUARDO
ABOSO, “El criterio del dominio del hecho en la teoría del autor”, en Hans Joachim Hirsch – José Cerezo Mir –
18
sólo se requiere el dominio subjetivo, sino también una posición que determine el
dominio objetivo del hecho.
Sobre la base de la apreciación anterior, luce justificada la afirmación que
realizan ZAFFARONI, ALAGIA y SLOKAR en el sentido que, el dominio del hecho no
puede ser concebido –al menos en el estado actual en que se encuentra esta
doctrina- desde una caracterización amplia del fenómeno, lo que obedece a que
siempre éste se presenta en forma concreta; que puede ser: la de dominio de la
acción, dominio funcional del hecho o de dominio de la voluntad 57. Dicho en otras
palabras, el dominio del hecho puede darse: a) a través del dominio de la acción,
cuando el sujeto es la figura central del acontecimiento y tiene las riendas de la
acción típica58; b) a través del dominio funcional del hecho, en las hipótesis de
coautoría en virtud de una división de tareas; y c) por medio del dominio de la
voluntad de otro, en los supuestos de autoría mediata 59 en el cual el “hombre de
atrás” no interviene en el hecho ejecutándolo sino que lo configura por su
predominio sobre otro que lo realiza (el ejecutor material).
Pese a que en la doctrina vernácula se han elevado críticas a esta
concepción60; coincidimos con quienes la ponderan como la teoría que ofrece una
mayor capacidad de rendimiento como instrumento para lograr una adecuada
Edgardo Alberto Donna (Directores), Hans Welzel en el pensamiento penal de la modernidad, Rubinzal –
Culzoni, Santa Fe, 2005, p. 311: “Esta teoría del dominio del hecho ha adquirido un desarrollo que resulta
muchas veces difícil de armonizar con las distintas posturas sostenidas sobre la fijación de un criterio plausible
que logre su inicial determinación”.
57
Cfr. EUGENIO RAÚL ZAFFARONI – ALEJANDRO ALAGIA – ALEJANDRO SLOKAr, Derecho penal. Parte general,
Ediar, Buenos Aires., 2000, p. 742.
58
En esa dirección se orienta la propuesta de Maurach al identificar “la determinación material del dominio del
hecho con la dirección final del acontecimiento típico por parte del autor, en el tener – en – las – manos el curso
típico de los acontecimientos”. Al respecto, cfr. ABOSO, “El criterio (...)”, op. cit., p. 285.
59
Cfr. D’ALESSIO – DIVITO, Código (...), op. cit., p. 492. Igual criterio, Zaffaroni – Alagia – Slokar, Derecho
penal (...), op. cit., p. 742.
60
Así, por ejemplo, GUILLERMO J. FIERRO, en su actualización a la obra de SOLER (5ª edición), p. 290: “En lo
concerniente a la teoría material –objetiva, más precisamente a la teoría del dominio del hecho, entendemos que
además de resultar insuficiente como criterio distintivo para diferenciar a las categorías de autor y cómplice
primario, al menos con respecto al texto de nuestra ley vigente, sin provecho alguno y con el único propósito de
expresar integralmente una determinada sistemática (la de la teoría de la acción finalista), altera soluciones claras
y simples que, por lo demás, han venido funcionando hasta ahora satisfactoriamente. Se trata, pues, de un planteo
sectorial que no tiende a superar una situación mal resuelta por los enfoques dominantes anteriores, sino a
manifestar orgánicamente la tesis de una particular fracción de la doctrina nacional”. También, críticamente,
CREUS, Derecho penal (...), op. cit., pp. 326 y 327.
19
61
Rechazándose, firmemente, la tesis del dominio del hecho. Así, cfr. el voto disidente de los ministros Caballero
y Belluscio, in re “Causa originariamente instruida por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas en
cumplimiento del dec. 158/83 del Poder Ejecutivo Nacional” (30/XII/!986): “La doctrina científica en el derecho
comparado no ha aceptado, en la legislación penal común, que el criterio del dominio del hecho sea decisivo para
distinguir el concepto de autor del de partícipe”. Por su parte, el mismo voto, al definir la tesis considerada como
correcta refirió que: “Frente al criterio legal, que define a la autoría o a la coautoría bajo la exigencia de tomar
parte en la ejecución del hecho, cualquier otra intervención vinculada a la realización del delito importa una
cooperación, un auxilio o una ayuda” (L.L. 1987-A, p. 535).
62
Así, Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba, sala penal, (6/V/1969): “Es coautor no sólo
quien cumple actos típicamente consumativos, sino también quien con su presencia activa y concomitante y
queriendo el hecho como obra propia, cumple actos que integran la objetividad y subjetividad del suceso
delictuoso” (cfr. María Cristina Barberá de Riso, Doctrina penal del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba,
T° I, Ed Depalma, Bs. As., 1983, p. 209.
63
Así, Cámara Nacional de Casación Penal, sala I, in re “Libra, Marcelo D. y Traverso, Nancy E. s/ Recurso de
casación” (13/IX/1999): “De acuerdo a la teoría del dominio del hecho, autor, a diferencia de los partícipes, es
quien tiene el dominio del suceso (por su parte), y la coautoría consiste en compartir el dominio funcionalmente
con otro u otros. El codominio del hecho en la coautoría presupone la comisión común del hecho” (cfr. Revista de
Derecho penal. Autoría y participación-II, Rubinzal – Culzoni, Santa Fe, 2005, p 325.
64
Derecho penal. Parte general, t. 2, pp. 306 a 308.
20
65
Así, BALCARCE, “La participación (...)”, op. cit., p. 534.
66
Seguimos en esta sistematización los desarrollos de BACIGALUPO, Derecho penal (...), op. cit., pp. 319/324.
21
67
Acerca de la autoría y participación en el delito, p. 3.
22
68
Derecho penal. Parte general, t. 2, p. 331.
23
Según lo expone con precisión CARO JOHN72 ello tuvo lugar porque quizá el
dominio del hecho como único criterio ya no estaba en condiciones de resolver toda
la problemática en torno de la autoría. El prestigioso catedrático peruano explica:
«Existen tipos penales que per se no precisan de ningún dominio del hecho para su
realización, como es el caso de los tipos cuyo núcleo lo conforma la posición del
autor en el mundo de los deberes. Es decir, tipos penales que –dicho en términos
más directos- sólo son imaginables mediante la infracción de un deber especial del
actuante, como ocurre, por ejemplo, en los delitos de funcionarios, en los que sólo el
intraneus puede ser autor. En estos delitos no es la calidad de funcionario ni el
dominio fáctico de la situación típica lo que convierte al sujeto en autor del delito, sino
el deber infringido por el actuante como portador de un deber estatal de comportarse
correctamente en el ejercicio de la administración pública. Por esta razón, “el
obligado es siempre autor, y ciertamente al margen de que él ostente el dominio del
hecho o no”».
De acuerdo al planteamiento de ROXIN, el centro de los delitos de infracción de
deber lo constituye el deber especial del autor, que no se refiere al deber general de
respetar la norma, que afecta a todas las personas –que tiene como base la lesión al
bien jurídico y es definido por una relación negativa- sino más bien a deberes
extrapenales que se encuentran como realidades previas al tipo y que son
necesarios para su realización: «Se trata siempre de deberes que están antepuestos
en el plano lógico a la norma y que, por lo general, se originan en otras ramas
jurídicas»73.
En la nota 16 al pie de página74, CARO JOHN expresa: «Que los deberes en los
delitos de infracción se refieren únicamente a determinados obligados especiales
quedó más claro en el pensamiento de Roxin a partir de la 3ª edición de su
monografía sobre la autoría, puesto que en ella Roxin corrigió su concepción
originaria según la cual los delitos imprudentes también debían considerarse como
72
Algunas consideraciones sobre los delitos de infracción de deber, disponible en Internet:
https://www.perso.unifr.ch/derechopenal/assets/files/anuario/an_2003_06.pdf.
73
ROXIN, Autoría y dominio del hecho, p. 387.
74
CARO JOHN, Algunas consideraciones sobre los delitos de infracción de deber.
25
delitos de infracción de deber. Esto fue así porque con posterioridad Roxin advirtió
que el deber en los delitos imprudentes –deber general de cuidado- se refería a un
mandato general que alcanza a todas las personas y no sólo a un grupo limitado de
personas conocidas en el uso del lenguaje jurídico-penal como obligados especiales;
así cfr.. la explicación en detalle sobre esta cuestión del mismo Roxin en la 7ª
edición, p. 697». Con ello queda claro que el fundamento de los delitos de infracción
de deber es la violación de un deber jurídico y específico para un determinado
ámbito social.
Tal explicación es ampliada por BERND SCHÜNEMANN75 quien agrega a la
referencia a los delitos imprudentes la concerniente al grupo de los delitos omisivos,
en estos términos: «Los dos grupos de casos más importantes nombrados a estos
efectos en la monografía de ROXIN de 1963, a saber: los delitos imprudentes y los
delitos omisivos, han sido eliminados desde entonces por él mismo: los delitos
imprudentes, que en la 1ª edición de “Autoría y dominio del hecho” eran calificados
como delitos de infracción de deber, fueron inmediatamente eliminados en las
siguientes ediciones. Pues con el desarrollo de la teoría de la imputación objetiva por
el propio ROXIN, fue evidente que el injusto penal en los delitos imprudentes no
depende de la infracción de un deber extrapenal, sino de la creación de un riesgo no
permitido, que se debe constatar desde un punto de vista penal. Tampoco el injusto
de los delitos de omisión impropia es visto ya hoy por ROXIN como la infracción de un
deber especial extrapenal. Aquello era todavía absolutamente consecuente en 1963,
cuando “Autoría y dominio del hecho” se publicó en su 1ª edición, porque en aquel
momento era absolutamente dominante la llamada teoría del deber jurídico formal.
Hoy es prácticamente indiscutible que el injusto no depende de la infracción de un
deber extrapenal, sino de la asunción de una función de protección: bien en el
sentido de la vigilancia o supervisión de una fuente de peligro, o bien en el sentido de
la protección total de un bien jurídico desvalido o desamparado. Por lo tanto, el
injusto de los delitos de omisión impropia es hoy también descrito por ROXIN en su
75
BERND SCHÜNEMANN, La tesis de Jakobs sobre los delitos de infracción de deber vs. dominio sobre la
vulnerabilidad del bien jurídico en los delitos especiales, traducción de Carmen Pérez-Sauquillo Muñoz, en
“Foro FICP – Tribuna y Boletín de la FICP (www.ficp.es), N° 2017-1 (mayo), pp. 246 y 247.
26
Tratado en conexión con la concepción desarrollada por mí del dominio sobre una
fuente de peligro o sobre el bien jurídico desprotegido (vulnerable); ….como
candidatos para la categoría especial de delitos de infracción de deber restan
únicamente algunos grupos dispares de tipos penales, como por ejemplo los delitos
de los titulares de un cargo público, la administración desleal y peculado conforme al
Derecho alemán o las lesiones corporales a menores por sus progenitores o
personas a cargo de su educación. En 1979 expuse por primera vez en una
monografía sobre la delincuencia empresarial, con el ejemplo de la actuación en
lugar de otro, que en estos delitos también se trata de delitos de dominio, salvo
algunas excepciones, y acuñé simultáneamente para estos grupos el concepto de
delitos especiales de garante (Garantensonderdelikte)…».
CARO JOHN76 expresó que si bien los delitos de infracción de deber fueron
descubiertos por ROXIN hace ya más de cuatro décadas, sin recibir de parte de él un
desarrollo posterior, la evolución de dicha categoría es impensable sin el tratamiento
efectuado por JAKOBS quien, en el marco de un pensamiento normativista del sistema
penal, en los últimos veinte años ha efectuado una fundamentación ampliada de esa
clase de delitos.
En JAKOBS la distinción entre delitos de dominio y delitos de infracción de
deber se explica mediante el criterio del ámbito de competencia del autor, según el
cual la persona que vive en un mundo regido por normas debe satisfacer una
diversidad de deberes que dan forma a una competencia personal. La infracción de
aquellos deberes mediante la incorrecta administración del ámbito de competencia
personal fundamenta precisamente su responsabilidad jurídico-penal.
El primer fundamento de la responsabilidad consiste en la lesión de los
deberes generales de actuación, que en la terminología jakobsiana se conocen como
“deberes en virtud de competencia de organización”, cuyo equivalente en el lenguaje
de ROXIN lo constituirían los delitos de dominio. Entre esos deberes generales cuyo
cumplimiento incumben a todos, el deber que antecede a todos es el de no lesionar a
los demás en sus bienes, acuñado en latín con la expresión neminem laede. La
76
CARO JOHN, Algunas consideraciones sobre los delitos de infracción de deber.
27
consiste en toda forma de conducta que lesiona una institución y ello también es así
pese a que el tipo de la Parte Especial haya sido formulado por el legislador como
delito común.
En su tesis doctoral Ricardo ROBLES PLANAS77 ha efectuado serios
cuestionamientos a la categoría de los delitos de infracción de deber. En este
sentido, el destacado profesor de la Universidad Pompeu Fabra expresa 78 que la
construcción de ROXIN ha sido muy criticada y no puede afirmarse que se haya
impuesto ni en Alemania ni en España. A continuación agrega: «Aparte de las
objeciones –nada despreciables- basadas en su incompatibilidad con el principio de
legalidad, esta teoría no ha demostrado aún por qué la cualidad especial (el deber
extrapenal) fundamenta, por sí sola una decisión específicamente penal: la decisión
sobre la autoría. JAKOBS ha tratado de explicar que esta razón existe y obedece a
que la diferencia entre delitos en virtud de organización y delitos en virtud de una
institución es de carácter material-estructural (y no meramente formal): la
defraudación de expectativas se produce de una manera distinta y, en consecuencia,
también la imputación es distinta». Ello es así porque JAKOBS considera que el injusto
viene definido exclusivamente con la lesión a la institución a la cual sirve el deber.
En una monografía posterior79 ROBLES PLANAS explica que la fundamentación
última de los “deberes (especiales) institucionales” de los delitos de infracción de
deber en JAKOBS es aún hoy por hoy confusa: «En esencia, se afirma que se trata de
mantener un determinado “orden social” que se considera valioso y no
suficientemente garantizado a través de la libertad de los ciudadanos. Al revés, se
halla amenazado, precisamente, por la existencia de la libertad individual. Ese “orden
social” básico y necesario lo integrarían dos elementos: los presupuestos de la
vigencia organizada del Derecho y los presupuestos de la existencia personal. Entre
los primeros se encuentra la garantía de seguridad exterior e interior del Estado,
entendiendo ésta última no sólo en el sentido del monopolio estatal de la violencia,
77
ROBLES PLANAS, La participación en el delito: fundamento y límites, Marcial Pons, Madrid-Barcelona, 2003,
pp. 226 a 238.
78
La participación en el delito, pp. 226 y 227.
79
Garantes y cómplices. La intervención por omisión y en los delitos especiales, Colección Justicia Penal,
Atelier, Barcelona, 2007, pp. 32 a 34.
29
sino en un sentido más amplio, abarcando todas aquellas condiciones que hacen
posible el funcionamiento de un Estado (en terminología clásica vendrían en
consideración, sobre todo, los deberes de los funcionarios, pero no sólo, pues por
ejemplo, también se afirma por muchos autores que el deber de tributar es un deber
institucional). Entre los segundos, se mencionan la protección elemental de los
individuos frente a peligros drásticos (situaciones de necesidad existencial) y,
especialmente, las relaciones paterno-filiales». «…En suma, y expresándolo
gráficamente, el núcleo del reproche que se lanza en este modelo de atribución de
responsabilidad penal no reside en la “organización externa del daño” (…), sino en la
lesión, desde dentro, de deberes de lealtad hacia la institución a la que está
vinculado el sujeto activo».
Luego de sostener que SÁNCHEZ-VERA GÓMEZ TRELLES ha profundizado en los
planteamientos de JAKOBS, proponiendo una fundamentación filosófica de los delitos
de infracción de deber y desarrollando importantes consecuencias para la dogmática
de la autoría y la participación, ROBLES PLANAS80 afirma: «Las consecuencias a las
que conduce la teoría de los delitos de infracción de deber en el terreno de la autoría
y la participación son conocidas por todos. En estos delitos el obligado especial es
siempre autor individual. No cabe la coautoría, la autoría mediata, la inducción o la
cooperación (necesaria o no) cuando varios sujetos especialmente obligados
incumplen su deber: son siempre autores accesorios. Por otro lado … para el caso
en el que el extraneus participa en el delito del obligado especial, la teoría del delito
de infracción de deber afirma, sin reparos, la punibilidad del extraneus».
Más adelante, ROBLES PLANAS81 en relación a los fundamentos de dicha
categoría, sostiene: «…el jurista, después de aprehendido los postulados básicos de
esta teoría que se vienen repitiendo insistentemente por Jakobs, Lesch y Sánchez-
Vera, puede comenzar preguntándose lo siguiente: ¿Cómo se determina el que una
persona se halle vinculada a un bien de forma positiva o negativa? A mi modo de ver,
no se puede resolver esta cuestión de un plumazo, afirmando que existen (sin más)
80
La participación en el delito, p. 228.
81
La participación en el delito, p. 229.
30
la vigencia de la norma. …Es por ello sencillo de ver que esta teoría del hecho
punible y de la pena representa una moderna reformulación de la célebre frase de
HEGEL, conforme a la cual el delito sería la negación del Derecho y la pena la
negación de la negación. …Tal concepto del Derecho penal no es funcionalista, sino
puramente deontológico. Quien en Derecho penal abogue por un funcionalismo en
el sentido de JAKOBS, por lo tanto, o bien no ha entendido correctamente la posición
de JAKOBS, o bien utiliza el término “funcionalismo” de una manera incorrecta»84.
En segundo término, SCHÜNEMANN expresa que del concepto de delito como
lesión a la vigencia de la norma se deduce sin más que para Jakobs la esencia del
delito no consiste en el daño a un bien jurídico real por una persona real que ejerce
el dominio sobre el suceso dañoso, «sino en el criterio formal de la lesión o
vulneración del deber. Y ello sería válido para todos los delitos, que para JAKOBS no
se subdividen como para ROXIN en los dos grupos de delitos de dominio y delitos de
infracción de deber, sino solo según la naturaleza de los deberes infringidos, en
cuanto deberes denominados “negativos” o “positivos”. El concepto de infracción de
deber es así en la obra de JAKOBS uno totalmente diferente al de la obra de ROXIN.:
mientras ROXIN quería originalmente determinar los delitos de infracción de deber
mediante la lesión de un deber especial extrapenal, para JAKOBS se trata de un
deber penal en sí mismo, cuya concreta infracción sería idéntica al daño para la
vigencia de la norma penal general»85.
A continuación SCHÜNEMANN desarrolla tres argumentos para criticar el
concepto jakobsiano del hecho punible como vulneración del deber:
a):que «la definición del hecho punible mediante la infracción de la norma
prohibitiva típica resulta circular, ya que no se puede indicar ningún criterio mediante
el que diferenciar las normas prohibitivas penales de las otras miles y miles de
normas prohibitivas. Este criterio debe derivarse del fin del Derecho penal, es decir,
determinarse de manera funcional. Quien no quiera hacer eso, no debe entonces de
ningún modo llamar a su concepto “funcionalismo”»86.
84
SCHÜNEMANN, op. cit., p. 250.
85
SCHÜNEMANN, op. cit., pp. 250 y 251.
86
SCHÜNEMANN, op. cit., p. 252.
32
87
SCHÜNEMANN, op. cit., p. 252.
88
SCHÜNEMANN, op. cit., p. 252.
89
SCHÜNEMANN, op. cit., p. 258.
90
SCHÜNEMANN, op. cit., p. 255.
33
Por último, afirma que «para las cuestiones de la autoría no rige nada
especial en los delitos especiales de garante: también aquí hay formas de coautoría
y de autoría mediata. En los delitos puros de infracción de deber, en la extensión en
que se pueden ser reconocidos, el injusto penal consiste en cambio exclusivamente
en la infracción del deber, de modo que éste también constituye el único criterio
para la autoría»91.
Respecto de la coautoría sostiene92 que no existe motivo concluyente por el
que el dominio de protección o de supervisión no pueda ser ejercidos
conjuntamente, como sucede con la división del trabajo en el dominio del hecho.
Usa como ejemplo el cuento alemán de Hänsel y Gretel: tanto si los padres deciden
ahorrarse la manutención de sus hijos conduciéndolos al desierto y abandonándolos
allí como si en mitad de lo que en principio era una inofensiva excursión al desierto
deciden dejar a los niños en la estacada, en ambos casos hay coautoría, en uno
mediante un hacer activo y en otro mediante omisión.
Con relación a la forma especial de autoría mediata por empleo de un
instrumento doloso no cualificado, SCHÜNEMANN entiende que no existe «ningún
reparo fundamental en contra de que el poseedor del dominio utilice para sus planes
fuerzas subordinadas que, por su parte, no puedan ejercer dominio por falta de una
visión de conjunto sobre el acontecimiento global, cometiendo así el primero el
hecho “a través de otro”»93.
91
SCHÜNEMANN, op. cit., p. 258.
92
SCHÜNEMANN, op. cit., pp. 256 y 257.
93
SCHÜNEMANN, op. cit., p. 257.
34
94
BACIGALUPO, Derecho penal (...), op. cit., p. 325.
95
Así, NUÑEZ, Manual (...), op. cit., p. 249.
96
Cfr. SANTIAGO MIR PUIG, Derecho penal. Parte general, 5ª edición, Tecfoto S.L., Barcelona, 1998, p. 374.
97
Cfr. DE LA RÚA - TARDITTI, op. cit., t. 2, p. 317.
98
Los ejemplos son de BACIGALUPO, Derecho penal (...), op. cit., p. 328.
99
Cfr. BACIGALUPO, Derecho penal (...), op. cit., p. 328.
35
advierten posturas contrapuestas. Ello así por cuanto, mientras que un sector de la
doctrina considera que quien coacciona (art. 34, inc. 2°, 2ª disposición, C.P.) tiene el
dominio del hecho sobre el coacto, debiendo aquél responder a título de autor
mediato; otros en cambio, al entender que el que obra coaccionado lo hace con dolo
(coactus voluit) terminan por resolver la cuestión desde la perspectiva de la
instigación. De cualquier manera, la discrepancia de soluciones, en la práctica, no
reviste gran incidencia en nuestro sistema positivo dada la equiparación de pena
que surge del artículo 45 del Código penal104.
e) Otras situaciones que suelen ser tratadas bajo la forma de autoría mediata
se vinculan con las hipótesis en que el instrumento carece de capacidad para
motivarse de acuerdo a la norma. Aquí tampoco se aprecia una paridad de criterios
respecto de la aplicación del instituto; conviviendo casos que ofrecen una alta dosis
de consenso con otros de aristas más opinables. Esto exige presentar su
tratamiento de manera autónoma:
e.1) Tradicionalmente se ha entendido -sin que existan mayores
controversias al respecto- que constituye un caso de autoría mediata aquel en que
el instrumento obra en estado de incapacidad de culpabilidad (inimputabilidad); sea
por tratarse de un enfermo mental (art., 34, inc. 1°, C.P.) de un caso de inmadurez
(art. 1, ley 22.278) o grave perturbación de la conciencia (art. 34, inc. 1°, C.P.). Sin
embargo, existe consenso en relación a que, si el inimputable ha conservado el
dominio del hecho, a pesar de su inimputabilidad, no habrá autoría mediata en el
hombre de atrás sino instigación105.
e.2) Mayor discusión existe respecto al tratamiento dogmático que ofrece el
caso de quien se vale de un instrumento que obra con error de prohibición. Mientras
que en la doctrina existen opiniones favorables a considerar la hipótesis como una
forma de autoría mediata; desde las tempranas elaboraciones de Welzel, hay
quienes niegan, en tal caso, el dominio del hecho del sujeto de atrás; postulando la
solución del caso a través de la instigación. Así, y partiendo del ejemplo del propio
104
Así lo afirma BACIGALUPO (Cfr. Derecho penal [...], op. cit., p. 329), quien soluciona la cuestión a partir de la
autoría mediata.
105
Así, BALCARCE, “Participación (...)”, op. cit., p.537 y BACIGALUPO, Derecho penal (...), op. cit., p 330.
37
108
ROXIN, Autoría y dominio del hecho, pp. 269 a 280.
39
por parte del sujeto de atrás, pues desde la cúspide el ejecutor no se presenta como
una persona libre y responsable (aunque efectivamente lo sea), sino como una figura
anónima y sustituible109.
Pero además de un aparato de poder organizado y del carácter fungible del
ejecutor, ROXIN limita el dominio de la organización sólo a los aparatos que actúan al
margen del ordenamiento jurídico, pues en tanto que la dirección y los ejecutores se
mantengan en principio ligados a un ordenamiento jurídico independiente de ellos,
las directivas de cometer delitos no pueden fundamentar dominio, porque las leyes
tienen el rango supremo y normalmente excluyen el cumplimiento de órdenes
antijurídicas y con ello el poder de voluntad del sujeto de detrás. El aparato debe
funcionar por fuera del Derecho, aunque puede no hacerlo en su totalidad sino
únicamente en razón de los tipos penales en cuestión, como es el caso del aparato
estatal en relación al homicidio. No obstante reconocer que constituye un tema
discutible, CESANO110 considera que el aparato de poder no debe tener
necesariamente carácter estatal111. Lo único que constituye un claro requisito es el
de que la organización “tenga a su disposición una reserva suficientemente grande
de personas de las que pueda servirse; de otra manera, el agente individual no sería
reemplazable”112. Asimismo, resulta imprescindible que el que obra por detrás dentro
de la organización tenga un efectivo poder para ordenar y no ser un simple emisario
pues, de otro modo, carecerá del dominio sobre el suceso113.
En un artículo publicado en 2007114 ROXIN mencionó un cuarto presupuesto
para el dominio de la organización: la constatación de una disposición relevante por
109
ROXIN, Autoría y dominio del hecho, pp. 272 y 273.
110
JOSÉ DANIEL CESANO, Un esquema de la teoría de la participación criminal, cit.
111
Por el contrario, nosotros no admitimos la utilización de esta categoría dogmática respecto de la empresa,
CARLOS J. LASCANO, “Teoría de los aparatos organizados de poder y delitos empresariales ” Nuevas
formulaciones en las ciencias penales. Homenaje a Claus Roxin, Lerner-La Lectura, Córdoba, 2001, p. 347 y ss.
112
STRATENWERTH, Derecho penal (...), op. cit., pp. 242-243.
113
STRATENWERTH, Derecho penal (...), op. cit., p. 243.
114
ROXIN, “Organisationsherrschaft als eigenständige Form mittelbarer Täterschaft”, ZStR, vol.125, 2007, p. 15 y
ss. Anteriormente, en “Organisationsherrschaft und Tatentschlossenheit”, en HOYER/MÜLLER/PAWLIK/WOLTER
(eds.), Festschrift für Schroeder, C.F., Müller, Heidelberg, 2006, p. 387 y ss., ROXIN había expresado que el
aporte de SCHROEDER contribuye a la fundamentación de su teoría y refuerza el dominio del hecho del “hombre
de atrás”, aunque no se trata “de un requisito propiamente”, sino que se “deriva” de los tres requisitos anteriores
(AMBOS, “Sobre la organización en el dominio de la organización”, InDret, Barcelona, julio de 2011, p. 6,
disponible en www.indret.com.).
40
parte del ejecutor a la práctica del hecho delictivo, criterio aportado por SCHROEDER
en su tesis doctoral de 1965, cuyo título traducido al español es “El autor detrás del
autor”115. Sin embargo, en una exposición más reciente 116, el ilustre maestro alemán
volvió atrás, afirmando que tal elemento –si bien puede existir en concreto- no es
esencial para la configuración de la autoría mediata en aparatos de poder. La razón
que motivó el retiro del requisito es simple: con él se efectuaba una revalorización de
la voluntad individual del ejecutor inmediato, lo que iría en contra de las ideas de
fungibilidad y de seguridad en el resultado antes referidas, viéndose afectada la
solidez de la teoría117.
La construcción del dominio de la organización ha tenido por primera vez en el
mundo recepción en la sentencia de fecha 9 de diciembre de 1985 118, por la cual la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de Buenos
Aires condenó como autores mediatos a varios de los integrantes de las tres
primeras Juntas Militares que gobernaron nuestro país entre los años 1976 y 1982,
siendo éste el primer antecedente registrado en el mundo sobre la aplicación judicial
de aquella teoría, según lo reconoce el propio ROXIN119.
Como bien apunta SANCINETTI120 la afirmación en la sentencia de la Cámara
Federal porteña de que los ex comandantes militares eran autores mediatos de un
hecho propio y no meramente cómplices necesarios de un hecho ajeno, debió haber
traído como consecuencia que se hiciera inaplicable el principio de accesoriedad en
su faz externa o cuantitativa. Sin embargo, en algunos casos en los que durante una
sesión de tortura se produjo la muerte no querida de una persona, el tribunal
115
SCHROEDER, Der Täter hinter dem Täter: ein Beitrag zur Lehre von der mittelbaren Täterschaft,
DunckerHumblot, Berlín, 1965.
116
“Sobre o mais recente discussão acerca do dominio da organização (Organisationsherrschaft)”, traducido por
Raquel Lima Scalcon, en AMBOS – BÖHM (orgs.), “Desenvolvimentos atuais das ciencias criminais na
Alemanha”, Gazeta Jurídica, Brasilia, 2013, p. 336. Ese mismo trabajo de ROXIN ya había sido publicado bajo el
título “Sobre la más reciente discusión acerca del dominio de la organización”, traducción de Leonardo Brond, en
Revista de Derecho Penal y Criminología, La Ley, Año 1, N° 3, noviembre de 2011, Buenos Aires, pp. 3 a 18.
117
ROXIN, Sobre o mais recente discussão, p. 337.
118
Fallos, 309:33.
119
Autoría y dominio del hecho, p. 724: «En el proceso contra la Junta militar argentina, tanto la acusación como
la sentencia del Tribunal Supremo se fundamenta sustancialmente en la tesis mantenida en esta obra».
120
SANCINETTI, Los Derechos humanos en la Argentina post-dictatorial, Lerner, Buenos Aires, 1988, p. 29 y ss.
y p. 43 y ss.
41
consideró a los altos jerarcas autores mediatos del delito preterintencional del autor
directo (tormentos seguidos de muerte) con lo que hizo depender la punibilidad de
los altos jefes militares del comienzo de ejecución del hecho del autor directo.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó la condena dictada por la
Cámara porteña121; en dicha sentencia el voto de la mayoría de sus miembros
(Petracchi, Bacqué y Fayt) encuadró la intervención de los ex comandantes en los
hechos en la categoría de la autoría mediata, en base a la teoría de los aparatos
organizados de poder122. La posición minoritaria (Caballero y Belluscio) consideró
que habían sido cómplices necesarios.
Desde que fueron reactivadas las causas sobre violaciones a los derechos
humanos cometidas durante la última dictadura cívico-militar, a partir del precedente
“Simón” de la CSJN123, la gran mayoría de las instancias federales de instrucción, de
apelación y de juzgamiento viene adoptando el criterio de la autoría mediata por
dominio de la organización124
Algo similar ha ocurrido en los procesos contra los miembros del Consejo
Nacional de Defensa de la extinta República Democrática Alemana que ordenaron
disparar a los guardias fronterizos del muro de Berlín125 y en la sentencia de la Corte
121
CSJN, sentencia de fecha 30/12/86 (Fallos, 309:1657).
122
SANCINETTI, Los Derechos humanos en la Argentina post-dictatorial, p. 60; LASCANO, “Teoría de los aparatos
organizados de poder y delitos empresariales”, en Nuevas formulaciones en las Ciencias Penales, Homenaje al
Profesor Claus Roxin, Lascano, Dir., La Lectura –Lerner, Córdoba, 2001, p. 368.
123
Fallos 328:251. En el considerando 26 de esta sentencia el juez Fayt expresó claramente que su voto en el fallo
sobre las Juntas Militares coincidió con el de sus colegas Petracchi y Bacqué en lo referente a la admisión de la
teoría de los aparatos organizados de poder.
124
MALARINO, “El caso argentino”, Capítulo II del libro coordinado por AMBOS, Imputación de crímenes de los
subordinados al dirigente. Un estudio comparado, tercera edición revisada, primera edición argentina, colección
“Autores de Derecho Penal”, Donna, Dir., Rubinzal-Culzoni Editores, Buenos Aires-Santa Fe, 2010, p. 68,
afirma que la sentencia de la Cámara Federal de Buenos Aires «ha sido seguida casi sin excepción por la
jurisprudencia posterior y hoy en día la aplicación de la teoría de la autoría mediata en virtud del dominio de un
aparato organizado de poder para resolver este tipo de casos es ampliamente aceptada».
125
Así lo manifiesta el propio ROXIN en el prólogo a la séptima edición alemana de su obra Täterschaft und
Tatherrschaft, según se puede leer en la versión traducida por Cuello Contreras y Serrano González de Murillo
como Autoría y dominio del hecho en derecho penal, Marcial Pons, Madrid, 2000, p. 9. Luego lo ratifica en la
misma obra (§ 43, n° 38, pp. 654 y 655; § 44, p. 724) al comentar la sentencia de la Sala V de 26 de julio de 1994
(BGHSt., 40,218). Sin embargo, R. FALCONE y A. FALCONE, “Elevada disposición al hecho e infracción de
deberes especiales en el marco del terrorismo de Estado argentino”, en Revista de Derecho Penal y Criminología,
Eugenio R. Zaffaroni, Dir., Año II, n° 4, mayo 2012, Buenos Aires, p. 10, nota 59, expresan: «Más discutible es
si esta teoría se aplicó en los homicidios del muro de Berlín en la ex DDR; nosotros pensamos que en verdad se
aplicó la teoría del profesor Schroeder a la que luego nos avocaremos».
42
126
Corte Suprema de Justicia de la República del Perú, Sala Penal Especial, sentencia del 7/4/2009, confirmada
por la Corte Suprema, Primera Sala Penal Transitoria, sentencia del 30/12/2009.
127
ICC, PTC I, “Prosecutor vs. Germain Katanga and Mathieu Ngudjolo Chui”, Decision ICC-01/04-01/07,
30.09.2008, parag. 495 y ss. (498, 500 y ss.).
128
Imputación de crímenes de los subordinados a dirigentes. Breve exposición del caso argentino, en “Derechos
humanos y Derecho Penal”, Colección Internacional n° 40, Pontificia Universidad Javeriana – Grupo Editorial
Ibañez, Bogotá, 2012, pp. 137 y 138.
43
planificados por el sistema del terrorismo de Estado. Por ello, las críticas esbozadas
a sus supuestas imperfecciones no deben conducir al abandono de esa categoría.
Por el contrario, creemos que la subsunción en la categoría de los delitos de
infracción de deberes especiales para realizar la imputación de crímenes de lesa
humanidad a los funcionarios ubicados en los niveles superiores o intermedios de la
estructura represiva montada por el terrorismo de Estado, podría significar extender
el concepto de autoría de un modo que entraría en tensión con importantes principios
constitucionales.
En tal sentido, compartimos los cuestionamientos de RUSCONI129 a las
consecuencias de la autoría entendida como infracción al deber o institucional, que
implicarían la vulneración de los principios de legalidad 130, de Derecho Penal de acto,
de culpabilidad (con el peligro de generar una responsabilidad objetiva), de
personalidad y proporcionalidad de la pena.
Con RUSCONI131, adherimos a las objeciones de ROBLES PLANAS, quien en la
citada monografía de 2007132 sostiene que existe cierta tendencia a pensar que
interpretando los tipos de la Parte Especial como delitos de infracción de un deber se
129
RUSCONI, La evolución de las herramientas para imputar autoría: a su vez una reflexión sobre la debilidad de
las fronteras actuales del derecho penal, en “Autoría, infracción de deber y delitos de lesa humanidad”,
RUSCONI/LÓPEZ/KIERSZENBAUM, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2011, pp. 60 a 70. En una ubicación contraria están R.
y A. FALCONE, “Elevada disposición al hecho e infracción de deberes especiales…”, p. 19, nota 119, quienes
califican de “extraña” la posición de RUSCONI sobre la afectación del principio de legalidad; sostienen que esto
«podría ser atendible en la dogmática penal alemana ya que hace algunas décadas que el § 13 StGB permite
expresamente la equiparación de la acción y la omisión en caso de que existan posiciones de garantía, cosa que el
legislador argentino desconoce (por lo menos de forma expresa. La pregunta que hemos de hacernos es entonces
cómo es posible que la teoría de los delitos de infracción de deber lesione el principio de legalidad mientras que
las posiciones de garantía no».
130
Según refiere ROBLES PLANAS, La participación en el delito, p. 227, nota 123, en España autores como
Gimbernat Ordeig, Gracia Martín, Hernández Plasencia, Díaz y García Conlledo y Bolea Bardón han efectuado
críticas orientadas en este sentido. Agrega que en Alemania, de manera rotunda STRATENWERTH, AT, 4ª. Ed.,
12/40, afirma que los delitos de infracción de un deber suponen una «clara infracción del principio nullum crimen
sine lege». MIR PUIG, Derecho Penal. Parte General, 9ª.edición, Reppetor, Barcelona, 2011, nº 48, pp. 386 y
387, sostiene criteriosamente: «La doctrina española ha objetado a la construcción de Roxin de los “delitos
consistentes en la infracción de un deber” que se opone al principio de legalidad, porque desconoce la
necesidad de que en tales delitos se realicen también los actos expresamente requeridos en el tipo. La validez de
esta crítica depende, claro está, del concepto de “realización” de los actos típicos. Sólo será válida si ésta se
entiende exclusivamente en el sentido de “ejecución material del último acto decisivo”. Habrá que ver, pues, si
los “delitos consistentes en la infracción de un deber” pueden considerarse “realizados” en autoría mediata por el
titular del deber infringido que se sirve de otra persona no obligada para la práctica material de los actos últimos
necesarios para completar el tipo. La cuestión será respondida afirmativamente más abajo».
131
RUSCONI, La evolución de las herramientas para imputar autoría, pp. 72 a 78.
132
ROBLES PLANAS, Garantes y cómplices, p. 34.
44
ha efectuado ya una legitimación del castigo de las conductas que infringen tales
deberes. Con acierto concluye: «En mi opinión, sucede exactamente lo contrario.
Aquéllos que interpretan un delito como delito de infracción de un deber deben
entonces proceder a legitimar de dónde surge tal deber y por qué razón debe
castigarse penalmente su infracción».
3.2. Coautoría
DE LA RÚA y TARDITTI141 afirman que, aunque se acepta pacíficamente que la
coautoría requiere tanto una decisión conjunta como un aporte objetivo, esencial
y efectuado en la fase ejecutiva del delito, es necesario aclarar en qué consiste,
frente a una fórmula legal como la argentina que compre como tales a los que
“tomasen parte en la ejecución del hecho”, expresión que es diferente al aporte del
cómplice necesario que presta “al autor o autores un auxilio o cooperación sin los
cuales no habría podido cometerse” (art. 45 C.P.).
Doctrinariamente suelen distinguirse tres formas de coautoría142: a) paralela o
concomitante; b) funcional y c) sucesiva.
La primera forma se manifiesta cuando varios individuos, en función de una
decisión común, realizan –cada uno de ellos – la totalidad de la conducta típica. Se
trata del clásico ejemplo de los dos ladrones y el pesado leño “quod singuli tollere
non potuerint”143.
Más complejos resultan los problemas que entraña la coautoría funcional. Aquí
nos encontramos frente a la hipótesis en la cual, «en base a una división de tareas
previamente consensuada, distintos individuos realizan sólo una parte de la acción
descripta por la ley, completándose los elementos del tipo por el co-dominio que
cada uno tiene de una porción del acontecimiento» 144. Se trata de situaciones en las
que existe un fraccionamiento de la faena criminal que consiste en un reparto de
139
Cfr. L.L. T° 1987-A, p. 535 y ss., votos de los ministros Petracchi, Fayt y Bacqué.
140
C.S.J.N., in re “H., R. s/ Denuncia c/ Tte. de Navío A.I.A.” (25/II/1988), Fallos:311:175: “Es posible
considerar como autor de un delito a quien, si bien no ha ejecutado directamente la figura típica correspondiente,
ha mantenido total o parcialmente el dominio final de los acontecimientos mediante la utilización de una
estructura organizada de poder, no siendo imprescindible que se halle en la cúspide de la estructura de poder,
bastando la realización de su parte de conducta – aun en una relación de subordinación – que tienda a mantener
en funcionamiento la mencionada organización”.
141
Derecho penal. Parte general, t. 2, pp. 311 y 312.
142
Así, ZAFFARONI – ALAGIA – SLOKAR, Derecho penal (...), op. cit., pp. 752-754.
143
Así, SOLER, Derecho penal (...), op. cit., T° II, p. 300.
144
Cfr. D’ALESSIO – DIVITO, Código penal (...), op. cit., p. 518.
47
145
Cfr. ALBERTO A. FERNÁNDEZ – LUIS G. PASTORIZA, Autoría y participación criminal, Lerner Editores
Asociados, Buenos Aires., 1987, p.74.
146
Cfr. BACIGALUPO, Derecho penal (...), op. cit., p. 337.
147
Así, BALCARCE, “Participación (...)”, op. cit., p. 535: “Para conceptualizar a alguien como coautor es
indispensable que preste su aporte en el momento de la ejecución del hecho”.
48
148
Así, BACIGALUPO, Derecho penal (...), op. cit., pp. 338-339 y FERNÁNDEZ – PASTORIZA, Autoría (...), op. cit.,
p. 76. Igual criterio, D’ALESSIO – DIVITO, Código (...), op. cit., p. 520: “Se abarcan los actos realizados desde el
principio de ejecución y hasta el agotamiento, excluyéndose los actos preparatorios”. En la jurisprudencia, esta
fue la postura sustentada por la Cámara de Apelaciones y Garantías en lo Penal de Dolores, 03/02/2000,
“Cabezas, José L.” (incluimos el respectivo sumario, infra II.) No obstante ello –y como lo anticipamos en el
texto- el tema resulta discutible. En efecto, existen autores que sostienen la inconveniencia de practicar el
deslinde a partir de este criterio puramente temporal. En esa dirección, RUSCONI (Código [...], op. cit., p. 158)
expresa: “La división entre coautoría y cooperación necesaria, desde ese punto de vista, genera la dificultad
adicional de casi aniquilar la posibilidad de que exista cooperación necesaria durante la ejecución del ilícito (...)”.
De la misma opinión, DE LA RÚA, Código (...), op. cit., p. 855.
149
Cfr. BACIGALUPO, Derecho penal (...), op. cit., p. 338.
150
Así, FERNÁNDEZ – PASTORIZA, Autoría (...), op. cit., p. 75; BACIGALUPO, Derecho penal (...), p. 339.
151
Así, BALCARCE, “Participación (...)”, op. cit., p. 535 y nota n° 45. En la jurisprudencia ese es el criterio de la
de la C.N.C. y C., sala I, in re “O., I. , I.A.” (6/X/1994): “No puede considerarse coautor del hecho el acusado que
se limitó a conducir a los asaltantes al lugar donde robaron, y a esperarlos, (...)”; argumentando, enseguida, que:
“Constituye participación primaria el accionar del imputado que en ocasión del robo tiene el rol de esperar en un
auto, con el motor en marcha, la salida de los autores del hecho, puesto que la ayuda prestada es de real
importancia, a tal punto que todo el plan delictivo de fuga dependía de su accionar, pues sin él, debería haberse
pensado de otra manera la ejecución planeada; de allí que la colabroaciónha sido escas [para la configuración de
un caso de coautoría] y por ende primaria [respecto de la complicidad], es decir no reemplazable en el caso
concreto” (el énfasis y las aclaraciones nos corresponden. Para el texto del sumario, cfr., EDGARDO ALBERTO
DONNA - JAVIER ESTEBAN DE LA FUENTE – MARÍA CECILIA I. MAIZA – ROXANA GABRIELA PIÑA, El Código
penal y su interpretación en la jurisprudencia, T° I, Rubinzal – Culzoni, Santa Fe, 2003, pp. 461-462). Como
veremos luego, la búsqueda de criterios diferenciadores respecto de ambas categorías dogmáticas, se habrá de
reproducir cuando se trate de distinguir entre cómplices primarios y secundarios. De acuerdo con esta afirmación,
FRANCISCO MUÑOZ CONDE – MERCEDES GARCÍA ARÁN, Derecho penal. Parte general, Tirant lo Blanch,
Valencia, 1993, p. 395.
49
se afirma – puede ocurrir que el hecho se encuentre consumado pero que aún no se
haya agotado su ejecución, supuesto en que la doctrina admite la posibilidad de
coautoría. Un aspecto particular, que ofrece esta modalidad, se vincula con aquellos
casos en los que la parte ya ejecutada contiene circunstancias típicas de mayor
gravedad; hipótesis en las que, cierta doctrina, se inclina a admitir la imputación en
tanto fueran conocidas; en tanto que, otro sector, niega esta posibilidad
enfáticamente152.
Rige el principio de imputación recíproca entre los coautores.
152
Así, ZAFFARONI – ALAGIA – SLOKAR, Derecho penal (...), op. cit., p. 754. En contra STRATENWERTH, Derecho
penal (...), op. cit., p. 249: “Resulta discutible si el que entra en el último término debe responder sólo por la
ilicitud cometida con posterioridad a su incorporación, o si se lo debe responsabilizar por la totalidad del hecho al
que éste ilícito pertenece, es decir, también por los momentos parciales previamente dados a su ingreso. El
GBHSt trata un ejemplo práctico en su sentencia 2, 344: X asalta por la noche un quiosco, se apodera de
comestibles y los lleva a casa de Y. Enterado del hecho, Y busca juntamente con X, otras mercaderías que son
sustraídas del quiosco; luego reparten todo el botín. ¿Se debe considerar a Y coautor de hurto simple o de hurto
con fractura? (...). Anteriormente se consideraba que la autoría sucesiva sólo implicaba responsabilidad a partir
del momento de la incorporación (...). El BGH, por el contrario, ha adoptado la posición opuesta, según la cual,
las circunstancias agravantes llevadas a cabo antes de la incorporación se deben imputar señalando, ante todo,
que la complicidad posterior de un hecho cuya comisión está en desarrollo debe ser tratada de la misma manera
(...). La teoría anterior es la que, sin embargo, merece aprobación. En la nueva concepción resulta ya dudosa la
corrección de lo resuelto con relación a la complicidad (...). Desde este punto de vista, el que se incorpora una
vez comenzado el delito puede ser responsabilizado, en todo caso, - fuera de la coautoría por la co-realización del
ilícito en el que colabora – como cómplice en el delito total, y esto es lo único aceptable”.
50
“Respecto de los delitos que requieren en el autor una característica especial -delitos
especiales-, no existe en la actualidad mayor discusión en la doctrina acerca de la
posibilidad de imputar, en calidad de partícipe, a aquella persona que dolosamente
coopera con el hecho de otro, en la medida en que exista accesoriedad, aun cuando
no reúna las características típicas para ser autor, ya que el partícipe no es autor en
forma directa sino que actúa típicamente cuando lo hace por la vía del hecho del
autor. (...)”.
(Cámara Nacional Criminal y Correccional Federal, sala 1ª, 08/04/2003, “Massholder,
Juan A. y otros s/ procesamiento”, Lexis Nº 9/6860).