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¿INDUCCIÓN A LA AUTORÍA O AUTORÍA POR INDUCCIÓN?

:
ESTUDIO DE LA PARTICIPACIÓN CRIMINAL DEL INDUCTOR EN EL DERECHO PENAL
CHILENO

INDUCEMENT TO RESPONSIBILITY OR RESPONSIBILITY BY INDUCEMENT?


STUDY OF THE CRIMINAL PARTICIPATION FROM THE INSTIGATOR IN CHILEAN
CRIMINAL LAW

GONZALO HOYL MORENO*

RESUMEN: El presente trabajo tiene por objeto establecer las diferencias fundamentales
entre los autores del delito y quienes han intervenido en él sin esa calidad. Se hace
especial referencia a la figura de la inducción como una forma de participación y a
través de dos ejemplos se denotan sus diferencias estructurales donde es posible
separar los supuestos de autoría (generalmente mediata) de los de inducción. El
primero de ellos trata de las autolesiones, y el segundo en los casos de delitos
especiales. Se concluye con una visión práctica a efectos de contribuir a la solución del
conflicto cuando la autoría y la inducción parecen asemejarse.

PALABRAS CLAVE: autoría – participación – inducción.

ABSTRACT: The goal of this work is to establish the fundamental differences between the
perpetrators and those who have intervened in the felony without that essential quality.
A special reference is made to the figure of the inducement as a way of criminal
participation, and their structural differences can be showed by two examples where is
possible to separate the cases of authorship (typically mediated by another) to denote
the inducement. The first of them is about the self-injury and the second one is about the
cases of special felonies. This work concludes with a practical view in order to
contribute to the solution of the conflict when authorship and induction seems to
resemble.

KEY WORDS: Criminal responsibility – Participation - Inducement.

I. INTRODUCCIÓN AL PROBLEMA

Desde hace ya tiempo, pero cada vez más con más fuerza, se ha abierto paso la
necesaria idea de diferenciar las clases de intervenciones en el delito. Como es sabido,
la primera cuestión exige determinar si todos los que intervenían en él lo hacían a un
mismo título y, en consecuencia, si debían responder con la misma pena, sin importar si
actuaban directamente o si cooperaban en la ejecución de otro agente. La solución
mayoritaria tendió a una diferenciación en las contribuciones estableciendo supuestos de
autoría y participación y, asimismo, se fueron circunscribiendo ciertas clases de
participación con ideas –en la mayoría de los casos– satisfactorias, donde era posible

*
Abogado. Magíster en Derecho Penal y Ciencias Penales, Universidades de Barcelona y Pompeu Fabra,
España. Profesor de Derecho Penal y Procesal Penal, Universidad de los Andes. Socio en Hoyl Alliende
& Cía. abogados. Correo electrónico: ghoyl@defensaprivada.cl.
distinguir la complicidad, la inducción y el encubrimiento1 como formas de
participación.

Sobre este tema, puede decirse que la cuestión en Chile está en parte clara y en
parte difusa: existe doctrinariamente el concepto de autor y el de partícipe (parte clara),
no obstante nuestra legislación vigente los divide ya no por el grado de intervención en
el delito, sino más bien por categorías relativas a política criminal o tipo de injusto
(parte difusa), donde quien no haya participado directamente en la comisión de un
delito, es candidato a la misma pena que el que lo ejecutó directamente. Se presume que
esto podrá ser así, cuando a juicio del legislador, la contribución del partícipe es de tal
magnitud, que prácticamente forma parte de la naturaleza del delito mismo el haberlo
realizado de esa manera. Este es precisamente el caso de la inducción a cometer un
delito. El artículo 15 N° 2 CP, señala: “Se consideran autores.- Los que fuerzan o
inducen directamente a otro a ejecutarlo”.

Como un primer acercamiento relativo a la forma en que nuestro Código Penal trata las
figuras de autoría y participación, se podría decir que, de alguna forma, están
originalmente sopesadas según nociones civiles. Si hacemos una comparación –quizá
antojadiza– respecto de los elementos del acto jurídico, propios del Derecho Civil,
pareciera que la lógica en autoría y participación se vea asimilada a esos elementos. Así,
la autoría se vería reflejada en los elementos de la esencia como “Los actos propios de
autor”; los elementos de la naturaleza, como “Los actos que sin ser propiamente tales de
autor, se entienden que forman parte de él” (y por lo tanto sancionan como si fueran de
autor algunas formas de participación); mientras que los accidentales, como “actos de
colaboración práctica en la comisión de un delito, pero que son totalmente ajenos a él en
cuanto a su configuración esencial y en nada alteran su estructura nuclear”. Serían
propios de las figuras de complicidad simple (art. 16 CP) y supuestos de encubrimiento
(art. 17 CP).

Estas similitudes entre los elementos del acto jurídico de naturaleza civil con la forma
de estructurar la autoría y participación penal, dan pie para discurrir acerca de lo
preferente que es independizarse de estas concepciones, para darles un sentido propio –
en atención a sus fines– a los conceptos penales de autoría y participación. Las
conductas típicas de participación, aun cuando encajaran en los “elementos de la
naturaleza”, siguen siendo formas de intervención en el delito. Por lo tanto, al ser de
estructura diferente, no pueden ser evaluadas conforme a la misma vara de la autoría.

Otra cuestión que impulsa aún más la necesidad de volver sobre las diferencias
sobre la autoría y participación criminal, están dadas porque las últimas inclusiones
típicas en nuestro Código Penal y otras leyes afines, tienden a desdibujar los conceptos
de autoría y participación, describiendo los tipos penales de manera tal que cualquier
clase de intervención, podría tener el efecto –al menos práctico-penológico– de ser
considerados como supuestos de autoría: sea porque la intervención se identifica como
forma de participación que se castiga como autor; ya sea porque se redacta en términos

1
En la actualidad, se mantiene al encubrimiento como forma de participación en nuestro art. 17 CP, no
obstante la doctrina está mayoritariamente de acuerdo en que en tanto forma parte del “agotamiento de
delito” se trata más bien de un título de imputación autónomo más cercano a la obstrucción de la correcta
administración de justicia que a una intervención punible de un delito cometido.
tan amplios que los supuestos de complicidad formarían parte de los tipos de autoría2.

Finalmente, como se reconoce en POLITOFF, MATUS y RAMÍREZ, en nuestra doctrina


mayoritaria existen supuestos de autoría mediata que son tratadas como formas
generales de inducción, que reconducen al art. 15 N° 2 CP3.

II.- VOLVIENDO SOBRE LAS BASES QUE DIFERENCIAN LA AUTORÍA Y LA


PARTICIPACIÓN

Sin que sea el objeto de este trabajo el profundizar especialmente en los elementos
distintivos entre autoría y participación, se hace necesario recordar que existen varios
criterios básicos para definirlos.

En primer lugar, encontramos el principio de convergencia, donde tal como se ha


señalado, “[…] nos informa que la concurrencia de los intervinientes requiere al menos
que los agentes delictuales estén conscientes de que su acción importa una colaboración
al hecho punible. Desde una perspectiva objetiva supone el acuerdo de realizar el hecho
común (conocimiento de las circunstancias típicas y antijurídicas); y desde la
perspectiva subjetiva, la conciencia de que se está realizando ese hecho común”4. Sobre
las consecuencias cuando falta la convergencia, las refieren POLITOFF, MATUS y
RAMÍREZ: sin acuerdo, solo hay responsabilidad individual; la colaboración debe ser
aceptada por el autor (sin aceptación hay tentativa de complicidad); la participación
debe ser dolosa (se excluye la participación culposa y la participación en los
cuasidelitos); y, el exceso del autor u otros partícipes, en tanto “hecho propio fuera de lo
convenido”, no agrava a los demás5.

Otro de los principios importantes en esta materia, es el de exterioridad. A este


respecto, se nos informa que para que la conducta del Partícipe sea punible, se requiere
que el autor haya dado principio de ejecución al hecho. Es decir, salvo los casos
especiales en que se castiga la proposición o conspiración en ciertos delitos, la regla
general será que los actos preparatorios quedarán impunes, si es que el autor no
comienza la ejecución del delito, o sea, no se haya en sede de tentativa6.

Por su parte, el principio de la accesoriedad de la participación, nos indica que no


cualquier estadio de la teoría del delito es suficiente para castigar a un partícipe. No solo

2
Recordemos que el límite máximo de la Teoría del Delito, está dado por los supuestos de hecho de la
norma jurídica. En otras palabras, si en determinado delito, al cómplice se le castiga como autor, no será
justificable legalmente, intentar se le castigue como partícipe. Lo anterior, no es predicable con la misma
fuerza cuando los actos de cooperación se dan respecto del partícipe, ya que podría alegarse en algún caso
que la contribución en la participación ajena no sería punible. Por ejemplo, el inc. 2º del art. 141 CP,
señala respecto al secuestro: “En la misma pena incurrirá el que proporcionare lugar para la ejecución del
delito”.
3
POLITOFF, S.; MATUS, J.; RAMÍREZ, M., Lecciones de Derecho Penal Chileno, Parte General, Editorial
Jurídica de Chile, 2ª ed., Santiago, 2004, p. 427.
4
HOYL MORENO, Gonzalo, Autoría mediata e inducción, Librotecnia, Santiago, 2013, p. 45.
5
POLITOFF, S.; MATUS, J.; RAMÍREZ, M., Lecciones …, p. 426 y s.
6
ETCHEBERRY, ALFREDO, Derecho Penal Parte General, Ed. Jurídica de Chile, 3ª ed., Santiago, 1997, t.
II, p. 77.
se requiere una acción con atisbos de delito. Como es sabido en doctrina, para condenar
a una persona, se requiere verificar que la conducta del autor sea típica (objetiva y
subjetivamente), antijurídica (contraria al ordenamiento jurídico en su conjunto) y, a la
vez, culpable (donde el reproche personal del autor hace que le fuera exigible en el caso
específico comportarse conforme a derecho).

A partir de estas tres sedes progresivas de imputación penal, la doctrina ha discutido


acerca de hasta dónde se debe exigir al autor que haya actuado, para efectos de
sancionar al partícipe. Las doctrinas minoritarias, han adherido a los extremos,
denominados Accesoriedad Mínima de la participación o, bien, Accesoriedad Máxima.
Conforme al primero de estos supuestos, para castigar al partícipe, se requiere
solamente que se haya verificado la conducta típica aunque el hecho no sea
antijurídico.7 Por su parte, la Acesoriedad Máxima, propugna que para castigar al
partícipe, se requiere que la conducta del autor sea determinada previamente como
típica, antijurídica y culpable8.

Contrario a estos extremos, parece correcto y preferible seguir la tesis mayoritaria de la


Accesoriedad Limitada, donde se exige que el hecho realizado por el autor, sea
considerado típico y antijurídico (más no necesariamente culpable). Al tratarse la
Culpabilidad de un examen personal de las circunstancias propias del sujeto que derivan
en la exigibilidad o inexigibilidad de la conducta contraria a derecho, parece
jurídicamente correcto requerir que la conducta sea típica y antijurídica para todos los
intervinientes. Si el hecho no es antijurídico, no lo es para nadie. El fundamento de la
pena, va en directa relación con la configuración del injusto penal.

Un último principio que es necesario recordar, se denomina, principio de la


comunicabilidad, donde lo que se debe dilucidar es si los aspectos subjetivos y/o
materiales del delito, se comunican a los copartícipes en sentido amplio. Es decir, si
esas calidades personales o materiales (p.ej. parentesco en el parricidio o alevosía en el
homicidio calificado), se comunican a todos a aquellos que intervienen en el hecho
principal, o solo a los partícipes, o a ninguno de ellos.

En el Código Penal, el art. 64 nos da ciertas luces en la materia: “Las circunstancias


atenuantes o agravantes que consistan en la disposición moral del delincuente, en sus
relaciones particulares con el ofendido o en otra causa personal, servirán para atenuar o
agravar la responsabilidad de sólo aquellos autores, cómplices o encubridores en
quienes concurran [.-] Los que consistan en la ejecución material del hecho o en los
medios empleados para realizarlo, servirán para atenuar o agravar la responsabilidad
únicamente de los que tuvieren conocimiento de ellas antes o en el momento de la
acción o de su cooperación en el delito”.

7
Esta postura ha sido desechada, en tanto deviene en respuestas absurdas, como por ejemplo, que se
pueda sancionar como inductor a quien convence a otro de que se defienda de una agresión.
8
Cfr. CURY URZÚA, Enrique, Derecho Penal, Parte General, Ediciones Universidad Católica de Chile, 8ª
ed., Santiago, 2005, p. 640 y ss. Cfr. ETCHEBERRY, Alfredo, Derecho Penal..., p. 80.
Este tema es uno de los más discutidos en doctrina y como ya se ha dicho “[…] la
importancia de este principio trasciende la relación entre autores y partícipes, y también
es considerado un elemento aplicable a la relación entre coautores y, en general, a todos
aquellos que concurren en el delito (copartícipes en sentido amplio)”9.

Citando a CURY en esta materia: “El concepto de autoría es independiente así del
merecimiento de pena como de la peligrosidad del interviniente en el hecho. Es
perfectamente posible, en efecto, imaginar situaciones en las cuales un inductor, a causa
de la bajeza de sus motivos o a la perversidad de sus propósitos, merezca en concreto
una pena superior a la del autor. Asimismo, un cómplice puede ser especialmente
peligroso. Ni uno ni lo otro transformará a esos partícipes en autores”10.

III.- CONSIDERACIONES ESPECIALES PARA EL PARTÍCIPE INDUCTOR

Teniendo presente que no toda sugestión para que un sujeto activo realice la conducta
típica y antijurídica es propia de la inducción, los principales elementos diferenciadores,
son los que a continuación se mencionan, por la mayoría de la doctrina.

En primer lugar, es prácticamente pacífico que la inducción debe recaer en un sujeto


libre. Sólo alguien libre y con sus facultades cognitivas y volitivas normales, podrá ser
instigado a delinquir. Quien carece de estas capacidades en general, o de la capacidad de
configuración del suceso en términos concretos, pareciera ser más un instrumento
(sofisticado o no) que alguien sobre el cual recae la libertad de decidir en torno a
realizar un tipo penal determinado.

Ahora, respecto del Inductor, su instigación ha de ser directa y determinada de manera


tal que sea posible de conectar con la reacción de quien se constituirá, amén de este
impulso, como autor ejecutor. Además debe referirse a un hecho específico y
determinado. “La invitación genérica o insinuación, no constituye inducción”11
Respecto al término determinada, “no es la comunicación acerca de todas las acciones
que uno puede realizar, sino la comunicación acerca de todas las acciones que uno debe
realizar, lo propio de la inducción; y debe surtir efecto, es decir, mover al destinatario
del influjo a que se cometa el hecho.” 12 Asimismo, según la doctrina mayoritaria, se
deben excluir los supuestos de inducción imprudente13 y omisiva14. La mayoría de la
doctrina también, está de acuerdo con que basta el dolo eventual de Inducir, para hacer

9
HOYL MORENO, Gonzalo, Autoría…, p. 50.
10
CURY URZÚA, Enrique, “El concurso de personas en el delito”, en A.A.V.V., Problemas Actuales de
Derecho Penal, Universidad Católica de Temuco, imprenta Austral, 2003, p. 19; Asimismo CURY, E.,
Derecho Penal…, p. 594.
11
SCA de San Miguel de fecha 17 de Mayo de 1989. Disponible en R., t. LXXXVI, 2ª parte, sec. 4ª, p.59.
12
JAKOBS, Günther, Derecho Penal parte general. Fundamentos y teoría de la imputación, Ediciones
Jurídicas Marcial Pons, 2ª ed. corregida, Madrid, 1997, p. 809.
13
Cfr. sobre la diferencia entre inducción imprudente e inducción por imprudencia, MIR PUIG, Santiago,
Derecho Penal Parte General, Ed. Reppertor, 8ª ed., Barcelona, 2009, p. 413.
14
Como señala JESCHECK, Hans-Heinrich, Tratado de Derecho Penal, Parte General, Traducción y
adiciones de Derecho español por S. Mir Puig y F. Muñoz Conde, Casa Editorial Bosch S.A., Barcelona,
1981, vol. II, pp. 962 y s. mediante la inactividad, únicamente deja de impedirse la espontánea aparición,
“lo que constituye algo esencialmente distinto en relación con lo injusto de la acción de la inducción”.
responsable al instigador15.

Pero junto a lo anterior, la inducción debe ser eficaz, el movimiento del inducido debe
estar en estrecha relación con lo que realiza el inductor16. Otro aspecto de la eficacia, es
que es la razón de que su responsabilidad se arregle según el hecho principal. Por lo
tanto, no resulta eficaz, (y en consecuencia no hay inducción) cuando solo se reafirman
los motivos que ya tenía el autor del delito. En consecuencia, tampoco la inducción
fracasada podrá generar responsabilidad penal (salvo que en algún caso pueda encajarse
dentro de una proposición punible).

Por todas las consideraciones previas, es preciso anotar que el exceso en el inducido no
es imputable al inductor. Esto ha tenido reconocimiento doctrinal17 y jurisprudencial18.

IV.- EL CONCEPTO DE INDUCCIÓN EN EL CÓDIGO PENAL CHILENO Y EN LA


JURISPRUDENCIA DE LA EXCMA. CORTE SUPREMA

Resulta no siempre unívoca la interpretación de que el art. 15 N° 2 del CP, se refiere


única y exclusivamente al concepto de Inductor, cuando castiga como autores a quienes
“fuerzan o inducen directamente a otro a ejecutarlo”. Es así como parte de la doctrina ha
entendido que este número 2 del articulado además incorpora en la expresión fuerza los
supuestos de “autoría mediata”19. Pero no solo lo anterior, sino que a veces también se
entiende que la inducción es una modalidad de autoría, como se verá.

Así por ejemplo, la Corte Suprema a principios de 2009, señala respecto del art. 15 N° 2
del CP que: “[…] el alcance del citado artículo y el pensamiento de la Comisión
Redactora, es que el autor mediato corresponde al sujeto que logra que otra persona
lleve a la práctica una acción delictiva por haberlo influenciado directamente, y que en
nuestra legislación, en la autoría mediata, el intermediador actúa dolosamente y no
como simple instrumento, desde que tiene conocimiento de que se comete un delito
forzado o inducido y, por ende, si bien es mediador entre el que fuerza o induce y el
resultado, es mucho más que un medio de ejecución, y por ello es también autor, pero
inmediato, lo que en doctrina se denomina ‘el autor detrás del autor’, en donde
15
Tal como señalé en otro trabajo, mantengo la opinión que no debe ser suficiente el dolo eventual para
efectos de determinar inducción. En efecto si la pena del inductor es la misma que la del autor material, lo
mínimo es exigir que conozca y quiera claramente instigar de manera tal que la realización de la conducta
típica del inducido sea el claro efecto de la instigación del partícipe. Si no es así, entonces ¿por qué
castigar al cooperador necesario como autor, exigiéndole un concierto previo? ¿Acaso contribuir
intelectualmente es político criminalmente “peor” que colaborar materialmente? No encontrando
respuesta a estas interrogantes, debe preferirse la exigencia del dolo directo.
16
CURY, E, Derecho penal..., p. 253.
17
Cfr. v.gr., MUÑOZ CONDE, F. y GARCÍA ARAN, M., Derecho Penal, Parte General, Tirant lo Blanch, 5ª
ed., España, 2002, p. 461. También, MIR PUIG, S. Derecho Penal..., p. 412. Agrega que para una gran
parte de la doctrina, que el exceso no sea imputable al inductor, no obsta “a la posibilidad de castigarse
por imprudencia del exceso, si éste era previsible.” En contra LABATUT GLENA, Gustavo, Derecho Penal,
9ª ed., actualizada por el prof. Julio Zenteno Vargas, Editorial Jurídica de Chile, 1990, t. I, p. 199.
Además, agrega que el inductor puede revocar la orden, lo que produciría la impunidad de éste, si el
ejecutor obrara con conocimiento de esa contraorden y, por lo tanto, actuara por cuenta propia, aunque “si
el ejecutor material ignoró la orden, el arrepentimiento del provocador es ineficaz”.
18
A modo ejemplar, SCS de 6 septiembre 1945, en R. C. P., t. IX, p. 49. También SCS de 24 marzo 1879,
en G. 1879. Nº 466, p. 310.
19
Para otros, la autoría mediata estaría pura y simplemente en los supuestos del art. 15 N° 1 CP, en tanto
que en estos casos el autor si bien realiza el tipo penal por medio de otro, interviene en el hecho
“directamente”.
coexisten dos acciones, la del autor mediato, constituida por el empleo de la
instigación, y la del autor inmediato, quien realmente realiza el hecho, y tanto uno como
el otro actúan dolosamente en el mismo sentido, de modo que este último es un
instrumento del primero, porque sabe lo que hace y la significación de su actuar, que
viene a ser el efecto o consecuencia complementaria de la acción del inductor”20.

Desde ya cabe señalar que en este fallo, la Excma. Corte Suprema, define la autoría
mediata como aquel autor que mediante el uso de la instigación utiliza a otro como
instrumento, cuestión incompatible con lo que se propone en este trabajo, en especial
conforme a la Teoría del Dominio del Hecho21 y la negativa al tratamiento de la “autoría
mediata con agente doloso”22.

Por otra parte, la Corte Suprema en sentencia de Mayo de 2011, en el caso conocido
públicamente como el de “La Quintrala”23, acude al texto de POLITOFF, MATUS Y
RAMÍREZ, reconociendo la existencia de partícipes que son sancionados a título de autor.
Cita el fallo a los autores, señalando que la doctrina mayoritaria está a favor de que
respecto de los partícipes se requiere el mismo acuerdo de voluntades de la coautoría o
uno muy similar, sosteniendo que: “claramente no puede asimilarse tal acuerdo en
forma completa al de la coautoría, pues los partícipes no están en posición de querer
(jurídicamente) la realización de un hecho que no depende de ellos, sino de la voluntad
del autor. Podríamos, por tanto, resumir esta idea en la necesidad de que el partícipe
actúe dolosamente respecto de los actos propios de su participación en el hecho y
conozca y acepte la voluntad de realización del autor.”24 Continúa argumentando el
fallo que para efectos de la convergencia, basta el dolo eventual en dado por “la simple
aceptación de la comisión del hecho al que se concurre.”25-26 Al tiempo de hacer
referencia al caso concreto, señala: “la inducción, como forma culpable en el hecho
punible, admite el dolo eventual, que opera respecto de quien, habiéndose representado
la producción del hecho típico como una consecuencia posible de su acción, en este
caso del inducido, acepta en su voluntad esa alternativa para el caso de que se realice,
conforme con lo cual no se divisa error alguno en el fallo impugnado al determinar la
calidad de autora inductora de Pérez López en el delito de robo con homicidio
consumado de Diego Shmidt-Hebbel, se configuró al menos con dicha clase de

20
Cfr. SCS Rol N° 4427-2007, Considerando 16°. Redacción de cargo del Abogado Integrante señor Juan
Carlos Cárcamo Olmos. Las cursivas son agregadas.
21
Cfr. ROXIN, Claus, Autoría y Dominio del Hecho en Derecho Penal, Marcial Pons, Ediciones Jurídicas
y Sociales S.A., 7ª ed., Madrid, 2000.
22
Cfr. a modo de resumen HOYL, G., Autoría…, op. cit , p. 68.
23
Apodo dado por la prensa a la imputada y actualmente condenada, María del Pilar Pérez López, por sus
similitudes con Catalina de los Ríos y Lisperguer, terrateniente famosa por su trato cruel con los
sirvientes y que según la cultura popular, es símbolo de la mujer abusadora y perversa.
24
Considerando Vigésimo Séptimo de la SCS Rol 2095-2011 de fecha 2 de Mayo de 2011. Redacción a
cargo del Abogado Integrante, Sr. Jorge Lagos G. La cita de fallo es de POLITOFF, S.; MATUS, J.;
RAMÍREZ, M., Lecciones…, p. 426. Se destaca la cita al pie, que señala: “Si efectivamente todos los
intervinientes quieren el hecho, en el sentido de actualizar su voluntad en orden a conseguir un propósito
común, entonces lo que habría sería coautoría y no participación. La posición central del autor como
dominus facti excluye el que terceros sin compartir esa posición puedan querer la realización del hecho
del mismo modo que el autor. Lo que no significa que necesariamente las personas a que se refiere este
N° 3° del art. 15 sean coautores en todo caso, como proponen YÁÑEZ, , 59 y GARRIDO MONTT I, 322;
puesto que ellos no toman parte en la ejecución del hecho, sino que ha de buscarse una interpretación de
la exigencia legal acorde con su sentido y el del resto de las disposiciones del Tít. II del L. II Cp.”
25
POLITOFF, S.; MATUS, J.; RAMÍREZ, M., Lecciones…, p. 426.
26
La sentencia apoya además su postura en base a los autores CURY, GARRIDO, MIR PUIG, ZAFFARONI y
JESCHECK.
voluntad”.

En este fallo, la Corte Suprema, reconoce la existencia de la inducción como una forma
de participación criminal diferente a la de autor, lo que resulta en un avance al separarlo
de los supuestos de autoría propiamente tal.

Finalmente, la jurisprudencia de la Corte Suprema en Octubre de 2013, en un extenso


análisis de los tipos penales del art. 15 CP, se refiere en dicho fallo a la inducción como
“autoría por inducción”. Señala en ese sentido “[…] es equívoco el razonamiento de los
sentenciadores en cuanto establecen - para fundar la autoría por inducción del acusado
recurrente- […] La instigación debe ser determinada, esto es, referirse a la ejecución
de un hecho típico y antijurídico, la sola invitación genérica o insinuación no
constituyen instigación”. Luego la diferencia de la figura del “concierto previo” propia
del art. 15 N° 3 CP. Señala la sentencia citando a GARRIDO MONTT respecto a la
inducción por medios intelectuales que “es algo totalmente diverso al denominado
concierto previo (artículo 15 Nº 3) donde lo que se pretende es armonizar voluntades,
unificarlas para ejecutar en conjunto un delito, en tanto que en la inducción lo que se
hace es convencer a otro, mediante la persuasión, para que ese otro se decida a
cometerlo”27. Señala respecto del caso concreto “Que el fallo impugnado, al sancionar
a Retamal Palma, da por cierto que hizo nacer en Azúa Zúñiga, por medios
intelectuales y mediante la persuasión, la resolución de ejecutar un hecho delictivo
concreto, es decir, que inclinó en determinado sentido la voluntad de otro. Tales
exigencias no emanan de la prueba rendida, pues ella no pone de manifiesto la
voluntariedad ni el propósito criminal que se le pretende atribuir en relación a la
muerte de Patricio Torrealba Negrete como resultado buscado, ni indica que su
comportamiento sea demostrativo de una voluntad decidida de llevar a la práctica ese
resultado”28.

En este último fallo, la Corte Suprema ahora diferencia la “autoría por inducción” con la
complicidad calificada del art. 15 N° 3, remarcando su carácter accesorio a la autoría
propiamente tal.

V.- TEORÍA DEL DOMINIO DEL HECHO COMO PRESUPUESTO DELIMITADOR

La teoría del dominio del hecho ha surgido como una útil herramienta al tiempo de
servir como parámetro diferenciador entre las hipótesis de autoría y participación. Se
desarrolla en el contexto de una noción restrictiva de autor, donde es autor aquel que
interviene en la ejecución del hecho típico y tiene el dominio de la acción en sentido
amplio.29 No sólo se analiza el aspecto subjetivo del tipo penal donde solo se atienda a
la creencia de poseer tal dominio, sino que además debe tenerlo objetivamente30. En
resumen, quedará establecido el “dominio del hecho” como un concepto abierto31, lo
que implicará realizar una valoración particular en cada tipo penal.

27
SCS Rol Nº 8.809-2012. Redacción a cargo del Ministro Sr. Künsemüller.
28
Ídem, Considerando Sexto de la sentencia de reemplazo.
29
WELZEL, Hans, Derecho Penal Alemán, Parte General, Traducción de Juan Bustos y Sergio Yánez,
Editorial Jurídica de Chile, 11a ed., Santiago, 1976, pp. 143 y ss.
30
MIR, S, Derecho Penal…, p. 374.
31
ROXIN, Claus, Autoría y Dominio del Hecho en Derecho Penal, Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y
Sociales S.A., 7ª ed., Madrid, 2000, p. 149.
VI.- TEORÍA DE LA ATRIBUCIÓN NORMATIVA POR COMPETENCIA Y DEBER ESPECIAL

Si bien la teoría del dominio del hecho surge como una respuesta válida y generalmente
satisfactoria para la gran mayoría de los delitos contemplados en nuestro Código Penal,
esta solución parece no ser suficiente al tiempo de resolver los supuestos de autoría y
participación en los delitos especiales. Tal como señala JAKOBS, en los delitos
especiales, la teoría del dominio del hecho parece no ser la solución idónea. En estos
casos, existe una atribución normativa por competencia que va junto al deber
especial32. Para efectos de determinar la responsabilidad en los delitos donde
intervienen extraneus e intraneus, lo principal estará en determinar si el intraneus
genera o no un riesgo permitido y si es así, en razón de qué riesgo y qué causación
específica colaboró con la realización del resultado típico33.

VII.- PRIMER EJEMPLO: EL CASO DE LAS AUTOLESIONES

En términos generales, en el delito de lesiones la conducta típica consiste en “lesionar a


otro”, afectando el bien jurídico Integridad Corporal y Salud Física y Psíquica. En el
delito de lesiones, en consecuencia, se presenta una dificultad a efectos de determinar si
es que este delito admite la posibilidad de castigar cualquier tipo de intervención,
cuando es el sujeto activo el mismo que el pasivo. Dicha figura se denomina
“autolesiones” que en principio y dentro del marco de la integridad corporal, devendrían
en conductas atípicas, pues el bien jurídico afectado, tendría la particularidad de ceder
frente al consentimiento del hechor. Pero más importante que lo anterior, es que la
figura no está tipificada.34 Así como no se castiga el delito de suicidio (ni aun frustrado
o tentado), tampoco sería razonable castigar las autolesiones consumadas.

Así las cosas, en cuanto a la intervención en las autolesiones, debieran excluirse de la


imputación penal las conductas de encubrimiento y participación simple (art. 16) y
calificada (art. 15 N° 3).

Ahora bien, sobre la inducción, si siguiéramos el razonamiento de la Corte Suprema en


la que “[…] el intermediador actúa dolosamente y no como simple instrumento […],
por ende, si bien es mediador entre el que fuerza o induce y el resultado, es mucho más
que un medio de ejecución, y por ello es también autor, pero inmediato, lo que en
doctrina se denomina ‘el autor detrás del autor’, en donde coexisten dos acciones, la
del autor mediato, constituida por el empleo de la instigación […]”, debiéramos
concluir que dicha conducta debiera ser sancionada, atendido a que si bien el delito es
atípico para quien se autolesiona, no lo es para quien convence a otro de ejecutarlo, de
manera tal de que si es posible considerarlo autor “independiente” (elevándolo
posiblemente a la categoría de coautor), debiera aplicarse la sanción al inductor del art.
15 N° 2 CP.

32
Para una síntesis del concepto, Cfr. HOYL, G., Autoría…, pp. 40 y ss.
33
JAKOBS, G., “El Ocaso del Dominio del Hecho: Una contribución a las Normativización de los
Conceptos Jurídicos”, en El Sistema Funcionalista del Derecho Penal, trad. Manuel Cancio Meliá,
Instituto Peruano de Ciencias Penales, Grijley, 2001, pp. 167 y ss.
34
Mientras lo que se busque con la conducta sea únicamente afectar su propio bien jurídico. Es decir, no
se puede predicar lo mismo de quien tenga por objeto autolesionarse, por ejemplo, para cobrar un seguro.
Otro ejemplo, es el del art. 295 del Código de Justicia Militar, que sanciona a quien “por su propia
voluntad y con el objeto de sustraerse de sus obligaciones militares, se mutilare o se procurare una
enfermedad que le inhabilite para el servicio, aunque sea temporalmente […]”.
La pregunta es entonces: ¿Hay lógica en el razonamiento? La respuesta tenderá a ser
negativa por las siguientes razones.

1. Conforme a la teoría del dominio del hecho, según las bases ya asentadas, el que crea
en forma determinante en otro la voluntad de lesionarse, solo interviene en la fase
preparatoria (proposición, no punible) donde queda a la voluntad del agente (inducido y
sujeto pasivo) la realización final o no de la conducta autolesiva35. Al faltar el dominio
de la acción, de la voluntad o del hecho funcional, no es posible catalogar la conducta
como propia de autoría no obstante nos encontremos frente al supuesto del art. 15 N° 2.
En consecuencia y siguiendo a MIR PUIG, podemos establecer que el hecho le pertenece
como propio al inducido, por lo que la conducta deviene siempre en atípica si es que
consideramos que lo propio del partícipe, es cooperar en el hecho de otro.

2. En el marco del suicidio, el legislador optó por regular expresamente las conductas de
auxilio (art. 393 CP) porque precisamente la colaboración en esta muerte, no es
abarcada en lo que se entiende tradicionalmente por matar a otro. En efecto, “es
evidente que hay dominio del hecho del que determina siempre que (pero también sólo
cuando) se dan los requisitos del § 52 StGB, esto es, siempre que se ha forzado a
suicidarse al afectado mediante violencia irresistible o mediante amenaza con peligro
para la vida o la integridad física para el mismo o un allegado suyo”.36 No existe, en
consecuencia, una pena para quien instiga a otro para se suicide37.

3. Ese déficit en el dominio del hecho, quedará cubierto cuando este interviniente
abarque y domine la voluntad, la acción o el dominio del hecho funcional de quien se
autolesiona, de manera tal que pasará a ser autor mediato del delito. Ahora bien, al
tratarse de un autor mediato, ya no estamos tratando aquí efectivamente de una
autolesión, sino de la confluencia entre el sujeto pasivo y el ejecutor de las lesiones. Se
mantiene entonces, el verbo rector de herir, golpear o maltratar de obra a otro, siendo la
única particularidad que se la acción típica, se realiza a través del mismo sujeto pasivo.
No cabe en consecuencia, hablar de inducción, sino de autoría en el delito de lesiones.

De lo manifestado anteriormente, no es posible afirmar, en consecuencia, que ser


inductor de un delito, sea lo mismo que realizarlo a través de otro. Se aprecian amén de
este supuesto y de las diferencias entre la autoría y la participación ya revisadas, casos
en que relucen sus diferencias sustanciales. Es por consiguiente una necesidad
imperiosa, hacer respetar los atributos propios de la inducción y separarlos
conceptualmente de los supuestos “puros” de autoría. En el mismo sentido, si bien la ley
considera como autor al inductor para efectos de pena, no es posible independizarlo ni
aislarlo sistemáticamente, ya que por definición, el partícipe, interviene en un hecho
ajeno38.

VIII.- SEGUNDO EJEMPLO: CASO DEL INDUCTOR INTRANEUS CON AUTOR EXTRANEUS

Respecto a los supuestos de autoría y participación relativos a los delitos denominados

35
Se excluye de este análisis, el caso de participación en las autolesiones de un inimputable. Sobre esta
materia, Cfr. ROXIN, C., Autoría…, pp. 263 y ss. Asimismo, JAKOBS, G., Derecho Penal…, pp. 780 y ss.
36
ROXIN, C., Autoría…, p. 185.
37
En el mismo sentido, Cfr. GARRIDO, Mario, Derecho Penal. Parte Especial, Editorial Jurídica de
Chile, Santiago, t. III, p. 129.
38
En el mismo sentido, con sus matices POLITOFF, S.; MATUS, J.; RAMÍREZ, M., Lecciones…, p. 405.
especiales, deberemos considerar las tres posiciones que pueden servir para solucionar
estos casos. Será lo mismo que se predique del delito especial propio o impropio, en
tanto que se mantenga la indivisibilidad del título de imputación, que no es otra cosa
que la atribución normativa de la conducta típica objetivamente realizada. Para efectos
de una exposición más clara sobre la materia, se examinarán estos supuestos a la luz del
delito de parricidio.

Como señala acertadamente GARRIDO39, la problemática relativa a la autoría y


participación, estarán dadas por variadas situaciones, que pueden aunarse en 3 grupos:
a) Coautoría entre persona calificada (intraneus) y no calificada (extraneus); b) autor
único calificado (intraneus) y partícipes no calificados; y c) autor único no calificado
(extraneus) con partícipes que poseen la calidad considerada en el tipo para los autores.

Por una parte, se ha sostenido por algunos, que para los coautores debe atenderse a la
calidad especial que ostentan, de manera tal que serán personalmente responsables y en
forma individual por la comisión del delito. Así, los que conjuntamente y conforme a un
plan global, acuerdan y dan muerte a una persona, responderán de parricidio si en su
persona concurren las relaciones que emanan del art. 390 CP, y de homicidio, en
aquellos que no ostenten dicha calidad.

Otra solución será la de propugnar por lo que se denomina “indivisibilidad del


título de imputación”. Aquí lo que importa es que el delito que se comete es uno sólo,
por lo que todos tendrían que responder del mismo, independiente que en ellos concurra
o no la calidad especial. El quid del asunto, sería atender al dolo del (co)autor no
cualificado, de manera tal que si ambos conociesen y quisiesen realizar un parricidio,
ambos cometerían ese delito y no el de homicidio (respecto del no calificado). En
definitiva, esta postura, se centraría en el dolo y no en la posición real que ocupa cada
persona en torno a la prohibición de afectar el bien jurídico (hecho punible).

Pareciera que al juzgar los casos particulares, debiéramos seguir la lógica


establecida en nuestro Código Procesal Penal. Lo que se investiga y acusa solo es una
“proposición de hecho punible” a condenar, la calificación jurídica del hecho quedará
siempre a manos del juez del fondo con la limitación del principio de legalidad. En,
consecuencia, cada cual debe responder por lo que puede “jurídicamente” responder y
no por lo que “moralmente” deba responder. En todo caso, no siendo el objeto de este
artículo esclarecer detenidamente los supuestos de coautoría, dejaremos planteados
simplemente que la respuesta deberá a tender a validar la primera opción, ya que, no
obstante el dolo de quien no concurre con calidad la especial, no puede catalogarse
como Parricida, atendido a que simplemente no tiene esa calidad especial.

Adentrándonos ahora sí en la materia, se profundizará en los casos de autoría e


inducción. Una muestra de las distintas posiciones en este sentido, se expondrá a
continuación respecto al juzgamiento de un caso particular. Las sentencias, discurren en
el tratamiento que ha de darse a quien es inductor (cónyuge – intraneus) de la muerte de
su marido y a quien, siendo un tercero (extraneus) ejecuta el acto de matar.

Sobre el punto, la SCA de San Miguel40 señala (voto de mayoría): “La cónyuge del
occiso que actúa en calidad de instigadora responde por el delito de parricidio en tanto
39
GARRIDO, M., Derecho Penal…, p. 84.
40
SCA de San Miguel de 9 de agosto de 1999, Rol de Ingreso Nº 3417-1998.
que el autor material - un desconocido - lo hace por el de homicidio (calificado).”

Por su parte, el voto de minoría señala41: “A juicio de quien disiente, la concreta


solución […], no pueden efectuarse sino a partir del tipo penal efectivamente realizado,
[…] que se adecue plenamente la conducta lesiva ejecutada [.-] Que, […] el castigo
[…]como autora de parricidio, […] no se conforma con el rol directriz y troncal que el
hecho típico efectivamente cometido en la realidad desempeña, en la búsqueda del
título de imputación, cuando, como en este caso, el ejecutor material ha sido un
‘extraneus’ y al ‘intraneus’ le ha cabido una conducta accesoria a la descrita en el tipo
que recoge o capta perfectamente la acción de aquel ejecutor […].”

Hasta aquí, se observan que las posibles soluciones al caso del “Inductor intraneus con
autor Extraneus”, resultarían para el voto de mayoría de la Iltma. Corte de Apelaciones,
como propias de la conducta típica de Parricidio. Por su parte, el voto de minoría,
vendría a señalar que no se trata de una cualidad personal agravatoria (propia del art. 64
CP), sino precisamente de otro delito, denominado parricidio, que sanciona únicamente
(pero siempre que) cuando concurra la calidad que el art. 390 CP señala.

Según esta última posición, los supuestos de comunicabilidad o incomunicabilidad del


art. 64 CP, solucionan la responsabilidad penal del extraneus, que interviene en el
delito, pero no la del intraneus inductor. No es posible solucionar así los casos
precisamente porque el inductor, en tanto partícipe, lo es respecto del hecho de otro que
comete homicidio. Por lo tanto y solo en razón de aquello es que puede aplicarse la
agravante de parentesco, sin entrar a calificar de parricidio respecto de esta situación.

Finalmente, respecto a este mismo caso, se pronuncia la Excma. Corte Suprema, a


través de su Ministro redactor, Sr. Enrique Cury Urzúa, sentenciando: “Siendo el
auténtico autor un ‘extraneus’ y la partícipe (inductora) un ‘intraneus’, en quien
concurre la característica personal de cónyuge, propia del tipo de parricidio, esta
relación es una circunstancia de agravación incorporada al tipo base de ‘matar a
otro’, la que, conforme al artículo 64 del Código Penal debe ser apreciada y enjuiciada
separadamente en contra de quien es portador de ella, determinándose una
exasperación de la pena del delito base. No es aceptable la tesis de que siendo el
ejecutor un ‘extraneus’, no se le puede imputar al partícipe cónyuge del occiso un
parricidio, por cuanto es un homicidio el delito efectivamente perpetrado”42.

De los fragmentos transcritos, brotan las distintas concepciones acerca de la


autoría y participación en los delitos de Parricidio y Homicidio (simple o calificado).
Para la Corte Suprema y la Corte de Apelaciones de San Miguel, los dos primeros sería
figuras agravadas del delito base Homicidio simple, siendo que para el voto de minoría
de la Corte de Apelaciones de San Miguel, el Parricidio se trataría como un delito
especial impropio.

Haciendo referencia al voto de minoría citado “es oportuno mencionar que del mérito
de los antecedentes no aparece que la sentenciada hubiera mantenido el pleno dominio
del hecho encomendado al sicario, pese a haber existido un acuerdo o convención, no

41
Voto de minoría a cargo del Sr. Abogado Integrante, don Carlos Künsemüller L. Se consigna también
en el voto: “[…] la encausada indujo a la ejecución del hecho típico homicidio, no a la realización de un
parricidio, delito éste que el ejecutor no podía realizar”.
42
Cfr. C.S., 22 de septiembre de 1999, RDJ, t. XCVI, sección 4º, nº3.
siendo factible atribuirle una actuación de autora mediata. Por lo demás, el autor
mediato ha sido definido entre nosotros como el que, para ejecutar la conducta típica
se sirve como instrumento de un tercero, del cual abusa a fin de obtener que la realice
materialmente [...], noción en la cual no encaja en modo alguno, la real situación y
vinculación habida entre los mandantes y el mandatario del presente caso”43.

De las posiciones transcritas y enunciadas, se recurrirá nuevamente a GARRIDO,


haciendo alusión a los cuatro factores que debemos considerar para resolver estos
supuestos: a) Indivisibilidad del título de imputación; b) Accesoriedad del Inductor; c)
Posibilidad de asimiliar las calificantes a las circunstancias agravantes generales; y d)
Relevancia de las acciones individuales o colectivas.

Conjugando todos estos factores, y en relación con la indivisibilidad del título de


imputación, me parece razonable para el caso de coautoría propiamente tal (no cuando
concurren simplemente aquellos considerados autores), y especialmente respecto de la
inducción, que debe dividirse el título de imputación respecto de todos aquellos que
simplemente no pueden realizar el tipo penal por no estar dentro del círculo de autores.
Por otra parte, siguiendo la accesoriedad del partícipe, este responderá según su
colaboración dolosa en el hecho ajeno, no pudiendo responder por otra figura que la del
autor propiamente tal (sea mediato o inmediato). Me parece que conforma un atentado
contra el principio de legalidad, utilizando estaos argumentos, castigar al partícipe por
un tipo penal diferente al del autor, toda vez que el único motivo de castigo (y que se
esgrime) es haber colaborado en el delito ajeno. Concuerdo con Garrido cuando señala
que no es posible utilizar el art. 64 CP para castigar al Inductor como parricida, ya que
esta se refiere a las agravantes generales y no a los elementos del tipo penal (como en el
caso del parricidio). Sin embargo este autor, refiere que el dolo sería el elemento central
para determinar tanto en la autoría como en la participación, si debe resolverse el caso
como homicidio o parricidio. Señala que la accesoriedad aquí no tiene cabida, pues es
más importante la naturaleza de la acción individual de cada uno. Concluye con las
siguientes palabras: “En realidad, se ha magnificado el alcance del principio de
accesoriedad en desmedro de la valoración de las acciones individuales de los distintos
participantes –que es lo relevante-, con resultados francamente absurdos”44.

Respecto a esta última cita, sólo sería posible congeniar con esa idea, si se
entendiera a la participación como un tipo penal independiente a la autoría, de manera
tal que el inductor fuere autor de su propio delito. Pero esto no es más que un juego de
palabras. Nuestra legislación estructura la participación en base a la pena que le
corresponde al autor (que según el art. 50 CP corresponde a la pena señalada por la ley)
por lo que, conservando la inducción su dependencia con el hecho principal, no podrá ir
más allá de la pena del autor propiamente tal. La accesoriedad de la participación
(incluida la inducción) no tiene por objeto disminuir la per se la pena del partícipe, sino
que es la consecuencia lógica del reconocimiento de ese carácter.

IX.- NUEVOS DESAFÍOS EN TORNO A LA VALORACIÓN DE ALGUNAS HIPÓTESIS DE


INDUCCIÓN

43
Voto de minoría en SCA de San Miguel de 9 de agosto de 1999, Rol de Ingreso Nº 3417-1998.
44
GARRIDO, M., Derecho…, p. 85.
Si bien, hasta ahora, se ha intentado de explicar con los elementos tradicionales cómo ha
de entenderse la inducción conforme a su característica propia de ser una figura
dependiente de la autoría, es necesario aportar algunos elementos propios de la
evolución de la teoría del delito.

Manteniendo el caso anterior, ¿qué ocurre si se considera al inductor intraneus, en


posición de garante por su actuar precedente como un verdadero autor accesorio? El
fundamento de la punibilidad estaría dado ahora por concurrir en el delito en comisión
por omisión, es decir, el fundamento de su punibilidad ya no estaría simplemente dado
por inducir al hecho de un tercero (ni tener dolo de parricida), sino por configurarse un
deber especial de protección respecto de ese bien jurídico. El hecho de aumentar el
riesgo con su actuar precedente (que lo hace garante especial del delito de Parricidio),
podría ser una nueva fuente de posición de garante, que sumada a la otra fuente
(relación de familia) justificaran la sanción a título de autor (ahora del art. 15 N°1 CP)
por su calidad de cónyuge. La solución en este sentido, para los delitos especiales
impropios quedará sujeta a la misma discusión acerca de si puede o no cometerse el
parricidio por omisión, y en especial si es posible usar una fuente de posición de
garante, para vincular la omisión al resultado, y otra, para establecer con su relación de
familia, la calificante de Parricidio. Lo que sí es contrario al non bis in ídem, es a todas
luces, utilizar dos veces la misma fuente de posición de garante, para imputar la
omisión, a la vez que se califica la tipicidad.

Respecto a los delitos especiales propios, esta solución podría prima facie
resultar satisfactoria, ya que en realidad, al tratarse de delitos de infracción de un deber,
el inductor intraneus (titular de ese deber) fundamenta su responsabilidad ya no al
inducir al delito “imposible” del autor material extraneus, sino que infringiendo ese
deber de protección del bien jurídico, por el incremento del riesgo de manera tal que su
injerencia (sumado a su deber especial), lo convierte ahora como candidato objetivo de
ser autor omisivo del delito especial. Se invierten así los papeles y el extraneus (autor)
se vuelve partícipe en el hecho ajeno.45

Sobre lo anterior, es decir, sobre las relaciones de la comisión por omisión en


cuanto a la autoría mediata y la inducción y sus aplicaciones conforme a la imputación
objetiva, estos exceden los límites de este artículo, lo que obligará a tratarlos en otro
trabajo.

X.- CONCLUSIONES

Lo que se ha intentado con este trabajo, es reforzar las diferencias teóricas y


prácticas entre la autoría y la participación, en especial, con la inducción. A
continuación, se presentan las conclusiones a que se permite arribar en este trabajo:

1. Las diferencias entre autoría e inducción, se establecen en los mismos términos que
para la autoría (mediata o inmediata) y la participación. En la mayoría de los casos,
resulta adecuado seguir la teoría del dominio del hecho, de manera tal que quien
ostenta el real dominio de la acción en sentido amplio, debe ser catalogado de autor

45
Sobre este punto, quedaría por determinar a qué título responde el partícipe ejecutor.
y quien no lo posee, debe responder por su colaboración (sin dominio) en el hecho.
2. Según lo anterior no es posible juzgar como tipo de autoría, a la inducción, no
obstante tener la misma penalidad en la mayoría de los casos. Sus estructuras
difieren sustancialmente y por lo tanto debiera exigirse para compensar su idéntica
punibilidad, la mayor rigurosidad posible al tiempo de catalogar el supuesto como
propio de la inducción.
3. En situaciones en que se presenta divergencia en la coautoría (dos autores
divergentes y un partícipe), debe primar el carácter accesorio de la participación, ya
que el inductor lo es del autor que a su vez, debe ser juzgado conforme al tipo penal
que se ajuste a su conducta. En consecuencia, habiendo varios coautores, que
acuerdan realizar el parricidio de uno, responderá el inductor con la pena de quien
indujo. En caso de existir inducción a ambos, deberá responder con la pena del
inducido al delito más grave.
4. Así, el inductor de una persona de comete homicidio, conforme a la fórmula
tradicional responde como autor del hecho principal, no obstante mantenga la
calidad de ascendiente, descendiente, cónyuge, ex cónyuge, conviviente o ex
conviviente con el sujeto pasivo. Concuerdo en este sentido con Künsemüller, en
que será aplicable en este caso, para el inductor, la agravante de parentesco del art.
13 por concurrir en él una circunstancia que agrava su penalidad, sin afectar la
estructura nuclear del tipo penal46.
5. Siendo el autor material, autor de parricidio, el inductor responderá como autor de
parricidio, si es que el inductor (conforme a las reglas generales), conocía que su
contribución lo era a un delito de parricidio.
6. Por otra parte, no queda del todo claro que el nivel de dolo exigido para efectos de
determinar inducción, sea siempre el dolo eventual. Por un lado si al cooperador
necesario (art. 15 N° 3 CP) le exigimos dolo directo de “concierto previo”, (y para
concertarse hay que conocer y querer) no parece proporcionado que en el caso de la
inducción no sea necesario lo mismo, sobre todo si la pena a aplicar debe ser
normativa y significativamente equivalente a la del autor. Lo anterior, además,
permite armonizar los casos en que del inducido solo puede cometer el delito con
dolo directo, por ejemplo, en caso de la castración.
7. En cuanto a las diferencias entre autoría mediata e inducción, esta clasificación
tendrá importantes consecuencias prácticas. En efecto, la punibilidad en la tentativa
del delito, para la inducción, se regirá por las reglas generales (tentativa del
inducido, ejecutor). En cambio, si se determina autoría mediata, la tentativa del
delito comenzará respecto del autor mediato, con la utilización del instrumento.
8. Parece sin embargo, que la proporcionalidad entre conducta y pena, se ve alterada a
tratar siempre con la misma vara, la autoría y la inducción. De lege ferenda, debiera
sostenerse al menos, una atenuación facultativa.

46
Lo anterior, salvo el caso de equiparar su contribución a la de un verdadero autor cuya posición de
garante sumada a la creación de riesgo por injerencia, permitieran catalogar su actuación como de autor
directo, cuestión que como se dijo, requerirá de un estudio especial.
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