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2ª IMAGEN (LA GLORIA)

En esta obra llamada La Gloria que fue un encargo personal del


Emperador Carlos I a Tiziano, fechada entre 1551 y 1554 durante su
segunda estancia en Augsburgo, también denominada por él El
Juicio Final , considerada por su gran simbolismo, una de las más
apreciadas y valoradas por el emperador durante sus días finales,
en su retirada en el Monasterio de Yuste.
Se trata de un óleo sobre lienzo realizado en plena época
renacentista por el pintor italiano, existiendo un estrecho vínculo
entre ambos, para la creación de ésta pintura era necesario unir el
prestigio del artista con la importancia y grandeza de quién
reclamaba su realización.
Su estilo es el manierismo, en donde se cambian las formas de
pintar y el artista opta por alejarse del clasicismo, dando rienda a
su creatividad y a la abstracción , por lo tanto, esta pintura tiene
una difícil interpretación.

Por su compleja iconografía, se puede deducir la relación existente


entre el poder reflejado en este cuadro por la figura del emperador,
sin portar la corona, pero que el espectador ve a sus pies y gracias
a la genialidad de Tiziano por transmitir esta información, situando
a Carlos I de una forma terrenal, para posteriormente alcanzar el
paraíso, debido a su devoción católica y signo de su imperio.
Se puede observar también la cercanía al poder del artista, que
siguiendo las instrucciones del emperador, se incluye la obra junto a
los personajes principales: la familia real, al completo, San Juan,
Bautista, San Juan, Evangelista, David, Noe y Moises transmitiendo
el mensaje que la Trinidad y la Virgen con túnica azul, son lo
verdaderamente importante por encima incluso del monarca y de
cualquier poder terrenal.
Otro aspecto destacable de la relación personal entre monarcas y
artistas, es el hecho de valorarles y elevarles a un nivel social
superior, que en este caso concreto mantuvieron; nombrando Carlos
I a Tiziano, caballero de la Espuela de Oro y Conde de palatino,
siendo así su pintor preferido a través de los muchos años de su
intensa relación.

Debido a la confianza, esta obra le fue encargada por la obsesión


con la muerte que tenía el Emperador, era imprescindible crear una
imagen en la que se aproximaría al juicio final y la salvación de su
alma, no se deja nada al azar y las instrucciones para su realización
son precisas, así se convertiría la gloria en su preferida,
llevándola al Monasterio de Yuste, y contemplándola en los últimos
momentos de su vida, abrazado a un rosario cuando murió.

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