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La pintura La Gloria fue encargada por el emperador Carlos I a Tiziano entre 1551 y 1554. Representa el Juicio Final y fue muy valorada por el emperador, quien la llevó con él al monasterio de Yuste. La pintura muestra el poder del emperador a los pies de la Trinidad y la Virgen, así como la cercanía entre el artista y la familia real. Tiziano incluyó retratos de sí mismo y de Carlos I siguiendo las instrucciones precisas del emperador, quien buscaba representarse alcanzando el
La pintura La Gloria fue encargada por el emperador Carlos I a Tiziano entre 1551 y 1554. Representa el Juicio Final y fue muy valorada por el emperador, quien la llevó con él al monasterio de Yuste. La pintura muestra el poder del emperador a los pies de la Trinidad y la Virgen, así como la cercanía entre el artista y la familia real. Tiziano incluyó retratos de sí mismo y de Carlos I siguiendo las instrucciones precisas del emperador, quien buscaba representarse alcanzando el
La pintura La Gloria fue encargada por el emperador Carlos I a Tiziano entre 1551 y 1554. Representa el Juicio Final y fue muy valorada por el emperador, quien la llevó con él al monasterio de Yuste. La pintura muestra el poder del emperador a los pies de la Trinidad y la Virgen, así como la cercanía entre el artista y la familia real. Tiziano incluyó retratos de sí mismo y de Carlos I siguiendo las instrucciones precisas del emperador, quien buscaba representarse alcanzando el
En esta obra llamada La Gloria que fue un encargo personal del
Emperador Carlos I a Tiziano, fechada entre 1551 y 1554 durante su segunda estancia en Augsburgo, también denominada por él El Juicio Final , considerada por su gran simbolismo, una de las más apreciadas y valoradas por el emperador durante sus días finales, en su retirada en el Monasterio de Yuste. Se trata de un óleo sobre lienzo realizado en plena época renacentista por el pintor italiano, existiendo un estrecho vínculo entre ambos, para la creación de ésta pintura era necesario unir el prestigio del artista con la importancia y grandeza de quién reclamaba su realización. Su estilo es el manierismo, en donde se cambian las formas de pintar y el artista opta por alejarse del clasicismo, dando rienda a su creatividad y a la abstracción , por lo tanto, esta pintura tiene una difícil interpretación.
Por su compleja iconografía, se puede deducir la relación existente
entre el poder reflejado en este cuadro por la figura del emperador, sin portar la corona, pero que el espectador ve a sus pies y gracias a la genialidad de Tiziano por transmitir esta información, situando a Carlos I de una forma terrenal, para posteriormente alcanzar el paraíso, debido a su devoción católica y signo de su imperio. Se puede observar también la cercanía al poder del artista, que siguiendo las instrucciones del emperador, se incluye la obra junto a los personajes principales: la familia real, al completo, San Juan, Bautista, San Juan, Evangelista, David, Noe y Moises transmitiendo el mensaje que la Trinidad y la Virgen con túnica azul, son lo verdaderamente importante por encima incluso del monarca y de cualquier poder terrenal. Otro aspecto destacable de la relación personal entre monarcas y artistas, es el hecho de valorarles y elevarles a un nivel social superior, que en este caso concreto mantuvieron; nombrando Carlos I a Tiziano, caballero de la Espuela de Oro y Conde de palatino, siendo así su pintor preferido a través de los muchos años de su intensa relación.
Debido a la confianza, esta obra le fue encargada por la obsesión
con la muerte que tenía el Emperador, era imprescindible crear una imagen en la que se aproximaría al juicio final y la salvación de su alma, no se deja nada al azar y las instrucciones para su realización son precisas, así se convertiría la gloria en su preferida, llevándola al Monasterio de Yuste, y contemplándola en los últimos momentos de su vida, abrazado a un rosario cuando murió.