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La Ultima Cena

Autor: Leonardo Da Vinci

Tema.

La pintura representa la Última Cena que


celebra Jesús en compañía de sus
discípulos.

Técnica.

Técnica de óleo

Composición.

Se encuentra regida por un fuerte rigor geométrico puesto al servicio del tema y su lectura. Parte
de una simetría marcada por Cristo como eje. Su figura, en forma piramidal (como es muy
habitual en el pintor) ocupa una porción importante del espacio central, aislado del resto y
recortada a contraluz contra la ventana que, con su frontón curvo, vuelve a remarcar su figura,
casi como si fuera un nimbo.

A sus lados, los apóstoles se ordenan en dos grupos de tres personajes que se relacionan entre sí a
través de los gestos de las manos. Estos grupos generan una serie de tensiones internas y
contrapesadas dentro del lienzo (al modo de un contrapposto clásico), y así, mientras a la
izquierda de Cristo los apóstoles más cercanos retroceden, este movimiento se contrapone y anula
con los de la derecha, que avanzan. El mismo efecto, aunque suavizado por la distancia, se opera
en los grupos exteriores, quedando de esta manera Cristo como el centro inmóvil de las tensiones,
lo cual reafirma aún más su preponderancia dentro del lienzo.

Línea.

Resulta muy complicado su análisis debido al mal estado de conservación de la obra. Sin
embargo, y basándonos en otras obras, debemos pensar que se encuentra muy estudiado (se
conservan multitud de bocetos parciales de la obra) aunque posteriormente matizado por el uso
de la luz (sfumato) que eliminaría el carácter lineal típico del Quattrocento y nos acercaría a la
futura escuela veneciana iniciada por Giorgione, acaso por influencia de Leonardo.

Color.

Se encuentra sometido a la composición simétrica que realza la figura de Cristo. De esta forma se
emplea de forma equilibrada, sobre todo en los dos básicos (azul y rojo), que se distribuyen por el
cuadro haciendo pareja con el lado contrario. Esta alternancia se culmina en la figura de Cristo,
dividida en dos zonas cromáticas que resumen todo el cuadro.
El resto del lienzo está ocupado por tonos terrosos de carácter neutro que eliminan distracciones y
concentran la mirada en la acción.

Luz.

Encontramos dos focos de luz en la obra. Uno procede desde el exterior, a la izquierda del
espectador. Su función es iluminar la escena y sus personajes suavemente, sin crear un claroscuro
excesivo ni expresivo. No tiene, por tanto, otras funciones que las descriptivas, sin intenciones de
dar mayor intensidad a la escena.

En el fondo, tras la tres ventanas abiertas, proviene otra luz, esta vez exterior y azulada. Su origen
puede encontrarse en el mundo flamenco del que tantas cosas extraería Leonardo (luz fría y
azulada, las ventanas que producen un diálogo interior-exterior, la propia técnica del óleo...).

Esta doble disposición de luces tendrá un amplio eco en autores posteriores, como Tiziano o el
propio Velázquez en sus Meninas.

ESPACIO.

Leonardo utiliza en la obra tres formas de conseguir un espacio tridimensional. Por una parte las
paredes y el techo crean líneas de fuga a través de los tapices y casetones que nos conducen hacia
la pared del fondo (perspectiva lineal).

Por otra parte se busca una definición del espacio a través de la nitidez de los perfiles (más
cuanto más cerca) que contrastan con el fondo azulado y borroso del paisaje tras las ventanas.
(Perspectiva aérea).

Además de lo dicho, en todo el lienzo se recurre a la alternancia rítmica de zonas claras y oscuras
en profundidad que consiguen crear la impresión tridimensional.

Es importante señalar que Leonardo no quiso, tan sólo, crear este artificio de tridimensionalidad
en el espacio representado, sino que intentó unificar éste (el figurado) con el real del propio
refectorio. La forma de realizarlo se basa en conseguir una simulación de continuidad en la zona
pintada que se cubre con la misma techumbre que la real, sigue el ritmo de las paredes repitiendo
sus mismos motivos e incluso es iluminada desde el mismo lado (la izquierda) que la sala real.

De esta manera se consigue unificar escena con realidad, acercando el tema al espectador que se
siente incluido en el mismo espacio. (Esta técnica de engaño visual será continuada con especial
interés durante toda la época barroca).
La Ultima Cena

Autor
Tiziano Vecellio Tiziano

Tema.

La pintura representa la Última Cena que celebra Jesús en compañía de sus discípulos.

Fecha
1563-66

Material
Óleo sobre lienzo

Estilo
Renacimiento Italiano

Escuela
Venecia

Dimensiones
208,5 x 463 cm.

Museo
Monasterio de San Lorenzo de El Escorial

Tiziano tuvo en Felipe II a su mejor cliente, realizando en sus últimos años numerosas obras para
el monarca español, tanto de carácter profano -las famosas poesías- como sagrado. Entre estas
últimas, de la que más documentación poseemos es la Ultima Cena que en 1574 fue trasladada a
El Escorial, para ser instalada en el refectorio del monasterio. En esta ocasión será cortada por los
cuatro lados, especialmente en la zona superior lo que resta majestuosidad a la arquitectura del
fondo. Tiziano sigue a Leonardo en la organización compositiva, disponiendo a Cristo en el
centro de una larga mesa y ubicando a los apóstoles en diferentes grupos alrededor del Salvador.
En primer plano observamos una serie de cacharros de cobre con los que se acentúa la
perspectiva y al fondo se abre un paisaje crepuscular muy del gusto del maestro de Cadore.
Algunos especialistas consideran que trabajaron en el lienzo sus ayudantes, siendo de la mano de
Tiziano la zona derecha, donde se puede reconocer a Pedro y Judás, representados ambos en un
impactante "contrapposto". Una reciente restauración ha permitido eliminar los repintes que
permiten confirmar la participación del maestro en buena parte del lienzo, reconociéndose en el
rostro de San Pedro un autorretrato del pintor, en sintonía con el que guarda el Prado. Las luces
empleadas crean contrastes efectistas muy habituales en la década de 1560, consiguiendo así
crear un mayor dramatismo en las escenas. Los colores en este trabajo son bastante más variados,
utilizando como base los rojos, azules, blancos y pardos. El resultado es una obra de gran impacto
visual con la que Felipe II quedó altamente satisfecho.

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