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“El suplicio del Apolo cristiano”

Jacqueline Quintero Domínguez.

La obra a analizar tiene el nombre de San Sebastián de uno de los principales artistas del

renacimiento del norte de Italia; Andrea Mantegna. Cabe aclarar que, San Sebastián es el

tema de tres pinturas, las cuales fueron hechas y terminadas en diferentes momentos de su

vida.

Conviene precisar que, para comenzar se puede ver que las tres pinturas tienen una

dirección vertical que para equilibrarse se interceptan con pequeñas fuerzas horizontales que

son obtenidas gracias a las flechas que lo atraviesan, exceptuando por supuesto, la primera

pintura con la flecha principal y la que difiere la cual posee una fuerza diagonal, esta flecha

atraviesa la quijada hasta la frente, la fuerza diagonal le da peso a la parte inferior derecha y

se compensa entonces quitándole peso a la parte superior izquierda.

La primera pintura de San Sebastián fue realizada en Viena entre los años 1456 a

1457 en tabla con dimensiones de 68 x 30cm, fue terminada poco antes de que el artista

dejara la ciudad. Mantegna presenta a San Sebastián, un santo venerado por la iglesia católica,

en lugar de retratar una vez más la figura clásica de Sebastián atado a un poste en el campo

Marzio de Roma, el artista decidió cambiar un poco la perspectiva pintándolo contra un arco,

podría ser el arco del triunfo y bien en la segunda pintura podría ser la puerta de una ciudad.

Se muestra una claridad de la superficie, el pintor, por haber recibido en Padua un

profundo conocimiento hacia el arte antiguo y la arqueología clásica, retrató al fondo

perfectamente entre ruinas arqueológicas, con estos grandes detalles arquitectónicos,


mostrando al hombre y al pilar con colores cálidos, tonos naranjas y el azul del cielo el cual

lo logra contrastar. El mártir muestra una postura elegante con su cuerpo semi desnudo,

ligeramente desproporcionado con respecto a su torso, vistiendo solamente una toga

amarrada en su cadera, con la cabeza y los ojos inclinados hacia arriba y con una variedad de

flechas clavadas en distintas partes su cuerpo. Actualmente se encuentra en el museo de

historia del arte de Viena.

La segunda pintura es la del San Sebastián del Louvre, fue pintada tiempo después en

1480, en óleo sobre lienzo con las dimensiones de 255 x 140, el santo Sebastián atado a una

columna corintia, el diseño de la columna en la primera pintura y la segunda es diferente. La

pintura posee colores fríos, es observado casi desde la misma perspectiva que el anterior

donde se contempla su figura bien estilizada, con las proporciones adecuadas del cuerpo

masculino semi desnudo con una toga amarrada en su cadera, los ojos y su cabeza mirando

hacia arriba con la misma expresión dolida en su rostro que se interpreta como soportando

su martirio.

No obstante, la diferencia en esta nueva pintura es que se muestran dos arqueros, y

el detalle al fondo de la antigua ciudad, es decir, las ruinas con el camino del acantilado, la

grava, las cuevas y la ciudad en la parte superior de la montaña, el cielo azul con nubes y

junto a los pies de Sebastián una planta de higuera.

El tercer San Sebastián fue pintado años después en 1490 en tabla con dimensiones

de 68 x 30cm en Venecia, difiere mucho a las dos composiciones anteriores, la figura del

mártir robusto y grandioso está presentado de pie en un umbral con fondo neutral color

marrón, se podría decir que hay una especie de rosario colgado en la parte superior del umbral,

su cabeza está también inclinada hacia arriba con una aureola dorada sobre él, igualmente
semi desnudo con una toga amarrada sobre su cadera, su cabello es castaño pero de un tono

más claro, en esta ocasión no tiene amarrado sus pies y en el suelo junto a él hay una vela en

la esquina inferior derecha, que en latín está escrito “Nihil nisi divinum stabile est. Caetera

fumus”, es decir, “nada es estable salvo lo divino. El resto es humo”. La pintura actualmente

se encuentra conservada en el museo del Ca’d’Oro en Venecia.

Andrea Mantegna nació en 1431 en Isola Mantegna, donde la poca información que

existe sobre sus orígenes lo definen como “de linaje humilde”, se sabe que él era campesino,

se dice que era un ganadero en el campo alrededor de su país. Por consiguiente, se convirtió

a edad temprana en aprendiz e hijo adoptivo de Squarcione. Mantegna fue el primer gran

clasicista de la pintura, su arte puede ser llamado entonces como un ejemplo importante del

clasicismo arqueológico. Era común ver al hombre renacentista quien solía estar escindido

por sus pasiones y su aprecio por la cultura.

Ahora bien, el artista paduano vivió en un período de plagas frecuentes, la peste se

extendió por Roma por mucho tiempo, por ende, San Sebastián fue considerado protector por

haber sido disparado con las flechas. Se dice que Sebastián es santo debido a que en un

principio era un respetado militar de una posición alta, ocultó por mucho tiempo su fe hasta

que fue denunciado al emperador Maximino por idolatría, quién lo obligó a escoger entre ser

soldado o seguir a Jesucristo, él escogió a Cristo por encima de su patria, en consecuencia,

el emperador lo condenó a muerte, ordenó que lo ataran a un pilar y entonces le lanzaron

centenares de flechas.

De modo que, el culto hacia él es muy antiguo, desde la época de la Roma pagana,

Sebastián comúnmente invocado contra la religión y la peste y llamado además como el

Apolo cristiano por ser uno de los santos con mayor capacidad para las artes en general.
Mantegna innovó la figura clásica del santo, un poco deformada por la perspectiva

nostálgica propia de él. Por lo tanto, las primeras dos pinturas tenían mucho color, pero la

tercera era ya bastante pesimista con colores sombríos. Mantegna experimentó la proporción

de la figura humana, su sensibilidad con el mundo clásico, desarrolló la perspectiva, es decir,

un ejemplo claro sería; al bajar el horizonte desde el acantilado donde crea una sensación de

mayor monumentalidad o el ángulo en el que se puede apreciar al mártir de pie.

En la pintura de San Sebastián del Louvre la expresión en su rostro es un poco más

profunda que la primera, donde se encuentra inclinado mirando hacia el cielo confirmando

la firmeza que posee al sobrellevar su martirio. Por otra parte, a sus pies, se muestran dos

arqueros que podrían interpretarse como malvados, los cuales hacen un contraste entre el

hombre divino, de fe trascendente y aquellos quienes sólo son atraídos por goces profanos,

por vicios humanos, es entonces observado lo divino y lo pagano.

Las ruinas clásicas típicas del fondo, aluden a las dificultades de alcanzar el Jerusalén

celestial, es decir, el paraíso. La ciudad fortificada que se encuentra en lo alto de la montaña,

representa la descrita en el capítulo 21 del apocalipsis. Asimismo en la pintura del San

Sebastián de Viena se presenta claramente en la esquina superior izquierda en una nube

blanca a un jinete con una guadaña, refiriéndose al libro de la revelación, del apocalipsis o

dicho de otra manera, el final de los tiempos, en ese entonces las personas vivían

constantemente atormentadas con enfermedades, hace alusión a que la tierra se convulsionará,

donde seremos juzgados por nuestras acciones y habrá un eterno sufrimiento, por esta causa

era un presagio de destrucción el interpretar a este jinete como Saturno.


Saturno era identificado como el titán griego; es decir, Cronos el dios del tiempo, él

tuvo el control durante la edad de oro por estar fuertemente vinculado con la fertilidad, la

agricultura, la fuerza y la justicia.

Él supuestamente enseñó a los romanos la agricultura y otras habilidades durante esta

época de sequía, él veía a todos los hombres como iguales y su gobierno entonces era justo.

Era el señor del tiempo quien gobierna, del cual no se puede evadir y el señor de las

tempestades, hace presencia en esta primera pintura debido a que se creía que el mundo estaba

acabándose, por ello recurrían a los santos, principalmente a San Sebastián protector.

Por último, cabe señalar a la planta higuera creciendo a los pies del santo en la

segunda pintura, dicha planta es muy importante para los romanos, aparecía en las monedas

antiguas del siglo II a.C, se dice que fueron de las primeras plantas cultivadas por el hombre,

era un árbol sagrado que simbolizaba la paz, así que, el arbusto creciendo a los pies de

Sebastián simboliza entonces la tranquilidad que se avecinaba después de atravesar

tempestades. Por el contrario, cuando las higueras se marchitaban era interpretada por los

romanos como una premonición de calamidades.

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