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PIZZOLO, Callogero - La Corte Interamericana, El Caso Kimel, La Calumnia y La Injuria
PIZZOLO, Callogero - La Corte Interamericana, El Caso Kimel, La Calumnia y La Injuria
Voces
LIBERTAD DE EXPRESION ~ CALUMNIA ~ PRINCIPIO DE LEGALIDAD ~
CONVENCION AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS ~ DERECHOS
HUMANOS ~ DELITOS COMETIDOS POR MEDIO DE LA PRENSA ~
INJURIA POR MEDIO DE LA PRENSA ~ PERIODISTA ~
RESPONSABILIDAD DEL PERIODISTA ~ DERECHO AL HONOR ~ JUEZ ~
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS ~ TIPICIDAD ~
DERECHO PENAL
Título: La Corte Interamericana, el caso Kimel, la calumnia y la injuria
Autor: Pizzolo, Calogero
Publicado en: LA LEY 2008-F, 446
Fallo Comentado: Corte Interamericana de Derechos Humanos
(CorteInteramericanadeDerechosHumanos) Corte Interamericana de
Derechos Humanos ~ 2008-05-02 ~ Kimel c. Argentina
Sumario: SUMARIO: I. Los cuatro elementos de la cuestión. - II. La
tipificación penal argentina de los delitos de calumnias e injurias
como violatorias de la CADH. - III. Falta de proporcionalidad en la
restricción: violación de la libertad de expresión (art. 13, incs. 1 y 2,
CADH). Tutela del derecho de crítica a funcionarios públicos. - IV. Los
principios de "intervención mínima del derecho penal" y de
"legalidad". - V. ¿Es la derogación de la injuria la solución?. - VI. El
carácter "preferido" de la libertad de expresión en una sociedad
democrática: derogación del artículo 113 (Código Penal).
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no se limitó a informar, sino que, además, emitió su opinión sobre los hechos
en general y sobre la actuación del [querellante], en particular. Y en este
exceso, de por sí dilacerante, se halla precisamente el delito que «ut supra»
califico"(7).
Conforme a lo relatado, el Tribunal actuante en primera instancia —
sentencia de 25 de septiembre de 1995— condenó a Kimel a la pena de
prisión de un año, en suspenso, así como al pago de $ 20.000 en concepto
de indemnización por reparación del daño causado, más costas.
Esta sentencia fue apelada ante la Sala VI de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional, la que mediante fallo de 19 de
noviembre de 1996 revocó la condena impuesta en los siguientes términos:
"cuando arriba a la sección que atañe a la investigación judicial [Kimel]
deja sentada su propia opinión, lo cual es criticado por la a quo, quien
interpreta que ello le estaría vedado y debería limitarse a informar. No
comparto este criterio [, …] lo importante es determinar si esta opinión
produce resultados desdorosos sobre terceros o está animada por secretos
fines sectoriales o tendenciosos, porque de no ser así, estaría sólo al servicio
del esclarecimiento y orientación al lector sobre un tema de interés público,
siempre y cuando haya sido vertida con responsabilidad profesional y con
conciencia de la veracidad de sus afirmaciones. Actualmente, no puede
concebirse un periodismo dedicado a la tarea automática de informar sin
opinar […] Este aislado juicio de valor[, concretamente la frase «la
actuación de los jueces durante la dictadura fue, en general,
condescendiente, cuando no cómplice de la represión dictatorial»] no
reviste la característica de una calumnia, porque ésta requiere la falsa
imputación de un delito concreto a una persona determinada, que dé motivo
a la acción pública […] [L]a crítica en la persona del Magistrado […] sólo
consiste en una estimación realizada por un lego en la materia sobre el
desarrollo de la pesquisa […] aunque Kimel no comparta su forma de
actuación, no se advierte en este parágrafo que haya querido expresarse
con el dolo que requiere la figura [de calumnia]"(8).
Al referirse al delito de injurias, el tribunal de apelación calificó el trabajo
de Kimel como "una breve crítica histórica" y agregó que "en es[a] labor no
ha excedido los límites éticos de su profesión". Asimismo, estableció que
"el querellado ejerció su derecho a informar de manera no abusiva y
legítima y sin intención de lesionar el honor del [querellante], ya que no se
evidencia siquiera dolo genérico, elemento suficiente para la configuración
del hecho ilícito bajo análisis"(9).
Esta decisión fue impugnada por el querellante mediante recurso
extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación (en adelante
CSJN). El 22 de diciembre de 1998, nuestra máxima instancia judicial
revocó la sentencia absolutoria de segunda instancia y remitió la causa a
la Cámara de Apelaciones en lo Criminal para que dictara nueva
sentencia. La CSJN consideró que la sentencia recurrida había sido
arbitraria al afirmar que: "en el caso, carecen de sustento los argumentos
expuestos por los jueces que suscribieron la absolución tendientes a
establecer la atipicidad de la calumnia. Ello es especialmente así, pues
únicamente de una lectura fragmentaria y aislada del texto incriminado
puede decirse —como lo hace el a quo— que la imputación delictiva no se
dirige al querellante"(10)
El 17 de marzo de 1999, la Sala IV de la Cámara de Apelaciones, siguiendo
los lineamientos trazados por la CSJN, confirmó parcialmente la sentencia
condenatoria de primera instancia en lo que respecta a las penas, pero en
vez de condenar a Kimel por injurias, consideró que se configuró el delito
de calumnia. La Cámara señaló que "en atención a los argumentos
esgrimidos por nuestro máximo tribunal, las expresiones vertidas por el
periodista [Kimel] dirigidas al querellante, resultan ser de contenido
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peligro eliminó todos esos problemas. Por ello, otra parte de la doctrina
entiende que la injuria es un delito de daño, descripto claramente en la
figura delictiva, aun cuando no se trate de un evento naturalístico. El
resultado aquí no se verifica desde un punto de vista pragmático, sino
desde abstracciones. El honor es un bien inmaterial en el que no es
posible identificar un objeto material sobre el que recae la acción y, por
ello, toda ofensa contra el honor, idónea y recibida, y comprendida, por
sus destinatarios (el ofendido y los terceros) constituye en esta postura
una lesión del bien del sujeto pasivo. El resultado de la acción no se mide
exclusivamente por la interpretación del destinatario ni exige la
producción de un resultadopsíquicodeterminado,comoocurreen otros
delitos de expresión. Una estafa requiere que la manifestación del autor
produzca una resolución desde el destinatario de disponer del patrimonio;
una amenaza genera temor; pero en la injuria no es necesario tal cosa ni la
generación de un determinado sentimiento en el aludido o los terceros.
De lo contrario, el destinatario podría interpretar erróneamente una
manifestación y descubrir una injuria que por su sentido objetivo no lo es.
Una persona puede ser desacreditada ante terceros en el sentido del
artículo 110 (Código Penal) y, sin embargo, éstos no cambiar de opinión
sobre la fama del aludido. El destinatario de una expresión deshonrosa
puede comprender perfectamente su sentido, pero ello, se concluye, es
totalmente independiente del dolor o indiferencia que tal manifestación
pueda causarle. Como se trata de un delito de resultado, la injuria se
consuma cuando llega al conocimiento de un tercero que la percibe y la
comprende intelectualmente. Ese tercero puede ser el aludido u otro.
En la sentencia del caso "Kimel", la Corte IDH se refiere al Derecho Penal
sosteniendo que éste "es el medio más restrictivo y severo para establecer
responsabilidades respecto de una conducta ilícita"(41). Concluyendo en
que: "La tipificación amplia de delitos de calumnia e injurias puede resultar
contraria al principio de intervención mínima y de ultima ratio del derecho
penal. En una sociedad democrática el poder punitivo sólo se ejerce en la
medida estrictamente necesaria para proteger los bienes jurídicos
fundamentales de los ataques más graves que los dañen o pongan en
peligro. Lo contrario conduciría al ejercicio abusivo del poder punitivo del
Estado"(42).
V. ¿Es la derogación de la injuria la solución?
Tomando en cuenta las consideraciones formuladas sobre la protección
debida de la libertad de expresión, la razonable conciliación de las
exigencias de tutela de aquel derecho, por una parte, y de la honra, por la
otra, y el principio de mínima intervención penal característico de una
sociedad democrática, el empleo de la vía penal —afirma la Corte IDH—
"debe corresponder a la necesidad de tutelar bienes jurídicos
fundamentales frente a conductas que impliquen graves lesiones a dichos
bienes, y guarden relación con la magnitud del daño inferido. La
tipificación penal de una conducta debe ser clara y precisa, como lo ha
determinado la jurisprudencia de este Tribunal en el examen del artículo 9
de la Convención Americana"(43).
Ello no significa que la Corte IDH estime contraria a la CADH cualquier
medida penal a propósito de la expresión de informaciones u opiniones
(44), "pero esta posibilidad se debe analizar con especial cautela,
ponderando al respecto la extrema gravedad de la conducta desplegada por
el emisor de aquéllas, el dolo con que actuó, las características del daño
injustamente causado y otros datos que pongan de manifiesto la absoluta
necesidad de utilizar, en forma verdaderamente excepcional, medidas
penales. En todo momento la carga de la prueba debe recaer en quien
formula la acusación". En este orden de consideraciones, la Corte IDH
observa los movimientos en la jurisprudencia de otros Tribunales
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agosto de 2004, Serie C Nr. 111, párrafo 124 (LA LEY, 2005-C, 36); y caso
"Lori Berenson", sentencia de 25 de noviembre de 2004, Serie C Nr. 119,
párrafo 125.
(21) Corte IDH, caso "Kimel", sentencia de 2 de mayo de 2008, Serie C Nr.
177, párrafo 67.
(22) Entre otros, Corte IDH, caso "Herrera Ulloa", sentencia de 2 de julio de
2004, Serie C Nr. 107, párrafos 121 y 123 (LA LEY 2002-C, 229); caso
"Palamara Iribarne", sentencia de 22 de noviembre de 2005, Serie C Nr.
135, párrafo 85; y caso "Claude Reyes y otros", sentencia de 19 de
septiembre de 2006, Serie C Nr. 151, párrafo 91.
(23) Cfr. Corte IDH, caso "Kimel", sentencia de 2 de mayo de 2008, Serie C
Nr. 177, párrafo 84.
(24) Idem, párrafo 85.
(25) En este sentido Corte IDH, caso "Herrera Ulloa", sentencia de 2 de
julio de 2004, Serie C Nr. 107, párrafo 128, y caso "Ricardo Canese",
sentencia de 31 de agosto de 2004, Serie C Nr. 111, párrafo 98. Sin
resaltar en el original.
(26) Corte IDH, caso "Herrera Ulloa", sentencia de 2 de julio de 2004, Serie
C Nr. 107, párrafo 129, y caso "Ricardo Canese", sentencia de 31 de agosto
de 2004, Serie C Nr. 111, párrafo 103.
(27) Idem.
(28) Corte IDH, caso "Kimel", sentencia de 2 de mayo de 2008, Serie C Nr.
177, párrafos 87 y 88. Sin resaltar en el original.
(29) Idem, párrafo 89.
(30) Idem, párrafo 92.
(31) Idem, párrafo 93. Sin resaltar en el original.
(32) Idem, párrafo 94.
(33) SPINOZA Baruch, Ética, "Tratado Teológico-Político", Editorial Porrúa,
México, 1990, Nr. 319, pág. 399. Sin resaltar en el original.
(34) ZAFFARONI, Eugenio Raúl - ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro,
"Derecho Penal. Parte General", Ediar, Buenos Aires, 2003, pág. 432.
(35) Idem, págs. 432-433.
(36) Cfr. SOLER, Sebastián, "Derecho penal argentino", TEA, Buenos Aires,
1963, tomo III, pág. 214.
(37) Idem, págs. 226 y ss.
(38) Cfr. DE LUCA, Javier Augusto, "Libertad de prensa y delitos contra el
honor", Ad-Hoc, Buenos Aires, 2006, pág. 114.
(39) Idem, págs. 115-116.
(40) Véase la voz "Injuria" en "Diccionario jurídico Omega", Buenos Aires,
1954.
(41) Una afirmación similar ya había sido hecha en Corte IDH, caso
"Ricardo Canese", sentencia de 31 de agosto de 2004, Serie C Nr. 111,
párrafo 104, y caso " Palamara Iribarne", sentencia de 22 de noviembre de
2005, Serie C Nr. 135, párrafo 79.
(42) Corte IDH, caso "Kimel", sentencia de 2 de mayo de 2008, Serie C Nr.
177, párrafo 76. Sin resaltar en el original.
(43) Idem, párrafo 77. Sin resaltar en el original.
(44) Este sentido lo resalta el voto concurrente razonado en el caso "Kimel"
del juez Diego García-Sayán para quién "la Corte ha dejado establecido
que el medio penal, per se, no restringe la libertad de expresión. La
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