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El padre de la moderna ciencia del derecho penal, Cuando este autor irrumpe con su obra
De los delitos y de las penas (1764) e inicia un movimiento que todavía deja sentir su
influjo en el mundo contemporáneo, se enfrenta a un derecho penal caracterizado por el
absolutismo y la arbitrariedad de la función judicial, la desigualdad ante la ley penal, el
carácter expiatorio de la pena, el abuso de la tortura y de la pena de muerte, la imprecisa
definición de los delitos y los amplios poderes del juez para determinar lo ilícito y la
posibilidad de hacer interpretaciones analógicas de las leyes existentes. Un derecho penal
presidido por el irrespeto al ser humano y la barbarie.
Entre los postulados básicos reivindicados por él se tiene: en primer lugar, la racionalidad.
En contra posición al culto del derecho romano y a la doctrina, propone derivar la norma
legal de supuestos tangibles, y propicia así una actitud filosófica racionalista, para la que se
debe partir de lo que dicta la razón y prescindir de argumentos de autoridad.
Afirma, en segundo lugar, el principio de legalidad de los delitos y de las penas, pues la ley
debía definir, sin margen de incertidumbre alguna, tanto los delitos como las penas; en
tercer lugar, postula la prohibición de la interpretación judicial, de tal manera que al juez n
le debía estar permitido desentrañar el sentido de la ley que se suponía clara, sencilla y
comprensible, para evitar la arbitrariedad y garantizar la seguridad jurídica. En cuarto lugar,
afirma la publicidad de la justicia penal, pues frente a la tortura y a los procesos secretos,
que se acogían al sistema inquisitivo, propone la publicidad y el sistema acusatorio.
En quinto lugar, postula la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley penal, pues todos
los habitantes, sin distingos de ninguna índole, son similares ante la ley y deben estar
sometidos a las mismas penas. En sexto lugar, exige la dañosidad social como criterio
para medir la gravedad del delito y en armonía con este, reivindica, en séptimo lugar, la
proporcionalidad entre el delito y la pena; en octavo lugar, rechaza la pena de muerte pues
la considera injusta, innecesaria e ineficaz y para terminar, en noveno lugar, afirma la
separación de poderes.
La Revolución Francesa (1789 – 1799)
“La revolución francesa fue una revolución política que acarreo reformas sociales y no una
revolución social que tuviera consecuencias políticas” taylor
La Revolución Francesa marcó un importante momento histórico en lo que compete al
nuevo concepto de lo que habría de ser la ley y su aplicación, modificadas las situaciones
sociales y políticas de la época que debían darle valor legal, el cual pretendía, como último
fin, realzar las condiciones humanas, otorgar libertades y establecer derechos sociales e
individuales. Fue así como se originó un verdadero cambio social, que terminó con la
concepción feudal sobre tenencia de la tierra, los derechos individuales y que abolió los
privilegios provinciales y comunales.
La constitución de 1791 es la culminación, en sentido estricto, del proceso revolucionario
liberal. Bajo la Constitución de 1791, Francia funcionaría como una monarquía
constitucional. El rey tenía que compartir su poder con la Asamblea, pero todavía mantenía
el poder de veto y la potestad de elegir a sus ministros.
El 4 de agosto la asamblea nacional abolió los derechos feudales y el 27 de agosto de 1789
con la “Declaración de los derechos del Hombre y del Ciudadano” se consagra por
primera vez la presunción de inocencia como una garantía procesal para los procesados o
inculpados de hechos delictuosos. Aquella Declaración en su artículo noveno sentenció
“presumiéndose inocente a todo hombre hasta que haya sido declarado culpable, si se juzga
indispensable arrestarlo, todo rigor que no sea necesario para asegurar su persona debe ser
severamente reprimido por la ley”
El fundamento histórico de la norma remite a la Revolución Francesa y reconoce entonces
una raíz poderosa: la de impedir que los sometidos a proceso fueran tratados como
verdaderos reos del delito imputado. Considerado como una suerte de protección contra los
excesos represivos de la práctica común, el principio se constituyó, en un desarrollo
posterior, en un freno a los desbordes policiales y judiciales y fortaleció la idea de que la
inocencia presumida de todo acusado sólo podía ser desestimada a través de una
imputación fundada en pruebas fehacientes que no dejaran duda de la responsabilidad y que
esa prueba debía ser aportada por los órganos de la acusación, porque el acusado no
necesita acreditarla.
Los principios y garantías liberales de la revolución francesa: el principio de igualdad de
las personas ante la ley, el principio de legalidad, garantías procesales y la supresión de las
torturas, y los principios utilitaristas de Jeremy Bentham que mide la pena por el peligro y
no por la moralidad del cato, aunque en ciertos casos surge la idea de la moralidad, reforma
el código penal francés de 1810 que entro en vigencia en 1 de enero de 1811. Este código
quiere lograr la defensa social por el contenido intimidatorio de la pena, por lo que tiende a
afligir al culpable. La idea de enmienda está ausente.
El derecho administrativo nace con la revolución francesa, con el estado de derecho, debido
a que el fundamento mismo con dichas disciplina jurídica radica en determinados principios
fundamentales que sirvieron de soporte a ese movimiento revolucionario tales como el de
separación de poderes, el de legalidad y el
dereconocimiento de los derechos ciudadanos ( libertad, igualdad, propiedad).