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Puntualizaciones sobre el amor de transferencia

Al comienzo del psicoanálisis, la interpretación de los hechos del paciente y la


reproducción de la tarea reprimida es abrumadora para los principiantes.

Las situaciones transferenciales son las únicas dificultades serias con las que tienen
que liderar los principiantes.

Una de las situaciones más frecuentes, significativas y teóricamente interesantes es


cuando una paciente indica o declara que se ha enamorado del médico analizador.

Esta situación es a la vez triste y cómica, y su estudio podría haber llenado una
necesidad vital en la técnica analítica.

Como analistas, tienen el deber de la discreción médica, pero es inutil para su


ciencia.

Freud admite en un caso haber violado esta discrecionalidad al discutir cómo esta
situación transferencial obstaculizó el desarrollo de la terapia psicoanalítica en su
primera década.

Para los no iniciados, los episodios amorosos son incomparables con cualquier otro
tipo.

Si el paciente se enamora del médico, puede tener dos resultados posibles; una rara
es que se unan permanentemente, y una más común es que se separen.

Un tercer escenario donde la relación ilícita continua, encaminada a ayudar a la


recuperación del paciente, pero es impedida por la moral civil y la ética médica.

La perspectiva del psicoanalista difiere de la expectativa del profano.

El segundo resultado es el más probable donde termina el tratamiento cuando un


paciente se va después de enamorarse del médico.

En psicoanálisis, los sentimientos románticos del paciente hacia su analista,


conocidos como transferencia, son una ocurrencia común.

La transferencia puede ser peligrosa para el paciente si el analista no la maneja


adecuadamente.

El analista debe distinguir entre los sentimientos auténticos del paciente y los
impuestos por la situación terapéutica.
El paciente se enfrenta a un dilema: debe abordar el tratamiento psicoanalítico o
aceptar como inevitables sus sentimientos hacia el analista.

La decisión de continuar o no con el psicoanálisis debe basarse únicamente en el


mejor interés del paciente, no en los deseos de su familiares.

Intentar evitar que el paciente se enamore del analista utilizando diferentes métodos
de tratamiento es inutil y puede dificultar su recuperación.

Animar a los pacientes a enamorarse de su analista es un enfoque equivocado y


peligroso del psicoanálisis. Elimina la espontaneidad del fenómeno y crea barreras
difíciles de superar.

Aunque pueda parecer que la transferencia no es beneficiosa para la recuperación


del paciente, en realidad puede contribuir a su curación si se maneja
adecuadamente.

La repentina pérdida de interés en el tratamiento y la obsesión por el amor del


paciente es un hecho común en el psicoanálisis.

El inicio de demandas de amor apasionado puede iniciar una resistencia al


tratamiento en curso.

El giro hacia el enamoramiento del paciente puede causar confusión en el analista


pero es una señal de progreso en la terapia.

La docilidad previa, la respuesta favorable y la comprensión de la paciente se


atribuyeron a sus sentimientos transferenciales hacia su analista.

La resistencia puede usar el sentimiento de amor para prevenir más tratamientos,


poner a prueba el compromiso del analista y aumentar la obsesión.

La resistencia y el sentimiento de amor son parte de la dinámica entre el analista y


el paciente, que Adler considera esenciales en el proceso.

El analista debe permanecer objetivo, observar y navegar los aspectos


transferenciales y resistivos del paciente para conducirlo hacia una mayor
autoconciencia.

Freud sugiere que es importante no fallar en situaciones donde el cliente expresa


amor hacia el terapeuta.

Freud argumenta que los terapeutas que superan las probabilidades deben
considerar la ética de responder a tales situaciones.
Freud sugiere que en lugar de imponer derechos morales, los terapeutas deberían
considerar enfoques prácticos y analíticos para manejar a los clientes que expresan
sentimientos tiernos.

Freud argumenta que no es apropiado que los pacientes deben ser disuadidos de
su amor o responder a él con un enfoque sin sentido.

Freud sostiene que la terapia se basa en la honestidad y los comportamientos poco


éticos podrían poner en peligro sus impactos pedagógicos y éticos.

La técnica psicoanalítica requiere que el médico suprima la contratransferencia para


mantener la abstinencia.

El médico necesita negar al paciente obsesivo amoroso la satisfacción deseada


para lograr resultados curativos.

El tratamiento debe realizarse en abstinencia, pero esto no se refiere a la privación


de todo lo que el paciente desea.

El principio es mantener la necesidad y el anhelo del paciente como motores de la


terapia y evitar gratificarlos con sustitutos.

Ofrecer sustitutos es inutil ya que el paciente no puede lograr una satisfacción


efectiva por su condición y represión no liberada.

Si el médico satisficiera los deseos del paciente, el paciente lograría su objetivo,


pero el médico no lograría su objetivo.

Ceder al amor resulta en una regresión del paciente y dificultaría el proceso


curativo.

Combinar el tratamiento psicoanalítico con los deseos amorosos es perjudicial tanto


para el paciente como para el proceso de análisis.

El analista debe abstenerse de alentar o suprimir la transmisión amorosa del


paciente, tratándola de alentar o suprimir la transmisión amorosa del paciente,
tratandola como una situación no real para reorientarla hacia orígenes
inconscientes.

Retener la transferencia amorosa sin satisfacerla ayuda a sacar a la luz condiciones


y fantasías sexuales reprimidas, lo que conduce a los fundamentos amorosos de la
infancia del paciente.
Algunos pacientes con pasionalidad elemental pueden requerir mostrar
correspondencia amorosa para evitar la hostilidad, pero esto no cumple el propósito
curativo.

El amor real y efectivo puede ser útil si se estimula al paciente, pero la resistencia
en forma de manifestación amorosa dificulta la curación.

Freud argumenta que si el paciente siente un amor genuino por el terapeuta, no es


una transferencia artificial sino una emoción real.

Freud reconoce que la resistencia puede influir en el amor de transferencia, pero


argumenta que no lo crea.

Freud cree que todo amor implica repetir patrones pasados, particularmente de la
niñez.

Freud concluye que el amor de transferencia en psicoanálisis es genuino y


productivo y merece ser reconocido como tal.

El amor de transferencia es anormal pero esencial para el psicoanálisis.

Es provocado por la situación analítica y empujado hacia arriba por la resistencia.

La realidad es menos importante y el juicio del amante es cegado a la objetividad.

El médico debe abstenerse de aprovecharse del amor y centrarse en el objetivo del


tratamiento.

La confianza y condescendencia del paciente no alteran los deberes estucos y


técnicos del médico.

El médico debe evitar que el paciente deteriore la capacidad de amar lograda a


través de la terapia.

Mantener los límites es un desafío, especialmente para los médicos jóvenes.

El amor sexual es una parte crucial de la vida, pero la ciencia sigue dudando en
aceptarla.

El médico nunca debe manipular las emociones del paciente.

El texto describe cómo tanto hombres como mujeres pueden ser tentados por el
amor de transferencia durante las sesiones de psicoanálisis.
El terapeuta debe resistir el deseo del paciente por una relación física y ayudar al
paciente a superar su impulso de gratificación inmediata.

Para ello, el terapeuta debe guiar al paciente en su desarrollo emocional y ayudarle


a adquirir una mayor libertad psicológica.

El terapeuta también debe ser cauteloso, ya que durante el psicoanálisis maneja


fuerzas altamente explosivas.

Freud argumenta que el psicoanálisis se le debe otorgar la misma indulgencia que


otras prácticas médicas y enfatiza la importancia de tomar estas aflicciones en serio.

El psicoanálisis practicado con un enfoque artístico seguirá siendo indispensable.

La práctica del psicoanálisis puede ayudar a controlar movimientos emocionales


peligrosos a favor del paciente.

Es importante no empañar el enfoque del psicoanálisis y no tener miedo de abordar


cuestiones emocionales difíciles.

En general, el psicoanálisis es un componente necesario para complementar el


tratamiento médico.

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