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Errores del ejercicio profesional.

¿Cuáles son los peligros de acudir con un “terapeuta” improvisado, o a una


terapia falaz?
La  mayoría de los “terapeutas” involucrados en métodos falaces suelen ser
personas que realmente están convencidas de la efectividad de la psicoterapia
que promueven ignorando la dinámica profunda y delicada de los procesos
psíquicos, sin darse cuenta que el tratamiento con el cual trabajan carece de
fundamento, efectividad y relevancia sanitaria. Algunos tienen conocimientos
parciales en psicología, y otros simplemente leyeron un libro que les inspiró, y
quieren universalizar su sentimiento a través de una “nueva técnica”. Debido a que
carecen de la formación profesional que conlleva dedicarse a la salud mental 
representan un riesgo a la salud de los pacientes por los errores terapéuticos que
sólo se pueden evitar con una formación sólida, una supervisión continua, y un
estricto apego a las normas éticas y deontológicas de los profesionales
sanitarios. Los más comunes son:
 Fortalecimiento del síntoma: Ocurre cuando el terapeuta, con el afán de
ganarse la simpatía de sus pacientes, se enfoca en reforzar los rasgos más
conscientes y racionales del cuadro clínico para que el paciente “note que hay un
cambio” o que “la terapia le está funcionando”.   Esto trae como consecuencia un
reforzamiento de la sintomatología y una relación de complicidad con el terapeuta
donde el paciente cae en el espejismo de la mejoría por el simple hecho de que “el
psicólogo dice que todo va bien” o que “está haciendo lo correcto”.
Ejemplo típico:
Una paciente llega a terapia porque su matrimonio de 5 años va mal; siente que
ella pone todo de su parte y es su marido quien parece no estar interesado en
seguir con la relación. Cuando la paciente aborda el tema del divorcio como la
mejor opción, la “terapeuta” pone de ejemplo su propia experiencia ilustrando que
el divorcio es lo mejor que le ha pasado en la vida. Esta situación alienta a la
paciente a disolver su matrimonio siguiendo el ejemplo de su “terapeuta”. En
realidad el matrimonio no ameritaba una separación, y con los años, la paciente
nunca puede volver a mantener una relación estable.
 
 Simplificación del evento: Se debe a una incapacidad del terapeuta para
identificar la magnitud que un evento, idea o concepto tiene para un paciente,
haciendo una interpretación simplista del mismo. Esto conlleva a sugerir acciones
o ideas que alejan todavía más al paciente de su realidad, empeorando el cuadro.
Ejemplo típico:
Un padre de familia acude a terapia porque no puede con las presiones del
trabajo, el reciente despido de su mujer, y el hecho de que en tres meses dos de
sus hijos entran a la universidad. El “terapeuta” le dice que con unas vacaciones
podrá aclarar sus ideas, sin embargo, en las vacaciones el paciente no puede
dejar de pensar en sus problemas y cae en una profunda depresión al darse
cuenta que su estrés lo persigue a donde vaya.
 
 Actuación de la Transferencia: La transferencia es un fenómeno que
ocurre en todas las interacciones humanas, y que en la psicoterapia forma parte
de los elementos que el terapeuta analiza. Se trata de revivir, recrear o
trasferir emociones, conductas o sentimientos del paciente en el entorno
terapéutico. La actuación de la transferencia ocurre cuando el “terapeuta” cree que
esos sentimientos, conductas o emociones son legítimos y corresponde a los
mismos llevándolo a nulificar la efectividad terapéutica del tratamiento, poniéndose
a merced del paciente.
Ejemplo típico:
Un paciente le dice a su “terapeuta” que está desesperado porque no encuentra
trabajo y tiene miedo de terminar endeudado con muchas personas. El
“terapeuta”, comprendiendo la situación, condona sus honorarios hasta que el
paciente sea capaz de encontrar trabajo. Tras acumular dos meses de tratamiento
a pagar, el paciente desaparece, dejando al “terapeuta” como una persona más a
quien el paciente le debe dinero.
 
 Síndrome del falso recuerdo: Ocurre cuando el “terapeuta”, en su afán
por encontrar recuerdos de la infancia del paciente posiblemente relacionados con
el cuadro clínico actual, comienza a inducir ideas, sentimientos e imágenes para
provocar en un paciente un recuerdo de lo que “el terapeuta cree que pasó”.  Los
peligros de este síndrome van desde desequilibrios emocionales severos,
destrucción del seno familiar, hasta el suicidio.
Ejemplo típico:
Un paciente comienza a presentar un cuadro de incontinencia urinaria en su
primer trabajo, aunado a mareos y hormigueo de brazos y piernas. Una vez que
se descarta enfermedad médica, el paciente acude con un “terapeuta” quien
rápidamente asocia los síntomas con antecedentes de abuso sexual durante la
niñez del paciente. El “terapeuta” asocia la figura del jefe en el trabajo con un tío a
quien el paciente le tenía mucho miedo de niño, y reconstruye que el jefe en el
trabajo le recuerda los abusos que su tío le propinaba cuando niño. El paciente se
convence de esta situación y siente que su familia le ha arruinado la vida,
dándose a la bebida.
 
 Esclavización del paciente: Ocurre cuando un “terapeuta” llena sus
insatisfacciones personales con pacientes dependientes. Sólo recibe pacientes
devotos, que pagan sus honorarios a prontitud, y siempre están dispuestos a
modificar los esquemas de citas a la voluntad del terapeuta. Esto genera una
relación patológica de dependencia que no tiene ningún beneficio para el paciente,
y sólo sirve al “terapeuta” para cubrir sus carencias. En casos extremos, los
pacientes se convierten en una especie de secta donde el terapeuta es una
variedad de guía espiritual.
Ejemplo típico:
Un paciente que lleva 5 años con su mismo terapeuta se entera de que el
terapeuta pronto se irá de la ciudad y entra en crisis. Parte del tratamiento para
evitar esta crisis se enfoca en que el paciente busque trabajo en la ciudad donde
el “terapeuta” se muda abandonado su familia y amistades con tal de continuar
con el tratamiento. Al poco tiempo el “terapeuta” es la única persona con la que el
paciente cuenta para darle continuidad a su vida en una ciudad distante y
desconocida.
 
 Explotación sexual: Es toda situación donde el “terapeuta” se relaciona
con el paciente de forma distinta a la que tiene que ver con el tratamiento. Dado
que el terapeuta cuenta con información privilegiada sobre la vida del paciente,
establecer cualquier tipo de relación con éste durante o después del tratamiento
está vetado en el código ético de los profesionales de la salud mental. Ninguna
modalidad terapéutica justifica el establecimiento de vínculos sexuales con los
pacientes como parte del tratamiento, incluso si es el deseo manifiesto del
paciente. Esta práctica también incluye la exploración física injustificada fuera de
todo contexto clínico como masajes vaginales, felación o caricias en partes íntimas
con el argumento de ser “terapéuticas”.
Ejemplo típico:
Un paciente acude a terapia porque nunca ha podido establecer una conversación
con las mujeres, y siente que no es atractivo para ellas. Su “terapeuta” es la
primera mujer con la que se siente a gusto platicando sobre sus dificultades
relacionales. Esta “terapeuta” se siente halagada y considera que establecer una
relación amorosa con el paciente puede ser terapéutico para demostrarle que sí
puede salir con mujeres. Al terminarse la relación, el paciente trata de repetir este
patrón seduciendo doctoras jóvenes con un cuadro hipocondríaco que con el
tiempo deriva en impotencia.
 
Señales de alarma para identificar malas prácticas
Además de los errores terapéuticos arriba listados, la Asociación Americana de
Psiquiatría, el Real Colegio de Psicólogos del Canadá, y varios otros grupos
colegiados han hecho públicas en diversas ocasiones las señales de alarma que
los pacientes y familiares deben observar para identificar cuando un psicólogo
está desviándose de su deber profesional. El Dr. Stephen Barrett ha condensado
estas señales en la siguiente lista:
Abrazos o caricias repetitivas hacia el paciente fuera de la norma social
Encuentro terapeuta-paciente fuera del consultorio, o fuera de los objetivos
terapéuticos
Ofertas a los pacientes de voluntariado o asistencia no remunerada como parte de
su tratamiento que representan un beneficio económico para el terapeuta
Hablar sobre las vidas de otros pacientes en la consulta
Revelar aspectos personales de la vida cotidiana del terapeuta, tal como prácticas
sexuales
Dar o recibir obsequios de valor significativo
Referirse a los pacientes con apodos, apócopes, nombres afectivos o como
mascotas
Vestir seductoramente o significativamente discordante para el clima o la actividad
a realizar
Pasar por alto pagos atrasados de los pacientes y ofrecer descuentos
significativos al tratamiento pese a que el paciente puede seguir costeando los
costos actuales
Pedirle al paciente pequeños favores, mandados o diligencias a favor del
terapeuta
Utilizar información privilegiada obtenida durante las sesiones para el beneficio
personal del terapeuta
Hablar de los problemas personales del terapeuta y pedirle su opinión a los
pacientes
Cuestionar las creencias religiosas del paciente al tiempo que el terapeuta
promueve su fe o sistema de creencias
Promover militancia política en el partido o corriente a la cual pertenece el
terapeuta
Ofrecer oportunidades de inversión o de negocio a los pacientes
Motivar a grupos de pacientes a interactuar en rituales sectarios donde serán
guiados espiritualmente por el terapeuta
 

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