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El texto plantea que un caso muy común que suele darse en el análisis es que el paciente
se enamore de su analista. Ante esta situación el paciente puede contemplardos posibles
alternativas, dependiendo de la ética profesional y la conciencia moral de su analista. Por
un lado, la consumación del vínculo y por otro, el desenlace del vínculo terapéutico.
Sin embargo, este suceso puede ocurrir las veces que el paciente inicie un nuevo análisis.
Cuando sucede el analista debe darse cuenta que el enamoramiento es producto del
propio análisis.
No obstante, el analista deberá atravesar la transferencia del paciente para dar lugar a la
cura. Esto será posible si el analista no accede a la ternura que le ofrece el paciente.
Freud señala que no tiene sentido indicarle al paciente que renuncie a la transferencia de
amor que tiene para con el analista. Afirma que esto provocaría en el paciente un deseo
de venganza y que en contra de las pasiones de nada sirven sublimes discursos al
respecto. Además deja en claro que el tratamiento psicoanalítico está basado en la
verdad ya que es al propio paciente al cual se le exige.
En el caso de que el analista piense que correspondiendo al amor del paciente logre la
cura, el analista no alcanzaría su meta sino, por el contrario, el paciente triunfaría
reproduciendo sus fantasías psíquicas en el trayecto del trabajo analítico.
Por lo tanto consentir así como eliminar la demanda de amor resulta contraproducente
para el análisis. Lo que debe un psicoanalista es considerar la situación de amor que
siente el paciente como algo no real sino producto del tratamiento, cuyo sentimiento debe
ser dirigido a su origen inconsciente, e infantil, para luego hacerlo consciente.
Freud realiza la siguiente excepción, y sostiene que mantener el amor de transferencia sin
satisfacerlo fracasara con un tipo de mujeres apasionas en donde es conveniente retirarse
del tratamiento sin obtener éxito alguno.
En la transferencia del paciente con el analista se observa un clise que el mismo se repite
en la historia del paciente. La respuesta del paciente refleja repeticiones de reacciones o
rasgos anteriores inclusive infantiles que constituye el carácter esencial de todo
enamoramiento ya que el mismo siempre va a responder a un modelo infantil. Es decir, se
produce una reactualización del amor infantil, idealizando al otro.Tambiénes importante
tener en cuenta la resistencia que se crea en el amor de transferencia.
Tampoco debe negarse el carácter genuino del enamoramiento que surge en el
tratamiento analítico. Este enamoramiento resulta inevitable en el tratamiento analítico y
se debe a:
Para que el analista se abstenga al deseo del paciente es necesario que intervengan no
solo cuestiones referentes a la técnica sino también a la ética. Asimismo es conveniente
que el paciente anteponga su meta que es la cura de la neurosis del paciente.
Sin embargo, Freud aclara que no es tarea fácil para el analista hombrerechazar la
declaración de amor de una mujer, y fundamentalmente da el ejemplo del hombre joven y
sin experiencia en el trabajo analítico.
Con respecto al paciente el mismo tiene que aprender a vencer el amor o enamoramiento
que emana de la transferencia hacia el analista, vencer el principio del placer, y renunciar
a una satisfacción inmediata.
1) Su interior.
2) Fuera del análisis, en donde se le prohíbe desde la técnica analítica, servirse de
sus fuerzas pulsionales sexuales.
3) Los pacientes que al principio se comportan como enemigos pero que luego dejan
entrever que están dominados por su vida sexual.