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La Seguridad Ciudadana continúa siendo uno de los aspectos que más preocupación
genera en la sociedad global del Siglo XXI, constituyéndose como uno de los factores
clave a garantizar para lograr la consolidación de la democracia moderna,
especialmente en aquellos países en los cuales los problemas, derivados de una
precaria institucionalidad, ocasionan una aguda inestabilidad que conduce
inminentemente al estallido de un conflicto social, un hecho que en Venezuela no
resulta extraño, y que por motivos diversos, se ha repetido con ejemplos suficientes
desde la época de la democracia representativa, a finales de la década de los 50, hasta
el presente. En la Venezuela post Hugo Chávez, la Seguridad Ciudadana es una
variable que, tanto el Gobierno como sus detractores, han empleado como herramienta
para el montaje y desmontaje del discurso político del contrario, al punto que el debate
actual se centra, además del aspecto económico, en los aciertos y desaciertos de las
políticas destinadas a la reducción de la incidencia delictiva en el país, las cuales
aproximadamente para la mitad de la población, han sido ineficientes. Sin embargo, la
concepción de la Seguridad Ciudadana en Venezuela, desde el punto de vista de los
formadores de políticas públicas, ha pasado por diversas etapas, que van desde negar
el problema de la inseguridad, asociándola con una falsa percepción social, hasta
asumirla como un problema serio que ha socavado la calidad de vida de los
ciudadanos, pero superable con motivación y compromiso político, razón por la cual se
ha evidenciado un notable cambio, en materia de políticas de seguridad, que ha
impulsado el desarrollo de una política integral tendiente a contrarrestar los factores y
condiciones generadoras de violencia e inseguridad, mediante los principios de
igualdad sustantiva y derecho a la no discriminación, corresponsabilidad, participación
y movilización popular, derechos humanos e interdependencia, Inter agencialidad,
articulación, transparencia y eficiencia, en el marco de lo que se conoce como Gran
Misión "A Toda Vida Venezuela", sobre la cual se basa el presente estudio de
gobernabilidad democrática.
La seguridad ciudadana en los últimos años se ha convertido en uno de los temas más
importantes para los ciudadanos de los países de América Latina, en la medida en que
es uno de los problemas que más afectan su bienestar. Contrario a las políticas de
seguridad de los estados que predominaron durante las últimas décadas del siglo
anterior, este problema debe ser abordado por los gobiernos locales, en coordinación
con los gobiernos nacionales y con políticas integrales que deben ir desde los ámbitos
preventivos, hasta los coercitivos. Sin embargo, en términos exactos la seguridad
ciudadana, en la mayoría de los casos, se ha reducido a los debates políticos y al
aumento y profesionalización de las fuerzas armadas y de los organismos de justicia,
sin que se tenga en cuenta a los gobiernos locales, como actores importantes para
enfrentar las problemáticas de convivencia y seguridad ciudadana.
Este trabajo indica el desempeño del Servicio Penitenciario. Dentro del sistema de
administración de justicia, el sistema penitenciario cumple un importante papel, puesto
que según como sean las condiciones de reclusión se garantiza (o no) que la sanción
penal resguarde los derechos de los ciudadanos y contribuya a la rehabilitación del
delincuente para su inserción productiva en la sociedad. En ese sentido, debemos
recordar que el sistema penitenciario por mandato del artículo 253 de la Constitución
forma parte del sistema de justicia y que el artículo 272 de la misma Carta Magna
establece que el Estado garantizará “un sistema penitenciario que asegure la
rehabilitación del interno o interna y el respeto a sus Derechos Humanos” y que “Para
ello, los establecimientos penitenciarios contarán con espacios para el trabajo, el
estudio, el deporte y la recreación”, y además que “El Estado creará las instituciones
indispensables para la asistencia post penitenciaria que posibilite la reinserción social
del ex interno o ex interna y propiciará la creación de un ente penitenciario con carácter
autónomo y con personal exclusivamente técnico”. Como puede apreciarse, las
exigencias del constituyente respecto al sistema penitenciario fueron elevadas en
cuanto a los principios que deben regirlo, tanto por la obligación de respeto de los
Derechos Humanos como por el requerimiento de establecimientos con dotaciones
físicas que permitan el otro cometido constitucional no menos importante, como lo es la
reinserción social del privado de libertad.