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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA


EDUCACIÓN UNIVERSITARIA CIENCIA Y TECNOLOGIA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LA SEGURIDAD
CENTRO DE FORMACION UNES LARA

LOS PARADIGMAS DE LA GESTIÓN


POLICIAL DEL SIGLO XXI

Participante:
Luis Caruci
C.I.: 15.666.310

Barquisimeto, Octubre 2022


RESUMEN

El presente informe abordará aspectos de la formación de las fuerzas


policiales y de la seguridad de Venezuela y de algunos país de la región, con
el propósito de analizar la adecuación de la formación de estas fuerzas al
paradigma de la seguridad ciudadana. La modernización de las fuerzas
aparece como un requerimiento indispensable para el fortalecimiento del
nuevo paradigma. Es así como los Estados son interpelados con el gran
desafío de responder desde políticas que promuevan el diseño de acciones
formativas que sean contempladas como parte de la formación específica de
estas fuerza.
INTRODUCCIÓN

 A la luz de las tendencias socio-políticas y delictuales en la región, sin


duda la relación de la policía con la comunidad se vuelve un campo a
examinar, más aún cuando en él se reflejan ciertas expectativas político-
sociales y deontológicas sobre la actuación policial en un contexto
democrático. Las actuaciones en los campos de la inseguridad y de la
gestión pública obedecen a las culturas políticas y modelos conductuales
dominantes. Estos no son uniformes y su aceptación varía en cada
segmento. En esta interrelación tanto la sociedad civil como la organización
policial actúan en función de intereses y valores en torno a la convivencia
mutua, y éstos impulsan, demandan o se traducen en algunos casos en
cambios y transformaciones en una policía.

 
Antes de entrar al tema es de suma importancia definir lo que es la
seguridad ciudadana. La cual la podríamos definir como la acción integrada
que desarrolla el Estado por medio de los organismos de seguridad interna,
con la colaboración de la ciudadanía y de otras organizaciones de interés
público, destinada a asegurar la convivencia, desarrollo, sano disfrute y la
prevención de hechos delictivos que menoscaban y vulneran los derechos de
los ciudadanos.
En líneas generales, por seguridad ciudadana debe entenderse el
conjunto de acciones destinadas a la prevención y resguardo de los
derechos de la ciudadanía en general, sin ningún tipo de distinción o
preferencia alguna, en pro de la seguridad de los habitantes y de sus bienes.
A demás de esto el accionar o proceder de los órganos de seguridad del
estado deben estar apegados y ajustados al derecho o a la normativa legal
vigente.
La seguridad ciudadana como paradigma para la gestión policial,
representa un reto en un mundo tan cambiante, donde los cuerpos de
seguridad del estado, deben estar a la vanguardia en materia de seguridad,
mediante la constante preparación, formación y profesionalización del pie de
fuerza de cada institución, en materia de la normativa legal vigente y siempre
enmarcadas en el principio del respecto a la vida, a los derechos humanos e
igualdad en forma muy general. Una manera de materializar la seguridad
ciudadana que se inspira o se fundamenta en el respecto a los derechos
humanos, es el servicio comprometido y transparente al resguardo de
ciudadanos y ciudadanas y la dignificación de las funciones de los cuerpos
de seguridad del estado venezolano.
La educación es la columna vertebral de los demás ámbitos de una
sociedad. Si tenemos ciudadanos educados eso se reflejara en la calidad de
vida de todos, por ejemplo, al tener personas que respeten las normas de
tránsito, eso implica poder movilizarse con tranquilidad, sin vivir con la
zozobra de tener que luchar hasta para cruzar una calle en medio de los
autos, cuando existe un rayado peatonal apropiado para esa actividad, pero
simplemente está ocupado por los autos mal estacionados, debido a la
ausencia de formación en prevención y seguridad. 
Así mismo en el ámbito de la seguridad la educación juega un papel
relevante, ya que si educamos correctamente a los funcionarios que tienen la
investidura de autoridad y el poder que otorga el estado para regular el orden
público, tendremos una mejor atención con respuestas eficientes y eficaces a
la hora de vivir una situación de emergencia o necesidad. El siglo XXI,
requiere impostergablemente incluir a la comunidad en la educación en
materia de Seguridad, la premisa es que si contamos con un poder popular
capacitado en materia de seguridad, se puede disminuir el flagelo de la
delincuencia y sus derivados, debido a que el ciudadano común puede
convertirse en actor principal de su propio resguardo y a su vez de su
comunidad, al cumplir con unos requisitos mínimos de prevención que le
permitirán facilitar la labor de los funcionarios de seguridad.
Dentro de las concepciones acerca de la democracia, se manifiestan
abiertamente dos corrientes opuestas, la democracia directa y la indirecta.
En la “democracia indirecta las decisiones y la escogencia de los
gobernantes reside en miembros de confianza aceptados socialmente,
quienes representan a las mayorías” (UNES, 2010).
En la democracia directa se le atribuye la participación directa del pueblo
en la escogencias de sus gobernantes, además es una forma de democracia
participativa, porque facilita que el conjunto de la sociedad influya en las
decisiones frente a las políticas públicas, a través de referéndum, plebiscitos,
reformas, entre otras. Si decimos que la democracia socialista es la
subordinación de las minorías ante las mayorías, para lograrla efectivamente
entonces requerimos de una Policía que sea una institución abierta al
escrutinio de los ciudadanos, facilitando la intervención de los mismos en la
planificación del servicio, diseño de planes y evaluación de su efectividad; se
aspira lograr una gestión conforme a líneas predefinidas y suficientemente
conocidas, que faciliten su mejoramiento y corrección.
Aclarando sin embargo que nunca debe ceder su poder de control de
orden público ni el uso de armas de fuego a la comunidad, ya que ambos son
de uso exclusivo del Estado en el marco estricto de las leyes y del respeto a
los Derechos Humanos
En el año 1991, se refleja la creación de un alto número de instituciones
policiales, sin control en cuanto a su base jurídica y reglamentación, este
fenómeno se incrementa en el año 1993, cuando gobernadores y alcaldes
comienzan a crear cuerpos de policías, sin regulación ni coordinación entre
ellas.
La instalación de nuevos regímenes democráticos en América Latina
durante finales de los años noventa “permitió expresar críticas frente a los
abusos policiales que se habían extendido fuertemente en los regímenes
autoritarios que habían reemplazado”. (Frühling, 2003) p.6. Esta situación
permitió que ocurrieran varias violaciones de Derechos Humanos, sin que se
investigara, ni mucho menos se hiciera justicia hacia las verdaderas víctimas.
Posteriormente con la llegada del presidente Hugo Chávez al poder, se
inicia un proceso de auditoría de todos los cuerpos policiales existentes
hasta el momento con miras a refundar todo el aparato organizativo de la
Seguridad en Venezuela y en el 2006 se crea la Comisión Nacional para la
Reforma Policial (CONAREPOL). Fue creada por el ingeniero Jesse Chacón,
para aquel entonces Ministro de Relaciones Interiores, el 10 de abril de
2006, según Resolución N°124, con el propósito de construir, a través de un
proceso de consulta amplia, plural y democrática a todos los sectores de la
vida nacional, el Nuevo Modelo Policial. La CONAREPOL diseñó, en el
marco de la investigación diagnóstica, una serie de instrumentos para
recolección de información, dirigidos a diversos informantes clave, desde una
perspectiva de combinar articuladamente técnicas cualitativas y cuantitativas.
Posteriormente en Abril del 2008 entra en vigencia la Ley Orgánica del
Servicio de Policía y del Cuerpo de Policía Nacional (LOSPCPN). En Mayo
de ese mismo año, se crea la Comisión Presidencial para la Policía Nacional.
En ese mismo año surge la Comisión del Sistema Policial (COMSIPOL
2008), la cual en el 2009 se transforma y consolida con el nombre de
Consejo General de Policía (CGP).
Como parte de esa adecuación de los cuerpos de Policía a un estado más
popular y participativo, surge la necesidad de crear un Servicio dentro de la
institución que tuviera mayor cercanía con la comunidad, la cual, en el
sondeo realizado se detectó que tenían quejas de abusos policiales, de no
ser escuchados o de una aplicación desigual de la Ley. “ Al llegar la
Revolución al poder se encontró con una población a punto de un alzamiento
violento en contra de los organismos de seguridad. Así mismo se observó
que la Policía no podía sola contener la delincuencia, que necesitaba el
apoyo de la Comunidad” (Núñez 2006) y si la intención es hacer al poder
popular participe de todas las decisiones de Gobierno, la seguridad no podía
quedar exenta.
Entonces surge un nuevo modelo policial que cambia el paradigma de
Policía distante a una más cercana al pueblo, en ingles se denomina: La
Community Policing, según Trojanovicz “implica un nuevo contrato entre la
Policía y los ciudadanos a quien sirve. Esta nueva Filosofía descansa en la
creencia de que la gente, en la comunidad, merece influir en el proceso
policial, a cambio de su participación y apoyo”. (pág. 2.)
El proceso de profesionalización de la función policial implica sustituir la
policía de patrulla, que solo acude post-ocurrencia delictiva, y en caso de ser
llamada; por una Policía más proactiva y preventiva, más en contacto con la
gente, que escucha sus prioridades antes de actuar y acepta su apoyo en las
actividades que hasta la actualidad consideraba exclusivas de su propiedad.
Sin embargo es importante destacar que este modelo policial está en
proceso de experimentación y por eso solo se toma una muestra de la
población policial para que ponga en práctica este servicio de patrullaje
cercano, es una brigada solamente. En el estado este servicio tiene un
Coordinador estadal y unos funcionarios (de 4 a 5) en cada municipio.
El servicio de Policía Comunal requiere de la participación y de la acción
del gobierno municipal que cumple tareas importantes en el ámbito de las
políticas sociales y urbanísticas. Los ciudadanos convocados a reuniones por
los funcionarios de policía muy probablemente solicitarán otros servicios que
no dependen de la Policía como institución, por ejemplo: mejor iluminación
de ciertos barrios, cierre de botaderos de basura, traslado de paradas
públicas.
Los municipios cuentan además con una red de relaciones con grupos de
padres y representantes, gremios, consejos comunales, clubes deportivos
que pueden ponerse a disposición de la resolución de problemas declarados
prioritarios por parte de los vecinos. El funcionamiento de un servicio de
policía comunal exitoso requerirá de un diseño conjunto en el que participen
policía y municipio.
El patrullaje de la Policía Comunal es preferiblemente peatonal, pues debe
conseguir el apoyo de la comunidad, desarrollar la vigilancia con
participación de los vecinos y entrenar a estos para enfrentar situaciones de
emergencia. Estos funcionarios asisten a reuniones con la comunidad y
estimulan a los vecinos a comprometerse con el mantenimiento del orden,
mayor organización comunal, conocimiento de sus derechos y saber dirigir
las peticiones según el organismo a quien corresponda.
Una Policía de este tipo tiene más probabilidades de mejorar la calidad de
vida, de aumentar el nivel de seguridad ciudadana y disminuir el miedo al
delito. Todo esto traerá como consecuencia un gran potencial para disminuir
la tradicional desconfianza que sienten los ciudadanos por la Policía.
La educación que se imparte a los funcionarios policiales en la actualidad
intenta formar intelectuales que interpreten críticamente la realidad y a partir
de ella comprendan los procesos históricos que nos han condicionado y
acepten también que la historia que hoy vivimos no responde a leyes
naturales, sino que podemos intervenirla entendiéndonos como sujetos
creadores y recreadores de la misma.
Para ello también necesitamos que las y los educadores populares
asuman su labor como intelectuales transformadores, como intelectuales
orgánicos y como formadores de intelectuales, capaces de asumir esta
misión de transformación y cambio.
Un educador que se asuma como intelectual transformativo y que trabaje
en la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad debe empezar por
comprender que los hombres y mujeres de uniforme, son más sujetos activos
que pasivos de la historia, con voluntad suficiente para intervenir la realidad y
darle un nuevo rumbo, partiendo del sueño de un mundo mejor, más justo y
digno para todos y todas.
Esto acompañado de asumir una nueva postura ante la historia, ya no
percibiéndola como causa-efecto de nuestro presente sino como posibilidad
de cambio y de creación de nuevos rumbos.
Esta nueva visión de la función policial solo es posible que cale y
transforme, si logramos que antes de entrar en materia de seguridad, los
funcionarios policiales o aspirantes a policías tomen conciencia que todos
somos inacabados, citando a Paulo Freire “sólo hablo en subjetividad entre
los seres que, inacabados, se hayan hecho capaces de saberse inacabados”
p.44
Este Nuevo Modelo Policial solo será posible si los funcionarios y
funcionarias de buena voluntad, las autoridades de policía y la sociedad en
general se apropian de esta idea y se empeñan en cambiar el viejo modelo
policial que ha atentado contrala dignidad humana. Caminemos hacia
la dignificación de la función policial que es una responsabilidad compartida y
un compromiso ético de nuestro tiempo.
Será a partir de la situación presente, existencial y concreta, “reflejando el
conjunto de aspiraciones del pueblo, que podremos organizar el contenido
programático de la educación y acrecentar la acción revolucionaria” (Freire,
1992, p.115).
El educador tiene que partir por conocer el nivel cultural, ideológico, social
y político del educando, para lograr esto en el ámbito educativo policial, debe
conocer como mínimo en qué consiste un día de jornada laboral de un
funcionario, ser sensible a las necesidades socioeconómicas de los mismos,
entre otras cosas. Hay que encontrar el camino para romper el hielo, pero no
hay una receta única para ese camino, hay que demostrarle al grupo que yo
necesito de su voz en mi clase, Freire dice “mi voz, no tiene sentido sin la
voz del grupo”.
El educador tiene en sus manos la posibilidad de repintar el mundo de sus
educandos. Los docentes unesista deben convertirse en alfabetizadores,
pero alfabetizadores críticos del mundo, una educación que permite al
alfabetizado tener poder y libertad, una educación liberadora.
CONCLUSION

La “relación policía-comunidad” hace referencia a una importante faceta


de la función policial y es un campo de gestión per se, especialmente en una
institución que se dispone y ocupa de la prevención y del control de la
criminalidad. En esencia, es un reto a la capacidad y efectividad para
implementar estrategias que reflejen y recreen adecuadamente su carácter o
condición de servicio público, eficiente y eficaz en su actuación, sustentando
su accionar no sólo legal sino también socialmente. En América Latina las
reformas o los esfuerzos de modernización policial reflejan una necesidad y
expresan carencias en la legitimidad social de la función policial. No
obstante, no puede establecerse un modelo de gestión único, sino más bien
directrices respecto de atributos que debe reunir una organización policial.
En general, podría postularse que se trata más de un campo de acción que
de un formato único de actuación, y que una de las primeras ventajas de
asumir esta postura es que abre la posibilidad de introducir y modificar los
términos de referencia para la policía y la comunidad, sin con ello
necesariamente predeterminar o configurar una respuesta única.
BIBLIOGRAFÍA

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Dammert, L. (2003). Participación Comunitaria en la Prevención del


Delito en América Latina ¿De qué Participación Hablamos?.
Artículo On-line publicado en: http:www.policíaysociedad.org. Centro de
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Escuela de Formación para la Organización Comunitaria. Educadores y


Educadoras como Intelectuales Orgánicos. Ministerio del Poder
Popular para Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias. Caracas,
2010

Freire, P. (2010) Del Derecho y del Deber de Cambiar el Mundo. Artículo


Publicado en: Educadores y Educadoras como Intelectuales
Orgánicos. Ministerio del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e
Industrias Intermedias: Caracas.

Freire, Paulo (1989). La Educación como Práctica de la Libertad. Madrid.


Siglo XXI

Freire, Paulo (1992). Pedagogía del Oprimido. Madrid. Siglo XXI

Freire, Paulo (2002). Pedagogía de la Esperanza. México. Siglo XX

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