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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA RELACIONES INTERIORES,


JUSTICIA Y PAZ
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LA SEGURIDAD
VICERRECTORADO ACADÉMICO
PROGRAMA NACIONAL DE FORMACIÓN AVANZADA
POLITICAS PÚBLICAS

“PROBLEMAS DE SEGURIDAD CIUDADANA Y DEL SISTEMA


PENITENCIARIO DEL PAIS, POLITICAS PUBLICAS IMPLEMENTADAS:
ALCANCES Y EFECTIVIDAD”

Participante:
LCDA. DANIELA SUAREZ C.I: 22.378.189

JORGE CAÑATE C.I:

MSC. LAURYMAR SANABRIA C.I: 18.985.907

Docente:
Dra. Zulima Taguada

Maracaibo, 24 de abril de 2021


Seguridad ciudadana, criminalidad y políticas publicas

La seguridad ciudadana, en el ámbito de los órganos del Estado y de las


políticas que deben apegarse a proteger los derechos y la convivencia pacifica,
tiene estrecha relación con las conductas humanas lesivas de derechos e
intereses y disruptivas de la cooperación social de mayor gravedad, esto es las
infracciones penales. De aquí la relevancia de los diagnósticos y propuestas
sobre las tendencias delictivas en materia de políticas estadales para la
seguridad ciudadana.

Podemos entender por criminalidad el conjunto de ocurrencias delictivas


registradas en una jurisdicción en un momento determinado. Estas ocurrencias
pueden determinarse mediante registros oficiales, como estadísticas policiales,
judiciales, penitenciarias, de salubridad pública y registros no oficiales, como
los de organizaciones de protección de los derechos humanos, de las
empresas, así como las encuestas de victimización y de autorevelacion, que
exploran entre víctimas y victimarios las tendencias, constantes y modalidades
de la actividad delictiva. Delincuencia y criminalidad se consideran como
sinónimos, pues la legislación no establece ninguna distinción conceptual
entere delitos y crímenes, si bien estos últimos tienden a asociarse a las formas
más graves de delincuencia.

Por políticas públicas de seguridad se pueden entender las actividades


planificadas dirigidas o coordinadas por el Estado para identificar la
problemática delictiva y para adoptar medidas tendientes a minimizar los
efectos de la criminalidad. A los efectos de este documento, se revisaran las
Línea Generales del Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2019
- 2025, preparado por el Ministerio del Poder Popular de Planificación que
presenta la formulación más reciente para definir las líneas maestras del
control de la criminalidad por parte del Estado, así como los planes específicos
que se han adoptado en los últimos años para enfrentar la delincuencia,
específicamente en el ámbito urbano.
INTRODUCCIÓN

Los cambios del Estado venezolano a partir de 1999, luego de la promulgación


de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela proponen
redimensionar la tradicional idea de ciudadanía, que más allá del
reconocimiento expreso de unos derechos, se consolida con su ejercicio.

El presente trabajo tiene como objetivo analizar la política pública nacional de


seguridad ciudadana, durante el período comprendido entre 2012-2015, por ser
éste un período clave para el proceso de reforma del Estado venezolano y para
la redefinición de un sistema tendente a garantizar la seguridad ciudadana,
entendida como la preservación de derechos y libertades reconocidas a las
personas.

A tal efecto, se exponen los elementos de un modelo de seguridad ajustado a


los principios constitucionales de un Estado social y democrático de Derecho, y
se pone en relieve la importancia del estudio de la política pública nacional de
seguridad ciudadana, por ser ésta un buen revelador de los valores y objetivos
del Estado en la materia.

Se realiza una especial referencia al desarrollo de la producción jurídico penal,


por ser lo jurídico una importante forma a través de la cual se proyectan las
políticas públicas en la vida social. Debe aclararse que más que un análisis
profundo, se ofrece una panorámica de algunos cambios que se han sucedido
en ésta área.

La perspectiva teórica en políticas de seguridad ciudadana se estima de gran


valor, en tanto que la evaluación de los contenidos y resultados de los
mecanismos de intervención del Estado a través del Derecho penal para
garantizar la protección de la seguridad ciudadana, genera valiosa información
sobre la organización y funcionamiento de las instancias del sistema de Gilda
Núñez 342 Cap. Crim. Vol. 34, Nº 3 (Julio-Septiembre 2016) 339 - 361 justicia
penal, y resulta fundamental para desarrollar herramientas que permitan la
ejecución de prácticas, orientadas al logro de los objetivos de una política de
seguridad ciudadana en el marco del Estado social y democrático de Derecho,
evitando el grave riesgo de acudir a políticas que signifiquen retomar la
herencia de una larga tradición política arraigada en el orden público, o ser
presa de nuevas políticas que emergen de tendencias punitivas globalizadas
que suponen la homogeneización de las políticas públicas de seguridad,
pudiendo desembocar en modelos y prácticas no solamente ajenos a la
realidad social venezolana, sino contrarios a los imperativos éticos
configurados en la Constitución.

Por cuanto ambas perspectivas apuntan a la severidad de la política penal en


su conjunto y se encuentran vinculadas al uso ineficaz del poder, y ante la
creciente necesidad de relegitimación del Estado a través de la política pública
de seguridad, es por lo que se pretende impulsar el desarrollo de estudios que
puedan servir de apoyo a la gestión pública en el marco del modelo de Estado
constitucional venezolano.
DEL ORDEN PÚBLICO A LA SEGURIDAD CIUDADANA

En la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) de 1999


se consagra por primera vez a nivel constitucional la seguridad ciudadana
(artículo 55), entendida en sentido amplio como la protección de los derechos,
libertades y garantías constitucionales. Ello implica al menos conceptualmente
la superación del tradicional modelo de seguridad basado en el orden público
acuñado durante largo tiempo en el país, que garantizaba sobre todo el normal
funcionamiento de las instituciones del Estado y bajo el cual se protegía
(distorsionadamente) el orden económico y político, tanto en gobiernos
dictatoriales como democráticos, incluso por encima de los derechos y
garantías civiles (Núñez, 2011).

A partir de 1999, el constituyente parece redefinir las relaciones entre el


individuo y el Estado en materia de seguridad, en el seno de un modelo
constitucional propio de un Estado democrático y social de Derecho y de
Justicia “que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y
de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la
democracia, la responsabilidad social y, en general, la preeminencia de los
derechos humanos, la ética y el pluralismo político” (Artículo 2, CRBV).

La amplia gama de derechos reconocidos en la Constitución no sólo tiende a


fortalecer la tradicional noción de ciudadanía, sino que también es una franca
invitación a la seguridad, suponiendo que ante cualquier amenaza o coerción
ilegítima contra la libertad y los derechos, prevalecerá el orden constitucional
(Borrego, 2012). La introducción de este nuevo concepto en materia de
seguridad debía representar un aliciente para la sociedad venezolana y una
guía para las políticas públicas a desarrollar por la nueva República entrado el
nuevo milenio, quebrando la trágica historia de control del Estado, atacando un
fenómeno presente en las sociedades modernas la inseguridad y asumiendo el
reto de garantizar la seguridad de los derechos de sus ciudadanos, reto para el
cual cualquier política de Estado basada en el modelo del orden público
resultaría ineficaz.

Siendo así las cosas y siguiendo el esquema de conceptos contrarios expuesto


por Recasens (2010), frente a un modelo basado en el orden público, que
tenga como objetivo fundamental perpetuar la norma y mantener la autoridad, y
como misión, forzar la obediencia de los ciudadanos a la norma, se contrapone
un modelo basado en la seguridad ciudadana, que tendría como objetivo
preservar derechos y libertades, a la vez que se ofrece un servicio público a la
ciudadanía, y cuya misión fundamental sería la protección de la seguridad de
los ciudadanos, todo ello en procura de una mejor calidad de vida. En este
sentido, la seguridad ciudadana siguiendo a Zúñiga viene a ser un “concepto
instrumental para el desarrollo de los derechos fundamentales” (2005:459) y el
orden público, un instrumento al servicio de la seguridad, pero nunca un fin en
sí mismo.

Evidentemente, el sentido que asume la seguridad ciudadana en cuanto a la


conservación, fomento y protección de los derechos y libertades de los
ciudadanos, dista mucho del tradicional concepto de orden público.
Entendiéndola como una garantía más del actual modelo de Estado, a través
de la seguridad ciudadana la democracia venezolana intenta consolidarse en
función de la garantía de los derechos, y asume tácitamente como compromiso
el mantenimiento de la vigencia de los mismos.

Desde este punto de vista, se abren nuevas puertas para el desarrollo de una
democracia de la ciudadanía, entendida como una manera de organizar la
sociedad con el objeto de asegurar y expandir los derechos de los cuales son
portadores los individuos (PNUD, 2014:54). En un sistema tal, la violencia y la
inseguridad son consideradas como una seria amenaza para la estabilidad
democrática y para la gobernabilidad, no sólo porque ponen en evidencia las
limitaciones del Estado para erigirse como garante de los derechos
reconocidos como democráticos, sino porque tal situación genera rechazo
social hacia el sistema político y hacia las decisiones de los gobernantes y
representantes políticos. En tal escenario, el efectivo desarrollo de la noción de
ciudadanía basada en el ejercicio de los derechos agoniza, frente a la falta de
protección y garantía de esos mismos derechos (Pulido, 2010).

Si se considera que “en un Estado Democrático, la seguridad es sólo


concebible en tanto que deber de protección del Estado en relación con los
derechos” (Rosales, 2012a:300) y que la medida del desarrollo de una
democracia está dada por su “capacidad de dar vigencia a los derechos de los
ciudadanos” (PNUD, 2014:50), entonces un contexto de inseguridad, que
amenace la vigencia del Estado de Derecho, representaría un grave déficit
democrático a superar. Democracia, ciudadanía y seguridad ciudadana son
conceptos que deben ser desarrollados, y su cristalización depende de
condiciones sociales, políticas, económicas, culturales e institucionales, que
serán determinantes para el fortalecimiento (o debilitamiento) del Estado social
y democrático de Derecho. Ahora bien, el contenido de estos conceptos
(democracia, ciudadanía y seguridad ciudadana) no se agota con el
reconocimiento expreso de unos derechos y de unas libertades.
LA SEGURIDAD CIUDADANA Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

El marco constitucional y la consecuente regulación de aspectos sociales,


políticos y civiles entre otros, implica la ampliación del campo de acción del
Estado, en el sentido en que se ve incrementada su actividad e intervención en
algunos asuntos. Esto implica importantes transformaciones en las distintas
áreas de acción del Poder Público Nacional y en la estructura del Estado
venezolano en general.

En el proceso de reforma del Estado y en la redefinición de un sistema


tendente a garantizar la seguridad personal de los ciudadanos, las políticas
públicas juegan un papel fundamental, y se propone considerarlas para este
estudio como unidad de análisis, no sólo del sector público y del Estado
nacional en general, sino del Gobierno Nacional en particular, siendo éste
considerado como la unidad estratégica del sistema político (Bouza-Brey, 2006)
y como un instrumento para la realización de las políticas públicas (Lahera,
2012).

Si bien la seguridad ciudadana es una responsabilidad concurrente de los


distintos ámbitos político territoriales del poder público y así lo prevé la CRBV la
política nacional de seguridad ciudadana representa un buen revelador de las
prioridades y valores del Estado en el tratamiento específico de la materia y en
general, de los objetivos del sistema político como parte del sistema social
global. Al fin y al cabo, “lo importante para caracterizar a un gobierno no son los
criterios tradicionales de quién y cómo se ejerce el poder, sino el contenido de
las políticas públicas” (Rey, 2008:3).

Ciertamente cuando se habla de seguridad ciudadana, se ven involucrados


distintos actores: distintas instancias públicas y privadas, organizaciones
gubernamentales y no gubernamentales, y sobre todo la sociedad civil como
parte importante para la solución de los asuntos públicos; sin embargo y muy
especialmente son las actividades desarrolladas por (y desde) el Estado las
que ponen a prueba la coherencia política e institucional de todo el sistema, por
cuanto el desarrollo de la política de seguridad requiere de la intervención de
una multiplicidad de organismos, y en su debida articulación, el Estado tiene
una gran responsabilidad. Específicamente a los organismos del Poder Público
Nacional (Asamblea Nacional, Ministerio del Interior y Justicia, Ministerio
Público y Tribunales de la República entre otros) les corresponde desempeñar
un papel fundamental en el desarrollo de la política nacional de seguridad.

A los fines de hacer una aproximación al tema de estudio, se entiende que una
política nacional de seguridad ciudadana comprende en sentido restringido
todos aquellos programas, proyectos y actividades destinadas a disminuir los
índices de criminalidad, llevados a cabo por el gobierno nacional, a través de
cualquiera de las ramas del Poder Público. Claro está que cualquier
aproximación al estudio de la acción gubernamental, también debe comprender
los resultados o consecuencias que esas políticas generen, pues como señala
Lahera, “si no se miden los resultados, éstos no se pueden diferenciar de los
fracasos” (2012:274).

Tanto en su planteamiento como en sus resultados, la política nacional de


seguridad debe ser valorada en cuanto a su eficiencia en la prevención de la
criminalidad y la violencia, en la legitimidad de los medios empleados y sobre
todo, por el respeto de los derechos humanos. Serán estos criterios a
considerar, de forma transversal, para la evaluación de la política venezolana
en la materia.

Según el programa de gobierno del Presidente de la República, Hugo Chávez


Frías, la política nacional de seguridad ciudadana debía tender a proteger y
organizar la seguridad ciudadana, “entendida como la protección de los
derechos ciudadanos y las libertades civiles, a fin de mantener la armonía
social y la consolidación de la paz pública para el logro de los objetivos
nacionales.” Para el período 2013 - 2019 fue diseñado un Plan de Desarrollo
Económico y Social de la Nación (PDESN), que en lo social establece como
objetivo la construcción de una nueva condición de ciudadanía basada en el
reconocimiento pleno y en el ejercicio garantizado de los derechos. Allí se
reconoce la seguridad ciudadana como una condición fundamental para el
desarrollo humano siguiendo las tendencias modernas que definen la
seguridad de un modo integral y directamente asociada a la calidad de vida,
garantizando la superación de amenazas, vulnerabilidad y riesgo para la vida
de las personas y sus propiedades, la paz y la convivencia pacífica, y ello se
alcanzará según el Plan con la nivelación de los desequilibrios macrosociales,
la prevención y control del delito y con la reestructuración del sistema
penitenciario. Bajo esta concepción en materia de seguridad ciudadana, el Plan
establece que: El enfrentamiento de los índices de criminalidad, se asume
como una política integral, que comprende, por una parte, la reducción de las
desigualdades sociales, el incremento del nivel de empleo y la atención a los
grupos sociales relativamente pobres y, por la otra, una política específica para
la prevención y combate de la criminalidad y la violencia.

Como estrategias de esta política específica, el Plan menciona el


fortalecimiento de la coordinación policial y el incremento de la participación
ciudadana en la prevención del delito, la oportunidad de reinserción social a los
transgresores de la ley y la actualización del marco jurídico normativo de la
seguridad ciudadana.

Ahora bien, la existencia de esta orientación reflejada en las estrategias


descritas en el Plan, no garantiza el cumplimiento de la política pública, pues
formular una política es una cosa y poder asegurar la intervención que ella
requiere es otra (Lahera, 2012), y es importante tener en cuenta que en este
proceso, intervienen variables políticas, sociales, económicas y culturales que
determinan el desarrollo de esa política.

La política de seguridad ciudadana se presenta entonces como producto de un


proceso que se desarrolla en un tiempo y marco específico que van definiendo
el tipo y el nivel de los recursos disponibles y empleados, y donde a través de
complejos esquemas de interpretación y de juicios de valor, se va definiendo
tanto la naturaleza de los problemas planteados como las orientaciones de la
acción en materia de seguridad. Como se evidencia, la influencia de
determinadas variables es determinante en la definición del perfil y estilo de la
política de seguridad (Duran, 2010; Feick, 2010) y es ese perfil el que en
definitiva permitirá una mejor explicación del objeto de estudio.

A continuación se hará una aproximación a la evaluación de la política


específica para la prevención y combate de la criminalidad y la violencia a partir
de las estrategias planteadas en el Plan de Desarrollo, específicamente en lo
referente a la actualización del marco jurídico normativo de la seguridad
ciudadana como una de las estrategias planteadas por el gobierno nacional
dentro de la política específica de seguridad ciudadana.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Tradicionalmente, la administración del sistema penitenciario venezolano había


sido competencia del Ministerio de Justicia, debe destacarse que en materia
legislativa fue la redacción del artículo 272 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela aprobada en el 15 de diciembre de 1999, donde se
fijan las bases del nuevo penitenciarismo venezolano, con la transferencia de
competencia al Ministerio de Interior y Justicia, con el propósito de someter a la
política interior y las actividades de seguridad y orden público a una sola
coordinación. Hoy en día esta potestad recae en el todavía reciente Ministerio
del Poder Popular para el Sistema Penitenciario.

La reorganización de las competencias dio lugar a la creación de la Dirección


de Defensa y Protección Social, quedando encargada de coordinar a la nueva
Dirección de Custodia y Rehabilitación del Recluso (antigua Dirección de
Prisiones).

Esta Dirección cuenta a su vez con una serie de Divisiones, entre las que figura
la División de Salud. En la actualidad, se barajan diversas políticas y
programas de recuperación del sistema, así como de reforma sustancial de los
procedimientos asociados, ya que los diversos planes y programas diseñados
y/o implementados en los últimos años no han logrado revertir mínimamente la
situación general de prisiones.

A continuación se muestran algunos de estos programas:

El Plan Justicia 2000 del Ministerio de Interior y Justicia, cuyo principal objetivo
era dignificar y humanizar la condición del recluso, sustentado en el estricto
cumplimiento de los derechos humanos, se encontró a lo largo de 1999 (su
primer año de ejecución) con dificultades en su aplicación y ejecución debido,
entre otras causas, al estado de deterioro de los centros penitenciarios y la
existencia de una compleja red de intereses económicos que impiden el control
de las personas y recursos que intervienen en el régimen penitenciario.

En el mismo año, marzo de 2000, el Ejecutivo dio a conocer un nuevo plan, el


“Plan Nacional de Seguridad”, que incluyó una inversión de 6.315 millones de
bolívares para la remodelación y equipamiento de nueve centros penitenciarios
para ese entonces, el inicio de la transferencia de la gestión de los centros a
los gobiernos regionales y municipales y la creación del Instituto Autónomo
Penitenciario.

Simultáneamente emerge el “Plan Integral de Reforma Penitenciaria”, fue


presentado y aprobado por la Comisión de Funcionamiento y Reestructuración
del Poder Judicial. Dado a conocer a principios de marzo del 2000, dicho plan
apuntala a los siguientes aspectos: (a) descentralización y creación de un ente
autónomo para la atención y administración del sistema penitenciario; (b)
reforma del marco legal actual en materia penitenciaria para adecuarlo a los
cambios constitucionales; (c) creación y vigilancia de equipos de trabajo
penitenciario y; (d) política de formación universitaria y profesional de personal
penitenciario.

En cuanto a la fiscalización pública del sistema penitenciario, le corresponde a


la Dirección de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la República. De
acuerdo al Instructivo para fiscales con competencia en régimen penitenciario,
cada una de las prisiones debería recibir al menos tres visitas ordinarias
semanales.

En relación con las dificultades de la Fiscalía para supervisar adecuadamente


la situación reinante en los penales del país, la Organización No
Gubernamental (ONG), “Una Ventana a la Libertad”, viene exigiendo desde
hace años la creación de una Dirección de Asuntos Penitenciarios adscrita a
los llamados Fiscales penitenciarios y que tenga como función principal
procesar las denuncias que en materia penitenciaria se tengan, así como vigilar
el respeto de los Derechos Humanos en las cárceles.

Finalmente, la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela


vigente, incorporó la Defensoría del Pueblo al régimen de protección de los
derechos humanos. Entre sus atribuciones constitucionales se encuentra la de
visitar e inspeccionar las dependencias y establecimientos de los órganos del
Estado, a fin de prevenir o proteger los derechos humanos, facultad que se
torna suelta.

Burocráticamente la institución cuenta con una Defensoría delegada en materia


penitenciaria, que viene trabajando fundamentalmente en la supervisión de las
condiciones del sistema penitenciario, en el acompañamiento de casos
vinculados con el cumplimiento de las funciones de los jueces de ejecución de
sentencia y en la elaboración de propuestas destinadas a acompañar los
procesos de reforma penitenciaria.

En el año 2007, las políticas no tienen diferencias esenciales con los años
anteriores: el lineamiento fundamental del ente defensorial consistió en atender
a la dignidad humana de la población penitenciaria, basada en un enfoque de
derechos y reinserción social, donde la participación de las familias y
comunidades organizadas en la toma de decisiones fueron consideradas
fundamentales para la construcción de una democracia participativa. Con base
en esa concepción, los objetivos no alcanzados del Despacho, fueron lograr la
articulación de los distintos niveles de gobierno con miras a profundizar la
democracia participativa y la concienciación de la ciudadanía en la solución del
problema carcelario nacional, teniendo como principales estrategias revisar y
reorientar la política penitenciaria y carcelaria; diseñar un sistema de
identificación y clasificación de la población interna y construir, modernizar y
mantener la estructura física penitenciaria. En diciembre de 2008, mediante
Decreto N° 6.553, publicado en Gaceta Oficial N° 39.080 del 15 de diciembre
de 2008, se crea el Consejo Superior Penitenciario, con carácter de Oficina
Nacional como Órgano Rector, para diseñar y formular políticas integrales que
atiendan de forma estructural la transformación del Sistema Penitenciario, sin
que hasta la fecha haya generado frutos.

De todo lo expuesto se desprende que, en los últimos años, faltaron políticas,


proyectos y planes bien intencionados, abundando también los estudios y
diagnósticos. Sin duda, las políticas han sido desacertadas, las incurias
colmaron la gestión. Pareciera que las políticas no trascendieron del despacho
del ministro, pues no redundaron en la mejoría de las condiciones de vida de
los reclusos ni en la garantía de sus derechos humanos.

En efecto, escasos fueron los logros que el Ministerio de Interior y Justicia,


actual Ministerio del Poder Popular de Interior y Justicia puede presentar en
materia penitenciaria. En el área de la educación formal, si bien en los primeros
años de la década de 2000 se verificó un aumento progresivo del número de
inscritos, llegando a cubrir el 68% de la población carcelaria, a partir del 2005,
empieza a descender hasta el 16% en el 2008. Aun cuando se ha atribuido el
aumento de la cobertura educativa a la introducción de las misiones educativas
en las cárceles, la referida investigación revela que dicho incremento ya se
venía verificando antes de que las misiones se establecieran y que estas
habrían restado fuerza y adeptos a las actividades educativas, que
tradicionalmente se realizaban. En el aspecto cultural, el logro más importante,
aunque incipiente fue la creación de la Orquesta Sinfónica Penitenciaria en el
2007, aún con escasa adhesión por parte de los internos. Respecto a las
edificaciones, el incipiente logro esencial fue la construcción e inauguración en
2008, del Centro Penitenciario de Coro, donde ya el experimentado nuevo
modelo de gestión para ese entonces que también fue ensayado en el penal de
Tocuyito, no termina de despuntar.

Sin duda, el mayor de los desaciertos fue haber abandonado los esfuerzos
para descentralizar el sistema y su no privatización, pues, con ello se ha
perdido una de las pocas alternativas que aún quedan para revertir la grave
situación penitenciaria del país.

Por último, el rotundo fracaso de los planes establecidos por el Ministerio del
Poder Popular para el Servicio Penitenciario, se debe, entre otros factores, a la
incapacidad para asegurar la transformación social de las PPL, a la no rotación
del ministro por incompetente y demás funcionarios encargados de la materia
penitenciaria, lo cual genera problemas de gobernabilidad de las prisiones y
supone dificultades para garantizar la continuidad de políticas y planes por
conspirar con la falta de especialización de los altos funcionarios del Ministerio,
en cuanto a materia penitenciaria se refiere.
POLITICAS PÚBLICAS IMPLEMENTADAS: ALCANCES Y EFECTIVIDAD

Las autoridades competentes han implementado desde 1998 más de 20 planes


de seguridad ciudadana entre los que destacan Plan Nacional de Seguridad
Ciudadana (1999), Plan Estratégico de Prevención de la Violencia (2001), Plan
Integral de Seguridad Misión Caracas (2003), Plan Caracas Segura (2008),
Dispositivo Bicentenario de Seguridad (2009).

En 2012 el Presidente de la República, Hugo Chávez creó la Gran Misión A


Toda Vida Venezuela, una política integral que comprometía a todos los
poderes del estado a combatir la inseguridad ciudadana. El ministro de Interior
y Justicia para ese entonces, Tareck El Aissami informó que la misión estaba
compuesta por 6 vértices fundamentales  y estimó que en 4 años los índices
delictivos del país disminuirían. 

A pesar del anuncio de esta Gran Misión, se han presentado más de 3 planes
de seguridad desde el 2012 hasta hoy, a continuación se presenta una
cronología sobre los planes de seguridad ciudadana creados en el país hasta
2015.

A continuación se hará un análisis a través de los primeros 6 vértices


fundamentales de la misión, haciendo hincapié en diversos puntos de interés
correspondientes a cada ítem.

1) PREVENCIÓN INTEGRAL Y CONVIVENCIA SOLIDARIA

Metas del Gobierno: 

¨Reducir el riesgo de ocurrencia delictiva, faltas, conflictos violentos,


accidentalidad vial, desastres o emergencias, a través de intervenciones
multiagenciales y procesos de participación popular, que se anticipen a la
comisión de las mismas, actuando sobre sus factores generadores y
promoviendo la convivencia solidaria y una cultura de derechos humanos.¨

Acciones Programáticas:

Las 9 líneas estratégicas incluyen 31 acciones entre las cuales están:


Campañas de promoción de valores y servicios, consultas sobre distintos
temas, creación de un Observatorio, planes diversos y programas de
formación. Destacan también las acciones de destrucción masiva y permanente
de armas recuperadas así como la supervisión y restricción del porte y uso de
armas en espacios públicos.
Armas ilegales en Venezuela

Acciones contra el porte ilegal de armas:

 Comisión presidencial para el desarme (CPPD 2012)

 Ley para el control de armas (2013)

 Plan Nacional de Desarme (2014)

Desde que comenzaron las campañas por el desarme en 2012 han sido
destruidas 84.158 piezas, esto solo representa un 7% del total de armas
ilegales en el país. Armas ilegales 1,5 Millones.

2) FORTALECIMIENTO DE LOS ÓRGANOS DE SEGURIDAD CIUDADANA

Metas del Gobierno:

"Crear las condiciones institucionales para conformar una estructura nacional,


estadal, municipal y parroquial conformada por lo organismos competentes en
materia de prevención y control del delito, con una perspectiva integral, a fin de
garantizar el disfrute y ejercicio de los derechos de la población."

Acciones Programáticas:

Las 4 líneas estratégicas incluyen 34 acciones, entre las que destacan el


fortalecer a la PNB y desplegarla en los territorios priorizados. Reimpulsar el
sistema de emergencia, que hoy en día es el 911. Fortalecer el Observatorio
Venezolano de Seguridad Ciudadana y la reforma y fortalecimiento del CICPC.

Situación de organismos de seguridad en el país

Cuerpos policiales requeridos para una seguridad optima según ONU:

4 oficiales por cada 1.000 habitantes. En Venezuela la nómina policial es


deficiente.

Nomina policial en Venezuela

Nomina requerida según ONU 120.000 (34.88%)

Nomina Oficial 104.000 (30,23%)

Funcionarios Operativos 80.000 (23,26%)

Déficit Policial 40.000 (11,63%)


Cuerpo de Investigación criminal (CICPC) requeridos por ONU:

4 oficiales por cada 1.000 habitantes

Nómina de funcionarios en investigación criminal

Nomina requerida según ONU 30.000 (86,96%)

Nomina según CICPC 4.500 (13,04%)

3) TRANSFORMACIÓN DEL SISTEMA JUDICIAL PENAL Y CREACIÓN DE


MECANISMOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS

Metas del Gobierno:

"Transformar el sistema de justicia penal para adecuarlo a la garantía efectiva


de los derechos humanos..."

Acciones Programáticas:

Tiene 5 líneas estratégicas con 11 acciones entre las que están reformas
judiciales, instalación de comisiones de formación y selección. Mejoras para
funcionarios judiciales a través de la formación y selección. Incorporación de
comunidades, por ejemplo, en la creación de Centros Comunales Integrales de
Resolución de Conflictos

Justicia penal e impunidad en Venezuela

Zonas de Paz: Fueron creadas por el Ministro José Vicente Rangel Avalos en
2013 con el fin de lograr la pacificación de bandas delictivas, mediante un pacto
de no agresión entre grupos, basado en el respeto de los territorios controlados
por cada grupo.

En estos territorios declarados como “liberados” se presentó un aumento del


índice delictivo e impunidad.

Para 1998, por cada 100 homicidios que se cometían en el país, hubo 118
detenciones. Desde hace cinco años por cada 100 homicidios que se cometen
teníamos 8 o 9 detenciones.

1998 Delitos 100 (45,87%) Detenciones 118 (54,13%)

2014 Delitos 100 (91,74%) Detenciones 9 (8,26%)

98% Es el porcentaje de impunidad en Venezuela


4) MODERNIZACIÓN DEL SISTEMA PENITENCIARIO

Metas del Gobierno:

"Transformar el sistema penitenciario con la finalidad de garantizar la


prestación de un sistema penitenciario garante de los derechos humanos..."

Acciones Programáticas:

Con 6 líneas estratégicas, tiene 17 acciones como la reforma penitenciaria, que


incluye cambios legales así como acondicionamiento y descongestionamiento
de cárceles.

Condiciones carcelarias en Venezuela

Según el Observatorio Venezolano de Prisiones en 2014 había un 190% de


hacinamiento carcelario.

Población Reclusa 55.007 (74,33%)

Capacidad en Infraestructura 19.000 (25,67%)

Déficit 36.007

3.315 Heridos en todas las penitenciarías (2011 - 2014)

1.807 Muertos en todos los complejos (2011 - 2014)

88 Fugas se suscitaron en 2014.

8 Protestas se registraron para pedir traslado de los penales (2014)

2 Veces ha sido ministra de penitenciaria María Iris Varela.

5) SISTEMA NACIONAL DE ATENCIÓN INTEGRAL A VÍCTIMAS DE LA


VIOLENCIA

Metas del Gobierno:

"Asegurar una atención integral, oportuna y pertinente a las victimas de la


violencia"

Acciones Programáticas:

Contiene 3 líneas estratégicas con 9 acciones como el registro y leyes


relacionadas a violencia. Proyectos y normas.

Aún se no se ha realizado ningún tipo de acción en este vértice.


6) CREACIÓN Y SOCIALIZACIÓN DE CONOCIMIENTOS PARA LA
CONVIVENCIA Y LA SEGURIDAD CIUDADANA

Metas del Gobierno:

"Organizar un sistema nacional de investigaciones en el campo de la


convivencia, la seguridad ciudadana, el delito y la violencia."

Acciones Programáticas:

Con 2 líneas estratégicas contiene 6 acciones relacionadas a investigaciones


sobre percepción de seguridad y victimización. Documentación e información.

Documentación e información sobre seguridad ciudadana

Se han realizado:

45 Investigaciones en el área de Seguridad Ciudadana.

12 Millones fueron asignados por el Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e


Innovación (Fonacit), en articulación con la UNES. No hay ningún detalle
respecto a temas, montos y equipos/investigadores.

Observatorio Venezolano de Seguridad Ciudadana

Su objetivo principal es: Recopilar, discriminar, procesar, analizar y cotejar


todos los datos cualitativos y cuantitativos de los indicadores de Criminalidad y
Violencia así como los concernientes a planes, programas y proyectos en
materia de Seguridad Ciudadana aplicados a nivel nacional, a fin de garantizar
la efectividad y eficacia de los mismos.

Sin embargo su página web carece de información sobre indicadores,


cifras y estudios.

HOMICIDIOS EN VENEZUELA 2012 - 2015

Muertes Violentas por cada 100 mil habitantes

2012 73 Homicidios (21,69)

2013 79 Homicidios (24,76)

2014 82 Homicidios (24,98)

2015 90 Homicidios (27,87)


CONCLUSION

A modo de colofón, en la actualidad, a raíz del aumento de la tasa carcelaria


aunado al riesgo país, por primera vez en muchos años son plurivalentes los
factores que inciden en el incremento de la población penal.

Se concluye que ninguna de las hipótesis justifica una infracción contra el


orden público, pero se pudo argumentar, que los escasos recursos económicos
de una familia, inciden en la búsqueda de sustento y bienes materiales,
mediante métodos ilegales por necesidad.

Aunado a esta situación, se complementa la problemática, tomando en cuenta


las condiciones laborales del país, el desempleo. Además, existen otros
indicadores como la inflación y ahora hiperinflación, que influye en la
generación de puestos de trabajo. Pero no sólo está el tema netamente
financiero. También es factible que un individuo haya tenido una deficiente
formación familiar para fortalecer los valores ético-morales o no tuvo acceso a
la educación por carencias en el sistema público de enseñanza.

De igual manera, hay personas que no son orientadas en su adolescencia o


han sido poco motivados por sus allegados, en la búsqueda de una profesión.
Cualquiera que sea la causa o la condición bajo la cual un ser humano se haya
formado y opte por cometer acciones punibles, en todas las sociedades salta a
la palestra el flagelo de la delincuencia. Cada país tiene sus características
particulares; pero también tiene la delincuencia que se merece y aunque se
registren en mayor o menor grado la cantidad de hechos delictivos, el Estado
debe afrontar la responsabilidad para garantizar su equilibrio interno en la
seguridad ciudadana y el orden público, verbigracia de los centros
penitenciarios del país.

Incluso, en muchas naciones, las alteraciones del orden público pueden estar
influenciadas no por una condición socio-económica, sino por posturas
ideológicas. Con tal criterio, se agrega con mayor rigor la implementación de
competencias proactivas con base a una cartera estatal en materia de servicio
penitenciario que fomente el desarrollo, formulación, ejecución de políticas y
estrategias conducentes en la necesidad de concebirlas en el ejercicio de los
derechos fundamentales de los procesados y penados, la rehabilitación de los
centros de reclusión y el desarrollo de programas socioeducativos.

En cuanto a las competencias proactivas de las que debe estar envestidas el


Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario, se ubican en las
competencias genéricas como facultad en la preparación de todo el personal
penitenciario al servicio del sistema para poner en marcha las atribuciones
conferidas en la Ley Fundamental de la República, que garantice y asegure la
rehabilitación del interno y el respeto a sus derechos humanos al poner en
evidencia el desarrollo de los valores de las políticas de Estado, incluso
considerar la ruta de las descentralización e incluso por qué no, la privatización
de la asistencia al régimen penitenciario del país.

Por último, retomar la descentralización del sistema aparejaría múltiples


ventajas: (a) favorecería la prestación de servicios más eficientes y un mayor
control administrativo de los establecimientos; (b) permitiría el diseño de
estrategias propias para cada penal, de acuerdo a las características de su
población reclusa, de su personal y de la idiosincrasia colectiva, es decir, se
daría respuestas más precisas ante las especificidades locales; (c) multiplicaría
la capacidad técnica en torno al tema; (d) propiciaría una mayor participación
de la comunidad en la solución de los problemas, todo ello sin hablar del
impacto positivo que tendría en el trabajo el Juez de Ejecución. Del modelo
centralizado de la gestión penitenciaria no se puede esperar otra cosa que los
consabidos y perennes males que la aquejan: ineficiencia, corrupción,
clientelismo y la consecuente deformación sistemática de la democracia
(partidocracia).
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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Nacional Constituyente N° 36.860 del 15 de diciembre de 1999, Artículo 272 y
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