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CLICS MODERNOS O LA

MODERNIDAD
Por Pablo Milani

Charly García fue el músico que mejor interpretó cómo inaugurar la década del `80. Los
comienzos, se caracterizaron por cierto hedonismo y la obsesión del cuidado del cuerpo
después de la dictadura militar. Fue una etapa más fresca, de una efervescencia única y
marcada a fuego tras el conflicto bélico en las Islas Malvinas en 1982. Atrás había quedado
la década del ´70, una época signada por lo traumática y violenta de uno de los períodos
más convulsionados de nuestro país. Pero al igual que en las esclusas de Gatún en el Canal
de Panamá, García comprendió como nadie ese vaso comunicante, ese espacio de transición
capaz de proporcionar el impulso que lo iba a tener, una vez más, como protagonista
ineludible. Y después, como un trovador en busca de seguidores, su metodología emergió
desde la propia sensibilidad de una década que se debatía entre su vocación y un nuevo
futuro decidido a dejar testimonio. Como la escultura del David, los ´80 como
representación cultural aparecen como un movimiento ecléctico y deforme dentro de una
misma experiencia sensitiva y cognitiva. Cada disco/obra de Charly García representó una
nueva manera de mirar el mundo, un tramado sociológico de una Argentina siempre ávida
de significados destinados a ser estudiados.

Luego de la multitudinaria presentación en la cancha de Ferro en diciembre del `82 con la


impactante puesta de Renata Schussheim, García estaba convencido de ir por más. El
siguiente disco fue concebido, grabado y mezclado en Nueva York y tendría como
título Clics Modernos a raíz de un graffiti que el músico vio por las calles de la ciudad de la
gran manzana. Esa foto de Uberto Sagramoso que lo retrata delante de aquel muro
desafiando al mundo sería icónica y representaría un cambio de rumbo para todo el rock
argentino de ese momento.

La estimulación para la concepción de este disco fue esencial. El melasma como infección
en la década anterior ya había caído como escama en una piel intervenida por un nuevo
sonido. Esta vez la new wave actuó como metamorfosis y provocación y definió un
presente encaminándose hacia lo que vendría después. Si Artaud (1973) de Luis Alberto
Spinetta partió la década anterior en dos, Clics Modernos dejó en claro que la música
argentina estaba dispuesta a enfrentar a una sociedad más exigente.

Plausible como idea general, el segundo disco de García como obra conceptual y artística
tiene un nivel altísimo y lidera una nueva forma de decir y de grabar inédita. Con
sintetizadores, samplers, grabadores y una caja de ritmo, el músico estaba listo para
conquistar el mundo desde su ahora trinchera de trabajo, Nueva York. En este caso las
canciones se empoderan como prioridad y documentan el deseo de un presente desde esos
raros peinados nuevos. Clics Modernos se presenta en un punto exacto entre pasado y
futuro. Lo viejo y lo nuevo fluyen como dos fuerzas opuestas, una que lucha por irse y otra
que insiste por permanecer. En estas nueve canciones el cantautor una vez más se debate
como ser social de un mundo cada vez más veloz y lo traduce desde su propio estado
emocional y deja una clara evidencia que lo que está por venir, no será nada fácil.

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