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Este segundo capítulo de nombre “La represión” me hizo recordar que, para

entender el rock latino y su idiosincrasia, se debe conocer el hippismo y su


influencia en una juventud que empezaba a vivir el inicio de una década donde lo
más natural era tener un militar rompiendo la puerta de tu palacio de gobierno.
Hablo de los setentas.
Efectivamente, el rock se nutre de mucho de lo que la cultura hippie ofrecía al
mundo: una revolución sexual y antisistema.

Este movimiento nos trae a la memoria importantes manifestaciones y eventos


culturales, entre ellos el recordado Avándaro, el “Woodstock” mexicano. Un evento de
total desenfreno, donde la frase “drogas, sexo y rock and roll” calzaba como horma
en zapato. En esta línea, el documental nos da una pequeña reseña de los pilares del
hippismo en Sudamérica, como Los Jaivas o Billie Bond. Así también, el nacimiento
de la indiscutible primera gran banda argentina de la historia: Sui Generis, el impacto
cultural de sus producciones, especialmente del tema “canción para mi muerte” y su
despedida en el legendario Luna Park. Si había una banda imposible de dejar de lado
en un documental de rock en español, ese era el dúo Mestre-García.

Con el hippismo se disfrutaba, pero no se combatía, y Latinoamérica no es


Estados Unidos. Y es aquí donde las cosas se ponen realmente feas. Desde
intentos de censura en medios de comunicación, hasta “desapariciones” de
artistas en plenos regímenes. El rock latinoamericano ha sabido lo que
realmente es la censura. Repasamos desde el rock contestatario de Pescado
Rabioso, así como las letras de Víctor Jara, reconocido cantautor chileno que
supo convertirse en la voz del pueblo, la voz de las protestas. Una voz que
sigue hasta hoy y que fue silenciada en vida por el abuso del gobierno de
Augusto Pinochet, siendo esto quizá el acto terrorista más crudo al que se
enfrentó, más que el género en sí, una generación de jóvenes que no estaban
dispuestos a callar, a pesar de las constantes represalias militares.

Por supuesto, no se podía pasar por algo la salvaje cacería en el gobierno


argentino de Videla. Es escalofriante escuchar a León Gieco cuando comenta
que sufrió amenazas de muerte por su tema “Solo le pido a Dios”  o a Ricardo
Mollo comentar como vio a sus amigos y compañeros en la música cayendo
uno por uno, desapareciendo sin volver a saber nada de ellos.
“Los milicos nos hacían tocar al frente de ellos para confirmar
que no éramos una reunión de subversivos, y tocábamos con un
público verde y era de los más terrorífico (…) tuve amigos que
nunca más los volví a ver”.

Antes de pasar al otro punto que toca el documental, considero que en este tema se
pudo ahondar más en otros casos latinos de represalias y censuras a la
expresión popular. Creo que se redundó mucho en las persecuciones policiales en
México, la cual ya se había comentado en un inicio, y se dejó de lado eventos como la
dictadura militar en Perú la cual se le atribuye como el principal motivo por el que el
país incaico no pudo desarrollar una escena rockera como el de sus vecinos de la
zona a pesar de contar con bandas tan geniales como Los Saicos. En Perú realmente
se silenció la música, y al igual que en México y en todos los demás países, también
había persecuciones. Asimismo, se repasa de manera rápida el episodio chileno
cuando también tenía mucho más que contar como el exilio que sufrieron bandas
como Illapu o la lucha fuera del país por parte de Quilapayún.

Y bueno, otro punto muy a favor del documental es la importancia del rock fusión en
América. Somos un pueblo lleno de cultura, y es realmente genial conocer a las
bandas que se atrevieron a experimentar incorporando el sonido oriundo de sus
países y creando música totalmente nueva e identitaria. Arcoíris en Argentina o Los
Jaivas en Chile son quizá los referentes principales de esta nueva sub rama dentro
del mismo género. Tendencias que desde esos años han sido adoptadas años más
tarde por otros grupos que han sabido pintar el rock con los colores de sus banderas.
Ejemplos que se me ocurren son Aterciopelados en Colombia, o bandas como Los
Mojarras o Uchpa en Perú.

Capitulo 3

Este capítulo lleva de nombre “música a colores”, aludiendo lógicamente a la nueva


oleada de bandas que fueron contemporáneas a los primeros años de la televisión que
dejaba el blanco y negro para empezar a proyectar colores, sin embargo, también
hace una referencia al inicio de la música más fresca y alegre a causa básicamente de
2 cosas que empezaron a darle un nuevo rumbo al género:  la influencia New Wave y
el fin de la dictadura militar videlista en Argentina.

n el caso del New Wave, pues es innegable lo que influyó en la música en nuestro
idioma. Bandas como The Police, The Cure o Blondie empezaron a sonar muy
fuerte, primero en los clubes underground de las principales capitales del continente y
luego en las primeras emisoras de rock en América Latina. Se hace referencia
especialmente a dos bandas que se podrían considerar las más reconocidas de la
zona. Virus y Los Violadores empezaban a dar los primeros pasos dentro de un
sonido que como cualquier novedad genera cierto rechazo, pero la frescura de sus
ritmos, sus irreverencias sobre el escenario, y el obvio cambio de década empezaron a
abrir paso a toda una camada de artistas, los cuales por un tema de tiempo se les da
una corta reseña en el capítulo, pero que por sí solos necesitarían un episodio entero
para poder explicar la enorme importancia que tuvieron a la hora de forjar lo que ahora
se conoce como “rock latino”.

Estamos hablando, claro, de genios como Los Abuelos de la Nada, Twist, Las


Viudas y especialmente Charly García, quien luego de ya crearse una legendaria
carrera tanto por su participación en grupos tan míticos como Sui Generis o Serú
Girán, decidió darle la vuelta a todo, sacando lo que es para muchos entendidos, y
también para mí, posiblemente el mejor disco de la historia del rock en
castellano: Clics Modernos

Todo este cambio de aires se da por las razones antes mencionadas, pero
especialmente por el regreso a la democracia que tuvo el país. Luego de años de
represión, amenazas y censura, Argentina volvió a tener la libertad de expresarse. La
música ahora se tocaba con alegría, con color y a color.
Argentina es sin duda la cuna de los mayores exponentes del género en nuestro
idioma, y esto es por el papel tan político y contestatario que le tocó asumir. Claro, el
rechazo a la música inglesa y anglosajona en general a causa de la pérdida de la
guerra por las Malvinas hizo que un país de 40 millones de habitantes se centrara en
los suyos, volviendo el rock en parte importantísima de su sociedad. Algo que no pasó
en el resto de países vecinos.

Y por supuesto, si había una banda que reunía representaba todo lo anterior
nombrado fue el grupo conformado por Charly Alberti, Zeta Bosio y Gustavo
Cerati. Hablamos de Soda Stéreo.
 

Soda es definitivamente la banda por excelencia del rock en nuestro idioma.


Con una influencia marcada en The Cure y The Police, fue más allá de ser un
grupo de New Wave más. Fue el elegido para llevar la bandera del rock en
castellano por el mundo. Fueron los primeros rockstars, la primera boyband, los
señores del sold out por donde pasaran. Su influencia es tan grande que será
la primera banda en ser profundizada en 2 capítulos de este documental.

ara cerrar, Netflix nos saca por unos momentos de una protagonista Argentina
para comentarnos que más allá también pasaban cosas importantes. Es en
México donde grupos como El Tri o Botellita de Jerez empezaban a dotar al
rock “azteca” de una irreverencia que los definiría hasta nuestros tiempos. Pero
si hablamos de irreverentes, pues, la leyenda de Rockdrigo Gonzales es
imposible no ser mencionada. El “profeta de nopal” es recordado por sus
líricas, tan disparatadas como entrañables. Un genio que no permitió que nadie
lo silencie, y que se fue a causa del terremoto del 85.

Capitulo 4

Como lo comentábamos anteriormente, coincidimos con Netflix en que es


la “sodamanía” el inicio de la industrialización del rock en nuestro idioma.  Fue la
ventana por donde muchos grupos tuvieron la posibilidad de plantarse frente a
un público, no de 80 personas en el sótano de un bar en Buenos Aires, sino
frente a cientos en un coliseo, coreando sus temas. El rock en los ochentas
vivió su mejor época.

Soda fue el que llevaba la bandera del género, y rápidamente el rock argentino
alcanzó una popularidad (en la zona) a la par de los grandes exponentes del
rock y pop anglosajón. Grupos como Enanitos Verdes, Miguel Mateos, Los
abuelos de la Nada, Virus, entre otros, logaron conseguir el éxito fuera de sus
fronteras. En esa misma época se vivió una verdadera revolución musical en el
continente. Cada país quería tener su Soda y muchos grupos fueron altamente
influenciados por la escuela argentina.

En el documental se menciona algunos ejemplos como Fobia, La Maldita


Vecindad o Caifanes en México, pero se omite muchos otros que fueron
reales precursores en sus países. Me hubiese gustado que se hable algo más
a fondo de esta influencia que la “sodamanía” desató en los demás terrenos, y
esto porque es sin lugar a dudas uno de los momentos más importantes y por
el que el rock latino logró llegar a lo más alto. Grupos como Jas en Perú
o ADN en Uruguay son parte de esta revolución.

Aplaudo mucho que se haya hecho mención, aunque fuera más corta de lo que
me hubiera gustado ver, de la importante escena del rock y sobre todo del
metal colombiano (especialmente en Medellín, quizá la ciudad más metal de
Sudamérica por los representantes que tuvo). Definitivamente fue un gusto
poder oír algo de Kraken o La Pestilencia. Le doy una mención especial
a Masacre, legendaria banda de Medellín que supo darnos el death metal en
castellano más crudo de su época. Hubiese sido genial incluso hablar del
movimiento del death metal que oscureció América Latina en esos años siendo
el ya mencionado Masacre, Pentagram (Chile) o Mortem (Perú) 3 de los más
importantes referentes. Sin embargo, claro, eso será para otro documental,
algo más extremo.

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