Está en la página 1de 21

Berantevilla a través de sus principales

familias y su heráldica

Es un placer estar aquí acompañándoos con ocasión del séptimo centenario de la


fundación de vtrhtreguestra villa y contribuyendo, en mi modesta medida, a
proporcionaros un mejor conocimiento de ella, especialmente en lo concerniente a
algunos de los personajes y familias que han ido formando su historia a lo largo de los
siglos.
Se da la circunstancia de que, como parte constituyente del equipo encargado de
la redacción del Catálogo Monumental de la Diócesis de Vitoria, he tenido ocasión
durante los últimos cuatro años, con motivo de la preparación del Tomo X del mismo,
de investigar a fondo toda esta comarca, recorriendo sus pueblos y revisando sus
archivos, con un interés y una minuciosidad como creo que ningún otro lo ha hecho
hasta ahora.
Toda esta investigación ha estado centrada en la localización y documentación,
desde los tiempos más remotos, de las familias y personajes más relevantes de la zona,
y de todas cualesquier realizaciones que hayan podido llegar hasta nosotros.
Una de las más evidentes realizaciones la constituyen sin duda las edificaciones
que han podido llegar hasta nosotros, y que tantas veces os habréis podido preguntar
quienes las han podido realizar y cuando. Especial curiosidad habréis sentido también
por los escudos labrados en piedra que se han conservado en las fachadas de casi una
decena de casas.
La heráldica, desde los remotos tiempos de su adopción y generalización, que
nunca van más allá de los siglos XIII o XIV, ha tenido por objeto la identificación de
grupos sociales, bien familias o linajes, o bien instituciones. Constituyen un
antecedente de lo que hoy día son los logotipos comerciales, y en su tiempo la gente
conocía el origen y el significado de los símbolos heráldicos y a que familia o linaje
correspondían, originados en general en la Edad Media, conocimiento que se fue
perdiendo a lo largo del tiempo pasando a ser un asunto misterioso.
Así pues, a lo largo de la Edad Moderna se han ido generado por parte de algunos
desaprensivos, a la par que ignorantes, fabulas y fantasías tratando de explicarlos, que
no tienen absolutamente nada que ver con la realidad. Rotundamente os puedo decir
que ningún símbolo heráldico tiene su origen más allá de las fechas indicadas, y
únicamente podemos retrotraer hasta el siglo XII la heráldica de los propios reyes de
Castilla, León, Navarra o Aragón.
A través de las heráldica y los escudos de armas en piedra, quienes los colocaron
han tratado de plasmar su personalidad para que quienes los observasen en cualquier
tiempo tuviesen conocimiento de ello, pero este deseo se ha quedado truncado
porque ya nadie sabe, ni tiene la más leve noticia de quienes los colocaron.
En cuanto al desarrollo de la heráldica en Alava, os diré que se inició en las
grandes familias de los Mendoza, Guevara y Ayala, habiendo utilizado las dos primeras

1
un elemento heráldico que posteriormente se difundió de forma manifiesta por todas
las regiones circundantes, como es la panela.
La panela es un elemento heráldico que representa una hoja de olmo, aunque
generalmente se representa sin el rabo o pecíolo, lo que les da un aspecto de corazón.
Tienen un origen legendario, que se remonta a una sangrienta batalla de Arrato, al
Oeste de la Llanada alavesa, entre los Guevara y los Mendoza. Resulta curioso que casi
todos los escudos de armas que se han conservado en Berantevilla tienen panelas en
su composición.
Voy a tratar de hacer un breve recorrido a lo largo de la historia a través de
determinados personajes y familias, apoyándome en lo posible en las realizaciones
heráldicas que han llegado hasta nosotros.

1. Los señores de la villa


Como ya sabréis, dentro del mismo siglo XIV en que le es concedido el fuero a
Berantevilla por Fernando IV de Castilla, esta villa es dada en señorío en 1370 por
Enrique II de Castilla a un misterioso personaje llamado Ramir o Ramiro Sánchez de
Berantevilla que, según mis pesquisas, podría tratarse del caballero navarro Ramiro
Sanchez, embajador de Carlos II de Navarra en Castilla, hermano de Juan Ramírez de
Arellano, que se pasó a Castilla y fue primer señor de los Cameros.
En la escritura de donación, que conocemos gracias a la trascripción de Cesar
González Mínguez, se dicen dos párrafos muy significativos:
“… por vos dar galardón desta lealtat e fiança que en vos fallamos siempre
desde que sodes nuestro e en nuestro servicio…”
“…aviendo voluntat de vos heredar en los nuestros regnos…”
Se ve claramente que Enrique II de Castilla deseaba premiara a este caballero por
sus servicios – entre otros tuvo en rehenes en su nombre la ciudad de Estella – y que
se pasase a Castilla, como había hecho su hermano Juan Ramírez de Arellano.
El apellido Berantevilla que se le asigna no tiene más trascendencia que una
propuesta del propio rey, en aquellos tiempos en que todavía se utilizaban únicamente
los patronímicos, y se empezaban a utilizar los apellidos de lugar.
No satisfizo a Ramiro Sanchez el pasarse al bando castellano, y vendió el señorío, a
Juana de Rojas, que a su vez lo vendió en 1392 a su primo Diego López de Zúñiga, en
cuya sucesión se ha mantenido hasta la extinción de los señoríos en 1842.
Comprendía Berantevilla los lugares que lo constituyen hoy día, más Zambrana,
que se independizó al alcanzar el título de Villa en 1744, aunque siguió siendo del
señorío de los Zúñiga.
Quedó el señorío de Berantevilla, junto con los también alaveses Hereña y Turiso -
que siempre han formado parte de la Ribera -, en una rama secundaria de la familia
Zúñiga, que también fueron señores de la villa cacereña de Mirabel y no llegaron, que
se sepa, a residir nunca en Berantevilla, pues residieron en Mirabel, Plasencia, donde
tenían su principal palacio, o en la Corte.

2
Fueron agraciados con el título de marqueses de Mirabel en 1535, y en 1624
siguiente, con el condado de Berantevilla, pero debido a la mayor antigüedad del
primero de los títulos, eran conocidos siempre con éste título. Curiosamente se
conservan dos topónimos al NO de la villa llamados “hoyo del marqués” y “altos de
Mirabel”.
El título de conde de Berantevilla le fue concedido por Felipe IV en 1624 a su
mayordomo mayor D. Enrique de Zúñiga y Dávila, caballero de Calatrava, hijo de D.
Antonio Dávila y Dª Francisca de Zúñiga, IV marquesa de Mirabel y IX señora de
Berantevilla, pero curiosamente no llegó nunca a ser señor de esta villa por haber
muerto antes que su madre, aunque sí dejó una hija que le sucedió.
Vivió en Madrid y fue un personaje importante en la Corte, y había pertenecido al
círculo del conde de Villamediana, poeta y espadachín que murió asesinado en 1622.
De él se conserva en la parroquia de Berantevilla un copón, con su escudo de armas,
que es el que nos ha permitido localizar al donante dele mismo.

Figura 1 – copón con las armas del I conde de Berantevilla


Como podéis ver, el escudo de armas consta de dos cuarteles, el primero con las
armas propias de los Zúñiga, que son “una banda orlada con una cadena”, y en el
segundo trece roeles, que representa las armas de los Dávila.
Encima del escudo aparece una corona, rematada con perlas que corresponde al
título de conde. Sin os fijáis bien, por los cuatro costados del escudo aparecen unas
flores de lis, que forman parte de una cruz de la orden de Alcántara o Calatrava que
estuviese colocada detrás del escudo.
Los blasones de Zúñiga y Dávila, que utilizaban conjuntamente todos los miembros
de esta familia, la corona de conde y la cruz de orden militar, nos localizan
perfectamente al personaje pues tan solo los cumple I conde ya citado.
Tuvieron los señores una fortaleza en la villa de Berantevilla, citada aún en 1511,
pero de la que no vuelve a haber más noticias. Tenían además varios molinos, uno en
Mijancas, otro en Escanzana, que venderían a la familia Montoya – que colocó en él su
escudo de armas - y la venta del Rio en Zambrana donde también había un molino, y
numerosas tierras y casas en casi todos los pueblos del ayuntamiento, que habían ido
comprando y tenían arrendadas por el procedimiento del censo perpetuo o censo
enfitéutico, similar a un arrendamiento.

3
Para el cobro de las rentas, que eran generalmente en grano, disponían los
señores en Berantevilla de una casa granero en la calle Bajera, que todavía era de su
propiedad en el siglo XIX.
Para la administración de su patrimonio nombraban un gobernador, que solía ser
un personaje perteneciente a alguna de las familias más importantes de la zona, y solía
residir en Berantevilla, o bien en Zambrana.

2. El arzobispo D. Pedro de Urbina y Montoya


Siguiendo el hilo de los gobernadores hablaremos ahora del personaje más
importante que ha dado la villa cual fue el arzobispo D. Pedro de Urbina y Montoya,
que nació en Berantevilla en 1585 porque su padre D. Francisco de Urbina, natural de
Miranda de Ebro, era gobernador de la villa. Su madre fue Dª Casilda de Montoya y
Mañaria, natural de la Puebla de Arganzón, hija a su vez de Martín López de Montoya,
natural así mismo de Miranda, que también había sido gobernador de la villa.
D. Pedro de Urbina tomo el hábito de San Francisco en el convento de Castañar en
1609, y llegó a ser elegido obispo de Coria en 1644 y arzobispo de Valencia en 1648.
Durante su mandato fue nombrado virrey de este reino entre 1650 y 1652. En 1653 fue
nombrado arzobispo de Sevilla, hasta el año 1663 en que murió
Este personaje, es de merecida memoria por haber donado a la parroquia el
cuadro de la Inmaculada de Alonso Cano, y una serie de ornamentos sacerdotales para
la parroquia, uno de los cuales lleva bordado su escudo de armas, que es como sigue

Figura 2 – escudo de armas del arzobispo D. Pedro de Urbina y Montoya


En el primer cuartel figuran las armas de Urbina, que son un árbol con dos lobos al
pie, cebados en sendos cordero, con una orla con ocho aspas y otra al exterior de ella
con unas cadenas, y en el segundo cuartel, las armas de Montoya, que son diez
panelas, aunque le falta la letra Tau griega. Por el exterior vemos que encima tiene un
capelo del que penden una serie de borlas, que son 10 a cada lado, como corresponde
a la jerarquía de arzobispo.

4
Pero la obra más importante del arzobispo fue una obra pía para dotar a dos
huérfanas para casar o entrar en religión, hijas de vecinos de Berantevilla. Fue fundada
en 1657 y dejó para ello un capital de 43.000 reales nombrando patronos al alcalde y
regidores del ayuntamiento y al cabildo de la parroquia, y ascendía a 1.000 reales por
dote, una cantidad muy elevada para la época.
Se custodiaban los caudales de la obra pía y su documentación en un archivo de
tres llaves que estaba en el capilla de San Andrés “lado epístola que hoy es de Nuestra
Señora de la Soledad” se decía en 1733 cuando se denunció el robo de 22.337 reales
del archivo, que fueron entregados finalmente bajo secreto de confesión en el
convento de Santo Domingo de Azpéitia.

3. Familias de apellido Montoya


Con este apellido podemos encontrar en toda esta comarca alavesa numerosas
familias con este apellido, que no tienen en principio porque tener un parentesco
conocido.
La más importante era la que procedía de la casa torre de Lacervilla – en la
actualidad en un estado deplorable – con ramas establecidas en Armiñón – donde se
conserva su casa palacio, Berantevilla, Escanzana, Mijancas, Salinillas y en Colombia.
Sin una relación de parentesco conocido con el tronco de Lacervilla hubo otras
familias apellidadas Montoya:
 una en Nanclares de la Oca, - con una rama que se estableció también en
Berantevilla e hizo la casa de la calle Mayor 25
 otra en La puebla de Arganzón, de donde hemos visto era la madre del
arzobispo Urbina.
 otra en Berantevilla, que hizo la casa de la calle Mayor 15
 otras en Miranda de Ebro, Quintanilla de la Ribera, Nanclares de la Oca,
Ollávarre, Lanciego, La Puebla de Arganzón, Burgueta, Rivabellosa, Manzanos
etc., etc.

3.1 – Rama de Lacervilla establecida en Berantevilla


Esta rama quedó establecida en Berantevilla por el matrimonio en 1588 de Diego
de Montoya y Sáenz de Arbígano natural de Lacervilla con María de Salazar y Ayo,
instalándose en una casa que D. Alonso de Ayo, tío de ella, beneficiado de Berantevilla,
les había mandado en sus contratos matrimoniales, que es la que se conserva hoy día
en la calle Mayor nº 9.
Muy destacado fue su nieto y heredero D. Juan de Montoya y Urbina, que estudió
en el Colegio del Santi Spiritus de Oñate donde se licencio de abogado, siendo
nombrado por el virrey de Nápoles auditor general de las Presidios de la Toscana en
Italia, y finalmente gobernador de la Regia Aduana de la ciudad de Foxa o Foja – hoy
día Foggia – al sur de Italia, en la península de Apulia perteneciente al reino de
Nápoles, y Presidente de la Regia Cámara del Reino de Nápoles, donde casó en 1674
con Dª Tecla de Moreda y Ribera natural de Tarragona, y murió en 1688.

5
Quedaron dos hijos pequeños que volvieron a Berantevilla con su madre, pero
ésta se volvió a casar y volvió a Tarragona, quedando los niños a cargo de tutores.
El hijo mayor D. Juan Nicolás quedó a vivir en Berantevilla donde casó en 1706 con
su pariente Dª Josefa Gaviria y tuvieron a D. José Antonio de Montoya y Gaviria que
casó en Laguardia en 1742 a donde pasaron a vivir, y donde nació su hijo y heredero D.
Francisco Antonio de Moreda e Ibáñez de Zárate, el cual casó a su vez en 1771 en Oyón
con una muy rica heredera Dª Joaquina Palacios y Jugo, donde se establecieron a vivir,
de forma ya definitiva.
Tal es así, que su hijo y heredero D. Joaquín Ventura Montoya y Palacios, que
casaría en Logroño en 1802 con una hermana del general Miguel Ricardo de Alava,
procedió a vender toda la hacienda que tenía en Berantevilla y su zona, comprando
otra equivalente en Oyón.
Entre los bienes vendidos estaba la casa de la calle Mayor 9, que lo fue a D. Matías
López de Samaniego - perteneciente a otra de las familias importantes de Berantevilla
de la que después hablaremos - habiendo sido hijo suyo D. León Samaniego y Díaz de
Olarte, que fue abogado, consultor de la Provincia, y administrador del marqués de
Mirabel.
Esta casa, viene a ser la única de Berantevilla que continúa en poder de la misma
familia – hecha salvedad de la venta de los Montoya a los Samaniego en 1806 – siendo
su actual poseedor D. Jesús González Moreno, nieto de Concepción López de
Samaniego y Pinedo, de los que después hablaremos con más detalle.

Figura 3 – escudo de la casa de los Montoya en calle Mayor 9


El escudo de armas tiene un diseño peculiar entre la heráldica de la zona, y está
formado por las armas de Montoya, las 10 panelas – aunque sin la letra Tau –
acompañadas de aves y lebreles, y las de Ayo y Salazar – estas compuestas por 13
estrellas, con una peculiaridad sorprendente, que me figuro ninguno habréis reparado
en ello.

6
Se trata del segundo cuartel del escudo, en la segunda fila de estrellas, donde se
puede ver que la 3ª estrella se ha desplazado a la derecha de la 1ª fila y en su lugar se
ha colocado un pequeño pájaro cabeza abajo.

Figura 4 – detalle del escudo de la casa de Mayor 9


Nunca jamás se había visto nada parecido, ignorándose totalmente la posible
razón para haberlo representado así.
Los Samaniego ya dueños de la casa, fueron adquiriendo propiedades colindantes,
hasta hacerse con la propiedad de toda la manzana, como continúa en la actualidad,
disponiendo de su propio oratorio en ella.

3.2 – Rama oriunda de Nanclares establecida en Berantevilla


De esta rama, establecida en Berantevilla a principios del siglo XVI, destacaremos
en primer lugar al matrimonio formado por Juan de Montoya y Samaniego, nacido en
Berantevilla en 1569, casado allí en 1594 con Ana de Mendoza y Salazar, natural de
Portilla, que hicieron la casa de la calle Mayor, hoy día con el número 25, donde se
reflejan los linajes de sus cuatro apellidos, y es como sigue:
1º cuartel: armas de Montoya, 10 panelas
2º cuartel: armas de Mendoza: una banda
3º cuartel: armas de Salazar: trece estrellas
4º cuartel: armas de Samaniego: banda atravesada por una espada
Rodeando el escudo, se encuentra un rótulo o lema, que es el propio del linaje
Samaniego, aunque falta la palabra Espada:
“ESTA [ESPADA] QUEBRARÁ, MÁS MI FE NO MUDARA”
En el cual falta la palabra ESPADA, no se sabe porque razón.

7
Figura 5 – escudo de armas de los Montoya en la casa calle Mayor 25
De esta casa destacó el nieto del matrimonio citado D. Francisco de Montoya y
Montoya, nacido en esta villa 1629, que fue nombrado capitán general de Antioquía en
el virreinato del Perú (Colombia) en 1669, donde casó. Fue él quien donó “una libra de
oro” para el camarín de la ermita de Lacorzanilla, según reza un rótulo grabado en el
exterior de la misma, donde figura como Francisco Montoya y Salazar.
Murió sin sucesión en 1676 pero, no obstante, había dejado en Berantevilla un
hijo natural llamado Francisco, que casó en 1680 con su prima carnal Josefa Samaniego
y Montoya, de la que tuvo dos hijos Enrique Antonio y Luis Romualdo, que en 1702
estaban ambos en Madrid como pajes del marqués de Eliche. Luis Romualdo fue
heredero de sus abuelos y entre 1716 y 1724 se encontraba en Hungría, siguiendo el
destino de la marquesa de Eliche y del Carpio, exiliada por haber seguido en la Guerra
de Sucesión el partido del Archiduque de Austria. Fue mayordomo y secretario de esta
señora, de cuyo marido había sido criado. Murió sin sucesión en Babilafuente
(Salamanca) en 1735 y dejo heredero a su primo José Antonio Montoya Gaviria 1, de la
rama I, aunque los bienes vinculados, como esta casa de la calle Mayor 25, pasaron a
los Salazar de Manzanos, habiéndose mantenido en esta familia hasta D. Gabino
Salazar Zavala II conde de Salazar que murió a finales del siglo XIX.

3.3 – Rama de Colombia


Hemos hecho mención de que Francisco Montoya fue gobernador de Antioquía,
pero le había precedido con este cargo otro paisano, llamado Fernando de Montoya y

1 - Archivo Histórico Provincial de Alava, protocolo 11307, Cristóbal Ignacio Baqueola

8
Ortiz de Jócano, nacido en Berantevilla en 1601, que fue nombrado gobernador de
Antioquía en 1628, donde casó dejando mucha descendencia, establecida
principalmente en Rionegro, localidad del mismo departamento de Antioquía.

3.4 – Montoya de la casa de la calle Mayor 15


Esta rama de los Montoya ya se encontraba en Berantevilla a mediados del siglo
XVI, pero no es posible relacionarla con las demás por falta de documentación.
La casa ocupaba primitivamente las dos casas numeradas hoy día 15 y 17 de la
calle Mayor, y fue construida, según parece por el estilo del escudo, a mediados del
siglo XVII por Juan Bautista Montoya y Hurtado de Manzanos y Magdalena Santa
María. Como puede verse, toda la fachada es de sillería, y se ve que la puerta primitiva,
con arco de medio punto con grandes dovelas, es la que hoy día corresponde al nº 17.

Figura 6 – casa de los Montoya en la calle Mayor 15 y 17


El escudo se compone de un cuartelado combinando en los cuarteles 1 y 4 las 10
panelas y en el 2 y 3 la Tau, un cordón de San Francisco rodeándolo, que son los
elementos clásicos de su heráldica.

9
Figura 7 – armas de Montoya en la casa de Mayor 15
Sin os fijáis bien, el diseño del exterior del escudo es idéntico al de la casa de la
calle Mayor 25, y también al de la casa de los Abecia Samaniego de Lacervilla, hoy día
acondicionada para el concejo, donde así mismo falta la palabra ESPADA.

Figura 8 – escudo de la casa de los Abecia Samaniego de Lacervilla (actual casa del concejo)

10
Comparada así mismo con la de Mayor 25, también falta la palabra ESPADA en el
rotulo. Ello nos indica que los tres fueron realizados por el mismo escultor, y por tanto
en la misma época, mediados del XVII, y la única diferencia significativa es que el
escudo de Lacervilla está labrado en piedra caliza, y los otros dos en arenisca.

Figura 9 – escudo y balcón de la casa de la calle Mayor 15


Observando el escudo y la ventana situada a la derecha de esta casa de Mayor 15,
da la impresión de que ésta se abrió justo donde estaba el escudo, colocándose éste
más a la izquierda donde se encuentra actualmente, pues se puede ver que tienen
prácticamente la misma anchura.
Alrededor de la ventada se puede ver un rótulo o lema, que bordearía el escudo
antes de trasladarlo, que dice:
“ENCUBIERTAS LAS OBRAS CON LAS OFERTAS”
Cuyo significado no ha sido posible esclarecer, pues no coincide con ningún lema
heráldico de los habituales.
Esta casa pasó por herencia a la familia Velarde, y se partió entre dos de sus
miembros ya en el siglo XIX, habiendo seguido sus dos mitades distintos derroteros
hasta la actualidad con los números 15 y 17.

3.5 – casa calle Eras 1


La casa situada al inicio de la calle Eras, con fachada también a la calle Mayor,
tiene en la actualidad un escudo espléndido y bastante complejo que debe datar de
finales del siglo XVI. Se observa que la casa ha sido restaurada recientemente.

11
Figura 10 – casa con escudo en calle Eras 1 esquina a calle mayor
El escudo consta de un escudete central con las armas de Montoya, incluida la
letra Tau y la orla con el cordón de San Francisco, y ocho cuarteles que lo rodean, con
unas armas difíciles de identificar. Se puede ver que por los cuatro extremos asoman
los cabos de una cruz de Santiago.

Figura 11 – escudo en la actual casa calle Eras 1 fechada a calle Mayor


Después de mucho esfuerzo e investigación documental, he podido documentar la
propiedad de esta casa desde el momento actual, familia Ocio, que creo son los
actuales propietarios, que anteriormente había sido del mayorazgo de D. Miguel de

12
Ocio Zamudio, natural de Lacervilla que hizo fortuna con minas de plata en
Montevideo y compro muchos bienes en Berantevilla a mediados del siglo XVIII.
Pero el hallazgo de otra fotografía antigua en el fondo fotográfico de Gerardo
López de Guereñu en la Diputación Foral de Alava, frenó todas mis investigaciones,
pues según dicha foto, la casa antiguamente no tenia escudo, luego el mismo tuvo que
venir de otro emplazamiento, posiblemente procedente de alguna casa derribada de
Berantevilla, o quizás de alguna otra localidad

Figura 12 – fotografía antigua de la calle Mayor y arranque calle Eras


Como la restauración de esta casa es reciente, quizás alguno de los presentes
recuerde algún detalle sobre el posible origen de este escudo.

13
4. Familia Zamudio
La familia Zamudio, originaria de la anteiglesia de este nombre en Vizcaya, se
extendió bastante por esta comarca, ya en la Edad Media, con una rama principal de
bastante importancia, a la que pertenecía Dª Catalina de Zamudio esposa de García de
Mendoza señor de Lacorzana a mediados del siglo XVI, y otra Dª Catalina de Zamudio,
natural de Berantevilla que fue señora de parte de la villa de Portilla.

4.1 – casa calle Mayor 26


De esta familia destacaremos a D. Francisco de Zamudio, que fue beneficiado de
Berantevilla y de Briones, a quien corresponde la casa de la calle Mayor 24 (asador
Lola), fallecido en Berantevilla en 1568 y de la que seguramente fue su constructor,
poniendo en ella el escudo con sus armas, que aún se conserva.

Figura 13 – escudo de armas de la casa de D. Francisco Zamudio en la calle Mayor 24


El primer cuartel, ondas y cinco panelas es el que corresponde estrictamente al
linaje Zamudio, correspondiendo los otros tres a otros tres linajes que no se han
podido localizar. Este escudo fue desmontado para proceder a la reparación de la casa,
habiéndose montado de nuevo colocando encima del escudo los dos perros que
deberían estar uno a cada lado del mismo, pero no caben.

14
Esta casa se fue heredada por la familia Angulo vecinos de Zarratón y después por
los Díaz de Medina de Casalarreina que la vendieron en el siglo XVIII la familia Alonso
de Salazar de Berantevilla, en cuyos descendientes ha permanecido hasta que fue
vendida a la familia Peral, actuales poseedores.

4.2 – casa calle Mayor 4


Esta casa dispone de un escudo muy similar en su composición al de la casa de la
calle Mayor 26, solo que en su interior contiene un escudete con las armas de los
Montoya, partidas con otras que no se han podido identificar, pero que son las mismas
que figuran en el primer cuartel de la casa de Mayor 9 que hemos visto fue de los
Montoya y pasó por venta a los Samaniego a principios del siglo XIX.

Figura 14 – armas de Zamudio y Montoya en la casa de la calle Mayor 4


Esta casa la podemos datar en la segunda mitad del siglo XVI y parece procede del
matrimonio de Juan de Zamudio con María de Montoya y Corcuera, que heredó su hija
Alberta de Zamudio y Montoya que murió viuda y sin hijos en Berantevilla en 1634,
perdiéndose totalmente su pista hasta los Alonso de Salazar que la poseían a mediados
del siglo XIX de los que pasó por herencia a los Perea, donde tuvieron instalado, según
se me ha informado, su taller de fundición de campanas.

15
5. Familia Beltrán de Caicedo
Los Caicedo, apellidados generalmente Beltrán de Caicedo, tienen su origen en la
localidad de Caicedo Yuso, donde tenían su casa torre con su iglesia particular.
Si bien la rama principal sufrió una lamentable decadencia, quedando reducidos a
simples labradores utilizando su iglesia como cuadra, otras ramas secundarias se han
expandido por otros lugares dando lugar a familias bien ilustres como la de Córdoba o
las de Colombia.
Precisamente la de Colombia procede de una rama establecida en Berantevilla ya
en el siglo XVI, donde nació en 1544 Francisco Beltrán de Caicedo que pasó a Colombia
en el entonces virreinato del Perú como conquistador de Nuestra Señora de los
Remedios, hoy día Remedios en la gobernación de Antioquía – de la que serían
gobernadores dos Montoya de Berantevilla – en unión del capitán Francisco Martínez
de Ozpina, oriundo de Salinas de Añana.
Casó en Bogotá y dejó descendencia muy ilustre en Remedios, y fueron caballeros
de órdenes militares y entroncados con títulos de Castilla. La rama principal conservó
ciertos bienes en Berantevilla con una casa en la calle Hornos, que aún era de la familia
en el siglo XVIII, aunque reducida a simple solar, y era su dueña Dª Ángela Vélez de
Guevara Salamanca y Caicedo marquesa de Quintana de las Torres, vecina de Écija.
Quedaron muchos descendientes en Colombia que aún conservan hoy día el
apellido Caicedo, y uno de ellos, José María de Caicedo, político y escritor, fundó en
1870 en la gobernación de Antioquía el municipio de Caicedo.

6. Familia Fernandez Montoya


De esta familia de escribanos o notarios de Berantevilla, oriundos de Nájera,
destacaron varios hermanos que fueron
 Ambrosio, nacido en Berantevilla en 1679 que pasó a Madrid y llegó a ser
Grefier de S. M. (este era un oficio oriundo de la Corte de Borgoña
relacionado con la orden del Toisón de Oro) con categoría de Secretario de
S.M., que murió sin sucesión
 Raimundo, nacido también en Berantevilla, que también pasó a Madrid y llegó
a ser Jefe de Guardajoyas y Ropa de la Reina y de la Serenísima Princesa de
Asturias. Se trata de Dª Isabel de Farnesio, 2ª mujer de Felipe V y fundó
mayorazgo con bienes en Berantevilla que heredó una sobrina.
 Joaquín Fernández Montoya, nacido en Berantevilla en 1691, que fue
sargento mayor de Regimiento de Infantería de Orán donde murió.
 Bartolomé Fernandez Montoya, nacido en Berantevilla en 1699, que fue
canónigo magistral de la colegial de Alcalá de Henares.
Como decimos, se trata de una familia o saga de escribanos de la villa de
Berantevilla, pues como tan villa tenía derecho a tener escribano propio.
Muchos escribanos han ejercido este cargo desde sus primeros tiempos hasta
mediados del siglo XVII, y se inicia la saga familiar con Diego de Arroyo Montoya,

16
escribano de la villa, que falleció en 1674, el mismo año en que casaba su hija María de
Arroyo y Rojas con Bartolomé Fernández Jiménez, natural de Nájera que
inmediatamente asumió la escribanía de su suegro hasta su muerte en 1703.
De este matrimonio fueron hijos los citados hermanos Fernández Montoya,
apellido que utilizaron, en lugar del de Fernández Arroyo que les correspondía, por ser
un apellido mucho más significado que Arroyo. Recordemos que hasta el
establecimiento del Registro Civil en 1884 la elección de los apellidos era bastante
arbitraria y no estaba regulada como a partir de aquel momento.
El propio Raimundo ejerció de escribano en Labastida a la muerte de su padre,
pero enseguida pasó a la Corte con sus hermanos, quedando a cargo de la escribanía
su cuñado Esteban Ibáñez, casado en 1694 con su hermana Teresa Fernández
Montoya, y fallecido en 1722.
A este sucedió su yerno Cristóbal Ignacio de Baqueola, casado con su hija Vicencia
Ibáñez Fernández, que ejerció de escribano entre 1723 y 1747. Vicencia fue nombrada
heredera por su tío Raimundo en su testamento otorgado en 1744, por lo que a partir
del año citado de 1747 su marido dejó la escribanía y se trasladaron a vivir al valle de
Orozco, de donde él era natural y además dueño de importantes bienes y mayorazgos
de su familia, y donde murió el matrimonio ella en 1765, dejando heredero universal a
su marido y éste en 1769 dejando heredero universal a su hermano Ignacio en su
testamento otorgado unos días antes de morir. En dicho testamento declara que
quedaban por cobrar “gruesas sumas” del mayorazgo de Raimundo Fernández
Montoya, del que se declara sucesor a la muerte de su mujer, así como de “un arcón
con exquisitas joyas y alhajas”, que de todo ello se había apoderado una, según él dice,
“presunta 2ª mujer de Raimundo”, María Martínez a la muerte de Raimundo en 1756,
y estaba pendiente el ponerle pleito.
La realidad es que Raimundo en su testamento, otorgado en Madrid en 1744 - que
he tenido ocasión de consultar - nombra a Vicencia Ibáñez heredera universal de todos
sus bienes y a sus hijos y descendientes, pero sujetos a mayorazgo, llamando en su
falta a otros parientes, como así fue, pero en ningún caso se cita a su marido como
heredero del mayorazgo.
A su vez, resulta también que la citada 2ª mujer de Raimundo, con poder que le
había dado su marido para ello, fundo otro mayorazgo distinto grabándolo con la carga
de decir 20 misas cantadas al año por su alma, fundación que tuvo efecto y se llevó a
cabo a partir de entonces como consta en el archivo parroquial.
El caso es que a Cristóbal le heredó su hermano Ignacio, que inmediatamente
procedió a vender toda la hacienda de Berantevilla a Andrés Javier Suso,
desapareciendo el mayorazgo.
Loa escribanía continuó en la familia, porque la heredo Martín Francisco de
Aguirre, que ya era escribano de Miranda de Ebro de donde era natural, que había
casado con Mariana Ibáñez, hija de un primer matrimonio del citado Esteban Ibáñez. Y
aún continuó en la familia, porque su hija Dª Tomasa Aguirre e Ibáñez casó a su vez
con Ángel Urruchi, natural de Santa Gadea, que también era escribano del número de
Miranda, y que también ejerció la escribanía de Berantevilla entre 1765 y 1779. Con él
se acaba la saga familiar, conservándose los protocolos notariales a partir de Esteban

17
Ibáñez, pero no los de Bartolomé Fernández ni los de Diego Arroyo Montoya, ni los de
ningún otro escribano anterior.

7. Familia Abecia - Samaniego


He dejado para el final hablar de la casa de los Abecia Samaniego, por el interés
que puede tener todo el proceso llevado a cabo para su localización, y aunque no se
conserva, se han podido localizar testimonios fotográficos de ella.
El apelativo Abecia Samaniego viene a reflejar, tanto la personalidad de quienes la
construyeron Sebastián de Abecia y María López de Samaniego, como a sus
descendientes que la han poseído, que han sido la familia Abecia, y después la familia
López de Samaniego.
Sebastián Abecia, que fue así mismo escribano de Berantevilla, testo en 1561 y
fundo mayorazgo de su casa en Berantevilla, de cuya localización no dice
absolutamente nada, grabándola con unas misas de aniversario en la parroquia, y
gracias a este detalle se ha podido rastrear su existencia a través de más de cuatro
siglos. Había estado casado con María López de Samaniego, hija de la casa fuerte de
Samaniego de Santa Cruz del Fierro – de la que aún se conserva algún vestigio.
Les heredó su hija Ana de Abecia y Samaniego, casada con Juan López de Ocio,
vecino de Ocio, y a ella su hijo Mateo, que se hacía apellidar López de Abecia y
finalmente López de Samaniego, antepasado de todos los López de Samaniego de
Berantevilla que ha sido una de las familias más importantes, la única que ha
conservado su vinculación con la villa, como ya hemos dicho al hablar de la casa de la
calle mayor 9 de Jesús González Moreno, nieto de una López de Samaniego.
Estos López de Samaniego han sido muchas veces alcaldes de Berantevilla, y varios
de sus miembros han sido beneficiados y curas de su parroquia de la Asunción.
También fueron tenientes de gobernador del condado de Berantevilla.
Merece destacarse la personalidad de D. León de Samaniego (primero que
suprimió el López) nacido en Berantevilla en 1793, que estudió leyes en Valladolid y se
graduó de abogado de los Reales Consejos, para cuyo ejercicio se estableció en Vitoria
en 1829. En 1839 fue nombrado “consultor de Provincia”, cargo que ejerció hasta 1858
en que renunció a él, muriendo en Vitoria en 1864. Había casado muy bien con Dª
Tomasa Soroa y Fernández de la Cuesta, de rancia familia guipuzcoana por su padre
cuyo palacio y hacienda en Usúrbil heredó, y nieto materno de José Perfecto
Fernández de la Cuesta rico banquero vitoriano, en cuya casa estuvo Napoleón
Bonaparte. También fue administrador del marqués de Mirabel. No obstante, fue el
hijo segundo, habiendo heredado el mayorazgo su hermano mayor Emeterio, de quien
procede por línea directa el actual poseedor.
Como he dicho he podido seguir documentalmente la pista de la casa de la Plaza –
como era conocida - desde su fundador hasta los últimos López de Samaniego, sin más
indicativos.
Por otra parte, con anterioridad había localizado en el archivo de la Diputación
Foral de Alava, dentro del fondo fotográfico de Gerardo López de Guereñu, una

18
fotografía de un edificio sin más indicativo que el de “torreón occidental” y estar
situado en Berantevilla.

Figura 15 – fotografía antigua de la casa de la Plaza de los Abecia Samaniego


Lo único que se puede deducir de esta foto es que se trata de un edificio con
fachada toda ella de sillería, con molduras sobre los escudos y la ventana y un
antepecho de la ventana, que apuntan a la época renacentista rondando el siglo XVI.
Resultan prácticamente idénticos a los de la casa existente en la actual calle mayor nº
28.

Figura 16 – casa calle Mayor 28

19
Pero esto no nos aclaraba nada sobre la casa de la Plaza de los Abecia, tan solo
que sin duda fueron realizadas en la misma época y por el mismo maestro arquitecto,
como vimos pasaba con algunos de los escudos que hemos ido mostrando.
Ha sido gracias a la ayuda de Susana Ansótegui, administrativa del Ayuntamiento,
que me proporcionó una postal antigua de Berantevilla de cuando existía un frontón
en la pared exterior de la iglesia, que he podido saber del emplazamiento exacto de
esta casa, que figura con el nº11 de la Plaza.

Figura 17 – antigua casa del mayorazgo de Sebastián Abecia en la Plaza de Berantevilla


La casa se encuentra a la derecha, y observando detalladamente el despiece de los
sillares que se puede ver en esta foto, se comprueba que es idéntico al de la fotografía
del fondo López de Guereñu.
Posteriormente he tenido conocimiento, hablando con algunos vecinos de
Berantevilla, de que esta casa de la Plaza nº 11 fue derribada para ampliación de la
misma, habiéndose rescatado los escudos, que a mi entender tienen que estar en el
jardín de los González Moreno en la casa de Mayor 9, circunstancia que aún no he
tenido ocasión de comprobar.
Resulta muy difícil distinguir las figuras que forman parte de los escudos, pero
sabiendo que han de corresponder a los Abecia Samaniego, que corresponden al
fundador Sebastián de Abecia y a su mujer María López de Samaniego, y recordando el
escudo que ya vimos existe en la casa del concejo de Lacervilla, que corresponde
también a los linajes Abecia y Samaniego, podemos identificar que se trata
prácticamente del mismo escudo, solo que uno de ellos con el orden cambiado. Es
decir, que ambos constan de una banda atravesada, el de la izquierda con dos lobos
arriba y un árbol con un lobo debajo, y el de la derecha, la misma banda con el árbol
con lobo encima y los dos lobos debajo.

20
8. Conclusión
Se podría pormenorizar la existencia de otra serie de familias que también han
tenido su importancia, y han ejercido sus oficios de alcaldes de la villa, como los Álbiz,
Angulo, López de Briñas, López de Torre, Ruisáenz, etc., etc., u otras que hicieron
fortuna en otras partes como los ya citados, los López de Abaunza en Madrid, etc., etc.
Así como muchos detalles urbanísticos como la construcción y ampliación de la
iglesia, de la actual casa del concejo, del antiguo hospital y de la antigua ermita de la
Magdalena, de los antiguos nombres de las calles, de la existencia de una cava que
rodeaba el casco urbano a manera de foso, etc., etc., pues todos ellos han ido
surgiendo a medida que se profundiza en la investigación, pero todo ello se saldría de
los límites de una simple conferencia.
Por mi parte he tratado de proporcionaros algunos datos y aspectos de
Berantevilla que posiblemente no se conocían, aunque, como os digo, podría estar
horas y horas hablando de vuestra villa y sus gentes que, como todo lo que se llega a
conocer bien, se acaba queriendo y apreciando.

Berantevilla 6 de octubre de 2012

21

También podría gustarte