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Pulsión: Es un estímulo para lo psíquico, un estímulo que proviene del propio cuerpo. La
pulsión actúa como una fuerza constante presente en el interior del cuerpo, es una fuerza
que no puede eliminarse o reducirse, la huida de nada sirve contra ella, es una necesidad
que puede cancelarse a partir de la satisfacción.
Análisis psicoanalítico: Experiencia en la que irrumpe la transferencia. El psa despierta estas
mociones icc a través de la transferencia y las aprovecha para lograr la cura (x eso es
máximo auxiliador).
Represión: Uno de los 5 modos que tiene el aparato de defenderse de lo pulsional, de esa
fuerza constante que hace trabajar al aparato.
Neurosis narcisista: Ejemplos de estas son la psicosis, la paranoia, la esquizofrenia, la
melancolía. No pueden ser tratadas por el psa ya que no tienen capacidad de transferencia
que es un elemento esencial del análisis, son inmunes al tratamiento (aunque acá también
haya habido un conflicto entre el yo y la libido que llevó a la represión). Rechazan al
médico, pero no con hostilidad sino con indiferencia, por eso éste no puede influirlos, lo
que les dice no tiene impresión sobre ellos y por esa razón, no puedo establecerse en ellos
el mecanismo de curación que se implanta en aquellos que sufren las llamadas neurosis de
transferencia, es decir, la renovación del conflicto patógeno y la superación de la
resistencia de la represión.
Analizable: se trata de que aquello que se inicia con una presentación más bien
insoportable (angustia, pánico), después devenga en algo analizable, a partir de poder
ubicar al paciente (que se va convirtiendo en analizante) en la A.L e ir construyendo un
camino del icc a partir de sus propios dichos. Igualmente, hay otras presentaciones donde
lograr esto se vuelve mucho más difícil o directamente imposible. Síntomas que en muchos
casos son difíciles o imposibles de analizar (porque por ejemplo no remiten a nada).
Síntoma analítico: lograr que el síntoma se exprese en ese punto intermedio entre lo real y
lo simbólico como lo verdaderamente insoportable; que se despliegue en su relación con el
icc. Es el síntoma que nosotros queremos producir en análisis como condición necesaria
(pero no suficiente) para que haya análisis; aquel síntoma que se expresa como división
subjetiva cercana a la angustia, donde se experimenta el síntoma en su forma mas
dura/insoportable. La división subjetiva es condición necesaria pero no suficiente para que
haya análisis; pero sí es el primer movimiento para que haya análisis (encontrarse con ese
polo un poco mas real del síntoma, que moleste, encuentro con eso insoportable, y que
hace que uno tenga la necesidad/urgencia de tener que ocuparse de eso). Esto se ve
cuando el paciente sen angustia o se sorprende (caso Ana); se produce ese efecto.
Esto se trabaja en las entrevistas preliminares, el analista debe poner ahí el acento. La
referencia debe ser que el síntoma se exprese como división subjetiva, es decir, como
conflicto/desgarramiento/padecimiento/como algo que molesta, sorprenda, inquiete,
divida; síntoma que está al borde de la angustia. Igualmente, un inconveniente con el que
se puede encontrar el analista es con que el Yo quiera curar esa división subjetiva, al
incorporar al Yo (sintonía entre el síntoma y el Yo), lo cual genera que el paciente ni se
anoticie de su síntoma. Entonces, este es el primer movimiento, que, si todavía no se
produjo, el analista con su manera de escuchar, de preguntar, interrogar, señalar de una
forma interpretativa (no explicando, aconsejando) debe generar. El analista debe ir en
busca de esa forma de presentación del síntoma que es la división subjetiva. Entonces, para
que el síntoma hable, se exprese de manera menos camuflada (no tan en sintonía con el
Yo) hay que buscar que el paciente tome distancia del síntoma y le empiece a resultar
extraño. Que se exprese en un territorio distinto al del Yo (romper esa egosintonia) y que
sea el Ello.
Paciente-Analizante: son maneras de nombrar posiciones subjetivas distintas. Paciente es
aquel que padece, posición padeciente, en la que se sufre, posición más bien pasiva. Es mas
bien padeciente y pasivo al momento de tratar de encarar responsablemente que es lo que
le pasa y buscar/tomarse el trabajo de buscar las causas y las razones de eso.
El analizante (termino que Lacas introduce) sería quien hace una lectura/elaboración de lo
que ahí sucede. Cuando un paciente se convierte en analizante se empieza a curar, empieza
a tomar una posición mucho mas activa. Es alguien que cumple y admite la regla de juego
analítica, que quiere decir esforzarse y trabajar para asociar libremente y analizar su propio
síntoma/división subjetiva. El analista intenta producir este movimiento de entrada en el
trabajo analítico, promover la regla fundamental (es garante de esto). Es alguien que junto
con el analista se hace responsable del trabajo que hay que hacer para seguir esa huella y
ese camino icc y producir un cambio en el nivel de lo real. Es alguien que acepta las reglas
del juego y sigue la A.L. En este punto Lacan ubica un antes y un después porque el sujeto
ya no puede hacerse el distraído con lo que descubrió (que el campo del deseo icc existe).
Entrevistas preliminares: su función es que a partir de ellas el analista se haga una idea del
paciente, del caso, es decir, tener una idea de si va a haber o no caso. En este momento
conviene que el analista sea más activo, que pregunte que repregunte, que pida aclaración.
Y así hacerse una idea de si el caso es apto o no para el psa (si esa persona en ese
momento, tal como se presenta el síntoma en esas coordenadas y tal como formula la
demanda en ese momento es apta o no). Se trata de ver si es posible que se de ese pasaje
de paciente a analizante (que pueda empezar a aplicar la regla fundamental). Ver si esa
demanda o ese síntoma son analizables o no básicamente.
Dirección de la cura/camino del análisis: IMAGINARIO-SIMBÓLICO-REAL. La orientación del
análisis va de lo imaginario a lo simbólico y finalmente a lo real; se parte del Yo (lo imaginario, sus
ideales) hacia el síntoma (lo simbólico) y de allí hacia lo real. Un análisis consiste en ir en contra
la neurosis/posición neurótica. Posición que consiste en la del desconocimiento, que trata de
hacer la vista gorda y fortalecer su Yo para así no encontrarse con el padecimiento, con lo
sintomático o con la división subjetiva. Se trata de llevar al síntoma por la vía que se hasta el
borde de la angustia, hasta la división subjetiva. No se trata de angustiar al paciente, sino de
hacer aparecer esa división subjetiva que es necesaria para que el sujeto se haga
verdaderamente responsable de las causas y de las determinaciones de lo que le pasa (que
se pregunte por esas causas y razones). Es decir, buscar que al paciente le resulte casi
insoportable aquello que padece y que entonces sienta la necesidad de resolver. Es necesario
para poder abordar y trabajar con el síntoma que el sujeto se percate de él, que reconozca que lo
que le está pasando le pertenece. Se necesita una implicación causal del sujeto, que éste
advierta que hay una causa que le concierne y cuyo resultado es el síntoma
Se busca que uno con la palabra, pueda transformar algo de su realidad, de su relación
con el deseo. Introducir al paciente en el orden del deseo. Analista como causa del deseo,
de la división subjetiva (ese es el objetivo final y esto a veces viene acompañado de
angustia, pero la angustia no es lo q se busca como objetivo final).
Camino de la neurosis/formación del síntoma: desde la angustia, hacia el síntoma, hacia la
inhibición.
MÉTODO CLÍNICO: orientación que Lacan le da a la clínica; lectura que Lacan hace de las
referencias de Freud. Este método es sobre el que Lacan ha reflexionado en toda su
enseñanza y que consiste en poner al “analista en el banquillo” (interrogación sobre la
posición; eso dirige nuestra acción, ética). De acuerdo con este método el analista ya
no es libre, sino que debe dar cuenta de cuales fueron los efectos de sus intervenciones,
de aquellas que resultaron ser buenas y, sobre todo, de las no tan buenas pero eficaces en
tanto produjeron un efecto reactivo en el paciente. El analista entonces, si bien es libre a la
hora de interpretar/intervenir, debe dar cuenta de sus actos (y ahí ya no es tan libre); debe
dar cuenta de lo que pasó y de lo que no pasó (la supervisión, por ejemplo, es un espacio
de control donde el analista podría dar cuenta de esto). La clínica psa es interrogar al
psicoanalista y empujarlo a declarar sus razones, es decir, que dé cuenta de los
efectos que ha producido. Por lo tanto, la clínica está es retroactiva, está más en un
movimiento de regreso/retorno/lectura/revisión de lo que se ha hecho (interrogar todo
lo que Freud a hecho; en eso consiste la clínica psa). Es un camino de interrogación sobre
lo acontecido, sobre las secuencias de asociación-interpretación-asociación, que permiten
leer una eficacia.
Este efecto reactivo tiene que ver con reconocer esos momentos en los que el paciente
deja de ser tan paciente, y pasa a reaccionar con su síntoma, y hacer valer su
padecimiento al modo de una revuelta. Es decir, padece su síntoma, pero tmb reacciona
con él (muestra su desacuerdo con el Otro y luego, a lo largo del análisis muestra su
incoherencia y su desacuerdo consigo mismo; desacuerdo con sus pensamientos, con su
cuerpo, con su identidad, con su pertenencia familiar o social, proyecto de vida, pareja, con
su deseo y con su analista). Importa ver cómo reacciona y cómo se posiciona el paciente.
Método que tiene que ver con los 3 registros; la diferencia entre conocimiento y saber y el
icc como huella y camino del análisis. Hay una definición en 3 pasos de lo que es la clínica
psa:
La clínica es lo real en tanto que imposible de soportar: Lacan dirá que la clínica se
orienta por lo real (como aquello imposible de soportar). De esta manera es
que Lacan en su definición de clínica psa plantea que la finalidad de la clínica psa
es un real singular. Es decir, supone pensar que el camino y sobre todo el fin de
análisis como tal conlleva el atravesamiento del fantasma y el enfrentamiento con la
angustia proveniente de lo real; lo cual implica que el síntoma vaya de lo simbólico
a lo real y pueda expresarse y manifestarse como división subjetiva/como un goce
intolerable al que el sujeto permanece fijado. Como un conflicto que inquiete y
exponga al sujeto al borde de la experiencia de la división, de la angustia, y de este
modo, al umbral de la puerta del acto, para que así pueda ocupar una posición
diferente que no sea de padecimiento, sino de necesidad de resolver, de actuar, de
transformar algo de la relación con su deseo.
Este real es un real padecido, inmodificable, algo que nos atraviesa y no podemos
solucionar y resulta imposible de soportar; una posición de vida vacilante, inhibida,
pero que no se notaba que era imposible de soportar (porque el sujeto se
acomodaba a la existencia de esa manera). Pero que en determinado momento
(impulsado por el análisis), se agrava y allí es cuando el síntoma deviene imposible
de soportar. Lo real como imposible de soportar sucede cuando el síntoma se
revela sin ningún camuflaje y es desesperante, uno quiere terminar con eso. En la
clínica del psa entonces, se va a insistir en esto; ya que la clínica es una
elaboración de saber respecto sobre/del padecimiento. Esto quiere decir que algo
de esa afectación del pathos, el padecimiento, malestar, debe estar presente. La
clínica se orienta a acceder a ese nivel donde el padecimiento se vuelve
imposible de soportar.
El icc es la huella y camino por el saber que constituye (LO SIMBÓLICO): Lacan
justamente dirá que el camino para acceder a ese real y transformarlo, es el icc (es
la huella y el camino). Entendiendo al icc no como algo que ya existe, sino más
bien como un camino que hay que construir. Es decir, se supone que el camino que
debe seguir el analista para llevar al sujeto a la cura, es decir, al umbral de la
puerta del acto, es el saber icc. Al ser este el camino y la huella, el analista
entonces deberá ubicarse en la posición de sujeto supuesto saber y hacer entrar el
síntoma en el campo de lo analizable (llevar al síntoma de lo real a lo simbólico)
para así señalarle al sujeto la relación del síntoma con el saber icc y poner de
manifiesto toda su potencia analítica, con el fin de modificar el padecimiento y el
estado de insatisfacción propio del síntoma, marcando su elemento indivisible (de
lo simbólico a lo real). Todo eso ultimo para poder convocar y desplegar algo de la
relación del sujeto con el deseo, con la falta y rectificar la posición típicamente
neurótica de “no querer saber” acerca de las causas y las determinaciones del
deseo. Este es el camino, por el saber que constituye que permite llegar a lo
insoportable/lo incurable del síntoma.
De esta manera, al ser el icc la huella y el camino (al ser un saber icc, pero saber al
fin), hay que dejarse guiar por las asociaciones icc.
Que haya huella no significa que haya camino. Una huella es una marca, algo que
da cuenta que algo pasó ahí, pero todavía no indica un camino, una orientación.
Pero después el paciente puede ir situando distintas referencias significantes para
así ir encontrando la orientación del análisis.
Se hace un deber repudiar todo cuanto implica la idea de conocimiento (LO
IMAGINARIO; la ética): Se repudia toda la idea de conocimiento/comprensión, la
clínica psa es anticognitiva (no se trata de lo que uno toma cc), siempre se trata de
restituir la posición de sujeto cuyo objeto está perdido, y donde para nada el
analista opera desde el lugar de objeto que conoce, o que da a conocer a su
paciente las cosas objetivamente. Es decir, hacer clínica del psa implica que el
analista no debe tomar al paciente como objeto de su conocimiento (abordaje
desde la psicoterapia o la psiquiatría), ya que de este modo no permitiría ninguna
ganancia de saber que, de lugar a una transformación en relación al síntoma, no
permitiría cierta innovación genuina. El analista debe repudiar su autoconocimiento,
sus fantasías y toda su realidad construida, es decir, repudiar todo aquello que
pertenece al orden de lo imaginario. Esto es así porque la cura debe transcurrir
sobre el registro de lo simbólico, en el marco del saber, en tanto el conocimiento no
aporta nada que permita producir un cambio subjetivo (sino más bien una
degradación y ocultación del saber del icc). Esta posición de saber y no de
conocimiento tiene que ver con que el analista debe someterse estrictamente a las
posiciones subjetivas del paciente; así se llega a lo insoportable del síntoma
(destitución subjetiva). El analista escucha sin comprender y así se introduce en
el campo del síntoma. La escucha analítica es una escucha que deja advenir el
icc, que permite intervenir en la posición subjetiva del paciente.
Diferencia entre conocimiento y saber:
CONOCIMIENTO: Está ligado al campo de lo imaginario y a la información
fácilmente accesible que podemos obtener del mundo y nos conduce a la
comprensión. Es lo que en la clínica psa hay que repudiar porque no aporta
nada que permite producir un cambio subjetivo.
SABER: pertenece al campo de lo simbólico y se obtiene de la cadena de
stes, de las formaciones del icc y, por lo tanto, conduce al entendimiento. Se
produce en el análisis cuando el paciente se equivoca (equivocaciones del
lenguaje), cuando dice más de lo que quiere decir. Es lo que permite entrar
al campo analítico.
- ¿cómo logra el analista guardar en la memoria toda la información de sus pacientes y no confundirla con
la de otros?
debe ponerse en estado de valorizar para los fines de la interpretación, del discernimiento de lo
inconsciente escondido, todo cuanto se le comunique, sin sustituir por una censura propia la
selección que el enfermo resigno
debe volver hacia el inconsciente emisor del enfermo su propio inconsciente como órgano receptor : lo
icc del médico se habilita para restablecer, desde los retoños a él comunicados de lo icc, esto icc
mismo que ha determinado las ocurrencias del enfermo.
se sirve de su icc como instrumento de análisis es fundamental que se haya sometido a una
purificación psicológica, porque no puede tolerar resistencias que aparten de su conciencia lo que su
icc ha discernidoesto introduciría en el análisis un nuevo tipo de selección y desfiguración mucho
más dañino que el provocado por una tensión de su atención conscientecualquier represión no
solucionada en el analista corresponde a un punto ciego en su percepción analítica.
INHIBICIÓN: Freud la define como una limitación funcional del Yo (ejercida por el Yo)
que no necesariamente designa algo patológico y que se da con el fin de evitar la angustia,
el proceso de represión. Es decir, para evitar un conflicto con el Ello, con el Superyó, etc.
Es una renuncia del Yo que evita llevar a cabo la función porque de ejercerse la misma se
desprendería angustia; el yo entonces inhibe sus funciones para evitar/prevenir tanto el
desarrollo de la represión como la angustia. Entonces esa es la función de la inhibición,
sirve a los fines evitativos del Yo. Existen diferentes funciones del Yo que pueden ser
sometidas a una inhibición: la función sexual, la alimentación, la locomoción, el trabajo, etc.
A su vez, la inhibición que se encuentra en el Yo implica un impedimento: “no puedo hacer
tal cosa” (no puedo estudiar, concentrarme, etc; se escucha este fenómeno en el discurso
de los pacientes), tiene un estatuto de disfuncionamiento. Tiene que ver con el
detenimiento/limitación de alguna función relacionada con el cuerpo o el yo.
Además, la inhibición tiene un vinculo con las fantasías. Es decir, la inhibición incluye al
cuerpo y puede extenderse hacia las fantasías. En este sentido, la fantasía (al igual que el
sueño), es una realización de deseo, pero es una realización imaginaria del deseo, es
decir, una inhibición del deseo. Lo que detiene, obtura, lo que se i-irrealiza.
La inhibición puede llegar a ser símbolo (simbólico) de aquello que está más
profundamente alterado, es decir, puede llegar a indicar la presencial de una satisfacción
pulsional reprimida, y así, acabar convirtiéndose en un síntoma/tomar la forma de un
síntoma. Sin embargo, no tiene la misma operatoria que el síntoma porque ésta a
diferencia del síntoma no le genera displacer/padecimiento al sujeto, es decir, no porta
ningún interrogante para el sujeto (no se pregunta por esa limitación). Igualmente, Freud
plantea que esto ultimo podría ocurrir si se sintomatizara la inhibición. Es decir, Freud
dice que la inhibición en algún punto podría adquirir el estatuto de un síntoma a partir del
trabajo/intervención psa que promueve su sintomatización. Así la inhibición portará algo de
malestar, de interrogante para el sujeto, porque gracias a ese trabajo pasa a tener ese
estatuto de cuerpo extraño/extraterritorialidad que caracteriza al síntoma. Esto se da
porque justamente el análisis opera en función de sintomatizar lo que es armónico, en
volver extraño lo familiar, que se vuelva sufrimiento.
SÍNTOMA: El síntoma siempre es indicio de un proceso patológico (a diferencia de la
inhibición) y sustituto de una satisfacción pulsional reprimida; es el resultado del
proceso represivo (se engendra a partir de la moción pulsional afectada por la represión).
Es decir, el síntoma se conforma a partir de un proceso represivo que parte del Yo, quien,
por encargo del Superyó, reprime una moción pulsional del Ello. Es así que, por obra de la
represión, la moción pulsional reprimida encuentra un sustituto: EL SINTOMA a través del
cual se satisface una parte de la pulsión, pero que en tanto representa un retorno de lo
reprimido, genera un desprendimiento de displacer. El síntoma suele ser muy resistente y
cuesta mucho removerlo (su formación es mucho más sólida que la de la inhibición y en el
análisis se intenta deconstruir esa construcción); dicho en términos de Lacan su campo es
el goce y de allí su fijeza. El síntoma entonces pertenece a la frontera del Yo con el Ello, es
un indicio y sustituto de una satisfacción pulsional reprimida, en la que tmb puede participar
el SuperYó (la represión parte del Yo quien, por encargo del Superyó, no quiere acatar una
investidura pulsional incitada por el Ello). Se trata de una satisfacción que se presenta
como displacentera; el síntoma sirve para hacer pasar la satisfacción de la pulsión de
modo sustitutivo. No tiene estatuto de disfuncionamiento, sino que es una
respuesta/solución para los sujetos.
Tiene que ver con el ello porque es un modo de satisfacción pulsional; el síntoma es
goce, es su esencia.
Además, el síntoma puede presentarse bajo la forma de la angustia, de la inhibición,
acting out, pasaje al acto; bajo esas formas degradadas/atenuadas del acto.
Teniendo en cuenta el camino de análisis del síntoma, es que el síntoma estaría en el
medio de la angustia (que linda con el acto y la certeza) y la inhibición (que linda con la
inmovilidad y la dificultad) y es el medio a través del cual el análisis puede establecerse
y desarrollarse, pero solo en la medida en que se lo haga intervenir. Y para hacerlo,
no queda otro recurso que intervenir el discurso del paciente (interrogarlo, cortarlo, etc). Si
el síntoma no empuja, no hay interpretación del analista que valga. Para poder interpretar
el síntoma primero hay que darle forma analizable, hay que conseguir que se manifieste en
su relación con lo icc, como una de sus formaciones (síntoma viene de lo real y avanza
hacia lo simbólico). Luego se lo interpreta, se trata de utilizar el equivoco (A.L?) que es el
único arma contra el síntoma para hacerlo retroceder hasta los límites de lo incurable.
Condiciones para que el síntoma pueda ser analizable:
Que se exprese como división subjetiva
Que introduzca al paciente en esa dimensión de la verdad, es decir, de que hay una
responsabilidad en lo que a uno le pasa y padece, aunque no sepa de que se trata
(ANALIZANTE).
Que porta una indicación de saber: ste/huella a partir de la cual empezar a encontrar
el camino de elaboración de ese síntoma. Es decir, que ese síntoma tiene un
estatuto de ste; hay un saber incluido en ese síntoma y a eso hay que dar lugar a
partir de que el analista maniobra.
ANGUSTIA: se trata de un afecto que no pertenece a ninguna de las instancias psíquicas
(ni al Yo, ni al Superyó, ni al Ello), aunque al mismo tiempo tiene vínculo con todas ellas y
por eso es un fenómeno de borde. Freud plantea que es el Yo quien registra ese afecto
(la angustia parte del Yo) y el que puede transformarla y emitirla como señal de peligro
para poner en marcha la defensa/represión (para frenar el peligro que es la castración). El
yo es el que da la señal de angustia y llama a la represión. La angustia como afecto no
engaña: “no se por qué me angustié”, no está atada a la cadena significante de
representaciones y demás elementos discursivos. En términos de Lacan, el efecto de
angustia es consecuencia del avance del registro de lo real por sobre lo imaginario (el
cuerpo). A su vez, la angustia no es sin objeto, por lo que aparece como falta o punto de
fuga, es decir, no es de acá ni de allá, no está adentro ni afuera, sino que está en los
bordes. En términos de Freud es un des-borde de lo psíquico, por lo tanto, allí el aparato
psíquico no puede representar lo que está en juego, lo real del goce sexual. La angustia
puede realmente convertirse en lo “imposible de soportar”. Entonces, es un afecto que no
necesariamente es patológico, es decir, no necesariamente se transforma en síntoma (una
de sus presentaciones) o en inhibición.
Freud entonces, define al síntoma como un proceso que no puede ubicarse en el Yo (a diferencia
de la inhibición), es decir, el proceso que ha devenido síntoma (por obra de la represión), afirma
su existencia por fuera de la organización yoica y con independencia de ella. El síntoma entonces
es definido por su extraterritorialidad, como cuerpo extraño. A su vez, la lucha contra la moción
pulsional reprimida (defensa primaria) se continúa en la lucha contra el síntoma (DEFENSA
SECUNDARIA), contra la ajenidad del síntoma en relación con el Yo. Es decir, el proceso
defensivo muchas veces se continua contra el síntoma y es por eso que el Yo quiere cancelar ese
aislamiento/extraterritorialidad e incorporarlo de algún modo a su organización, lo cual refuerza la
fijación del síntoma. El yo tiene una aspiración a la unificación, a ligar ese síntoma e incorporarlo,
trata de que el síntoma deje de ser ajeno, que armonice con él y a su vez, se procura gozar de
sus ventajas. De este modo, el síntoma se fusiona cada vez más con el Yo, se vuelve cada vez
más indispensable para él, pasa a ser parte de la personalidad. A esta compulsión del Yo a la
síntesis, al afán de incorporarse el síntoma, Freud lo llama GANANCIA SECUNDARIA DE LA
ENFERMEDAD (resistencias estructurales a la cura, porque el síntoma pasa a ser parte de la
personalidad se vuelve indispensable para el Yo). Es así que, en este texto Freud dirá que un
aspecto que está en juego en la operación analítica es la operación del síntoma en tanto el
síntoma es a la vez “objeto” e “instrumento” de la operación a realizar en un tratamiento analítico.
Se opera sobre y con el síntoma. No se trata del Yo ni del Ello, sino que se trata de un
campo/terreno fronterizo. Entonces, el analista tiene que ubicarse, según lo propuesto por Freud,
en alianza con la parte enferma, es decir, del lado del Ello. Esto quiere decir que debe trabajar
apuntando al “eso” (¿y eso?), señalando lo que al Yo resulta ajeno y extraño (clave para pensar la
ética del psa y la dirección de la cura imputada al analista). Se trata entonces de interrogar
aquello que entra en contradicción y que el Yo del paciente desconoce o prefiere disimular. En
términos de Freud se trata de una operación que pone al descubierto la “extraterritorialidad
del síntoma” y la situación conflictiva y contradictoria del propio paciente que lo trata
como “huésped mal recibido”. Es el Yo mismo quien toma actitudes contradictorias respecto
del síntoma. El analista debe identificar el síntoma, señalarlo y producirlo como elemento
disruptivo y analizable.
En términos de Lacan la operación consiste en interpelar al paciente y rectificar la posición
que adopta ante el síntoma que conoce (porque lo vive y lo sufre), pero que al mismo tiempo
no reconoce. Es hacer que su división subjetiva se exprese con mayor fuerza y nitidez, a tal
punto que Eso ya no pueda desconocerse.
Lacan: Seminario 12
Este texto está dedicado a pensar el modo en que el analista se ubica respecto del saber para dar
lugar a la genuina función del síntoma que es: establecerse como campo de lo analizable. Se
busca esto por la relación que el síntoma tiene con el saber icc (el síntoma tiene una
indicación de saber incluida en él).
Relación entre el saber y el deseo
Hablar del campo del deseo es referirse al campo freudiano; no hay experiencia analítica que
no lo tenga en cuenta. Es decir, Lacan lo dice, fue Freud quien se introdujo en el campo del deseo
icc a través de sus formaciones (empezando por el relato de los sueños); y fue Freud tmb quien
inventó un método para explorarlo y liberarlo de sus ataduras: el método de la A.L y la
interpretación. Entonces, la referencia al deseo no puede faltar nunca y va de la mano con el
concepto de icc y por eso debe ser especialmente considerado en su elaboración clínica. La cura
analítica lo convoca, lo despliega y lo interroga, lo constituye en su objeto y en su objetivo. Opera
sobre él, sobre el sujeto y su falta.
Es así que el analista tiene la posición más responsable de todas, ya que es quien debe dar lugar
(a quien se le confía) la operación de una conversión ética radical que introduce al sujeto en el
orden de su deseo. Se trata del deseo que habita en cada uno de nosotros. Esta conversión ética
radical acentúa el hecho de lo irreversible, de lo que se hace decididamente (no a medias tintas),
de lo que ya no tiene vuelta atrás. Es decir, se trata de una transformación/mutación del sujeto
que lo deposita en otro lugar, en el orden del deseo, del cual ya no podrá desentenderse.
Entonces, esto implica que el analista es el responsable de dirigir la cura, pero no debe dirigir al
paciente; que el trabajo con el saber icc es imprescindible en un análisis, pero que la clave no
está allí exactamente (descifrar el saber icc es necesario, pero no suficiente). Que la propuesta
analítica tiene que ver con modificar el padecimiento del sujeto y el estado de insatisfacción
propio del síntoma; donde el remedio para esto es el deseo. El psicoanalista apunta al deseo y en
el camino se encuentra con el saber (saber icc; se encuentra con aquellos stes con los que está
articulado). SINÓNIMO DE RECTIFICACIÓN SUBJETIVA PARA MÍ.
SUJETO SUPUESTO AL SABER
El psicoanalista en primer lugar, para que el síntoma se torne analizable (para que se constituya
como tal), se introduce como sujeto supuesto al saber, donde es él mismo quien recibe y soporta
el estatuto del síntoma. Sin embargo, esto no quiere decir que el analista sepa acerca de ese
síntoma porque no es sabio, sino psa. Sería una suposición de saber un poco ficticia, pero
necesaria porque permite sostener la operación del análisis, que sería hacer que el síntoma se
exprese como división subjetiva, en algún ste (huella) que permita construir un camino. Es decir,
es el analista el que sostiene esa referencia al saber/esa suposición de que hay un sujeto
determinado por un saber icc que hay que descubrir. Un saber al que hay que acceder trabajando
(trabajo del analizante), asociando, produciendo stes que se irán descifrando y palabras que se
irán revelando en el análisis.
Entonces no es sabio, pero es por la presencia del analista (por sus silencios, su escucha, su
manera de preguntar) que el síntoma acepta desplegarse en la A.L Es decir, el síntoma
inicialmente puede no ser analizable y es responsabilidad del analista tratar de introducir el
discurso del paciente en el orden del deseo. Es quien debe seguir esa indicación ética de que a
partir del síntoma se puede encontrar una puerta de entrada para que el deseo del paciente
revele alguna verdad de la situación e historia del paciente y así pueda hacer algo que este mas
cercano al ato creativo.
Además, para que un síntoma de cualquier tipo clínico se constituya como tal, es necesario que el
analista pase a formar parte de ese síntoma como su destinatario, como a aquel que le está
dirigido el síntoma, aquel que se ubica en el lugar de saber sobre ese síntoma (no porque sepa
sino porque hay un llamado del paciente, un llamado al saber). Hay una
demanda/pregunta/pedido de ayuda, algo que impulsa a alguien a reconocer un padecimiento y a
pedir ayuda a alguien que le supone algún saber.
EL SABER Y LAS DISTINTAS ESTRUCTURAS
SABER DEL NEURÓTICO: es un saber no sabido. Se supone un saber al analista (sujeto
supuesto al saber).
SABER EN LA PSICOSIS: acá no hay un no saber, sino que hay una certeza psicótica
inconmovible; certeza que está en la autoreferencia (las voces le hablan a él, alguien le
quiere hacer un mal, etc). Entonces, al haber un saber en dicha estructura, el sujeto
supuesto al saber acá no sirve, ya que solo sirve en una estructura donde el saber NO está
del lado del sujeto (en neurosis sí). Acá saber del lado del sujeto, no hay nada por
descifrar/develar, porque no hay nada icc, del orden de lo reprimido.
PERVERSIÓN: hay un saber intransmisible (NI IDEA).
Muchos de los síntomas actuales o nuevos (adicciones, bulimias, ataques de pánico, etc), existen
desde siempre y son tan viejos como el psa. No hay una modificación de la estructura y la tríada
(psicosis, neurosis, perversión), pero si hay cambios de ropaje de la envoltura formal del síntoma,
que modifican los deseos del sujeto, e incluso el nivel real de su goce, pero que mantienen las
condiciones necesarias para hacerlas corresponder a una estructura clínica especifica. Es decir,
se encuentran los viejos síntomas, los que siempre existieron, pero en nuevos contextos y con
nuevas modalidades de goce. Entonces, lo que ha cambiado son los modos de presentación
del padecimiento.
Nos encontramos hoy con patologías que dan cuenta de las exigencias del discurso social y que
enfrentan al analista a una demanda diferente a la clásica y pone en aprietos al dispositivo
analítico. Las patologías sufren las consecuencias de la vida/discurso actual. Los pacientes ya no
son los mismos que Freud atendía porque adoptan el estilo y los giros de moda del momento. Los
síntomas cambian porque toman los ropajes de la época; son históricos en sus manifestaciones
porque son función de la lengua y discurso de la época, pero trans-historicos en su estructura.
Hoy como ayer, se sufre por lo que falta o por lo que se tiene en exceso.
CLÍNICA DE NUESTRO TIEMPO
Hoy en día se presentan pacientes que no se preguntan por la causa de su síntoma, es decir, el
sujeto en vez de estar representado por las formaciones del icc se presenta más del lado de los
acting, de los pasajes al acto, dando cuenta de una desconexión de toda suposición de saber.
Se observa una tendencia hacia la desaparición del sujeto del deseo. Lo común de estas
patologías es el incremento de la pulsión de muerte, porque en éstas predominan actos
irrefrenables que llevan a los sujetos a riesgos físicos, casos que bordean la muerte. Exposición a
situaciones de riesgo, necesidad de paliativos para el dolor de existir (droga, alcohol, comida). Se
muestran como si hubieran logrado un total acoplamiento del goce, con total ausencia del deseo.
En relación a esto (sobre todo la desconexión de toda suposición de saber), sucede que se
dificulta el establecimiento de la transferencia porque estos pacientes no quieren saber nada
de sí, están ubicados en la posición de “yo no pienso” y de este modo, no hay preguntas porque
ya tienen las respuestas. Están desconectados del saber icc, no quiere preguntarse qué es lo
que les pasa (mayores dificultades con estos pacientes). Son pacientes con un proceso
asociativo pobre en tanto el pensamiento es sustituido por una actividad incontenible; relación
del sujeto con la palabra está debilitada.
Freud diferenciará los síntomas actuales de los síntomas de transferencia:
SÍNTOMAS DE TRANSFERENCIA: acá se juega la división subjetiva, que es la que
permite que se produzca el análisis, es decir, consiente a la elaboración icc.
SÍNTOMAS ACTUALES: lo que ya veníamos diciendo. Lo actual rechaza la división, el icc,
el saber; es pasaje al acto que se afirma por fuera de las cadenas del lenguaje. No hay
sujeto; hay más acción. Lo actual es lo que no remite al pasado, lo que no resulta
elaborable en función de lo ocurrido previamente, lo que no responde a los mecanismos de
la memoria icc porque su esencia misma consiste en ignorar esa memoria icc. Actual es
entonces el desinterés/dificultad para establecer una transferencia aprovechable para la
cura. Lo actual es angustia o pasaje al acto para el sujeto que no ha encontrado ningún
deseo como guía. Es algo vinculado a la acción en presente de algo que no tiene
elaboración. A su vez, todas las características de la época (inmediatez, consumo, etc)
producen una abolición del sujeto de la responsabilidad, del sujeto del deseo y por lo tanto,
alejan al sujeto del acto.
¿Dónde está el sujeto en el síntoma actual? Afuera del cuerpo, en la inquietud/preocupación de
los otros, de la familia. En los que piden ayuda por quien no lo hace.
¿Cuál es entonces el desafío del analista respecto de estos síntomas actuales? Lograr pasar
de una clínica del hacer a una clínica del decir, es decir, pasar de una satisfacción
autoerótica/pulsional, a un discurso regido por la cadena significante. Entiendo que el síntoma
actual es factible de una operación analítica en tanto mediante el análisis, el síntoma deja de ser
solamente actual (su vínculo con la causa es activado, ¿implicación causal seria esto?), deviene
transferencia y así se puede dar paso a la energía pulsional que almacena. Es decir, quizá el
paso por el psa, transferencia mediante permite su transformación y su inscripción social. El
analista se ve confrontado a maniobrar para lograr la instauración de la transferencia
(introducción del Otro); debe hacer ingresar lo actual en la elaboración analítica (ética del psa).
Para que ese síntoma sea interpretable, para que empiece a hablar, se debe hacer una operación
analítica que permita que ese goce que se basta a sí mismo precise del otro y para eso contamos
con el deseo del analista.
Entonces, el analista se debe valer de la transferencia para que ese síntoma sea
interpretable/para lograr que esos síntomas puedan decir algo sobre la modalidad de goce para
cada sujeto. El dispositivo analítico ofrece habilitar la palabra y el despliegue del conflicto y
de este modo, logra poner un limite al acting, al pasaje al acto.
Creo que operar con el acting out tiene que ver con que éste puede tener un valor correctivo en
el seno de la cura, ya que el acting out supone un intento del sujeto de hacer entrar en la escena
del análisis lo que el analista se resiste a escuchar. Es decir, muchas veces el acting responde a
una falla del analista de situarse bien en la transferencia y el sujeto con su acción quiere
mostrarle eso; mostrarle que no está escuchando el deseo, lo está asfixiando. Por lo tanto, se
dirige al analista en tanto se debe a una falla del analista de acoger la transferencia y de
confundirla con la sugestión (el analista aparece como un amo sin barrar, que le dice que lo que
tiene que hacer o lo que le pasa y ahí aparece el acting). Para operar con el acting entonces es
necesario que el analista ponga en juego su deseo, el cual lo ubica como otro barrado (con fallas,
incompleto, etc) y así poder poner en juego la dinámica del acto. Entonces, puede ser signo de
que el analista está respondiendo a la demanda y no escuchando al deseo y entonces, debe
cambiar su posición.
Igualmente, no siempre el acting es producto de una mala intervención del analista, sino que
muchos sujetos viven su vida de acting en acting (anoréxicas); pacientes que tienden más a la
acción que al decir, ponen en juego lo no dicho por medio de una acción.
PASAJE AL ACTO
YO ENTIENDO QUE RE TIENE QUE VER CON EL MOMENTO DE DESENCADENAMIENTO
DE LA PSICOSIS, TIPO COYUNTURA DRMÁTICA, ¡¡ESE ANTES Y DESPUES EN LA VIDA
DEL SUJETO!!
El pasaje al acto implica que la defensa frente a la angustia se presenta como una forma de no
querer saber, una forma de rechazo al Otro, al Otro del saber. Hay un no al Otro, no hay
espectador, sino que hay desaparición de la escena; no hay fantasma que sostenga eso ni otro
que intervenga ahí. No hay interés por el Otro. Hay certeza igual que en el acto. Es una forma
radical de rechazo al Otro (al otro intérprete), al saber. Acá no hay nada de creación, invención,
etc. Esta más del lado del goce que del deseo.
Se trata de un momento el que el sujeto se precipita y cae por fuera de lo imaginario, por fuera
de la escena fantasmática, es decir, por fuera de la única escena a partir de la cual se
constituyó y a través de la cual podía mantener su estatuto de sujeto. Cae de esa escena que
tiene estructura de ficción y organizaba su mundo y lo hace sin dar ninguna muestra/rastro.
Derrumbe de eso que lo venía sosteniendo desde lo imaginario. Hay algo que se deja caer y es el
sujeto mismo. No hay fantasma (en el acting sí) y no hay Otro al cual se dirige. En ese dejarse
caer hay una confrontación con lo real.
Mientras que el acting se caracteriza por una escena sostenida que se da en el tiempo, por su
estructura de escena, el pasaje al acto hay impulsividad, en el sentido de una ruptura repentina
en una continuidad. Tiene un carácter de urgencia. El paradigma es el suicidio. Igualmente, no
solo es el suicidio (tmb es la cachetada de Dora al Sr K, porque en esa escena del lago se ubica
un antes y un después, que produce un corte en cierto circuito).
¿Qué hacer con el pasaje al acto en el análisis? el pasaje al acto implica una pérdida de las
coordenadas simbólicas del sujeto. Entonces, hay que introducirlos, retomarlas e introducir al
sujeto en la relación al Otro (transferencia).
PSICOSIS Y PASAJE AL ACTO
En la psicosis son frecuentes los pasajes al acto: suicidios melancólicos, automutilaciones, etc.
ACTO
Acá se regula al hacer, no se trata de un acto extraviado como el acting o el pasaje al acto. El
acto además no está desligado del decir (se trata de decir sí o no y hay consecuencias a partir de
esto). En el acto hay creación, hay invención y modificación subjetiva (cambio de posición).
El acto es hacia donde se orienta el trabajo del análisis y por eso supone la posibilidad de
que el síntoma se exprese y manifieste como división subjetiva, es decir, como un conflicto
que exponga al sujeto al borde de la experiencia de la división, de la angustia y que, de este
modo, el sujeto sienta a necesidad de resolver, de actuar, de transformar algo de la relación
con su deseo. Supone reconocer al ser hablante otra posibilidad de respuesta que la conducta
de huida, supone convocarlo a juna elección que lo singulariza para que pueda tomar partido de
su deseo. Es decir, el acto instaura algo irreversible para el sujeto, se caracteriza por haber un
antes y un después en el que uno ya no es el mismo. Para el caso del ser hablante es un acto
que implica necesariamente la palabra.
Algo en común con el pasaje al acto es que acá tmb hay un rechazo al Otro porque un verdadero
acto es sin el Otro, es ya sin analista. En el acto igualmente si hay algo del deseo en juego; un
acto verdadero es algo que está en relación con el deseo del sujeto, se busca que el sujeto
empiece a actuar de acuerdo a su deseo y no tanto a lo que los otros deseen de él. El acto es una
apuesta, una vez que el sujeto lo hizo ya no hay vuelta atrás se lanzó a su suerte; al neurótico no
le copa esto porque quiere tener todo controlado.
Los efectos terapéuticos: son propios de una cura analítica y los que se dan a partir de que
el sujeto se empieza a responsabilizar de su situación y de su división y cambia su
conducta. Aparecen rápidamente, quizá antes de que se pueda trabajar su posición icc.
Efectos analíticos: responden más a un cambio de posición; modificación de la economía
libidinal, de su posición subjetiva en relación al goce, al icc.
Nudo de la neurosis:
la neurosis se nos aparece como un nudo enredadoese anudamiento puede causar muchas
inhibiciones. Simplificar el nudo, a unos pocos cordones, aunque no se lo desate, produce
consecuencias en el sujeto, puede producir un margen de libertad, ya no está tan enredado, ya no está
tan inhibido, enajenado.
el nudo borromeo está configurado, dice Lacan en un principio, por lo simbólico, lo real (imposible de
entramar en lo simbólico) y lo imaginario (que toda estructura requiere como consistencia mínima). Sin
embargo, constató que no alcanzan estos tres elementos para configurar un nudo borromeo capaz de
alojar a un sujeto como ser sociales necesario una cuarta consistencia, de padre, de creencia que
salva del desencadenamiento y le da una consistencia: el sinthome, síntoma.
no se puede tirar de la soga de lo simbólico tanto como uno quiera, a nivel asociativo no somos tan
libres. Si tiramos demasiado de esa cuerda, se produce un tironeo del nudo que duele fuertemente en
alguna parte, en alguna parte que ya está erosionada desde hace mucho tiempo, desde aquel primer
encuentro con un goce que marcó un antes y un después, un goce seleccionado entre otros, que
singulariza al ser hablante en sus coordenadas.
Singular/Particular
Es importante poder realizar el diagnóstico. El psicoanalista debe no solo buscar su clasificación, sino
también su reacción propiamente sintomática a los indicadores de lo que su síntoma tiene de típico. Tal
reacción suele ser diversa, causa molestia, vergüenza, enojo, angustia, pero tiene una importancia
capital para advertir que la singularidad no es normal ni universal, que el síntoma es algo suyo, pero
también ajeno, que le es familiar pero también extranjero ya que les ocurre a otros neuróticos que
padecen la misma neurosis que él. El síntoma es algo extraño que lo habita desde hace algún tiempo,
y el proceso mismo del diagnóstico psicoanalítico tiene como función revelarlo en su extrañeza.
lo particular del síntoma es el diagnóstico (por ej. histeria)es condición de la ubicación del
padecimiento subjetivo para el paciente, y también de la posibilidad de abordarlo analíticamente. Hay
que situar el síntoma como típico, como reductible a la forma clásica, tratando de buscar la percepción
interna de la tipicidad de su padecimiento, poder hacer que el síntoma de manifestaciones más nítidas,
y por lo tanto más fácilmente elaborablelo que incomoda al neurótico no es la singularidad, sino que
es la particularidad de su síntoma, lo que lo hace perteneciente a cierta clase.
lo singular del síntoma es cómo reacciona a esa tipicidad, su forma singular de situarse, su forma de
enlazarse con el partener, que es lo que se trabaja en un a
nálisis. Hay algo en el síntoma que resiste a la particularización, le concierne al sujeto íntimamente por
fuera del reconocimiento yoico. Es la clasificación la que nos permitirá que el sujeto pueda
singularizarse y pueda reconocer eso como un cuerpo extraño, no tan adaptado a él.
Entonces, el diagnóstico, la particularización del síntoma, permite ubicar la posición del sujeto en relación
a su padecimiento, en relación a su icc, en relación a su dificultad para decir, en relación al hecho de que
el síntoma es un modo de padecer en lugar de decir. Para hablar de síntoma psicoanalítico el sujeto debe
reconocer un padecimiento, debe poder reconocer que hay algo ahí que lo rigidiza, que lo traba, que hace
de eso propiamente un síntoma, muestra no solo un padecimiento sino también de qué manera eso tiene
que ver con cierto anclaje.