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El Síntoma en Psicoanálisis

UNIDAD 3

Bibliografía:
 Sigmund Freud: "El sentidos de los síntomas"
 Joel Dor: “Introducción a la lectura de Lacan- El síntoma como proceso metafórico"
 Ficha de cátedra: "El síntoma"
 Sigmund Freud: "Señorita Anna O” en "Estudios sobre la histeria"

1. ¿Qué implica el síntoma para el psicoanálisis?


En el marco del psicoanálisis el síntoma es esencial porque pone en acción el descubrimiento freudiano, vale decir
lo inconsciente.

El síntoma es siempre señal de algo, indica una coincidencia, una relación entre una señal y su respectivo agente
etiológico. A diferencia de la medicina, en donde el síntoma es señal de enfermedad, en el psicoanálisis es el
sustituto de la enfermedad, la metáfora de esta.

En este sentido, en tanto señal y sustituto, los síntomas son retoños reprimidos, formaciones inconscientes que
permiten a lo reprimido tener finalmente acceso a lo consciente, hecho que por la represión les está prohibido. Por
lo tanto el síntoma es el resultado de una represión y toda representación inconsciente es un síntoma.

Podemos hablar de la estructura de los síntomas neuróticos contemplando dos operaciones que le son propias: la
represión (es el resultado de un proceso represivo) y la repetición (el síntoma repite aquella modalidad de
satisfacción de su temprana infancia)
El síntoma, opera como realización de deseo y como satisfacción sustitutiva:

 Como todas las formaciones del inconsciente, donde hay una formación de compromiso entre fuerzas opuestas
en conflicto, los síntomas responderán como formas de cumplimiento de deseo.

 El síntoma presenta cierta satisfacción parcia y paradójica junto al sufrimiento, que puede ser en el cuerpo, en la
relación con los otros y con el mundo. La modalidad de satisfacción que el síntoma aporta es irreconocible para
el paciente que siente la satisfacción como un sufrimiento y como tal, se aqueja de ella. Por lo tanto, la
satisfacción sustitutiva de este es paradójica, involucra queja y sufrimiento.
Es una satisfacción en el sentido que nos evita un dolor más grande, y en este sentido el síntoma es igual al goce,
concepto lacaniano que se despliega haciendo un acrecentamiento mortífero si alguien no le pone límite. Esto
ocurre si el deseo del sujeto no logra suscribir admitir la dimensión de la falta.

El síntoma en la experiencia analítica se relaciona con que el paciente no sabe lo que dice, por ello es importante
determinar como dice el paciente lo que le pasa, en que es lo que no sabe decir bien, además el paciente ha de
relatar su teoría acerca del síntoma, su interpretación de porque sufre. En este sentido, diremos que el síntoma
puede leerse porque se inscribe como un proceso de escritura, no es una significación, sino una relación con una
estructura significante que lo determina. El síntoma es un malestar que se dirige hacia alguien.

Antes del comienzo de un análisis el síntoma no es posible de analizar, es un síntoma sin transferencia, por ello hay
que crearla, establecer la demanda y el SSS. Por tanto, resulta sumamente importante que el paciente logre estar
bajo transferencia, para que pueda analizar el síntoma, encontrar su verdad, ese saber no sabido del inc.

Lacan dice que un síntoma es analizado hasta un cierto límite, que todo síntoma tiene un núcleo que es imposible
de analizar y que una vez que se han desplegado todo lo que se quiere decir y encontrado todas las respuestas a lo
que se quiere decir hay algo del síntoma que permanece
El sentido del síntoma siempre tiene algún enlace con la historia del sujeto, con su rol social, es decir que tiene un
sentido estrictamente subjetivo. Cuya función es ocultar al sujeto ya que no hay otra manera de que el sujeto
sobreviviese frente a una representación insoportable.

2. ¿Cuáles son las teorizaciones de Freud con relación al síntoma?


Desde el inicio Freud, el padre del psicoanálisis, pensaba que el síntoma era el producto de la represión: un
pensamiento había caído bajo la barrera de la represión, algo del orden de un deseo, y en su lugar aparecía un
síntoma. Teorizo tres respuestas posibles a este respecto:

1) La primera respuesta es que hay un deseo que, si no podía cumplirse porque era insoportable para el
sujeto, este hacia síntoma de eso. Si en análisis esto era formulado y había un reconocimiento por parte de
él se levantaba la barrera de la represión y por añadidura se levantaba el síntoma. Esta primera teoría
Freudiana sostiene que el síntoma se levanta cuando hay un levantamiento de la resistencia. En esta teoría
hay un deseo no cumplido, surge un síntoma en la medida que no hay cumplimiento, pero si el deseo se
formula no hace falta el síntoma.

2) La segunda posición Freudiana en relación al síntoma nace cuando teoriza sobre el síntoma obsesivo. El
discurso del obsesivo es un dialecto del discurso histérico.
Esta teoría ya no es que debajo de la barra se encuentra el deseo, sino que lo que se halla es la pulsión que
infiltra la defensa. El síntoma aparece en el lugar de la pulsión, de algo que demanda satisfacción y el
síntoma la satisface. Esta segunda teoría es más complicada porque la pulsión se satisface a sí misma. Nunca
queda insatisfecha a diferencia del deseo; por lo que no es nada fácil que el sujeto renuncie a una
satisfacción, una satisfacción que no obstante no tiene que ver con el placer. Lo que nos enseña esta clínica
psicoanalítica es que el sujeto se satisface con lo que le lastima, entonces la estructura básica del ser
humano es masoquista.

3) La tercera respuesta en relación a lo que hay debajo de la barra de la represión, termina diciendo Freud, el
síntoma es la practica sexual de los neuróticos, los neuróticos obtienen en su síntoma una satisfacción que
deberían obtenerla con el partenaire.
Se refiere a que el sujeto insiste en la posibilidad de borrar las diferencias con el otro, el sujeto recurre al
síntoma como un modo de soportar el vacío discursivo. Vacío producido por la represión que le imposibilita
la creación de ficciones deseantes y le obliga a someterse sistemas de adaptación superyóicas a los que cree
únicos y absolutos.

3. ¿Cuáles son las dos caras del síntoma?


El síntoma, tiene dos caras:

 Una que hace signo: lo que sufre, lo que le pasa y coloca al analista en el lugar del síntoma, tal como definimos al
signo, aquello que representa algo para alguien, el síntoma representa algo para el que sufre.

 Y la otra cara es la de significante, esta es la de ser un acontecimiento, surge, sorprende, asusta o hace reír.
Consideremos que un significante es una representación no comprensible. Como sujetos somos portadores de
representaciones que se dirigen a otros.

Con esta estructura algo se cifra y se descifra, algo se dice pero no alcanza al sentido pleno, pero también algo se
satisface. La satisfacción está en la comunicación misma ya que esta busca esencialmente dar un sentido, cuando el
paciente relata su sufrimiento también hay liberación del sentido. Hay una especie de desciframiento en tanto
depende de lo simbólico, supone la diferencia entre significado y significante.

Cuando nos referimos a un tratamiento, hablamos de neuróticos (adultos o niños) con el aparato psíquico
constituido, en los cuales el síntoma emerge como formación del inconsciente, transcurre los caminos de la
asociación libre por las vías de lo reprimido y que puede ser recuperado por la interpretación.
4. ¿Por qué Freud plantea la existencia de un “sentido de los síntomas”?
En el marco de la conferencia 17 “El sentido de los síntomas” (1916-1917), Sigmund Freud inicia argumentando que
la psiquiatría clínica hace muy poco caso de la forma de manifestación y del contenido del síntoma individual, pero
que con notable diferencia, el psicoanálisis arranca justamente de ahí y ha sido el primero en comprobar que el
síntoma es rico en sentido en tanto se entrama con el vivenciar del enfermo .

Tal sentido de los síntomas, fue descubierto por el medico austriaco J. Breuer mediante el estudio y la feliz curación
de un caso de histeria (Anna. O). También es cierto que el filósofo, neurólogo y psicólogo francés P. Janet aporto de
manera independiente la misma demostración, y aun a este último le corresponde la prioridad de publicación, ya
que Breuer dio a conocer su observación en el curso de su colaboración con S. Freud (1893-95), más de un decenio
después de haberla realizado. Además, antes de Breuer y Janet, el gran psiquiatra Leuret había expresado la opinión
de que aun los delirios de los enfermos mentales, si se atinase a traducirlos, mostrarían un sentido… Al respecto, nos
dice que Freud que quizás sea bastante indiferente averiguar de quien procede el descubrimiento, pues se sabe
que todo descubrimiento se hace más de una vez, ninguno de una sola vez, y de todos modos el éxito no siempre va
aparejado al mérito.

El punto es que los síntomas neuróticos tienen entonces su sentido, como las operaciones fallidas y los sueños, y,
al igual que estos, su nexo con la vida de las personas que los exhiben. Justamente Freud apunta a acercar y
demostrar esta importante intelección mediante algunos ejemplos, estos serán tomados de “la neurosis
obsesiva” y no de la histeria (aunque diremos que ambas son las formas de contracción de neurosis sobre cuyo
estudio comenzó a construirse el psicoanálisis, y en cuyo tratamiento la terapia festeja también sus triunfos).
Brevemente, podemos decir que la neurosis obsesiva se porta más como un asunto privado del enfermo, renuncia
casi por completo a manifestarse en el cuerpo y crea todos sus síntomas en el ámbito del alma. Esta se exterioriza,
por pensamientos intrusivos o representaciones obsesivas y por impulsos internos a realizar ciertas acciones de
forma repetitiva y con un tinte ceremonioso, que le son imposible de omitirlas. Estas acciones obsesivas son
inofensivas pero traen fastidio al entrometerse con actividades cotidianas como ir al baño o a la cama. En esta
neurosis, las representaciones obsesivas solamente pueden desplazarse, permutarse, ponerse en lugar de otra pero
jamás pueden suprimir la obsesión. La desplazabilidad de los síntomas es un carácter principal de la misma… Desde
el psicoanálisis, se aspira a comprender algunos síntomas de esta enfermedad, pues entendemos que al síntoma
como portador de un sentido, capaz de ser interpretado.

Con estas muestras de sus aseveraciones, estamos en condiciones de sostener que EL SENTIDO DE UN SINTOMA
RESIDE EN UN VINCULO CON EL VIVENCIAR DEL ENFERMO, es decir que el sentido del síntoma siempre tiene algún
enlace con la historia del sujeto, con su rol social… Cuando más individual sea el cuño del síntoma, tanto más
fácilmente se espera establecer este nexo. A partir de esto, la tarea que se plantea es descubrir para una idea sin
sentido y una acción carente de fin, aquella situación del pasado en que la idea estaba justificada y la acción
respondía a un fin.

En ese sentido, podemos hablar de síntomas típicos de la enfermedad y de síntomas individuales:

 Podemos hablar de síntomas típicos en todos aquellos casos que son más o menos semejantes, y sus
diferencias individuales desaparecen o al menos se reducen tanto que resulta difícil conectarlos con el
vivenciar individual del enfermo y referirlos a unas situaciones vivenciadas singulares.

 Se trata de síntomas individuales cuando el síntoma posee suficientes rasgos individuales como para
posibilitar la interpretación por así decir histórica. Pero todos estos enfermos obsesivos, tienen la inclinación
a repetir, a ritmar ciertos manejos y evitar otros. Sobre este trasfondo de un mismo tenor, empero, los
enfermos singulares engastan sus condiciones individuales, sus caprichos, podría decirse que en los diversos
casos se contradicen directamente unos a otros.

De este modo, se puede esclarecer satisfactoriamente el sentido de los síntomas neuróticos individuales por su
referencia al vivenciar del enfermo, pero ¿el arte psicoanalítico nos deja en la estacada respecto de los síntomas
típicos?… No obstante, podemos decir que si los síntomas individuales dependen de manera tan innegable del
vivenciar del enfermo, para los síntomas típicos queda la posibilidad de que se remonten a un vivenciar típico en
sí mismo, común a todos los hombres.

Va a tomar de ejemplo a la neurosis


obsesiva (no manifiesta síntomas en el
cuerpo si no
en el “alma”) y un caso clínico de esta
llamado “La mujer y la mancha de
Tinta”. Esta neurosis
obsesiva en conjunto con la histeria
son las formas de contracción de
neurosis sobre cuyo estudio
comenzó a construirse el psicoanálisis.
Va a tomar de ejemplo a la neurosis
obsesiva (no manifiesta síntomas en el
cuerpo si no
en el “alma”) y un caso clínico de esta
llamado “La mujer y la mancha de
Tinta”. Esta neurosis
obsesiva en conjunto con la histeria
son las formas de contracción de
neurosis sobre cuyo estudio
comenzó a construirse el psicoanálisis.
5. ¿Por qué J. Dor habla del “síntoma como proceso metafórico”?
Joel Dor en su obra “Introducción a la lectura de Lacan: El inconsciente estructurado como lenguaje” refiere al
síntoma como proceso metafórico, de hecho es así como se titula uno de los capítulos de mencionada obra.

El síntoma se construye como una autentica metáfora, es decir como la sustitución significante de un significante
reprimido por otro nuevo. El nuevo significante (el síntoma) mantiene un lazo de semejanza con el significante
reprimido que reemplaza. Cuyos elementos constitutivos fueron por otra parte, objeto de desplazamientos
metonímicos

Recordamos sobre la Metáfora

El principio de la metáfora consiste en designar algo a través del nombre de otra cosa. Se trata, entonces, en el
verdadero sentido del término, de una sustitución significante como lo dice Lacan. La metáfora seria entonces la
sustitución de un significante por otro. Y gracias a esta, la producción de sentido es posible, dado el pasaje del
significante al significado, se posibilita la creación de un nuevo significado.

Cuando se introduce la figura metafórica, se efectúa una sustitución significante que consistirá en sustituir S1 por S2.

El síntoma propiamente dicho se estructurara a la manera de una metáfora. Al remitirnos a la estructura del
mecanismo metafórico, comprendemos que el síntoma es el producto de una sustitución significante.

Es la repetición de un trauma similar lo que iniciara el proceso de sustitución. Pero en este caso, la semejanza entre
los dos elementos significantes que intervienen en la metáfora no aparece inmediatamente. De allí el carácter
ininteligible del síntoma. Sucede que la semejanza surge luego de pacientes asociaciones que convocan la presencia
de una pluralidad de materiales intermediarios necesarios para el trabajo de sustitución metafórica.

Las principales etapas del trabajo analítico, estarán marcadas por la rememoración de ciertos recuerdos olvidados
que jugaran papeles sucesivos en el proceso de metaforizacion. Por tanto, serán necesarios para identificar al
significante reprimido mucho tiempo de pacientes asociaciones libres. Finalmente surgirá un último recuerdo
fundamental que catalizara los anteriores y dejara libre el sentido del síntoma… Es propio de la actividad
inconsciente utilizar esos diversos materiales de diferente origen en una combinación tal que la expresión del deseo
reprimido se vuelve irreconocible. Ahora bien, cabe mencionar que esos materiales que participan en la organización
del síntoma tienen características en común.

Sobre esto dice Lacan:

“El síntoma se resuelve completamente en un análisis del lenguaje, porque el mismo está estructurado como un
lenguaje, porque es un lenguaje cuya palabra debe ser liberada”.

“El síntoma es un retorno de la verdad. Solo se puede interpretar en el orden del significante que tiene sentido
únicamente en relación con otro significante”

Finalmente, el síntoma en tanto metáfora, constituye una justificación suplementaria a la tesis del inconsciente
estructurado como un lenguaje. La prueba decisiva la constituye el mecanismo de la metáfora del Nombre del
Padre.
6. En los casos clínicos que ambos autores plantean… ¿Cuál es el sentido o el proceso
metafórico que explican de los síntomas?

Sigmund Freud: "Señorita Anna O” en "Estudios sobre la histeria"


“Estudios sobre la histeria”, y en particular el caso de Anna O., fueron la semilla que permitió que germinara el
enfoque psicoanalítico.

7. ¿Cuál es la sintomatología desplegada por Anna O?


8. ¿Cuál es el sentido de los síntomas de los síntomas desarrollados por Freud?

Breve referencia:
Anna O. era el seudónimo de una paciente del doctor Josef Breuer, que publicó el estudio de su caso en el libro
“Estudios sobre la histeria”, escrito en colaboración con Sigmund Freud. Su nombre real era Bertha Pappenheim
(1859-1936), una mujer austriaco-judía feminista y fundadora de la Jüdischer Frauenbund (Liga de Mujeres Judías).

Inicio del tratamiento de Anna O.


Anna O. fue tratada por Breuer debido a una afección de tos severa, parálisis en las extremidades del lado derecho
de su cuerpo y trastornos de visión, audición y habla, así como alucinaciones y pérdida de conciencia. Anna fue
diagnosticada con histeria. Freud defendía que su enfermedad era consecuencia del resentimiento por la
enfermedad real y física de su padre que luego le llevó a la muerte.

Su tratamiento es considerado como el principio de psicoanálisis.

Breuer observó que mientras Anna experimentaba sus “ausencias” (con cambios radicales de personalidad
acompañados de cuadros de confusión), murmuraba palabras o frases para sí misma. En su tratamiento realizó
diversos trabajos de hipnosis para averiguar algo más sobre su trastorno y encontró que estas palabras eran, según
él, «fantasías profundamente melancólicas… a veces se caracterizan por una belleza poética». Fue así como surgió la
“asociación libre”, en donde las sesiones de hipnosis con Breuer, Anna se centraban en hablar dejando fluir los
pensamientos, diciendo cualquier cosa que le venía a la mente.

Anna tenía un hermano menor, Wilhelm Pappenheim, y dos hermanas mayores. En 1867, cuando tenía sólo 8 años
de edad, su hermana, Henriette, murió a causa de la tuberculosis.

En la época y la sociedad en la que Anna creció las oportunidades para las mujeres eran muy limitadas, y tuvo que
dejar la escuela para emprender otras actividades como la costura, en lugar de continuar su educación.

En 1880, el padre de Anna contrajo tuberculosis y Anna se dedicó a cuidar de él mientras estuvo encamado. Por
desgracia, la enfermedad de su padre era fatal y murió en abril del año siguiente. Sin embargo, fue mientras él había
estado enfermo su hija también cayó enferma, aunque con diferentes síntomas. Fue entonces cuando Anna
comenzó a consultar a Josef Breuer para los síntomas relacionados con su enfermedad.

Freud observó que, antes de su enfermedad, Anna había vivido una vida sana y era una mujer muy inteligente, con
una imaginación activa y soñadora. Sin embargo, su dedicación a cuidar a su padre enfermo comenzó a hacer mella
en ella hasta el punto en que Anna también acabó enfermando.

Etapas de la enfermedad de Anna O


Breuer resume la enfermedad de Anna O. en cuatro etapas:

1. Incubación latente: Esta etapa va desde de julio de 1880 y hasta aproximadamente el 10 de diciembre
de ese mismo año, momento en que la enfermedad de Anna empieza a emerger de forma clara. Freud
afirma que en otros pacientes los signos de inicio de la enfermedad no serían perceptibles, pero los
síntomas excepcionales vistos en Anna dan lugar a que esta fase sea claramente observable por los
demás.
2. La enfermedad manifiesta: Aquí los síntomas están en su punto más álgido, pero paralelamente Anna
empieza a mostrar una cierta recuperación gracias al tratamiento, desgraciadamente esta recuperación
fue interrumpida en abril de 1881, cuando su padre enfermo fallece. Este hecho afectó a Anna
gravemente y el 7 de junio de 1881 empieza a mostrar tendencias suicidas.

3. Sonambulismo intermitente: Entre abril y diciembre de 1881, Anna empieza a experimentar un


sonambulismo periódico, pero su comportamiento es aparentemente normal.

4. Recuperación: Breuer afirma que, después de su tratamiento, Anna realiza una lenta recuperación de su
enfermedad, que se alarga hasta junio de 1882.

Síntomas de Anna O
Los síntomas exhibidos por la propia Anna durante todo el proceso fueron muy variados, desde una tos a los
síntomas comportamentales diversos, incluyendo el sonambulismo. Estos son algunos ejemplos:

 Parálisis: parálisis en el brazo y la pierna derecha.


 Movimientos oculares involuntarios: Incluyendo problemas de visión y, en diciembre de 1881, un
estrabismo.
 Hidrofobia: Una aversión a la comida y al agua (hidrofobia), que dejó a Anna sin apenas poder beber durante
días.
 Letargo: Por las tardes se quedaba adormecida y luego presentaba un estado opuesto de gran excitabilidad.
Entre el 11 de diciembre de 1881 y el 1 de abril del año siguiente, Anna permaneció confinada en su cama.
 Dificultades de lenguaje: A mitad de una frase, Anna repetiría la última palabra y realizaba pausas antes de
terminarla. Ella era políglota, y comenzó a hablar en varios idiomas, incluyendo el inglés a sus cuidadores,
para su confusión. Sin embargo, la propia Anna lo hacía aparentemente sin darse cuenta, y finalmente fue
incapaz de hablar durante dos semanas.

Anna fue diagnosticada de histeria, y pasó gran parte de su vida en un estado de ansiedad y experimentando
alucinaciones, tales como ver esqueletos y serpientes negras, posiblemente como resultado de ver a su propio
estado confusional. Durante el día se encontraba habitualmente en un estado de incomodidad, llanto y
“atormentamiento” mental.

Freud observó que cuando ella se encontraba en un estado de hipnosis profunda, era capaz de describir las
alucinaciones diarias a través de este estado de trance, y los días que ella era capaz de mostrarlas, dormía mejor por
la noche y era capaz de despertar más tranquilamente.

El tratamiento de Breuer
Al darse cuenta de los beneficios que la liberación de los pensamientos ansiosos tenían en Anna, Breuer utilizó este
tratamiento de forma habitual pasando a ser descrito como “terapia o cura del habla”, incitando a Anna participar
en conversaciones sobre su vida diaria y sus problemas, en busca de una base psicológica para la histeria.

Esta costumbre de contar historias de Anna proporcionó Breuer una idea intrigante sobre su estado de ánimo. Estos
cuentos de hadas como les llamaba, porque le recordaban a la obra de Hans Christian Anderson y eran generalmente
de carácter infeliz, parecía que se hacían eco de las experiencias de Anna en el cuidado de su padre.

También transmitió un sueño sobre una serpiente negra que se acercaba a la cama de un enfermo y como ella se
sintió paralizada y fue incapaz de proteger al paciente de la terrible criatura. Freud llegó a la conclusión de que la
parálisis que ella experimentó en realidad estaba vinculada con que había experimentado en su estado de ansiedad
durante el sueño.

Durante sus reuniones con su terapeuta, Anna también recordó una ocasión cuando era más joven y tenía un vaso
de agua. Ella explicó haber visto el perro de su niñera, el cual no le gustaba, acercarse a beber de su vaso, haciendo
que se sintiera repulsión ante la idea de compartir su vaso con el perro. Breuer atribuye esta experiencia traumática
a su incapacidad posterior para beber agua; Anna había formado una asociación entre el agua y el evento negativo
más temprano en su vida.

La recuperación
Breuer y Freud creían que revivir ansiedades inconscientes, como alucinaciones y experiencias traumáticas, y
hacerlas conscientes, pudo ayudar a Anna a superar los síntomas relacionados. Con el tiempo, sus problemas
cesaron y se logró una recuperación gradual, se le dio un perro mascota para cuidar y participó en obras de caridad
ayudando a otras personas enfermas.

La enfermedad de Bertha Pappenheim (Anna O) generó una historia clínica que iba a influir enormemente en las
ideas de Breuer y Freud, en particular, en su enfoque psicodinámico.

Tratamiento de Anna hizo tanto hincapié en el impacto de los traumas anteriores y las ideas subconscientes de la
mente, que dio lugar a la utilización de la “cura del habla”, junto con la hipnosis y regresión, para identificar las
posibles causas de las enfermedades mentales.

Más adelante en su vida, Anna se convirtió en una figura prominente en el movimiento feminista en Austria y
Alemania, y fundó la Liga de Mujeres Judías en 1904 y fue una activa defensora de la causa hasta que murió en 1936.

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