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ALEJANDRO TOBAR.
Introducción
Desarrollo
Es el caso de la prostitución, no falta quien alegue que este es un trabajo digno y debe
ser protegido por la ley, desconociendo las consecuencias caóticas de las mujeres
sometidas a tratos en los que son utilizadas una y otra vez para satisfacer el placer
sexual, reduciéndolas únicamente como objeto mercantil, carente de dignidad.
Steven Pinker (2009) menciona que el sentido moral es un dispositivo, como la visión
en estéreo o las intuiciones sobre los números. Es un ensamblaje de circuitos neuronales
engarzados a partir de piezas más antiguas del cerebro de los primates y configurados
por la selección natural para realizar un trabajo. Esto no significa que la moral sea un
producto de nuestra imaginación, como la evolución de la percepción de la profundidad
no significa que el espacio tridimensional sea un producto de nuestra imaginación.
Si el sentido moral es solo un ensamblaje de circuitos que parten del primate y no
responden a la imaginación, desconoceríamos la imaginación de Pinker como simio no
evolucionado de haber escrito su teoría manipulando evidencia científica y creando una
realidad propia de lo que a su juicio es la conciencia.
Es decir, no hay motivo para afirmar que el incesto es un acto inmoral, puesto que se
debe respetar la voluntad individual, aunque este hecho conlleve un daño hacia la
dignidad propia ser humano y los valores familiares.
Para Santo Tomas de Aquino (1273) La autoconciencia propia de la persona explica que
tenga también conciencia moral. Se denomina conciencia, en general, al
autoconocimiento humano, de modo más específico, la conciencia moral significa el
conocimiento de los propios actos en su rectitud o moralidad. Esta conciencia muestra al
sujeto la bondad o maldad de los mismos. Se puede por ello definir, como un acto de la
inteligencia, un juicio o dictamen de la razón práctica en el que se ha aplicado los
principios universales del bien a un hecho particular y concreto, que se ha ya realizado o
se va a realizar. (Forment, 2003)
Si seguimos una propuesta relativista o atea, como lo define Rojo (2017) pasaríamos por
argumentar que, si el mal existe es, desde luego, porque no existen ni Dios ni los dioses.
No obstante, una concepción tal que no tenga en cuenta la existencia de Dios y sí la
existencia del mal, debería implicar que sólo existiera el mal y que todo fuera malo, lo
cual es, evidentemente, erróneo.
Según Plotino (245) , el mal se define como 'privación', que en la tradición aristotélica
se refiere a la falta de algo que una cosa debería tener naturalmente. El Bien primero, es
decir, el Bien en sí mismo, se nos revela como algo que trasciende a todos los seres,
como un Bien absoluto y puro que no contiene en sí mismo nada, sino que está libre de
todas las cosas, se encuentra por encima de todas las cosas y es la causa de todas las
cosas. En verdad, la Belleza y los seres no provienen de lo malo ni tampoco de cosas
indiferentes. Esto se debe a que la causa es superior a lo que ha sido causado, ya que es
perfecta.” (Rojo, 2017)
Conclusión
La moral no es relativa, porque la verdad tampoco lo es, simplemente es lo que es. Los
peligros del relativismo moral se fundamentan en la ausencia de verdad objetiva, de
relegar a la conciencia como una causa irreal o ilusoria, de imaginar que el bien y el mal
son inventos propios de la religión, y finalmente, porque dañan la dignidad del ser
humano al justificar actos inmorales, completamente alejados de la Virtud.
Bibliografía
Forment, E. (2003). Persona y conciencia en Santo Tomás de Aquino. Revista española de
Filosofía Medieval, 275-283.
Rojo, F. (2017). Tratado del bien y el mal. La ética como filosofía primera. Madrid: Universitat
Comillisensis.