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¿Cómo el relativismo moral afecta al liberalismo?

ALEJANDRO TOBAR.

Introducción

La relación entre libertad y moralidad está íntimamente vinculada con la interpretación


que se da a la conciencia moral. En ese sentido, el liberalismo puede contraponer y
separar entre sí libertad de moral, al exaltar de modo idolátrico a la libertad, acto que
conlleva a una interpretación «creativa» de la conciencia moral, en la que no se logra
discernir entre aquello que es libertad, de lo que es libertinaje.

Desarrollo

El liberalismo en cierta forma puede llevarnos a la protección de acciones y elecciones


individuales que muchos consideran inmorales, en el sentido de que las acciones
inmorales empiecen a ser toleradas en nombre de la libertad individual, cada individuo
puede definir lo que es moral o inmoral según sus propias preferencias y valores, detrás
del relativismo moral se esconde una rabiosa intolerancia y una gran capacidad para
modelar conciencias.

Es el caso de la prostitución, no falta quien alegue que este es un trabajo digno y debe
ser protegido por la ley, desconociendo las consecuencias caóticas de las mujeres
sometidas a tratos en los que son utilizadas una y otra vez para satisfacer el placer
sexual, reduciéndolas únicamente como objeto mercantil, carente de dignidad.

Steven Pinker (2009) menciona que el sentido moral es un dispositivo, como la visión
en estéreo o las intuiciones sobre los números. Es un ensamblaje de circuitos neuronales
engarzados a partir de piezas más antiguas del cerebro de los primates y configurados
por la selección natural para realizar un trabajo. Esto no significa que la moral sea un
producto de nuestra imaginación, como la evolución de la percepción de la profundidad
no significa que el espacio tridimensional sea un producto de nuestra imaginación.
Si el sentido moral es solo un ensamblaje de circuitos que parten del primate y no
responden a la imaginación, desconoceríamos la imaginación de Pinker como simio no
evolucionado de haber escrito su teoría manipulando evidencia científica y creando una
realidad propia de lo que a su juicio es la conciencia.

Para Aristóteles la conciencia moral es la capacidad de discernir lo correcto de lo


incorrecto en situaciones concretas y actuar en consecuencia. Esta capacidad se
desarrolla a través de la formación ética y la práctica de la virtud.

Retomando a Pinker y su conciencia moral, a manera de ejemplo en su texto la Tabla


Rasa, se utiliza un caso de incesto justificado por el psicólogo Johan Hadit, donde Julie
y Mark son hermanos que mantienen relaciones sexuales esporádicas que las disfrutan y
utilizan anticonceptivos para no sentirse preocupados. Hadit explica que no existen
razones lógicas para argumentar que fue un acto incorrecto y lo relaciona con su teoría
del espasmo moral “la idea de que las restricciones morales tradicionales pueden ser
limitantes y deben ser superadas en el camino hacia la realización de la voluntad
individual”. (Pinker, 2003)

Es decir, no hay motivo para afirmar que el incesto es un acto inmoral, puesto que se
debe respetar la voluntad individual, aunque este hecho conlleve un daño hacia la
dignidad propia ser humano y los valores familiares.

Para Santo Tomas de Aquino (1273) La autoconciencia propia de la persona explica que
tenga también conciencia moral. Se denomina conciencia, en general, al
autoconocimiento humano, de modo más específico, la conciencia moral significa el
conocimiento de los propios actos en su rectitud o moralidad. Esta conciencia muestra al
sujeto la bondad o maldad de los mismos. Se puede por ello definir, como un acto de la
inteligencia, un juicio o dictamen de la razón práctica en el que se ha aplicado los
principios universales del bien a un hecho particular y concreto, que se ha ya realizado o
se va a realizar. (Forment, 2003)

Joseph Ratzinger enfatizaba en la importancia de la conciencia como la facultad que


permite a las personas discernir entre el bien y el mal. Afirmaba que incluso aquellos
que no profesan una fe religiosa pueden tener una conciencia bien formada que les guíe
en la toma de decisiones éticas. Pero que sucede cuando creemos que el bien y el mal
son relativos o simplemente no existen.
Pablo Malo (2021) afirma que, en el ámbito político, la idea esencial sería sacar la
moralidad de la vida pública todo lo que podamos, para dejarla en el ámbito de lo
privado. Es decir, justo lo contrario de lo que estamos haciendo, que es moralizar todas
las diferencias en términos de «bueno» y «malo». Debemos intentar no formular las
diferencias y los conflictos en términos morales y buscar a toda costa el modo de
formularlas de otra manera. El objetivo es no convertir conflictos de intereses en
conflictos del «bien» contra el «mal». (Ocejo, 2019)

Cuando afirmamos que el mal es solo un acto ilusorio, propio de la imaginación


desconocemos la realidad practica de los hechos y su verdad objetiva. El mal definido
como la ausencia de bien, de virtud y verdad.

Si seguimos una propuesta relativista o atea, como lo define Rojo (2017) pasaríamos por
argumentar que, si el mal existe es, desde luego, porque no existen ni Dios ni los dioses.
No obstante, una concepción tal que no tenga en cuenta la existencia de Dios y sí la
existencia del mal, debería implicar que sólo existiera el mal y que todo fuera malo, lo
cual es, evidentemente, erróneo.

Según Plotino (245) , el mal se define como 'privación', que en la tradición aristotélica
se refiere a la falta de algo que una cosa debería tener naturalmente. El Bien primero, es
decir, el Bien en sí mismo, se nos revela como algo que trasciende a todos los seres,
como un Bien absoluto y puro que no contiene en sí mismo nada, sino que está libre de
todas las cosas, se encuentra por encima de todas las cosas y es la causa de todas las
cosas. En verdad, la Belleza y los seres no provienen de lo malo ni tampoco de cosas
indiferentes. Esto se debe a que la causa es superior a lo que ha sido causado, ya que es
perfecta.” (Rojo, 2017)

Conclusión

La moral no es relativa, porque la verdad tampoco lo es, simplemente es lo que es. Los
peligros del relativismo moral se fundamentan en la ausencia de verdad objetiva, de
relegar a la conciencia como una causa irreal o ilusoria, de imaginar que el bien y el mal
son inventos propios de la religión, y finalmente, porque dañan la dignidad del ser
humano al justificar actos inmorales, completamente alejados de la Virtud.
Bibliografía
Forment, E. (2003). Persona y conciencia en Santo Tomás de Aquino. Revista española de
Filosofía Medieval, 275-283.

Ocejo, P. M. (2019). Los peligros de la moralidad. Planeta de libros.

Pinker, S. (2003). La tabla Rasa. Madrid: Paidós.

Rojo, F. (2017). Tratado del bien y el mal. La ética como filosofía primera. Madrid: Universitat
Comillisensis.

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