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EDAD CLASICA

Investigar los filósofos de la Edad Clásica:

1. Sócrates:
El hombre y su pluridimensionalidad:
Hay veces que creemos que nosotros tenemos una manera de ser y juzgamos
a aquellos que se comportan diferentes con unas y otras personas. Lo que
pasa es que son dos cosas diferentes. Lo primero, consiste en que el hombre
tiene varias facetas en la vida, propias de sus relaciones sociales. Lo segundo
tiene que ver con lo que comúnmente se llama “ser doble”. Los actos y las
actividades, que realizan las personas, son manifestaciones de lo que quiere,
realiza y es el hombre mismo. A estas manifestaciones de ese núcleo de
conciencia profunda, la persona, las denominamos dimensiones de la vida
personal.

La vida humana total está orientada hacia el bien moral, que encierra la
perfección, la bondad en sumo grado. La conducta es buena o mala, mejor o
peor, según se acerque o se aleje de él. Toda la vida moral está definida por el
ideal o bien moral que la oriente. ¿Cuál es esa realidad transcendente, ese
ideal, ese bien último que sustenta todos los bienes inmediatos? Nosotros
creemos que es la vida personal. 

La interioridad: nuestra vida está dotada de una dimensión de profundidad


que nos permite ser consciente no sólo de nuestros propios actos, sino de
nuestro mismo ser. Somos sujetos dotados de una vida interior que nos invita a
recogernos y renovar las fuerzas en la intimidad de nuestro ser

Comunicación: se alcanza sólo cuando se han adoptado una serie de


aptitudes que ponen a una persona al servicio de la otra, lo que implica salir de
sí y estar abierto para comunicarse con la otra persona.

Afrontamiento: Sólo el hombre que da la cara, que no vuelve la espalda a los


acontecimientos, alcanza la singularidad de su vida personal. Es el mismo
esfuerzo por superar las dificultades lo que hace de cada persona un ser
singular, original frente a los demás.
Libertad: no crece espontáneamente, sino que se conquista. 

Transcendencia: lo que permite al hombre no estancarse en un determinado


modo de vida es su capacidad de descubrir realidades superiores por las que
se es atraído. Sin estas realidades, que le proporcionan nuevos horizontes de
vida, su necesidad de superación se estremecería sobre sí misma en una
actitud de rumia masoquista y destructiva.

Acción: para que una acción sea personalizadora debe promover la realización
del hombre en todas sus dimensiones. La acción plenamente humana debe
transformar la naturaleza, perfeccionar al agente, enriquecer el universo de
valores trascendentes, intensificar la comunicación humana y facilitar la
liberación. La razón humana está capacitada para descubrir nuevas formas de
perfección del ser en cualquier campo y nuevas leyes en la combinación de
fuerzas naturales. Con todo, la acción del hombre puede perfeccionarlo o
degradarlo.

El saber, la moral y la educación:


Sócrates utilizaba un método de enseñanza muy particular conocido
como mayéutica. Según su método, la enseñanza es una relación entre el
maestro y el alumno en igualdad de condiciones participando ambos
activamente del proceso de aprendizaje por el que el maestro ayudaba al
alumno a alumbrar la verdad.
2. Platón:

El mundo de las ideas:

El mundo de las ideas y el mundo sensible. Esta es la división de la realidad


que hace Platón y que se conoce con el nombre de dualismo ontológico. Según
esta teoría, existen dos dimensiones de lo real: el mundo inteligible y el mundo
sensible. El primero, el único verdadero, contiene las ideas y se puede conocer
a través de la razón. En el segundo se encuentran los objetos físicos, las
cosas, y al se accede a través de los sentidos. Este mundo, ha sido construido
por el Demiurgo, a partir del mundo de las ideas, y por lo tanto, en la medida en
que participa del mismo, es real, aunque no es más que una copia del primero.

Las ideas se encuentran más allá del espacio y del tiempo, y por eso, son
incorruptibles, al contrario que las cosas del mundo sensible, que son finitas,
temporales, cambiantes, sometidas a un proceso de generación y corrupción.
El conocimiento de los objetos físicos no puede ser, entonces, universal y
necesario, como el científico, sino simple opinión.

La ciencia y el mito de la caverna:

El mito de la caverna de Platón es una alegoría sobre la realidad de nuestro


conocimiento. Platón crea el mito de la caverna para mostrar en sentido
figurativo que nos encontramos encadenados dentro de una caverna, desde
que nacemos, y cómo las sombras que vemos reflejadas en la pared
componen aquello que consideramos real.

En el mito de la caverna es un diálogo escrito por Platón, en el que su maestro


Sócrates y su hermano Glaucón hablan sobre cómo afecta el conocimiento y la
educación filosófica a la sociedad y los individuos.

En este diálogo, Sócrates pide a Glaucón que imagine a un grupo de


prisioneros que se encuentran encadenados desde su infancia detrás de un
muro, dentro de una caverna. Allí, un fuego ilumina al otro lado del muro, y los
prisioneros ven las sombras proyectadas por objetos que se encuentran sobre
este muro, los cuales son manipulados por otras personas que pasan por
detrás.

Sócrates dice a Glaucón que los prisioneros creen que aquello que observan
es el mundo real, sin darse cuenta de que son solo las apariencias de las
sombras de esos objetos.

El alma humana. Metempsicosis y Anamnesis:

El alma humana:

El alma humana sola, sin el cuerpo, es el sujeto de la potencia intelectual, que


es el sujeto del acto intelectual. Por lo tanto, el alma humana es espiritual, a la
vez que el individuo compuesto es corporal. La palabra espíritu significa un ser
subsistente independiente de la materia. 

La metempsicosis:

La metempsicosis es una creencia ampliamente promulgada por muchas


religiones paganas y por muchos pensadores y filósofos antiguos tales como
Platón, Pitágoras o Empédocles, aunque también es posible verla en
forma esporádica, en algunas corrientes religiosas actuales, tales como él
gnosticismo. Para los defensores de tal idea, la metempsicosis consiste en la
transmigración del alma a través de los diferentes reinos de la naturaleza,
comenzando por el mineral, siguiendo en el vegetal, pasando posteriormente al
animal y terminando en el reino humano. Esta migración del alma a través de
dichos reinos sería necesaria para despertar su conciencia poco a poco, en
forma paulatina, además de proveerla de la sabiduría de los diferentes reinos.
La metempsicosis serviría para proporcionarle la sabiduría de los diferentes
reinos de la naturaleza al alma migrante, mismos que le podrán servir para
conocer su naturaleza y, eventualmente, libertarse del mundo de la materia, de
la rueda del Samara. En tiempos antiguos la creencia en la metempsicosis
sirvió para configurar parcialmente el credo de las religiones paganas. En
tiempos modernos la metempsicosis también halla asidero en algunas
creencias animistas, de pueblos aborígenes. En cierta forma, la noción de la
metempsicosis se opone al concepto de la «preexistencia del alma», difundido
por el cristianismo.

La anamnesis:

Se trata de la primera etapa del proceso diagnóstico, imprescindible para que el


psicólogo sea capaz de comprender la situación vital del individuo, su problema
y la forma en que este afecta o es afectado por los acontecimientos y la historia
personal. El desarrollo posterior de la anamnesis permite al profesional detectar
síntomas y signos fundamentales para establecer el tratamiento adecuado. De
hecho, si no existe información suficiente como para un diagnóstico seguro, se
elabora uno provisional y diferencial. El tratamiento puede, en dicho caso,
incluir investigaciones ulteriores con el propósito de clarificar el diagnóstico.

La información obtenida de esta manera, junto con los datos revelados a partir
de un examen clínico, permiten al médico elaborar un diagnóstico y un
tratamiento. De hecho, durante la anamnesis en consulta médica se realiza una
exploración física cefalocaudal (iniciando desde la cabeza hacia los pies) que
consta de cuatro partes: una inspección u observación del paciente, palpación,
percusión (golpecitos en el estómago para ver si hay presencia de aire o de
agua) y auscultación con fonendoscopio o estetoscopio. Un psiquiatra aportará
además datos relevantes sobre la vida del paciente que puedan resultar
necesarios a la hora de diagnosticar una enfermedad mental y el psicólogo
debe ser capaz de recabar todos los datos que puede necesitar para empezar
a trabajar en el caso
3. Aristóteles:

Relaciones entre Platón y Aristóteles:

Muchas son las semejanzas entre platón y Aristóteles, algo evidente, ya que
fue maestro de Aristóteles. su mayor diferencia se encuentra en la metafísica.
platón afirma que lo único que es real es lo inmutable, y únicamente concibe
como tal a las ideas. Define lo cambiante como algo no tan real como las ideas.
Aristóteles sin embargo su alternativa metafísica, hilemorfismo, dice que un
ente está formado por unas cualidades y una esencia. esto es, que Aristóteles
cree que un ente está formado por casualidades y por una esencia. Esto es,
que Aristóteles cree un ente está formado por casualidades y por una esencia
(ideas terrenales).
Otra diferencia se encuentra al hablar de las virtudes del alma. Platón propone
tres virtudes del alma. Platón propone tres virtudes, una para cada parte del
cuerpo; la prudencia de la razón, la fortaleza del ánimo la templanza de la
concupiscencia. practicando estas virtudes, se llegará a la justicia y a la
felicidad. Para él la justicia no es una virtud ética, sino un equilibrio entre sus
facultades. en cambio, Aristóteles considera la justicia como una virtud ética
(independiente), y entra en situaciones como la diferencia entre lo que es justo
por naturaleza y lo que es justo por ley.

La metafísica:
La Metafísica de Aristóteles fija el objeto de la “primera filosofía” como la
ciencia sobre los primeros principios y causas de todo lo existente, sobre el ser
en general, sobre la esencia, a diferencia de otras ciencias que estudian un ser
determinado, concreto. En esta obra, Aristóteles examina las concepciones
filosóficas de casi todos sus predecesores y en particular las de Platón,
sometiendo a una severa crítica la doctrina platónica de las ideas eternas e
inmutables que, según Platón, componen la esencia de las cosas y existen
independientemente de ellas. El desdoblamiento que hace Platón del mundo:
en el de las ideas suprasensibles, inmutables, y en el de las cosas sensibles,
es correctamente caracterizado por Aristóteles como una doctrina
inconsistente. Aristóteles demuestra, que el reconocimiento de sustancias
suprasensibles, inmutables, no puede explicar las causas del nacimiento y de
los cambios de las cosas sensibles: “Decir, pues, que las ideas son modelos y
todo lo demás les está implicado, significa pronunciar palabras huecas y
expresarse con metáforas poéticas”.

Causas:

(Aristóteles, Metafísica, libro 1, 3). Hay, pues, cuatro causas del ser: la


causa formal, la causa material, la causa eficiente y la causa final. ... Respecto
a la causa final ningún filósofo la trató explícitamente, según la opinión de
Aristóteles, por lo que se presenta a sí mismo como innovador al respecto.

El tema de lo suprasensible entre Platón y Aristóteles:


Platón (427-347 a.C.) sostenía que la moral y la teoría del estado necesitaban
de una metafísica previa, de una teoría sobre “el qué ” del hombre y del
universo. Pero entendió que para dicho propósito era necesario conocer de
antemano, en qué consiste. Se pregunta si el conocimiento es posible; de serlo,
¿cómo llega a serlo? Previa a la metafísica se sitúa así una teoría del
conocimiento donde Platón explica los orígenes de nuestras ideas y trata de
precisar el sentido de la verdad.

El mundo en que vivimos está hecho de cambio o, como dice Platón, de


generación y corrupción. Todo cuanto nos rodea, y también nosotros mismos,
estamos de tránsito. La semilla se hace árbol y el árbol da flores que dan frutos
del saber.

La felicidad: fin supremo del hombre:


Volvamos ahora a nuestra primera afirmación; y puesto que todo conocimiento
y toda resolución de nuestro espíritu tienen necesariamente en cuenta un bien
de cierta especie, expliquemos cuál es el bien que en nuestra opinión es objeto
de la política, y por consiguiente el bien supremo que podemos proseguir en
todos los actos de nuestra vida. La palabra que le designa es aceptada por
todo el mundo; el vulgo, como las personas ilustradas, llaman a este bien
supremo felicidad, y, según esta opinión común, vivir bien, obrar bien es
sinónimo de ser dichoso. Pero en lo que se dividen las opiniones es sobre la
naturaleza y la esencia de la felicidad, y en este punto el vulgo está muy lejos
de estar de acuerdo con los sabios. Unos la colocan en las cosas visibles y que
resaltan a los ojos, como el placer, la riqueza, los honores; mientras que otros
la colocan en otra parte. Añadid a esto, que la opinión de un mismo individuo
varia muchas veces sobre este punto; enfermo, cree que la felicidad es la
salud; pobre, que es la riqueza; o bien cuando uno tiene conciencia de su
ignorancia, se limita a admirar a los que hablan de la felicidad en términos
pomposos, y trazan de ella una imagen superior a la que aquel se había
formado. A veces se ha creído, que por encima de todos estos bienes
particulares existe otro bien en sí, que es la causa única de que todas estas
cosas secundarias sean igualmente bienes.

Indagar todas las opiniones sobre esta materia, sería un trabajo bastante inútil;
y así nos limitaremos a las más conocidas y divulgadas, es decir, a las que al
parecer tienen alguna verdad y alguna razón.

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