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TEMA
PROBLEMAS FILOSÓFICOS DE LA ÉTICA
SUSTENTANTES
ANEUDY DE JESÚS GÓMEZ – 2004-0664
PROFESOR (A)
LIC. LUZ MINERVA
MATERIA
ÉTICA PROFESIONAL
Podrás observar ciertos conceptos, los cuales hoy en día, se han utilizados
exageradamente, en términos de cantidad, pero a la misma vez, cabe hacernos la
pregunta ¿Qué quiere decir realmente esto?, También estaremos mostrando
minuciosamente lo que es el escepticismo ético, y las razones dadas por las personas para
logar afirmar dicho carácter.
EL CONCEPTO DE DEBER
La inmensa mayoría de los hombres considera que hay acciones que deben hacerse, y
otras que no deben ser hechas, aunque sean numerosas las discrepancias sobre qué
acciones concretas deben ser incluidas en el primer grupo, y cuáles en el segundo.
Nos encontramos, por tanto, en el umbral de nuestra reflexión con "un concepto clave: el
deber ser. En sentido estricto, tal concepto solamente existe en el ámbito de la ética y del
derecho. En los demás campos del conocimiento se habla de cosas que son o que no son.
Es claro, en primer lugar, que cuando hablamos “de deber” nos referimos a algo que aún
no es; que puede llegar a ser; pero que no es inevitable que sea. Ni lo necesario, ni lo
imposible, es denominado deber. Con ello, sin embargo, no basta: una semilla aún no es
árbol; puede llegar a serlo; pero puede ocurrir también que nunca lo sea; no por eso deci-
mos que la semilla tenga el deber de hacerse árbol.
Este concepto “de deber” es correlativo al de libertad: sólo cabe hablar de deberes morales
respecto de quien se supone que puede elegir entre efectuar o no la acción de que se trata.
Pero tampoco con eso es suficiente: pues no todas las acciones que pueden ser realizadas
libremente, deben serlo."
Desde otro punto de vista, se ha objetado que la vivencia del deber no es el denominador
común de todo lo ético, ya que hay actitudes moralmente buenas que, sin embargo, no son
debidas. Así, puede calificarse de buena la conducta de quien se dedica a cuidar leprosos,
sin por ello necesariamente afirmar que esa persona tenga el deber de hacerlo. Quien
considera buena la conducta del que desinteresadamente se dedica a cuidar leprosos, lo que
en realidad afirma es la bondad de la disposición interior que inspira tal conducta. Y en ese
sentido, proclama que tal actitud de espíritu debiera ser adoptada por todos los hombres.
Sólo en el caso de que ninguna explicación lograra lo primero, habría que admitir que las
experiencias del bien y del mal son meramente subjetivas.
EL ESCEPTICISMO ÉTICO
La historia del pesimismo moral es larga desde los sofistas hasta los psicoanalistas. Todos
ellos coinciden en pensar que o por La Ro- chefoucauld y Nietzsche los juicios morales son
el producto de un proceso inconsciente, cuyo punto de partida nada tiene que ver con la
moral.
Freud puede resumirse así: cuando el hombre se encuentra ante dos bienes incompatibles,
procura facilitarse la necesaria renuncia al que le parece el menor de ambos, elevando dicha
renuncia a la categoría de "voluntad superior" (voz de la conciencia o voz de Dios,
configuradas según la concepción infantil del padre que premia o castiga); de ese modo, el
gozo de merecer la aprobación de esa voluntad superior le compensa de la renuncia que se
ha visto obligado a hacer. Que tales autoengaños sean frecuentes, no puede negarse: todos
tenemos la tendencia a convencernos de que es bueno lo que nos conviene.
Las éticas voluntaristas colocan el origen último de la distinción entre el bien y el mal en la
norma imperada por una voluntad. El campo de lo moralmente bueno se distingue del
campo de lo moralmente malo sólo y exclusivamente porque una ley lo ha decidido así. Tal
ley se justifica por sí misma, sin admitir ninguna fundamentación ulterior.
Según se conciba la naturaleza de esa voluntad moral suprema, las éticas voluntaristas
reciben diversas formulaciones: ética nominalista, si el legislador supremo es Dios; ética
sociológica, si lo es la sociedad; ética de imperativo categórico, si lo es una especie de
voluntad impersonal actuante en cada conciencia con validez universal; ética
existencialista, si lo es la libre decisión de cada hombre.
La ética nominalista fue defendida por una escuela teológica de los siglos XIV y XV,
cuyos máximos representantes son Guillermo de Ockam y Gabriel Biel. Según estos
teólogos, la distinción entre el bien y el mal tiene su fundamento último en una libre
decisión de Dios. Bueno es lo que Dios manda, y malo lo que prohíbe, sin que tal norma
admita, ni necesite justificación alguna distinta de ella misma.
Designamos aquí como ética existencialista la creada por Jean Paul Sartre y Simone de
Beauvoir. Para estos pensadores, de la no existencia de Dios se sigue que no existe
tampoco ningún orden de valores morales inmutable y universal, sino que cada hombre ha
de decidir por un acto de libertad absolutamente incondicionado lo que para él va a ser el
bien y el mal.
En todas estas concepciones éticas se hallan afirmaciones valiosas: en la nominalista, el
reconocimiento de la soberanía moral de Dios; en la sociológica, el análisis del papel de la
comunidad en la formación de las costumbres morales; el perenne valor de la ética de Kant
es el de poner de relieve la absoluta peculiaridad del concepto de deber; la ética
existencialista ha subrayado con acierto que el hombre es necesariamente un ser moral, y
que es inaceptable toda ideología que no afirme al otro como otro yo.
ÉTICA DE BIENES
Esta sitúa el origen último de la distinción entre el bien y el mal en la naturaleza misma de
los objetos. El hombre asimila de algún modo esos objetos física o psíquicamente (por el
conocimiento y el amor). La bondad moral consiste en preferir los objetos mejores a los
inferiores. Se puede, pues, condensar la ética de bienes en esta exigencia: aprehende los
bienes según su grado de bondad. Esta concepción es, sin duda, la que ha contado con más
partidarios en la historia del pensamiento moral, desde Aristóteles a Lenin ("la moralidad
depende de los intereses de la lucha de clases") pasando por santo Tomás, aunque en ellos
hayan existido grandes discrepancias a la hora de fijar el orden de preferencia de los
bienes.
Por último, se ha intentado escalonar los bienes según el grado de perfección que producen
en el sujeto que los asimila. Pero con ello no se hace sino trasladar el problema del objeto
al sujeto. La perfección del objeto viene determinada por la perfección del hombre. ¿Y qué
medida se habrá de utilizar para establecer los grados de esta ultima? Como ya se dijo, es
imposible demostrar racionalmente, sin apelar a la intuición, que un hombre sincero, por
ejemplo, es superior a uno mentiroso. Y si queremos fundar la ética en la apreciación
intuitiva del valor moral de las diversas cualidades humanas, nos encontraremos
precisamente en plena ética de los valores.
ÉTICA DE VALORES
Siendo el valor ético primario ese ideal de persona, las acciones concretas reciben su
calificación moral por relación a él: serán buenas si son manifestaciones de la bondad que
tiene quien las realiza, o si son medios por el que trata de adquirirla; serán malas en caso
contrario.
La crítica marxista, por su parte, ha atribuido el nacimiento de la noción del valor al deseo
de las clases dominantes de convertir en normas evidentes e indiscutibles las que
favorecen al mantenimiento de sus privilegios. Así, por ejemplo, la burguesía ha elevado el
respeto a la propiedad privada o la resignación con el propio estado social, a virtudes
supremas. En este sentido, la ética de los valores sería una "filosofía fascista".
Desde el punto de vista ético, tres son los aspectos fundamentales de la apertura a la
verdad: la apertura al yo, la apertura al tu, la apertura a Dios.
Como fue definida cada una ellas, y sus respectivas fechas en las cuales estas fueron
introducidas. Como estas se encuentran situada hoy en día en nuestro entorno y como
ciertos pensamientos e ideologías en relación a lo que realmente completa al ser humano y
lo que trae felicidad plena, cuyas ideologías, al ser estudiadas llegan a ser verdaderas
simplemente por un lapso de tiempo y solo para la persona que piensa de esa manera. Y en
muchas de ellas observaremos donde radica su problema.