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M. INES FERNANDEZ
Es la cultura la que define el ser y el existir de las comunidades; at la mama es el reflejo de la identidad de los
pueblos nuestra América integrada será realidad cuando se enraíce en la cultura de las comunidades
nacionales.
interrogamos acerca de la identidad es interrogamos acerca del paso de lo singular a lo universal, del yo al
nosotros y viceversa, significa desbaratar el obstáculo epistemológico del etnocentrismo que nos conduciría
a un análisis de una identidad de superficie impidiéndonos ver las estructuras profundas que la moldean en
donde el otro aparece como una noción constitutiva.
Indagar acerca de la identidad nacional es transitar un terreno complejo, porque no sólo aludimos a
características físicas, creencias, lenguaje, historia y comportamientos, sino que estamos diciendo algo
acerca de cómo se conciben, se perciben a al mismos los integrantes de una nación.
Las comunidades nacionales están estructuradas por creencias, sus miembros se reconocen entre al
como compatriotas, encuentran reciprocidad en sus compromisos y responsabilidades.
Continuidad histórica, las naciones hunden sus raíces en el pasado, por ello desde el presente,
podemos identificamos con el pueblo que actuó en aquellos momentos reapropiándonos de esos
acontecimientos como si fueran actuales.
Las naciones son comunidades que producen espacios comunes, deciden y asumen -o no-
responsabilidades a través de sus miembros: deportistas, militares, educadores, científicos, etc.
Conecta a un grupo de personas a un espacio geográfico particular, que puede ser fuente de
bonanza o dificultad y conflicto.
La construcción identitaria requiere de carácter nacional o espíritu de un pueblo que nos lleva al
análisis de los motivos, subsistemas culturales que impulsan y predisponen a los ciudadanos a
comportarse del modo que los peculiariza. La individualización de aquella imagen ideal a la luz de la
cual se juzgan a sí mismos, ya los otros.
No existe nacionalidad alguna que no entre en contacto e interactúe con otras. Intervienen, factores
manifiestos (políticos, sociales, económicos, históricos) y/o latentes o no manifiestas (el narcisismo de las
pequeñas diferencias).
En otras palabras, es posible que el aspecto racional del sentimiento de identidad pueda seguir un desarrollo
armónico, más o menos libre de eventuales conflictos, pero para ello es necesario no sólo el grado de salud
individual que supone conocimiento y aceptación del propio contexto cultural y permeabilidad hacia los
otros contextos culturales, sino también una sociedad que permita y favorezca la convivencia armónica de
las diferencias que coexisten en ella.
IDENTIDAD REGIONAL
HISTORIA COMUN:
Acontecimientos que suceden a la llegada de los españoles. Desde 1492 hasta fines del siglo XVI la
conquista. Entre XVII y XVIII se definió la organización colonial. En las primeras décadas del siglo XIX las
independencias jurídico-políticas.
PREDOMINIO MESTIZO:
La mestización integra la aculturación de los españoles y sus efectos. El conquistador, ese otro
misterioso y diferente que despertó al mismo tiempo admiración, temor y odio, cristalizó la tendencia
ancestral de la humanidad a diferenciarse, a establecer fronteras no solo geográficas sino simbólicas,
con aquel que no es como uno y que, si bien representa las infinitas variaciones de la vida humana,
puede asimismo coadyuvar a forjar relaciones atravesadas por elementos de poder.
En nuestra América los desposeídos, los pobres, los excluidos y en general todos los grupos sociales que
no disfrutaban del poder estatuido ni de condiciones socioeconómicas dignas, son percibidos como
débiles, incapaces, privados de toda posibilidad de transformar positivamente su forma de vida. Aquellas
condiciones de naturalización del poder de unos sobre otros en el entramado de la vida social, nos lleva
a percibir algo como el modo natural de ser de las cosas del mundo. La naturalización afecta el auto
concepto de rasgos o capacidades de personas y grupos ya que conduce a definirse con prescindencia de
rasgos o capacidades que podrían desarrollar para beneficio propio.
La delegación que el colonizador hacía del cuidado de sus niños y bebés en sus auxiliares indígenas y que
constituye una base importante en la gestación de lo que daríamos en llamar personalidad criolla tildada
con un rasgo marcadamente dual, que hace, justamente referencia a ésta delegación en la socialización
primaria de los niños hasta los 5 6 6 años, edades en las cuales se experimentan, sentidos y
representaciones, con fuerte influencia en la socialización secundaria.
Esta doble influencia (discurso familiar español y el discurso de sirvientes indios, mestizos, esclavos
negros o mulatos), generó una especie de identidad doble integrada en base a elementos no
occidentales y cultura europea. la historia está atravesada de experiencias de socialización ambivalente.
El concubinato produjo una gran cantidad de hijos mestizos que nunca conocieron a su padre español o
criollo, o sólo conocieron o tuvieron como eje central de su socialización a su madre indígena, negra o
mestiza, amante de un español. Es probable que la palabra gaucho provengan del mapuche guacho, que
significa huérfano, sin padre. La identificación del huérfano se ha considerado uno de los problemas
centrales de la cultura latinoamericana, junto al fenómeno de la centralidad de la madre que se prolonga
más allá de la época colonial y que quizá es la otra cara de la misma realidad porque ante un padre
abandónico y desdibujado, no es casualidad que la madre haya tomado en nuestra cultura esa
centralidad (Matrifocalidad).
Esta perspectiva nos llevaría a pensar que el fenómeno de matrifocalidad y bastardía marcaron identidad
social latinoamericana y provocaron una serie de fenómenos tales como
Todos estos elementos nos llevarían a considerar la construcción de una identidad confusa, nunca
asumida o efectivamente aceptada, que se vería reforzada por otro elemento: los mestizos latinos, como
descendientes de blancos e indígenas; esto casi nunca es reconocido; tanto porque la mayoría niega
cualquier lazo con el grupo de los indígenas, como porque tampoco se aceptan lazos con los antiguos
conquistadores.
En lo que respecta a la significación del negro en la región, la misma está asociada a una espontaneidad
que rehúsa lo artificial, una sensualidad y sexualidad superior, una naturalidad deseable pero que, al
mismo tiempo, supone simplicidad e inferioridad.
CORRELACIÓN RAZA-CLASE
Las consideraciones que planteamos anteriormente nos conducen a observar que la correlación raza-
clase, constituye un eje estructurante de la Identidad latinoamericana. Si bien no todas, la
representación colectiva es que la pobreza va asociada a los indios, negros, mestizos o mulatos y la
mayoría de los blancos serán por definición no-pobres. Los países con menos negros y mulatos se
consideran superiores a los otros.
La misma autora propone un análisis de nuestro país, aludiendo un proceso de asimilación por
jerarquización de la población indígena, y describe cómo la opinión pública de la sociedad argentina de
fines de siglo XIX estaba claramente en contra del exterminio físico del indígena, quienes considerados
inferiores y primitivos, fueron integrados por inferiorización.
Dispersados fisicamente, como clase subalterna de orígenes primitivos y salvajes, en una nación que se
percibía a sí misma y que se proyectaba como blanca, europea y civilizada rompe el imaginario colectivo
argentino respecto del exterminio indígena más cruel y que se conoce como la Campaña del desierto y
que, supuestamente terminó con la raza india.
Indicadores de esta fuerte tendencia en Latinoamérica a parecemos a los europeos -como punto de
referencia de lo superior son los comportamientos racistas y clasistas que se asumen con aquellos cuyos
orígenes son marcadamente indígenas. En A. Latina lo no-occidental son los indios, negros. Valoramos lo
otro como lo positivo, reproducimos acríticamente el etnocentrismo europeo;
Por otro lado, el sentido de identidad nacional y orgullo en los latinoamericanos está moldeado por
rivalidades y luchas entre países vecinos (Chile respecto de Argentina, peruanos y bolivianos con
chilenos, Colombia y Venezuela).
Los sujetos de culturas con alta distancia al poder, valoran la conformidad y obediencia, así como apoyan
actitudes autocráticas y autoritarias de quienes están a cargo de organizaciones e instituciones. La
distancia al poder, el respeto y el carácter sufrido
En estas comunidades, las críticas son percibidas como una falta de respeto a la persona a la que se
dirigen. Asimismo, el tratamiento horizontal es criticable y se espera que se respeten los status
diferenciales vinculados a la edad, educación, rangos y roles sociales.