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NIUB: 20441746
1. Introducción
2. Los orígenes del mestizaje andino y sus múltiples paradigmas
3. Discriminación como forma de organización social
4. Reconfiguraciones y transformaciones de “lo indígena”
5. Políticas estatales neoliberales y reconocimientos
multiculturales
6. Conclusiones
7. Bibliografía
- Introducción
Cuando hablamos de discriminación, sea por raza, sexo, género, edad, color
de piel, orientación sexual, origen, cultura, nacionalidad, lengua, religión,
ideología, filiación política, filosófica, estado civil, condición social o económica,
ocupación, grado de instrucción, discapacidad, o cualquier tipo de segregación,
inmediatamente se nos ocurre pensar en los parámetros de la diferenciación
entre humanos. Somos, entonces, ¿iguales o diferentes? Y, sobre todo, qué,
exactamente nos hace parecidos o distintos respecto a los demás.
Asi pues podemos constatar que somos tan iguales como distintos ya que
mantenemos nuestra individualidad dentro de un grupo a lo largo de nuestra
vida en sociedad.
Los españoles llegaron por primera vez a las zonas andinas y desarollaron
rápidamente desde el choque primigenio. La primera problemática que nos
interesa estudiar son los frecuentes encuentros sexuales que se dieron entre
las mujeres colonizadas y los propios conquistadores.
La palabra mestizo viene a significar “mezclado” y fue aplicada inmediatamente
al contexto americano para de finir la raza híbrida, que surge como resultado
de los cruces biológicos entre peninsulares y indígenas.
Los matrimonios y uniones ilegítima entres estos respondían en tanto a
ambiciones no solo políticas. Los conquistadores se aprovechaban de la
reciprocidad andina emergiendo redes de parentesco a fin de asegurarse el
control de los territorios.
Las primeras generaciones racialmente mixtas y descendientes de las elites
fueran bien vistas al principio ya que indicaban a los mestizos su función de
nexo entre el mundo europeo y el mundo indio y reflejaba la alianza entre ellos.
Sin embargo, es relevante destacar que los mestizos empezaron a inquietarse
paulatinamente cuando el fenómenos mestizaje adquirió una denotación
negativa. Una vez los denominados mestizos constituían una parte importante
de las poblaciones andinas, los estigmas producen sensación de malestar y
amenaza tanto en vista de los indios como españoles.
No solo eran mestizos los nacidos entre padre español y madre india sino
también aquellos indios que se lanzaron a un proceso de movilidad social
aprendiendo la lengua castellana y adaptándose culturalmente a la vestimenta
y costumbres de los invasores.
La mezcla de angre diversa se volvió insondable a medida que transcurría el
tiempo y sucedían generaciones, aun así la múltiples uniones forzadas o no,
junto a la importancia asignada a la procedencia de cada persona, crearon una
nueva concepción terminológica social-racial basada en el desprecio y en la
jerarquización. A parte del español, estaba el negro, el mulato, el criollo, el
zambo, el indio y una infinita de inverosímiles palabras que inventaron para
designar a los hijos de mestizos.
Otro elemento de lo más significativo es también el hecho de que los mestizos,
aparentemente desde las primeras generaciones estaban eximidos de pagar
tributo, eso les confería una notoria superioridad social respecto a los propios
indios y es ahí donde encontramos una de la razones por la que mucho
indígenas comenzaron a adoptar lo tajes de españoles y/o migrar a las
ciudades pasando por mestizos, a fin de evidir al sistema fiscal y escapar
propiamente del estigma que les pesaba sobre quien eran dentro de la
categoría “indio” o “indígena”.
La función de la vestimenta como de indicadora de status es ahora universal,
vestirse con la ropa de otro, en cierto modo, implica adquirir su cultura. Con el
lenguaje ocurre algo parecido ya que cambiar de idioma supone adquirir
nuevos conceptos y una sensibilidad y significantes dintintos. De este modo el
incremento de los novicios mestizos planteaba varios dilemas a la
administración colonial. Lo que explicaría más tarde la notoria ambivalencia de
sus políticas.
La corona en realidad nunca previó el fenómeno del mestizaje, y eso es fácil de
evidenciar en los titubeos e inchoerencias surgidas al establecer normas
dirigidas a estas inquietantes poblaciones en crecimiento. El “mestizo”
designaría a los estratos más próximos con lo español, y “el cholo”, en cambio
a aquellos contiguos con el indio (cf. Szeminski, 1983; Barragán, 1992)
El principio básico de la estratificación social colonial consistió en la
separación, interdependendiente según los propios españoles, del mundo de
los conquistadores por una parte y del mundo de los conquistados por otra. A
pesar de la necesidad invasora de realizar transacciones con los indios, se
empeñaban en mantener funcionalmente separadas la “República Española”
de la indígena. Y esta dicotomía negaba así, el surgimiento de una categoría
intermedia, por lo que el mestizo se vio de alguna manera condenado a la
ilegalidad.
El miedo a los mestizos se fue agudizando a medida que estos empezaron a
dedicarse a trabajos desprestigiados, vagabundear o a actividades delictivas.
En resumen, el surgimiento de los mestizos no fue un problema mientras era
un fenómeno de escasas proporciones, pero cuando comenzaron
gradualmente a llenar las ciudades algo cambio para siempre y de forma
radical.
Los mestizos a ojos del resto se convirtieron en individuos que inspiraban
desconfianza porque manejaban sistemas de valores diferentes, el mestizo
termina fundiéndose en una masa indefinida y omnipresente.
El horizonte liberal aporta a este punto, algunas importantes variantes a la
matriz colonial del mestizaje. Es curiosa la autopercepción de los propios
mestizos quienes, a pesar de su estigma, son vistos a ojos propios como los
auténticos americanos. Protagonizan una contradicción que opone a dos
sectores de la comunidad; el mundo de los mestizos e indígenas, quienes se
orientan más bien a los circuitos de mercado interior heredados de los ciclos
expansivos de la minería potosina y por otro lado el mundo oligárquico
republicano, que busca una salida/camino al país y una reforma cultural
altamente eurocentrista.
La modernidad “civilizada entonces, triunfa progresivamente ante la “incultura”
y la barbarie cholo-indígena. El proceso de ciudadanizaicón implicado por la
reorientación mercantil, existía cruzada y bloqueada por las contradicciones
diacrónica anclada en el llamado horizonte colonial. Para entender todo esto es
necesario que podamos abordar tales contradicciones del fenómeno liberal de
la ciudadanía y su correlato cultural, el mestizaje.
El proceso de mestizaje diremos pues que es el resultante histórico de
complejos fenómenos de violencia y exclusión social. Las identidades
erradicadas violentamente se recrean y proporcionan a la sociedad la masa
indígena desde la cual se incuba una enorme violencia, pero también la
posibilidad real de reforma y cambio social. Por otro lado, cabe destacar que
los cambios más profundos en el sistema político y en las instituciones
reproductoras de ideologías, se dificulta la posibilidad de un pacto social
renovado entre los diversos actores. Así pues, se generan condiciones para las
contradicciones diacrónicas del proceso de mestizaje y ciudadanización. La
reforma parcial y sobre todo, preventiva, alimenta el dinamismo de una
radicalización y fragmentación de procesos raciales.
Tanto las interpretaciones indígenas como aymaras del tema de la ciudadanía
continúan en debate en cuanto al paralelismo de la igualdad si se habla de
diferencias. Los pueblos andinos son a día de hoy, una sociedad multiétnica
con una carga histórica que emerge de la colonización y se expande en
profundidad en los poblados más remotos.
Lo que algunos llamaríamos catástrofe a lo que vivieron estos poblados otros
otorgan la palabra renovación para explicar y ejemplificar su evolución y
progresos.
En Bolivia la discriminación fue, y es todavía hoy en día, vigente, pero sin duda
alguna, ha ido disminuyendo. La discriminación viene como ya hemos
comentado en el punto anterior desde siglos atrás, y adquiere un rango de
“costumbre” con la llegada de los conquistadores. La discriminación racial en el
periodo de la república disminuyó gradualmente su incidencia, conforme se
sucedieron gobiernos populares que implementaron políticas para disminuir el
racismo. De hecho, es a principios de los 50 cuando se elimina el pongueaje,
una forma de esclavismo. Y algo muy relevante que trataremos más tarde es la
llegada de un indígena al poder en 2006. Podemos decir que este suceso
rompió con todos los paradigmas que colocaban al quechua, al aymara, etc.
como ciudadanos de tercera clase en Bolivia.
Este hecho histórico, posibilita a todo habitante sentirse igual con sus
congéneres. Por lo tanto, cualquier ciudadano (indígena, mestizo, blanco, etc.),
de cualquier rincón del país, siente que tiene las mismas oportunidades de ser
presidente u otro cargo de relevancia hecho que no era posible concebir en
tiempos anteriores. Lo que nos viene a interesar es que la sociedad en general,
el pueblo indígena-mestizo en particular, ha sido capaz de romper con viejas
estructuras que promovían la discriminación en diferentes ámbitos y que
impedían la cohabitación de los pueblos en armonía.
En Bolivia se consideraba al indígena, y por lo tanto al mestizo, un ciudadano
de tercera o cuarta categoría. Es decir, cuando uno era más moreno, más
rasgos de indígena “tenía” y por tanto más discriminación racial sufría. En
cuanto racismo, el indígena era menos inteligente, menos trabajador siempre
menos. Debía entonces el indígena o descendiente de indígena contentarse
con ser un simple campesino u ocupar cargos de los niveles más bajos. Frente
a esta realidad el mestizo y el indígena que se iba a vivir a la ciudad, se las
tenían que ingeniar para poder sobrevivir en un entorno culturalmente racista.
En uno de los documentos que he leído para llevar a cabo este Trabajo se
examina la conclusión de que los indígenas son así, ajenos a la modernidad. Y
como hacen llamarlos programados para la violencia. Esta conclusión
altamente racista salió a flote en un incidente durante la Guerra Civil. En 1983,
un grupo de periodistas fueron atacados y asesinados en la aldea de
Uchuraccay. Lo curioso no es en realidad lo que ocurrió, lo curioso y
sumamente aterrador no fue en si el acontecimiento que también, si no la forma
en que el prejuicio y la discriminación se utilizaron como verdad irrefutable.
Resulta fácil de ver, en los relatos sobre los indígenas, la incapacidad de los
redactores de comprensión hacía ellos y/o a cerca de su forma de vida.
Dejando en evidencia que, al contar esta historia, nadie pretendía darle voy al
pueblo quechua ni mucho menos nadie quiso darle atención al hecho de que
quizás hubiera factores que no se tuvieron en cuenta a la hora de narrar el
suceso. Muchos años después, veinte en concreto, la Comisión de Verdad y
Reconciliación contaría una verdad muy distinta a esta, una tan simple pero tan
necesaria como es incluir un testimonio quechua. Lo que es tremendamente
relevante y a lo que vengo a referirme al contar todo esto, es como alguien
(Vargas Llosa) contaron una historia/suceso asegurando la voz de la razón y el
sentido común pese a no tener ningún conocimiento d quechua y su cultura.
Otra vez más hemos de subrayar la fuerte discriminación que existía entonces
en sus discursos.
- Conclusiones
A partir de la información que hemos obtenido a lo largo de este ensayo es
importante señalar como hecho más importante que Bolivia y el Perú aún se
encuentran bajo una situación de colonialismo interno donde la lengua y raza
son los dos elementos más atacados y marginados. El hecho de que en pleno
S.XXI todavía se establezca una jerarquía social y racial suponiendo el no
reconocimiento de la población indígena ante situaciones problemáticas por
parte del Estado, supone la creación de una nación incompleta.
Es por estos motivos que la auto-identidad como indio o ahora bien indígena se
hace de forma colectiva representando la lucha por la defensa de derechos que
no se están respetando. La creación del Año Nuevo Aymara como estrategia
cultural para conseguir autonomía por parte del Estado. El acceso a la
educación por parte de la población indígena debe ser vista como una
oportunidad para deshacerse de la casta que se les ha establecido y los
margina culturalmente y de esta manera llegar a hacerse un lugar dentro de la
sociedad modernizada que tanto los excluye. Sin embargo, las reformas
establecidas por un Estado donde el presidente se auto proclama como
indígena, han ayudado a dar voz o cuando menos incluir a la población
indígena dentro de los marcos que definen a la sociedad boliviana.
Actualmente, los ensayos escritos por intelectuales Latinoamericanos nos
muestran cómo la lucha de la población indígena se encuentra en uno de sus
mejores momentos gracias a la decadencia de las estructuras organizativas,
sociales, económicas y políticas.
- Bibliografía