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TREBALL ANDINA

Berta Mayral Izquierdo

NIUB: 20441746

REGIONES ANDINAS, RELACIONES INTER-ÈTNICAS


Y LA CUMBRE DE LAS DESIGUALDADES
ÍNDICE

1. Introducción
2. Los orígenes del mestizaje andino y sus múltiples paradigmas
3. Discriminación como forma de organización social
4. Reconfiguraciones y transformaciones de “lo indígena”
5. Políticas estatales neoliberales y reconocimientos
multiculturales
6. Conclusiones
7. Bibliografía
- Introducción

Cuando hablamos de discriminación, sea por raza, sexo, género, edad, color
de piel, orientación sexual, origen, cultura, nacionalidad, lengua, religión,
ideología, filiación política, filosófica, estado civil, condición social o económica,
ocupación, grado de instrucción, discapacidad, o cualquier tipo de segregación,
inmediatamente se nos ocurre pensar en los parámetros de la diferenciación
entre humanos. Somos, entonces, ¿iguales o diferentes? Y, sobre todo, qué,
exactamente nos hace parecidos o distintos respecto a los demás.

Desde una perspectiva sociocultural, existen grupos que comparten aspectos


comunes como puede ser su origen o sus creencias. Desde otra perspectiva
más psicológica, podemos considerarnos distintos en cuanto las características
de cada individuo. Aun así, somos iguales porque todos somos humanos y
provenimos de un mismo “origen”.

Asi pues podemos constatar que somos tan iguales como distintos ya que
mantenemos nuestra individualidad dentro de un grupo a lo largo de nuestra
vida en sociedad.

En el presente trabajo exponemos la realidad externa, de una Sociedad que


estimula a lo largo de los años, por un lado, el pensamiento individualista y por
otro el colectivo. El origen de la discriminación radica entonces, en la no
comprensión total del por qué somos iguales y del por qué somos diferentes. El
origen económico, social y cultural de la discriminación radica en los supuestos
que emergen en nuestra sociedad que refuerzan la división o separatividad
entre los seres humanos.

El tema de la desigualdad sobrepasa, en algunos aspectos, el tema histórico de


la región, que es la pobreza. Más allá de temas asociados a esta región, de
revitalización indígena y participación política, hay un conjunto de espacios
sociales donde las desigualdades se han visto más visibilizadas, y las veremos
en este trabajo como es la memoria y derechos humanos, violencia contra la
mujer y temas ligados a las minorías sexuales.
Esto nos lleva, en este trabajo, al análisis sobre el funcionamiento de las
instituciones y su relación con las élites. Silvia Rivera sostiene que el tema de
las identidades culturales en un país como Bolivia reviste singular complejidad.
No sólo están presentes ingredientes de multiculturalidad provenientes de la
difícil articulación entre horizontes diversos del pasado pre- hispánico y
colonial; también están el conflictivo y polifacético fenómeno del mestizaje, la
articulación entre la dimensión étnica y la dimensión clasista o ciudadana en el
comportamiento de los diversos sectores de la población, y el papel de las
formaciones sociales regionales en el interior del espacio territorial del estado-
nación; todo ello conforma un panorama extremadamente abigarrado
- Los orígenes del mestizaje andino y sus múltiples paradigmas

Los españoles llegaron por primera vez a las zonas andinas y desarollaron
rápidamente desde el choque primigenio. La primera problemática que nos
interesa estudiar son los frecuentes encuentros sexuales que se dieron entre
las mujeres colonizadas y los propios conquistadores.
La palabra mestizo viene a significar “mezclado” y fue aplicada inmediatamente
al contexto americano para de finir la raza híbrida, que surge como resultado
de los cruces biológicos entre peninsulares y indígenas.
Los matrimonios y uniones ilegítima entres estos respondían en tanto a
ambiciones no solo políticas. Los conquistadores se aprovechaban de la
reciprocidad andina emergiendo redes de parentesco a fin de asegurarse el
control de los territorios.
Las primeras generaciones racialmente mixtas y descendientes de las elites
fueran bien vistas al principio ya que indicaban a los mestizos su función de
nexo entre el mundo europeo y el mundo indio y reflejaba la alianza entre ellos.
Sin embargo, es relevante destacar que los mestizos empezaron a inquietarse
paulatinamente cuando el fenómenos mestizaje adquirió una denotación
negativa. Una vez los denominados mestizos constituían una parte importante
de las poblaciones andinas, los estigmas producen sensación de malestar y
amenaza tanto en vista de los indios como españoles.
No solo eran mestizos los nacidos entre padre español y madre india sino
también aquellos indios que se lanzaron a un proceso de movilidad social
aprendiendo la lengua castellana y adaptándose culturalmente a la vestimenta
y costumbres de los invasores.
La mezcla de angre diversa se volvió insondable a medida que transcurría el
tiempo y sucedían generaciones, aun así la múltiples uniones forzadas o no,
junto a la importancia asignada a la procedencia de cada persona, crearon una
nueva concepción terminológica social-racial basada en el desprecio y en la
jerarquización. A parte del español, estaba el negro, el mulato, el criollo, el
zambo, el indio y una infinita de inverosímiles palabras que inventaron para
designar a los hijos de mestizos.
Otro elemento de lo más significativo es también el hecho de que los mestizos,
aparentemente desde las primeras generaciones estaban eximidos de pagar
tributo, eso les confería una notoria superioridad social respecto a los propios
indios y es ahí donde encontramos una de la razones por la que mucho
indígenas comenzaron a adoptar lo tajes de españoles y/o migrar a las
ciudades pasando por mestizos, a fin de evidir al sistema fiscal y escapar
propiamente del estigma que les pesaba sobre quien eran dentro de la
categoría “indio” o “indígena”.
La función de la vestimenta como de indicadora de status es ahora universal,
vestirse con la ropa de otro, en cierto modo, implica adquirir su cultura. Con el
lenguaje ocurre algo parecido ya que cambiar de idioma supone adquirir
nuevos conceptos y una sensibilidad y significantes dintintos. De este modo el
incremento de los novicios mestizos planteaba varios dilemas a la
administración colonial. Lo que explicaría más tarde la notoria ambivalencia de
sus políticas.
La corona en realidad nunca previó el fenómeno del mestizaje, y eso es fácil de
evidenciar en los titubeos e inchoerencias surgidas al establecer normas
dirigidas a estas inquietantes poblaciones en crecimiento. El “mestizo”
designaría a los estratos más próximos con lo español, y “el cholo”, en cambio
a aquellos contiguos con el indio (cf. Szeminski, 1983; Barragán, 1992)
El principio básico de la estratificación social colonial consistió en la
separación, interdependendiente según los propios españoles, del mundo de
los conquistadores por una parte y del mundo de los conquistados por otra. A
pesar de la necesidad invasora de realizar transacciones con los indios, se
empeñaban en mantener funcionalmente separadas la “República Española”
de la indígena. Y esta dicotomía negaba así, el surgimiento de una categoría
intermedia, por lo que el mestizo se vio de alguna manera condenado a la
ilegalidad.
El miedo a los mestizos se fue agudizando a medida que estos empezaron a
dedicarse a trabajos desprestigiados, vagabundear o a actividades delictivas.
En resumen, el surgimiento de los mestizos no fue un problema mientras era
un fenómeno de escasas proporciones, pero cuando comenzaron
gradualmente a llenar las ciudades algo cambio para siempre y de forma
radical.
Los mestizos a ojos del resto se convirtieron en individuos que inspiraban
desconfianza porque manejaban sistemas de valores diferentes, el mestizo
termina fundiéndose en una masa indefinida y omnipresente.
El horizonte liberal aporta a este punto, algunas importantes variantes a la
matriz colonial del mestizaje. Es curiosa la autopercepción de los propios
mestizos quienes, a pesar de su estigma, son vistos a ojos propios como los
auténticos americanos. Protagonizan una contradicción que opone a dos
sectores de la comunidad; el mundo de los mestizos e indígenas, quienes se
orientan más bien a los circuitos de mercado interior heredados de los ciclos
expansivos de la minería potosina y por otro lado el mundo oligárquico
republicano, que busca una salida/camino al país y una reforma cultural
altamente eurocentrista.
La modernidad “civilizada entonces, triunfa progresivamente ante la “incultura”
y la barbarie cholo-indígena. El proceso de ciudadanizaicón implicado por la
reorientación mercantil, existía cruzada y bloqueada por las contradicciones
diacrónica anclada en el llamado horizonte colonial. Para entender todo esto es
necesario que podamos abordar tales contradicciones del fenómeno liberal de
la ciudadanía y su correlato cultural, el mestizaje.
El proceso de mestizaje diremos pues que es el resultante histórico de
complejos fenómenos de violencia y exclusión social. Las identidades
erradicadas violentamente se recrean y proporcionan a la sociedad la masa
indígena desde la cual se incuba una enorme violencia, pero también la
posibilidad real de reforma y cambio social. Por otro lado, cabe destacar que
los cambios más profundos en el sistema político y en las instituciones
reproductoras de ideologías, se dificulta la posibilidad de un pacto social
renovado entre los diversos actores. Así pues, se generan condiciones para las
contradicciones diacrónicas del proceso de mestizaje y ciudadanización. La
reforma parcial y sobre todo, preventiva, alimenta el dinamismo de una
radicalización y fragmentación de procesos raciales.
Tanto las interpretaciones indígenas como aymaras del tema de la ciudadanía
continúan en debate en cuanto al paralelismo de la igualdad si se habla de
diferencias. Los pueblos andinos son a día de hoy, una sociedad multiétnica
con una carga histórica que emerge de la colonización y se expande en
profundidad en los poblados más remotos.
Lo que algunos llamaríamos catástrofe a lo que vivieron estos poblados otros
otorgan la palabra renovación para explicar y ejemplificar su evolución y
progresos.

- Discriminación como forma de organización social

En Bolivia la discriminación fue, y es todavía hoy en día, vigente, pero sin duda
alguna, ha ido disminuyendo. La discriminación viene como ya hemos
comentado en el punto anterior desde siglos atrás, y adquiere un rango de
“costumbre” con la llegada de los conquistadores. La discriminación racial en el
periodo de la república disminuyó gradualmente su incidencia, conforme se
sucedieron gobiernos populares que implementaron políticas para disminuir el
racismo. De hecho, es a principios de los 50 cuando se elimina el pongueaje,
una forma de esclavismo. Y algo muy relevante que trataremos más tarde es la
llegada de un indígena al poder en 2006. Podemos decir que este suceso
rompió con todos los paradigmas que colocaban al quechua, al aymara, etc.
como ciudadanos de tercera clase en Bolivia.
Este hecho histórico, posibilita a todo habitante sentirse igual con sus
congéneres.  Por lo tanto, cualquier ciudadano (indígena, mestizo, blanco, etc.),
de cualquier rincón del país, siente que tiene las mismas oportunidades de ser
presidente u otro cargo de relevancia hecho que no era posible concebir en
tiempos anteriores. Lo que nos viene a interesar es que la sociedad en general,
el pueblo indígena-mestizo en particular, ha sido capaz de romper con viejas
estructuras que promovían la discriminación en diferentes ámbitos y que
impedían la cohabitación de los pueblos en armonía.
En Bolivia se consideraba al indígena, y por lo tanto al mestizo, un ciudadano
de tercera o cuarta categoría. Es decir, cuando uno era más moreno, más
rasgos de indígena “tenía” y por tanto más discriminación racial sufría. En
cuanto racismo, el indígena era menos inteligente, menos trabajador siempre
menos. Debía entonces el indígena o descendiente de indígena contentarse
con ser un simple campesino u ocupar cargos de los niveles más bajos. Frente
a esta realidad el mestizo y el indígena que se iba a vivir a la ciudad, se las
tenían que ingeniar para poder sobrevivir en un entorno culturalmente racista.

En toda Latinoamérica la subyugación de los indígenas se reformuló de manera


constante según las necesidades del propio Estado. En realidad, fue después
de la conquista cuando se fundaron municipios indígenas separados del grueso
de la población civilizada. Fue bajo el régimen colonial donde se fundó el
nacionalismo económico y cultural moderno. Lo cual produjo en si una clase
marginal diferenciada étnicamente. Así pues, todas las poblaciones indígenas
quedaron supeditadas a la estigmatización.

En uno de los documentos que he leído para llevar a cabo este Trabajo se
examina la conclusión de que los indígenas son así, ajenos a la modernidad. Y
como hacen llamarlos programados para la violencia. Esta conclusión
altamente racista salió a flote en un incidente durante la Guerra Civil. En 1983,
un grupo de periodistas fueron atacados y asesinados en la aldea de
Uchuraccay. Lo curioso no es en realidad lo que ocurrió, lo curioso y
sumamente aterrador no fue en si el acontecimiento que también, si no la forma
en que el prejuicio y la discriminación se utilizaron como verdad irrefutable.
Resulta fácil de ver, en los relatos sobre los indígenas, la incapacidad de los
redactores de comprensión hacía ellos y/o a cerca de su forma de vida.
Dejando en evidencia que, al contar esta historia, nadie pretendía darle voy al
pueblo quechua ni mucho menos nadie quiso darle atención al hecho de que
quizás hubiera factores que no se tuvieron en cuenta a la hora de narrar el
suceso. Muchos años después, veinte en concreto, la Comisión de Verdad y
Reconciliación contaría una verdad muy distinta a esta, una tan simple pero tan
necesaria como es incluir un testimonio quechua. Lo que es tremendamente
relevante y a lo que vengo a referirme al contar todo esto, es como alguien
(Vargas Llosa) contaron una historia/suceso asegurando la voz de la razón y el
sentido común pese a no tener ningún conocimiento d quechua y su cultura.
Otra vez más hemos de subrayar la fuerte discriminación que existía entonces
en sus discursos.

La problemática de todo esto es que la discriminación se volvió durante


muchos años una forma de organización social porque permitía la
jerarquización de clase y un motor de desarrollo para la modernización de los
pueblos, que en realidad, solo requería la desaparición del progreso indígena.
- Reconfiguraciones y transformaciones de “lo indígena”

El presente apartado explora las transformaciones de “lo indígena” y se enfoca


en los movimientos de reivindicación étnica y sus conceptos entorno “lo
indígena”. Y nos centraremos, en el actual proceso de cambio que promueve
un concepto más inclusivo del término.
El surgimiento del sistema mundo moderno colonial remite a la experiencia
imperialista que se inicia como ya hemos contado anteriormente con la
conquista, conformando la primera “modernidad”. Fue a partir de dicha
experiencia que se sentaron las bases de un proyecto moderno/colonial,
mediante un patrón de poder fundado en la clasificación y jerarquización racial
de las poblaciones, culturas y subjetividades del mundo, epistemologías, y el
control de todas las formas de trabajo, bajo el dominio de capital. Esto es lo
que nos supone sus dos ejes estructurantes: la idea de raza y el capitalismo.
Comprender estos dos actuales procesos políticos y sociales nos implica partir
del presupuesto de que América Latina es el resultado de la yuxtaposición
dada por dos elementos según Ortiz; el autóctono dado por los pueblos
originarios de estos territorios mixturado con el componente europeo.
Las regiones andinas se constituyeron en la experiencia fundante de la
modernidad y la racionalidad moderna, por cuanto proveyó a una Europa por
aquel entonces periférica y provinciana, de la posibilidad de constituirse en el
centro del poder mundial, más tarde de haber probado su capacidad de
expansión, dominación y control del otro. La dominación es legitimada a partir
de la racialización de los sujetos a ambos lados de la diferencia colonial, esto
es, colonizador y colonizado, y el establecimiento de jerarquías de acuerdo con
el grado de humanidad atribuido a los distintos sujetos resultantes producto del
mestizaje en América latina: mestizos, cholos, mulatos, zambos, etc., además
de indígenas y negros. En la cúspide de la pirámide racial/social se encontraba
el sujeto blanco, colonizador, europeo, artífice de la clasificación. Como
característica fundamental de la colonialidad se podría decir que la misma
persiste a pesar de la superación del sistema colonialista, esto se debe a que,
la adquisición de las antiguas colonias, de sus independencias formales
continua vigente como un modelo legitimador de las desigualdades sociales al
interior del sistema mundo moderno mundial (Restrepo y Rojas 2010).
La colonialidad del poder opera no sólo mediante la naturalización de las
jerarquías raciales, tal como fue expresado anteriormente, sino,
fundamentalmente, mediante la acción directa en la construcción de las
subjetividades de los sujetos subalternos, subalternizándolos, esto es,
convenciéndolos de su propia subalternidad, llevándolos a adoptar un rol
pasivo, de aparente resignación (Díaz Carrasco, 2013).
Es en el año 2005 cuando Evo Morales fue elegido como primer indígena a la
presidencia de Bolivia, este suceso provoco en el país muchísimo revuelo y
permitió un cambio profundo en la comunidad y en la percepción de lo
indígena.
Lo que nos les llevo este acontecimiento es a convertir a Bolívia en un Estado
plurinacional descolonizado, reconociendo así la auto-determinación y la
autonomía territorial. Con ello se pretendía dejar en el pasado al Estado colonia
y neoliberal. Si partimos de estas premisas se suponía que también
reconfiguraba el concepto de lo indígena permitiendo así que la alteridad
interna y constitutiva de lo imaginario hiciera efecto en la nación boliviana.
Durante la Revolución del 1952 se siguieron una serie de intentos por intentar
crear una nueva nación mestiza alejada de las diferencias étnicas y, por tanto,
tampoco la exclusión étnica. Desde entonces, los movimientos etnopolíticos se
convirtieron en una actor social muy importante, a quien se le reconoció el
potencial de impulsar los cambios socio-culturales y políticos que
transformarían así al Estado. En las últimas décadas, el escenario político
latinoamericano evidenció profundas transformaciones a nivel político, social y
simbólico, con la emergencia de nuevos actores que cuestionan las lógicas
tradicionales de poder, logrando importantes transformaciones a nivel estatal.
Lo que nos interesa ahora es recalcar los efectos y el alcance que se ejerce en
el concepto de indigeneidad.
La llegada de Morales revolucionó pues, el escenario político nacional, regional
e internacional, por cuanto evidenció las limitaciones del Estado-nación, una
categoría fundamental de la teoría política, que cuestionaba las lógicas
tradicionales del patrón de poder global, la colonialidad del poder y el
eurocentrismo. El nacimiento del Estado Plurinacional, con el reconocimiento
de los treinta y seis pueblos y naciones indígenas, representó un desafío
conceptual enorme para las ciencias sociales, el derecho y la ciencia política en
particular.
La celebración del año Nuevo Aymara se convirtió en un evento significativo
para propuestas identitarias y que reconfiguró el concepto de indigeneidad.
Este proyecto se puso en marcha mediante la práctica ritual empleada durante
la celebración que contrastaba con los prevalecientes ritos de la iglesia
católica. El propósito de celebrar un Año Nuevo Aymara era, en realidad, un
intento por volverlo un momento por recuperar una memoria histórica de lo
indígena. Un intento por restaurar las dinámicas con el pasado que asocian la
discriminación con la organización social. Esta intencionalidad de la historia
expresa el hecho de que, al relacionarse con las memorias históricas pre-
coloniales y los movimientos etnopolíticos comienzan a cobrar una historia
indígena propias en la época colonial y republicana.
Durante este proceso, “lo aymara” emergía como una nueva construcción de
diferencia cultural que infunda en la idea de una nueva identidad aymara
distinta a las identidades previas no-aymara o no-indígas. Al forjar estas ideas
se despliegan las distintas expresiones identitarias de un origen local y se crea
un conjunto identitario colectivo nuevo. Podemos concluir entonces que la
intervención de la celebración del Año Nuevo como los conceptos de
descolonización y plurinacionalidad nutren, a la vez que sustentan una
comprensión de “lo aymara” como nueva identidad alejada de los supuestos
categóricos antiguos y que reivindican los nuevos y alternativos imaginarios.
La emergencia de diversas formas de participación política y actores sociales
disputaron pues, la construcción de hegemonía, desafiando los esquemas
tradicionales de relacionamiento y abriendo nuevos espacios de deliberación y
negociación en torno a la construcción de lo público- estatal, en una sociedad
racializada en la que históricamente las posibilidades de participación política y
social estuvieron articuladas en torno a la raza. Quedando así, restringida la
capacidad de normar y nombrar a los sectores blancos y mestizos,
desplazando a los indígenas y cholos de los espacios de deliberación política.
Interesa particularmente indagar cómo estas reconfiguraciones del poder
político repercutieron en la emergencia de nuevas reivindicaciones identitarias,
en el contexto del proceso de cambio y las condiciones políticas, institucionales
y simbólicas promovidas por el gobierno del MAS. En este sentido, nos
proponemos indagar las interacciones que existen entre modernidad/
colonialidad, colonialidad del poder, racismo, colonialismo interno y sociedad
abigarrada, categorías fundamentales para comprender la sociedad boliviana
actual y las alternativas de descolonización efectiva. La importancia del caso
boliviano no sólo radica en la llegada al poder de un presidente indígena,
desafiando a la colonialidad del poder, sino también en las profundas
transformaciones llevadas a cabo, en el marco de un proyecto de
descolonización del Estado y la sociedad. Estas transformaciones serán
abordadas desde los postulados del pensamiento decolonial, esto es,
atendiendo a las vinculaciones entre la colonialidad del poder, del saber y del
ser, las nuevas configuraciones identitarias y los procesos de subjetivación
política, sin perder de vista las intersecciones entre las distintas historicidades,
sujetos y horizontes de sentido que existen en la abigarrada sociedad boliviana.
En esta dirección, siguiendo a la socióloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui
(2010), es posible señalar la existencia de “un conjunto de contradicciones
diacrónicas de diversa profundidad, que emergen a la superficie de la
contemporaneidad, y cruzan, por tanto, las esferas coetáneas de los modos de
producción, los sistemas político estatales y las ideologías ancladas en la
homogeneidad cultural”.

- Políticas estatales neoliberales y reconocimientos multiculturales

En esta sección nos centraremos en las acciones del Estado-nación y en los


procesos que se llevaron a cabo para la difusión de ideas sobre lo indígena
hacía conceptos y sectores más amplios de la sociedad boliviana que
transformaron, más tarde, ideas que previamente habían sido manejadas y su
relación con el ideal de la nación mestiza.
Durante el 1985 se dio una serie de reformas económicas, ya que Bolivia
entrava en una crisis económica que requería de un programa neoliberal para
afrontarla.
Se pueden resumir dos consecuencias claras de estas reformas. La principal
fue el establecimiento del discurso de una Bolívia “pluri-cultural” y “multi-ètnica”,
que llevó a una transformación profunda de la consideración de diferencias
culturales. Antes de esto, lo indígena fue concebido como una alteridad
internalizada y con eso, una diferencia compartida. La segunda consecuencia
tiene que ver con el seguimiento de una conciencia popular de “lo indígena”. La
reestructuración económica de los años 1980 es el resultado. Esta difusión de
lo indígena se volvió más fuerte entre los años 2000/2005 cuando el país entro
en una crisis política y social. De aquí nacieron las revueltas, las
manifestaciones, las huelgas en las cuales participaron muchos actores. Las
comunidades indígenas y los sindicatos campesinos se convirtieron en los
actores más claves de estas protestas porque tomaron el liderazgo.
Asi es como “lo indígena” empezó a conectar diversas experiencias sociales,
culturales y laborales compartidas por amplias partes de la población boliviana,
tanto indígena como no-indígena, que luego viabilizará la elección de Evo
Morales como representante de estas bases sociales (Schiwy 2011: 740; Albro
2006).
Entonces, este “proceso de cambio” se puede relacionar con la aspiración de
un nuevo ideal de la nación boliviana que asimismo involucra las partes de lo
indígena.
Para concluir todo este relato podemos decir que la celebración del Año Nuevo
Aymara fue un momento significativo y simbólico perforativamente escenificar
ideas de “lo indígena”. Permitió la reconstrucción de las formas en las que se
ensamblan las ideas sobre la nación aymara desarrollada y propuesta por los
movimientos etnopolíticos y su vínculo con la invención de la celebración.

- Conclusiones
A partir de la información que hemos obtenido a lo largo de este ensayo es
importante señalar como hecho más importante que Bolivia y el Perú aún se
encuentran bajo una situación de colonialismo interno donde la lengua y raza
son los dos elementos más atacados y marginados. El hecho de que en pleno
S.XXI todavía se establezca una jerarquía social y racial suponiendo el no
reconocimiento de la población indígena ante situaciones problemáticas por
parte del Estado, supone la creación de una nación incompleta.
Es por estos motivos que la auto-identidad como indio o ahora bien indígena se
hace de forma colectiva representando la lucha por la defensa de derechos que
no se están respetando. La creación del Año Nuevo Aymara como estrategia
cultural para conseguir autonomía por parte del Estado. El acceso a la
educación por parte de la población indígena debe ser vista como una
oportunidad para deshacerse de la casta que se les ha establecido y los
margina culturalmente y de esta manera llegar a hacerse un lugar dentro de la
sociedad modernizada que tanto los excluye. Sin embargo, las reformas
establecidas por un Estado donde el presidente se auto proclama como
indígena, han ayudado a dar voz o cuando menos incluir a la población
indígena dentro de los marcos que definen a la sociedad boliviana.
Actualmente, los ensayos escritos por intelectuales Latinoamericanos nos
muestran cómo la lucha de la población indígena se encuentra en uno de sus
mejores momentos gracias a la decadencia de las estructuras organizativas,
sociales, económicas y políticas.

- Bibliografía

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