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Introducción

Aquí, primero voy a proponer algunas explicaciones sobre lo que es el neoliberalismo, mostrar cuáles
son sus componentes esenciales en el caso mexicano y la forma en que se entronizó en el poder de
nuestro país y a nivel global. De manera muy concreta, podemos señalar que llegó de la mano del
régimen priísta, pero luego tras la rebelión ciudadana de 1988 que impuso la caída del sistema de
conteo de votos para darle el triunfo a Carlos Salinas de Gortari, nos movimos progresivamente a la
construcción de un sistema de alternancia electoral bipartidista, con el pri y el pan (Álvarez, “Cómo
enjauló”, Cap. ii).

porque el neoliberalismo ha sido la política diseñada para desmantelar globalmente las instituciones
públicas del históricamente conocido como “Estado de bienestar”, que hemos dicho que en México
fue sólo un “Estado social incompleto” porque nunca dio cobertura universal ni en salud, ni en
educación ni en seguridad social, así como tampoco ofreció a los asalariados el seguro de
desempleo.

¿Qué es el neoliberalismo, cómo llegó a México y qué límites ha mostrado?

El neoliberalismo es una doctrina económica que pregona la primacía de los mercados y que
combina prácticas estatales autoritarias (en el mundo se impuso unilateralmente, pregonando que
frente a la gravedad de la crisis “no hay de otra”), para “liberar” las capacidades individuales,
maximizar las libertades empresariales y asegurar la defensa de la propiedad privada, construyendo
pacientemente un entorno institucional libre de regulaciones sobre los mercados, al mismo tiempo
que hostiliza toda forma de solidaridad social hasta cambiar la relación de fuerzas entre lo público y
lo privado, las corporaciones privadas y los individuos, la correlación entre el poder del capital y el
interés de los trabajadores, de los pueblos originarios y de los movimientos populares

El neoliberalismo surgió como respuesta de las grandes empresas monopolistas trasnacionales a la


caída de la rentabilidad del capital en los países desarrollados y ante el deterioro del poder
económico del sector financiero bancario, por ello se enfocaron en atrapar el poder del Estado para
desde ahí transferir a los sectores populares los costos de los desastres financieros, privados y
públicos y abrirse jugosos negocios en los hasta entonces “servicios públicos”. Así llegó a México el
neoliberalismo: tras la grave crisis financiera de la deuda externa en 1982-83 y del rescate bancario,
absorbiendo las fallas de los banqueros mediante el expediente de “nacionalizar la banca”; llegó
como paquete de políticas públicas basadas en la apertura comercial y financiera, la desregulación
y la privatización, fuertemente condicionadas por el Fondo Monetario Internacional, el Banco
Mundial y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos

Las reformas neoliberales empeoraron la concentración de la riqueza y la distribución del ingreso en


México y en todo el mundo, profundizando como nunca antes las desigualdades nacionales,
regionales, globales, dentro y entre países, regiones, sectores y entre personas; en el colmo, ni
siquiera consiguieron generar tasas altas de crecimiento económico. Paso a paso, el neoliberalismo
se depuró como un proyecto ideológico-cultural, que impulsaba la financiarización imparable, el
individualismo posesivo y el consumismo extremo, generalizando a nivel social el afán individual de
enriquecerse en el menor tiempo posible y sin ningún escrúpulo, por eso con él repuntó la peor de
las lacras sociales, la corrupción.
El neoliberalismo fue producido en las escuelas privadas de Economía, fue prestigiado otorgando el
Premio Nobel de Economía a muchos de sus ideólogos y al final fue colocado por poderosos
intereses privados como un imperativo que, en momentos de crisis, condicionaría la ayuda financiera
a los países en desarrollo agobiados por el peso de las deudas, por parte de los organismos
internacionales (el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial). El neoliberalismo y la
globalización financiera se reforzaron mutuamente, hasta cambiar la economía mundial a lo que
muchos reconocen como un nuevo régimen de acumulación de capital con dominación financiera

Finalmente, el neoliberalismo también sufrió como el “socialismo real” una debacle de credibilidad
y legitimidad, pero acá fue con la gran crisis financiera de 2008-2009 que tuvo su epicentro en el eje
económico mundial del Atlántico (que tiene a eu en un extremo y Europa en el otro), pues esa crisis
derribó muchos de sus mitos fundacionales: la idea de que los mercados se ajustan solos, la idea de
la superioridad del libre comercio, la idea de que la intervención estatal siempre es negativa, la idea
de que los ciclos económicos estaban bajo control y la idea de que las depresiones económicas eran
cosa del pasado. (Álvarez, “Cómo enjauló”, cap. 6)

Las opciones de política económica enjauladas, para sólo usar la fórmula neoliberal: abrir, desregular
y privatizar

porque fueron dos “generaciones” sucesivas de reformas estructurales neoliberales que


comenzaron tras la crisis de la deuda externa en 1983 y fueron impuestas como condición por el fmi
y el Banco Mundial, para permitir el regreso de México al mercado internacional de capitales, tras
haberse declarado en suspensión de pagos). “Condicionalidad cruzada”, la llamaron los expertos
porque las políticas quedaban doblemente supervisadas por esos dos organismos, encargados de la
vigilancia de su cumplimiento; al final un intelectual neoliberal, John Williamson, la bautizó como
“Consenso de Washington” pues era un conjunto de reglas económicas con las que todas las
instituciones financieras con oficinas generales en Washington estaban de acuerdo.

Paso entonces a desarrollar un segundo argumento clave: que para asegurarse de que no se
revirtieran dichas reformas, a esa jaula le fueron poniendo cuatro grandes candados: el primero en
1994, fue el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (tlcan); poco más adelante (en 2005)
el segundo candado fue la Alianza Para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (aspan);
y por último, el tercer gran candado de seguridad fue la “Iniciativa Mérida” (diseñada según sus
expertos como herramienta “para armar al tlcan”, que fue pactada en 2008 entre los gobiernos de
México y eu tras la declaración formal de una “guerra contra las drogas” decretada por el panista
Felipe Calderón y que ha ensangrentado al país hasta nuestros días, además de habernos hundido
en el abismo de las violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos, empujando además una grave
tendencia a la militarización de toda la sociedad

Un cuarto candado, menos espectacular pero diseñado con precisión milimétrica por los
reformadores neoliberales, fue la creación de comisiones y organismos “autónomos” en áreas claves
del aparato estatal, supuestamente para “sacarlas de las presiones políticas sobre el
presidencialismo” y modernizar al país, pero en realidad para asegurar la perpetuación de las
políticas neoliberales, disfrazadas de sesudos “estudios técnicos”: comenzaron centralizando la
información estadística general con el inegi, creado en 1983 por Miguel de la Madrid; siguieron
dando la autonomía al Banco de México en 1993 con Salinas de Gortari, un paso crucial que
correspondió a toda una exigencia global del gran capital trasnacional, que quería nuevos controles
sobre los bancos centrales, restando capacidad interna en el diseño de la política monetaria; luego
en 1990 crearon el Instituto Federal Electoral (ife), también en tiempos de Salinas de Gortari y más
adelante en 2014, el ife fue reformado por Peña Nieto, para absorber todos los institutos estatales
electorales, cambiando de nombre a ine

Un paso clave en el área de la administración de los impuestos, fue el Sistema de Administración


Tributaria (sat) que surgió con Ernesto Zedillo, creado en 1995 como órgano desconcentrado de la
Secretaría de Hacienda; ya con las administraciones panistas, se creó el Instituto Federal de Acceso
a la Información Pública Gubernamental (ifai, que fue creado en 2002 por iniciativa de Vicente Fox,
pero luego con Peña Nieto en 2015 se le cambió a inai); muy importante en la reforma energética
fue la Comisión Nacional de Hidrocarburos (creada como órgano desconcentrado de la sener en
2008 por Felipe Calderón); también otro espacio clave fue el de la Comisión Federal de
Telecomunicaciones, creada en 2012, también por Calderón, como organismo autónomo
desconcentrado de la Secretaría de Comunicaciones y transportes, precediendo al ifetel creado en
2013, ya con Peña Nieto); y finalmente, está el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (inee,
creado como organismo autónomo en 2017 por el gobierno de Peña Nieto, que luego ha cambiado
con amlo en 2019). Tenemos pues lo que fue una auténtica reforma de espacios claves del Estado,
profunda, silenciosa, pactada entre las élites de la oligarquía financiera nacional e internacional y
que llegó vestida de gala ofreciendo mejorar la institucionalidad y el Estado de derecho, pero en
rigor, fue para segmentar el poder y que los grandes empresarios pudieran controlar mejor algunos
espacios estratégicos del quehacer estatal.

Resultados generales del neoliberalismo en México

Un primer resultado general es innegable: el neoliberalismo nos ha hecho una sociedad capitalista
más madura, aunque sigamos estando lejos de los llamados “países desarrollados”, por eso también
nos interesa detallar esa maduración específica y los límites a los que ha llegado el neoliberalismo
en México y el mundo.

Otro resultado general innegable es que el neoliberalismo nos ha llevado a una gran maduración de
las dos clases fundamentales de toda sociedad mercantil: el capital (ahora hegemonizado por la
fracción financiera) y el trabajo asalariado (aunque hay que decir que muchas formas asalariadas en
México están encubiertas bajo la “informalidad”, el subempleo y la precarización laboral, por lo que
a menudo los trabajadores se ven a sí mismos más como “empresarios independientes” que como
asalariados).

Como tercer resultado general, es innegable que nos hemos integrado de manera profunda con la
economía norteamericana, todavía la más poderosa del planeta, aunque presenta señales de declive
en la alta tecnología, en el peso de su gasto armamentista y en asombrosa disparidad del nivel de
vida de su población. Lo del declive es porque sobre todo después de la gran crisis financiera de
2008-2009, se acentúa un deterioro de su hegemonía, que también explica porqué tiende a
atraparnos con más fuerza, dado que por el aumento de la competencia en la economía mundial
nos movemos firme y sostenidamente, a una condición global de “multipolaridad” (en lugar del
poder unipolar de eu, ahora tenemos varios polos económicos de peso relativo similar, incluyendo
a eu, China, Rusia, la Unión Europea).
Pero hay que matizar esa maduración de las dos clases fundamentales, el capital y el trabajo
asalariado, pues arrojó un resultado hasta cierto punto paradójico en México, ya que por un lado, el
capital financiero aparece como la fracción capitalista que impone al resto la lógica de la ganancia
financiera como forma predominante de acumulación de riqueza, acelerando la concentración y
centralización del capital en manos de pocas empresas con un enorme poder de mercado (25
grandes grupos financieros controlan casi el 50% del Producto Interno Bruto (pib) de México;
digamos también que los 5 mayores bancos de México hoy tienen casi el 70% de los activos
financieros del país (bbva Bancomer, Citibank-Banamex, hsbc, Santander y Banorte), por eso
decimos que se trata auténticamente de una oligarquía financiera con negocios nacionales y
trasnacionales en los servicios bancarios, en la industria, en el comercio, en la agricultura.

Pero por el otro lado, el trabajo asalariado no sólo se ha desdoblado al configurar una clase obrera
binacional (una mitad de la población económicamente activa trabaja en México y la otra casi igual
en número, trabaja en eu); sino que también, millones de trabajadores están subempleados, otros
tantos subsisten en las actividades de la economía informal (según datos oficiales, 6 de cada 10
ocupaciones están en la informalidad).

No sólo eso, si el inegi los contara bien, veríamos que tenemos casi 14.5 millones de mexicanos que
sufren el desempleo (jóvenes, mujeres, adultos mayores a 40 años) y en los últimos diez años, todos
los asalariados vivieron un intenso proceso de “precarización”, esto es, de pérdida de prestaciones
sociales y de empleos relativamente bien pagados (aquellos que pagan más de 5 salarios mínimos),
para luego reaparecer registrados en el imss pero con empleos relativamente peor pagados, otros
sin prestaciones y muchos de ellos en actividades de baja productividad (aunque supuestamente
laborando en “empleos formales”).

Según información del coneval (Coneval, 2019), para el cuarto trimestre de 2018, poco más de 49
millones de mexicanos ganaban menos de lo que cuesta la canasta alimentaria, o sea, pasaban
hambre, y eso sin considerar las carencias de tipo patrimonial. No hay duda pues, de que el
neoliberalismo ha fortalecido al capital y debilitado a los trabajadores asalariados imponiendo bajos
salarios, ocupaciones informales y sin prestaciones sociales, ambiente hostil a la solidaridad laboral.

Pero tal vez el más grave de los resultados generales que nos ha traído el neoliberalismo es la
catástrofe humanitaria producida por la “guerra contra las drogas”: según la onu, México vive la
tortura como práctica generalizada, ha habido 252 mil muertes violentas, 45 mil desaparecidos, 1287
fosas clandestinas en todo el territorio, 280 mil desplazados internos forzosos. Entre 2007 y 2017,
se presentaron ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (cndh) 10,764 denuncias contra
soldados y 2,790 contra marinos. El uso desproporcionado de la fuerza se ha vuelto más que una
norma militar, abuso más propio de un ejército de ocupación. Con el agravante de que detrás de esa
guerra contra las drogas, se siguen multiplicando los asesinatos de luchadores sociales, de
defensores de Derechos Humanos, de periodistas, los feminicidios y otras formas de agresión,
llegando al colmo con el caso de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa el 26 de
septiembre de 2014 y con la agresión

contra los pobladores de Nochixtlán en Oaxaca, que se manifestaban en 2015 en apoyo al magisterio
en resistencia contra una reforma laboral disfrazada de reforma educativa, represión que dejó un
saldo de 8 muertos y más de un centenar de heridos, 80 de ellos de bala. Gracias a la “Iniciativa
Mérida” entre 2008 y 2018, México recibió de eu 3 mil millones de dólares en equipo militar, además
de que con parte de esos recursos los expertos norteamericanos capacitaron a soldados y marines3,
pero lo más increíble, es que después de 11 años de pactada, no podemos contar con una policía
honesta, capaz, limpia, que pueda rendir cuentas

El cambio neoliberal estratégico: desmantelar el “Estado social incompleto” para instalar un “Estado
oligárquico”

Hemos insistido en que las reformas estructurales se aplicaron en “dos generaciones” sucesivas
sobre las políticas estatales: la primera generación, comenzando en 1983 y que culminó con la
entrada en vigor del tlcan en 1994, cubre un período caracterizado esencialmente por las reformas
financieras del Estado (recordemos que habían quedado en grave crisis las finanzas públicas tras el
explosivo aumento de la deuda externa y del pago de sus intereses). A través de la aplicación de
duras medidas de doble austeridad (se impuso la noción de que había que “gastar menos y recaudar
más”, comenzando con fuertes recortes presupuestales y alzas de los precios de los bienes y servicios
que proporcionaba el Estado) Esta etapa afectó directa e inmediatamente a las áreas claves para el
bienestar de la población: educación, salud y seguridad social, especialmente impuso el manejo
privado de los fondos para el retiro del sistema de pensiones; en otro terreno clave, la reforma al
Artículo 27 Constitucional abrió el camino para cambiar el estatuto legal de la posesión de la tierra
en manos comunales y ejidales, además de legalizar al latifundio.

De modo que con esta generación de políticas neoliberales se armó una verdadera jaula sobre el
diseño de las políticas públicas, porque fueron supervisadas puntual y rigurosamente por el fmi y
por el Banco Mundial, para asegurarse de que se respetaban los criterios neoliberales de abrir,
desregular y privatizar.

si no cumples, no tendrás acceso a los recursos financieros internacionales. Y para asegurar que no
se revirtieran dichas reformas, se impuso el candado del tlcan, que más que libre comercio, legalizó
un comercio fuertemente administrado y repleto de reglas para favorecer la construcción de una
región comercial con tres países: eu, Canadá y México

La segunda generación de reformas que completaban la jaula fue aplicada a partir del 2000, una vez
que se había operado el recambio presidencial (llegada de Vicente Fox) mediante el diseño pactado
de un régimen de alternancia electoral bipartidista al estilo americano. No sólo se alternaban en el
Poder Ejecutivo pri y pan, dos fuerzas neoliberales, sino que, además, construyeron entre ambos
una sólida base a nivel de Diputados y Senadores, armando la mayoría que requería seguir adelante
con los procesos legales de desregulación y re-regulación.

La dirección del cambio estaba claramente fijada: pasar la economía mexicana de una
Industrialización Sustituyendo Importaciones (isi) a una Industrialización Orientada a Exportar (ioe);
abandonar el proteccionismo que se había usado desde la posguerra de la segunda guerra mundial
ahora promoviendo y defendiendo el “libre comercio”; para pasar de un Estado con fuerte
intervención directa en la economía, a un Estado que privatizó importantes empresas públicas y que
promovería las “Asociaciones Público-Privadas” para afianzar la privatización. En todos esos años,
fue quedando claro que nos integrábamos más con la economía norteamericana primero, luego con
la de Canadá, para acabar formando una especie de bloque comercial regional en la economía
mundial.
Cambios claves en el sistema educativo nacional

La llegada de las políticas de austeridad presupuestal dejó al magisterio nacional, desde 1983 y
durante años, gritando en las calles: ¡democracia sindical y aumento salarial! La caída de los salarios
de los maestros (entre 1982 y 1989 el ingreso promedio del magisterio nacional tuvo una caída neta
de 52%) fue el primer resultado práctico de lo programas de austeridad neoliberales, poniendo a los
trabajadores al servicio del Estado en sintonía con la decisión de comprimir los salarios generales de
los trabajadores, para aliviar la presión sobre las finanzas públicas y poder pagar los intereses de la
deuda, así como sostener el gasto en defensa.

El golpeteo represivo gubernamental se concentró contra aquellos que rechazaban las políticas de
austeridad, pero además se impuso la idea de que el Estado “no tiene dinero” y así prolongaron
durante años y años, programas que se suponía eran de “emergencia”, temporales. Como las
protestas se concentraban en la Ciudad de México ante el Gobierno Federal, de inmediato se puso
en marcha una política de “descentralización” de la educación primaria y secundaria, para que los
maestros fueran a reclamar y negociar antes sus respectivos gobiernos estatales. Eso tuvo un
resultado positivo y uno negativo: el primero, fue que se fortalecieron las secciones de la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (cnte) en varios estados; el negativo, es que
se debilitó la idea de democratizar al sindicato nacional y pelear por su dirección. Eso trajo
complicaciones como la de que se diferenciaran las respuestas concretas ante la imposición de las
evaluaciones estandarizadas y los programas de formación docente.

Es hasta el régimen de Peña Nieto (2012-2018) que se piensa en abrir de par en par la puerta a la
privatización de la educación, que no es como en los casos de venta de empresas paraestatales, una
subasta de instalaciones, equipos y derechos, sino la apertura creciente al uso de las tecnologías de
la información y la comunicación, el uso de dispositivos electrónicos en televisión, telefonía y
telecomunicaciones, incluyendo la venta de paquetes de software educativos para uso en la
formación y actualización de los docentes. Pero, sobre todo, el control del acceso a la planta
magisterial.

En el caso de la educación superior, se combinó el recorte presupuestal con la implantación de


cuotas sobre los estudiantes, hasta cambiar el balance general a favor de las universidades privadas,
en manos de grandes grupos financieros o de órdenes religiosas. La más reciente de las
orientaciones, formulada por la nefasta Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo
(ocde) articula la “educación por competencias”, como una fórmula para disminuir drásticamente
los contenidos de la educación, desarrollar en los educandos el uso del lenguaje abstracto, el manejo
de elementos simbólicos, la utilización de una segunda lengua (el inglés) y la reducción de los años
de estudio en el nivel medio-superior y superior.

Ahí mismo se aplicaron las dos claves del nuevo mecanismo de control: la evaluación estandarizada
y el famoso discurso de la calidad, que coloca en los maestros la responsabilidad por las deficiencias
de la educación. Fue Enrique Peña Nieto el forjador de un triple cerco sobre el sistema educativo, al
colocar a la evaluación como requisito de permanencia (en manos de un organismo privado, el
Centro Nacional de Evaluación Educativa, ceneval), la formación docente como responsabilidad
individual (no del Estado) y la privatización creciente de los cursos de formación magisterial
(concentrados en el uso de materiales digitales). Los expertos coinciden en destacar, que la presión
privatizadora en la educación es claramente global, tiende a la reproducción de valores religiosos y
empresariales, así como al reforzamiento de las actitudes individualistas, competitivas, desechando
las prácticas colectivas, solidarias, laicas. Ese cambio en la formación ha venido acompañado del
despliegue de las necesidades de las escuelas como campo de inversión para los grandes grupos
privados, mediante asociación estrecha con los directores de las escuelas y el financiamiento vía
bonos. Y además del impulso a la orientación tecnológica en el nivel superior, domina la tendencia
a eliminar los cursos de historia, cultura y civismo; cerrar las opciones que salen demasiado caras
para el Estado y además refuerzan las resistencias de los pueblos y comunidades indígenas, como
ocurre con los egresados de las Normales Rurales. Sumando las tremendas y persistentes
resistencias magisteriales, la lucha contra la austeridad incluyó movilizaciones estudiantiles
impresionantes, en la zona metropolitana de la Ciudad de México y en varios estados de la República.
Por eso el neoliberalismo ha sido fuerte y exitosamente resistido en muchos espacios educativos.

El neoliberalismo degradó la salud pública, para convertir un derecho social en mercancía y en


espacio privilegiado de acumulación capitalista

Con el argumento de que los servicios sanitarios y los servicios sociales son, básicamente,
actividades económicas y por tanto deben estar sujetas a las leyes del mercado, los neoliberales
aplicaron sobre las instituciones de salud criterios de reforma a partir de cambios en función de los
“costos reales” pues dichos servicios habían entrado en crisis por factores demográficos, puramente
económicos y hasta por cambios del perfil epidemiológico del país.

También por consideraciones relacionadas con la “debilidad de las finanzas públicas”, en lo que se
conoce como atención de segundo nivel (en los hospitales), se garantizó un paquete de “servicios
esenciales” con sólo 5 especialidades: medicina interna, cirugía general, gineco-obstetricia, pediatría
y geriatría. Esa es la “universalización” que pretenden aplicar, rasurada y degradada. Se dejaron atrás
los principios distributivos que regían antes, en especial la solidaridad transgeneracional y se
transformó en abismo lo que empezó como grieta en la calidad de los servicios públicos respecto a
los privados; la infraestructura hospitalaria del imss, del issste y del Seguro Popular, se muestra
reluciente por fuera, pero por dentro, se vive el reino de las carencias: falta de médicos, de
enfermeras, de medicamentos, saturación de los servicios de urgencia. Así, lentamente
transformaron a los “derecho-habientes” en “consumidores” y al final, en “parias” al borde de gastos
catastróficos.

En el ámbito de la salud, el despliegue de las tendencias privatizadoras adquirió varias modalidades


sustantivas que tenemos que tener presentes, porque se han vuelto una nueva “normalidad”: la
primera, fue la transferencia financiera de construcción de nuevos hospitales y clínicas a
inversionistas privados mediante el expediente de las “Asociaciones Público-Privadas” (app), bajo la
modalidad de construcción y operación con contratos a 25 y 30 años, o simplemente construcción y
entrega de las instalaciones. El segundo mecanismo clave fue la subrogación de los servicios de
guarderías (con trágicas consecuencias como la muerte de 49 niños quemados en la guardería abc
de Hermosillo, accidente sufrido por insuficiencia de medidas de seguridad “para ahorrar costos” y
aumentar las ganancias), los de atención médica especializada, los de laboratorios que producen
vacunas, los de almacenes, los de actividades de mantenimiento y limpieza, para convertirlos en
jugosos negocios privados, algunos de ellos concentrados en un puñado de poderosos proveedores
ligados a la “oligarquía financiera”. El tercer mecanismo, fue montar programas focalizando a
segmentos de población con base en un criterio por marginalidad (pobres urbanos, madres solteras,
indígenas, mujeres, pobres rurales). Pero el cuarto y más importante mecanismo ha sido la
utilización de los fondos de ahorro para el retiro de los trabajadores (siguiendo una tendencia
mundial promovida por los “inversionistas institucionales” de los países desarrollados), como
recursos disponibles para el aprovechamiento privado por parte del gran capital financiero, que los
ha manejado a través de las Administradoras de Fondos para el Retiro (afores) y las Sociedades de
Inversión de Fondos para el Retiro (siefores). Con el aumento de los usuarios, la falta de recursos, la
desaparición de áreas claves y la escasez de personal médico y de apoyo, entre las sobre-cargas de
trabajo y la falta de medicamentos, las instituciones hospitalarias y las clínicas se han convertido en
la pesadilla de los usuarios. En el otro polo, proliferan como hongos los grandes hospitales y clínicas
privadas, las farmacias, los médicos haciendo negocios con la salud popular. Lo notable del caso es
que, si uno escucha el discurso oficial, mientras los priistas enfatizaban la importancia de los
programas de “focalización de la población”, los panistas vendieron la idea de que caminábamos a
un “aseguramiento universal de la salud”, o sea, que nos movíamos hacia el verdadero “Estado de
bienestar”. Plantearon un Plan Nacional de Salud y crearon el entonces flamante “Seguro Popular”.

Pero en realidad, combinaron las peores prácticas priistas (imponer la credencialización obligatoria)
con las peores prácticas panistas (quitar toda responsabilidad a los empresarios en el financiamiento
del esquema), al imponer como regla tres aportaciones para financiarlo: una cuota federal, una
estatal y una “voluntaria” por parte de los beneficiarios. Al final, dejaron el mismo resultado:
subutilización de instalaciones hospitalarias nuevas y saturación de las antiguas, escasez de personal,
falta de medicamentos, subrogación de los servicios de laboratorio, de imagenología, de rayos X, etc.
Por eso vivimos un auténtico desastre de salud pública en México. Eso es el saldo negro del
neoliberalismo. Por eso insisto en que no se podrán ofrecer servicios de salud de calidad sin ampliar
la plantilla de personal, basificarlo, profesionalizarlo, mejorar las condiciones de trabajo y los salarios
de los médicos residentes, además de cerrar el paso a la precarización de los empleos públicos, que
en los últimos años multiplicó las contrataciones temporales, sin prestaciones, con bajos salarios y
además cargando el estigma de que son “aviadores”.

El asalto del capital financiero sobre los fondos de pensión y la sangría de la jubilación de los
trabajadores

La reforma de la seguridad social, en concreto el sistema de pensiones, ha sido pieza angular del
proyecto neoliberal, pues concentra sus baterías en el aprovechamiento privado de los fondos de
los trabajadores, algunos comprando títulos financieros en los mercados de valores, con el riesgo de
acumular una ganancia o “sufrir una minusvalía” en estos tiempos de volatilidad financiera
internacional extrema. Y conste que sólo 40% de los mexicanos tiene la esperanza de contar con una
pensión raquítica, mientras el 60% restante quedó sin posibilidad de acceder a ella. En 2015, el país
tenía 4.5 millones de pensionados, según información de la Comisión Nacional de Ahorro para el
Retiro (consar).

Y pese a que los neoliberales siempre se presentaron como políticos previsores y con visión
estratégica, un día sí y dos también se habla de que tenemos enfrente una delicada crisis del sistema
pensionario, ya explícita sobre todo en los estados, en algunas universidades, que declaran
insuficiencia de fondos, razón por la cual insisten en que hay que alargar la edad de jubilación para
todos. No se dice que ha estado generalizado el uso indebido de los fondos, que ha habido robos
descarados sin deslindar responsabilidades y, por supuesto, que hay pérdidas debido a la
destrucción de empleos y al aumento de la informalidad por el lento crecimiento económico que se
ha sostenido como rasgo central de México en los últimos 35 años.

La privatización de las joyas de la corona: pemex y cfe

Al final de este ensayo, a propósito de la dinámica concreta de la privatización energética, me


interesa presentar un conjunto de secuelas que ha traído la depredación extrema de la fuerza de
trabajo mexicana y de nuestros recursos de hidrocarburos, junto a los problemas de habernos vuelto
doblemente dependientes: de las importaciones de gas y gasolina y sobre todo, de la economía
energívora y militarista que es Estados Unidos. Eso explica que los energéticos, fueran pieza clave de
la conformación del tlcan, porque con él eu buscaba regionalizar el abasto y además, dominar el
mercado de México y Canadá, anulando el más mínimo brote nacionalista; por eso también son
claves en el t-mec.

Sin exagerar, eu con sólo el 5% de la población mundial, consume entre una cuarta y una quinta
parte del consumo energético mundial. Y en el gobierno de Obama, que proyectaba en su momento
la imagen de un estadista sereno, eu desplegaba simultáneamente 7 devastadoras guerras en
diversas regiones del mundo, además de cuestionar el acuerdo de misiles nucleares de alcance
intermedio con Rusia. La relación energética entre México y eu se ha vuelto cada día más estrecha y
en la última década ha sufrido cambios muy importantes: hemos bajado el nivel de exportaciones
de petróleo crudo (por la disminución de la producción y de las reservas) y hemos aumentado las
compras de gas y de gasolina.

Hoy en día, las importaciones de gas representan más del 80% del consumo mexicano de gas natural,
entre otras razones, porque más de la mitad de la electricidad del país se genera con gas. Eso explica
los fabulosos negocios que se han montado alrededor de la construcción de gasoductos, afectando
territorios de comunidades y pueblos originarios. Por eso también, cuando está la convocatoria para
asignar contratos, proliferan las propuestas de inversionistas nacionales y extranjeros, interesados
en el petróleo y el gas en aguas profundas del Golfo y en la superficie terrestre en lugares donde
piensan aplicar la “fracturación hidráulica”, procedimiento altamente contaminante, destructivo y
demandante de agua.

Hay que entender que tenemos como escenario de una confrontación política y económica
estratégica, el rescate de pemex y la recuperación de capacidad de decisión nacional sobre esos
recursos. El asunto es que no por defender nacionalmente esos recursos, caigamos en el error de
prolongar nuestra dependencia de los hidrocarburos y no desarrollar las energías alternativas, para
contribuir a la atención del cambio climático global.
Algunas conclusiones

Previendo un ascenso global del descontento de masas en contra de todas esas políticas, que podría
acentuar la descomposición neoliberal y provocar movimientos hacia la izquierda y hacia la
recomposición del Estado de bienestar, los oligarcas financieros precipitaron un giro electoral
abrupto hacia los nacionalismos y hacia la derecha (por ahora gobernando en eu, gb, Polonia,
Hungría, pero sentando gran base social a la derecha en Italia, Francia Alemania). Han abierto el
camino a la manipulación de los sentimientos más bajos (el racismo, la xenofobia, la misoginia, la
homofobia como ha hecho Bolsonaro en Brasil y Macri en Argentina). Ese nacionalismo barato,
enfermo, es del tipo que nos llevó a la segunda guerra mundial.

En eu y en México, los neoliberales quieren resolver la crisis de las finanzas públicas sin suspender
los pagos de la deuda pública, sin aumentarle impuestos a los ricos, con base en recortes
presupuestales acumulativos y mercantilizando más y más la educación, la salud y la seguridad
social. Por eso, no está de más recordar que hay una agenda neoliberal pendiente que se concentra
en la desregulación total de los mercados laborales, para acentuar la precarización y el
estrechamiento de la planta laboral de empleados públicos. Por eso vienen dosis corregidas y
aumentadas de “flexibilización” de los contratos de trabajo, la utilización del “outsourcing”, de la
“subcontratación” y, más en general, grandes cambios en las legislaciones laborales que incluyen
nuevas reglas para contratar y despedir, supresión de beneficios de seguridad, restricciones a la
acción sindical abierta y a la inclusión de los sindicatos en la reestructuración de la economía.

Hay que insistir en que el despliegue combinado de la desregulación económica, el cambio técnico
ahorrador de trabajo, los procesos de automatización y robotización, el entorno antisindical, han
recreado por todo el mundo una tendencia a la caída del salario de los trabajadores, una tendencia
a la precarización y al aumento global del desempleo estructural, el subempleo y la informalidad
como salida en ocupaciones de baja productividad.

Como “chivo expiatorio” de todos estos problemas, los neoliberales claman contra los migrantes
como raíz del problema. Pero también están vistiendo ese racismo como preocupación “verde” por
el medio ambiente. Por todo ello, aterrizamos sólo cuatro conclusiones: a nivel global y nacional, las
resistencias sociales al neoliberalismo han sido fuertes y permanentes, pero descoordinadas y
localistas o con resultados ambivalentes: avances en unos casos, graves retrocesos en otros. Como
el neoliberalismo sigue sin resolver los grandes problemas económicos y sigue aplicando recetas ya
agotadas al punto que vivimos un estancamiento económico con estabilidad financiera, la
descomposición social que vivimos periódicamente expresará crispaciones políticas y
desesperación, pues no basta con llegar al gobierno (sobre todo, cuando está atrapado en una jaula
con 4 candados), para que cambien las cosas.
Se requiere una actividad de masas bien organizada, movilizada, planteando amplias alianzas
sociales y con directrices claras.

Con el triunfo de amlo y de la coalición que encabezó morena, los mexicanos logramos asentar un
cambio muy importante para la vida nacional, pero seguimos ante tres vías posibles de resolución
de la crisis del neoliberalismo: la militarización abierta, que impone un nacionalismo a fuerza,
profundamente autoritario y antipopular; la segunda vía es la de una reforma progresista, fundada
en un pacto social con contenido laboral a favor de los trabajadores y atención prioritaria a las
necesidades sociales y la atención de los problemas del cambio climático, la devastación ambiental
y la soberanía nacional (hacia donde habrá de dirigirse amlo); y la tercera, que no está a la orden del
día pero es una utopía de validez histórica que hay que sostener, que eventualmente transitáramos
del capitalismo neoliberal a un ecosocialismo democrático. Hay que estudiar la realidad, para poder
cambiarla.

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