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5- El retorno de la democracia. Hiperinflaciones y profundización del neoliberalismo.

El
pueblo en movimiento (1983 en adelante)

Foto: Una imagen de los presidentes de este período.

Acerca de este período...


Otro capítulo dentro de este extenso período lo constituye el retorno a la democracia y las dificultades en
torno a su institucionalización. La democracia argentina recorrió distintas alternativas, con
obstáculos y desafíos. Las políticas que los gobiernos constitucionales pusieron en juego conllevaban
diversos modelos de sociedad y es necesario, recuperar el papel de la sociedad civil y sus acciones frente
a las propuestas emanadas del Estado democrático.
Suriano (2005) expresa al respecto:
“La restitución de la democracia a partir de 1983 habría de producirse en un contexto complejo pues
los cambios, en el rumbo de la economía en los países centrales afectarían de manera concreta al
nuestro. En un mundo cada vez más globalizado y desde fines de los años '80 unipolar, la presión
ejercida por las políticas neoliberales, que pregonaban la reforma del Estado, la reducción del déficit
fiscal, las privatizaciones, la reconversión industrial y una excesiva libertad de mercado, marcaría los
límites dentro de los cuales se realizaría la transición democrática y condicionaría la consolidación
de las instituciones. En realidad, la transición política del autoritarismo a la democracia se llevó a
cabo de manera simultánea con el pasaje de una economía dirigida a una de mercado”.
“Al momento de asumir, el gobierno de Alfonsín tomó algunos principios y reclamos del movimiento
de derechos humanos, que, más allá de las diferencias entre sus diferentes grupos, exigía conocer
la verdad y enjuiciar a los culpables. Derogó la ley de autoamnistía dispuesta por el general Reynaldo
Bignone, creó la CONADEP y enjuició a las cúpulas militares. El informe de la CONADEP y el juicio
a las juntas militares representan, quizás, el punto más alto del compromiso alcanzado por el
gobierno radical con las demandas del movimiento de derechos humanos. Las conclusiones de la
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labor de la CONADEP, dadas a conocer el 20 de septiembre de 1984, permitieron correr el velo
tendido por los militares a las brutales violaciones a los derechos humanos y que la sociedad
argentina conociera la verdad al respecto”. Es decir: “...la desaparición de personas, la aplicación de
torturas, el secuestro de bebés y la existencia de más de trescientos centros clandestinos de
detención. Todos estos datos tuvieron una gran difusión por parte de los medios y sus principales
resultados se publicaron en el libro Nunca más, que generó (y aún genera) "un enorme impacto sobre
la opinión pública".
“A partir de este momento el gobierno comenzó a soportar fuertes planteos y presiones desde
diversos sectores de las Fuerzas Armadas, que convirtieron "la cuestión de los derechos humanos"
en "cuestión militar". Los constantes planteos y levantamientos militares lo desestabilizaron a la vez
que desdibujaron sus políticas de derechos humanos al sancionar la Ley de Punto Final en 1986 y
la de Obediencia Debida un año más tarde. Parece evidente que esta forma de resolver el conflicto
con los militares significó un rudo golpe a la ya declinante credibilidad del presidente Alfonsín, cuyas
más claras manifestaciones fueron la derrota electoral de su partido, la Unión Cívica Radical, en
1987, y la consecuente y rápida recuperación del peronismo. Pero además inauguró una crisis de
gobernabilidad cuyo rasgo saliente sería una acelerada pérdida de legitimidad gubernamental, en
medio del descontrol de las variables económicas y una ola de saqueos, que llevaría a una nueva
derrota electoral del partido gubernamental en los comicios presidenciales de 1989 y a la entrega
anticipada del poder a su ganador, el justicialista Carlos Saúl Menem.
A partir de este momento el nuevo presidente inauguró un proceso que duraría una década y en el
cual quedarían solucionados los dos aspectos centrales que no había podido llevar adelante su
antecesor: la cuestión militar y la transformación estructural de la economía. En las formas de
resolución de estos problemas mucho tendría que ver la apatía popular predominante durante esos
años, tan contrastante con la marcada movilización ciudadana de los primeros años de la
democracia. También la debilidad de las instituciones políticas que, frente a la necesidad de
estabilizar la economía, resignaron y delegaron capacidades en beneficio de la concentración de
poder político en la figura del presidente. Estas dos características del período, a las que habría que
sumar el contexto hiperinflacionario y la secuela tan temida de saqueos, le permitieron al presidente
Menem encarar el problema de los constantes levantamientos del Ejército apelando a medidas
impopulares y absolutamente rechazadas por el movimiento de derechos humanos, como fueron,
por un lado, la liberación de los militares detenidos imputados por ejercer el terrorismo de Estado y
por participar de los levantamientos de 1987 y, por otro, el indulto a los comandantes en jefe en el
mes de diciembre de 1990”
“En cierta forma las políticas implementadas por el presidente Menem profundizarían y completarían
las transformaciones económicas esbozadas en 1975-1976. Para ello Menem abandonó su discurso
populista de campaña, que preconizaba la "revolución productiva", "el salariazo", la "unidad
latinoamericana" y la "recuperación de las islas Malvinas", para imponer, en sentido contrario a las
políticas clásicas del peronismo, la "economía popular de mercado". Esto significaba abrazar las
reformas impulsadas por los economistas neoliberales con objeto de abandonar el capitalismo

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protegido y llevar adelante la apertura y la desregulación de la economía, poniendo fin al
intervencionismo estatal, privatizando las empresas públicas y encarando un severo ajuste fiscal.(...)
“Pero esta estrategia afectó a la industria y, consecuentemente, los niveles de ocupación. En efecto,
las tasas de desempleo comenzaron a incrementarse ya a principios de los noventa, cuando el sector
manufacturero local empezó a sentir los efectos provocados por la competencia de la industria
extranjera más competitiva y, fundamentalmente, favorecida por la apertura comercial que
incentivaba el "dólar barato". Muchas empresas cerraron y expulsaron mano de obra, y las que
optaron por bajar el costo laboral invirtiendo en tecnología, por el mismo impulso de la convertibilidad,
también redujeron planteles y afectaron los niveles de empleo”
Retomando los aportes de diversos autores (2016):
“El 24 de octubre de 1999 las elecciones presidenciales dieron como ganadora a la fórmula Fernando
De la Rúa y Carlos “Chacho” Álvarez de la Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación, un
conglomerado de fuerzas políticas formado en 1997 y que encabezaban la UCR y el Frente País
Solidario (Frepaso).
Pero el gobierno de la Alianza lejos de revertir los lineamientos del modelo implementado en los 90
mantuvo un apego incondicional a la convertibilidad. Durante su primer año de gestión, poco pudo
hacer para correrse de los lineamientos neoliberales habida cuenta de su decisión de no modificar la
paridad cambiaria. De igual modo, la única alternativa para intentar equilibrar las cuentas fiscales
parecía ser bajar el gasto. Así, en mayo de 2000 se dispuso un recorte salarial de entre un 12% y
15% de los salarios públicos nacionales, tomó medidas diversas para reducir el costo de los servicios
y se propuso instrumentar un recorte en el llamado gasto político, esto es, el presupuesto de las
Cámaras del Congreso, por ejemplo. Pero ninguna medida tuvo éxito: la economía seguía dando
tumbos sin encontrar rumbo y la movilización social y la protesta comenzaron a emerger en las calles.
Cavallo se hizo cargo del Ministerio de Economía en marzo de 2001 (ya sin Chacho Álvarez en el
gobierno) y De la Rúa pareció delegar en él la capacidad de mando. Si al comienzo de su gestión
económica se propuso alcanzar un crecimiento anual del 5%, rebajar los impuestos y reanimar la
actividad industrial, en julio –al no contar con el respaldo necesario de los organismos de crédito
internacional– abandonó el intento para volver a las viejas recetas de ajuste. Logró que el Congreso
aprobase la Ley de Déficit Cero, que posibilitó nuevas rebajas de sueldos y jubilaciones, además de
permitir al Estado el pago con bonos de deudas y contratos. El ajuste también se hizo sentir en las
administraciones provinciales, ya que la Nación congeló las transferencias a sus arcas.(...)
“Los primeros días de diciembre de 2001 y en medio de un fuerte malestar social (los piquetes y
manifestaciones de los grupos de desocupados eran habituales), el ministro Cavallo dispuso un
corralito bancario con el fin de frenar la salida de dinero depositada en las entidades bancarias. Por
esta disposición, los fondos fueron congelados y sus dueños estaban autorizados a retirar solamente
$250 por semana, se prohibió el envío de dinero al exterior y se obligó realizar la mayoría de las
operaciones a través de cheques. Entonces, la rebeldía alcanzó a los sectores medios y a muchos
empresarios afectados por la medida. Tras el anuncio se produjeron saqueos a comercios en
distintas ciudades del país, y el conurbano bonaerense se convirtió en el epicentro del estallido social.

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En busca de lograr cierta paz social, el jueves 19 de diciembre de 2001 el presidente decretó el
estado de sitio. Lejos de apaciguar los ánimos, dicha medida los encendió: entonces estalló una
rebelión popular. Espontáneamente, amplios sectores de la ciudadanía se movilizaron en contra del
gobierno. (...) La crisis de 2001 se constituyó, indudablemente, en un punto de inflexión en la historia
más reciente de la Argentina. Por un lado, los acontecimientos de fines de 2001 condensaron un
período previo de cuestionamiento al sistema político por parte de diversos actores políticos, ya que
al menos desde mediados de los años 90 las protestas iban en aumento. Por otro lado, la respuesta
represora de carácter brutal (26 muertos en la semana del 19 de diciembre del 2001) dada por el
gobierno de De la Rúa a la movilización impactó fuertemente sobre las instituciones y la credibilidad
de la clase política lo cual terminó provocando una situación de extrema inestabilidad política e
institucional. A partir de ese momento poco a poco el sistema político fue recomponiéndose, siempre
dentro del marco institucional (...) Luego de producida la renuncia de De la Rúa y hasta la asunción
de Néstor Kirchner a la presidencia –acontecida el 25 de mayo de 2003– sucesivas asambleas
legislativas designaron a cuatro presidentes provisionales, todos ellos peronistas.(...)”
“La característica distintiva de la etapa que se abre en 2003 con la presidencia de Kirchner es la de
la recuperación del Estado como actor clave dotado de legitimidad para dialogar y negociar con
actores sociales con intereses sectoriales muchas veces enfrentados entre sí. En general, el
kirchnerismo aplicó un modelo flexible de intervención en cada uno de los diferentes ámbitos
económicos aplicando en cada caso concreto la política que interpretaban como más conveniente.
El Estado Nacional (considerando tanto la presidencia de Kirchner como la de Cristina Fernández)
recuperó el control del agua a través de la creación de una nueva empresa Aguas Argentinas, los
servicios de correo a través de Correo Argentino, diferentes líneas ferroviarias como el Belgrano
Cargas, la línea aérea de bandera, Aerolíneas Argentinas, y la transmisión de los eventos deportivos
y culturales de interés general. Además de los fondos de los trabajadores que fueron recuperados
vía ANSES.(...)
Con estos cambios el Estado recuperó rápidamente un margen de autonomía respecto de las peleas
corporativas locales recobrando así legitimidad para hacerse cargo de los conflictos intersectoriales.
A su vez, también comenzó a sentar una nueva posición frente a las presiones internacionales. Por
ejemplo, a un mes de haber asumido inició una firme negociación con el FMI y comenzó a apostar a
una posición latinoamericanista en cuanto a las relaciones internacionales abandonando la
alineación incondicional con los Estados Unidos de la década del 90.”

ACTIVIDADES PARA REALIZAR EN TU CARPETA:

A-Durante las dos presidencias de Menem (1989-1995 y 1995-1999) y la presidencia de De la Rúa


(1999-2001) se profundizaron las políticas neoliberales aplicadas durante la dictadura militar y se retrocedió
respecto a las políticas de juzgamiento y castigo a los responsables del Terrorismo de Estado. En relación
con estos temas, resuelva las siguientes consignas:

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a. ¿Cuáles fueron las medidas económicas aplicadas durante las presidencias de Menem? ¿Por qué se
puede decir que estas contribuyeron al achicamiento del Estado y beneficiaron a las grandes empresas,
nacionales y extranjeras?
b. ¿Cuáles fueron los sectores perjudicados por la aplicación de las políticas neoliberales? ¿Quiénes y cómo
se rebelaron contra estas políticas? ¿Qué novedosas formas de organización y de lucha nacieron?

B-En relación con la insurrección popular de diciembre de 2001:


a. Identifique sus diferentes causas, tanto las más próximas al estallido popular del 19 y 20 de diciembre,
así como otras más lejanas.
b. ¿Cuál era el significado de las consignas “Piquete y cacerola, la lucha es una sola” y “Qué se vayan todos”
cantadas por los que salieron a las calles en esos días? Para una mejor comprensión de estas, puede buscar
información en distintos libros, diarios de la época, documentales y/o indagar entre quienes hayan sido
protagonistas o testigos de esos hechos.

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