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1. INTRODUCCIÓN. ENTRE UNIVERSALISMO Y MULTICULTURALISMO:


USOS Y ABUSOS DE LA ANTROPOLOGÍA. ...................................................... 2

2. EL PASO DEL “ES” AL “DEBE”: ¿ENA EXCEPCIÓN ANTROPOLÓGICA? ... 2

3. ¿PUEDE LA ANTROPOLOGÍA IDENTIFICAR UNIVERSALES ÉTICIOS? ..... 3


3.1. LA MORAL DE LA RECIPROCIDAD DE MARCEL MAUSS. LA
PRESTACIÓN TOTAL Y EL POTLATCH. .................................................. 3
3.2. RECIPROCIDAD, HONOR Y RECONOCIMIENTO. .................................... 4

4. INTERPRETACIONES Y DEBATES EN TORNO A LA MORAL DE LA


RECIPROCIDAD DE MARCEL MAUSS. ................................................................... 4
4.1. LA RECIPROCIDAD COMO DERIVACIÓN DE LA NATURALEZA DEL
ORDEN SIMBÓLICO. ............................................................................................. 4
4.2. LA RECIPROCIDAD COMO RECONOCIMIENTO ENTRE LAS
LIBERTADES. ............................................................................................................. 4
4.3. LA RECIPROCIDAD BAJO LA HERMENÉUTICA DE LA SOSPECHA.... 5
4.4. HETERO-DESIGNACIONES VS IDENTIDAD. ............................................ 5

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1. INTRODUCCIÓN. ENTRE UNIVERSALISMO Y


MULTICULTURALISMO: USOS Y ABUSOS DE LA ANTROPOLOGÍA.
Cualquier propuesta ética que hoy día se formule, ha de tener dos componentes:
 Universalidad de hecho: vivimos en un ámbito global de interconexiones.
 Universalidad de derecho: porque disponemos de un marco normativo que
arranca en la Ilustración europea y que tiene, de suyo, tendencia universalizada.

Cuando consideramos el relativismo cultural, vemos que las prácticas de cualquier


grupo humano se validan sólo por referencia al propio contexto cultural al que pertenecen
y que les da sentido. Los parámetros de cada cultura no pueden medirse con los
parámetros de otras. Sin embargo, la realidad es que las culturas nunca han estado
aisladas. Han interactuado y se han contrastado (incluso, dentro de una misma cultura).
De esta manera, podría establecerse a escala mundial lo que Kambartel ha denominado
“una cultura de razones” y es ahí donde debe situarse el buen uso de la antropología.

2. EL PASO DEL “ES” AL “DEBE”: ¿ENA EXCEPCIÓN


ANTROPOLÓGICA?
Ciertamente, la investigación antropológica es necesaria para la crítica de nosotros
mismos, de nuestras normas y de nuestras instituciones. Por otra parte, la actividad
colonizadora de nuestras sociedades occidentales situó el conocimiento de “los otros” con
ciertos gestos despóticos. Así pues, no le vendría mal a nuestra cultura occidental verse
sometida a la mirada del “Otro”. Veamos, pues, de qué modo somos vistos por la mirada
del “Otro”, conducidos por la mano experta del antropólogo que da forma a esa mirada
sobre nosotros mismos. Para ello, seguiremos las obras de uno de los antropólogos
contemporáneos, Louis Dumont.
Pues bien, Dumont se sitúa en la línea de los que constataron que la civilización
moderna difiere radicalmente de las demás civilizaciones y culturas. Dummont identifica
esta radical diferencia en lo que llama “el nominalismo”. Cuando Dumont nos explica
que el rasgo definitorio de nuestra modernidad occidental es el individualismo
(nominalismo) se refiere a que, para nosotros, el individuo es el ser moral independiente
y autónomo; el sujeto sin más de la vida moral; el depositario de los valores morales.
Para Dumont, en la ética de Kant, el individuo es quien prescribe que la máxima del
comportamiento deber ser universal. Aquí, es el propio cuerpo social -la sociedad como
un todo- de donde emanan los valores, en tanto que se adhieren a él todos los miembros
de la sociedad y este cuerpo social está constituido “como debe ser”.
En la legitimación del poder político, por el contrario, la modernidad ha venido
erosionando la idea de que lo legítimo es una organización social en estamentos, cuyos
orígenes nos remontan a la voluntad divina. Aquí, han surgido elementos tales como el
mérito individual que se superponen al mérito derivado del nacimiento, del estatus.
Nos encontramos pues con dos configuraciones posibles de los valores:
 O bien una configuración organicista y jerárquica, donde la jerarquía de los
valores se prescribe desde el propio sistema,

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 O bien una configuración individualista, donde los propios sujetos son los que
edifican sus jerarquías de valores.

En la configuración individualista, es cierto que, aunque los individuos eligen


entre el repertorio de valores dados, pueden producirse y de hecho se producen,
nuevas jerarquizaciones y combinaciones que enriquecen la experiencia moral. En
hilo con esto último, hay determinados movimientos sociales (feminismo, pacifismo,
ecologismo) que hacen que lo que antes era aceptado como normativo, se vuelva
controvertido y se producen rupturas con el sistema de normas sociales.

3. ¿PUEDE LA ANTROPOLOGÍA IDENTIFICAR UNIVERSALES


ÉTICIOS?
3.1. LA MORAL DE LA RECIPROCIDAD DE MARCEL MAUSS. LA
PRESTACIÓN TOTAL Y EL POTLATCH.
No es fácil considerar esta moral de reciprocidad como un universal antropológico
ya que, en nuestras sociedades capitalistas, lo económico está regulado por una legalidad
que le es propia. El principio de justicia, dar a cada uno lo suyo, no implica aquí ningún
principio de reciprocidad moral, sino que se refiere a los pactos o acuerdos en virtud de
los cuales debemos de dar, en función de lo que nos den. En cambio, en las sociedades
etnológicas y en las históricas anteriores a la modernidad, comportamiento social,
comportamiento económico y comportamiento moral, son todo uno. Así pues, podemos
decir que en la moral de reciprocidad todo se mezcla. Es cierto que hay una prestación
total en el sentido en que el todo el clan el que contrata por medio de su jefe. Y esa
contratación afecta a todos. Pero Mauss no olvida señalar el aspecto que tiene la
prestación que realiza el jefe y que está encaminada a asegurar una jerarquía que, más
tarde, beneficiará al clan. Analicemos esto último, que Mauss nombra como potlach
(nutrir, alimentar):
 En el potlach existe, en primer lugar, la obligación de dar. El rango de un jefe
exige dar, organizar ceremonias de gasto para invitar a otros jefes.
 Estos otros jefes no pueden, tampoco, rechazar lo que les es ofrecido. De otro
modo, quedarían disminuidos ante la generosidad del jefe que ha tomado la
iniciativa.
 Existe, pues, la obligación de recibir y ello implica asumir que se queda en deuda
con respecto a quien nos ha dado.
 Habrá, por tanto, que devolver. Pero la devolución no es reponer con algo más o
menos equivalente lo que hemos recibido. Hay que pujar, hay que competir, tratar
de ganar la partida en esta reciprocidad de carácter agonístico, puesto que en ello
va el honor, el rango y el prestigio.

Mauss, en la medida en que estas tres obligaciones (dar, recibir, devolver) están
íntimamente ligadas entre sí, esboza una teoría general de la obligación que da cuenta
del fundamento de esa moral de la reciprocidad. Para Mauss, la transmisión de una
cosa crea un vínculo jurídico y ese vínculo es a la vez moral, político y religioso. O
sea, es un vínculo que adquiere un carácter de voluntario y constrictivo a la vez en
esas obligaciones de dar, aceptar y devolver.

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3.2. RECIPROCIDAD, HONOR Y RECONOCIMIENTO.


Nuestra obligación de dar, de festejar al otro, lo emplaza al mismo tiempo para que,
más adelante, nos haga los honores como mínimo al mismo nivel. En cuanto a la
obligación de recibir, su incumplimiento es interpretado como temor. Temor a no ser
capaz de corresponder, de no estar a la altura y, por ello, perder el rango del propio
nombre. Por último, quienes, por su parte, no devuelven el potlach quedan desacreditados
para siempre. Han perdido la cara y también pierden el rango de todos los rangos, el de
hombre libre, puesto que permanecerán toda su vida bajo la esclavitud de la deuda no
satisfecha.

4. INTERPRETACIONES Y DEBATES EN TORNO A LA MORAL DE LA


RECIPROCIDAD DE MARCEL MAUSS.
La obra de Mauss ha suscitado diferentes interpretaciones y debates entre los
profesionales de la antropología. En conjunto, su obra está llena de implicaciones éticas
y teóricas acerca de la naturaleza de la sociedad. Vamos a ver las interpretaciones más
significativas por sus implicaciones para la ética.

4.1. LA RECIPROCIDAD COMO DERIVACIÓN DE LA NATURALEZA


DEL ORDEN SIMBÓLICO.
Lévi-Strauss defiende que la moral de la reciprocidad no es un entramado de normas
de comportamiento, sino que pertenece a la estructura misma del pensamiento simbólico:
en virtud de las leyes del pensamiento simbólico, los humanos intercambiamos por la
misma razón que dialogamos. Para Lévi-Strauss, es más propio hablar de lógica de la
reciprocidad, que de moral de la reciprocidad. La reciprocidad estaría del lado de las
estructuras simbólicas del ser humano y no de las prácticas, más o menos conscientes, de
los agentes humanos. Y, en este contexto, transgredir la reciprocidad no tendría el sentido
de una falta moral sino de un déficit de simbolización. Por eso, desde los intereses de la
ética, el planteamiento de Lévi-Strauss tiene una implicación limitada.

4.2. LA RECIPROCIDAD COMO RECONOCIMIENTO ENTRE LAS


LIBERTADES.
Sartre es muy crítico con los entramados simbólicos que Lévi-Straus ha conferido a
las prácticas humanas. En su obra Crítica de la razón dialéctica, Sartre desarrolla su
concepto de “práctica juramentada”. Por práctica juramentada, Sartre se refiere a una
estructura de reciprocidad mediada. Es decir, se da una relación binaria, entre A y B, que
son miembros del grupo, pero en dicha relación interviene como mediador un tercero, C.
Este tercero actúa como testigo depositario de la promesa recíproca que efectúan A y B.
A su vez, el tercero C podría iniciar una relación binaria, por ejemplo, con A, y en ella
actuaría de mediador B. También B podría tener una relación binaria con C y el mediador
pasaría a ser A.
En definitiva, se constituye una especie de relación binaria giratoria entre dos
miembros del grupo, con intermediación de un tercero. A esta estructura de
reciprocidades intermediadas, es a lo que Sartre denomina estructura juramentada del
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grupo. Lo esencial de esta estructura juramentada es que cada miembro otorga su palabra
de no volverse jamás un traidor para el grupo, bajo la mediación de alguien que sella el
pacto recíproco. En este pacto, la palabra se convierte en palabra dada. Es decir, en
palabra que puede volverse contra mí sino no cumplo con los compromisos asumidos a
través de los vínculos juramentados. La práctica juramentada tiene un doble componente:
Fraternidad – Terror. Fraternidad en tanto que me vuelvo hermano de los otros miembros
del grupo que han tomado mi palabra dada; Terror porque seremos designados traidores
si rompemos nuestro juramento.

4.3. LA RECIPROCIDAD BAJO LA HERMENÉUTICA DE LA SOSPECHA.


Vemos como el análisis, desde el punto de vista existencialista de Sartre, de la
reciprocidad de Mauss, pone de manifiesto la ambigüedad y la inestabilidad como
características de la reciprocidad del reconocimiento entre los seres humanos.
En los años sesenta, hubo esfuerzos teóricos sobre el concepto de reciprocidad. A. W.
Gouldner propuso una continuidad que va desde los intercambios en los que hay igualdad
en los beneficios (todas las partes reciben lo mismo) hasta aquellos intercambios en los
que una de las partes no recibe absolutamente nada. Esto último, se ve que es una situación
límite, propia de un sistema de explotación y que resulta absolutamente disfuncional para
mantener la estabilidad de los sistemas sociales. Y, por ello, los poderosos se verían en la
obligación de repartir alguna parte de sus beneficios.
Desde el punto de vista de la aplicación de la hermenéutica de la sospecha a la
reciprocidad, la contribución de Bourdieu es esencial. Partimos de la idea de que, para
tener algo que dar, previamente los bienes que se dan han tenido que ser producidos.
Bourdieu insistió, precisamente, en la forma en que se han obtenido y de qué miembros
o grupos de la sociedad han sido extraídos. Lógicamente, no hace falta ser muy agudo
para entender que proceden del esfuerzo de los más débiles. En este punto, surge la
pregunta ¿Sobre qué base se legitima el derecho a reclamar los recursos? Y esta pregunta
nos lleva a la relación entre reciprocidad y justicia. Puede existir entre ambas, alguna
forma de articulación o bien una ruptura.

4.4. HETERO-DESIGNACIONES VS IDENTIDAD.


Reflexionemos sobre el ingreso de los prisioneros en el caso de un campo de
concentración nazi, como el de Auschwitz, citado antes por el estudio de Paz Moreno.
Dicho ingreso significa esencialmente un despojo de la identidad. A pesar, no obstante,
de un contexto perverso, los prisioneros tenían algo que les obligaba a pensar: pensar en
salvar su propia vida. Nada de lo que era algo necesario para la supervivencia, le era
entregado al prisionero. Por tanto, el prisionero se tenía que organizar para obtener lo
necesario por su propia cuenta.
Estas autoras destacan el lado oscuro, nada edificante, de la reciprocidad, para pintar
un cuadro más adecuado a la compleja realidad social. Cuando la moral hegemónica
integra de algún modo los intereses de todos los grupos, nos encontramos ante la
reciprocidad positiva; por el contrario, en contextos de suspensión del orden moral
vigente, estamos ante la reciprocidad negativa.

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