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EL NACIMIENTO DE LA FILOSOFÍA. LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS.

1. INTRODUCCIÓN. EL NACIMINETO DE LA FILOSOFÍA GRIEGA. ................ 2

2. TÓPICOS EN TORNO A LA APARICIÓN DE LA FILOSOFÍA GRIEGA. ......... 2

3. CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS DEL NACIMIENTO DE LA FILOSOFÍA. . 4


3.1. ECLOSIÓN DE NUEVAS MANIFESTACIONES CULTURALES A
COMIENZOS DEL S.VI a.C. .............................................................................. 4
3.2. EL PROCESO DE FORMACIÓN DE LA POLIS. .......................................... 5
3.3. LA RELIGIÓN GRIEGA. ................................................................................. 6
3.4. UNA INTERPRETACIÓN DEL NACIMIENTO DE LA FILOSOFÍA. ......... 7

4. LOS PRESOCRÁTICOS. ......................................................................................... 8


4.1. INTRODUCCIÓN. ............................................................................................ 8
4.2. LOS MILESIOS (JONIOS). .............................................................................. 8
4.2.1. TALES DE MILETO (624-546 a.C.) ......................................................... 9
4.2.2. ANAXIMANDRO DE MILETO (610-545 a.C.)....................................... 9
4.2.3. ANAXÍMENES DE MILETO (585-524 a.C.) ......................................... 10
4.3. LOS PITAGÓRICOS. ..................................................................................... 11
4.3.1. PITÁGORAS DE SAMOS (570-475 a.C.). ............................................. 11
4.4. MONISMO DINÁMICO. ................................................................................ 12
4.4.1. HERÁCLITO DE ÉFESO (540-480 a.C.)................................................ 12
4.5. LA ESCUELA DE ELEA................................................................................ 12
4.5.1. JENÓFANES DE COLOFÓN. (570-475 a.C.). ....................................... 12
4.5.2. PARMÉNIDES DE ELEA (515-450 a.C.)............................................... 13
4.5.3. ZENÓN DE ELEA (490-430 a.C.)........................................................... 13
4.5.4. MELISO DE SAMOS (470-430 a. C.). .................................................... 14
4.6. LOS PLURALISTAS. ..................................................................................... 14
4.6.1. EMPÉDOCLES DE AGRIENTO (490-430 a.C.). ................................... 14
4.6.2. ANAXÁGORAS DE CLAZOMENE (510-428 a.C.). ............................. 15
4.7. LA ESCUELA ATOMISTA. .......................................................................... 15
4.7.1. LEUCIPO (V a.C.). .................................................................................. 15
4.7.2. DEMÓCRITO DE ABDERA (460-370 a.C.). ......................................... 15
EL NACIMIENTO DE LA FILOSOFÍA. LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS.

1. INTRODUCCIÓN. EL NACIMINETO DE LA FILOSOFÍA GRIEGA.


A comienzos del siglo VI a. C. aparecen en las costas de Jonia (Asia Menor) una serie
de textos que la propia tradición griega clasifica como textos filosóficos, a partir de las
recopilaciones historiográficas llevadas a cabo, en primer lugar, por parte de Platón y
Aristóteles. Pero ¿hay motivos incontestables para distinguir con claridad estos textos de
otras manifestaciones escritas de la misma época, tales como la poesía lírica, la poesía
gnómica, la historiografía o los incipientes estudios en el campo de la medicina, la
geometría y la astronomía? ¿Qué significado cabe dar al nacimiento de la filosofía?
¿Cómo y desde qué bases puede enfocarse este acontecimiento histórico?
El origen de la filosofía griega constituye una cuestión compleja, controvertida y
sumamente relevante. Es compleja, entre otras cosas, porque exige clarificar el término
de referencia a partir del cual convenga enfocar este proceso histórico. En virtud de este
tipo de decisiones, y de la perspectiva que se adopte en cada caso, hay planteamientos
muy diferentes acerca del comienzo de la filosofía, hasta el punto de que este problema
(en mayor medida que otros problemas filosóficos) dista mucho de presentar un enfoque
“canónico” y unitario. Además, la cuestión del origen de la filosofía resulta relevante no
sólo en tanto asunto historiográfico, sino también en tanto que afecta a la concepción del
saber filosófico como tal, e incluso a la concepción de la cultura occidental en su conjunto,
en la medida en que la filosofía sea uno de sus rasgos característicos. En este sentido,
algunos pensadores de finales del s. XIX (Nietzsche) y del s. XX (Heidegger) han buscado
en el universo de los filósofos presocráticos un punto de contraste con el Occidente
moderno y una suerte de alternativa frente a él.

2. TÓPICOS EN TORNO A LA APARICIÓN DE LA FILOSOFÍA GRIEGA.


La historiografía positivista de la segunda mitad del siglo XIX instituyó la idea de que
la aparición de la filosofía griega equivale al nacimiento de la razón: una presunta razón
única y universal, representativa de la humanidad entera; una razón que, desde este
momento inaugural, habría avanzado siguiendo una ley de continuidad y de progreso. La
historia del pensamiento se presenta, así como un proceso unitario y ascendente por el
que la humanidad va superando sus comienzos “infantiles” hasta alcanzar la madurez de
la edad “adulta”. De acuerdo con esta ley de progreso, todo pasado ha de ser inferior (más
primitivo) al presente, y las diferencias culturales se interpretan como diferentes grados
de desarrollo de esa presunta razón única.
Esta óptica ha sido profundamente cuestionada, y desde los años sesenta del siglo
pasado ha quedado obsoleta. Sin embargo, los tópicos difundidos por el historicismo
positivista aún aparecen en determinados manuales de historia de la filosofía; en todo
caso, conviene conocerlos y descubrir cuáles son sus puntos de apoyo, así como los
motivos por los que resultan insostenibles. He aquí tres de esos tópicos:
I. El nacimiento de la filosofía supondría un “paso del mito al lógos” (la
expresión es de W. Nestle). Con él se habría abandonado definitivamente el
pensamiento primitivo e irracional y habría comenzado la progresiva conquista de
la razón, una razón cuyos contenidos serían universales e intemporales. Por lo
tanto, el pensamiento mítico se considera como algo puramente irracional, infantil
e inferior al pensamiento racional. Antes que nada, aclaremos qué pueden
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significar aquí “mito” y “lógos”. Cuando hablamos de “mito”, en el contexto


griego, nos referimos al conjunto de narraciones poéticas que explican las
peripecias de los dioses (Homero, Hesíodo, poesía lírica). Junto con los ritos, los
mitos articulan la comprensión religiosa del mundo. Se trata del saber más antiguo
de los que configuran la civilización griega. Cuando hablamos de “lógos”, no nos
referimos exclusivamente a la filosofía, sino a un conjunto de saberes que surgen
en Grecia a la vez que la filosofía: la matemática, la física, la astronomía, la
medicina, etc. Pero ¿qué hay de acertado y qué de desacertado en este tópico del
“paso del mito al lógos”?
Es cierto que la racionalidad mítico-religiosa es mucho más antigua que la
racionalidad filosófico-científica. Además, ambas modalidades de pensamiento
presentan diferencias sustanciales. En los mitos domina la narración, construida
sobre la base de una serie de personajes fabulados o históricos; el mito es además
el terreno propio de la expresión simbólica. El pensamiento científico, en cambio,
se ocupa de plantear y resolver problemas, a partir de la experiencia de la realidad,
y para ello elabora conceptos y explicaciones: argumentaciones o demostraciones.
Sin embargo, la filosofía griega se nutre a menudo de elementos míticos. La propia
idea de una ley que gobierna el universo, que constituye el tema central de los
primeros filósofos, ya estaba presente en los poemas de Homero y Hesíodo. Más
aún, Platón recurre a menudo a ilustraciones míticas de su filosofía. Por tanto, no
hay un corte tan radical entre el pensamiento mítico y el pensamiento filosófico-
científico. Hay que pensar entonces que el llamado pensamiento mítico y la razón
filosófica constituyen planteamientos heterogéneos, modelos diferentes de
racionalidad que conviven en un mismo momento histórico y en un mismo lugar.

II. El nacimiento de la filosofía comportaría una desacralización, un abandono


de la apelación a lo divino como recurso explicativo. Es cierto que muchos de los
primeros filósofos llevaron a cabo una crítica de la concepción antropomórfica de
la divinidad, cuestionando la imagen de los dioses olímpicos, de los dioses
homéricos (por ejemplo, Jenófanes). Y es cierto que la filosofía no explica la
realidad a partir de la actuación de dioses personales. Pero los primeros filósofos
justifican sus explicaciones a partir de principios de carácter divino, aunque
conciban ahora lo divino como una realidad impersonal. Cabe decir que los
filósofos jonios sacralizan la naturaleza (Tales de Mileto: “Todo está lleno de
dioses”). Y la verdad que transmite Parménides en su Poema es la verdad revelada
por una diosa.

III. La filosofía griega se habría desarrollado en etapas caracterizadas por


determinados temas: una primera etapa “cosmológica”, centrada en el tema de
la naturaleza (presocráticos), y una segunda etapa “antropológica”, centrada en el
tema del hombre (a partir de Sócrates). Es cierto que el tema de la naturaleza
(phýsis) ocupa el centro de la reflexión de los llamados filósofos “naturalistas” (o
“físicos”). Pero no parece cierto que estas reflexiones sean ajenas a los concretos
problemas políticos propios del momento en el que se desarrollan. Por lo pronto,
muchas nociones tematizadas por los presocráticos proceden de la esfera político-
humana: soberanía (arché), justicia, ley, amor, odio… Tampoco es cierto que los
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sistemas filosóficos inmediatamente posteriores a Sócrates (Platón y Aristóteles)


estén polarizados en una dirección más “antropológica” que “cosmológica”.

En definitiva, podemos concluir que lo que nace con la filosofía griega no es la razón,
una razón presuntamente universal y suprahistórica, sino una determinada forma de
racionalidad.

3. CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS DEL NACIMIENTO DE LA


FILOSOFÍA.
3.1. ECLOSIÓN DE NUEVAS MANIFESTACIONES CULTURALES A
COMIENZOS DEL S.VI a.C.
Las primeras producciones filosóficas datan de comienzos del s. VI a. C. y se sitúan
en las colonias griegas de Asia Menor, en Jonia. Pero el despuntar de la filosofía está
acompañado por el florecimiento de otros muchos saberes. Antes de este momento, sólo
conservamos dos grupos de documentos literarios: los poemas homéricos (s. VIII) y los
poemas de Hesíodo (comienzos del s. VII). Importa destacar que la filosofía no surge
como un fenómeno aislado; al contrario, sus inicios se enmarcan en una eclosión más
amplia de nuevas formas culturales. Desde finales del s. VII y a lo largo de la época
arcaica se desarrollan los siguientes saberes:
 Poesía lírica (introduce una nueva sensibilidad poética y nuevos temas, en
ocasiones muy alejados del universo heroico de la épica)
 Poesía gnómica o sapiencial (ligada a la imagen de “los siete sabios”)
 Nacimiento de la historiografía y la geografía (Hecateo de Mileto)
 Primeros escritos sobre matemática, astronomía y geometría
 Primeros textos sobre medicina
 Primeras legislaciones escritas
 Nacimiento de la retórica
No es posible separar rígidamente entre sí estas nuevas formas culturales ya que en la
poesía lírica o en la poesía gnómica encontramos reflexiones que, a justo título, podrían
calificarse de filosóficas. Además, los llamados presocráticos a menudo desarrollan
investigaciones en el campo de la matemática o de la astronomía o de la medicina. Y un
historiador y geógrafo como Hecateo de Mileto somete a crítica las narraciones míticas
tradicionales con un espíritu comparable al de los primeros filósofos. Además, muchos
de los presocráticos son poetas, utilizan los metros tradicionales de la épica o de la lírica;
la escritura filosófica en prosa sólo quedará generalizada a partir de la época clásica.
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3.2. EL PROCESO DE FORMACIÓN DE LA POLIS.

Época de esplendor de las monarquías micénicas (aqueos, jonios). El


C territorio griego está dividido en unos pocos reinos, gobernados por un
U monarca. El rey concentra todos los elementos del poder (político,
A económico, religioso y administrativo), apoyándose en una aristocracia
SIGLOS XIV-XII
D guerrera y en un complejo sistema burocrático. Este gobierno
R monárquico se encuentra centralizado en un palacio, que controla un
O extenso territorio. En este momento, Grecia mantiene intercambios
comerciales con el Mediterráneo oriental y funda numerosas colonias.
Caída de los reinos micénicos (vinculada a procesos revolucionarios y a
SIGLO XI
la invasión de los pueblos dorios).
C Siglos oscuros o período geométrico (cerámica con decoración
R geométrica). De esta época no tenemos documentos escritos: se pierde
O SIGLOS XI-IX el uso de la escritura. Al desaparecer las monarquías micénicas, se
N rompen también los contactos comerciales con Oriente, con lo que la
O economía se reduce a una agricultura de subsistencia.
L Esta situación de aislamiento de Grecia respecto de Oriente cesa a
Ó comienzos de la Edad arcaica (factor que probablemente influyó en el
G desarrollo de la primera filosofía y ciencia griegas). Aumento
I SIGLOS VIII-VI demográfico. Desarrollo de la artesanía y el comercio (primeras
C acuñaciones de moneda griega). Intensa actividad colonizadora
O (“segunda colonización”): Jonia, Mar negro, Sur de Italia. Hacia el siglo
IX se importa el alfabeto fenicio.

Con la desaparición de las monarquías micénicas comienzan una serie de


transformaciones políticas que se desarrollan a lo largo de los siglos oscuros y la Edad
arcaica. Tales transformaciones han sido caracterizadas como una “crisis de la soberanía”
o como una “fragmentación del poder político”; ellas son las responsables de la formación
de las ciudades-estado y del desarrollo de las democracias griegas. Conviene perfilar este
fenómeno, pues se encuentra ligado, de un modo u otro, al nacimiento de la filosofía.
Destacaremos algunos aspectos del proceso en cuestión, desde una óptica general y
simplificada:
▪ Fragmentación del poder político. De unos pocos y extensos territorios
controlados por un monarca a numerosas ciudades pequeñas, que son autónomas
política, militar y económicamente. En consecuencia, la división del poder
producida en el interior de cada polis está marcada fundamentalmente por dos
factores: la aparición de la institución del arcontado y el creciente poder de la
asamblea en la toma de las decisiones políticas. Además, la ciudad ya no está
grupada alrededor del palacio real, sino alrededor de un espacio vacío: el ágora,
la plaza pública, lugar en el que se debaten los asuntos de interés común. La
soberanía ya no es propiedad de un solo individuo, sino que es asunto de todos.

▪ Política agonística. Esta distribución del poder político entre la asamblea de


guerreros (o de ciudadanos) plantea constantes conflictos entre unos grupos y
otros, que a menudo exhiben intereses contrapuestos. Pero, junto a este espíritu de
rivalidad, surge también un espíritu de pertenencia a una misma comunidad: las
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polémicas deben dirimirse, hay que llegar a acuerdos para poder tomar decisiones
conjuntas. La política adopta entonces la forma de un agón, de un combate que se
desarrolla en el ágora. Así, se ha hablado de un traslado desde el agón guerrero
(tanto los jonios como los dorios son pueblos guerreros) hasta el agón político.
(En esta época aparecen los juegos olímpicos, que no son sino una forma de
combate pacífico).

▪ Espíritu igualitario. Esta concepción agonística de la vida política está ligada al


desarrollo de un espíritu igualitario. En este contexto aparecen las ideas de
isonomía (igualdad de los ciudadanos ante la ley), isomoiría (igualdad en el
reparto de tierras) e isegoría (igualdad en el uso de la palabra). Y, al hilo de estas
ideas, se elaboran las primeras constituciones y leyes escritas.

▪ Preeminencia de la palabra sobre todo otro instrumento de poder. El poder


político está mediado ahora por la palabra. De ella depende la resolución de los
conflictos entre las diversas facciones enfrentadas. Además, los arcontes, elegidos
por la asamblea, tienen que rendir cuentas ante ella: han de explicar las decisiones
que han tomado, justificar su oportunidad y resultar convincentes ante la
ciudadanía. Por eso ahora cobran suma importancia las artes de la palabra: el arte
de discutir y argumentar, y el arte de persuadir (retórica).

▪ Aparición de la categoría de lo público. Se afirma el carácter público de la vida


política, en dos sentidos, el interés común frente a los intereses privados y las
prácticas políticas abiertas y divulgadas frente a los procedimientos secretos (los
propios de las monarquías micénicas). Un elemento fundamental de esta
publicidad de lo político es la redacción de leyes escritas y, en un sentido más
amplio, el uso crecientemente generalizado de la escritura.

3.3. LA RELIGIÓN GRIEGA.


Comencemos por señalar tres rasgos básicos de la religión griega: se trata de una
religión politeísta; sus dioses no son, ni mucho menos, omnipotentes (por encima de los
inmortales y los mortales se sitúa una fuerza superior: la moîra, el destino). Por último,
esta religión carece de un texto sagrado (como el Antiguo testamento entre los hebreos),
así como de una casta sacerdotal con poder relevante. Esto último significa que la religión
griega carece de dogmas fijos e inamovibles.
En el contexto de la formación de las ciudades-estado, aparece una nueva forma de
religión: la religión protagonizada por los “dioses tutelares” que son dioses protectores
de cada ciudad. Por ejemplo, tal es el caso de Teseo, el héroe mítico fundador de Atenas
y del que descienden, supuestamente, las más antiguas familias aristocráticas de esta
ciudad. Pero esta religión que articula la política ciudadana al mismo tiempo salvaguarda
el poder de las clases aristocráticas. Pues, como decíamos, los dioses y los héroes tutelares
legitiman los criterios y los modelos de excelencia propios de las familias nobles, las
cuales se tienen por sus descendientes. Junto a esta religión pública, existen ya desde la
época arcaica religiones mistéricas que se trata de sectas que reúnen a un grupo de
personas elegidas: aquellas que han sido iniciadas en una sabiduría secreta. Estas
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religiones prometen la salvación en una vida más allá de la muerte. Además, en la cultura
griega tuvo una enorme importancia la mántica o adivinación; el principal centro
oracular es el santuario de Apolo en Delfos. Importa destacar este fenómeno de la
mántica, porque en él reside la idea de una “sabiduría oculta”, que es patrimonio divino
y sólo se revela a los hombres de manera enigmática.

3.4. UNA INTERPRETACIÓN DEL NACIMIENTO DE LA FILOSOFÍA.


Esta cuestión habría sido respondida de diversa manera por parte de tres modelos
racionales: el modelo religioso, el modelo retórico y el modelo ofrecido por la filosofía.
A lo largo de la época arcaica y clásica, asistimos, pues, al conflicto entre estos tres
paradigmas racionales, que constituyen sendas opciones enfrentadas en una misma
coyuntura histórica (conviene dejar claro que los tres planteamientos parten de la
aceptación del régimen democrático).
➢ El modelo religioso. Constituye la forma más antigua de legitimación del poder
en el marco de las póleis democráticas, el sustrato básico de la cohesión
ciudadana. Se trata de un modelo estrechamente ligado a las religiones tutelares y
por tanto a la vieja moral aristocrática. Su portavoz fundamental es la poesía. Para
empezar, la vida cívica está regulada de parte a parte por ritos y festividades
religiosas. Además, las creencias religiosas constituyen el elemento principal de
la educación, de modo que proporcionan el repertorio de opiniones compartidas
por cada comunidad; estas creencias determinan los criterios de la virtud o
excelencia. Aquí la instancia última para la resolución de los conflictos recae
sobre las familias nobles, que encarnan los modelos de excelencia y personifican
la esencia misma de cada pólis, en virtud de su vínculo con los dioses protectores
de la misma.

➢ El modelo retórico. El movimiento retórico iniciado en Sicilia viene a proponer


un nuevo modelo de organización social. Ahora la instancia capaz de resolver los
conflictos y mantener la cohesión ciudadana no es otra que la discusión y la
persuasión. Así, el criterio de la articulación política ya no descansa en leyes de
origen divino (ni en los preceptos de un monarca), sino en el pacto entre los
hombres. Frente al modelo religioso, netamente conservador y aristocratizante, el
modelo retórico representa una fuerza crítica y vanguardista. Este planteamiento,
al tiempo que cuestiona la legitimidad de todo criterio procedente de los dioses y
ciñe la organización política al terreno puramente humano, cuestiona también los
privilegios de las clases aristocráticas. Ahora bien, el hecho de que la cohesión
social dependa únicamente de la disputa y el acuerdo entre los poderes enfrentados
parece traer consigo un peligro: la discusión puede tener, antes que nada, un efecto
de disolución social. Tanto el paradigma religioso como el filosófico se alzaron
contra este peligro.

➢ El modelo filosófico-científico. La filosofía habría nacido en conflicto tanto con


la racionalidad religiosa como con la racionalidad retórica (la polémica con la
primera queda atestiguada, por ejemplo, en las condenas por impiedad sufridas
por filósofos como Anaxágoras y Sócrates; la polémica con la retórica –con la
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retórica sofística– se refleja sobre todo en la obra platónica). Por tanto, el


pensamiento filosófico reacciona, de un lado, contra las fuerzas más
conservadoras del mundo griego arcaico y, del otro, contra las fuerzas más
vanguardistas. De acuerdo con esta interpretación, los primeros filósofos habrían
recuperado los atributos de la soberanía micénica para ubicarlos en un nuevo
ámbito: el ámbito de la naturaleza. Frente a la fragmentación del poder político y
su peligro de disolución, los pensadores jonios habrían recuperado el valor
estable, permanente, esencial, “sacral” de la verdad, pero localizando ahora esa
verdad en una esfera independiente tanto de las decisiones de los dioses como de
las de los hombres: la esfera de la naturaleza. De ahí que los milesios se pregunten
cuál es la soberanía (arché) de la naturaleza (phýsis). La cuestión del criterio de
las leyes se resuelve ahora apelando a una legalidad natural, que se encontraría
fijada, de manera necesaria e inmutable, al margen de la voluntad divina y de la
voluntad humana.

4. LOS PRESOCRÁTICOS.
4.1. INTRODUCCIÓN.
El término “presocráticos” es convencional: algunos de los filósofos incluidos bajo
este nombre son contemporáneos o incluso posteriores a Sócrates (por ejemplo,
Demócrito). También es cuestionable la inclusión o exclusión de determinadas figuras
dentro de esta categoría. Los presocráticos no forman un grupo homogéneo, aunque hay
influencias y afinidades entre ellos. Estas afinidades son mayores dentro de cada tradición
presocrática. Todos los fragmentos de los presocráticos nos han llegado indirectamente,
a través de filósofos o doxógrafos (recogen puntos de vista filosóficos de otro autor)
posteriores que citan pasajes de sus obras o transmiten noticias acerca de ellas. Los
informadores más antiguos al respecto, en los cuales se basa la doxografía helenística,
son Platón y Aristóteles. Lógicamente, estos transmisores organizan e interpretan el
material de acuerdo con sus propios criterios, y en el contexto de sus propias teorías
filosóficas. Reconstruir una imagen del pensamiento presocrático independiente de
dichos criterios es, por tanto, una tarea difícil y controvertida.
Los presocráticos estudiaban los fenómenos naturales y el origen del universo (del
mitos al logos). Estaban agrupados en escuelas de pensamiento que consistían en grupos
de pensadores que discutían los mismos problemas y daban explicaciones similares.
Abarcan pensadores de distintas épocas que incluso ni llegaban a conocerse pero que
trabajaban las mismas cuestiones. La mayoría de estas escuelas eran materialistas excepto
los Pitagóricos y los Eleatas, es decir, planteaban que toda la realidad está constituida por
materia.

4.2. LOS MILESIOS (JONIOS).


Los tres filósofos más antiguos de los que tenemos noticia, Tales, Anaximandro y
Anaxímenes, eran de Mileto, una colonia griega situada en la costa de Jonia (Asia Menor),
rica y floreciente y una de las primeras polis donde se desarrolló un régimen democrático.
Las reflexiones de los milesios giran en torno a esta cuestión: ¿cuál es el principio (arché)
de la naturaleza (phýsis)? Estos filósofos observan que el mundo que nos rodea se
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encuentra en constante cambio y la naturaleza está sometida a un continuo devenir, lo


cual significa que, aparentemente, carece de un ser estable: una cosa tan pronto es como
deja de ser. Ante esta constatación, los milesios buscan en la naturaleza algo que
permanezca siempre estable e inmutable, un principio eterno que pueda dar razón del
devenir. En la elaboración de esta pregunta (¿cuál es el principio de la naturaleza?), la
noción de arché (principio) y la noción de phýsis (naturaleza) adquieren un nuevo
significado:
Arché (principio) Phýsis (naturaleza)
Del verbo phýomai que significa nacer, brotar,
En lenguaje común significa soberanía,
surgir y que engloba a todo lo existente. En este
mando, poder, pero en este contexto indica
contexto indica:
tres aspectos:
 El modo de ser propio de cada realidad, lo
 Origen y fin. El principio es la
que hace ser a cada cosa.
generación de todas las cosas.
 Lo que hace que cada cosa llegue a ser lo
 Realidad eterna. Inmutable, inmortal
que es, el principio de su generación.
e indestructible.
 Lo que permanece como esencial a pesar de
 Ley/principio. Lo que rige y gobierna
las transformaciones, el último elemento
todo.
del que se compone algo.

Como se puede apreciar, “arché” y “phýsis” presentan significados que en parte


convergen. En ambos se expresa la siguiente idea: la realidad, el universo, es algo que se
encuentra en constante cambio, pero al mismo tiempo ese cambio está sometido a una
ley, a un orden, y por ello puede ser comprendido, puede ser racionalizado. El universo
es algo inteligible, y no un caos caprichoso e incomprensible.
Los milesios conciben la naturaleza como un todo ordenado y legislado por sí
mismo. Así, la naturaleza está regida por una ley que no depende de ninguna instancia
superior ni exterior a ella sino a ella misma. Éste es seguramente el rasgo más importante
del planteamiento afirmado por los milesios. El principio (la arché) de la naturaleza es
para ellos algo vivo y animado que además tiene un carácter divino. Otro rasgo común a
los filósofos de Mileto es que explican la actuación de dicho principio mediante la
oposición de parejas de contrarios. Para todos los milesios el principio de la naturaleza es
único, por lo que suelen ser llamados “monistas” (frente a los sucesores de Parménides,
a los que se les llama “pluralistas” porque establecen múltiples principios).
4.2.1. TALES DE MILETO (624-546 a.C.)
Fundador de la escuela de los Jonios, primer presocrático y filósofo. Pensaba que el
agua era el origen de todas las cosas a causa de que esta se podía transformar en sólido,
líquido y gas y, además, todos los seres vivos la necesitaban para su existencia. Algo que,
según Aristóteles, habría deducido observando que todos los seres vivos se nutren de algo
húmedo.
4.2.2. ANAXIMANDRO DE MILETO (610-545 a.C.)
Considerado discípulo de Tales amplía su visión aspirando a una concepción general
del universo. Inicia una verdadera cosmología distanciándose de los mitos y formula un
conjunto de ideas que heredarán los siguientes presocráticos. Pensaba que el cosmos debía
tener un origen o principio rector al que denominó Arjé (ἀρχή), en la mitología era el
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caos, pero los jonios pensaban que debía ser un único elemento material. Para
Anaximandro era lo que denominó Ápeiron (ἄπειρον) que etimológicamente significa α-
«no» y πεῖραρ «límite», es decir, lo que no tiene límite. Con ello introduce como
explicación un concepto abstracto, que escapa al campo de la experiencia. Este apeirón
es inmortal e indestructible, no engendrado e imperecedero, pero que de él se engendran
todas las cosas. Todo sale y todo vuelve al apeirón según un ciclo necesario. De él se
separan las sustancias opuestas entre sí en el mundo y, cuando prevalece la una sobre la
otra, se produce una reacción que restablece el equilibrio.
No se preguntaba qué eran las cosas, sino de dónde procedían, de que estaban hechas
y como se hacían. Para explicar la formación de las cosas propuso un proceso de
separación o diferenciación de contrarios. Dentro de esa masa confusa, agitada por un
movimiento eterno, se producen remolinos, que dan por resultado su separación en
porciones, en cada una de las cuales se forman otros tantos mundos esféricos y limitados.
Con esta contraposición entre los mundos limitados y el ilimitado (masa confusa) queda
definida la oposición entre finito e infinito que heredarán los siguientes presocráticos.
La primera separación fue de lo caliente y lo frio. El calor envolvió a frio, como una
corteza rodea a los árboles. Al principio la tierra (elemento frío) estaba totalmente
mezclada con el agua. Después se fue secando bajo la acción del calor hasta que se
formaron 4 círculos: Fuego (caliente), Aire (frío), Agua (húmedo) y Tierra (seca).
La Tierra se formó separándose del agua, bajo la acción secadora del Sol, quedando
como residuo la sal, que se deposita en el fondo del mar. Permanece flotando en el dentro
del cosmos gracias a las presiones que la oprimen por todas partes. Anaximandro le
atribuye un movimiento de rotación sobre su eje, explicando así los vientos. Atribuía los
terremotos a las corrientes de aire producidas por la acción desecadora del Sol que
penetraban en las concavidades de la Tierra, y que al agitarse la hacen estremecer.
Existen a la vez infinitos mundos, esféricos, cerrados sobre si mismos e
independientes unos de otros que se originan por los remolinos formados por el
movimiento eterno de la masa indeterminada. Esos mundos nacen y se destruyen
periódicamente, en ciclos fijos, pagando así la pena de la injusticia que supone su
desprendimiento de la masa indeterminada. La justicia cósmica se restablece mediante su
reabsorción periódica de la materia primordial. Toda la realidad está presidida por una
ley cósmica necesaria, que tiende a restablecer la igualdad entre los contrarios. La
reparación de todos los desequilibrios y el restablecimiento de la igualdad cósmica se
verifica mediante la ley cíclica que preside el nacimiento y la destrucción de los seres y
que hace retornar todas las cosas a su primer principio.

4.2.3. ANAXÍMENES DE MILETO (585-524 a.C.)


Intentó unificar las dos posturas anteriores. Al igual que para Tales, pensaba que el
origen de las cosas debía ser un principio material que podemos percibir, pero, por otro
lado, como Anaximandro, pensaba que este arjé debía ser indeterminado e infinito.
Concibe el Cosmos como un animal viviente, dotado de respiración dentro del Pneuma
infinito que lo envuelve todo. El aire rodea el universo del mismo modo que el alma (que
es aire) mantiene la cohesión del organismo humano y del animal. De aquí proviene su
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concepto de que el Aire es el principio primordial de todas las cosas. Anaxímenes


introduce el dualismo de fuerzas cósmicas, completando la idea de la separación de
Anaximandro con las de condensación y dilatación. De la Condensación proviene el
enfriamiento, y de la Rarefacción el calentamiento. Ilustraba estos efectos con un
ejemplo: cuando se sopla con la boca cerrada el aire es frio, y caliente si se hace con la
boca abierta (Aristóteles califica este ejemplo de ignorancia, porque dice que cuando lo
hacemos con la boca abierta el aire sale de nosotros, pero cuando lo hacemos con la boca
cerrada impulsamos el aire exterior, que es frio).

4.3. LOS PITAGÓRICOS.


4.3.1. PITÁGORAS DE SAMOS (570-475 a.C.).
Pitágoras era natural de Samos, el rival comercial de Mileto. Dejó su patria para huir
de la tiranía de Polícrates y se refugió en la Magna Grecia, fundando en Crotona una
especie de asociación de carácter filosófico-religioso, que se difundió en numerosas
filiales. Se le atribuye una estancia de Egipto de donde habría incorporado a su
pensamiento caracteres del orfismo como la noción del cuerpo como sepulcro y prisión
del alma. A Pitágoras se le atribuye la invención de la tabla de multiplicar y del teorema
que lleva su nombre, aunque ya era conocido por los sumerios. No escribió nada. Sus
enseñanzas se transmitieron oralmente en la primera generación de discípulos, que
guardaban rigurosamente el secreto de la escuela.
Los pitagóricos también formaban una secta religiosa que defendía la idea de que el
alma es inmortal. Se trata de una idea extraña para la cultura griega, que siempre concibió
a los seres humanos como “los mortales”. Si este planteamiento nos resulta hoy familiar
es porque, en parte por mediación de Platón, llegó a constituir la seña de identidad del
cristianismo. Ligada a esta creencia pitagórica de la inmortalidad de las almas se
encuentra la doctrina de la transmigración: las almas se van encarnando en sucesivos
cuerpos; en el curso de este proceso van purificándose hasta que se liberan
definitivamente de lo terrenal y corporal y regresan a una región “pura” en el cielo. Los
pitagóricos también instituyen la concepción del cuerpo como “cárcel” y “sepulcro” del
alma. Profesan, por tanto, una separación dualista entre el cuerpo y el alma, separación
que va acompañada de una depreciación de lo corporal.
Pitágoras fue el primero en denominarse filósofo y, como los jonios, buscaba el origen
del universo. Sin embargo, este no sigue un camino materialista sino uno más bien
intelectual. Busca lo indeterminado y lo limitado y esto, en términos matemáticos, es el
número. Para los pitagóricos, los primeros principios son de carácter numérico (los
acordes musicales consisten en relaciones numéricas; los fenómenos del universos se
suceden de acuerdo con regularidades matemáticas, etc.). No existe algo que no posea
una cantidad, es más, todo lo que conocemos es una unidad. Para Pitágoras, cuando
unimos una unidad a sí misma, obtenemos la dualidad y, con esta, podemos comprender
la pluralidad. Los números, a su vez, están compuestos de dos principios: el límite y lo
ilimitado. El límite por excelencia es el uno. Se trata del principio de todas las cosas: toda
realidad es lo que es, es algo determinado, en la medida en que es una. Más exactamente,
cada realidad se forma por la imposición de un límite (un uno) sobre algo ilimitado. A
partir de ello, los pitagóricos explican la realidad a partir de una tabla de parejas de
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contrarios, de oposiciones duales (límite-ilimitado, par-impar, uno-múltiple, derecho-


izquierdo, macho-hembra, en reposo-en movimiento, bueno-malo). No es difícil deducir
la incidencia de este planteamiento en ciertos puntos de la cultura occidental.

4.4. MONISMO DINÁMICO.


4.4.1. HERÁCLITO DE ÉFESO (540-480 a.C.).
Natural de Éfeso. Es coetáneo a Parménides. Se le relaciona con un carácter
melancólico, representado siempre llorando en contraposición de Demócrito, siempre
riendo. Despreciaba a la plebe, y nunca quiso entrar en política. Rehusó una invitación
del rey Darío para visitar su corte. La misma actitud mantenía ante los poetas y filósofos
contemporáneos, incluso ante la religión. No tuvo maestro y aburrido de los hombres, se
retiró al templo de Artemis donde jugaba con los niños. Finalmente, huyó a los montes
donde vivió manteniéndose de hierbas. Es el pensador más eminente de los presocráticos,
su doctrina marca un gran avance. Tenía un pensamiento opuesto la de los Eleatas ya que,
para él, el ser y el no-ser son uno y lo mismo y existe una ley universal fija que rige todos
los acontecimientos particulares, y que es fundamento de la armonía universal del
cosmos.
Epistemológicamente establece la distinción entre el conocimiento sensitivo que solo
es fuente de opinión y el conocimiento racional o verdadero, aunque su desconfianza de
los sentidos no es absoluta, siendo éstos necesarios para adquirir la sabiduría, pero solo
como medio.
Ontológicamente se enfrenta con el problema del ser. Por una parte, mantiene la
unidad de la Naturaleza y del principio primordial. Pero por otra indaga en el dinamismo
iniciado por Anaximandro y Anaxímenes, con un profundo sentimiento del movimiento,
nada permanece ni es fijo ni estable, todo fluye. El principio primordial es el fuego que
está en constante mutación.
Antropológicamente compone al hombre de cuerpo y alma. Esta alma, que es de
naturaleza aeriforme, se renueva constantemente por la respiración. Su perfección
depende de su sequedad y de su mayor o menor proximidad al fuego. Las almas secas son
las mejores y las más sabias. Los borrachos tienen el alma húmeda. La sequedad, donde
proviene la superioridad de las almas, responde al concepto de que la humedad es la
muerte del fuego, elemento constitutivo de las propias almas, y por lo tanto su muerte.

4.5. LA ESCUELA DE ELEA.


4.5.1. JENÓFANES DE COLOFÓN. (570-475 a.C.).
Huyó de joven tras ser tomada la ciudad por los medos y anduvo como trovador
recorriendo diversos lugares entre los que llegó a la Magna Grecia, donde asistió a la
fundación de Elea. Destaca por haber llevado a cabo una profunda crítica a la concepción
tradicional griega de lo divino, concretamente a la imagen antropomórfica de los dioses
que imperaba en la mitología.
EL NACIMIENTO DE LA FILOSOFÍA. LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS.

Epistemológicamente para Jenófanes no hay certeza y todo son opiniones. Dudó de


todas las cosas, diciendo que todas las cosas son una sola, y que ésta es Dios. Contrapone
la verdad y la apariencia, y la certeza y la opinión; aspectos que exagerará Parménides.
Hace alusiones a la física de los milesios en sentido irónico y burlesco. Admiraba a
Tales por haber predicho un eclipse, pero ridiculiza a Pitágoras por la transmigración de
las almas. La tierra es el principio de las cosas, de la cual salen y a la cual vuelven todas
las cosas. Los vivientes nacen del fango (tierra mezclada con agua). La tierra es ilimitada
y no está rodeada por el aire (pneuma) ni por el cielo. Todas las cosas del mundo se
destruyen periódicamente, mediante la disolución de la tierra en el océano, volviendo al
fango primordial, de donde vuelven a salir indefinidamente. Un indicio de esa disolución
es la sal que queda cuando se evapora el agua del mar. Pero el ser permanece siempre en
su unidad inmutable, aunque se muevan y destruyan las cosas particulares.

4.5.2. PARMÉNIDES DE ELEA (515-450 a.C.).


Aunque fue discípulo del pitagórico Aminias, establece su doctrina en completa
contraposición con el sistema de la escuela pitagórica. Se le considera también discípulo
y continuador de Jenófanes. Parménides adopta una actitud polémica, por una parte,
contra el dualismo de los pitagóricos (ser y no-ser, lleno y vacío), y por otra contra el
movilismo de Heráclito.
Para los anteriores filósofos, la “naturaleza” y las cosas “particulares” coexistían sin
excluirse. Parménides, por el contrario, establece su dilema entre ser y no-ser,
pretendiendo la elección forzosa por uno de los términos. A esta antítesis ontológica,
añade otra paralela en el orden epistemológico, distinguiendo entre el conocimiento
sensitivo (fuente solo de opinión) y el conocimiento racional (único que proporciona la
verdad, la existencia del ser uno, eterno, indivisible e inmóvil). La consecuencia es un
monismo estático absoluto, con la supresión de la realidad de los seres particulares y del
movimiento. Los seres particulares no son más que ilusiones u opiniones de los sentidos.
Tampoco existe movimiento al no haber distancia entre los seres ni espacio vacío por el
que se pueda desplazar. Toda la realidad tal como la percibe la razón no es más que un
Ser único, compacto, finito, limitado e inmóvil (monismo estático del ser finito).
Identifica al ser con una esfera perfecta.

4.5.3. ZENÓN DE ELEA (490-430 a.C.).


Nación en Elea. Fue discípulo de Parménides. Intervino en política dando leyes a su
patria. Fue sometido a tortura después de fracasar una conspiración contra un tirano. A
punto de confesar debido al dolor, se mordió a la lengua y la escupió a la cara de su
torturador. Las afirmaciones de Parménides chocaban demasiado contra el sentido común
para no ser objeto de crítica por sus adversarios. En su defensa se levantó su discípulo.
Polemizó principalmente contra los pitagóricos, defendiendo el ser uno contra el ser
múltiple. Los argumentos de Zenón respondían a la nueva modalidad del pitagorismo
después del descubrimiento de los números irracionales, los cuales habían revelado la
existencia de cantidades no medibles con la unidad, y que, por tanto, no todas las cosas
se componían de números enteros. Los pitagóricos recurrieron al método infinitesimal,
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pero para Zenón, eso pone de manifiesto las contradicciones que implica querer concebir
las magnitudes compuestas por un número infinito de partículas indivisibles. Adopta
entonces el procedimiento de la reducción al absurdo de las propias premisas de sus
adversarios.

4.5.4. MELISO DE SAMOS (470-430 a. C.).


Fue un militar que en el 440 derrotó frente a Samos a la escuadra ateniense, aunque
Pericles vengó pronto la derrota. Mantiene el concepto eleático de la unidad, la eternidad,
la homogeneidad, la uniformidad e inmovilidad del ser. El Ser (mundo) es infinito, sin
principio ni fin.

4.6. LOS PLURALISTAS.


La filosofía de los llamados pluralistas se presenta como un intento de resolver la
problemática derivada de las tesis de Parménides. Como venimos diciendo, el
planteamiento de Parménides implica que sólo el ser tiene existencia real y verdadera,
mientras que todo lo demás es una mera apariencia. Los pluralistas mantienen la
concepción parmenídea del ser (hay ser y no hay no ser, por lo que el ser es eterno y
exento de todo cambio, nacimiento o destrucción). Todos ellos establecen como
principio (arché) una entidad necesaria, inmutable y eterna, pero esta realidad es ahora
múltiple, plural. El surgimiento y la destrucción de las realidades fenoménicas es
explicado como una interacción entre esos múltiples principios de carácter eterno.
Ahora el ser no es uno sino múltiple.

4.6.1. EMPÉDOCLES DE AGRIENTO (490-430 a.C.).


Era de familia noble. Intervino en política contra la oligarquía, restaurando la
democracia. Fue desterrado, muriendo probablemente en el Peloponeso. Para Empédocles
dichos principios eternos son las cuatro “raíces”: agua, aire, tierra y fuego. Es imposible,
como sostenía Parménides, que surja algo del no-ser y es imposible que el ser se destruya.
El nacimiento y la muerte de las realidades visibles es sólo el producto de la mezcla y la
disolución de los cuatro mencionados componentes, ellos mismos eternos. Las cuatro
raíces se unen por efecto de la amistad o amor, y se separan por efecto del odio. En virtud
de la amistad, lo múltiple llega a ser uno; y en virtud del odio, lo uno llega a ser múltiple.
Tales cambios ocurren continua e incesantemente.
De este modo, el universo experimenta un proceso cíclico y eterno de generaciones y
destrucciones: en unos momentos las cuatro raíces se encuentran unidas en una mezcla
perfecta, en la que impera el amor con exclusión del odio; en otros momentos, esta mezcla
compacta se va disgregando por efecto del odio, hasta que sus elementos quedan por
completo aislados. Las realidades que nos rodean no existen ni durante la mezcla perfecta
ni en el momento de la completa disgregación; sólo existen cuando el amor y el odio
luchan entre sí en direcciones opuestas.
Epistemológicamente y a diferencia de Parménides, pone su confianza en el
testimonio de los sentidos y en el de la razón. La verdad no se alcanza solo con los oídos
EL NACIMIENTO DE LA FILOSOFÍA. LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS.

o con los ojos, pero tampoco únicamente con la inteligencia, sino con ambas cosas a la
vez. Todos los sentidos merecen el mismo crédito.
4.6.2. ANAXÁGORAS DE CLAZOMENE (510-428 a.C.).
Fue el primer filósofo en abrir una escuela en Atenas, muy frecuentada por la
aristocracia. Anaxágoras parte igualmente del postulado de Parménides: ninguna cosa
nace ni muere; lo que llamamos generación y destrucción no son sino procesos de
composición y división. A los elementos de los que se componen las cosas Anaxágoras
los llama “semillas”, término que Aristóteles traduce por el de “homeomerías”. Estas
semillas son determinaciones cualitativas; cada una de ellas posee una concreta cualidad,
que se mantiene siempre invariable. Dichas semillas son infinitas en número e
infinitamente diversas. Son eternas, no engendradas e inmutables. Además, son
infinitamente divisibles.
En cada realidad hay una pequeña proporción de todas las semillas que existen, de
modo que “todo está en todo”, en cada cosa hay una parte de todas las cosas. Lo que hace
que algo sea lo que es, y no otra cosa, es el predominio de un tipo de semilla y no de otra.
Al principio estas semillas constituían una masa informe, de modo que nada se
distinguía de nada. Esta masa caótica fue ordenada por una inteligencia (noûs) de carácter
divino. La inteligencia puso dicha masa en un movimiento de rotación, el cual produjo su
progresiva separación en múltiples realidades diferenciadas. A diferencia del resto de las
cosas, esta inteligencia es autónoma y se encuentra separada de todo.
Para Anaxágoras, la formación del mundo es un proceso único e irrepetible. Partiendo
de un caos originario, la inteligencia (noûs) ordena la materia y el movimiento del
universo con arreglo a unos fines previamente fijados. Nos hallamos, por tanto, ante el
primer ejemplo de explicación teleológica de la naturaleza (un tipo explicación que será
dominante en la cosmología antigua y medieval).

4.7. LA ESCUELA ATOMISTA.


4.7.1. LEUCIPO (V a.C.).
Carecemos de datos sobre su vida. Algunos críticos han llegado a dudar de su
existencia, aunque Aristóteles lo considera como fundador de la escuela atomista. Es
probable que escribiera dos obras, junto con las de Demócrito, quedando así integradas
en una especie de “corpus” de la escuela atomista, siendo difícil discernir qué corresponde
a cada uno. Leucipo formularía las ideas fundamentales del sistema atomista, y Demócrito
lo perfeccionó y desarrolló con aplicaciones morales.

4.7.2. DEMÓCRITO DE ABDERA (460-370 a.C.).


Demócrito no pertenece cronológicamente a los presocráticos. Fue contemporáneo, y
al parecer rival de Platón, el cual, aunque conoció sus obras, nunca lo menciona. La
escuela atomista ofrece una visión nueva al problema de la unidad del ser y la pluralidad
de las cosas. Su visión de la realidad es destacadamente distinta, pudiendo considerarse
como una genial anticipación a las modernas teorías sobre la constitución de la materia.
Se trata del primer pensador ateo y el primer materialista. Para él, los átomos son el
EL NACIMIENTO DE LA FILOSOFÍA. LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS.

elemento positivo del Ser. Pero a la vez los atomistas admiten otro elemento negativo (el
vacío o No-Ser), también real, que desempeña la función de disgregar el Ser, separando
los átomos entre sí, y de hacer posible el movimiento. El vacío, mezclado con los átomos,
en mayor o menor proporción, es la causa de las diversas cualidades.
El alma es material. Está compuesta por átomos materiales, esféricos, de fuego, muy
sutiles y móviles. Es el principio de la vida y del movimiento en los animales y en los
hombres. Se alimenta por la respiración de los átomos de fuego esparcidos en el aire. La
muerte sobreviene cunado la cantidad de átomos inspirados es inferior a la de los
expelidos. Entonces el alma se disgrega y desaparece.

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