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El inicio: “del mito al logos” y concepción de ciencia en la edad antigua: Platón

1. El inicio: “del mito al logos”


Mythos y lógos

Logos (en griego λóγος -lôgos- ) es una palabra griega que tiene varios matices de significado:
Logos es la palabra en cuanto meditada, reflexionada o
razonada. Puede traducirse de distintas formas: habla, palabra, razonamiento,
argumentación o discurso. También puede ser entendido como: "inteligencia", "pensamiento",
"sentido", la palabra griega λóγος -lôgos- ha sido y suele ser traducida en lenguas romances como
Verbo (del latín : Verbum).

Su raíz estaría, probablemente, en el indoeuropeo leḡ, que tiene el sentido de "recoger junto",
imponiendo a ese recoger un "criterio", por lo tanto derivaría, tanto en el griego como en el latín, en
el sentido de recoger, seleccionar, elegir. En nuestro entorno cultural, la voz "mito" posee una carga
semántica añadida que asimila el mito a lo ficticio y compele a contemplar, valorar y juzgar una
supuesta forma de pensamiento típica de una mentalidad pre-lógica y mística, desde el supuesto y
correlativo modelo lógico-racional que se considera propio del pensamiento científico.

"En la cultura occidental la palabra mito suele ir asociada a los relatos de las hazañas de las
divinidades y héroes del mundo antiguo y suele sugerir un tiempo fabuloso y lleno de
encanto, pero también ingenuo y sometido a creencias erróneas, propias de civilizaciones
primitivas que se caracterizan por la existencia de formas de pensamiento no sólo anteriores,
sino también inferiores al conocimiento científico."

Si bien en sus orígenes o, al menos, hasta donde tenemos noción de su uso, la voz mythos no
entraba en oposición directa con lógos (sino que en algunos casos, la complementaba), es durante la
llamada "Ilustración" griega de los siglos IV y V a. d. C. cuando comienza a gestarse la oposición
entre lo que van a pasar a significar uno y otro. Ello acontece en virtud de que la razón o, mejor
dicho, el denominado "discurso razonado" o "discurso argumentativo-demostrativo" (que es el
sentido que paulatinamente cobrará lógos), surgirá como resultado de la crítica especulativa frente a
las creencias religiosas de la época y a los relatos que las sustentaban (esto es, los mythoi).

"... Es la cultura griega la única en la que se sometió al mito a un largo y penetrante análisis,
del cual salió radicalmente 'desmitificado'. El nacimiento del racionalismo jónico coincide
con una crítica cada vez más corrosiva de la mitología 'clásica', tal como se encontraba
expresadaen las obras de Homero y Hesíodo. Si en todas las lenguas indoeuropeas el
vocablo 'mito' denota una 'ficción', es porque los griegos lo proclamaron así hace ya
veinticinco siglos."

Esta crítica a los relatos sagrados fue posible por la ausencia de castas sacerdotales propiamente
dichas -al modo egipcio, por ejemplo-, que a su vez preservaran la escritura (y los conocimientos
astronómicos y técnicos55). Las cuestiones relativas a la escritura ocupan un importante lugar en la
investigación de los mitos, tanto respecto de la definición del mythos mediante contraste con el
entonces incipiente lógos, como del surgimiento de la filosofía en relación con la teogonía que
plasmaban los mitos.

"La religión griega no es la religión de la doctrina correcta. No tiene ningún libro sagrado cuya
adecuada interpretación fuese el saber de los sacerdotes, y justo por esto lo que hace la
Ilustración griega, a saber, la crítica del mito, no es ninguna oposición real a la tradición
religiosa. Sólo así se comprende que en la gran filosofía ática y, sobre todo, en Platón pudiesen
entremezclarse la filosofía y la tradición religiosa. Los mitos filosóficos de Platón testimonian
hasta qué punto la vieja verdad y la nueva comprensión son una."

Cabe señalar que ambas maneras de entender el mundo (mythos y lógos), coexistían en la cultura
griega, como lo prueba el hecho de que Platón -el primer filósofo del que poseemos buena parte de
su obra escrita- apele frecuentemente al relato tradicional (esto es, al mito) en sus diálogos
filosóficos, cuando alude a cuestiones que no puede -o no considera adecuado- explicar
mediante el lógos.

El nacimiento de la filosofía: categoría epistémica de los filósofos de la naturaleza. (Tomado


de Historia de la Filosofía Antigua y Medieval de Giovanni Reale y Dario Antiseri)

La filosofía como creación del genio helénico

La casi totalidad de los estudiosos consideran que la filosofía, como término o como concepto, es
una creación propia del genio de los griegos. En efecto, para todos los demás componentes de la
civilización griega se halla un elemento correlativo en los pueblos de Oriente que alcanzaron un
elevado nivel de civilización antes que los griegos (creencias y cultos religiosos, manifestaciones
artísticas de naturaleza diversa, conocimientos y habilidades técnicas de distintas clases,
instituciones políticas, organizaciones militares, etc.). En cambio, en lo que concierne a la filosofía,
nos hallamos ante un fenómeno tan nuevo que no sólo no posee ningún factor correlativo en dichos
pueblos, sino que ni siquiera existe algo estricta y específicamente análogo. Debido a ello, la
superioridad de los griegos con respecto a los demás pueblos en este aspecto específico no es de
carácter puramente cuantitativo sino cualitativo, en la medida en que lo que aquéllos crearon, al
instituir la filosofía, constituye en cierto sentido una novedad absoluta.

Quien no tenga presente este hecho no podrá comprender por qué la civilización occidental, bajo el
impulso de los griegos, asumió una dirección completamente distinta de la oriental. En particular,
no se podría comprender por qué razón los orientales, cuándo quisieron aprovechar la ciencia
occidental y sus resultados, tuvieron que apelar a determinadas categorías de la lógica occidental.
De hecho, no en todas las culturas se hace posible la ciencia. Hay ideas que convierten en
estructuralmente imposible el nacimiento y el desarrollo de determinadas concepciones, y existen
incluso ideas que impiden la ciencia en conjunto, por lo menos la ciencia tal como ahora la
conocemos.

Ahora bien, la filosofía —gracias a sus categorías racionales— ha permitido el nacimiento de la


ciencia, y en cierto sentido, la ha engendrado. Admitir esto significa reconocer a los griegos el
mérito de haber aportado una contribución realmente excepcional a la historia de la civilización.

Los rasgos esenciales de la filosofía antigua

La tradición afirma que fue Pitágoras el creador del término «filo-sofía», lo cual resulta verosímil,
si bien no es algo comprobado desde el punto de vista histórico. Sin duda el término fue acuñado
por un espíritu religioso, que presuponía que sólo a los dioses les era posible una sofìa (una
sabiduría), es decir, una posesión cierta y total de la verdad, mientras que consideraba que al
hombre sólo le era posible una tendencia a la sofìa, una continuada aproximación a la verdad, un
amor al saber jamás del todo satisfecho, de donde surge precisamente el nombre de «filo-sofía»,
«amor a la sabiduría».

¿Qué entendieron los griegos, en esencia, al hablar de esta amada sabiduría?


Desde el momento en que nació, la filosofía asumió de un modo terminante las tres características
siguientes, que hacen referencia a a) su contenido, b) su método, y c) su objetivo.
En lo que concierne al contenido, la filosofía se propone explicar la totalidad de las cosas, es decir
toda la realidad, sin exclusión de partes o de momentos. Por lo tanto, la filosofía se distingue de las
ciencias particulares, que precisamente se llaman así porque se limitan a explicar partes o sectores
de la realidad, grupos de cosas o de fenómenos. La pregunta de aquel que fue y que es considerado
como el primero de los filósofos, «¿cuál es el principio de todas las cosas?» ya nos muestra la plena
adquisición de este aspecto. En consecuencia la filosofía se propone como objeto la realidad y el ser
en su conjunto. Y veremos que a la realidad y al ser en su conjunto se llega mediante el
descubrimiento del primer principio, esto es, el primer porqué de las cosas.

En lo que concierne al método, la filosofía aspira a ser una explicación puramente racional de
aquella totalidad que se plantea como objeto. En filosofía resulta válido el argumento de razón, la
motivación lógica, el logos. A la filosofía no le basta con constatar o comprobar datos de hecho,
reunir experiencias: la filosofía debe ir más allá del hecho, más allá de las experiencias, para hallar
la causa o las causas, precisamente a través de la razón.
Éste es el carácter que confiere cientificidad a la filosofía. Se dirá que este rango también es común
a las demás ciencias, que en cuanto tales nunca son una mera comprobación empírica, sino en todos
los casos una búsqueda de causas y de razones. La diferencia reside en el hecho de que, mientras
que las ciencias particulares son investigaciones racionales de realidades particulares o de sectores
particulares, la filosofía, como ya se ha dicho, es investigación racional de toda la realidad (del
principio o de los principios de toda la realidad). Con esto queda aclarada la diferencia entre
filosofía, arte y religión. También el arte y las grandes religiones aspiran a captar el sentido de la
totalidad de lo real, pero aquél lo hace mediante el mito y la fantasía, y éstas, a través de la creencia
y de la fe (como hemos dicho anteriormente). En cambio la filosofía busca la explicación de la
totalidad de lo real precisamente con el logos.

El objetivo o la finalidad de la filosofía, por último, reside en el puro deseo de conocer y de


contemplar la verdad. En definitiva la filosofía griega constituye un amor desinteresado a la verdad.
Según Aristóteles, los hombres ál filosofar «buscaban el conocer con la finalidad de saber y no para
conseguir una utilidad práctica». De hecho la filosofía nace únicamente después que los hombres
han solucionado los problemas fundamentales de la subsistencia y se han liberado de las
necesidades materiales más urgentes. «Es evidente, pues —concluye Aristóteles—, que no
buscamos la filosofía por algún provecho que le sea ajeno a ésta y más bien es evidente que, al igual
que llamamos hombre libre a aquel que es un fin en sí mismo y que no está sojuzgado por otros,
asimismo sólo ésta, entre todas las demás ciencias, recibe el nombre de libre: sólo ella es fin en sí
misma.» Es fin en sí misma porque tiene como punto de mira la verdad buscada, contemplada y
disfrutada como tal. Se entiende, por lo tanto, la afirmación de Aristóteles: «Todas las demás
ciencias serán más necesarias que ésta, pero ninguna será superior.» Tal afirmación fue compartida
por toda la filosofía griega.

Se impone, empero, una reflexión. La contemplación que es peculiar de la filosofía griega no


equivale a un otium vacío. Es verdad que no se halla sometida a fines utilitarios, pero posee una
relevancia moral —e incluso política— de primer orden. Resulta evidente que al contemplar el todo
cambian necesariamente todas las perspectivas acostumbradas, se transforma la visión del
significado de la vida humana y aparece una nueva jerarquía de valores. La verdad contemplada
revela una enorme energía moral y, como veremos, precisamente sobre la base de esta energía
moral, Platón construirá su Estado ideal. Más adelante estaremos en condiciones de desarrollar y
aclarar estos conceptos.

Mientras tanto se hace manifiesta la absoluta originalidad de esta creación griega. También los
pueblos orientales poseyeron una sabiduría que trataba de interpretar el sentido de todas las cosas
(el sentido del todo) y que carecía de finalidades pragmáticas. No obstante, dicha sabiduría estaba
caracterizada por representaciones fantásticas y míticas, lo cual la asimilaba a la esfera del arte, de
la poesía o de la religión. En conclusión, el gran descubrimiento de la filo-sofía griega reside en
haber intentado esta aproximación al todo apelando únicamente a la razón (al logos) y al método
racional. Tal descubrimiento ha condicionado estructuralmente, y de modo irreversible, a todo el
Occidente.

La filosofía como necesidad primaria de la mente humana

Sin embargo, cabe preguntar: ¿por qué ha sentido el hombre la necesidad de filosofar? Los antiguos
respondían que dicha necesidad pertenece, de manera estructural, a la naturaleza misma del hombre:
«Todos los hombres—escribe Aristóteles—por naturaleza aspiran al saber.» Más aún: «El ejercitar
la sabiduría y el conocer son deseables en sí mismos para los hombres: no es posible vivir como
hombres sin tales cosas.» Y los hombres tienden al saber porque se sienten llenos de asombro o de
admiración, afirman Platón y Aristóteles: «Los hombres han comenzado a filosofar, tanto ahora
como en los orígenes, debido a la admiración: al principio quedaban admirados ante las dificultades
más sencillas, pero después, avanzando poco a poco, llegaron a plantear problemas cada vez
mayores, como los problemas referentes a los fenómenos de la luna, del sol y de los astros, y luego,
los problemas referentes al origen de todo el universo.»

En consecuencia la raíz de la filosofía consiste en esta admiración, que surge en el hombre que se
enfrenta con el Todo y se pregunta cuál es el origen y el fundamento de éste, y qué lugar ocupa él
mismo en este universo. Así, la filosofía es algo inevitable e irrenunciable, precisamente porque es
inevitable la admiración ante el ser, al igual que es irrenunciable la necesidad de satisfacerla. ¿Por
qué existe este todo? ¿De dónde ha surgido? ¿Cuál es su razón de ser? Se trata de problemas que
equivalen al siguiente interrogante: ¿por qué existe el ser y no la nada? Un caso particular de este
problema general es la pregunta: ¿por qué existe el hombre? ¿Por qué existo yo? Como es evidente,
se trata de problemas que el hombre no puede dejar de plantearse, problemas que, en la medida en
que sean rechazados, desacreditan a quien los rechaza. Y son problemas que conservan su propio
sentido específico, aun después del triunfo de las ciencias particulares modernas, porque ninguna de
éstas ha sido creada para resolverlos. Las ciencias sólo responden a preguntas sobre una parte pero
no a preguntas sobre el sentido del todo.

En un principio la totalidad de lo real fue vista como physis (naturaleza) y como cosmos, lo cual
hizo que el problema filosófico por excelencia fuese el cosmológico. Los primeros filósofos, que
recibieron precisamente el nombre de físicos, naturalistas o cosmólogos, se plantearon los
siguientes problemas: ¿cómo surge el cosmos? ¿Cuáles son las fases y los momentos de su génesis?
¿Cuáles son las fuerzas originarias que intervienen?
Sin embargo, con los sofistas se modifica la situación. Entra en crisis la problemática del cosmos y
la atención se centra en el hombre y en su virtud específica. Nacerá así la problemática moral.

Gracias a las grandes construcciones sistemáticas del siglo iv a.C. la temática filosófica se
enriquecerá aún más, diferenciándose determinados ámbitos de problemas (vinculados con la
problemática del todo) que más tarde, a lo largo de toda la historia de la filosofía, continuarán
siendo puntos de referencia paradigmáticos.
Platón descubrirá y tratará de demostrar que la realidad o el ser no son de un único género y que
además del cosmos sensible existe también una realidad inteligible y que trasciende a lo sensible.
Por lo tanto, descubrirá lo que más tarde se denominará «metafísica» (el estudio de aquellas
realidades que trascienden a las realidades físicas).

Este descubrimiento llevará a Aristóteles a distinguir entre una física propiamente dicha, como
doctrina de la realidad física, y una metafísica, como doctrina de la realidad suprafísica, y así la
física llegará a significar, de un modo estable, ciencia de la realidad natural y sensible. También los
problemas morales adquirirán un carácter específico, distinguiéndose entre los dos momentos de la
vida: la del individuo y la del hombre en colectividad. Nace así la distinción entre los problemas
éticos en sentido estricto y los problemas más estrictamente políticos (problemas que para los
griegos seguirán estando vinculados entre sí de un modo mucho más estrecho que para nosotros, los
hombres modernos).

La filosofía anterior a Aristóteles tratará estos problemas como algo definitivamente adquirido,
dividiéndolos en tres grupos:
1) problemas físicos (ontológico-teológico-físico-cosmológicos)
2) lógicos (y gnoseológicos) y,
3) morales. La última filosofía griega, que se desarrolla ya durante la era cristiana, acabará por
responder a instancias místico-religiosas, en consonancia con la mentalidad de la nueva época.
Platón

Fue discípulo de Sócrates, quien le impactó profundamente, no sólo por su agudeza intelectual sino
especialmente por la autenticidad de su vida. Sería muy joven cuando asistiría a la muerte de Sócrates.
Al escándalo de ver que una sociedad condenaba a morir precisamente al hombre que más amaba la
verdad, se añadiría el ejemplo de su maestro: la convicción –hecha vida– de que sólo merece la pena
vivir si es conforme a la verdad, cuya búsqueda justifica una vida y es la actividad más propiamente
humana que se pueda realizar.
Pero Justamente por ese regalo recibido del ejemplo de una vida realmente auténtica, que amaba
apasionadamente la verdad, Platón se propone continuar la empresa socrática de penetrar con las
armas de la razón en lo más profundo de la realidad que nos rodea y ascender por ella a la serena
contemplación de la verdad. Este empeño ganó para la filosofía a uno de los grandes espíritus de la
humanidad: Aristoclés, llamado familiarmente por sus compañeros Platón.
Platón nace el año 427 a. C. y muere en el 347. Pertenece a la nobleza más antigua de Atenas. Funda
la Academia en el 387 la "Academia". Su obra es todavía muy estudiada en la actualidad. Es autor de
veinticuatro diálogos (contando sólo los de reconocida autenticidad). Para un primer acercamiento a
Platón es útil la lectura, al menos, de los siguientes: Apología de Sócrates, Crátilo, El Banquete,
Fedón, Menón, La República, y las Leyes.
Platón supo expresar su pensamiento con la belleza del mito y de la fantasía; lo cual le permite
difundir la idea de que la realidad es de tal riqueza que sólo queda expresarla a través del arte, por lo
que consciente también de su condición de filósofo –amante de la sabiduría–, huyó siempre del
dogmatismo y del sistema cerrado, para atenerse a la actitud humilde del poeta que se expresa por
analogías y comparaciones.
Éste es un gran mérito de Platón ya que después de descubrir la verdad, el problema, mejor dicho, la
tarea es ¿cómo expreso esto que he visto? Se suele decir que la claridad es la cortesía del filósofo,
pero lo que se puede llegar a inteligir es a veces, sumamente rico y complejo, y a veces nos parece
que nos faltan palabras para expresarlo, lo cual requiere una praxis especial para exponerlo, tratando
de no desfigurar aquello que se quiere comunicar. Saberle cantar a la verdad es todo un arte y a veces
es muy difícil. Por ejemplo, a veces uno lo comprueba cuando se trata de nos caen de las manos, nos
resultan insuficientes. Probablemente la felicidad imperecedera será cantar, ante la presencia de la
Realidad más plena.
Otro mérito de Platón es haber sido coherente intentado poner en práctica su filosofía moral en la
vida política de aquel entonces. Esto le lleva a intervenir en los asuntos de la Polis, para poner a
prueba sus ideas. Toma parte en la guerra de Corinto. Entre el 399 y el 388 se dedica a viajar. Intenta
hacer realidad sus ideales ético-políticos en Siracusa, a través del tirano Dionisio I. Sin embargo,
fracasa y está a punto de ser vendido como esclavo. Después de volver a Atenas y fundar la Academia,
intenta de nuevo plasmar sus ideales ético-políticos en Siracusa, esta vez a través de Dionisio II, pero
vuelve a fracasar. Sin embargo, todo ello le sirvió para aprender y madurar su filosofía política.
Las líneas fundamentales de su pensamiento son:

Interpretación platónica de la realidad.

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