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Gonzalo Vázquez1
1. Introducción
De todos modos, el concepto de OESS que estamos proponiendo aquí se relaciona sin mayores
problemas con el concepto de “empresas sociales” que propone el proyecto ICSEM a partir de la
definición desarrollada por la red EMES. Se trata de organizaciones que: (a) desarrollan actividades
de producción y/o venta de bienes y servicios, (b) a partir del trabajo remunerado de sus integrantes,
y (c) enfrentando un nivel significativo de riesgo (dimensión económica); son (d) iniciativas colectivas
impulsadas por grupos de personas y organizaciones que (e) se plantean objetivos sociales explícitos,
los cuales (f) limitan y orientan la distribución de sus ingresos y excedentes (dimensión social); por
último, el gobierno de estas organizaciones (g) se apoya en la autonomía y la autogestión de sus
integrantes, en (h) mecanismos democráticos de toma de decisiones basados en la igualdad de sus
miembros, y en la (i) participación activa de las diversas partes interesadas en el proyecto (dimensión
de gobernanza). (Defourny y Nyssens, 2012)
En síntesis, para el presente estudio se asume un concepto amplio de OESS, que intenta abarcar a
una gran diversidad de organizaciones que en Argentina pueden ser consideradas parte del campo
1
Investigador docente del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS).
Economista (UBA), Mg. Economía Social (UNGS). gvazquez@ungs.edu.ar
1
de la Economía Social y Solidaria, y que en mayor o menor medida reúnen estas características: son
experiencias asociativas que llevan adelante algún tipo de actividad económica (productiva,
financiera, comercial o de consumo), que se organizan en base a los principios de autogestión,
participación y democracia interna, y que presentan objetivos sociales y políticos orientados hacia la
satisfacción de las necesidades de sus miembros y sus comunidades, a través de la integración y
transformación social.
Hecha esta aclaración conceptual, el propósito principal de este capítulo es desarrollar una
propuesta de identificación y caracterización de los distintos tipos de OESS en la realidad argentina a
partir de una clasificación en 5 modelos principales. Antes de ello, se presenta un breve marco
histórico de la economía argentina y una explicación de cómo fueron surgiendo los conceptos y
experiencias que conforman el campo de la Economía Social y Solidaria en nuestro país. El capítulo se
cierra con unas reflexiones acerca de la fisonomía particular de las OESS argentinas en comparación
internacional y sobre sus perspectivas en el contexto actual nacional y latinoamericano.
Con respecto al modelo Agroexportador, fue impulsado sistemáticamente por los sectores
dominantes del capitalismo argentino (los terratenientes) desde los inicios de la organización
nacional en la segunda mitad del siglo XIX. Se basa en la especialización productiva en el sector
agrícola y ganadero, aprovechando las ventajas del clima templado y la fertilidad de la tierra de la
extensa “pampa húmeda”. Esta producción (sobre todo los cereales y la carne vacuna) tenía como
destino la exportación a los mercados europeos, especialmente el de Gran Bretaña, primera potencia
mundial en aquella época. A su vez, la Argentina era un mercado creciente para los bienes
industriales de los países centrales y para realizar rentables inversiones de capital en sectores
vinculados a las actividades agroexportadoras (ferrocarriles, puertos, frigoríficos, bancos, etc.). Este
esquema económico, típica inserción de un capitalismo periférico en el mercado mundial, generó
durante varias décadas un notable crecimiento del PBI y enormes ganancias. Pero estos beneficios
fueron apropiados y concentrados exclusivamente por la clase dominante local (propietarios
latifundistas) y por sus aliados extranjeros. El gobierno en manos de esta “oligarquía terrateniente”
orientó sus políticas y sus recursos a consolidar este modelo y no impulsó una redistribución hacia los
sectores menos favorecidos. Mientras la población indígena originaria fue aniquilada o expulsada de
sus tierras, la población del país se cuadruplicó con la llegada de una gran masa de inmigrantes
europeos (especialmente españoles e italianos), que fueron recibidos por el Estado argentino con
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apertura, pero sin mayores recursos, salvo el de una educación pública y gratuita de relativamente
buena calidad.
Justamente, esta población inmigrante europea fue la que trajo obreros con saberes, experiencias y
tradiciones culturales que produjeron nuevas ideologías y formas de organización que dieron origen
a las primeras experiencias de economía social en Argentina. Así fue como surgieron las primeras
asociaciones sindicales, mutuales y cooperativas, que apuntaban a atender las necesidades básicas
de sus colectividades de origen y de la clase trabajadora en su conjunto. Otras cooperativas fueron
promovidas por pequeños y medianos empresarios para poder desarrollar sus actividades
enfrentando a las grandes empresas monopólicas y a un sector financiero que no los tenía en cuenta.
También surgieron muchas cooperativas para proveer los servicios públicos esenciales en pueblos y
localidades pequeñas y medianas. Todas estas organizaciones pioneras de la economía social en la
Argentina se crearon sin ningún tipo de apoyo por parte del Estado, que en general las consideraba
ajenas a su incumbencia. (Plotinsky, 2017)
El modelo Agroexportador entra en crisis en la década de 1930, dado que el esquema de comercio
internacional en el que se insertaba se debilita frente a las nuevas políticas proteccionistas que
adoptan los países centrales ante la profunda crisis que atraviesa el capitalismo a nivel mundial en
esos años. En ese contexto, sobre todo a partir de los gobiernos de Juan D. Perón (1946-1955), se
impulsó un nuevo modelo de desarrollo basado en el aumento de la producción industrial destinada
al consumo interno. A partir de políticas estatales de orientación keynesiana, de regulación de los
mercados y redistribución del ingreso, se amplió y creció mucho el sector de empresas de capital
nacional, especialmente las pymes. Este modelo de Industrialización propició que durante tres
décadas se alcanzara una situación de pleno empleo, con salarios que permitieron a los trabajadores
sostener crecientes niveles de consumo y bienestar. Al mismo tiempo se generaron políticas sociales
universales, que garantizaron la satisfacción de distintas necesidades (educación, salud, vivienda,
cultura, ocio, etc.) a una gran mayoría de la población argentina.
En este marco, con el crecimiento del mercado interno, surgieron muchas cooperativas de
producción, de consumo y de crédito (Levin y Verbeke, 1997). También comenzaron a ser
promovidas por el Estado: por ejemplo, en su primer plan quinquenal el gobierno de Perón promovió
a las cooperativas agrarias en las zonas rurales y a las de consumo en las ciudades; el segundo plan
quinquenal proponía la conformación de un “gran sistema cooperativo nacional”, pero este plan no
se llegó a implementar debido al golpe de Estado que derrocó al gobierno peronista. Hacia el final del
período de la Industrialización, a inicios de la década de 1970, se crearon los organismos nacionales y
las leyes que regulan hasta hoy a las cooperativas y mutuales en la Argentina. (Plotinsky, 2017)
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los sectores de mayor poder económico (los terratenientes agroexportadores, las grandes
corporaciones transnacionales y sus representantes en los gobiernos de los países centrales y en los
organismos internacionales) que nunca aceptaron de buen grado las políticas de regulación de los
mercados y de redistribución de recursos desde el capital hacia los trabajadores que sostenía el
esquema industrializador. Por eso, en el marco de un fuerte conflicto político interno, otro golpe de
Estado que se concretó el 24 de marzo de 1976 impuso por la fuerza un cambio de modelo
económico, eliminando cualquier intento de resistencia popular a través de una política represiva
extremadamente violenta, que incluyó el secuestro, la tortura y la desaparición y muerte de miles de
trabajadores, estudiantes y militantes políticos y sociales. Esta dictadura cívico-militar que gobernó
entre 1976 y 1983 representó un punto de inflexión en la historia argentina e inauguró una etapa de
fuerte retroceso económico, social y cultural para la mayoría de la población.
El modelo Neoliberal iniciado por esta dictadura se profundizó luego con gobiernos elegidos
democráticamente (sobre todo en la década de 1990) que cedieron a las presiones del Fondo
Monetario Internacional para adoptar las políticas del llamado “Consenso de Washington” en el
marco de la nueva etapa de Globalización capitalista. Sintéticamente, durante este período se
llevaron adelante políticas de liberalización y apertura de los mercados de bienes y capitales, de
reducción del papel del Estado en la economía (desregulación, privatizaciones y ajuste
presupuestario), desprotección de la producción nacional frente a la competencia extranjera,
descenso de los ingresos reales de los trabajadores y flexibilización de las condiciones laborales. Estas
políticas produjeron en la economía argentina las siguientes consecuencias: un fuerte proceso de
desindustrialización, la desaparición de una gran cantidad de empresas nacionales (sobre todo
pymes) que producían para el mercado interno, un aumento inédito del desempleo y la precarización
laboral, y por ello del empobrecimiento y la exclusión social de amplios sectores de la población
argentina.
Las organizaciones de la economía social fueron ampliamente perjudicadas por las políticas
neoliberales. Por el hecho de ser organizaciones que promueven relaciones democráticas y
participativas a nivel comunitario, la dictadura del 76 las consideró un potencial enemigo, y por ello
las desprotegió y legisló en su contra en varias ocasiones (Plotinsky, 2017). Con las políticas de
apertura y desregulación, las organizaciones de la economía social se vieron obligadas a competir en
mercados concentrados frente a grandes corporaciones, lo que implicó que muchas cooperativas de
crédito, agropecuarias y de consumo dejaran de existir, perdieran asociados o sacrificaran parte de
su identidad cooperativa para sobrevivir (Levin y Verbeke, 1997). Sólo un tipo de organización de la
economía social y solidaria creció fuertemente en cantidad: las cooperativas de trabajo y los
emprendimientos autogestionados por sus trabajadores, que representaron alternativas asociativas
de refugio frente al desempleo y espacios de resistencia, como es el caso de las empresas
recuperadas que surgieron a fines de la década de 1990.
Las políticas neoliberales sumieron a la Argentina en una larga y profunda crisis económica, que tuvo
su punto culminante en el estallido social y político de diciembre de 2001, en el que se manifestó el
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rechazo popular a la continuidad del modelo vigente y la exigencia de un cambio radical en las
políticas públicas. Así fue que entre 2003 y 2015, durante los gobiernos peronistas de Néstor
Kirchner y Cristina Fernández se abandonaron las recetas liberales y se impulsaron políticas
orientadas hacia la reindustrialización de la economía y la defensa del empleo y del consumo interno,
así como intervenciones estatales redistributivas y de ampliación del sistema público de protección
social. Esto se dio en el marco de una tendencia regional de gobiernos populares y/o de izquierda en
casi toda América del Sur (Chávez en Venezuela, Lula en Brasil, Evo Morales en Bolivia, Correa en
Ecuador, etc.), que generaron significativos procesos de ampliación de derechos y de mejoras en el
bienestar de las mayorías, luego de décadas de retrocesos provocados por el neoliberalismo.
En ese marco, las organizaciones de la economía social y solidaria fueron fuertemente promovidas
por el Estado en este período. Se impulsaron políticas de promoción de emprendimientos asociativos
como estrategia para la reducción de la pobreza, otorgando créditos y subsidios de manera masiva.
También se fomentó la creación de una gran cantidad de cooperativas de trabajo para la realización
de obras públicas en los barrios de menores recursos (infraestructura urbana, viviendas, redes de
saneamiento, etc.), generando oportunidades de ingresos y empleo a población excluida del
mercado laboral. Por otro lado, las políticas redistributivas que ampliaron los ingresos de amplios
sectores de la población redundaron en un notable crecimiento del consumo y favorecieron a las
empresas nacionales que producen para el mercado interno, entre ellas a las pymes, cooperativas y
empresas recuperadas. También hubo cambios en la legislación, que se tornó en general más
favorable hacia este sector.
Finalmente, a fines de 2015 asumió el gobierno una alianza política de una orientación ideológica
diferente, claramente más favorable a las políticas neoliberales y representativa de los intereses de
los sectores de mayor poder económico y financiero. Esto también se da en el marco de un cambio
de tendencia a nivel sudamericano, con nuevos gobiernos de derecha (incluso a través de golpes de
estado parlamentarios, como en Brasil) que impulsan el regreso al programa neoliberal. Este nuevo
escenario político presenta enormes desafíos a las organizaciones de la economía social y solidaria,
que analizaremos más adelante.
2
La publicación en Argentina del libro “La Empresa Social” de Ota de Leonardis, Diana Mauri y Franco Rotelli
(Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1995) influyó en la difusión local de esta perspectiva.
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personas “desventajadas”. Una idea de los difusores locales de esa noción de población desventajada
era que no sólo debía incluir a las personas con problemas de salud mental o discapacidades, sino
también a personas en situación de calle, a desempleados de larga duración y a otros trabajadores
excluidos del mercado laboral formal. En el contexto de la fuerte crisis laboral y social que atravesaba
al país en esos años, esta propuesta tuvo alguna repercusión y fue inspiradora de algunas iniciativas y
de una red que las agrupaba, llamada REDESA (Red de Empresas Sociales Argentinas).
También existieron para esa época investigaciones académicas que adoptaron el concepto
(ampliado) de empresa social para identificar un conjunto organizaciones existentes en el país y
analizar sus características y potencialidades, pero ya enmarcando a este tipo de experiencias en un
campo más amplio, el de la “Economía Social”3. Justamente, en esos años el concepto de Economía
Social fue cobrando fuerza en el contexto nacional y logrando aglutinar bajo su nombre a numerosas
experiencias que emergían frente a la crisis, relegando rápidamente al concepto de empresa social,
que desde entonces sólo se utiliza de manera marginal en nuestro país, tanto en el ámbito
académico como en el de las prácticas económicas alternativas.
Este resurgimiento del concepto de Economía Social en Argentina no estuvo exento de tensiones, ya
que esa denominación era la que venía utilizando en el país desde hacía mucho tiempo el sector de
empresas cooperativas y mutuales. A este sector le llevó varios años aceptar que las nuevas
iniciativas emergentes pudieran ser identificadas bajo el mismo paraguas conceptual y nominal que
sus tradicionales organizaciones. (Plotinsky, 2015)
También a partir del 2001 fue marcada la influencia del movimiento social, político y académico
generado en torno del Foro Social Mundial que se desarrollaba en Porto Alegre, en el que la
participación argentina llegó a ser muy importante. En ese espacio se encontraban una enorme
cantidad de personas y proyectos colectivos que se identificaban con la idea de que “otro mundo es
3
Ver libro “Empresas Sociales y Economía Social: aproximación a sus rasgos fundamentales”, de A. Abramovich,
D. Cassano, A. Federico Sabaté, S. Hintze, G. Kohan, A. Montequín y G. Vázquez. UNGS. Los Polvorines, junio de
2003. Argentina.
4
Ver el breve texto “La Economía Social como vía para otro desarrollo social” de José Luis Coraggio, escrito en
2002 como documento de lanzamiento de un debate sobre "Distintas propuestas de Economía Social" en
URBARED, sitio web promotor de experiencias y debates en torno a políticas alternativas al neoliberalismo
(disponible en www.coraggioeconomia.org/jlc_publicaciones_ep.htm).
5
Ver los fundamentos de la MAES en http://www.ungs.edu.ar/ms_ico/?page_id=5079
6
posible”, y en particular con la construcción colectiva de “otra economía” alternativa a la que
establece el capitalismo neoliberal. Desde allí, en el intercambio con experiencias y lecturas
provenientes del país vecino y de otros lugares de América Latina, ingresa con fuerza la noción de
“Economía Solidaria”, ampliamente utilizada en esos otros contextos nacionales cercanos, sobre
todo en Brasil.6
Promediando ya la primera década del siglo XXI, surgió y se extendió rápidamente en Argentina -así
como en toda la región latinoamericana- el uso del concepto-paraguas de “Economía Social y
Solidaria” como aquel capaz de incluir a todo un conjunto amplio y diverso de experiencias prácticas
y propuestas teóricas. Desde ese entonces hasta la actualidad, la denominación Economía Social y
Solidaria (ESS) se impuso ampliamente como la más utilizada, tanto por los académicos7 como por los
miembros de las organizaciones que conforman este campo.
Ahora bien, cuando en la Argentina se habla de ESS no siempre se habla de lo mismo. Hoy en día es
un concepto polisémico (Pastore, 2010), ya que suele ser utilizado en varios sentidos:
- En segundo lugar, se suele designar como políticas de ESS a una variedad de políticaspúblicas
orientadas a la promoción de actividades productivas que generen ingresos para los sectores
más pobres de la población. Este tipo de políticas se comenzaron a implementar a partir de
2003 y fueron creciendo en magnitud en el marco de las estrategias estatales de asistencia y
promoción social, llegando a permear los distintos niveles del estado (local, provincial y
nacional) y las gestiones de diferentes signos políticos. (Hintze, Deux y Costa, 2012)
- En tercer lugar, el término ESS también se utiliza para designar a una propuesta de
transformación social, que expresa una crítica radical al sistema capitalista y plantea la
necesidad y posibilidad de construir “otra economía” alternativa (Santos y Rodríguez, 2002;
Vázquez, 2009). Este sentido utópico del término ESS -que se utiliza sobre todo en los ámbitos
6
Por ejemplo, ver el texto de Paul Singer “Economía Solidaria. Un modo de producción y distribución“,
publicado en el libro “A economía solidaria no Brasil: a autogestao como resposta ao desemprego”, Paul Singer
y André Ricardo de Souza (org.), Sao Paulo, Editora Contexto, 2000
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En ello puede haber influenciado el surgimiento de la RILESS (Red de Investigadores Latinoamericanos de
Economía Social y Solidaria) en 2005, que impulsó diversos encuentros y espacios de intercambio como la
Revista “Otra Economía” desde 2007 (ver www.revistas.unisinos.br/otraeconomia). En Argentina, años más
tarde se conformó la RUESS (Red Universitaria de Economía Social y Solidaria, www.ruess.com.ar), propuesta
de articulación, visibilización, convergencia y escala de las prácticas (de intervención, investigación, docencia,
acciones con la comunidad y vinculación territorial) de las universidades relacionadas con la Economía Social y
Solidaria.
7
de militancia y debate político- “tensiona” a los sentidos anteriores, que se desenvuelven
inevitablemente en el marco del propio sistema capitalista al que se desea superar. (Coraggio,
2002)
Las Organizaciones de la ESS (OESS), foco principal del presente trabajo, son el conjunto amplio y
diverso de experiencias que materializan el primero de los sentidos recién enunciados. Pero, en
mayor o menor medida, también participan del resto de los sentidos, que se pueden expresar en su
compromiso con un proyecto de transformación social o en su vinculación con políticas públicas de
promoción de la ESS.
Antes de cerrar esta sección, queremos señalar que en Argentina también tiene un uso extendido el
concepto de “economía popular”. En nuestro país podemos distinguir dos visiones diferentes sobre
este concepto: un punto de vista actualmente influyente -tanto en el plano académico como en el
político- caracteriza a la economía popular como el conjunto de actividades que realizan los
trabajadores excluidos del mercado laboral para generar ingresos, en general de manera
independiente (ya sea individual o colectivamente), muchas veces por fuera de los marcos legales
(por eso es asimilable al sector informal) y cuya lógica principal es la sobrevivencia (Grabois y Pérsico,
2014). Otra perspectiva plantea que la economía popular es el conjunto de recursos, actividades,
saberes y redes que ponen en juego las unidades domésticas de los trabajadores para lograr la
reproducción ampliada y solidaria de la vida de sus miembros (Coraggio, 1999). Se incluyen aquí a
todos los que viven de su trabajo y no sólo a los más pobres y excluidos. Esta segunda visión destaca
el potencial que implica la economía popular realmente existente basada en una lógica reproductiva
y solidaria en lo doméstico como plataforma para un proyecto de economía alternativa.
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Entonces, estamos identificando distintos rasgos característicos que configuran 5 modelos diferentes
de OESS en Argentina. Cabe aclarar que dichos rasgos característicos no se presentan empíricamente
en la misma medida en cada una de las OESS concretas que entran en cada modelo; en este sentido
son “tipos ideales” y no reflejo exacto de realidades empíricas. Se trata de una hipótesis de
clasificación de OESS elaborada con la intención de que pueda ser discutida y enriquecida con críticas
y aportes, y al mismo tiempo que pueda ser útil para la comparación con otras realidades nacionales
y regionales.
Los 5 modelos de OESS que proponemos son los siguientes: A) Organizaciones autogestionadas por
sus trabajadores; B) Entidades de la Economía Social tradicional; C) Cooperativas de inclusión social
vinculadas a políticas estatales; D) Negocios sociales liderados por emprendedores sociales; E)
Emprendimientos populares familiares y asociativos. A continuación desarrollamos una
caracterización de cada modelo, y luego presentamos un cuadro síntesis de esta clasificación.
La mayor parte de sus ingresos proviene de la venta de sus productos en el mercado, lo cual
obviamente pone en tensión a este tipo de OESS por su necesidad ineludible de ser competitivas
frente a empresas capitalistas que operan en sus mismos mercados. Parte de su lucha como
sector es el reconocimiento por parte del Estado de que son experiencias económicas que
generan beneficios sociales. Por ello exigen el impulso de leyes y políticas que les permitan
sostenerse y crecer, disputando la asignación de los recursos públicos para este sector, así como
ser incluidos como proveedores en las compras estatales. Entonces, su mix de recursos es
mayormente mercantil, con algo de recursos estatales a través de subsidios o compras públicas.
Su estrategia de sostenibilidad se completa con el fomento de un vínculo cercano con sus
comunidades locales, que se puede expresar tanto en el consumo solidario hacia sus productos
como en el apoyo político hacia sus proyectos.
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La mayor parte de la OESS de este tipo promueve la participación activa de todos sus integrantes
en las decisiones estratégicas, generando asambleas relativamente frecuentes y que fluya la
información hacia el conjunto de los asociados. Las responsabilidades en la gestión cotidiana son
asumidas por algunos de sus propios trabajadores, tarea en la que se presentan importantes
desafíos a resolver, entre ellos el de la falta de formación específica en gestión y la necesidad de
innovar en la adaptación o creación de herramientas de gestión diferentes a las convencionales,
que sean más coherentes con los principios de la ESS.
Las OESS de este tipo han crecido mucho en cantidad y en visibilidad desde mediados de la
década de 1990 en Argentina, primero como respuesta “desde abajo” de los trabajadores frente a
la crisis del empleo, y luego de la crisis del modelo neoliberal siguieron creciendo con cierto apoyo
del Estado, que fue incorporándolas (parcialmente) como sujetos de políticas públicas
progresistas.
Actualmente las OESS autogestionadas por sus trabajadores son un actor político emergente, con
cierta capacidad de organización y movilización, tanto para la resistencia frente a las políticas
neoliberales como para impulsar la construcción de estrategias hacia una economía alternativa.
En los últimos años se han integrado en organizaciones de segundo y tercer grado (federaciones y
redes), a través de las cuáles buscan expresar públicamente sus intereses e incidir en las políticas
públicas.
Dentro de este primer modelo podemos ubicar a los siguientes conjuntos empíricos de OESS:
empresas recuperadas por sus trabajadores, cooperativas de trabajo de origen, asociaciones de
pequeños productores de agricultura familiar, ferias francas de productores, comercializadoras de
la ESS e instituciones microfinancieras. Para cerrar la caracterización de este primer modelo,
presentamos brevemente dos conjuntos de OESS muy relevantes en nuestra realidad nacional.
Las cooperativas de trabajo (CT) son la figura legal más numerosa en la Argentina en el campo de
la ESS, superando las 15 mil CT y agrupando a más de 500 mil trabajadores en la actualidad
(Acosta, Levin y Verbecke, 2013; Guarco, 2013). Ahora bien, dentro del total de CT se pueden
diferenciar tres conjuntos: i) las miles de CT creadas para la implementación específica de
políticas públicas; ii) las CT conformadas por trabajadores en procesos de recuperación de las
empresas; y iii) las CT que aquí llamamos “de origen”, creadas por trabajadores que decidieron
voluntariamente organizarse en cooperativas para producir y generar empleo e ingresos de
manera autogestionada, por lo que en estos casos el cooperativismo es una elección propia y no
una necesidad impuesta por circunstancias externas. Según datos oficiales, en la Argentina hay en
la actualidad más de 7500 CT de origen activas en la actualidad, y existen CT prácticamente en
todos los sectores de la producción. En los últimos años las CT han crecido mucho en cantidad
(muchas CT se crearon en momentos de alto desempleo, pero siguieron creándose más aún en
contextos de recuperación del empleo) y también en organización sectorial (actualmente se
agrupan en redes por sector de actividad, en más de 60 federaciones y en una gran confederación
a nivel nacional, la CNCT).
Las Empresas Recuperadas (ER) son de experiencias de trabajadores que ante el cierre de la
empresa de la cual eran empleados asalariados decidieron organizarse como colectivo
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autogestionario y volver a producir y vender sus productos en el mercado. Estas prácticas
crecieron notablemente en frecuencia y en visibilidad durante la crisis de fin de siglo, pero luego
fueron incorporadas al repertorio de lucha de los trabajadores y continuaron surgiendo ER aún en
épocas de crecimiento económico. En la actualidad en Argentina se registran 368 ER en Argentina
que agrupan a unos 15.000 trabajadores, pero su nivel de reconocimiento social en el país es
relativamente importante y son consideradas una referencia a nivel internacional. La mitad de las
ERT son productoras de bienes industriales (se destacan las metalúrgicas, las alimenticias y las
gráficas), y la otra mitad son productoras de servicios (se destacan las gastronómicas). (Facultad
abierta, 2016). Casi todas las ER han logrado sostenerse en el tiempo, con buen nivel de
producción e inserción mercantil hasta 2015. Están agrupadas en varias federaciones y como
actor político han logrado incidir en algunas intervenciones estatales, como por ejemplo en una
modificación de la ley de quiebras que facilita los procesos de recuperación y autogestión por
parte de los trabajadores que se quedan sin empleo. Suelen desarrollar actividades culturales y
educativas y tienen un fuerte arraigo en sus comunidades.
B) Entidades de la Economía Social tradicional: en este segundo modelo de OESS agrupamos a las
organizaciones que en nuestro país suelen ser identificadas como las “entidades de la Economía
Social”. Se trata de un conjunto numeroso de organizaciones, legalmente inscriptas como
mutuales y cooperativas de diverso tipo (agrarias, de servicios públicos, de vivienda, de créditos,
de seguros y de consumo), cuya lógica de funcionamiento podemos caracterizar como
“mutualista” por estar orientada hacia el beneficio mutuo entre sus asociados.
Este tipo de OESS surgieron como solución cooperativa para la atención de necesidades de grupos
de productores o comunidades locales. Los sectores de actividad en donde están más presentes
son en la prestación de servicios urbanos (electricidad, telefonía, agua y saneamiento, etc.) y en el
sector agropecuario (acopio y comercialización, elaboración de productos agroindustriales,
seguros para productores, etc.). Es importante el vínculo con sus comunidades territoriales, ya
que han sido actores centrales en su desarrollo histórico y lo siguen siendo en el presente.
Estas OESS surgieron a principios del siglo XX impulsadas por inmigrantes europeos y crecieron al
calor de un proceso de industrialización orientado al mercado interno que se desarrolló con
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intensidad desde 1930 hasta el golpe de estado de 1976, que impuso el giro hacia el
neoliberalismo. Desde entonces, su sostenibilidad se vio condicionada por la necesidad de
sobrevivir en mercados abiertos y desregulados y en un contexto muy hostil a la producción
nacional y cooperativa. Muchas OESSS de este tipo desaparecieron entre 1976 y 2001, y las que
lograron sobrevivir lo hicieron asegurando sus capacidades competitivas, a veces perdiendo
ciertos rasgos de identidad de ESS.
Dada su extensa trayectoria, tienen una estructura de entidades de segundo y tercer grado
(federaciones y confederaciones) muy sólida y con bastante autonomía financiera y cierta
capacidad de incidir en el Estado; de hecho, son este tipo de OESS las que participan en la mesa
directiva del INAES, el organismo público regulador y promotor de la ESS a nivel nacional. En este
marco institucional, es interesante destacar su acercamiento al resto de los modelos de OESS en
los últimos años, abriéndose a la realidad de un sector de ESS muy diverso, con una gran cantidad
de iniciativas emergentes frente a la crisis de la economía nacional.
Como caso empírico significativo, podemos mencionar que existen cerca de 1200 cooperativas
proveedoras de servicios públicos en el país. Por ejemplo, las cooperativas que brindan energía
eléctrica son casi 600 en Argentina, atienden a más de 7 millones de personas, distribuyen el 50%
de la electricidad de la provincia más poblada del país (Buenos Aires) (Guarco, 2013) y tienen una
densa trama de organizaciones de segundo y tercer grado (federaciones y confederaciones) que la
constituyen en uno de los actores principales de la ESS nacional con proyección regional e
internacional8.
El cooperativismo agrario es otro actor central de la ESS argentina. En una gran confederación
nacional (Coninagro) se agrupan federaciones y cooperativas de productores de lácteos, de yerba
mate, de vino, de tabaco, y por supuesto de productores agrícolas y de servicios al sector rural.
Por ejemplo, la cooperativa agropecuaria AFA tiene 36.000 asociados, 1.600 empleados, y presta
servicios de apoyo a la producción y a la comercialización, como ser el acopio de 5 millones de
toneladas de granos y la producción de insumos agrícolas para sus asociados. Este sector creció
mucho durante los gobiernos progresistas, sin embargo suelen compartir intereses con los
sectores agroexportadores, lo cual genera una tensión política hacia el sector de la ESS.
Finalmente, como OESS de este modelo podemos destacar al Banco Cooperativo Credicoop y a la
Cooperativa Obrera de Consumo, dos grandes organizaciones con miles de asociados y una rica
historia, que además comparten la característica de haber sido de las pocas entidades que
sobrevivieron a 25 años de políticas neoliberales que hicieron desaparecer a la enorme mayoría
de las cooperativas financieras y de consumo, que supieron ser varios cientos hasta 1980.
Consideramos que los dos modelos recién presentados son los principales en cuanto a la cantidad
y la calidad de sus experiencias como OESS, así como por su capacidad de acción política y los
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Como muestra de ello cabe señalar que Ariel Guarco, un dirigente surgido de una Cooperativa Eléctrica de la
provincia de Buenos Aires, fue elegido en 2017 como presidente de la Alianza Cooperativa Internacional
https://ica.coop/en/media/news/press-release-ariel-guarco-from-argentina-elected-president-of-the-
international-co
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recursos que movilizan en la Argentina. Los siguientes tres modelos de OESS creemos que tienen
menor relevancia en nuestra realidad, pero forman parte del panorama completo de la ESS y
pueden ser caracterizados de manera específica.
Su lógica dominante es redistributiva, son una forma concreta que adoptan ciertas intervenciones
estatales orientadas hacia la integración social de personas y colectivos con derechos básicos
vulnerados a través de actividades productivas financiadas por subsidios públicos sostenidos a lo
largo del tiempo. En algunos casos también puede considerarse una lógica reivindicativa, cuando
son los propios colectivos marginados quienes se organizan para reclamar y obtener los recursos
estatales que les permitan funcionar como organización productiva.
Esta fuerte dependencia del financiamiento estatal redistributivo se explica también por la
dedicación de estas OESS a la producción de bienes y servicios vinculados a la mejora del hábitat
popular, ya sean viviendas para sectores que no pueden comprarlas en el mercado, como
equipamientos colectivos (salas de salud, escuelas, plazas, etc.) e infraestructuras (asfaltos,
veredas, desagües, etc.) en barrios periféricos habitados por población con baja capacidad
contributiva en términos impositivos. Ello determina que sea el Estado el principal (a veces el
único) contratista o comprador de sus productos y constituye una gran fragilidad de su esquema
de sostenibilidad, ya que estas OESS dependen de decisiones políticas y asignaciones
presupuestarias ajenas a los miembros que las conforman.
Otro aspecto delicado de este tipo de OESS es que su origen suele darse por una iniciativa externa
a sus miembros, quienes son convocados a formar parte de una cooperativa de trabajo o
asociación como condición para ser beneficiarios de una política social, y por ende disponen de
poca autonomía para decidir voluntariamente su inclusión o no en la organización. Una vez
adentro, las personas pueden atravesar un proceso de apropiación del sentido cooperativo de la
organización o la gradual asunción del poder de decisión autónomo en las asambleas o consejos,
pero también es frecuente que ese proceso no tenga lugar, ya sea por falta de conocimiento o
interés de los propios integrantes (o de su mayor parte) o de los funcionarios estatales de quienes
depende la implementación de las políticas sociales en cuestión.
El gobierno de estas OESS es formalmente de sus miembros, que eligen sus autoridades en
asamblea, pero en la práctica esas autoridades resultan muchas veces dependientes de los
funcionarios estatales, por lo que este tipo de OESS suelen tener bajo nivel de autonomía, aunque
existen casos de grupos de trabajadores que se forman y asumen la identidad cooperativa y
pelean por detentar mayor autonomía frente al Estado. En otros casos las OESS se inscriben
políticamente en el marco de movimientos sociales territoriales que asumen la representación de
13
sus cooperativistas y mediante acciones directas (piquetes y cortes de ruta, acampes frente a
edificios públicos, etc.) reclaman por una ampliación de los recursos y la autonomía de decisión
sobre las acciones a realizar.
En nuestro país este modelo de OESS tuvo una gran crecimiento durante los gobiernos
kirchneristas entre 2003 y 2015, que promovieron la conformación de más de 15 mil cooperativas
(especialmente protegidas por normas específicas) para la construcción de viviendas de interés
social y obras de mejoramiento del hábitat popular, configurando un fenómeno de gran
magnitud, tanto en cantidad de población alcanzada (se estiman más de 200.000 cooperativistas
insertos) cuanto al presupuesto público destinado al financiamiento de estas organizaciones. En
un escenario político que cambió drásticamente desde 2016 muchas de estas OESS se están
constituyendo como actores políticos con creciente grado de organización e integración (por
ejemplo a través de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, que busca
representarlos) y ocupan el espacio público para defender sus intereses, reivindicar sus
experiencias y exigir su continuidad frente a un gobierno que recorta su presupuesto.
Otros tipos empíricos de OESS que podemos incluir en este modelo son los Talleres Protegidos
para trabajadores con discapacidad, las cooperativas de producción de tierra y vivienda y muchas
Organizaciones Comunitarias que proveen servicios de cuidado para niños (guarderías), de
alimentación (comedores y merenderos) y de recreación (clubes y centros culturales) de manera
gratuita a las familias de barrios populares, y están sostenidas por el financiamiento público a
través de diversas políticas sociales.
Estas organizaciones, que muchas veces adoptan la figura legal de Fundaciones o de sociedades
comerciales, se dan en general una forma de gobierno centrada en la decisión del individuo
fundador, emprendedor o líder. Por ende, estas OESS no suelen asumir un gobierno estrictamente
democrático, aunque consideran útil que los diversos actores involucrados (consumidores,
14
empleados, beneficiarios) participen con sus opiniones en los espacios en donde se toman las
decisiones. Para la gestión se apoyan en equipos profesionales con formación y experiencia en
management empresarial, que resultan claves para la “certificación” de la calidad del trabajo de
estas organizaciones.
Apuntan a que el logro de sus objetivos sociales no debería impedirles ser empresas rentables, o
al menos autosostenibles a partir de la venta de sus productos en el mercado. De todos modos,
en los inicios del emprendimiento suele ser fundamental el apoyo de recursos externos, que
puede provenir de donaciones privadas individuales o de fundaciones empresariales, o también
del Estado. Su perspectiva es que este sector de empresas sociales es complementario al sector
lucrativo, que también puede ser socialmente responsable y generador de cambio social.
En la Argentina, este modelo tuvo un impulso inicial en la década de 1990 a partir del impulso de
las redes internacionales Ashoka y Avina, quienes seleccionan líderes y emprendedores sociales a
los que apoyan con financiamiento, formación y contactos en el mundo empresarial para que
puedan desarrollar sus proyectos con menores obstáculos. El gobierno argentino actual, en
simultáneo con políticas neoliberales de menor regulación de los mercados y de ajuste estatal,
está asumiendo fuertemente esta perspectiva emprendedorista, financiando proyectos y
proponiendo nuevos instrumentos legales favorables a este tipo de OESS.
Como casos empíricos de experiencias que se identifican con este modelo de OESS, podemos
mencionar a la “Asociación El Arca”, impulsada por un emprendedor social de la provincia de
Mendoza apoyado por la red Ashoka, que promueve más de 100 emprendimientos productivos
de pequeños productores excluidos del mercado y ofrecerlos a consumidores exigentes en cuanto
a calidad del producto y a la vez solidarios con los productores al pagar un precio considerado
justo (www.elarcamendoza.com.ar). Una experiencia más reciente, de acelerado crecimiento en
los últimos años, es el denominado “Sistema B”, cuya misión declarada es “construir ecosistemas
favorables para Empresas B y otros actores económicos que utilizan la fuerza del mercado para
dar solución a problemas sociales y ambientales” (www.sistemab.org/argentina). Esta red agrupa
a más de 120 empresas y a grupos de consultores, contadores, abogados y trabajadores que
impulsan este modelo de OESS en el país. En la actualidad están avanzando en estrecha
articulación con el gobierno nacional en la formulación de una nueva ley que promueva este tipo
de organizaciones.
15
la comercialización (ej: participa en ferias autogestionadas) o del financiamiento (ej: conforma
grupos de microcrédito).
La misión y lógica dominante en estas experiencias es la de proveer ingresos a sus familias, como
parte de una estrategia compleja de reproducción solidaria de la unidad doméstica, que combina
diversas actividades, recursos e ingresos para garantizar su subsistencia (reproducción simple), o
en el mejor de casos su reproducción ampliada. Siguiendo a Coraggio (1999), podemos
comprender a estos emprendimientos como una “extensión” de las unidades domésticas de sus
miembros, ya que su lógica económica apunta a atender las necesidades familiares y no a generar
ganancias (y menos aún a acumular capital).
Esto se aprecia en varios aspectos, como el hecho de que en la mayor parte de los casos el
espacio en donde se desarrolla el emprendimiento es la vivienda de alguno de sus miembros, y
sus herramientas e insumos se entremezclan con los del hogar. Muchas iniciativas de este tipo
son llevados adelante por mujeres, para aportar ingresos complementarios al hogar, y combinan
su actividad productiva con la del cuidado de sus hijos y la atención de tareas domésticas o
comunitarias. También es común que el dinero de giro de estos emprendimientos sea utilizado
para afrontar gastos familiares ante situaciones de emergencia.
Estas organizaciones suelen operar sin inscripción legal ni impositiva, en otras palabras son
“informales”, porque no pueden afrontar los costos que implica formalizar sus emprendimientos
ni su propio trabajo autogestionado bajo los marcos legales convencionales. En cambio, cuando se
generan encuadres normativos especiales diseñados para protegerlos y ampliar sus derechos
(como es el caso del régimen del “monotributo social” en la Argentina9), muchos de estos
trabajadores acceden a formalizar sus actividades para mejorar sus condiciones de vida y sus
posibilidades de obtener ingresos vendiéndole a clientes que les exigen comprobantes legalmente
válidos.
En general este tipo de OESS producen o comercializan bienes y servicios de baja complejidad
(alimentos, ropa, construcciones, etc.) utilizando maquinarias, herramientas e instalaciones
tecnológicamente simples u obsoletas en relación con las unidades productivas con mayor
proporción de capital por trabajador. Sus productos son comercializados en mercados barriales y
locales, que resultan muy competitivos por la gran cantidad de oferentes que intentan venderles
a clientes que suelen buscar los precios más bajos. De hecho, el problema más frecuente de estas
OESS es su dificultad para lograr vender sus productos, lo que las obliga a recortar su producción
(no se vende lo que se produce, sino que se produce lo que se vende). Como resultado, los
ingresos por ventas de este tipo de emprendimientos populares resultan tan cercanos a sus
costos monetarios que limita fuertemente su capacidad de generar excedentes. Todo esto
determina que los ingresos a distribuir entre sus trabajadores sean muy bajos, inclusive que
9
Este régimen especial permite acceder a ciertos beneficios de seguridad social (cobertura de salud y aportes
previsionales) y a operar legalmente en términos impositivos pagando una contribución mensual baja,
subsidiada por el Estado. En 2016 existían cerca de 360 mil inscriptos en este régimen, entre trabajadores de
cooperativas promovidas (modelo C) y trabajadores de emprendimientos populares (modelo E).
16
muchos trabajadores familiares no alcancen a percibir una remuneración monetaria
habitualmente por sus dedicación parcial al emprendimiento.
En Argentina, desde 2003 se han implementado una serie de políticas públicas destinadas a
fortalecer a este tipo de OESS. Básicamente, se les ofrecen maquinarias e insumos gratuitos, a
través de subsidios de montos relativamente pequeños, permitiendo que inicien su producción en
sectores de fácil acceso (comercios, gastronomía, vestimenta, etc.), sin resolver el problema de la
comercialización de sus productos ni los bajos ingresos resultantes. En síntesis, su mix de
recursos se compone principalmente de sus magros ingresos mercantiles, el apoyo en sus
recursos familiares y el limitado aporte estatal.
Con respecto a sus procesos de institucionalización en nuestro país, como ya hemos dicho, este
tipo de actividades suelen crecer en momentos de crisis del empleo, actuando como refugio para
los trabajadores excluidos del mercado laboral, o como alternativa de ingresos complementarios
ante empeoramiento de las condiciones de vida de los sectores populares. Esto se dio con mucha
intensidad en la crisis del modelo neoliberal en los años de la transición secular, y vuelve a darse
en la actualidad como consecuencia de un nuevo avance de las políticas neoliberales en
Argentina.
Habiendo presentado esta caracterización de los 5 modelos de OESS que identificamos en la realidad
argentina, compartimos a continuación un cuadro que pretende ser una síntesis comparativa (ver
cuadro 1) de estos diversos tipos de organizaciones en función de los ejes de análisis que estuvimos
utilizando en esta sección, y que permiten la comparación con organizaciones de otros países en el
marco del proyecto ICSEM.
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Cuadro 1. Propuesta de clasificación en 5 modelos de Organizaciones de la Economía Social y Solidaria (OESS) en la Argentina (Gonzalo Vázquez)
Rasgos A) Organizaciones B) Entidades de la Economía C) Cooperativas de D) Negocios sociales E) Emprendimientos
característicos de autogestionadas por sus Social tradicional inclusión social vinculadas liderados por populares familiares y
cada modelo trabajadores a políticas estatales emprendedores sociales asociativos
Lógica dominante Cooperativa autogestionaria Mutualista Redistributiva y Emprendedorismo y Reciprocidad interna en
reivindicativa lógica de mercado la unidad doméstica
Misión social Generación de empleo e Desarrollo local y Integración social de Atender problemas sociales Generación de ingresos
principal ingresos para sus miembros comunitario población marginada con empresas rentables para reproducción
Figuras legales Cooperativas de trabajo y Cooperativas y mutuales Cooperativas promovidas Sociedades comerciales En general informales
adoptadas asociaciones por el Estado y Fundaciones o con monotributo social
Sectores de Todos los sectores de la Servicios urbanos y Construcción de viviendas y Sectores que permitan Bienes y servicios de baja
actividad actividad económica producción agropecuaria mejora del hábitat popular negocios con impacto social complejidad
Mix de recursos y Principalmente recursos Autosostenibilidad a partir Subsidios y contrataciones Autosostenibilidad o Mercado barrial +
estrategia de mercantiles, aunque exigen de las ventas y aportes de estatales como recurso rentabilidad mercantil + recursos familiares +
sostenibilidad apoyo y recursos del Estado sus asociados principal donaciones iniciales apoyo estatal
Formas Autogestión democrática y Democracia formal con Escasa participación y Gobierno basado en el Gobierno incrustado en
predominantes de participativa en espacios participación limitada; autonomía de sus liderazgo del fundador, estructuras culturales
gobierno y gestión asamblearios; desafíos e Consejos activos y miembros; dependencia de con apoyo en gestión de y de poder familiares;
innovaciones en la gestión Gerencia profesional funcionarios estatales equipos profesionales gestión informal
Procesos y vías de Emergencia ante la crisis, Movimiento coop. dinámico Políticas públicas de Iniciativas individuales y Emergencia y refugio ante
institucionalización expansión y consolidación desde inicios del siglo XX; en asistencia y promoción: apoyode redes empresariales y la crisis; luego apoyo de
con políticas progresistas regresión desde 1976 economía social para pobres gobiernos neoliberales políticas progresistas
Participación en Reciente integración en Federaciones y Piquetes y acampes para Promoción y difusión del Escasa integración en
espacios públicos y federaciones y redes que Confederaciones muy exigir recursos estatales; emprendedorismo social y la organizaciones de
políticos buscan incidir en las consolidadas y con gran redes clientelares; creciente responsabilidad social 2do grado, aunque
políticas públicas poder dentro del sector integración en la CTEP empresaria incipiente (CTEP)
Tipos empíricos Empresas Recuperadas, Cooperativas de servicios Cooperativas de trabajo Empresas lideradas por Emprendimientos
de OESS Cooperativas de trabajo, públicos (luz, agua, tel., etc.), surgidas de políticas sociales emprendedores sociales, familiares y asociativos de
representativos Comercializadoras de ESS, Cooperativas agropecuarias, y de infraestructura; Redes Ashoka y Avina, Sistema trabajadores en barrios
del modelo Ferias Francas, asociaciones Coop. Obrera de consumo, Cooperativas enmarcadas de Empresas B populares (pequeña
de Agricultura Familiar, etc. Banco Credicoop en movimientos sociales producción y comercio)
18
5. Comentarios finales: las OESS argentinas en perspectiva global y a futuro
Los modelos A, B, y C son los más numerosos en cantidad de OESS, según los datos oficiales
disponibles en el INAES. Las experiencias encuadrables en el modelo E también son muchas, aunque
al ser emprendimientos sin inscripción formal no es sencillo estimar cuántos hay en el país; la CTEP
estima unas 500 mil personas trabajando en pequeños emprendimientos (Grabois y Pérsico, 2014).
Las organizaciones que podemos identificar con el modelo D están creciendo en número, pero siguen
siendo pocas en relación al resto de las OESS.
19
Para
ara seguir esta caracterización global de las OESS argentinas podemos recurrir también al trabajo
con dos herramientas gráficas propuestas como referencia heurística común del proyecto ICSEM por
Jacques Defourny y Marthe Nyssens, sus coordinadores científicos.
científic
En la figura 1 se intenta ubicar a los 5 modelos de OESS identificados en Argentina en el marco del
denominado “triángulo del bienestar”, que expresa la complejidad de principios, recursos y lógicas
de acción con las que operan este tipo de organizaciones
organizac (ver Defourny y Nyssens,
Nyssens 2012).
Ell análisis que nos permite la interacción con este triángulo nos muestra que la gran mayoría de los
modelos de OESS son organizaciones formalmente inscriptas,
inscriptas, salvo el modelo E en donde predomina
la informalidad. Por otra parte, predominan las organizaciones sin fines de lucro,
lucro con la excepción
parcial de las OESS inspiradas en la perspectiva del negocio social. Y en tercer lugar, que se trata de
organizaciones del ámbito privado (aunque
unque sus objetivos son de interés público),
público) haciendo la
salvedad de que las OESS del modelo C tienen una fuerte ligazón y dependencia de las políticas
estatales, tanto en su constitución inicial como en su sostenimiento posterior.
20
(desarrollan un permanente intercambio con las comunidades en las que se insertan) y de mercado
(fuente central de sus ingresos mediante la venta de sus productos). Por todo esto, afirmamos que
las OESS son experiencias de sostenibilidad plural (Vázquez, 2016).
Este gráfico nos permite continuar analizando que si bien todas las OESS tienen estrategias de
hibridación de recursos, hay una predominancia general de los recursos mercantiles (nuevamente,
salvo en el modelo C), con mayor énfasis en el modelo D. Este modelo
modelo también se relaciona más
estrechamente que el resto con lógicas e intereses capitalistas, y tal vez eso explique por qué se
fortalece en momentos en los que esas lógicas e intereses se imponen desde las políticas
gubernamentales neoliberales, como en la
la década de 1990 y en el momento actual de la Argentina.
En contraposición, el resto de los modelos se relacionan más fuertemente con el interés general y
comunitario, expresado en las organizaciones de lógica mutualista y cooperativa. También es
coincidente
te que este tipo de OESS (sobre todo los modelos A, B y C) han experimentado un proceso
de crecimiento y consolidación en períodos de nuestra historia en los que han primado las políticas
progresistas y redistributivas que buscaron proteger la producción y el consumo interno, como ha
sucedido durante los gobiernos peronistas y kirchneristas, tal como explicamos en la sección 2 de
nuestro capítulo.
21
Para cerrar este trabajo, queremos compartir algunas reflexiones e intuiciones sobre las perspectivas
y desafíos que se les presentan a los distintos modelos de OESS ante el nuevo escenario político
nacional y regional.
En la Argentina, el gobierno del empresario Mauricio Macri está claramente interesado en impulsar
el Emprendedorismo vinculado con la perspectiva de los negocios sociales (el modelo D), y está
destinando al fomento de este tipo de iniciativas individuales los recursos públicos que en el
gobierno anterior se orientaban para fortalecer experiencias asociativas (modelos A y C).
Con respecto a las políticas de integración social a través de cooperativas financiadas por el Estado
(modelo C), el actual gobierno está impulsando la “descooperativización” de los beneficiarios,
manteniendo el subsidio pero a partir de una inserción individual y precaria del trabajador en
actividades estatales locales. Las únicas cooperativas que sigue sosteniendo son las vinculadas a los
movimientos sociales que presionan por recursos estatales mediante estrategias de “acción directa”
(protestas, acampes, cortes de calles, piquetes, etc.).
Las OESS autogestionadas por sus trabajadores (modelo A) se encuentran actualmente en enormes
dificultades para obtener recursos mercantiles que les permitan ser sostenibles, y muchas están
atravesando momentos de fuertes crisis. Esto se debe a la conjunción de varios factores, como ser: la
caída de la demanda de sus productos por la depresión del consumo interno; la desprotección estatal
ante la entrada masiva y desregulada de productos importados baratos; el enorme aumento de los
costos energéticos y de servicios públicos (combustibles, luz, gas y agua) debido a la eliminación de
los subsidios públicos en las tarifas y la desregulación de esos mercados. Como ejemplo concreto,
vale mencionar la situación crítica a la que este gobierno está llevando a las Empresas Recuperadas
por sus trabajadores, vetando leyes de expropiación que las favorecían10.
Con respecto a las entidades de la Economía Social tradicional (modelo B), tenemos casos de
organizaciones que se benefician de las políticas actuales, como las cooperativas agropecuarias
vinculadas favorecidas por la reducción de los impuestos a la exportación de granos, y otras OESS
que están fuertemente afectadas por el derrumbe del mercado interno y los aumentos de los costos.
10
Recomendamos, entre otros materiales, la lectura del siguiente artículo http://www.lavaca.org/notas/las-
empresas-recuperadas-en-la-era-macri/
22
También están siendo perjudicadas cooperativas medianas y grandes a las que una nueva reforma
tributaria está agregando impuestos en los que anteriormente estaban exentas.
En síntesis, se viven tiempos críticos para el conjunto mayoritario de las OESS en Argentina, en los
que se pondrá en juego su capacidad para defender sus intereses en el ámbito público. Ello depende
en buena medida de su capacidad de fortalecerse como actores políticos, superando sus
fragmentaciones y articulando con otros sectores de la población afectados negativamente por esta
contraofensiva neoliberal. Y también de la capacidad de visibilizar socialmente y compartir con toda
la comunidad las prácticas y las propuestas que muestran que otra economía es posible y necesaria.
Bibliografía citada
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Argentina en la última década”. Publicado en Revista Cooperativismo y Desarrollo nº21, Universidad
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Coraggio, J.L. (org.) ¿Qué es lo económico? Materiales para un debate necesario contra el fatalismo,
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CORAGGIO, J., EYNAUD, P., FERRARINI, A., De FRANÇA FILHO, G., GAIGER, L., HILLENKAMP, I.,
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