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L
a ciencia, al revés de las concepciones animista y religiosa, se
propone explicar todos los fenómenos del mundo sobre la base
de causas naturales, y obviamente considera los fenómenos
humanos dentro de ese ámbito. En este sentido la psicología, en
tanto ciencia, se ve comprometida con un objetivo naturalista; pero la
aparente claridad de esta suposición no ha sido determinante para la
definición de una psicología científica. En sus disquisiciones sobre las
relaciones entre la psicología y la ciencia, Th. H. Leahey (1980/1998) señala
la existencia de dos desafíos muy serios para dicha comunión: el dualismo y
la psicología popular; y continúa diciendo que, tal como es sostenido por las
religiones:
El dualismo [supone] un mundo sobrenatural poblado por seres no materiales
tales como dioses, ángeles y demonios. Se considera que los seres humanos, y los
animales en algunas ocasiones, están compuestos de dos sustancias, un alma
sobrenatural no material, contenida en un cuerpo natural material al que controla.
Los dualistas explican la experiencia y la conducta como el resultado de la
interacción entre el cuerpo y su alma rectora. (p. 25).
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Esto, por cierto, no implica negar que antes de ella, y a través de diversas disciplinas,
incluso en siglos anteriores, hubieron hombres de ciencia que se enfrentaron a las ideas
religiosas y populares sobre las causas del comportamiento humano.
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“CONDUCTISMO” Y “CONDUCTA”
Conductismo
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La elección de variables elementales para empezar la investigación del comportamiento ha
sido, a menudo, motivo de crítica y estigmatización por los anti-experimentalistas en
psicología; dejando de lado el hecho de que en todas las ciencias siempre se ha partido de
“maquetas”, es decir, de fenómenos simplificados adrede, con el fin de estudiarlos
inductivamente desde su origen y encontrar las regularidades básicas que serían cimiento, a
su vez, de nuevas regularidades progresivamente más complejas. Por lo demás, la estrategia
analítica de fragmentar los fenómenos estudiados en unidades moleculares para
dimensionarlos, organizarlos didácticamente y así poder manejarlos, es una práctica común
también en todas las ciencias. Por ejemplo, cuando el físico y el geógrafo dividen el globo
terráqueo en centímetros, metros o kilómetros, y lo estructuran en coordenadas de tiempo y
espacio, nadie pensaría que por ello están “trivializando” o “mecanizando” su objeto de
estudio.
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Se ha solido implicar más a Watson con los estudios de Pavlov que con los de Thordnike,
debido al programa de investigación que emprendió el fundador del conductismo, ligado al
condicionamiento respondiente (aprendizaje emocional) y a su fundamentación fisiológica.
Sin embargo, no se puede subestimar el hecho de que, teóricamente, Watson se identificó
también con la estructura del conexionismo thordnikeano, concibiendo la conducta como un
gran entramado de jerarquías de asociaciones estímulo-respuesta (hábitos), que iban
creciendo conforme el individuo se desarrollaba.
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métodos” (Watson, 1913, p. 158); fue luego enriquecido por una serie de
reconceptualizaciones. Así, como es conocido, algunos de los
neoconductistas sucedáneos a Watson, aún manteniendo su planteamiento
fundamental de objetividad, trataron de ampliar la magnitud de su enfoque
introduciendo variables hipotéticas. Uno de ellos, Hull (1943), disertó sobre
“constructos simbólicos, variables interventoras o entidades hipotéticas” (p.
22) de manera equivalente; y otro, Tolman (1932), las diagramó como
mediadoras (en la forma de expectativas o mapas cognitivos) entre variables
independientes y dependientes en el trabajo experimental. A estas posturas se
añadieron las de otros teóricos contemporáneos, caso Skinner (1974/1977),
quien concibió al conductismo (en su versión radical) no sólo como un
método experimental empirista, sino sustancialmente como “una filosofía de
la ciencia del comportamiento humano” (p. 13) que surge del quehacer
mismo de la disciplina y plantea cuestiones relativas a la pertinencia y
posibilidades del análisis metodológico y tecnológico aplicado a la esfera
psicológica. Igualmente Kantor (1969/1991) se refirió al conductismo como
una corriente que estudia la interacción de los organismos con sus ambientes,
renunciando a “las doctrinas del alma, la mente y la consciencia” (p. 573). Si
bien estos últimos teóricos rechazaron las variables intervinientes o
constructos hipotéticos tal como las concebían Hull y Tolman, dejaron bien
en claro ―aunque por diversos caminos― que el mundo subjetivo sí es
abordable mediante métodos científicos5.
Hasta aquí, las pistas indican que el conductismo es una manera general
de ver lo psicológico desde un punto de vista naturalista (donde no hay
entidades como la mente, el cerebro, etcétera, que trasciendan el interjuego
de variables representativas), y que privilegia el uso de métodos naturalistas
para dar cuenta de su objeto de estudio. En suma, un enfoque de la
psicología como ciencia de la conducta.
La conducta
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Skinner (1974/1977) dejó su propia versión de lo que, según él, era el conductismo
metodológico (variantes estímulo-respuesta mediacionales en general), achacándole como
una de sus falencias el no ocuparse de eventos subjetivos (“privados”). Esto es discutible a
la luz de lo conocido sobre el trabajo teórico de Hull y Tolman, quienes, desde sus propias
perspectivas, abordaron temas de conducta compleja tanto o más frecuentemente que
Skinner.
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Casualmente, denominado en su idioma original “Diccionario de Ciencias de la
Conducta”.
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Tanto Watson, como después Hull, por ejemplo, dedicaron mucho tiempo e investigación
al análisis del pensamiento y la inteligencia (véanse Gondra, 1991, 2007). Skinner, por su
parte, trata la conducta como una relación entre aspectos del organismo y del ambiente, sin
importar su carácter público o privado (ver Gómez, García, Pérez, Bohórquez y Gutiérrez,
2002).
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De semejante práctica, en cierto modo intencionalmente confusionista para posicionar
opciones distintas, se han valido los explotadores del “mito de la revolución cognitiva”,
como Gardner (1985/1987), entre otros.
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Conductismo
(Filosofía)
RELACIÓN
PARADIGMÁTICA
AEC (Teoría IC
Metodología) (Tecnología)
Figura 1.1. Interrelaciones entre los niveles paradigmáticos del análisis conductual.
conductismo
Nivel 1: El conduct ismo como filosofía
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DEVENIR HISTÓRICO
Como se ha dicho, a lo largo del tiempo el conductismo se fue
diversificando y adoptando diversas formas. Incluso en tiempo de la
formulación temprana del propio Watson hubo variaciones respecto a su
concepción del nuevo paradigma. J. R. Kantor, en sus Principles of
Psychology de 1924, sostenía, ya en embrión, un enfoque menos
molecularista respecto al estudio conductual, prefigurando lo que sería
posteriormente su interconductismo. También George H. Mead,
predominantemente sociólogo y filósofo, discrepó a partir de su
“conductismo social” de algunas tesis expuestas por Watson (Mead,
1934/1968), considerando el marco ambiental del simbolismo lingüístico
propio de la comunicación, como un ámbito en el cual surgen el yo, la mente
y la conciencia.
Las escuelas de Hull, Tolman, Guthrie y Skinner constituyeron el
conductismo de segunda generación (o neoconductismo), que realizó la
investigación necesaria para obtener y sistematizar una gran cantidad de datos
experimentales, con el fin de elaborar teorías deductivas e inductivas del
aprendizaje. Fue un período de intenso florecimiento académico, en el cual
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