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Actividad II – El intelecto agente de santo tomás, en relación con los problemas de la

cosmología de la antigua Grecia.

Alejandro Gómez

Facultad de teología, filosofía y humanidades, Fundación Universitaria Católica del Norte

COSMOLOGÍA-B1FFA_27456515-2794

Docente: Joel Isaac Román Negroni

07 de Marzo de 2022
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Teoría del conocimiento en Santo Tomás de Aquino, el peripatético de la edad media.

Santo Tomás da inicio a su filosofar, asumiendo el principio aristotélico del

conocimiento: “nada hay en el intelecto que antes no haya pasado por los sentidos” esto lo

obligó a entrar en discusión con la doctrina de San Agustín, quien propuso que en lo más

profundo del alma, se encuentran de carácter innato, alojadas las ideas, permitiéndonos conocer

las verdades de la fe. Por el contrario Santo Tomás afirma categóricamente, desde su más

arraigado aristotelismo: “Es natural al hombre llegar a lo suprasensible a través de lo sensible,

porque todo nuestro conocimiento arranca de lo sensible” (De veritate, I, 1, 9). La razón, a

través del mundo, es capaz de elevarse hasta el conocimiento de las cosas suprasensibles

(Suprasensibilis). Es por esto que en Aristóteles y Santo Tomás, ocurre una revaloración del

mundo, en tanto éste es fuente de real conocimiento.

En relación al hilemorfismo aristotélico “lo primero que en esta vida nos es dado a

conocer es la esencia de las cosas materiales, que constituyen el objeto propio de nuestro

entendimiento” Por consiguiente en Santo Tomás no existe la “scientia innata” o conocimiento

innato, es, más bien, el producto de un proceso de abstracciones: De lo sensible (sensibilis), el

entendimiento extrae las formas o conceptos universales, las quidditas (esencias) de las cosas;

para el entendimiento humano, que se encuentra unido al cuerpo, el propio objeto lo constituyen

las esencias que existen en la materia. De ahí parte la teoría del intellectus agens o intelecto

agente, este proceso de abstracción es llevado a cabo de la siguiente forma: inicia de los sentidos,

de la percepción sensible cuyo resultado es la (specie sensibilis) imagen sensible, que se imprime

en el entendimiento posible o pasivo. Luego en una fase superior, el entendimiento o intelecto

agente toma estas imágenes y las “ilumina” (entendiéndose así, el intelecto agente viene de

Dios) descubriendo en ellas lo universal o lo que sería lo mismo, transformándolas en conceptos


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o ideas universales, estas son pues las species intelligibilis (esencias o formas inteligibles) que

poseen una naturaleza espiritual o en un concepto más filosófico, suprasensible. En el

Comentario a las Sentencias se declara que tanto el entendimiento agente como el posible son

dos potencias distintas: «es imposible que el agente y el posible no sean diversas potencias... De

modo que el alma tiene una virtud por la que hace a las especies sensibles ser inteligibles en acto,

que es el intelecto agente; y tiene una virtud por la cual está en potencia..., y esta virtud o

potencia se llama intelecto posible» (In II Sententiarum, d. 17, q. 2, a. 1, co/277-320, como se

citó en Sellés, 2002). Ambas potencias son distintas para cada hombre. El entendimiento agente

es acto respecto del posible. Ambos empiezan a existir con el cuerpo. Pero el intelecto es acto del

cuerpo en un sentido distinto (principio finito) a como es acto de las operaciones cognoscitivas

(principia infinito). Por lo demás, se añade que el que requiere de hábitos, tanto adquiridos,

como innatos e infusos, es el entendimiento posible, no el agente. (ln III Sententiarum, d. 23, q.

1, a. 1, co/80, como se citó en Sellés, 2002).

Dado lo anterior, aquello universal que se encuentra latente en las cosas sólo se hace

visible al entendimiento por la acción del intelecto agente (Dios, que es el entendimiento activo).

En esta concepción, se pueden encontrar vestigios de San Anselmo o más próximo, de San

Agustín. Pues según Santo Tomás “por ser el intelecto agente un principio activo inherente a

nuestro espíritu, que participa de la iluminación de Dios que es la única y eterna verdad, que

contiene en si todas las esencias, puede actuar de nuevo lo que en las cosas hay latente de las

formas eternas”

Es casi que imposible, después de recorrer la teoría del conocimiento y su enfoque de los

tipos de intelectos, no hablar sobre aquel realismo somatizado de Santo Tomás, en la

clasificación de los universales, por ello se quiere en el objetivo de este escrito, concluir con un
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breve recuento sobre esta teoría, ya que se considera complemento de lo primero. Los

universales se encuentran divididos en tres relaciones diferenciables: Post rem Para el

conocimiento, es abstraído y formado después de la experiencia sensible de la cosa individual; en

la realidad, este universal es In re, en la cosa misma; Para Dios este universal sería Ante rem,

pues Él lo ha tenido antes como pensamiento en su plan de la creación del mundo y luego ha

realizado aquello pensado. Pero ¿por qué se habla de un realismo de Santo Tomás? porque se

puede ver para él las ideas universales de las cosas, están en las cosas mismas; siguiendo en la

ideología del realismo, en tanto las ideas existen independientemente del hombre; sin embargo

no es un realismo tan fuerte, sino más bien moderado, pues las ideas se encuentran In re. Este

realismo moderado, sería el producto de la asimilación de aquel pensamiento Cosmológico

radicado en la antigua Grecia por Aristóteles por parte del pensamiento cristiano y marca su

cambio de actitud ante la naturaleza (desde el concepto filosófico y científico, es decir, la Physis)

por ello continuando con el pensamiento del aristotélico de la edad media, base sólida de la

filosofía tomista, el cambio en la concepción de los universales es reflejado en el concepto que

este pensador posee sobre la verdad, pues para él ésta (veritate) consiste en la adecuación de la

re (cosa) y el intelectus, siguiendo en este pensamiento la doctrina aristotélica que nos presenta

que lo verdadero y lo falso no se hallan en las cosas mismas sino en el entendimiento; el mundo

determina el conocimiento, pues sólo del mundo se puede extraer los conceptos universales, es

decir, al concepto universal o idea entrar en la forma material del objeto para conocerlo, la mente

del ser humano en uso de su intelecto se informa y asimila la forma del objeto. Al tiempo, que el

intelecto agente establece la adecuación con las formas de las cosas, hallando así la verdad.

En conclusión el pensamiento cosmológico tomista, se relaciona intrínsecamente con el

pensamiento cosmológico de la Grecia antigua, en que este pensador, desde su teoría del
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conocimiento reconoce la materia de igual modo que Aristóteles, como el elemento que produce

la multiplicidad del mundo, dándole así un movimiento o dinamismo y que él denomina el

principio de la individuación, es decir, la parte de un todo indivisible; no niega la materia, la

reconoce como aquel fundamento del universal In re; pero en esta concepción, la creación de la

materia continúa siendo como en la cosmología griega antigua, una aporía, pues no puede ser

demostrada por la razón, a la que sólo mediante la aceptación dogmática podría acercarse a una

comprensión.
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REFERENCIAS

Santo Tomás de Aquino. (2016); María Idoya Zorroza Huarte (ed. lit.), Jesús García López

(trad.), 2 Ángel Luis González García (trad.), Carlos Llano Cifuentes (trad.), María Jesús Soto

Bruna (trad.), Juan Fernando Sellés (trad.), David Ezequiel Téllez Maqueo (trad.), Santiago

Gelonch (trad.), Santiago Argüello (trad.). Universidad de Navarra, EUNSA. (Obra original

publicada en 1267).

Sellés, J. (2002) El entendimiento agente según Tomás de Aquino Revista española de filosofía

medieval Núm. 9 Pág. 105-124. Recuperado de: file:///D:/Downloads/Dialnet-

ElEntendimientoAgenteSegunTomasDeAquino-301772%20(1).pdf

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