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JUNIO 2023
ÍNDICE
RESUMEN------------------------------------------------------------------------------------------2
ABSTRACT-----------------------------------------------------------------------------------------2
INTRODUCCIÓN---------------------------------------------------------------------------------3
MARCO TEÓRICO-------------------------------------------------------------------------------5
Violencia en adolescentes--------------------------------------------------------------------5
HIPÓTESIS-------------------------------------------------------------------------------------15
RESULTADOS-----------------------------------------------------------------------------------24
CONCLUSIONES--------------------------------------------------------------------------------34
Discusión de resultados---------------------------------------------------------------------34
BIBLIOGRAFÍA----------------------------------------------------------------------------------42
1
RESUMEN
ABSTRACT
The analysis of adolescent violence is crucial at the sociological and social levels.
Understanding this issue is fundamental to promote well-being and an equitable society.
This study examined the relationship between the school environment, family sphere,
community life, and adolescent violence.
A sample of 36 adolescents from a private school was used due to limited access to
other centers. The analysis was based on the Physical and Social Aggression Scale,
consisting of 20 items with a Likert response format (3 = often, 2 = sometimes, 1 =
never), along with five control items.
The results revealed gender differences in the school environment, assessed through the
U Mann-Whitney statistical test. It is noteworthy that the family sphere showed a
significant correlation with violence, as indicated by the Spearman statistic.
Key words: violence, adolescent, family enviroment, school context, community life.
2
INTRODUCCIÓN
3
los riesgos asociados con la realización de entrevistas o conversaciones con los
adolescentes con fines de investigación, considerando que los permisos requeridos
pueden ser costosos y deben solicitarse con anticipación para recopilar una cantidad
significativa de datos en el tiempo limitado disponible, a fin de evitar posibles
implicaciones legales. Además, existe una escasez de datos que respalden la existencia
de un conflicto generalizado entre generaciones lo que dificulta el estudio de los
conflictos adolescentes en España.
La comprensión de los factores sociales que influyen en los comportamientos violentos
de los adolescentes es de suma importancia para abordar de manera efectiva este
problema. Aunque se ha abordado ampliamente desde las disciplinas de educación
social, trabajo social y psicología, los comportamientos violentos entre los jóvenes han
recibido comparativamente menos atención desde la sociología (Alonso Varea y
Castellanos Delgado, 2006). Esto puede deberse, en parte, al acceso limitado a los datos
sociológicos pertinentes. Sin embargo, la perspectiva sociológica ofrece una mirada
específica que puede enriquecer nuestro entendimiento de los factores sociales
asociados a los comportamientos violentos entre los jóvenes. Al considerar estos
aspectos, podemos obtener una visión más completa y contextualizada de este
fenómeno, lo cual es crucial para desarrollar intervenciones eficaces y políticas públicas
adecuadas.
Este trabajo tiene la ambición de contribuir a un mejor entendimiento de los
comportamientos violentos de los jóvenes desde la perspectiva sociológica.
Su objetivo es explorar los factores sociales relacionados con las conductas violencias
en la adolescencia. Me centraré en tres dimensiones sociales, el entorno familiar, escolar
y el comunitario.
En primer lugar, es esencial comprender los conceptos de adolescencia, distinguir entre
un adolescente rebelde y uno violento, y establecer una escala de medición para la
violencia juvenil. Asimismo, se busca definir de manera clara los factores individuales,
sociales y los tres factores de riesgo destacados en este estudio de campo, teniendo en
cuenta la información relevante sobre la sociedad que influye en los adolescentes. Se
realizará una distinción entre los tres ámbitos que influyen en los comportamientos
violentos de los jóvenes.
4
El trabajo se basa en los datos obtenidos mediante una encuesta realizada a adolescentes
en situación de exclusión social de la Casa Escuela Santiago Uno. Se utilizará la Escala
de Agresividad Física y Social, que consta de 20 ítems, para contrastar y discutir los
resultados finales del estudio. Se incluirá una contextualización previa sobre la violencia
en los adolescentes en los ámbitos estudiados.
OBJETIVOS
El objetivo de este trabajo es explorar los factores sociales que afectan a las conductas
violentas en la adolescencia, tales como; la vida comunitaria, el entorno familiar y el
contexto escolar.
Más específicamente, se quiere conseguir analizar la relación de la dinámica familiar de
los adolescentes de entre 12 a 16 años, con conductas violentas, a través de una revisión
bibliográfica y una encuesta.
Por otro lado, identificar los factores sociales de la vida comunitaria, frente a las
conductas violetas que tienen los jóvenes.
MARCO TEÓRICO
Violencia en adolescentes
5
esta problemática. Dicho informe señala que la violencia está tan omnipresente que a
menudo se percibe como una faceta inevitable de la condición humana, afectando a
todas las naciones y comunidades sin excepción, en todos los rincones del mundo
(Clemente, 2016).
Un niño violento por tanto se caracteriza por exhibir conductas conflictivas, socialmente
mal vistas, agresivas y, en ocasiones, violentas, las cuales son claramente observables.
Con frecuencia, recurren a la violencia y la agresión como medio para ejercer dominio
sobre otros o para manejar conflictos. Sin embargo, en nuestra sociedad, es
ampliamente aceptado que las conductas violentas no son apropiadas ni constituyen una
estrategia adecuada para la convivencia (Gómez, Gala, et al., 2007).
Los factores asociados a los comportamientos violentos pueden estar relacionados tanto
con características individuales como con aspectos sociales vinculados al proceso de
socialización y transmisión de pautas de comportamiento en el entorno inmediato. A
nivel individual, factores como la impulsividad, la agresividad, la falta de habilidades de
manejo de conflictos y la exposición previa a la violencia pueden contribuir a la
6
manifestación de comportamientos violentos. Entre los factores individuales que afectan
a las conductas agresivas del adolescente, se encuentran los factores genéticos. No
obstante, la medición de grado en el que influye el factor genético en las conductas
agresivas sigue siendo un reto para los investigadores (Jara y Ferrer, 2005).
Otro conjunto de determinantes se vincula con los factores sociales asociados a los
contextos sociales, educativos y comunitarios en los cuales se desarrolla el proceso de
socialización de los menores.
Goodwin y Helms (2002) proponen diferenciar tres grandes grupos de factores: clínicos,
relacionados con experiencia vital y contextuales (véase Figura 1):
Los factores clínicos son investigaciones por parte de un profesional con el fin de
obtener unos resultados capaces de diagnosticar algún tipo de enfermedad, ya sea física
o psíquica. Por otro lado, los problemas clínicos también son importantes, como por
ejemplo los trastornos mentales, la impulsividad o los problemas de control o ira. Si la
situación que influye en el adolescente lo hace en el momento presente, esto es en su
estado actual lo que se refiere concretamente al “contexto”. Pero no se excluye, que
situaciones prolongadas de criminalidad o maltrato en la familia, puedan repetirse en el
futuro, por lo que esta edad marcará una importante diferencia en la concreción del tipo,
7
frecuencia, gravedad y posible desarrollo de la conducta agresiva durante diferentes
etapas de su vida (Aguilar Cárceles, 2012).
8
negligencias, la carencia de modelos familiares adecuados, el rechazo de los iguales o la
afiliación a grupos delictivos (Aguilar Cárceles, 2012).
En esta misma línea también afecta la historia y el contexto vital del adolescente para
desarrollar conductas violentas, haciendo referencia a la tabla aquí intervienen la
criminalidad y conflictividad parental, ser testigos de una violencia familiar asi como a
la desestructuración de esta, el abandono escolar, ser víctima de maltratos infantil por
parte de tu familia o ser poco querido en ella.
En consonancia con lo expuesto, Matteo y Marczyk (2005) proponen una definición que
engloba tanto las influencias internas, como los factores clínicos, y las influencias
externas, como los factores familiares, que inciden en los adolescentes. Además,
consideran aquellas condiciones que pueden estar asociadas o predecir consecuencias
negativas a largo plazo, como la violencia.
9
La familia desempeña un papel fundamental como agente socializador, brindando apoyo
en términos de alimentación, estimulación y como modelo de comportamiento para los
adolescentes. La interacción social en el entorno familiar contribuye al desarrollo de
habilidades que no pueden ser enseñadas de manera directa. Sin embargo, es importante
destacar que las interacciones negativas pueden tener consecuencias graves para los
adolescentes, mientras que las experiencias positivas pueden tener el potencial de
mitigar problemas pasados, como sugieren las evidencias (Gascón, 2006)
En cuanto a este factor, el 14% de los jóvenes afirman tener peleas con sus padres (Elzo
y otros, 1999; Miranda y Pérez, 2005). A pesar de esto la familia sigue teniendo una
gran fuerza socializadora, especialmente en los primeros años de la vida de los
adolescentes, en el campo de los valores. La convivencia difícil entre los padres y los
hijos se da fundamentalmente porque los padres son menos tolerantes y flexibles, y que
los adolescentes han cambiado a la hora de expresarse con sus familias.
10
Por último, conviene señalar que en la relación padres-adolescente, es importante la
presencia del conflicto en la sociedad, pero también el cómo se resuelve, no su evitación
o aparente eliminación mediante la sumisión de una o de ambas partes, debido a que
podría volver a aparecer. (Miranda y Pérez, 2005; Rodrigo, García, Márquez y Triana,
2005)
En términos más específicos Lomas, Stough, et al. (2012), encuentran que las
agresiones en los contextos escolares son debidas al entendimiento de las emociones de
los demás individuos, pero no el control propio de estas. En este contexto los alumnos
cuentan que normalmente las conductas agresivas suelen darse durante los recreos
(Gómez, Gala, et al., 2007). Se ha observado que las adolescentes femeninas tienen una
mayor habilidad para gestionar la ira y las agresiones, tanto físicas como relacionales,
incluso aquellas que han sido víctimas de violencia en algún momento de sus vidas
(Gower et al., 2014). Además, los adolescentes agresivos tienden a atribuir más
fácilmente intenciones negativas a los demás en situaciones estresantes, en comparación
con los adolescentes no agresivos (Roncero, D., et al., 2016).
Dentro del centro educativo, la convivencia escolar es el gran reto, es el escenario social
en el que se dan continuadas interacciones. En todos los comportamientos del menor
influye el entorno, y a su vez interviene en el ámbito educativo (Clemente, 2016).
11
Por lo que el clima de convivencia en los centros educativos, y más específicamente en
el entorno diario del aula, desempeña un papel fundamental en la comprensión y
prevención de la violencia desde una perspectiva sociológica. Este concepto de
convivencia se refiere a la calidad de las relaciones interpersonales que se han
establecido en la institución escolar, creando un determinado ambiente escolar que
influye en las conductas violentas de los adolescentes. Los adolescentes se encuentran
en un proceso constante de aprendizaje sobre modos de socialización y habilidades
interpersonales, y la escuela desempeña un papel clave al transmitir modelos
competentes sobre cómo relacionarse de manera saludable con los demás. Sin embargo,
si no se aborda adecuadamente, la escuela puede convertirse en un agente que reproduce
conductas violentas. Estas adaptaciones también se reflejan en los logros académicos y
sociales, así como en el ajuste personal y social, y contribuyen al bienestar psicológico,
convirtiéndose en un factor que promueve la salud (Veccia, Calzada, et al., 2008)
Es importante tener en cuenta, que el conflicto es algo natural en el ámbito escolar pero
cuando surge un episodio de maltrato violento entre adolescente, esta situación afecta
negativamente tanto a estudiantes, profesores y progenitores, desestabilizando la
situación educativa, a la familia y creando un entorno social insano (Ghiso, 2012).
Desde una perspectiva sociológica, resulta relevante analizar el entorno escolar y sus
implicaciones en la indisciplina y la violencia entre adolescentes. Diversas
investigaciones han destacado una mayor incidencia de estos fenómenos en el caso de
los adolescentes varones en comparación con las adolescentes mujeres. Esta disparidad
puede estar relacionada con una serie de actitudes y comportamientos diferenciales
basados en la inteligencia emocional, así como en el éxito o fracaso en el ámbito
escolar. El género y los roles de género socialmente construidos desempeñan un papel
importante en la forma en que los adolescentes se relacionan entre sí y en cómo
manejan sus emociones, lo que puede contribuir a las diferencias observadas en la
manifestación de la indisciplina y la violencia en el contexto escolar. Es fundamental
examinar estos factores sociológicos para comprender más profundamente las
dinámicas y desafíos presentes en el entorno educativo (Pescador, y Domínguez, 2001).
Las chicas, por su parte, suelen mostrar actitudes más favorables hacia la escuela y sus
12
demandas, mientras que los chicos suelen presentar deficiencias en algunas habilidades
necesarias para adaptarse a la sociedad, como la solidaridad, la capacidad de diálogo y
la empatía. Estas carencias pueden llevar a los adolescentes varones a asociarse con
comportamientos violentos y a encontrar su identidad en la resistencia a las normas
sociales establecidas. Es importante reconocer que los procesos de socialización de
género y las expectativas de género influyen en la forma en que los adolescentes se
relacionan con la escuela y en cómo gestionan las presiones y los desafíos que surgen en
este contexto. Estos aspectos sociológicos nos permiten comprender mejor las
dinámicas de género y violencia en el entorno escolar y brindan oportunidades para
abordarlos de manera más efectiva desde una perspectiva sociológica (Goleman, 1996).
Podemos afirmar también que los chicos, gracias a la influencia de los videojuegos,
televisión… y de la sociedad en general, suelen identificarse con modelos más agresivos
y rebeldes (Pescador, y Domínguez, 2001). Así por lo tanto algunos adolescentes se
encuentran fuera de los requerimientos escolares; algunos son partidarios de resolver los
problemas a través de la violencia, otros son intolerantes e insolidarios; mientras que
otros se comportan de manera rebelde y conflictiva (Pescador, y Domínguez, 2001).
Tercer factor que está relacionado con los comportamientos violentos es el entorno
comunitario definido como el contexto social y físico en el que las personas viven y se
relacionan entre sí. Incluye los aspectos sociales, culturales, económicos y ambientales
que caracterizan a una comunidad específica. El entorno comunitario puede comprender
desde vecindarios y barrios hasta pueblos, ciudades o regiones más amplias (Ruvalcaba-
Romero, Murrieta-Cummingsy, et al., 2016). Es tan alta la relevancia de este factor de
riesgo que autores como Guerra y Dierkshing (2011) prefieren utilizar el término de
13
violencia comunitaria para referirse a todo acto de violencia interpersonal de parte de la
comunidad en la que no interviene la familia y que su exposición puede ser de forma
indirecta, no solo el adolescente presencia un acto violento si no que es víctima de ella.
Cuando estos jóvenes pasan mucho rato en la calle se entiende, como una masificación
de las aceras por parte de los grupos que se forman en ellas y son considerados
“pandilleros” en el aspecto más despectivo del término (Núñex Castillo, K., 2019).
Los entornos rurales o los barrios urbanos con altos niveles de segregación, exclusión
social y pobreza son lugares que presentan mayor inseguridad y pueden influir en el
desarrollo de conductas violentas o rebeldes. En estos entornos, se observa la presencia
de lo que se conoce como "control social", ejercido por la figura del jefe de familia o el
patriarca, quien impone su autoridad sobre los menores y las mujeres.
Lamentablemente, este "control social" se manifiesta a través de actos de violencia
física, que los adolescentes llegan a interpretar como una forma de afecto. Estos jóvenes
creen erróneamente que los maltratos recibidos por parte de sus progenitores son
muestra de su amor hacia ellos (Núñex Castillo, K., 2019).
Por su parte, Francisco Ferrándiz hace alusión a la forma en que a los varones que
residen en “zonas marginales”, la sociedad los cataloga de “peligrosos, incontrolados y
sin futuro”. Ferrándiz lo explica como “un proceso de estigmatización” basado en
“estereotipos hegemónicos donde se insiste en la estigmatización popular de la
masculinidad que transforma a los hombres de los barrios, en sospechosos capaces de
14
desequilibrar el tejido social y bloquear la construcción de un futuro para el país”.
(Ferrnadiz, 2002).
Sin embargo, esta situación no solo se debe a los "estereotipos hegemónicos", sino
también a una concepción del espacio en la que la subjetividad se entrelaza con las ideas
que se tienen sobre el espacio, el lugar y la cultura en la sociedad en general. Es crucial
ser consciente de la peculiaridad de la diferencia cultural, es decir, es en la "extrañeza"
de lo familiar y cercano donde surgen los mayores desafíos. La línea divisoria se
establece cuando la diferencia cultural se percibe como "nosotros-como-otros" y "otros-
como-nosotros". (Gupta y Ferguson, 1997).
HIPÓTESIS
Hipótesis 2. Los entornos inseguros tales como; drogas, alcohol, delincuencia, etc., en la
comunidad desarrolla conductas punibles en los jóvenes.
15
Hipótesis 4. Existen diferencias significativas en la agresividad por género presentando
los varones adolescentes actitudes y comportamientos más violentos que las mujeres
adolescentes.
El principal instrumento utilizado como fuente de datos en este estudio es una encuesta
diseñada con el propósito de recopilar información sobre la violencia en diversos
contextos sociales relevantes: la violencia en el ámbito familiar, en el entorno escolar y
en la comunidad. Para lograr este objetivo, la encuesta se divide en varias secciones. En
primer lugar, se incluyen preguntas de control que son de naturaleza cerrada y se
utilizan para obtener datos demográficos, como nacionalidad, edad, curso académico y
situación familiar. A continuación, se plantea una pregunta abierta que permite recabar
información sobre la situación específica en el centro semiabierto al que se hace
referencia en el estudio. Este enfoque metodológico riguroso busca obtener datos
precisos y relevantes para analizar y comprender la incidencia de la violencia en los
diferentes contextos sociales mencionados.
Este cuestionario se ha administrado a los diversos adolescentes que forman parte del
ámbito privado de la Casa Escuela Santiago Uno. La realización de un estudio mediante
encuestas en una casa-escuela con adolescentes problemáticos se justifica por ser un
grupo altamente específico en el cual la violencia puede estar presente de manera
potencial. Esta particularidad del grupo ofrece una oportunidad para realizar
comparaciones entre género y profundizar en la comprensión de los factores asociados a
la violencia en este contexto específico. Al centrarse en este grupo específico, se pueden
obtener datos y perspectivas únicas que ayuden a comprender los factores subyacentes a
los comportamientos violentos en el contexto de la Casa Escuela Santiago Uno.
16
experimentan diariamente la violencia y las dificultades familiares, es decir, quienes la
viven de manera directa.
Por otro lado, se realizan una serie de preguntas cerradas con una escala Likert de 5
puntos que va desde 1 siendo este Muy en desacuerdo y 5 Muy de acuerdo. Las
preguntas de esta encuesta se distribuyen en relación a los tres contextos previamente
investigados: el ámbito familiar, el entorno escolar y, finalmente, la vida comunitaria.
Para estudiar estos diferentes efectos en los diferentes adolescentes escogidos se utiliza
la Escala de Agresividad Física y Social, debido a que se adapta a nuestro contenido del
estudio, analiza el entorno social del adolescente, es una escala de 20 ítems, con un
formato de respuesta Likert (3 a menudo, 2 algunas veces, 1 nunca) y cinco ítems de
control. Los ítems describen la conducta violenta del niño tendiente a herir física y
verbalmente - ítem de ejemplo Me peleo– (α = .85). Y así funcionarían todas las escalas
encargadas de medir este tipo de conductas (Richaud, y Mesurado, 2016).
17
dinámica plantea la necesidad de examinar los datos relacionados con los jóvenes que
actúan tanto como víctimas como victimarios de agresiones.
En primer lugar, es importante analizar los datos que revelan el número de jóvenes que
han experimentado actos de violencia como víctimas. Esto implica considerar diversos
tipos de agresiones, como agresiones físicas, intimidación o violencia doméstica. Al
comprender la magnitud y las características de la victimización entre los jóvenes, se
pueden identificar factores de riesgo y desarrollar estrategias de prevención y apoyo
adecuadas.
Por otro lado, es igualmente relevante examinar los datos relacionados con los jóvenes
que perpetran actos de violencia. Esto implica investigar las causas subyacentes, los
patrones de comportamiento y los factores de riesgo asociados con la agresión juvenil.
Además, se debe tener en cuenta que algunos jóvenes pueden alternar entre ser víctimas
y victimarios, lo que subraya la complejidad de estas dinámicas y la importancia de un
enfoque integral para abordar la violencia juvenil.
Esta violencia la sufren los niños, niñas y adolescentes menores de 18 años protegidos
por la convención sobre los derechos del niño, la ejercen los padres, madres o
cuidadores principales del menor, hecho que determina muchas de las consecuencias de
esta forma de violencia (Del Moral Blasco, 2018)
18
Los estudios demuestran que los niños y niñas son más victimizados que los adultos en
todos los paises del mundo. En España se estima que más del 25% de los niños y niñas
han sido víctimas del maltrato infantil por parte de sus cuidadores y/o padres. La
violencia hacia la infancia se encuentra en todas las clases sociales, sin embargo, en el
nivel socioeconómico alto ésta se encuentra más invisibilizada, ya que menos del 10%
de los casos de la violencia contra adolescentes se notifica. Los factores de riesgo
familiares no son determinantes ni excluyentes de otros niveles sociales y modelos
familiares. Los estudios ratifican que tanto hombres como mujeres en su rol de
cuidadores ejercen malos tratos hacia los niños y niñas en el ámbito familiar, en todas
sus formas (Del Moral Blasco, 2018).
Los datos más recientes de la violencia familiar son de 2019 y a día de hoy el número
real de víctimas de maltrato infantil en España continúa siendo desconocido, por lo que
es una limitación para realizar el estudio.
En cuanto a la violencia escolar es una realidad que deniega cada día a millones de
niños y jóvenes el derecho humano fundamental de la educación. El Plan Internacional
estima que 246 millones de niños y adolescentes podrían ser víctimas de la violencia en
el interior y alrededor de sus escuelas. Este factor afecta desproporcionadamente a las
niñas, asi como a aquellos que presuntamente no se ajustan a las normas sexuales y de
género predominantes (Unesco, 2021).
19
Un 80% de los estudiantes afirman que ante un acoso escolar o pelea interviene para
detenerla o por lo menos, creen que deberían hacerlo, el 14% no interviene ni cree que
debería y un 6% responde que participa en la agresión (Díaz- Aguado Jalón et al.,
2013).
En 2017 fueron un total de 1054 casos de acoso escolar detectados en España según el
cuerpo nacional de policía, Guardia Civil y cuerpos de Policía Local, con una variación
del 11,65% respecto al año anterior (EPDATA, 2017)
1000
800
600
400
200
0
2012 2013 2014 2015 2016 2017
20
problemática y es necesario brindar una mayor visibilidad y conciencia sobre el acoso
escolar, adaptándose a las nuevas formas que surgen con el uso de las nuevas
tecnologías.
En el estudio llevado a cabo por Pereda, Guilera, et al. (2014), se examinó a una
muestra de 1.107 jóvenes provenientes de diversas escuelas en España, abordando como
uno de los temas principales la violencia comunitaria. Los resultados revelaron que 183
participantes fueron testigos de asaltos con armas, 306 fueron testigos de asaltos sin
armas, 139 experimentaron robos con allanamiento de morada, 29 tuvieron algún
familiar o amigo que fue asesinado, 67 estuvieron expuestos a tiroteos, disturbios o
actos de terrorismo, y 7 de ellos estuvieron involucrados en conflictos étnicos o guerras.
En términos generales, se observó una mayor prevalencia de violencia comunitaria entre
los participantes de género masculino. Este estudio evidencia la magnitud de la
violencia experimentada por los jóvenes en el contexto comunitario.
21
Figura 2 Adolescentes condenados por sexo
13,344
11,988 12,147
11,141
10,346
Mujeres Varones
Resultados nacionales
Condenados. Todos los delitos
Infracciones penales según sexo
Unidades: Infracciones
2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020 2021
1 homicidio y sus formas
Total 49 34 51 36 38 33 52 52 63
Hombres 45 29 46 32 34 29 44 47 53
Mujeres 4 5 5 4 4 4 8 5 10
3 Lesiones
Total 2.149 2.163 2.281 4.225 5.671 6.698 7.701 6.227 8.917
Hombres 1.733 1.726 1.822 3.151 4.239 4.988 5.794 4.812 6.807
Mujeres 416 437 459 1.074 1.432 1.710 1907 1415 2110
6 Contra la libertad
Total 797 721 859 1.537 1.798 2.274 2556 1970 2422
Hombres 665 607 712 1.189 1.332 1.710 1902 1498 1867
Mujeres 132 114 147 348 466 564 654 472 555
6.1 Detenciones ilegales y secuestro
Total 22 24 10 13 8 11 16 31 19
22
Hombres 20 23 9 12 6 11 14 27 18
Mujeres 2 1 1 1 2 0 2 4 1
6.2 Amenazas
Total 676 607 743 1.338 1.568 2.044 2182 1711 2156
Hombres 560 501 612 1.030 1.146 1.523 1615 1305 1666
Mujeres 116 106 131 308 422 521 567 406 490
6.3 Coacciones
Total 99 90 106 186 222 219 358 228 247
Hombres 85 83 91 147 180 176 273 166 183
Mujeres 14 7 15 39 42 43 85 62 64
7 Torturas e integridad moral
Total 1.502 1.636 1.743 1.710 1.624 1.630 1.863 1.336 1.471
Hombres 1.116 1190 1.246 1.231 1.180 1.170 1.400 998 1.067
Mujeres 386 446 497 479 444 460 463 338 404
8 Contra la libertad e indemnidad sexuales
Total 232 278 255 289 332 408 548 477 609
Hombres 227 267 251 282 331 401 537 472 595
Mujeres 5 11 4 7 1 7 11 5 14
8.1 Agresiones sexuales
Total 112 98 103 86 103 69 60 54 55
Hombres 111 97 103 86 103 68 59 54 55
Mujeres 1 1 0 0 0 1 1 0 0
8.2 Abusos sexuales
Total 99 142 93 95 107 95 165 159 176
Hombres 99 135 92 94 107 94 161 158 175
Mujeres 0 7 1 1 0 1 4 1 1
8.99 Otros delitos contra la libertad e indemnidad sexuales
Total 21 38 59 95 122 244 323 264 378
Hombres 17 35 56 88 121 239 317 260 365
Mujeres 4 3 3 7 1 5 6 4 13
Total, Delitos menores 13.372 13.886 14.646 21.480 25.842 30.714 36.032 28.834 37.898
23
derechos humanos y están prohibidas y castigadas, con pena de cárcel, tanto a nivel
nacional como internacional.
Es importante resaltar que los resultados obtenidos revelan una tendencia creciente en
todos estos delitos a lo largo de los años. Esta observación plantea la necesidad de
analizar y comprender las razones detrás de este aumento, así como proponer medidas
efectivas para abordar y prevenir estos delitos en el futuro.
La creciente incidencia de estos delitos puede indicar una necesidad urgente de realizar
cambios en el sistema educativo y en las estrategias de intervención dirigidas a los
menores. Estos resultados sugieren la importancia de implementar programas de
educación y concientización que aborden específicamente los temas relacionados con la
violencia y el comportamiento delictivo entre los jóvenes. Además, es esencial
promover la participación activa de la comunidad, los padres y los educadores en la
prevención de estos delitos, brindando apoyo y recursos adecuados.
Sin embargo, es fundamental no pasar por alto la disminución en los delitos de abuso
sexual en jóvenes, que contrasta con la tendencia al alza en los demás delitos
analizados. Este hallazgo plantea la importancia de prestar atención a este problema
específico y continuar implementando políticas y medidas de protección y prevención
en esta área, pero sin olvidar los demás delitos que también derivan en una sociedad
peligrosa.
Por consiguiente, la comparación de los delitos cometidos por menores en España con
los de otros países requiere un análisis minucioso y la consideración de múltiples
factores. Aunque en España se ha observado un aumento general en los delitos
perpetrados por menores, la precisión de las comparaciones depende de las
circunstancias propias de cada país.
RESULTADOS
24
mientras que la mitad corresponde al género femenino. La edad promedio de los
miembros de la muestra es de 16 años. En cuanto a la distribución por cursos, se
encontró un equilibrio aproximado, con la mayoría de los participantes provenientes de
otros países. Es relevante señalar que un 70% de los adolescentes han residido en la
Casa Escuela Santiago Uno durante al menos 2 años. Además, se evidenció que la
mayoría de los padres de estos jóvenes se encuentran separados o han pasado por un
proceso de divorcio.
Tabla 5 Descriptivos
Mujer 12 66,7
Edad
12 5 13,9 3 12,5 2 16,7
13 5 13,9 3 12,5 2 16,7
14 2 5,6 1 4,2 1 8,3
15 6 16,7 4 16,7 2 16,7
16 18 50 13 54,2 5 41,7
País nacimiento
España 17 47,2 14 58,3 3 25,0
Otros países 19 52,8 10 41,7 9 75,0
Curso
1º ESO 7 19,4 4 16,7 3 25,0
2º ESO 8 22,2 5 20,8 3 25,0
3º ESO 3 8,3 1 4,2 2 16,7
Grado medio 7 19,4 5 20,8 2 16,7
25
Separados 13 36,1 8 33,3 5 41,7
Divorciados 10 27,8 8 33,3 2 16,7
Casados 9 25 6 25,0 3 25,0
Solteros 3 8,3 1 4,2 2 16,7
NS/NC 1 2,8 1 4,2
Tiempo en Santiago
,5 1 2,8 1 4,2
1,0 12 33,3 9 37,5 3 25,0
1,5 1 2,8 1 8,3
2,0 13 36,1 7 29,2 6 50,0
3,0 6 16,7 5 20,8 1 8,3
4,0 2 5,6 2 8,3
5,0 1 2,8 1 8,3
Fuente: Elaboración propia.
Mis padres me han insultado en alguna 38,9 0,0 13,9 8,3 38,9 3,1 0,3
ocasión
Indicador conjunto de la seguridad del 13,9 27,8 25,0 19,4 13,9 2,9 0,2
entorno familiar
Fuente: Elaboración propia.
En la afirmación con la que los jóvenes adolescentes muestran mayor acuerdo un 43%,
se destaca que en algún momento sus madres o padres les han instado a devolver
insultos o golpes en caso de ser agredidos, lo que sugiere la creación de un entorno
agresivo por parte de ellos mismos. Además, un 41% de la muestra indican que los
padres los animaban a ejercer violencia en el caso de conflictos verbales o físicos y por
último un 45% ha experimentado insultos por parte de sus padres en algún momento.
26
Utilizando los indicadores individuales, se generó un indicador compuesto que evalúa la
seguridad del entorno familiar en los jóvenes de la Casa Escuela Santiago Uno. Los
resultados revelan que el 33% de los jóvenes han crecido en un entorno propicio a
diversas formas de violencia.
Otra de las grandes diferencias que se observan en las Tablas 7 y 8 es que mientras que
29% de los chicos afirman estar de acuerdo con las afirmaciones del entorno familiar,
un 42% de las chicas afirman haber tenido algún conflicto en el entorno familiar.
He visto a mis padres insultarse 41,7 4,2 12,5 8,3 33,3 2,9 0,4
Mis padres me han insultado en alguna 41,7 12,5 12,5 33,3 3,0 0,4
ocasión
Indicador conjunto de la seguridad del 16,7 29,2 25,0 16,7 12,5 2,8 0,3
entorno familiar
Fuente: Elaboración propia.
Mis padres me han insultado en alguna 33,3 16,7 50,0 3,3 0,5
ocasión
27
Indicador conjunto de la seguridad del 8,3 25,0 25,0 25,0 16,7 3,2 0,4
entorno familiar
Fuente: Elaboración propia.
En cuanto al entorno escolar, más de la mitad (56%) del total de la muestra, afirma
sentirse muy en desacuerdo o en desacuerdo con estas afirmaciones sobre el entorno
escolar, por lo que no sería algo peligroso para desarrollar un entorno violento en los
adolescentes, ya que tan solo el 8% afirman estar de acuerdo con las afirmaciones de un
entorno escolar inseguro.
La afirmación que prevalece con mayor frecuencia entre estos adolescentes (42%) es
que no pueden expresar comentarios positivos sobre sus profesores, incluso si los
piensan. Esto podría ser resultado de una falta de apoyo por parte de los profesores ante
situaciones violentas en el aula o durante el recreo.
En segundo lugar, un 36% de los adolescentes afirman que no pueden decir cosas
agradables sobre sus compañeros, lo que sugiere que el ambiente escolar puede no
resultar atractivo para ellos. Estos hallazgos señalan la existencia de desafíos en las
relaciones interpersonales dentro de la escuela y la importancia de promover un clima
escolar más positivo y propicio para el desarrollo y el bienestar de los adolescentes.
Entre las diferencias de género en el entorno escolar, se destaca que un 17% de los
participantes masculinos se muestra muy en desacuerdo con las cuestiones planteadas,
mientras que un 50% de las participantes femeninas también lo está. Estos resultados
sugieren que las chicas parecen ser menos propensas a la violencia en el entorno escolar
y muestran una mayor consideración antes de actuar en comparación con los chicos, ya
que, de forma global, los chicos afirman en una cantidad mayor estar de acuerdo o muy
de acuerdo en cuanto a las afirmaciones del entorno escolar mientras que las chicas
afirman en mayor cantidad estar muy en desacuerdo y en desacuerdo.
No tengo o no tenía ni un buen amigo en el 47,2 5,6 13,9 2,8 30,6 2,6 0,3
colegio
Alguna vez me han pegado o me han 47,2 13,9 8,3 30,6 2,8 0,3
insultado en la escuela
¿Alguna vez NO ha acudido al centro debido 27,8 27,8 36,1 8,3 2,0 0,3
a que se sentía inseguro?
No puedo decir cosas agradables de mis 41,7 2,8 11,1 5,6 38,9 3,0 0,3
28
profesores, incluso cuando las estoy pensando
No puedo llegar a decir cosas agradables de 41,7 2,8 19,4 2,8 33,3 2,8 0,3
mis compañeros de la escuela
Indicador conjunto de la seguridad del 27,8 27,8 36,1 8,3 2,3 0,2
entorno escolar
Fuente: Elaboración propia.
No tengo o no tenía ni un buen amigo en el 45,8 8,3 8,3 4,2 33,3 2,7 0,4
colegio
Alguna vez me han pegado o me han 33,3 12,5 8,3 45,8 3,3 0,4
insultado en la escuela
¿Alguna vez NO ha acudido al centro debido 58,3 8,3 12,5 20,8 2,4 0,4
a que se sentía inseguro?
No puedo decir cosas agradables de mis 45,8 4,2 8,3 8,3 33,3 2,8 0,4
profesores, incluso cuando las estoy pensando
No puedo llegar a decir cosas agradables de 37,5 4,2 16,7 4,2 37,5 3,0 0,4
mis compañeros de la escuela
Indicador conjunto de la seguridad del 16,7 29,2 41,7 12,5 2,5 0,19
entorno escolar
Fuente: Elaboración propia.
29
En el contexto comunitario, se evidencia la presencia de un peligro, dado que el 42% de
la muestra manifiesta estar de acuerdo con dichas afirmaciones, mientras que el 17% se
muestra muy de acuerdo. Estos resultados indican que este factor constituye una
amenaza para los jóvenes y podría tener un impacto en el desarrollo de la violencia en
este entorno.
Me siento inseguro/a en el barrio en el que vivo 50,0 16,7 33,3 2,0 0,3
Más de una vez ví como arrestaban a alguien 8,3 16,7 75,0 4,0 0,3
donde yo vivo
30
La gente de mi alrededor consume drogas 8,3 16,7 75,0 4,0 0,3
(legales e ilegales)
La gente de mi alrededor bebe alcohol casi todos 16,7 25,0 58,3 3,9 0,3
los días
Indicador conjunto de la seguridad del entorno 12,5 4,2 29,2 41,7 12,5 3,4 0,2
comunitario
Fuente: Elaboración propia.
Me siento inseguro/a en el barrio en el que vivo 62,5 8,3 12,5 16,7 2,7 0,5
Más de una vez ví como arrestaban a alguien 16,7 4,2 8,3 4,2 66,7 4,3 0,4
donde yo vivo
La gente de mi alrededor consume drogas 16,7 12,5 8,3 62,5 4,3 0,4
(legales e ilegales)
La gente de mi alrededor bebe alcohol casi todos 20,8 12,5 4,2 62,5 3,8 0,5
los días
Indicador conjunto de la seguridad del entorno 8,3 25,0 41,7 25,0 3,8 0,3
comunitario
Fuente: Elaboración propia.
Alguna vez he pegado a mis padres 47,2 2,8 13,9 5,6 30,6 2,7 0,3
¿Has participado alguna vez en una pelea física 38,9 2,8 16,7 5,6 36,1 3,0 0,3
en la escuela?
Alguna vez he pegado a algún compañero en la 44,4 13,9 8,3 33,3 2,9 0,3
escuela (recreo, pasillos, baño…)
Alguna vez he amenazado a algún compañero 52,8 11,1 11,1 25,0 2,6 0,3
Alguna vez me ha detenido la policía 36,1 2,8 11,1 5,6 44,4 3,2 0,3
Indicador conjunto comportamiento agresivo 36,1 13,9 19,4 13,9 16,7 2,6 0,3
31
problemas de agresión y violencia entre los adolescentes, con el objetivo de fomentar un
entorno seguro y saludable para su desarrollo integral.
¿Has participado alguna vez en una pelea física 41,7 4,2 16,7 8,3 29,2 2,8 0,4
en la escuela?
Alguna vez he pegado a algún compañero en la 45,8 12,5 12,5 29,2 2,8 0,4
escuela (recreo, pasillos, baño…)
Alguna vez he amenazado a algún compañero 54,2 8,3 16,7 20,8 2,5 0,4
Alguna vez me ha detenido la policía 29,2 4,2 8,3 8,3 50,0 3,5 0,4
Indicador conjunto comportamiento agresivo 41,7 8,3 16,7 16,7 16,7 2,7 0,4
Alguna vez he pegado a mis padres 41,7 16,7 41,7 3,0 0,6
¿Has participado alguna vez en una pelea física 33,3 16,7 50,0 3,3 0,5
en la escuela?
Alguna vez he pegado a algún compañero en la 41,7 16,7 41,7 3,0 0,6
escuela (recreo, pasillos, baño…)
Alguna vez he amenazado a algún compañero 50,0 16,7 33,3 2,7 0,5
Indicador conjunto comportamiento agresivo 25,0 25,0 25,0 8,3 16,7 2,6 0,3
32
En el contexto del estudio realizado, se encontraron diferencias de género significativas
en el indicador conjunto de seguridad en el entorno escolar. Esto significa que las
medianas de seguridad en el entorno escolar difieren entre los géneros estudiados. Para
realizar las pruebas hemos aplicado el estadístico U de Mann-Whitney que es una
prueba no paramétrica que se utiliza para comparar las medianas de dos grupos
independientes cuando los datos no siguen una distribución normal.
33
En el contexto del estudio realizado, se encontraron diferencias de género significativas
en el indicador conjunto de seguridad en el entorno escolar. Esto significa que las
medianas de seguridad en el entorno escolar difieren entre los géneros estudiados. Para
realizar las pruebas hemos aplicado el estadístico U de Mann-Whitney que es una
prueba no paramétrica que se utiliza para comparar las medianas de dos grupos
independientes cuando los datos no siguen una distribución normal.
Tabla 19 Correlaciones
Correlación Spearman
Entorno familiar* agresividad
total 0,514**
chicos 0,782**
chicas 0,411*
Entorno escolar* agresividad
total 0,233
chicos 0,229
chicas 0,437
Entorno comunitario* agresividad
total 0,306
chicos 0,320
chicas 0,279
Fuente: Elaboración propia.
Además de los análisis anteriores, se llevaron a cabo pruebas adicionales con el objetivo
de examinar la posible relación entre diferentes tipos de entornos y los niveles de
agresividad en el conjunto de la muestra, así como analizando por separado a chicos y
chicas. Estas pruebas permitieron explorar cómo factores contextuales, como el entorno
familiar, escolar y comunitario, pueden influir en los niveles de agresividad de los
jóvenes.
Para estas pruebas se han aplicado la correlación de Spearman que es una medida
estadística utilizada para evaluar la relación entre dos variables cuando los datos no
34
siguen una distribución normal o cuando se presentan valores atípicos, como en este
estudio.
En el contexto del estudio realizado en la Casa Escuela Santiago Uno, se encontró una
correlación positiva significativa entre la agresividad y el entorno familiar. Esto indica
que a medida que aumenta la percepción de agresividad en los adolescentes, también
aumenta la percepción de un entorno familiar propenso a la violencia. La fortaleza de
esta relación se refleja en el coeficiente de correlación de Spearman, que es cercano a
uno, lo que sugiere una relación fuerte entre ambas variables.
CONCLUSIONES
Discusión de resultados
El propósito de este estudio analizar la relación entre tres dimensiones del entorno
social: ámbito familiar, contexto escolar y comunitario, y cómo afectan estas en las
conductas violentas de los adolescentes de entre 12 y 16 años de edad. Para ello se ha
realizado un estudio mediante la encuesta entre una muestra de 36 adolescentes tanto de
35
género masculino como del femenino, residentes de la Casa Escuela Santiago Uno, del
ámbito privado.
El estudio ha revelado que el 33% de la muestra está de acuerdo o muy de acuerdo con
las afirmaciones sobre las dificultades del entorno familiar, por lo que estos
adolescentes viven que sus padres le insulten, le peguen o le digan que devuelva los
golpes o insultos a otros jóvenes. Sin embargo, no podría establecerse de manera
inequívoca una relación causa-efecto, sería conveniente hablar de variables mediadoras
o correlaciones entre un factor determinado, el contexto familiar y el efecto o
consecuencia de este en la violencia adolescente. En este sentido sería muy difícil tratar
de controlar cada una de las variables que podrían tener algún efecto sobre los sujetos
(Aguilar Cárceles, 2012).
En cuanto al contexto escolar pasa algo diferente, debido a que casi la mitad de la
muestra (46%) afirma estar en desacuerdo o muy en desacuerdo con estas afirmaciones,
frente a un 13% que está de acuerdo con esto, sin embargo, no es significativo en la
creación de conductas violentas en la etapa adolescentes, pero si existen ciertas
diferencias en cuanto al género, por lo que las chicas pensarían más los
comportamientos que llevan a cabo frente a un género masculino agresivo y con cierta
rebeldía. A pesar de esto, es de suma importancia abordar el tema de la agresividad en
los estudiantes, ya que cuando se manifiesta una conducta negativa relacionada con la
violencia, existe una alta probabilidad de que desencadene un comportamiento cruel y
socialmente destructivo. Esto implica causar daño físico o verbal a otra persona, así
como buscar dañar las relaciones interpersonales o el estatus social de los demás en
muchos casos (Cordero Ríos, 2022).
Por último, en cuanto a la vida comunitaria, están de acuerdo o muy de acuerdo 58%
frente al 14% de los que no están de acuerdo o muy en desacuerdo, por lo que se
supondría que este contexto influye en la muestra estudiada, sin embargo, realizando un
análisis estadístico de U Mann Withney el único factor significativo sería el contexto
escolar. Siendo muy importante su estudio debido a que la violencia comunitaria forma
parte de la vida cotidiana de cada vez más niños y adolescentes, particularmente en las
grandes ciudades. La exposición a este tipo de violencia ha sido asociada con el
desarrollo de varios problemas conductuales y emocionales, tales como conductas
agresivas y delincuentes, ansiedad y depresión (Mels y Fenández, 2015).
36
Existiendo una correlación significativa entre la agresividad y el ámbito familiar,
significando esto que existe una conexión estadística entre estas dos variables. Esto
puede significar que existe una tendencia en el que las personas que crecen en entornos
familiares conflictivos o con falta de afecto, tienden a mostrar niveles más altos de
agresividad en comparación con aquellas personas que crecen en entornos familiares
estables y con un gran apoyo.
Los resultados confirman que la hipótesis 1 cumple una correlación entre la violencia
juvenil y el entorno familiar, debido a que tanto presenciar comportamientos violentos
en la infancia y adolescencia como experimentar actos violentos aboga hacia un
probable entorno violento a largo o mediano plazo.
Howitt (2002) afirma que las experiencias en la infancia serían de gran importancia en
el desarrollo de la criminalidad adolescente. Sin embargo, no todos los criminales
mostrarían sus índices de criminalidad a edades tempranas. La delincuencia sería
razonablemente predecible de manera temprana en algunos menores. Igualmente, el
comportamiento antisocial sería una forma de delincuencia juvenil predictora de la
delincuencia en la adultez.
En cuanto a este factor de riesgo, Loeber y Farrington (2001), dicen que los mayores
predictores del establecimiento temprano de la violencia responden al tamaño del grupo
familiar, habilidades o destrezas parentales e historial en alguno de los progenitores.
37
de los alumnos nuevos en las aulas de los colegios de Salamanca. En este programa de
intervención se realizan diferentes pruebas de forma online a los alumnos de las aulas.
Ofreciendo estos resultados al orientador, al equipo directivo y al tutor con el objetivo
de actuar de un modo integrador (educa.JCYL, 2020).
Aunque considero que este estudio arroja unos resultados sustanciales y contribuye al
debate sobre los comportamientos violentos y sus correlatos es necesario ser consciente
de sus múltiples limitaciones.
En primer lugar, el tamaño de la muestra ya que, al ser tan limita, por lo que, dificulta
la búsqueda de relaciones y generalizaciones significativas a partir de los datos. Las
pruebas estadísticas utilizadas podrían requerir de un tamaño de muestra más grande
para asegurar una distribución representativa de la población y ser considerados
representativos de los grupos de personas. También hay que tener en cuenta que el
acceso a este segmento de población es muy complicado debido a sus características y,
en especial, al lugar donde debían realizarse las entrevistas y sus limitaciones horarias y
permisivas. También la ausencia de algunos datos puede limitar el alcance o fiabilidad
de alguno de los análisis y resultar ser un obstáculo significativo para encontrar una
tendencia, generalización o relación significativa. Unida a esta limitación está la falta de
estudios previos de investigación sociológica del presente tema, lo cual dificulta
establecer las bases para entender el problema de investigación que se está analizando.
Así mismo los efectos de las variables se podrían ver perjudicados por no poder obtener
38
una visión más específica en estas, ya que los resultados solo nos muestran una imagen
parcial y fragmentada de la relación existente entre las variables.
Este análisis arroja la luz sobre posibles correlaciones entre entornos sociales más
cercanos a los jóvenes y sus actitudes y comportamientos violentos. No obstante, este
estudio está lejos de establecer claras relaciones causales lo que requiere desarrollo de
un sistemático estudio basado en una muestra más amplia y el uso de las técnicas
analíticas más avanzadas, algo que no fue posible en este estudio dado el reducido
tamaño muestral.
Por último, la falta de reportación de estos temas hace que no se pueda estudiar toda la
tipología de casos ni aplicar ciertos programas de intervención o prevención a todos los
adolescentes que lleven a cabo estos comportamientos violentos. Por lo que nuestro
estudio quedaría limitado a aquellos casos en los que las victimas tengan la fuerza
necesaria para poner denuncia y asi poder estudiar a los adolescentes juzgados y
condenados.
El presente estudio sienta las bases para futuras investigaciones en el campo de los
comportamientos violentos de los jóvenes, proporcionando información relevante sobre
los factores sociales que influyen en dichos comportamientos. A partir de los hallazgos
obtenidos, se pueden identificar varias líneas de investigación prometedoras que pueden
ser exploradas en estudios futuros.
Este estudio pone de manifiesto la necesidad de analizar el papel del impacto y las
consecuencias de la violencia escolar, ya que esto conlleva efectos devastadores: miedo,
ansiedad, indefensión, estrés, nerviosismo, trastornos de sueño, dificultad de
concentración escolar, frustración, baja autoestima, depresión, irritabilidad, falta de
confianza, ira, somatizaciones y como consecuencia más grave, el suicidio (Hinduja y
Patchin, 2010). Esta nueva modalidad de maltrato e intimidación entre jóvenes se ha
convertido en un problema relevante y con preocupación social por su riesgo
impredecible (Clemente, 2016). Por lo que sería importante el estudio de este fenómeno
y el papel que tiene en la sociedad para la creación de conductas violentas en los
adolescentes.
39
Continuando por esta línea, la familia es el principal núcleo de desarrollo social y
psicológico, por lo que es importante estudiar más a fondo, el papel que esta desarrolla
en la violencia adolescente, ya que la familia ha experimentado grandes cambios,
emergen nuevos entornos y modelos de convivencia familiares, más libres y plurales,
los cuales no se estudian como factor clave en el desarrollo de estas conductas. Estas
situaciones no son ajenas al menor y pueden producir episodios de carencias afectivas,
tensión familiar y desarrollo de comportamientos peligrosos en el adolescente
(Clemente, 2016)
También es importante estudiar por qué la violencia en la calle sigue año tras año siendo
tan importante a nivel social. Los chicos y chicas cada vez pasan más tiempo en las
calles por lo que estarían más expuestos a la violencia comunitaria y a entornos
desfavorecidos o empobrecidos, por lo que podría dar lugar a la influencia negativa de
grupos delictivos, la falta de oportunidades educativas y laborales, la desintegración
familiar, entre muchos otros factores que podrían afectar a las habilidades para la
resolución pacífica de conflictos en los adolescentes.
Por último, siguiendo esta línea, a nivel sociológico podríamos incluir también variables
de tipo contextual ya que, según el modelo contextual propuesto por Bradbury y
Fincham (2013) sobre la interacción interpersonal se sostiene que las consecuencias de
una conducta específica dependen del contexto en el que ocurre. Por lo que la violencia
podría verse afectada por cada contexto que en este estudio se describe, estando
interconectadas unas con otras. Estos contextos, como el ámbito familiar, el entorno
escolar y la comunidad, se entrelazan entre sí, generando una dinámica compleja en la
que cada uno afecta y se ve afectado por los demás. Es decir, la violencia en el ámbito
familiar tiene repercusiones en el contexto escolar y en la violencia comunitaria, al igual
que estas últimas influyen en la violencia familiar. Existe una interconexión entre estos
contextos que configura el panorama general de la violencia y requiere un análisis
sociológico para comprender en su totalidad sus causas y consecuencias.
Por tanto, sería relevante estudiar el papel de las tres variables estudiadas
conjuntamente. Ya que, los estudios referidos al estudio de la violencia adolescente,
trata estas tres variables por separado, por lo que no tienen el mismo efecto en la
sociedad. En este estudio destaca la influencia que tiene el ámbito familiar en cuanto al
desarrollo de la violencia adolescente, por lo que se debería de hacer diferentes estudios
sobre esto, asi como la creación de programas de prevención primaria de la violencia,
40
facilitando una resolución pacífica de los conflictos entre la familia y el adolescente, y,
por tanto, el establecimiento de relaciones sanas y basadas en el respeto.
Por otra parte, podríamos estudiar más en profundidad el papel que tiene la Casa
Escuela Santiago Uno en la prevención del manejo de las conductas violentas ya
desarrolladas en los adolescentes que están internos en este centro. Los adolescentes que
ocupan este centro son individuos que están condenados, que sus padres han tenido
problemas para poder mantenerlos o que, por el contrario, quieren internarlos como
“castigo”.
La Casa Escuela Santiago Uno intenta abordar a estos adolescentes y brindarles apoyo,
educación y herramientas para su reintegración social y personal, convirtiéndose en un
referente en la atención y tratamiento de los jóvenes que han estado involucrados en
situaciones violentas. Se encarga, por tanto, de proporcionar un ambiente seguro y
estructurado a los jóvenes, alejado de aquellos contextos familiares o sociales que
pueden haber contribuido a generar un comportamiento violento. Esto les permitirá
41
iniciar un proceso de cambio y desarrollo personal en un entorno pacífico y fomentando
el respeto mutuo.
Por lo que sería interesante realizar un estudio profundizando en los proyectos que se
llevan a cabo y sus consecuencias en estos jóvenes.
Los futuros estudios deberían aportar una visión que tenga en cuenta las dinámicas
culturales actuales.
42
crecer, desarrollarse y madurar en un ambiente propicio. Esto implica alejarse de
situaciones en las que se vean expuestos a malos tratos, insultos o riñas con los padres,
cambiándolas en su lugar por relaciones basadas en el respeto la comunicación efectiva.
Por todo esto, es necesario desarrollar programas de intervención que brinden un cierto
apoyo y orientación a las familias, proporcionando herramientas necesarias para mejorar
la dinámica familiar y fortalecer los lazos efectivos entre padres e hijos. Estos
programas pueden incluir asesoramiento psicológico, educación en habilidades
parentales, mediación familiar y actividades de fomento de la comunicación y
resolución pacífica de conflictos.
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