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21/05/2020
Zagzebski nos plantea en “La naturaleza y los componentes de las virtudes intelectuales”
una teoría epistemológica que se encuentra sujeta a la moral, a las virtudes que definen a la
persona que las aplica. En el ámbito epistemológico tales virtudes dan cuenta de una
investigación con ciertas características ya que “la definición de una creencia justificada es
exactamente paralela a la definición de un acto correcto” (Zagzebski, 2011, p. 241). Por
otro lado, McIntyre en “Posverdad”, ilustra cómo los resultados científicos ahora pueden
ser cuestionados por cualquiera. Esto abre paso al negacionismo científico, en cuanto a que
tales resultados científicos van en contra de ciertas ideologías propias de aquellos que los
cuestionan. Con respecto a ambos planteamientos podemos preguntarnos de qué manera el
negacionismo científico es de hecho una alusión a carecer de la virtud sujeta al ámbito
epistemológico.
La negación a la ciencia en palabras más simples es el deseo de que una creencia particular
se sobreponga sobre una creencia que se encuentra justificada por la ciencia. Esto se verá
manifestado como violación a dos de las tres actitudes que Zagzebski nos expresa según
Dewey, a saber, la apertura de mente, la entrega y la responsabilidad.
Las personas que plantean este tipo de argumentos en contra de los científicos, son las
mismas personas que saben muy poco o nada sobre cómo funciona la ciencia. Si bien “en la
ciencia se admite que hasta las mejores teorías o explicaciones no pueden ofrecerse como
verdad, se pueden ofrecer como una creencia fuertemente garantizada basada en la
justificación, dada la evidencia” (McIntyre, 2011). El no poder ofrecer verdades, reconocer
que la ciencia puede ser falible no es de hecho un vicio de la ciencia, sino quizá su virtud
más grande. Permite una apertura de mente a teorías que refuten a las anteriores teorías.
Permite también la entrega para desarrollar nuevas ideas, y mantiene la responsabilidad de
no ir mas allá de lo que se le es posible.
Una solución general que se me ocurre para el problema de los negacionistas –el vicio de
tomar una perspectiva de forma arraigada y no dudar de ella- es que se reconozcan a ellos
mismos como falibles, es decir, entender y aceptar que hay en nuestra naturaleza aquella
tendencia tanto a virtudes que son de hecho excelencias adquiridas en el alma, como a los
vicios que son defectos adquiridos en el alma. Para al menos tener en cuenta que en tanto
que somos falibles nuestras creencias también. Abriendo paso de esta manera a las actitudes
que Dewey menciona. Aunque esto es la a la vez algo problemático ya que reconocerse a sí
mismo como falible requiere introspección, por tanto, requiere también de virtud. Y más
problemas podemos encontrar debido al segundo elemento esencial de la virtud, esto es, el
elemento de éxito, pues a manera de ejemplo, un entrenador de x deporte puede tener las
mejores intenciones para sus deportistas, pero si no los logra en la práctica, luego no es
virtuoso. Que un negacionista se piense como falible puede ser complejo a la hora de tener
éxito en tal introspección, ya que su ideología puede eclipsar la reflexión.
A manera de conclusión percibimos que aquellos que niegan la ciencia, los negacionistas,
no se preocupan por el buen pensar, o al menos por obtener buenas creencias. Con buenas
creencias no me refiero a que haya unas creencias malas, que no sería del todo incorrecto,
ya que puede haber consecuencias fatales debido a creencias erróneas. Pero lo que quiero
decir con buenas creencias es precisamente que dentro de una creencia se tenga la debida
responsabilidad en ellas. Creencias que no vayan más allá de la evidencia presente a la que
se enfrenta. Creencias que permitan un cambio de perspectiva frente algún tema. Evitando
de esta manera que aquello que se vuelve vicio en los negacioncitas se vuelva virtud, como
en la ciencia, esto es la falibilidad.