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Pulsiones y destinos de pulsión (1915)

Freud define a la pulsión como un concepto oscuro, sin embargo intenta “llenarlo de
contenido desde diversos lados” (pág. 113):

Desde la Fisiología (pág. 114):

● Estímulo exterior – Pulsión como “estímulo para lo psíquico”


● “Fuerza de choque momentánea” – “Fuerza de choque constante”
● Sustracción “mediante una acción muscular” – “Incoercibilidad por acciones de
huida” (pág. 115).

Un estímulo es aportado al tejido vivo desde afuera y es descargado también hacia


afuera mediante una acción específica, opera de un solo golpe y se lo puede expedir
mediante una huida motriz ante la fuente de estímulo. En cambio, la pulsión no proviene
del mundo exterior, sino del interior del organismo. Es una fuerza con un empuje en
continuo fluir, constante y, al no provenir del exterior, una huida no es efectiva para
despacharla.

Desde la Biología (pág. 115):

● principio de constancia: el sistema nervioso se esfuerza por mantenerse exento


de estímulos, de librarse de los que le llegan o de rebajarlos al mínimo posible.
Pero como la pulsión es un estímulo interno en continuo aflujo, el sistema
nervioso, al no poder huir o rechazarlo, se verá obligado a realizar complejas
actividades modificando el mundo exterior en pos de satisfacerlo, descargarlo y
así reducir la tensión.
● principio de placer: en este texto coincide con el principio de constancia (luego
en Más allá del principio de placer los diferencia), de modo que el placer del
aparato psíquico coincide con la disminución del estímulo (satisfacción/descarga
de la pulsión), y el displacer coincide con el incremento de éste.

Desde la Vida anímica (pág. 117):

● “Concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático” (punto de vista tópico);


● “Representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo
y alcanzan el alma” (punto de vista dinámico);
● “Una medida de la exigencia de trabajo que es impuesta en lo anímico a
consecuencia de su trabazón con lo corporal” (punto de vista económico).

Cuatro términos o elementos de la pulsión:

● Empuje: Por esfuerzo {Drang} de una pulsión se entiende su factor motor, la


suma de fuerza o la medida de la exigencia de trabajo que ella representa. El
esfuerzo es siempre constante, continuo.
● Meta: La meta de una pulsión es en todos los casos la satisfacción que solo
puede alcanzarse cancelando el estado de estimulación en la fuente de la pulsión
(…) La experiencia nos permite también hablar de pulsiones de meta inhibida; en
el caso de procesos a los que se permite avanzar un trecho en el sentido de la
satisfacción pulsional, pero después experimentan una inhibición o desviación”.
● Objeto: El objeto de la pulsión es aquello en o por lo cual puede alcanzarse su
meta. Es lo más variable en la pulsión; no está enlazada originariamente con ella,
sino que se le coordina sólo a consecuencia de su aptitud para facilitar la
satisfacción. No necesariamente es un objeto ajeno; también puede ser una
parte del cuerpo propio”. No hay un objeto predeterminado para su
satisfacción.
● Fuente: Por fuente de la pulsión se entiende aquel proceso somático, interior a
un órgano o a una parte del cuerpo (zonas erógenas), cuyo estímulo es
representado en la vida anímica por la pulsión (…) Para la pulsión lo
absolutamente decisivo es su orígen en la fuente somática, dentro de la vida
anímica no nos es conocida de otro modo que por sus metas”.

Primer dualismo pulsional: He propuesto distinguir dos grupos de tales pulsiones


primordiales: las pulsiones yoicas o de autoconservación y las pulsiones sexuales.

Características de las pulsiones sexuales: Son numerosas, brotan de múltiples fuentes


orgánicas, al comienzo actúan con independencia unas de otras y sólo después se
reúnen en una síntesis más o menos acabada. La meta a que aspira cada una de ellas es
el logro del placer de órgano; sólo tras haber alcanzado una síntesis cumplida entran al
servicio de la función de reproducción, en cuyo carácter se las conoce comúnmente
como pulsiones sexuales. En su primera aparición se apuntalan en las pulsiones de
conservación, de las que sólo poco a poco se desasen; también en el hallazgo de objeto
siguen los caminos que les indican las pulsiones yoicas. Una parte de ellas continúan
asociadas toda la vida a estas últimas, a las cuales proveen de componentes libidinosos
que pasan fácilmente inadvertidos durante la función normal y sólo salen a la luz cuando
sobreviene la enfermedad. Se singularizan por el hecho de que en gran medida hacen
un papel sustituto unas respecto de las otras y pueden intercambiar con facilidad sus
objetos {cambios de vía}. A consecuencia de las propiedades mencionadas en último
término, se habilitan para operaciones muy alejadas de sus acciones-meta originarias
(sublimación).

Cuatro “destinos de la pulsión” o “variedades de la defensa contra las pulsiones”:

● Sublimación
● Represión
● Trastorno hacia lo contrario: se divide en dos procesos diversos: la vuelta de
una pulsión de la actividad a la pasividad, y el trastorno en cuanto al contenido.
Ejemplos del primer proceso brindan los pares de opuestos sadismo-
masoquismo y placer de ver-exhibición. El trastorno sólo atañe a las metas de la
pulsión; la meta activa (martirizar, mirar) es reemplazada por la pasiva (ser
martirizado, ser mirado). El trastorno en cuanto al contenido se descubre en este
único caso: la mudanza del amor en odio.
● Vuelta hacia la propia persona: Es considerar al masoquismo como un sadismo
vuelto hacia el yo propio, y la exhibición lleva incluido el mirar a otros. Lo esencial
es el cambio de vía de objeto, manteniéndose inalterada la meta.

En el caso de los pares de opuestos sadismo-masoquismo y voyeurismo-exhibicionismo


existe coincidencia entre esos dos últimos destinos de pulsión (vuelta de la actividad
en pasividad y vuelta hacia la propia persona). Freud explica ambos pares de opuestos
en función de voces gramaticales:

Pulsión sadomasoquista:

● Voz activa: la voz activa de la pulsión sadomasoquista es el sadismo, es decir, un


desprendimiento de placer sexual a partir del control y sometimiento ejercido
sobre otra persona que está en lugar de objeto.
● Voz reflexiva: el objeto del primer momento es resignado y sustituido por la
propia persona, de manera que el sujeto coincide con el objeto, es decir, el
individuo se satisface infringiéndose un automartirio (por ejemplo, en la
neurosis obsesiva). Mudanza de meta pulsional activa en pasiva.
● Voz pasiva: luego deviene la voz pasiva, es decir, la vuelta completa de la pulsión
de la posición sádica hacia la persona propia en la cual el sujeto se pone en el
lugar de objeto y busca a otra persona que le cause martirio o control, lo que le
produce un desprendimiento de placer.
● Tiempo cero (análogo a la voz reflexiva): ocurre durante la fase del
autoerotismo, en la cual el niño siente placer manejando y controlando su propia
musculatura (por ejemplo, ante la demanda sobre el control de sus esfínteres).

Pulsión escópica:

● Voz activa: la voz activa de la pulsión escópica es el voyeurismo, es decir, el ver


como actividad dirigida a un objeto ajeno.
● Voz reflexiva: la resignación del objeto, la vuelta de la pulsión de ver hacia una
parte del cuerpo propio, y por tanto el trastorno en pasividad y el
establecimiento de la nueva meta: ser mirado.
● Voz pasiva: la inserción de un nuevo sujeto, al que uno se muestra a fin de ser
mirado por él. Se trata del exhibicionismo.
● Tiempo cero (análogo a la voz reflexiva): inicialmente la pulsión de ver es
autoerótica, tiene sin duda un objeto, pero este se encuentra en el cuerpo
propio. Sólo más tarde se ve llevada (por la vía de la comparación) a permutar
este objeto por uno análogo del cuerpo ajeno (etapa primera, voz activa). Ahora
bien, este grado previo presenta interés porque de él se siguen las dos
situaciones del par de opuestos resultantes, según que el cambio de vía ocurra
en un lugar o en el otro.

Los destinos de pulsión que consisten en la vuelta sobre el yo propio, y en el trastorno


de la actividad en pasividad dependen de la organización narcisista del yo y llevan el
sello de esta fase. Freud llama narcisismo a la fase temprana de desarrollo del yo,
durante la cual sus pulsiones sexuales se satisfacen de manera autoerótica. Entonces la
etapa previa de la pulsión de ver (en que el placer de ver tiene por objeto al cuerpo
propio) pertenece al narcisismo, es una formación narcisista. Desde ella se desarrolla la
pulsión activa de ver, dejando atrás al narcisismo; pero la pulsión pasiva de ver retiene
el objeto narcisista. De igual modo, la trasmudación del sadismo al masoquismo implica
un retroceso hacia el objeto narcisista; y en los dos casos [o sea, el del placer pasivo de
ver y el del masoquismo] el sujeto narcisista es permutado por identificación con un yo
otro, ajeno.

En el trastorno en cuanto al contenido se descubre un único caso, la mudanza del amor


en odio. “Somos reacios a concebir el amar como si fuera una pulsión de la sexualidad
entre otras…”. Ya descarta que el activo del amar sea ver, sea pegar; entonces no es una
pulsión de la sexualidad entre otras “. Las pulsiones no aman ni odian; el amor y el odio
es el vínculo del yo con sus objetos”. Me parece precisa esta cita porque tanto en la
agresividad, en el sadismo como en el ver se manifiesta ese mecanismo de satisfacción
pulsional; ahora, en el amor ya interviene el yo, esta formación narcisista que
necesitamos para la relación con los objetos, entonces el amar (que sigue siendo el
activo ya no de la pulsión sino de esa formación que es el yo) no es susceptible de una
sola oposición.

Freud plantea que existen tres oposiciones al amar:

● el amor/odio - indiferencia
● el amor - odio
● el amar - ser amado: se corresponde con la vuelta de la actividad a la pasividad
y admite también, como la pulsión de ver, idéntica reconducción a una situación
básica. Hela aquí: amarse a sí mismo, lo cual es para nosotros la característica
del narcisismo. Ahora bien, según sean el objeto o el sujeto los que se permuten
por uno ajeno, resultan la aspiración de meta activa, el amar, o la de meta pasiva,
el ser amado, de las cuales la segunda se mantiene próxima al narcisismo.

Sostiene que podemos comprender estos opuestos del amar si analizamos las tres
polaridades que gobiernan la vida psíquica:

● La polaridad real, sujeto (yo) – objeto (mundo exterior), se impone


tempranamente al individuo, por la posibilidad de cancelar los estímulos que
provienen del exterior mediante una acción muscular y la incapacidad de aplicar
esto a las pulsiones.
● La polaridad económica, placer-displacer es la que indica la dirección en la que
se establecen los procesos psíquicos, los cuales aspiran a una ganancia de placer
y una disminución del displacer.
● La polaridad biológica, activo-pasivo, indica la pasividad del yo sobre los
estímulos que recibe desde el mundo exterior, y su actividad sobre éste
motivada por sus propias pulsiones. Encontramos otra de lasmanifestaciones de
esta polaridad en el otro proceso del destino de pulsión “transformación en lo
contrario”: la vuelta de la actividad a la pasividad. Ésta brinda los pares de
opuestos sadismo-masoquismo, y el placer de ver-exhibir, y sólo atañe a las
metas de la pulsión, o sea, la meta activa (martirizar y mirar) es reemplazada por
la pasiva (ser martirizado y mirado).

En el proceso de constitución del Yo, estas tres polaridades se articulan de diferentes


maneras.

● Yo realidad inicial: En la primera oposición, amor-indiferencia, encontramos


como base a un yo-realidad inicial, el cual está atravesado por pulsiones parciales
que pueden satisfacerse independientemente unas de otras y de manera
autoerótica en el propio cuerpo. En esta oposición el mundo exterior no es útil
para la satisfacción, por lo que resulta indiferente. El Yo, por su parte, se
correspondería con el amor, pues amaría a sus fuentes de placer, que son sus
propias zonas erógenas. Podríamos llamar narcisismo primario a este estado,
que media entre la oposición amar-ser amado, y consiste en amarse a sí mismo.
● Yo placer purificado: En la medida en que es autoerótico, el yo no necesita del
mundo exterior, pero recibe de él objetos a consecuencia de las vivencias
derivadas de las pulsiones de autoconservación del yo, y por tanto siente por un
tiempo como displacenteros ciertos estímulos pulsionales interiores. Ahora bien,
bajo el imperio del principio de placer se consuma dentro de él un ulterior
desarrollo. Con respecto a la oposición amor-odio, encontramos a un yo-placer
purificado capaz de discriminar lo placentero y lo displacentero respecto de la
pulsión. Aquí se da el ingreso del objeto en esta fase narcisista primera. El niño
ama todo lo placentero, y esto coincide con su Yo (ama lo placentero propio y
también los objetos placenteros del afuera, los cuales son introyectados a su yo),
y odia todo lo displacentero (expulsándolo hacia el mundo exterior si proviene
de su interior, y rechazándolo si proviene del afuera). Aquí discernimos la
articulación entre la polaridad real y la económica.
● Yo realidad definitivo: El ingreso del objeto como mundo exterior odiado es el
paso necesario para un ulterior desarrollo del Yo, promovido por las pulsiones
libidinosas no autoeróticas y por las pulsiones de autoconservación. Hablamos
del Yo-realidad definitivo. Y es que estas pulsiones inducen al yo a buscar en la
realidad objetos que estén acordes a su propia satisfacción, pero ya como
objetos separados de sí mismo. No nos referimos a satisfacción de la pulsión
(pues ésta se satisface en su recorrido de investiduras), sino del propio yo, que
percibe el placer o displacer que le producen los objetos. Esto es lo que Freud
llama como campo ampliado del yo con sus objetos en el cual, en consonancia
con el principio de realidad, el yo puede investir objetos exteriores a él (pero a
su vez relacionados con él) como objetos de amor y de odio, y discernir una
elección en base a ello. Sólo aquí puede aparecer el amor de objeto, posterior al
odio en relación a ellos. Recién en el Yo realidad definitivo, aparece el tercer
opuesto del amar, el ser amado, y su mudanza en lo contrario responde a la
polaridad entre actividad y pasividad, de igual manera que en los casos de la
pulsión sadomasoquista y la escópica.

Polaridades de la vida anímica Oposiciones al amar Desarrollo del Yo


Polaridad Real
Amor/Odio (en el yo) Yo realidad inicial:
Yo (sujeto) - se empieza a distinguir un
- Indiferencia (mundo exterior) adentro de un afuera
Mundo exterior/No yo (objeto)

Yo placer purificado:
Polaridad económica
purificado de ese odio inicial,
Amor (placer) - Odio (displacer)
originario. Todo lo displacentero
Placer - Displacer
es expulsado del yo

Polaridad biológica
Amar - Ser amado
Activo (masculino) Yo realidad definitivo
(= ej. sadismo y pulsión de ver)
-
Pasivo (femenino)

De vernos precisados, podríamos decir que una pulsión “ama” al objeto al cual aspira
para su satisfacción. Pero que una pulsión odie a un objeto nos suena bastante
extraño, y caemos en la cuenta de que los vínculos de amor y de odio no son aplicables
a la relaciones de las pulsiones con sus objetos, sino que están reservados a la relación
del yo total con los suyos” (pág. 132) y siguientes.

El amor y el odio no presentan una relación simple, que tienen orígenes diversos y que
cada uno ha tenido su desarrollo antes de constituirse como opuestos bajo la influencia
del placer – displacer. Antes de que amor – odio sean opuestos, han tenido su desarrollo
propio.
Génesis del amor y el odio:
El amor proviene de la capacidad del yo para satisfacer de manera autoerótica, por la
ganancia de un placer de órgano, una parte de sus mociones pulsionales. Es
originariamente narcisista, después pasa a los objetos que se incorporaron al yo
ampliado, y expresa el intento motor del yo por alcanzar esos objetos en cuanto fuentes
de placer. Se enlaza íntimamente con el quehacer de las posteriores pulsiones sexuales
y coincide, cuando la síntesis de ellas se ha cumplido, con la aspiración sexual total.
Etapas previas del amar se presentan como metas sexuales provisionales en el curso del
complicado desarrollo de las pulsiones sexuales. Discernimos la primera de ellas (etapa
oral) en el incorporar o devorar, una modalidad del amor compatible con la supresión
de la existencia del objeto como algo separado, y que por tanto puede denominarse
ambivalente. En la etapa que sigue, la de la organización pregenital sádico-anal, el
intento de alcanzar el objeto se presenta bajo la forma del esfuerzo de apoderamiento,
al que le es indiferente el daño o la aniquilación del objeto. Por su conducta hacia el
objeto, esta forma y etapa previa del amor es apenas diferenciable del odio. Sólo con el
establecimiento de la organización genital el amor deviene el opuesto del odio.
El odio es, como relación con el objeto, más antiguo que el amor; brota de la repulsa
primordial que el yo narcisista opone en el comienzo al mundo exterior prodigador de
estímulos. Como exteriorización de la reacción displacentera provocada por objetos,
mantiene siempre un estrecho vínculo con las pulsiones de la conservación del yo, de
suerte que pulsiones yoicas y pulsiones sexuales con facilidad pueden entrar en una
oposición que repite la oposición entre odiar y amar. Cuando las pulsiones yoicas
gobiernan a la función sexual, como sucede en la etapa de la organización sádicoanal,
prestan también a la meta pulsional los caracteres del odio.
Ambivalencia: El amor a menudo se muestra acompañado por mociones de odio hacia
el mismo objeto. El odio mezclado con el amor (como conocemos a la ambivalencia)
proviene. en una parte, de etapas previas del amar, no superadas por completo, y en
otra parte tiene su fundamento en reacciones de repulsa procedentes de las pulsiones
yoicas, que a raíz de los frecuentes conflictos entre intereses del yo y del amor pueden
invocar motivos reales y actuales. Cuando el vínculo de amor con un objeto determinado
se interrumpe, no es raro que lo reemplace el odio, en ese caso se trata de una regresión
del amar a la etapa sádica previa, de suerte que el odiar cobra un carácter erótico y se
garantiza la continuidad de un vínculo de amor.

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