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«El Reino de los cielos se parece a…» algo muy raro, algo que no se
da en nuestro mundo, a la generosidad infinita de Dios que no se para
a medirnos ni a pesarnos para regalarnos su amor. Y es que a Dios no
le van las matemáticas, y nos pide que nosotros también dejemos de
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contar y compararnos con tanta precisión; nos pide que nos
dediquemos a trabajar en su viña con espíritu esponjado y generoso.
Todos somos llamados, todos sin excepción, porque no es lo
importante la cantidad de trabajo, el número de horas, sino la
posibilidad misma de trabajar, de vivir, totalmente entregado a Dios.
Los demás han tenido que esperar, han estado ociosos en la plaza o
vagabundeando con su vida a cuestas hasta encontrarse con el Señor
de la vida.
Ahora, tal vez la parábola no trata realmente acerca del trabajo. Como
contexto, encontramos los ejemplos sorprendentes de Jesús sobre
aquellos que pertenecen al reino de Dios: por ejemplo, los niños (Mt
19:14), que legalmente ni siquiera son dueños de sí mismos. Él aclara
que el reino no les pertenece a los ricos o al menos no a muchos de
ellos (Mt 19:23–26), sino que les pertenece a aquellos que lo siguen,
en particular si sufren pérdidas por esa causa. “Muchos primeros serán
últimos, y los últimos, primeros” (Mt 19:30). Inmediatamente después
de esta parábola encontramos otro final con las mismas palabras: “los
últimos serán primeros, y los primeros, últimos” (Mt 20:16). Esto indica
que la historia es una continuación de la discusión acerca de aquellos
a quienes les pertenece el reino. La entrada al reino de Dios no se
gana por nuestro trabajo o acción, sino por la generosidad de
Dios.
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Vemos como el dueño de la viña argumentó que el tenía derecho de
hacer lo que quisiera con su dinero. Él les llamó la atención al hecho
de que no debían tener envidia de su generosidad hacia quienes
trabajaron solo brevemente.
La envidia es, sin duda, el más venenoso de los pecados mortales. No
solo los envidiosos detestan a los otros por lo que tienen, sino que se
detestan a sí mismos por no tenerlo. Somos todos trabajadores en la
viña del Señor. Todos podemos confiar que Él no solo será justo,
sino también generoso con nosotros.
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La generosidad de Dios nos llama a ser generosos también. Todo
juicio que está basado en la posición social, nacionalidad, ingreso o
educación, es demasiado estrecho y expulsa a Dios.
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terrenales tienen la responsabilidad de satisfacer todas las
necesidades de sus empleados.